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«La verdad, Zola novelista me deslumbra por su color y la fuerza del dibujo. Zola crítico me enseña y me hace pensar» («El realismo», LII, núm. 183, 3 de julio de 1886, pág. 430). Recordaba también Altamira hacia 1907 que Zola «personificó nuestras doctrinas de la juventud y nuestros entusiasmos de primerizos» («De la inmoralidad en literatura», en op. cit. en nota 28, pág. 207).

 

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Clarín, «Prólogo», op. cit. en nota 9, págs. X-XI.

 

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«El realismo», LII, núm. 176, 15 de mayo de 1886, pág. 314, nota 2. De acuerdo con Zola hace especial hincapié Altamira en que «El Naturalismo no es escuela, es tendencia filosófica» (ibidem, pág. 311). Tal aserto imperará significativamente en las sucesivas entregas de «El realismo»...

 

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«El realismo», LII, núm. 185, 17 de julio de 1886, pág. 462. Altamira conocía bien el antes citado ensayo de Giner «Consideraciones sobre el desarrollo de la literatura moderna» conteniendo unos tan ostensibles alegatos antifeístas. Incluso, me atrevería a decir, su presencia ideológica flota en alguna página de «El realismo» pero nunca nuestro joven autor osa discrepar públicamente de él: dirá sólo que «Debe meditarse este trabajo» («El realismo», LII, núm. 195, 25 de septiembre de 1886, pág. 615, nota 1). ¿Debate entre líneas, podríamos afirmar? No me atrevería a tanto...

 

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La pintura (figurativa) como maestra de la narrativa realista y la constelación de trapos visuales que tal hecho provoca es tópico con gran presencia en la prosa literaria del último tercio del siglo XIX. No es menos revelador que Altamira cite este texto de D'Alembert contenido en su Discours préliminaire de L'Encyclopédie: la poesía, la música la arquitectura «se las podría bien comprender bajo el título general de pintura, pues, que todas las bellas artes se reducen a pintar, y sólo difieren en los medios que emplean» («El realismo», LII, núm. 191, 28 de agosto de 1886, pág. 551, nota 1; el subrayado es de Altamira).

 

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Citado por Darío Villanueva, Teorías del realismo literario, Instituto de España-Espasa Calpe, Madrid, 1992, pág. 24. El énfasis mimético de Altamira alcanza su máxima cota en esta colección de artículos cuando declara con cierto dejo aristotélico, que «la verdad es la exacta correspondencia entre el objeto conocido y el sujeto que conoce», radicando aquí -concluye- la «realidad completa» que postula el naturalismo («El realismo», LII, núm. 184, 10 de julio de 1886, pág. 443).

 

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La verosimilitud como «virtualidad sugestiva» que excita, o atrapa, la imaginación del lector -rasgo de la mejor narrativa realista, mucho más, pues, que simple recuento de noticias documentales-, según apunta efectivamente Juan Sardá anticipando la lección orteguiana encerrada en Ideas sobre la novela. Véase a ese respecto su artículo «La lectura de novelas», Obras escogidas, Barcelona, Librería de F. Puig, 1914, serie castellana, tomo I, pág. 48). No obstante Altamira superaría tiempo después ese rígido mimetismo que exhalan algunas entregas del presente ensayo y ello -dato significativo- en plena explosión modernista. Así lo demuestra el artículo «Verdad y belleza» donde nuestro autor acepta en buena medida la «indiferencia completa del factor verdad en la obra de arte» para concluir confesando que aún no es posible, «hoy por hoy», determinar «el por qué de esa independencia de lo bello respecto de lo verdadero» (Psicología y literatura, Barcelona, Imp. de Henrich, 1905, págs. 132 y 134).

 

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«El realismo», LII, núm. 184, 10 de julio de 1886, pág. 446. Nuestro crítico hace referencia a este párrafo de Edmond de Goncourt: «Le Réalisme [...] n'a pos en effet l'unique mission de décrire ce qui est bas, de qui est répugnant, ce qui pue, il est venu au monde aussi, lui, pour définir dans de l'écriture artiste, ce qui est élevé, ce qui est joli, ce qui li sent bon, et encore pour donner les aspects et les profils des êtres raffinés et des choses riches: mais cela, en une étude appliquée, rigoureuse, et non conventionnelle et non imaginative de la beauté, une étude pareille à celle que la nouvelles école vient de faire, en ces dernières années, de la laideur» («Préface», Les frères Zemganno, en Edmond et Jules de Goncourt, Oeuvres complètes, Ginebra-París, Slatkine Reprints, 1986, vol. XVIII , pág. 10).

 

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«El realismo», LII, núm. 199, 23 de octubre de 1886, pág. 678 para todas estas últimas citas. Se trata, ya, de un conjunto de textos que pertenecen a la «Conclusión» del presente repertorio de artículos.

 

40

«El realismo», LII, núm. 196, 2 de octubre de 1886, pág. 634.

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