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1

Así se expresa en el artículo «Arte y artificio», publicado en El Demócrata, 12 de junio de 1925.

 

2

La antología de Cato/Orduña/ Ponce (2008), que reúne 99 «poemas revolucionarios», ofrece una muestra desgraciadamente poco sistemática que abarca desde corridos anónimos del momento hasta textos del Subcomandante Marcos. Entre los poemas seleccionados, muchos no se refieren ni remotamente a la Revolución, sino que pertenecen a «otras rebeldías».

 

3

Andrade Castro (2000) reúne una muestra de estos poemas, insistiendo en que su rasgo característico es la celebración de acontecimientos, figuras y fechas de la historia de México y en que recién a partir de 1968 se cambia la noción de patria subyacente.

 

4

Piénsese en sus poemas «La raza de bronce» (1902), en honor de Benito Juárez, y «Los niños mártires de Chapultepec» (1903), que todavía se sigue declamando en las conmemoraciones del 13 de septiembre.

 

5

El conocido poema «20 de noviembre» de Pellicer, que en concordancia con el título celebra la Revolución como tarea permanente -«¿La Revolución?/ No se detiene nunca, siempre tiene que hacer»- data recién del 1973.

 

6

Todas las citas proceden del artículo «El movimiento estridentista en 1922», publicado en El Universal Ilustrado, 28 de diciembre de 1922, citado según Mora 1999: 116-117.

 

7

Importa retener aquí los rasgos que según Assmann (1988: 13-15) definen la memoria cultural en diferencia a la «memoria comunicativa»: concreción de identidad (de un grupo social), construcción retrospectiva, fijación en objetivaciones externas, organización (institucionalización y especialización), carácter obligatorio (para el grupo) y reflexividad.

 

8

Para una interpretación del poema en conjunto remito a Escalante (2002: 47-62); observaciones sobre la visión de la ciudad ofrecen Meyer-Minnemann (1991) y Rovira (1995). La importancia del poema en la historia del Estridentismo se estudia en Niemeyer (1999), la configuración particular de las imágenes en Niemeyer (en prensa).

 

9

En su autobiografía, Maples Arce explica la génesis del texto en mayo de 1924, como comenta Escalante (2002: 52-53); en el texto la alusión a la rebelión delahuertista se esconde en la mención de «Ocotlán / allá lejos» (canto V), el lugar donde las tropas rebeldes sufrieron su gran derrota. Otras presuntas referencias -diputados, burgueses ladrones etc.- no necesariamente remiten a este contexto específico, sino corresponden a cierta retórica revolucionaria internacional.

 

10

No hay ni motivo ni indicios para suponer que Maples Arce conociera los Cantares Mexicanos y el Manuscrito Anónimo de Tlatelolco, entonces todavía no editados y traducidos en México, pero llama la atención cierta cercanía semántica entre los pasajes de Vrbe dedicados a prever la catástrofe y los poemas en nahuatl que lloran la caída de Tenochtitlan. Algunas informaciones sobre los códices y, en general, el mundo azteca podrían haberle llegado a través de Jean Charlot, cuyo tío abuelo donó la Colección Boturini-Aubin-Goupil -que abarca también el mencionado manuscrito anónimo de 1528-, a la Biblioteca Nacional de Francia, donde el joven Charlot estudió la colección detenidamente. En el invierno de 1922/1923, Charlot pintó el mural «Masacre en el Tempo Mayor» en la Escuela Nacional Preparatoria, que Maples Arce por supuesto conocía. Por todo ello, la reminiscencia de Tenochtitlan resulta nada inverosímil.