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Flores Amorosas





Cantic. 2. v. 5.

Athen, li. 12, Epist. 31.

     Entre todos, con ningunos otros simbolizan mejor las flores, que con los asuntos amorosos. Cualquiera medianamente entendido en la erudición sagrada, y profana, confesará esta verdad. Mas lo que primero se viene a los ojos por repetido, es aquel lugar de la esposa, en que pedía a las damas de Jerusalén, la cercasen con manzanas, la confortasen como flores: Fulcite me floribus, stipate me malis. Para alentar con ellas jeroglíficos expresos del amor, el corazón que desfallecía a deliquios, quia amore langueo. �Qué ceñido viene a este pensamiento sagrado el lugar profano, en que pregunta Ateneo; porque acostumbraban los amantes llevar en las manos flores, y manzanas? Clearcus solensis: cur inquit in amatoriis flores, mala, resque eius modi in manibus gestare solemus? Etc. Horum pulchritudo consolatio, animique confirmatio in amatoribus habetur.





Cant. 211, 12, 13.
     Qué tiempo más de flores que la primavera; pues esta, y aquellas están consagradas al amor. Bien lo sintió, y advirtió el esposo, cuando pasados los rigores tristes del invierno, y llegado el alegre verano coronado de flores: entonces convida a su querida a su amena fragrancia, y como entre jeroglíficos de su amor, solicita sus tiernos abrazos: Iam hiems transiit, flores apparuerunt in terra nostra, surge, propera amica mea, et veni. Bien significó, y expresó este tiempo el otro poeta, y cuán a propósito era para los empleos amorosos:
 
Catull. In pervigilio veneris.                Cras amet, quinum quam amavit, quique eras amet:
Vernorum, ver iam canorum, verenatur orbis est:
Vere concordant amores, vere nubunt alites.
 
     Esta estación florida es dedicada a Venus, como diosa de los amores; della tomó su nombre el verano: Ver ipsum a venere dictum. A esto parece aludió Lucrecio:
 
Luc. l. 4. It ver, et Venus, et veneris prænuntius ante
Pennatus graditur Zephirus.
 
     Este el tiempo de sus mayores cariños, y adonde ella logra sus majestuosas recreaciones y festivos saraos:
 
Hor. l. 1. Solvitur acris hiems grata vice veris, et Favonis
Iam Cytherea choros ducit Venus imminente Luna.
 
Lo cierto es (y que no ignoran los menos avisados) que abril padre de los vergeles, es dedicado a Venus, y que della tomó su nombre: Unde Aprilis quasi Aphrilis, ab spuma scilicet, ex qua Venus orta, unde, et illa Aphrodites.
Pint. Ram. Proleg. in cant. � 5.      No sólo el tiempo de las flores; pero aun ellas mesmas se consagran, y dedican a esta diosa. Del lilio lo significó, no con mucha obscuridad Nicandro.
 
Niveis floris foliis croceo colore in medio tincta
Nican. in Georgicis. Lilia, quæ leiria nominat alii Poetæ,
Ambrosiam alii, multi veneris oblectamentum,
Quoniam Diuæ coloris placet.
 
Pero entre todas, la rosa es la de su mayor agrado, la más gustosa lisonja de su afecto, y como tal consagrada a su deidad. Bien claro lo dijo Ausonio.
 
Aus. Edil. 14, l. virg. Ros unus, color unus, et unum mane duorum,
Sideris, et floris, nam Domina una Venus.
 


Elian. lib. 2, cap. 1.
Y Aspia, mujer de Cipro, rey de los Persas, se valió de las rosas, por ser consagradas a Venus, para recobrarse a la belleza antigua, que a batería de un porfiado tumor tenían estragadas las horas: Vero (dijo Eliano) coronas roseas, quæ iam arverint, Cape, easque contritas tuberi impone.
     Pero si queremos averiguar, por qué la rosa haya sido consagrada a esta diosa. Dos son a mi entender los motivos. El primero, como dicen generalmente los poetas, por haber trocado con su sangre en color rojo el cándido que antes tenían las rosas. No lo expresó mal Claudiano cuando dijo:                       [182]
 
Claud. li. 2, de rap. Proserp.                                                             Illa cruoris,
                                                        Carpis signa fui.
 
Pero más claro el otro:
 
Illa quidem studiosa suum defendere Adonim
   Gradivus stricto quem petit ense ferox,
Affixit duris vestigia ficca rosetis,
   Alvaque divino pieta cruore rosa est.
 
     Que no declaró mal en estos números castellanos Jacinto Polo de Medina:
 
     De un sacro pie de nieve
Jacint. Polo, Academias del jardín (33).         experiencias de nácar esta rosa;
        repuesta de coral al golpe aleve
        de espina rigurosa,
        que al derramar rubí la vena rota
        se confesó por flor la menor gota.
 
     El segundo, por el secreto que piden Venus y Cupido en sus hurtos amorosos, y ser la rosa símbolo del silencio; precioso don que recibió del amor Harpócrates, Dios del silencio, por ser dedicada a su madre. Así lo advirtió no sé que eigramatario antiguo:
 
Est tosa flos veneris, cuius, quo furta latetent,
Vetus Epigram. ap. Rader.    Harpocrati matris dona dicavit Amor.
Inde rosam mensis hospes suspendit amicis
   Convivæ, ut sub eo dicta tacenda sciant.
 
     Y aun el Amor, hijo de la mesma Venus, escogió el campo, y las flores por lugar propio de su nacimiento, y más conforme a lo lascivo (34) y tierno de sus cariños, aquí se alimentó alegre entre sus dulces halagos.
 
Rura fecundat voluptas, rura venerem sentiunt,
Catull. in pervigil. vener. Ipse Amor puer Dione, rure natus dicitur:
Hunc ager cum partur iret, ipse suscepit sinu,
Ipse florum delicatis educavit osculis.
 

[183]



In explic. tab. Hill., p. 87.
     A esto parece que atendieron los que fingieron al amor hijo del Favonio, o Céfiro, viento que con la primavera se viste y adorna de flores. Lo primero, advierte el curioso Alejandro Júnior: Plutarchus in amatorio ex nescio cuius sententia, Amorem Favoni silum facit. Las palabras de Plutarco son estas: Accerrimum Deorum peperit pulchre calceata Iris, auri como mixta Favonio. Y que el Céfiro, o Favonio, sea padre de las flores, no hay cosa más trivial entre los poetas. Oigamos por todos a Claudiano, adonde introduce al Etna, hablando con este viento:
 
Compellat Zephirum, pater, o gratissime veros
Rura fove, ut marear divino pollice carpi,
Et nostris cupiant ornare numina fertis.
Claud. de rap. Pros. lib. 2, ad. princ. Dixerat, ille novo madicantes nectare pennas
Concutit, et glebas fecundo rore maritat,
Quaque volat, vernus sequitur color: omnis in herbas
Turget humus, medioque patent convexa sereno:
Sanguineo splendore rosas, vaccinia nigro
Induit, et dulci, violas ferrugine pingit.
 


S. Isid. li. 12, Etim. Cap. 11.
     Oigámoslo otra vez a San Isidoro, que también de paso nos advierte, que el Céfiro y Favonio es un propio viento: Zephirus Græco nomine appellatus, eo quod flores, et germina eius flatu vivificentur. Hic Latine Favonius dicitur propter quod faveat, quæ nascuntur, unde est illud, et Zephiri putris se gleba resolvit, Austro autem flores solvuntur, Zephiro fiunt. Porque se entienda, que el amor, y las flores viven tan unidos, que como hijos de un parto, estas no se pueden hallar sin aquel, ni aquel sin estas. Y así de ordinario lo pintan entre las flores, como quien gustoso vive siempre entre ellas y de quien se aprovecha como terceras de sus amores. Mírale en este Epigrama entre las cosas escondido:
 
Florentes dum forte vagans mea Hiella per hortos,
Naug. in epig. Poet. Ital., tom 2.    Texit odoratis lilia cania rosis.
Ecce rosas inter latitantem invenit amorem,
   Et simul anexis floribus implicuit.
 
     No sólo los hermanó el otro poeta castellano, pero tanto llegó a unirle con la rosa, que no dudó nombrarla Cupido de [184] los campos y jardines, y a sus espinas flechas, con que se adorna y rinde amorosa. O bien sea su dama convertida en el propio amor, y transformada en la mesma rosa. Oye al mesmo poeta, que otras veces nos ha ilustrado con sus elegantes versos estas prolusiones que por antonomasia se pueden llamar Eques rosæ, el caballero de la rosa, por los muchos y galanos sonetos que ha hecho a esta flor: y de camino advertirás como por el rojo esmalte que la dio con su sangre, se dedicó a la diosa Venus, como decía antes:
 
Hija del blanco pi de Venus bella,
   Nuevo purpúreo Fénix de las flores,
D. Pedro de Castro y Añaya.    Que desplegando plumas de colores,
   Rompes el nido de tu verde estrella.
Cupido, flor, que en lo encendido de ella
   Imitas de sus llamas los ardores,
   Y en espinas armadas de rigores
   Las flechas que causaron mi querella.
 
     Y el mesmo poeta hablando de los claveles, volvió a refrescar el mesmo concepto:
 
     Los que en el Parque del Soto
        Arden de amor, de amor matan,
        Cupidillos de las flores
        Armados de puntas y alas.
 
   No sola la rosa y los claveles son el símbolo del Amor; pero la que mejor le retrata, a mi entender, es la Clicie, o Girasol, que por amante del Sol se convirtió en flor, y sigue constante y enamorada sus lucientes huellas. No expresó mal esta su amorosa llama otro (35) poeta castellano:
 
Celosa Clicie, bella enamorada,
Jacinto Polo de Medina, Academias del jardín (36). Águila de las flores,
Que atenta le examinas rayo a rayo,
Al Sol de los más despiertos resplandores,
De su durable amor continuo ensayo,
(No a los desdenes de la luz rendida)
Sol el valle te aclama,
Que se convierte amor en lo que ama.
 

[185]

     Y antes Ovidio no había expresado mal este amoroso incendio de Clicie; pues referida esta Fábula (37), concluye su transformación, diciendo:
 
Ovi. Metam., l. 4.      Illa suum, quamvis radice tenetur
Vertitur ad Solem, mutata servata morem.
 
     Oye también, como fecundaba al riego de sus lágrimas la flor de su amor, la otra enamorada en un valiente espíritu, no sé en cual de sus comedias:
 
          No llorar es imposible,
D. Cristóbal de Monroy (38).           Porque el amor que me alienta,
          Es flor, que en las verdes ramas
          De la esperanza se alberga,
          Y se podrá marchitar
          Si los ojos no la riegan.
 
Roa sing. loc., li. 3, cap. 9.

Hier. Prad. in cap. 23 Ezechiel.

     De flores se coronaban antiguamente las más finas enamoradas; y da la razón el elocuentísimo y eruditísimo Padre Roa: Coronabantur autem fæminæ, sive quia veneri sacrificaturæ sive quia amabant. Apoya su discurso con las palabras del sapientísimo Padre Jerónimo de Prado, sobre el capítulo 23 de Ezequiel: Videntur meret vices illa ex rosis, vel violis, aliisve odoriferis floribus, et frontibus serta sibi plexuisse decoris, etc. Cum ea ceremonia meretrices se ipsas profitibantur fidelissimas, et amantissimas sponsas Deorum. No sólo se adornaban con ellas en demostración de su amor; pero las tejían también de rosas y las ofrecían a sus enamorados, para que se coronasen en prendas de lo ardiente, y abrasado de su voluntad: y así se queja allá Marcial de una amiga suya, porque se las enviaba tan intactas y frescas, que más parecía presente del aliño que de la fineza:
 
Mart., li. 11. Epig. 90. Intactas quare mittis mihi, Polla coronas?
A te vexatas malo tenere rosas.
 
Furn. in hoc Epig. Mart. Y da la razón Furnabio desta queja: Amatoribus quippe gratiores corollæ, quæ amicas quasi olerent, et saperent, quam recentem spirarent fragrantiam: unde ista meretriculæ vexatas corollas, et poma ad roso amatoribus mittere solebant. [186]
     Y si ellas las ofrecían coronas para que se adornasen las sienes, ellos coronaban con rosas y flores las puertas de sus damas, confesando con ellas su amoroso rendimiento. Así Ovidio hablando de Isis y del cuidado con que procuraba templar el desdén de su Anaxarte:
 
Ovid., l. 14., Metam. Sæpe ferenda dedit blandis sua verba tabellis,
Inter dum madidas lachrimarum rore coronas
Postibus intendit.
 
Que imitó con gala don García de Salcedo Coronel:
 
     Aquel tiempo de flores coronaban
     En Chipre agradecidos amadores
D. Garc. Coron. in ab. Iphis et Anax.      Las puertas de sus damas (que informaban
     En tan noble lisonja sus amores).
     No cuidados del Joven limitaban
     A su querida ingrata estos honores,
     Que mil coronas suspendió amoroso
     En las puertas del áspid generoso.
 
     Juntó una y otra superstición de los amantes San Juan Crisóstomo en la Epist. 1 ad Timoth. Non ignorabat (dice) ex Paganico ritu coronatos olim incesisse amatores quos libet, tanquam vinculis, quibusdam impeditos, et illorum quos amarent valvas itidem coronave solitos. Por eso las flores son las que mejor expresan estos poemas, todas respiran amores; conque es verdad lo que asenté al principio, que entre todos, con ningunos otros simbolizan mejor que con los asuntos amorosos.
     Todas son mías las flores que en este argumento del amor te ofrezco; y te puedo asegurar, que más han sido por divertir el ingenio, y por dar gusto a algunos amigos, que por empeños propios. Eso no es justificarme, ni atajar los pasos a la calumnia; porque nadie extrañará, que los Abriles de mis primeros años produjesen estos verdores. También no ignoro, que ser amante y poeta es lance forzoso. No la declaraba mal Platón. Qui libet enim, licet antea rudis, [187] Poeta evadit, cum primum illum amor afflaverit. Ex quo (concluye) perspicue coniectare licet Amorem peritum esse Poetam. Doyte empero este aviso, porque si hallares algunos versos poco afectuosos, conozcas, que no se dirigieron al fuego de el amor; porque no sé que donaire, alma y vida llevan, cuando este los dicta y los sazona.
 
(?)



[188]

                                                 
                                                                                           
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A las lágrimas de una dama

ocasionadas de unos celos mal fundados, cuando más la estimaba su esposo.
Romance
 
ArribaAbajoDe los ojos de Amarilis
     brota una copiosa fuente,
     que no riega, mas marchita
     flores, que su rostro ofrece.
Porque de un volcán de celos 5
     se originan sus corrientes;
     y como es de llamas riego
     en cenizas las resuelve.
Contenta vivió con Celio,
     mas una sospecha leve 10
     aquel volcán avivó;
     que una llama mucho enciende.
�Oh malmiradas sospechas!
     �Cómo al Sol así se atreven?
     Nadie compite sus rayos; 15
     pues �cómo su luz ofenden?
�Cómo en tantas claridades
     su Cielo lágrimas llueve?
     Mas si la ciegan los celos
     nubes son que esta agua vierten. 20
Pero, �oh dichosa Amarilis!
     mirad que Celio se ofende;
     porque os idolatra amante,
     y no agravia si así asiente.
Vuestro amor es candor puro, 25
     celos son manchas aleves,
     y es no estimar su pureza
     si es que así mancháis su nieve.
Celos y amor originan
     de ardor y hielo dos fuentes, 30
     temple la fuente de Amor
     de celos la fuente ardiente.
Si decís que quiso a otras,
     antes fue que os conociese,
     porque al Sol de vuestro amor 35
     otras luces desvanece.
Estancad el llanto triste
     no es bien que el alba se queje,
     que el llanto en que vierte luces,
     este en vos las anochece. 40
Mas satisfecho de Celio
     vivid, y advertid prudente,
     que duerme quieto su amor,
     los celos no le despierten. [189]
 
 
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A un corazón de cristal, que presento

Romance
 
ArribaAbajoQuien te dio, bella Amarilis,
     ya del pecho el corazón,
     ocioso don te presento
     si este segundo te doy.
Pues que te di en el primero 5
     toda el alma sin ficción
     mis sentidos y potencias,
     y en fin de todo cuanto soy.
Doy, empero, este segundo,
     que la destreza pulió, 10
     porque veas, que en las manos
     aun el corazón te doy.
No me digas que en los labios
     se ha vinculado mi amor,
     y pues que le ven tus ojos, 15
     ya no es de aire mi afición.
Siempre tendrás a tu vista
     quien sea despertador
     de mi firmeza en cristal,
     que es de roca en su tesón. 20
Y pues en todo eres ángel,
     serás de orden superior,
     si como el labio asegura,
     no miente, no el corazón.
Que aún de mujer degenera, 25
     quien con doblez engañó
     aquel, que con noble trato
     toda el alma le ferió.
Y si brota incendios rojos
     herido el cristal del Sol, 30
     al mirar tu sol en él,
     toda el alma me abrasó.
Sea, pues, viril hermoso
     del fuego que atesoró,
     y en su claridad ofrezca 35
     ya del pecho lo interior.
Ese, pues, cristal luciente,
     espejole a los dos,
     que si me retrata amante,
     retrate también mi ardor. 40
 
 
ArribaAbajo

En que una mujer desengañaba a un hombre

que excusase el visitarla por haber sido empeño de otro amigo.
Romance
 
ArribaAbajoNo entre engañosas memorias
     entre discursos, si atentos
     contemplando tu amistad,
     hice, señor, estos versos.
Que aunque el decir desengaños 5
     es de espíritu supremo,
     tener vanidad de grande,
     hoy se permita a mi afecto.
Y si el amar imposibles
     parece que es devaneo, 10
     pretenderme, es hoy locura,
     pues tu amigo fue hoy mi dueño [190]
No importa que se acabase
     aquel amoroso empleo,
     porque la amistad de honrada, 15
     observa siempre los fueros.
�Cómo guardará de amor
     la firmeza? �Si hoy resuelto
     fe no guardó a la amistad,
     sagrado de más respeto? 20
Es templo para el amor
     del amigo el dulce empeño,
     y es ya pasar de las aras,
     profanar tan santo Templo.
Si paga en llanto el delito 25
     quien mira al Sol descubierto,
     ciegue ya quien no venera
     de la amistad al Sol bello.
Agradezco la pintura,
     no en el bosquejo primero, 30
     mas en perfección cabal,
     que honra mucho un buen ingenio.
Que aunque ha y quien diga, es común
     hoy el pintar a lo tierno,
     y que el carmín y el cristal 35
     es ya concepto plebeyo.
Yo digo, que es singular,
     si le acomodo a Don Diego,
     que el carmín de su vergüenza
     será su mejor arreo. 40
Ya el cristal desta advertencia
     esta verdad verá atento,
     que el cristal de un desengaño
     es hoy el mejor espejo.
 
 
ArribaAbajo

A unos cabellos que dio su dama a un amante

a quien pretendía ofrecer la mano de esposo.
Romance
 
ArribaAbajoBello dueño aunque mi amor
     no está de un pelo pendiente,
     señas te da que es muy fino,
     pues cuida de un pelo leve.
A peligro está la vida, 5
     que sólo a un cabello pende,
     y la mía por tu ausencia
     muy cerca toca su muerte.
De su guedeja una hebra
     de las selvas al Rey prende, 10
     y con sola una pudiste
     rendirme, aunque esquivo siempre.
El amor logra con ellos
     flechas, con que de hoy más fuerte
     avasalle corazones, 15
     bien su fuerza el mito siente,
Y pues Cupido desea
     dar cuerda a su arco luciente,
     una hebra le ofrece tuya,
     verás que acertado hiere. 20
Si el cabello al agua arrojas,
     en sierpes su ser convierten,
     mis lágrimas no los mojen,
     que serán de celos sierpes.
Haz coyunda, en que Himeneo 25
     con nudo nos junte fuerte,
     que si tu amor no resiste,
     no habrá fuerza que la quiebre. [191]
 
 
ArribaAbajo

Pondérase a lo que obliga una grande hermosura a la primera vista

afectos todos de un amante, que pretendía sacrificarse en las aras de Himeneo.
Romance
 
ArribaAbajoA qué peligros amor
     has obligado mi pecho,
     pues de los ojos de un Ángel
     amante padezco el riesgo.
Soles lucen, sin que sombras, 5
     que alcoholes le pusieron,
     asombrasen su hermosura,
     ni escureciesen su Cielo.
Arcos fueron de azabache,
     que en rayos, que despidieron, 10
     fue blanco mi corazón,
     suyo el mayor vencimiento.
No fui cobarde al rendirme
     si pelaron con exceso,
     pues tuvieron de su parte 15
     las armas de mis deseos.
Y si rica de despojos
     te ves, Belisa, en mi duelo,
     ten compasión de un rendido,
     será tu mayor trofeo. 20
Que piedades de un Ángel,
     no escaso en el mundo nuevo;
     dame la mano y verás,
     que no te pierdo el respeto.
Mas �qué digo? Mas �ya que pido Cielos? 25
     si este bien que aquí miro
     sólo me sirve de mayor tormento.
�Oh cruel amor! mejor hubiera sido
     no habérmele mostrado,
     pues no le gozo, aunque le estoy tocando. 30
 
 
ArribaAbajo

Romance

ArribaAbajoQue descuidado pastores,
     entre laberintos verdes,
     de amor al jardín paseaba
     incauto a sus cautas redes.
Mas en sus amenas flores 5
     pisé el áspid que me muerda,
     y dando veneno al alma,
     en breve me da la muerte.
Mas que mucho, si Florinda
     es dueño destos vergeles, 10
     en cada flor tiene un áspid,
     un áspid de amor ardiente.
Y tan dueño de las almas
     vive, que si mira vence;
     mas que mucho, si en sus ojos 15
     dos flechas de amor previene. [192]
Soles son que con sus rayos
     lozana su flor mantiene,
     mas rayos, que al triste amante
     vuelven en cenizas leves. 20
Y aunque son espadas negras
     sus ojos, con que divierte,
     el amante mil heridas
     aun entre sus burlas siente.
Bien quisiera su hermosura 25
     dibujarla en rasgos breves,
     porque no juzguéis me rindo
     a una belleza aparente.
Mas �cómo puedo pastores,
     si ella mesma se defiende, 30
     que mal se contempla el Sol,
     si aún goza el zenit luciente?
Y aunque su esplendor me ciega,
     su luz me intima la muerte;
     pero en ella propia heredó 35
     cual Fénix vida perenne.
Pues en sus dulces caricias
     desconozco (39) los desdenes;
     que en la deidad lo piadoso
     glorioso blasón fue siempre. 40
Quien rendido a tus halagos,
     ya Florinda no se siente,
     y quien sola te da un alma
     poco Florinda te ofrece.
Quien multiplicar las almas, 45
     y las vidas hoy pudiese;
     que a las aras de tus ojos
     fueran holocausto ardiente.
Oh si me amara tu pecho,
     como el mío firme quiere, 50
     porque el non plus ultra Amor
     grabará en dos pechos fuertes.
 
 
ArribaAbajo

Ilústranse las sombras vanas de unas vanas sospechas

impuestas contra el puro y casto honor de Anfrisa.
Romance
 
ArribaAbajoUna noche el sol de Anfrisa
     de luz tan rica salió,
     que las sombras a sus rayos
     dejaron la profesión.
Mormuraron quejosas 5
     porque presto las burló,
     no advirtiendo en el engaño,
     y que de Anfrisa era el Sol.
Varias calles con sus luces,
     bella y gallarda ilustró, 10
     logrando el más ciego en ella
     su Sol, su norte y farol.
Mas un ignorante y necio
     se deslumbró en su esplendor,
     juzgando el lucir de noche 15
     era mácula en su honor,
Calificada ignorancia,
     quien vio en su mayor candor,
     que el Sol echase en su luz
     algún pesado borrón. 20
Que si alguna densa nube
     envidiosa le encubrió,
     se acrisola más lucido
     con su negra oposición.
Porque burlando sus sombras 25
     hace al mundo información,
     que es cándido su lucir,
     que es puro su resplandor. [193]
No de otra fuerte de Anfrisa
     desvanece el claro Sol 30
     negra sombra con que piensa
     un ciego eclipsar su honor.
De la reclusión a un Cielo
     sabia su luz retiró,
     que es cordura en el peligro 35
     negarse al mormurador.
En este retiro adquiere
     mejorada estimación,
     que retirarse a lo grande,
     crédito le da mayor. 40
Esto cantaba Belardo
     que fue quien más la estimó,
     que en fin un amor antiguo
     es el que siente mejor.
 
 
Estribillo
Cupido, que rindes las almas,
decidla a Belisa, decidla por mí,
como vive mi amor todo en ella,
después que a sus ojos mi vida rendí.
 
ArribaAbajo

Glosa

   ArribaAbajoEntre esperanza y temor
        vive dudosa mi suerte,
        el desdén me da la muerte,
        pero la vida el amor:
        y aunque es grande mi dolor, 5
        buscar alivio procura,
        halláralo mi ventura
        si constante pido así:
        Cupidillo que rindes, etc.
   Ansioso cual ciervo herido 10
        del arpón de una beldad,
        de su fuente a la piedad
        amante me ha conducido:
        mas mi dolor ha crecido
        con el cristal que he gustado, 15
        y en voz amorosa al prado
        mis tristes quejas le di:
        Cupidillo que rindes, etc.
   A un Silguero enamorado
        mis penas dije constante, 20
        por ver si hallo en un amante
        remedios a mi cuidado:
        compasivo me ha escuchado,
        mas que Belisa, a quien ruego,
        templando mi dulce fuego 25
        con los gorgeos que hoy:
        Cupidillo que rindes, etc.
   La yedra en brazo amoroso,
        del olmo los brazos goza,
        la tortilla retoza 30
        con su consorte gustoso:
        sólo yo vivo envidioso,
        por ver, que una planta y a ve
        en unión vivan suave,
        cuando me lamento así: 35
        Cupidillo, etc. [194]
 
 
ArribaAbajo

Anfrisa por malograda y mal empleada es llorada

Romance
�Cómo Anfrisa del alma si eres bella,
Es tan infausta tu luciente estrella?
 
ArribaAbajoDecid Cielos, si mi Anfrisa
     es primor de la belleza,
     �cómo despreciáis su aliño?
     �cómo malográis sus prendas?
Juntáis extremos distantes 5
     de Himeneo en la cadena,
     un Ángel en la hermosura,
     con un monstruo en la aspereza.
De la discreción la gala,
     y el saber en ella reina, 10
     cuando la ignorancia en él
     la malicia, y la rudeza.
     Como Anfrisa del alma, etc.
Lo apacible, hermosa Anfrisa
     se eslabona en tu nobleza, 15
     mas tu consorte lo esquivo
     a lo grosero en cadena.
Juntar un difunto a un vivo,
     fue abominable fiereza,
     �qué crueldad con este lazo 20
     a ti te impuso esta pena?
�Oh crueldad tan tirana!
     �Qué malograda belleza!
     con un necio menos vida,
     mas con un muerto se alienta. 25
     Como Anfrisa del alma, etc.
Gozas en tu hermosa Aurora
     de la rosa pompa tierna,
     pero mano torpe aja
     tu generosa belleza. 30
Aunque eres oro subido,
     cual bárbaro no te aprecia,
     porque ignora los quilates
     de tu beldad y excelencia.
Bello diamante te aplauden 35
     por tu luz y tu entereza,
     llegaste al poder de un niño,
     que no estima tu riqueza.
     Como Anfrisa del alma, etc.
 
 
ArribaAbajo

Descubre un amante algo más que la llama que albergaba su pecho

Romance
 
ArribaAbajoAirosamente se arresta
     la mariposa a la llama,
     ya travesea sus luces,
     ya se le queman las alas. [195]
Y advertida del peligro 5
     retira la vida armada,
     y en las dilatadas vueltas
     huye del morir las ansias.
Pero amores de la luz
     así le llevan el alma, 10
     que si antes teme peligros,
     ya se persuade ganancias.
Y golosa de su muerte
     fenece feliz, y acaba,
     que si lo impera el amor 15
     aun con la muerte no agravia.
Que es mirar el Silguerillo
     remontarse con las galas,
     que le tributan sus plumas
     a aquesas regiones claras. 20
Dejando por su trofeo
     las prisiones quebrantadas
     de la jaula, donde nobles
     grillos tuvieron sus alas.
Canta y florece tan vario 25
     los aires, que le juzgaba
     a chirimía de pluma,
     o ramillete con alma.
Pero el amor en el pecho,
     cuando gallardo se ufana 30
     le impele a que juzgue amante
     la libertad por pesada.
Porque ve que en la prisión
     deja la consorte amada,
     y olvidado de sí propio 35
     otra vez los grillos calza.
Cárcel juzgando esos aires,
     cuando libertad la jaula,
     que si lo impera el amor,
     aun la prisión agasaja. 40
Anhela la rosa bella,
     cuando más sale de gala,
     del Sol los lucidos rayos,
     por rendirle a lo bizarra.
Y aunque conoce veneno 45
     en su esplendor que la mata,
     arriscada más le ronda,
     porque en amores se abrasa.
Pareciendo mustia a filos
     de las luces, que más ama, 50
     que si lo impera el amor,
     aún se apetecen las ansias.
Aspiró cual mariposa
     de tu beldad a la llama,
     y advertido que te ofendes, 55
     de tu ardor huyó las alas.
Mas de mi amor los impulsos
     así me abrasan el alma,
     que ansioso quier en mi muerte
     ser holocausto en tus aras. 60
Sigo ligero Silguero
     las espaciosas distancias,
     huyendo de la prisión,
     que mi libertad maltrata.
Pero como en ella vives, 65
     y eres tan dueño del alma,
     es fuerza que el corazón
     me vuelva en sus propias alas.
Anhelo cual rosa amante
     de tu Sol la luz amada, 70
     y si he de rendir la vida,
     gloria es rendirla a tu llama.
Porque si lo impera amor,
     ya se apetecen las ansias,
     ya ni me agravian las penas, 75
     ya la prisión me agasaja.
Logrando a un tiempo mi dicha,
     pues es tu ardor quien me abrasa,
     ser amante Silguerillo,
     mariposa y rosa casta. 80 [196] (40)
Dichosa, que ya sus labios
     es su florida colmena,
     y el rocío la darán
     en la que atesora perlas.
Colocada en tanta altura 85
     la agasajas, y la premias;
     que en este Cielo de amor
     por signo pasa, o estrella.
Que poco desto te debe
     quien más ronda tu belleza, 90
     este a tus llamas acaba,
     aquella vive con ellas.
Si yo creyera en agüeros,
     Elisa, mucho dijera:
     que menores circunstancias 95
     no pocos misterios sellan.
Mas si a mi estrella consulto,
     y a tu engreída belleza,
     ninguna dicha alucino,
     a divino, �oh qué de penas! 100
De Venus claro el jardín,
     excuso así el que me pierda:
     que la alusión de una flor
     a que riesgos no me empeña.
 
 
ArribaAbajo

A cierto Doctor que tenía algo de indio

que se perdió en un Sermón al glosar el Padre nuestro, en que se fue de lengua.
Décima
 
ArribaAbajoDicen, Dotor, te turbaste
     hoy en lo más repetido
     de Padre nuestro, que ha sido
     castigo al o mal que hablaste:
     mas de mi ingenio al contraste
     otro concepto he pensado,
     no es, no, es haberte habado;
     mas si eres Cristiano nuevo,
     sin miedo a decir me atrevo,
     que a un bien no le has decorado.
 
 
ArribaAbajo

Al mesmo al haber predicado el día de San Josef un Sermón del Padre Juan de Toro de la Compañía de Jesús

Décimas
 
ArribaAbajoMal de memoria has llevado
     de San Josef el Sermón,
     y lo dijo en la Oración,
     que cual Toro lo has bramado:
     Doctor mío, yo lo he errado; 5
     porque si hablaste entendido,
     conceptuoso, lucido,
     no falta, no, quien te arguya;
     que aunque ha sido la voz tuya,
     de otro Toro fue el bramido. 10
Si los surcos de tu arado
     sólo producen espinas,
     �cómo mieses tan divinas
     en tu Sermón se han logrado?
     Mas si yo lo he bien mirado, 15
     es que Toro más valiente
     puso el sudor de su frente,
     y tú atrevido la hoz,
     y se conoció en tu voz,
     que no era, no, de tu mente. 20
Hos ego versiculos feci, tulit alter honores.
Sic vos non vobis festis aratra boves. [197]
 
 
ArribaAbajo

Quéjase Fabio de su poca suerte en los desdenes de su Anfrisa

(41)
Romance
 
ArribaAbajo�Qué es esto, Cielos, que paso?
     �qué es esto, Cielos, que siento?
     en llamas se abrasa el alma,
     y ya me brotan del pecho.
Socorro, piedad, oh ojos, 5
     y en los cristales deshechos,
     encuentren agua mis penas,
     para aliviar tanto fuego.
Mas qué digo, poco alivio
     puedo hallar en mi tormento, 10
     que es todo el mar breve gota
     para tan crecido incendio.
Sólo podrán de mi Anfrisa
     los ojos darme el remedio;
     que si al mirar me abrasaron, 15
     viviré al mirarme tiernos.
Al desatar sus dos soles
     esa nieve de su pecho,
     ese cristal de sus manos,
     vida hallaré en sus destellos. 20
Es penetrante la herida
     de esos arpones tan bellos,
     y sólo podrá sanarla
     el brazo que la hizo diestro.
La deidad cuanto más alta 25
     se inclina al ruego más presto;
     y pues por deidad te adoro,
     oiga tu deidad el ruego.
No desprecies, bella Anfrisa
     a quien se rinde tan tierno, 30
     que ultrajar más al rendido,
     no es de un noble heroico pecho.
�Qué culpa tuve de amarte,
     ni adorarte, hermoso centro,
     si entre belleza tan rara 35
     me da la disculpa el Cielo?
Influjo fue de mi estrella,
     que me avasalló a tu imperio,
     muy junto nació a la tuya,
     pues luego fuiste mi dueño. 40
Y si el amor, bella Anfrisa,
     ternezas siembra en tu pecho;
     �cómo abrojos de desdenes
     brota a cultivos tan tiernos?
Yo te adoro tan constante, 45
     que aunque en repetidos ceños
     escondas tu rostro hermoso,
     seré Clicie de tu cielo.
Dulce encanto de mi vida,
     mucho de mi fuerte temo, 50
     que he de ser aborrecido,
     porque es mucho lo que quiero. [198]
 
 
ArribaAbajo

Romance

ArribaAbajoPor divertir los cuidados,
     que en la Corte se granjean,
     hizo que Fabio buscase
     los retiros de la aldea.
Muchos fueron los pastores, 5
     muchas las zagalas bellas,
     que admiro por bien hablados,
     que venero por discretas.
Pero Dantrea entre todas
     le prendió por más atenta; 10
     que fuera muy necio Fabio
     escucharla y no quererla.
Desde entonces vive triste
     entre cuidados y penas,
     que un amor disimulado 15
     mientras se calla atormenta.
No se atreve a declarar
     la pasión que así le aqueja,
     porque teme, que al oírla
     le despreciara severa. 20
Y aunque a sus ojos se ha visto,
     no se alienta aún a una seña;
     como se mira infelice,
     aún a explicarse no se acierta.
�Oh qué afligido Pastor! 25
     y pues, zagalas, de peras
     sabéis, también, y de amor,
     decilde al suyo discretas:
Que es Dantrea tan piadosa,
     que juzgo, que al entenderlas, 30
     pagara noble en amor,
     lo que le debe en finezas.
Escurárale benigna,
     pues por Deidad la venera,
     y es tributo divino 35
     el atender a las quejas.
Oh que de albricias promete,
     zagalas, si es que oye nuevas,
     que ya Dantrea amorosa
     a su amor amante alterna. 40
 
 
ArribaAbajo

A las lágrimas que lloraba una dama

y al pañuelo con que las enjugaba
Romance
 
     ArribaAbajoEl lienzo moja Belisa
          a corrientes de su llanto,
          y al aire de sus suspiros,
          le enjugan también sus labios.
     Suspira un amor perdido, 5
          un amante llora ingrato,
          que en ausencia de su vista
          le roba el alma tirano.
     Despeña ansiosas corrientes,
          por ver si en mar de su llanto 10
          halla un arroyo, que huye,
          sin que le ataje lo helado.
     Al eclipse de su luz
          mortajas corta en el paño, [199]
          mas que mucho, si su sol 15
          ocupa lúgubre Ocaso.
     El lienzo aplica a la vista,
          porque el humor a sus rayos
          mejor vierta el alambique
          de un corazón abrasado. 20
     En dos mares de sus ojos
          su esplendor ya se ha negado;
          pero si espiran dos Soles,
          dos mares prepare amargos,
     De la nube el Cielo al suelo 25
          granizo fulmina airado,
          mas hoy llueve en blanca nube
          Belisa Cielo más grato.
     Si Océano su vista,
          al lienzo impelen sus labios, 30
          cuyo cristal sulca ansiosa,
          por dar alcance a su amado.
     Vientos agitan sus ondas
          de pensamientos contrarios,
          da a la bomba de sus ojos 35
          por excusar el naufragio,
     Favor pide en el peligro,
          pero da voces en vano,
          que el amor vive muy lejos,
          si es que vive despreciado. 40
     Sólo su amante estas voces
          vuelve (en roca transformado)
          a sus oídos, que el alma
          en ellas bebe el letargo:
     Corran al mar, tus esperanzas, 45
          que es imposible el puerto,
          do la quietud se halla;
          y pues las inconstancias y desprecios
          has estudiado siempre,
          corran al mar, que es de inconstancias centro. 50
 
 
ArribaAbajo

Al haberle pedido su dama, que excusase el visitarla

Romance
 
   ArribaAbajoSi estoy enfermo, �quién puede
        hoy mejorar mi dolencia?
        sino un Ángel, que el remedio
        puso el Cielo en su belleza.
   Que aunque es veneno animado, 5
        el vivir se encuentra en ella,
        que es un milagro Amarilis,
        que a un tiempo mata y alienta.
   Doliente asisto a sus ojos,
        pero advertida y atenta 10
        el achaque me pregunta,
        que explique desta manera.
   Algo siento el cuerpo herido (42),
        mas no es hazañosa (43) empresa;
        mayor fue herir (44) el alma, 15
        y en ella siento la flecha.
   Luché amoroso y alegre,
        mas no en tan dulce palestra
        mortal herida me acaba;
        �oh qué costosa experiencia! 20
   Mi dolor sintió piadosa,
        mas mudose como bella, [200]
        y el remedio que me aplica
        es de sus ojos la ausencia,
   Pero �ay dolor! que ya el alma 25
        no admite aquesta receta,
        que en ella, no ya la vida,
        mas la muerte me apareja.
   Aqueste nuevo reparo,
        que más al pecho le altera, 30
        juzgad Amarilis sabia,
        si lo estudió su advertencia.
   Mas �qué digo? con vos hablo,
        y os aplaudiré discreta,
        si recetáis advertida, 35
        que a veros de nuevo vuelva.
   Leed bien vuestros aforismos,
        y esto hallaréis con certeza,
        que de la mano que hiere
        sale la vida más cierta. 40
   �Qué encantos, cielos, padezco!
        mucho Amarilis me aprieta,
        persuádeme a un imposible,
        pues dice que no la vea,
   Decidla, que como puedo, 45
        si mi alma vive con ella,
        y apartarme de sus ojos,
        vida me quita que alienta.
 
 
ArribaAbajo

Décimas

     ArribaAbajoSi es que pudo tu favor
          levantarme a tanta dicha,
          mi bien; �cómo mi desdicha
          me oprime con tal rigor?
          Pero qué duda mi amor, 5
          no se lamente dejado,
          que es muy noble tu cuidado,
          y si hoy me has hecho esperar,
          es por llegarme a colmar
          el gozo por duplicado. 10
     �En qué plumas, pues, subió
          tanto mi corta esperanza,
          que no anhela (45), mas alcanza
          el Cielo que pretendió?
          Pero ya el discurso halló 15
          lo cierto desta verdad;
          que dar luego, es calidad,
          no de un humano poder,
          pero timbre llega a ser
          de una suprema deidad. 20
     Y pues que tanto mi amor
          llega en tu amor a confiar,
          no quieras, no dilatar,
          que es malograr el favor:
          y si el último primor 25
          echar quiere tu saber,
          solo procuro atender
          a la palabra que has dado,
          que en ti, ami ver, no ha alcanzado
          lo mudable de mujer. 30 [201]
 
 
ArribaAbajo

Décima

     ArribaAbajoBreve lámina previene
          a un jacinto tu cuidado,
          porque al pecho colocado
          mejor tu amor entretiene:
          si por devoto retiene 5
          este culto tu adición,
          disponga tu discreción,
          que por devoto no pierda
          otro Jacinto, que acuerda,
          que es hoy de tu devoción. 10
 
 
ArribaAbajo

A un Rosario de panecitos de San Nicolás

que el día del Santo presentó una dama
Décimas
 
     ArribaAbajoSi de un río enfurecido
          al raudal el pan se arroja
          de Nicolás, le despoja
          del rigor que ha concebido:
          mi llanto, pues, tan crecido 5
          de una ausencia originado,
          cuando más arrebatado
          casi el aliento me oprime,
          este pan me le redime
          de tu piedad arrojado. 10
     Y si ausente de tu cielo,
          de un purgatorio a la pena
          a un alma amante condena
          un amoroso desvelo:
          hoy tu religioso celo, 15
          sabiendo el poco reposo,
          que el reposo pasa amoroso,
          me das en ese Rosario
          un Jubileo plenario,
          por hacerme más dichoso. 20
 
 
ArribaAbajo

A un vidrio de vino regalado, favor de una dama

a quien el poeta dedicó estas
Décimas
 
        ArribaAbajoSi no temiera el rigor,
             dijera, Filis, que ha sido
             el vino que he recibido,
             viva estampa de mi amor:
             porque otro ningún licor 5
             tan dulcemente al sediento
             le roba el entendimiento
             como este, y en tu hermosura [202]
             bebió dulce la locura,
             por la vista del pensamiento. 10
        Asida a un olmo pintó
             una vid el otro amante,
             y de su amor lo constante
             con ella nos descifró:
             porque si al olmo se asió 15
             con lazo tan apretado,
             este el amor ha gozado,
             luego el vino desta efecto
             será una enigma perfeto
             de un amoroso cuidado. 20
        De Cupido en la aventura
             pondrá mi amor un cristal
             con licor tan celestial,
             por empresa, o por pintura:
             mas temo, que el aventura 25
             de un feliz competidor
             el premio robe a mi amor,
             que esta es elección del gusto;
             sólo aquese juzga justo,
             que quiere dar el favor. 30
 
 
ArribaAbajo

Décima

  ArribaAbajoSi el querer muy a lo amante
       es un penar dilatado
       poco apura su cuidado
       quien pierde el menor instante:
       pues el amor más constante 5
       siempre asiste el afanar,
       y así dejarle penar
       sin asistir al que quiere,
       con evidencia se infiere,
       que no sabe que es amar. 10
 
 
ArribaAbajo

Décima

  ArribaAbajoCon qué gusto entre los brazos
       de Nise gocé un favor,
       que eterno juzgó mi amor,
       por ser de tan fuertes lazos:
       mas �ay! qué breve los plazos 5
       llegó mi dicha a gozar,
       pues sólo vino a estribar
       del alma tan dulce empeño,
       en breves sombras de un sueño
       que se acabó al dispertar. 10
 
 
ArribaAbajo

Confiesa Fabio su rendimiento a vista de una grande belleza

Décima
 
     ArribaAbajo�Eres Ángel o mujer?
          �Eres humana o divina?
          Di, qué deidad predomina
          de tan supremo poder? [203]
          Mas lo que llego a entender 5
          de mi pecho en la terneza,
          es que tan alta belleza
          por divina me rindió,
          si humana me agasajó
          del corazón la dureza. 10
 
 
ArribaAbajo

A un susto socorrido a tiempo y con ingenio

Décimas
 
ArribaAbajoNunca juzgué que un placer
     tenía tan corta vida,
     que al comenzarse despida,
     y que se fenezca al nacer:
     mas ya se notó en mi ayer, 5
     pues al ver el Sol (gustoso)
     de Amarilis, presuroso
     voló al ocaso el contento,
     siendo el susto el que a un momento
     le redujo temeroso. 10
El susto entre sus horrores
     fatal rindió mi advertencia,
     mas deste Sol la asistencia
     mejor los burló a esplendores:
     pues entre obscuros pavores 15
     luz de vida a mi destino
     dio su ingenio peregrino,
     con que desde hoy cuerdo advierto
     luz que así da vida a un muerto
     luces de ingenio divino. 20 [204]
 
 
Advertencia
     No pretendo en el asunto que verás, tejer alguna novela, sino expresar las verdaderas finezas, y no fingidos celos de Celio, por obligar con los disfraces y sombras de un sueño a su querida Anfrisa, amante, y firme para el dulce Himeneo que pretende: solicítame su amistad, estimúlame la compasión de sus penas.
 
ArribaAbajo

El sueño de Celio

Referido por Alejandro a su querida Lisarda
     Celio joven, que en lo ardiente de su edad, aún no numera el quinto lustro, siendo sus veinte y tres primaveras las que le cuentan más las flores de su juvenil ardor, que los frutos de dichas, que pudieran haberle granjeado sus lucidas partes. Este, pues, más afortunado por su elección, que por su estrella, ama por dulce imán de su gusto, anhela por ansiosa atención de su deseo, y adora con amorosos cultos en el altar de su alma, la belleza sin segunda de Anfrisa, tan únicamente, que por Fénix entre los amantes, se puede [205] llevar entre todos la palma; tanto estima a su Anfrisa, que solo para las atenciones de sus gracias, y hermosura se hace lince, aunque su amor haya cegado para otras, por no prendarle con ninguna: que no es verdadero el que se ufana tan de ciego y se niega a los argos, con que debe hacerse ojos, por admirar prendas del dueño que estima, pues se detiene en la cortina exterior, sin penetrar la majestad y grandeza que con ella se esconde.
     Y sin afectación de amigo puedo decir que vive tan embelesado de sus donaires, que sólo aquello le da gusto, que simboliza con su Anfrisa; estando tan absorto en ella, que por instantes repite el nombre de su dulce prenda; siendo sus apodos, y amorosos requiebros, las pláticas; y aún las respuestas, que tal vez da a las preguntas de sus amigos, que a no conocerle, lo menospreciaran por hombre sin seso, si notaran, sólo sus desatenciones y no atendieran a lo abrasado de su corazón.
     Y aunque es verdad que conoce que su amada corresponde a su afecto; pero como es tan crecido el suyo, vive tan poco satisfecho de su fortuna que le parece que no le ama tan fina como él la adora arrestado, que una agigantada afición, en su mesma grandeza encuentra su mayor desconfianza, temiendo, a donde menos había de tropezar, el temor; mas �cuándo faltando éste, ha sido grande aquella? Recélase, que como es tan precioso el don que estima, haya muchos que le codicien, siendo su corta dicha y la mucha de ellos, quien quite de la posesión de su pecho.
     Mucho aprecia su valor, y que sabrá defenderse, sin que ningún interés pueda conquistar su firmeza; pues conoce de sus nobles respetos, que pesa más en su estimación el amor de Celio que las riquezas de otros, conque confiados (ya se ha visto) baten la presunción más obstinada: y aunque para su honor, y de su amada Anfrisa tiene asentado esto en su alma; pero tal vez se mira tan apretado de sus desconfianzas, y combatido de sus sospechas, en ocasión de no poder asistir de continuo al lado de su querida, y principalmente, con la ausencia forzosa, por algunos días, de sus dulces ojos, que oprimido deste combate le escribió así Celio a Anfrisa. [206]
     Después, oh bella Anfrisa, que más forzosas obligaciones que gastosos impulsos, me apartaron de tu dulce vista y apacible presencia, al destierro de esta soledad, que así la nombro; porque aunque me hallo acompañado de amigos, con todo me juzgo en un destierro sin tus divinos ojos y gustosa compañía, hurtándome (atiende dueño mío a lo que digo) una siesta a la comunicación de los que tan amigablemente me asistían, obligado de la amenidad y silencio de un prado; que siempre acompaña este memorias tristes de un amante; recosteme en lo más florido de sus sitio, a quien el hilo de plata de un arroyuelo componía de su mucha variedad, y ataba un hermoso ramillete de sus flores; y tan encubierto ronda en parte sus hojas, que varias veces ha mordido serpiente de cristal la incauta planta que se pasea. Por la parte, que descubiertas sus aguas con apacible ruido se despeñaban de un risco, haciendo de él tiorba de cristal un músico ruiseñor, al son de sus transparentes cuerdas, cantó celoso este romance a una rosa, que percibió mi atención de aquesta suerte:
 
ArribaAbajoSol purpúreo de este prado,
     que en los rayos de tus hojas,
     si das envidias al Sol,
     ofreces lustre a la Aurora.
Los Silgueros de este valle 5
     festejan tu hermosa pompa,
     y admirando tu beldad,
     por dulce objeto te rondan.
Todos tu carmín nevado
     labios de coral los nombran, 10
     y el rocío que te esmalta,
     dientes que guarda tu boca.
Uno entre otros lisonjero,
     o se atreve, o te toca,
     queriendo beber el ámbar, 15
     y el rocío de tus hojas.
Si fiado (ignoro) en tus alas,
     o en tus favores que le otorgas,
     por descanso de su vuelo
     escoge tu airosa copa. 20
�Oh qué requiebros te dice!
     y aún con ellos enamora
     una azucena, que al lado
     te acompañaba gustosa.
No sé, si a su dulce acento 25
     fuistes insensible o sorda,
     o a sus importunos silbos,
     como a los vientos la roca.
Mas no ingrata; bien lo oíste;
     (�oh cuántos celos me ahogan!) 30
     pues espinas que te aguardan
     no te esquivaron honrosas. [207]
�Oh qué escarmientos me enseña
     esa tu inconstancia loca!
     no pienso prendar el alma 35
     de otra flor, ni de otra rosa.
Que mal se guarda belleza
     que en campo se ostenta hermosa;
     que como muchos la miran
     su beldad alguno logra. 40
Ya la citara que un tiempo
     te celebraba gustosa,
     como está triste su dueño,
     gime también ella ronca.
Mas ya la pienso quebrar 45
     de mi firmeza en la roca;
     y pues ya no pienso amar,
     tampoco cantar me importa.
 
     Tan sentido y turno cantó el pajarillo, que en más de un buen rato no me pude recobrar de la suspensión en que me había puesto. Vuelto en mi acuerdo, y señor de mis potencias, te truje, mi bien, a la memoria, acordándome, cuan ajustadamente decían los dulces acentos de esta enamorada Ave, con mis recelos, y con lo que varias veces te había dicho; pues aunque me hallaba en la mayor cumbre de mis fortunas, imaginando, que si te adoraba sola, me correspondías tierna: con todo, como te advertí, sospechas, de que sin duda amabas en otra parte (que la mayor seguridad parece sus vaivenes) me desasosegaban algún tanto en este mar inquieto de mis dudas. Pero hallaba bonanza mi pecho, cuando te veía (46), y atendía a tus palabras, que tan dulcemente me aseguraban; siendo tus apacibles razones las que tienen el dominio y enfrenan los vientos que le perturban inquietos.
     En esta ocasión, no sé si fue o el ausencia del sol de tus ojos, o aquellas sentidas voces, renovando la herida de mis recelos, me ocupó tal tristeza, y batallaron tan desapiadadamente las congojas en mi pecho, que tuvo por razonable partido el corazón rendirse a su impiedad, quedando ocupados mis sentidos del todo de un apacible sueño. Sus dulces halagos gozaba, cuando entre sus sombras, no sin amorosos júbilos, te miró el alma tan presente, que pudo en cariciosos lazos encadenarte a tu cuello, divertirme contigo en esta representación, cual amantes palomas en gustosos arrullos. Despedístete al fin con tan ansiosas [208] lágrimas mías, que en sus abundantes raudales pude blanco cisne desempeñarme, aunque entre sueños, en este acento.
 
ArribaAbajo�Cuán ligero del alma
     huye Anfrisa el contento!
     pues apenas te gozo,
     cuando luego te pierdo.
Relámpago corriste 5
     a los ojos tan presto,
     que el rayo de tu ausencia
     me obligó a sólo creerlo.
Fuiste saeta alada
     del cazador más diestro, 10
     pues sin mirar el golpe,
     la herida sólo siento.
Para qué, �oh Cielo! A un triste
     ofreces el contento,
     pues embarga lo dulce 15
     lo amargo de sus dejos.
 
     El último punto ponía a estas Endechas, cuando, o fuese obligados de mis quejas, me hallé cercado de alumnos que me escuchaban: que el más desvalido no deja quien compasivo, siquiera con oírle, releve sus penas; o lo más cierto es, por lo que después advertí, se convocaron estos al reclamo de tu nombre, que cuales sombras seguían tu cuerpo, y aunque con algunos desvíos y desdenes procurabas deshacerlas o desvanecerlas de tu presencia; más acosada de tus importunaciones, suspendiste el paso, y aún escuchaste atenta. Apenas estatua de mármol te vieron, ya fuese por tu blancura, ya por tu suspensión; cuando este en amorosos halagos te ofrecía el alma, envuelta en suspiros. Otro cauteloso, y sólo atento a su gusto, prometía ser constante Clicie de tu sol; siendo no pocas las que con este ardid había rendido malicioso: y otros, finalmente, nada atentos a la generosidad de tu pecho, procuraban conquistar tu albedrío con proezas y dones. Y cuando entendí que fueras un monte a sus voces y silbos, te vi tan de cera en sus caricias y halagos, que al notar los primeros, fue tal el susto, y tal el dolor que me ocupó el alma, que obligado deste, deshacíendome en arroyos por los ojos, destilándome en menudas [209] gotas por los poros, tan engolfado me hallé en un mar de agua, que no sin notables temores de el naufragio, asido a la tabla de mi entendimiento salí a nado a la orilla de un desengaño, exclamando: �Quién fía en la firmeza de una mujer! Que al fin, por varonil se rinde a los halagos de un hombre, aunque se halle prendada en el mayor vínculo de amistad con otro. Estos discursos hacía en la suspensión del sueño: yo obligado de ellos, comencé a quejarme a grandes voces de mi fortuna; pues la primera elección, que había hecho de mi gusto, me había salido tan amarga. Al ruido que hacía con ellas, disperté del letargo, hallándome en el campo y entre las flores, como al principio; mas dejome tan dudoso y asustado, que aunque ha pasado en su representación y sueño, no por esto dejo de temer, no sea que el corazón, como tan fiel amante de tu hermosura, me avise leal de mis tristes sucesos.
     Pero mi bien, los sueños quédense para sueños, y trata sólo de no olvidarte de este tu Celio, que con tantas ansias te adora; que esto no ha sido querer agorar de lo que no percibe el sentido, sino darte cuenta de lo más retirado que pasa en mi alma: sólo quisiera verte, que para mí los más apacibles y deleitosos jardines, sin tu soberano rostro, son eriazo de espinas, que más me atormentan. Tú sola para mí eres el vergel apacible; pues en tus mejillas con Himeneo suave, sólo vive la rosa y la azucena; el clavel aunque a pedazos tan unido en tus labios que ya que el amor no les obligó a tan estrecho vínculo, pudo la codicia de no dejar de los ojos sartas de concertadas perlas, que atesora tu boca. El jazmín tan acreditado en tus manos que desafía la nieve en competencias en su albura; y toda tan florida, que eres cifra gloriosa de los levantados pensiles; mas cultivados parques y aseados jardines, que veneró la antigüedad y aplaudieron nuestras edades. O si pudiera dueño mío, ser abeja continua entre tus flores, por no perder un punto dulzuras, que libaran mis labios; porque apenas llego a labrar un panal de su suavidad, cuando el sinsabor de apartarme de ti, derrama mortales acíbares al gusto: dispóngalo mejor mi fuerte; mas como podrá, si tú no la ayudas. No pido por mayor premio de mis [210] ansias, y repetidas memorias que el que me diere tu voluntad, con hacerlas constantemente de mi amor.
     No dudo, sino que me he divertido al decir tu gala, y ponderar tu hermosura, de lo que te iba contando, mas �cuándo me hallo con acuerdo al hablar contigo? pues ha días que me le tiene robado tu afición. Apenas, pues, me hube cobrado del susto y sueño, y restituídose a su primer ser los sentidos, cuando aquel ruiseñor, oh Orfeo alado, que tan dulcemente había explicado sus quejas a su amartelada rosa, contemplándola ya ajada, y sin aquella belleza antigua que le adornaba, conjeturando, que sus sentidos acentos le habían obligado a aquel cambio y trueco tan inopinado: y conociendo de aqueste desaseo, que sin duda reinaba en ella su amor, y que el hielo (47) de sus pasados desdenes había ocasionado aquel estrago en el aliño de sus hojas, contento y satisfecho excuso disculpas, olvido penas: (qué fácil se aplaca el que bien ama, y cuán pocas demostraciones le obligan a la paz y amistad antigua). Pero quién ignora, que es de más peso la disculpa, que ofrece el semblante, que la que pronuncian los labios. Y por mejor desabrochar los júbilos, que ahogaba el pecho, los fió en estas dulces consonancias a la lira de su pico; pero tan cuerdo en ellas que más quiso darle documentos, que alabanzas.
 
ArribaAbajoBien conozco que en tu centro,
     bella pompa deste prado,
     reina el amor, que cual fuego
     ocasionó aqueste estrago.
Que aunque en sus almas cual Fénix 5
     vive el amante lozano,
     no, si le enciende el desdén,
     que es a su verdor un rayo.
Anime su ardor tu pecho,
     mas tan atento y callado, 10
     que por común no le ultrajen,
     y se respeten por raro.
Si es del imperio el estreno
     la púrpura que te han dado,
     en el recato y retiro 15
     afecta lo soberano.
No pierdas por ser común,
     porque el clavel más enano,
     el pájaro más humilde
     ofenderán tu recato. 20
Mira, que el color purpúreo
     es del honor el traslado,
     y si te dejas ajar,
     afectas púrpura en vano. [211]
�Por qué piensas que de espinas, 25
     como Arquero te cercaron?
     porque sabia en tus desdenes
     ofendas al más osado.
Si me has jurado lealtad,
     como a quien te ha idolatrado, 30
     �por qué buscas codiciosa
     quien te ha de dejar ingrato?
Mira, que el amor a veces
     no predominan los Astros,
     mas el gusto, y se aborrece 35
     el bien después de gozado.
Y pues una amante Estrella
     nos ha juntado en un lazo,
     no derogue sus leyes,
     que el Cielo se ofende airado. 40
Y ya que en solas tus aras
     me he ofrecido en holocausto
     merezca mi amor ardiente
     de tu fineza otro tanto.
Que si te rindes a otro, 45
     (sea escarnio deste prado)
     si viere más tu hermosura,
     ni escuchare más mi canto.
Pero si la fe de amante
     guardares siempre en tu trato 50
     seré un monte en la firmeza,
     mucho más allá del hado.
 
     A este término llegaba, cuando temeroso de no verme en semejante susto, que el pasado, si proseguía adelante con sus amorosos versos, ne despedí del canoro ruiseñor, cristal, flores y el campo, tan descontento de su suelo, como de sus voces; pues ellas me habían acarreado tan pesadas congojas, y con propósito de no repetir, ni continuar su amenidad, pues conocí cuantos abrojos había producido a mi gusto. Caminado no había cuatro pasos, cuando encontré con los demás amigos, que ansiosos había rato me buscaban, procuré en breve despedirme de ellos, por escribirte estos renglones, que será en breve; y en esta corta suspensión viviré acompañado de tu dulce memoria. A Dios, tu Celio.
     Así escribió a su Anfrisa el enamorado Celio, disfrazando en cada letra muchas cláusulas de amor. Porque quien puede negar ser crecido, el que aún en las horas del descanso, que se permiten por treguas a la vida, viva tan enseñoreado de su alma y potencias, y que entonces él sea la centinela, que le vele tan dulcemente el sueño; aunque otras veces se lo inquiete con inopinados rebatos; pero no es mucho, que asiste en frontera, [212] y tiene fuertes competidores contra el castillo de la hermosura y belleza que guarda. Y aunque alguno por demasiado cuidadoso, puede juzgarle impertinente en sus celos, esa es mayor prueba de lo agigantado su afición y cierta señal, que recata en el pecho la prenda que estima tan asida a su corazón, que parece se le arrancan o desunen de él con mayor sospecha que pueda ocasionarle, aun la vana presunción: que como está tan en los puntos, el más leve indicio le hace que tropiece en la desconfianza. No por esto pierde el dueño a quien estima y cela; que si ella es honrada como se presume de su nobleza, advertirá, que tiene un amante tan fino, que aun de vanas sombras se recela; y por esto merece mayor premio su cuidado; pues le desengaña que no tiene su aflicción empleada en otra parte; todo se embebe, y ocupa en recatarla, aun de lo que no tiene existencia. Y si acaso no es tan atenta y fiel a las obligaciones del amor que se debe, aquestas advertencias celosas le darán sofrenadas para que no se despeñe en nuevos empleos, como pudiera.
     Y no hago caudal de el amor de el amante que no tiene su picante celoso, que es señal que otra afición le divierte; pues embarazado de una, apenas se acuerda de las otras: que si la prenda amada le da algunas ocasiones de sospechas (como ha confesado Celio, que no le han faltado con Anfrisa): es este caso, el no ser celoso, es ser insensible: oh que se halle tan lejos del amor, que sean en vano las voces crecidas en unos recelosos honrados: no así Celio, pues vive tan inquieto el menor amago de ellos que según apuran el corazón, son muy cortos los términos, breves los períodos que le anuncian a su vida sus más allegados y amigos.
     En grandes obligaciones y correspondencias (nadie puede negarlo) se halla empeñada Anfrisa, pues ningún amante, como su Celio, tan constante y firme aprecia sus gracias; siendo ella sola el gustoso objeto, el deseado blanco, adonde asestan sus amorosos arpones; tan olvidado de las otras (tanto [213] teme ofenderla) que le parece que sola ella vive en el mundo, o si como siente esta verdad su pecho; pues ella obligada de tal fineza, era fuerza que como entendida le pagara con corresponderle, sin irritar su amor, ni ocasionar el más mínimo desacato a su fidelidad. O como quisiera, que los que tienen tratos de amor fuesen tan finos como Celio, no se encontraran por instantes las quiebras que experimentamos en la voluntad Cuantos celos se remediaran, si siendo unos y otros los tratos firmes, se diera crédito a su verdad; y satisfechas ambas partes, lograran en pacífica posesión el tesoro más apreciable de las almas.
     Ingrata fuera Anfrisa, y aun escarnio del menos advertido, si en algún tiempo trataste de ofender tan generosa lealtad, mereciéndolo sólo, que el pecho le dedicase todo en holocaustos de su amante. Vive eternamente en mi pecho y en el de tu Anfrisa, oh Celio mi amigo, y en estos incultos caracteres que te dedica mi pluma; pero más gloriosamente en los labios de las edades y en repetidas memorias, en el templo del amor tan alto ejemplo se consagre a la posteridad.
     Esto te he escrito, oh Lisarda mía, porque en breves líneas, o sólo en el nombre de Celio, puedas leer los mayores encarecimientos del amor; siendo dechado, en que copiara primores subidos tu afición. Y si ahora en breve cifra he significado en sólo un rasguño las finezas de Celio, en otra ocasión procuraré correr más la cortina a la Imagen del mayor esmero, que Cupido primoroso Apeles delineó en el capaz lienzo del alma, por prodigio más que pro ejemplar a las edades.
Quédate con Dios, y él me vuelva otra vez a tus ojos.
Alejandro.

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