Romances de la conquista
Hugo Rodríguez
Alcalá
Prólogo En su Tesoro de la Lengua Castellana o Española
publicado en 1611, el licenciado Sebastián de Cobarruvias
Orozco, afirma: «Romance: Este nombre es genérico
de la lengua toscana, a la francesa y a la española
latina y la cual los romanos, como vencedores, introdujeron
en estas provincias. Y al principio la gente noble habló
la lengua latina y la escribió, y todos los autos
judiciales se hacían en latín, lo cual se conserva
hasta hoy día en algunos tribunales de la Corona de
Aragón. Después el vulgo lo corrompió
todo, y quedamos con el lenguaje que hoy se usa, y así
los más de los vocablos nuestros son latinos, aunque
corrompidos. Con estos se mezclaron los antiguos que había
en España, antes que los romanos la señoreasen
y después se le juntaron los nombres septentrionales
de los godos y, después de la destrucción de
España lo turbaron todo los árabes ».
En nuestros
días, la Academia sobre los romances, dice: «Novela
o libro de caballería, en prosa o en verso. Combinación
métrica de origen español, que consiste en
repetir al fin de todos los versos pares una misma asonancia,
y en no dar a las impares, rima ninguna especie »...
Menéndez
Pidal en un trabajo publicado en 1939: «Los romances de América »,
menciona que Félix de Azara en sus obras comenta no
haber escuchado ningún romance o «compuesto» como
se le conoce en tierras paraguayas. Sólo en la segunda
mitad del siglo XIX los estudiosos de la literatura hispanoamericana,
iniciaron publicaciones a medida que fueron conociéndose.
Sin embargo el musicólogo, Guillermo Sequera Netto,
tiene grabado varios cantos o «compuestos », nos comentó
uno sobre la batalla de Guayaibi «entre» comuneros y «contrabandos»
donde dieron muerte al gobernador Manuel Ruilova Calderón,
el 14 de octubre de 1733. Desgraciadamente permanece inédito.
Hoy celebramos que el poeta e historiador de la literatura
hispanoamericana y española Hugo Rodríguez-Alcalá
presente un libro con romances históricos referentes
a personajes nuestros. La poesía paraguaya se enriquece
con este valioso aporte ya que son contados los poetas que
lo hacen. Una excepción es nuestro amigo Oscar Ferreiro,
buen poeta y sociólogo.
De los romances de nuestro
autor citaremos dos. Acertadamente recuerda al olvidado Alejo
García. García es nuestro argonauta epónimo,
que corrió en esta tierra americana en busca del «Vellocino
de oro », sin necesidad de la nave Argos, solamente caminando
y atravesando desde el puerto de Patos frente a la isla de
Santa Catalina en el Atlántico meridional. Un historiador
brasileño afirmó que partió en el verano
de 1524 para realizar una extraordinaria jornada que resultó
de 1000 leguas, o unos 4500 kilómetros.
Familiarizado
con las historias de la Sierra de la Plata y su «Rey Blanco»
contadas por los indios guaraníes partió con
tres europeos y dos mil indios caminando por el «Peabirú »,
atraviesan las sierras de la costa por los Campos de Araucarias,
cruzaron el gran río Paraná sobre los Saltos
del Guairá, hoy desaparecidos por la represa de Itaipú,
llegando a la serranía del Mbaracayú del Paraguay,
navegaron por el río Jejuí hasta el río
Paraguay al norte y cruzan el terrible Chaco. Consiguiendo
llegar a cordillera de los Charcas, atacando los fuertes
fronterizos del Imperio de los Incas. Llegando 25 años
antes que Domingo de Irala, el gran perdedor pues ya estaba
ocupado por otros españoles llegados con el marqués
don Francisco Pizarro. Vueltos de Paraguay cargando muestras
de ropa, plata y oro, sobre el río Paraguay y la boca
del río Jejuí, Alejo García fue muerto
por los traicioneros payaguás. Se salvó un
mestizo mancebo. Nuestro Ruy Diaz de Guzmán nos cuenta:
«por ser de poca edad no le quisieron matar, al cual yo conocí
y comuniqué llamado como su padre Alejo García».
Habrá quedado en el pueblo de Tabaré.
«El
adelantado y la hija de la Princesa»
El poeta logró
la radiografía del cuarto Adelantado de nuestras tierras.
Quien acertadamente designó sucesora a su hija doña
Juana que a través de su valiente y competente marido
el licenciado y oidor Juan de Vera y Aragón, pudieron
cumplir la mayoría y más importante obligación
contraída en las capitulaciones firmadas con el rey
Felipe II. Esta es verdad histórica, a pesar que antiguos
y modernos historiadores afirman lo contrario.
El poemario
de Hugo Rodríguez-Alcalá, llena un hueco, con
sus romances de prominentes figuras de nuestra historia,
siguiendo los pasos de ilustres poetas consagrados mundialmente,
como Lope de Vega Carpio y Federico García Lorca que
tienen romances de primera calidad.
Asunción, 29
de marzo de 2000.
Roberto Quevedo.
Presidente de la Academia de la Historia.
—1→
Alejo García, el descubridor (1524) Alejo García sueña con tesoros
del Rey Blanco, él, que en ínsula minúscula
del Brasil es pobre náufrago.
Él,
que lo ha perdido todo,
5 menos su heroico entusiasmo,
sueña con un reino mítico de refulgentes
palacios,
en que doquiera chispean oro
y plata, cual ornato
10 y más que ornato, materia
de muros y artesonados.
El brillo de esos
metales deslumbra al náufrago incauto, para
quien no hay imposibles,
15 utopista empecinado.
—2→
El Rey Blanco impera allende selvas, esteros,
pantanos, ríos, montañas, desiertos, grandes torrentes y saltos.
20
Alejo mira
muy lejos; él está determinado a conquistar
las riquezas del fabuloso Rey Blanco.
Leguas y leguas y leguas
25 de un inmenso mundo bárbaro
habitado por indígenas peores que tigres cebados.
Aunque algunas tribus sean de natural
más humano,
30 la antropofagia es un rito sin
aprensión practicado:
¡qué valor
da a los guerreros la carne de los contrarios! Indios
tupí-guaraníes
35 le hablaban de la existencia
—3→
muy tierra adentro, a Occidente de prodigiosas
riquezas. García, a otros tres náufragos
-uno es Alejo Ledesma-
40
urge ir al Continente
hasta llegar a la Sierra de la plata, del Rey Blanco
y con ardiente elocuencia
persuade a los
guaraníes
45 que se unan a la empresa. Alejo
García avanza cruzando selvas inmensas.
Llega al Paraguay futuro, descubridor de esta tierra.
50 Sigue, sigue hacia Occidente. Con indios de varias
lenguas
combate en luchas a muerte hasta
ver la Cordillera de los Andes, el Imperio
55 de los
Incas. Es la Sierra
—4→
de la Plata, así
llamada por el mito, la leyenda. Matan, roban y conquistan
valiosísimas preseas:
60
coronas
de plata y oro, vasos, vajillas y telas de un arte
muy refinado de las comarcas aquellas.
El Inca, Rey poderoso
65 moviliza grandes fuerzas. Y García retrocede sin sufrir mayores pérdidas:
su decisión es volver al mando
de tropas frescas
70 y conquistar ese reino que ahora
no se le entrega.
—5→
La expedición marcha hacia el Norte, hacia los xarayes
(Febrero, 1558)1 Partieron de la Asunción
con destino a los xarayes en veintitrés bergantines,
canoas innumerables,
unos mil quinientos
indios
5 y casi dos centenares de hispanos conquistadores
guiados por Nufluo de Chaves.
Fuertes
caballos de guerra
10 iban por tierra incansables.
Una ciudad fundarían y de ello hacían
alarde
porque llevaban consigo, armas,
plantas, animales,
15 semillas e indios amigos. Mas
Chaves no cuenta a nadie
—6→
que adonde él
quiere llegar es a un reino insuperable, un país
de maravillas
20 de fabuloso paisaje,
el
de laguna afamada, montes de fúlgido oro y
de rutilante plata. Por un bosque de laureles
25
hermosas mujeres vagan: son de dulzura hechicera
cuando suavemente cantan. Si se las mira en el bosque
se las creería unas hadas
30 cuyos
senos voluptuosos insinuantes recatan. Borbotea en
el paisaje
una fuente de gran fama que da inmortal juventud
35 a quien bebe de sus aguas.
—7→
Mujeres bellas acuden cuando este milagro
pasa, y lo besan en la boca y acarician extasiadas.
40
Nunca los conquistadores pisaron la
tierra mágica, la del oro inacabable y abundantísima
plata.
Tocante a inmortalidad
45 ganáronla
sin fontana y se hicieron inmortables por sus ilustres
hazañas.
—8→
La segunda fundación de Buenos Aires, y la única
mujer (1590) Don Juan de Garay en junio de
Mil Quinientos Ochenta, fundó por segunda vez,
la ciudad que iba a ser Reina,
Reina del
Plata en un siglo
5 aún futuro, que hoy celebra
en famosísimo tango su soberana grandeza.
Partió Garay de Asunción
con mancebos de la tierra,
10 y solo diez europeos.
Mancebos lleva cincuenta.
Entre ellos una
mujer tal vez de no gran belleza, ¿pero que siendo
una sola
15 quién iba a encontrarla fea?
—9→
La flotilla fundadora de condición bien velera
tiene naves paraguayas que airosamente navegan.
20
Los mancebos generosos se alistan para
la empresa, y a su costa ponen armas y avíos,
que a sus expensas,
eran gastos dadivosos
25 de su juvenil pobreza. Van en largas caravanas,
vacas, yeguas y otras bestias
que inician
en la Argentina gran industria ganadera.
30 Ana Díaz
se llamaba la única mujer pionera
que viajaba en la flotilla. Hoy mucho se la recuerda.
Y cinco siglos no olvidan
35 donde tuvo su vivienda:
—10→
fue entre Florida y Corrientes o por
lo menos bien cerca de esa esquina bien famosa. Y
en Asunción, de donde era
40
Ana Díaz,
una calle su nombre célebre lleva. Casose
más de una vez esta doña Ana asunceña,
con varones asuncenos
45 según crónicas
nos cuentan. Le inventó rostro y figura un
pintor en una tela
que evoca la fundación
de la gran urbe porteña.
50 En el cuadro mencionado
Ana lleva la cabeza
—11→
de cabellos invisibles,
cual si fuera cartujana que nada monjil tuviera.
55 Nunca pudo este pintor2
siglos
hacía que Ana dormía bajo la tierra.
Ana Díaz se llamaba y hoy mismo
se la recuerda:
60 el honor de ser la única cinco
siglos lo celebran.
—12→
De cómo se hacía la paz entre hispanos e indígenas Se ha dicho que la conquista no
fue en campos de batalla, sino en lechos del amor
o balanceos de hamaca.
Y los tratados de
paz
5 con las tribus comarcanas, fueron en lechos
nupciales con voluptuosas muchachas.
El
cacique Abacoté hizo paces con Irala:
10 este
se echó carnalmente con la hija de aquel, en cama.
Y los besos refrendaron la paz que así
fue acordada: ¡Indios tocando tambores
15 y gran tumulto
de danzas
—13→
de hispanos y naturales celebraban
la alianza, que en pacto carnal, acepto, el amor
solemnizaba.
20
En su mismo testamento
dejó escrito el gran Irala que Dios le dio nueve
hijos de siete madres indianas.
Victoria
Ocampo, orgullosa,
25 3 ser descendiente del padre de la india doña Águeda.
La
cual, mestiza, era hija4 En Asunción se asegura
que Úrsula, de Águeda
30 hermana,
de la familia Carísimo, es remota antepasada.
—14→
El grito del Obispo y la deposición de Felipe de Cáceres
(1572) Era Fray Pedro Fernández de la Torre, aquel obispo. Y era Felipe de Cáceres
el Gobernador; y el siglo
era el siglo
Diez y Seis;
5 y el escenario del grito, aunque parezca
mentira en la historia de un obispo
fue
la misma Catedral, mientras el culto divino
10 solemnemente
aludía a misterios con sus ritos.
El mandamás oye misa, en devociones estricto,
cuando súbito resuena
15 el poderoso alarido,
—15→
porque este ha sido el volumen del alboroto
político Don Felipe se levanta ante el altar,
amarillo
20
de indignación y sorpresa,
rodeado de enemigos. Pataleando furioso, de los
cabellos cogido,
se lo llevan en volandas
25 hasta un convento, y con grillos a una cadena
lo amarran. Tiene la llave el obispo
del
cepo a que a esta se aferra.
30 El aposento es contiguo
al del mitrado. El complot, éxito bien concebido.
—16→
Los mancebos de la tierra, mozos de intrépido
brío,
35 de acuerdo están con el golpe,
y en la plaza se han reunido.
Sus potentes
arcabuces disparan cárdenos tiros: odian al
gobernador
40 y fueron apercibidos.
Entonces
Martín Suárez de Toledo, gran amigo
de Fray Pedro, por las calles con triunfadores berridos
45
va gritando «¡Libertad! ¡Libertad, amigos
míos!». Y luego Martín Suárez asume el mando. ¿No es lícito
que
un nuevo Gobernador5
50 en caso de acefalía?
Así mandó Carlos Quinto.
—17→
¡Qué prelado Fray don Pedro! ¡Qué prelado
vengativo! ¡Qué perfidia y qué sevicia
55 con don Felipe el caído!
Aquel
que en la Catedral oyó el sacrílego grito,
y encadenado y vejado en la misa fue cautivo.
60
Fray don Pedro, carcelero de su mísero
enemigo quiso él ser, para llevarlo a España,
duro de grillos,
y acusarlo de manera
65 que no escapara al castigo. Y a España fueron
los dos: el preso humillado y triste y exultante,
el fiero obispo.
—18→
Sobre el Paraíso de Mahoma La ciudad de la Asunción,
con su nombre tan cristiano, por sus costumbres, ganose
mote a su fe muy extraño.
Llamose
el Paraíso
5 de Mahoma, y nada en vano pues
Mahoma y su Alcorán permiten al mahometano
siete mujeres, no más, y en Asunción
era el caso
10 que hasta setenta mujeres tuvieran
los castellanos
extremeños o andaluces
sin olvidar a un gran vasco. El cual, en su testamento
15 confesó con desenfado,
—19→
ser padre
de nueve hijos de enlaces amancebados6 «Digo, declaro y confieso
que yo tengo y Dios me ha
20 dado en
esta Provincia...» y nombra a sus queridos bastardos.
¡Que hermosos nombres tenían
los hijos del vascongado!
25 Águeda, Úrsula,
Ginebra, a quienes él ha casado con ilustres
capitanes,
columnas de su yernado. «La
conquista de esta tierra
30 no fue en campos de batalla,
sino en lechos del amor
allá en
los tiempos de Irala. Denunciaba un sacerdote -un
González Paniagua-
35
—20→
lo que ya dijimos
antes: en esta prosa rimada: Mahoma a cada creyente
siete hembras otorgaba;
pero los conquistadores
40 de aquella indígena raza hasta setenta mujeres
tenían para su hamaca.
Y agrega
el Padre Paniagua bien sabréis lo que decía:
45 el cristiano que no está contento con cuatro
indias
es porque no puede haber, el doble
como él querría...
—21→
El escudo de Asunción Conferido por Carlos V El amo del mundo, Carlos primero
en España y Quinto en la revuelta Alemania, honrar a Asunción nos quiso.
Aunque
apenas una aldea
5 le otorgó un escudo él
mismo: en un cuartel Nuestra Virgen, San Blas en
otro; un castillo
llenaba el otro cuartel.
Y en este escudo honrosísimo
10 no iba a faltar
un león, un muy elocuente símbolo
que en el escudo exaltaba el asunceno heroísmo.
Aunque sin maravedíes
15 de la metrópoli
avara,
—22→
tuvo Asunción el grandísimo
honor de ser declarada ilustre, justo homenaje a aquella ciudad indiana,
20
madre de ocho
ciudades, de sus hijas olvidada.
—23→
El Padre Ruy de Montoya y el cuadro de Siete Apóstoles El Padre Ruy de Montoya, predicador
-gran caudillo- a quien los indios seguían
por selváticos caminos,
como a Moisés
los hebreos
5 guiados fuera de Egipto, fue un gran
fundador de pueblos en el Guairá de anchos
ríos.
Dominaba el guaraní
10 con hondo saber lingüístico, y en este
idioma su alma ardía en fervor divino.
¡Que elocuencia la del Padre inspirado por Dios mismo,
15 al predicar a esos seres de recio perfil cobrizo!
—24→
Cuenta el Padre que él tenía
pintados en cuadro santo, efigies de Siete Apóstoles
20 a que él mismo puso marco.
Llévalas
en procesión durante tres días largos
acompañado de treinta nativos ya cristianados.
25
Fue hasta el sitio en que una cruz hizo
izar hacia lo alto, así como una iglesita
de sólidos, toscos bancos.
Rezó
misa varios días
30 hasta que ansiosos llegaron
en tropel indios e indias con sus familias, dejando
sus estancias y sus chacras, queriendo
ser bautizados
35 para cantar en la iglesia en coro
los himnos sacros.
—25→
(Era el siglo diecisiete
y apenas en cuatro años en el inmenso Guairá
40 trece pueblos se fundaron.)
—26→
Isabel de Guevara escribe su famosa carta: Junio, 1556 Aquel año
Mil Quinientos Cincuenta y Seis, una carta hará
famosa a su autora doña Isabel de Guevara.
Escrita fue en una aldea
5 indócil,
en la que Irala ejerció su dictadura sobre
el Río de la Plata.
Juana de Austria,
la princesa hija de Carlos de España,
10 el
Carlos que ya era el Quinto Emperador de Alemania,
era a quien se dirigía7 Y a esta princesa cuenta las
estupendas hazañas
15
—27→
de las mujeres
venidas en la Armada malhadada de Don Pedro de Mendoza,
el mismo que en Guanabara
asesinó
a Juan de Osorio,
20 el noble de mala fama, que en el
saqueo de Roma, de la Roma de los Papas,
«hinchó la mano» ladrona al pillar la ciudad
santa.
25 Doña Isabel en la epístola a
Doña Juana relata
el heroísmo
sin par y la caridad cristiana de las mujeres,
en días
30 de la conquista del Plata.
(En Buenos Aires, infierno en que el hambre, no las
llamas, fuera la horrible tortura de los héroes
de una raza
35
—28→
de gigantes). Las mujeres, solícitas
les curaban en los cuerpos macilentos las heridas
y las llagas.
Hacían de centinelas,
40 daban por el campo alarma, repelían los asaltos
de la belígera indiada,
y hasta
las bocas de fuego cargaban y disparaban.
45 A gritos,
sargenteando, eran fuertes en batalla
tal como fueran los hombres, a que ahora, enfermos,
sanaban.
50 ¡Muy justo fue encarecer las hazañas
silenciadas
—29→
de valerosas mujeres que tanto
a su sexo honraban! ¡Muy justo el hacer constar
55
el que estas hijas de España
tuvieran
en la Conquista la grandeza de gigantas!
Julio
1999
—30→
Mahoma y sólo siete... La conquista de esta tierra no
fue en campos de batalla sino en lechos del amor,
allá en los tiempos de Irala.8
-un González Paniagua-
5 «Mahoma
a cada creyente siete hembras otorgaba.
Pero los conquistadores de aquella indígena
raza muchas más hembras tenían:
10 algunos
enamoraban
hasta setenta cobrizas9 Del nombrado sacerdote estas no son
sus palabras;
—31→
pero este romance cuenta
15 lo mismo, con otra fabla.
Agregaba
el sacerdote: bien sabréis lo que decía:
«El cristiano que no está contento con cuatro
indias
20 es porque no puede haber el doble como él
querría.»
—32→
Gobernador del Paraguay Luis de Céspedes Xeria, amigo
de bandeirantes Allá van los prisioneros brutalmente acollarados, para en haciendas e ingenios
ser vendidos como esclavos.
Aquel de Céspedes
Xeria
5 Cómplice de los malvados bandeirantes,
y como ellos, o más que ellos, desalmado,
desposó10 con una dama portuguesa, de
alto rango,
10 cuya dote fue una hacienda y cuarenta
mil ducados.
Aquel de Céspedes Xeria,
cómplice de los corsarios, gobernaba el Paraguay
15 con designios lusitanos.
—33→
¡Gobernaba
el Paraguay provincia del reino hispánico
pero en él, los portugueses tenían un aliado.
20
No permitió que los indios estuviesen
bien armados. Arcabuces requerían contra el
atroz adversario:
A indios, a frailes y a
clérigos
25 el arcabuz fue vedado. Entonces
los bandeirantes cazaron miles de esclavos.
¿Qué acontecía en Europa en tiempos
de las bandeiras?
30 Exactamente en el año
de mil quinientos ochenta,
los dos potentes
imperios de la Península Ibérica tuvieron
ambas coronas
35 sobre una sola cabeza.
—34→
Y fue Felipe Segundo Rey de España y las Américas,
el único soberano de estas comarcas inmensas.
40
Vio en la unión de ambas coronas
aquel de Céspedes Xeria ocasión de
obrar según personales apetencias.
Denunció al traidor de Xeria
45 el honesto
licenciado don Mateo de Espinosa: «Cuando llevan
a San Pablo
indios viejos e indias viejas
los matan si su cansancio
50 la marcha les dificulta
y obligan a andar despacio».
—35→
Estas palabras
no son las mismas de aquellos cargos, pero dicen
la verdad
55 sobre crímenes infandos.11
comprobó que
de San Pablo fueron vendidos en Río setenta
miles de esclavos.
Traídos desde
el Guairá
60 en este perverso tráfico,
doce mil indios murieron en menos de un par de años.
Murieron en el trayecto bajo la urgencia
del látigo,
65 por inmensas soledades que fueron
atroz calvario.
—36→
Doña Victoria de Saa llega a Asunción: 1630 Doña Victoria de Saa y
su escolta portuguesa, llegan por fin con la pompa12
Comanda la escolta un primo de Victoria,
un primo que era
5 capitán, cuyo apellido de
Saa, con orgullo ostenta.
Con el real estandarte
don Luis de Céspedes Xeria la recibe, y
bajo palio
10 solemnemente la lleva
hasta
la entrada florida de la mansión que la espera.
Curiosa, toda Asunción la ceremonia contempla.
15
—37→
Mas esta curiosidad de indignación
no está exenta: al capitán y la escolta
el Gobernador los premia
otorgándoles
derecho
20 de cazar en nuestras tierras indios e indias,
para esclavos en ingenios y facendas.
Seiscientos de aquellos siervos deberían ser
de Xenia,
25 pues la dote lo hizo dueño de una
heredad brasileña...
—38→
Regreso de la escolta de Victoria de Saa al Brasil y maloca
de Raposo Tavares Al regresar al Brasil la escolta
de esta princesa; (digo esto porque a Victoria el
título bien le sienta),
topa con una
partida
5 de bandeirantes, hambrienta de carne esclava,
que en pueblos y reducciones encuentra.
Aquel Raposo Tavares ¡No Rapaso, tigre, hiena,
10 asesino sin escrúpulos en nuestros valles y
selvas:
rapaz de núbiles indias, rapaz de bienes de iglesia, manda esta horrible maloca
15 que ya iba a ser la postrera!
—39→
Villa
Rica, en mil seiscientos treinta y dos, queda desierta:
huyen sus habitantes tras una heroica defensa.
20
En vano el Obispo Aresti lucha contra la
bandeira, a cuyo paso el incendio es siempre siniestra
huella:
¡De reducciones y pueblos
25 tan
solo cenizas deja!
—40→
Ruy Díaz Melgarejo fundador de Villa Rica ¡Ay Ruy Díaz Melgarejo
qué terrible tu destino en la Conquista en que
hubo héroes, santos y bandidos!
¡Tú fuiste el más desalmado
5 con el ser
casi divino, Elvira, tu esposa, víctima de
tu furor asesino!
Elvira, mujer bellísima,
¿con el último suspiro
10 maldijiste al héroe
bárbaro, tu brutal, feroz marido,
padre de cuatro infelices que fueron tus cuatro hijos?
Tenía un collar el bárbaro
15 (difícil
es concebirlo)
—41→
un collar del que pendían
en ominoso surtido, lóbulos de los difuntos
por su propia mano occisos.
20
Al confesor
de su esposa, el sacerdote Carrillo, por sospechas
le dio muerte en sanguinario homicidio.
Cuando fundó Villa Rica,
25 la del Espíritu.
Santo, levantó una fortaleza que en lo largo
y en lo ancho
era imponente y capaz de
causar su vista espanto;
30 con torreones y troneras
y arcabuceros armados
—42→
hasta los dientes.
Osorio el alcalde estaba al mando. ¿Por qué
uniste a Villa Rica
35 lo del Espíritu Santo?
-Porque el Día de Sus Pascuas la
he fundado: mes de mayo de Mil Quinientos setenta
que es fecha de este relato.
40
Diciembre
1999
—43→
Fundación de la Asunción, sus fundadores y
dos caciques (1537) Esta tarde de oro están
en la ribera del río el gran Juan de Salazar
y otro blanco distinguido:
don Gonzalo
de Mendoza.
5 También allí están
dos indios que gozan entre los carios de merecido
prestigio:
el uno es Caracará,
el otro, fiero y fornido,
10 Capiratí, admirador
de Salazar, y su amigo.
Salazar dice solemne
-Señores, nos es preciso tras largos meses
de espera,
15 cumplir con lo prometido:
—44→
fundaremos aquí el Fuerte en este lugar bellísimo.
Admirable es la bahía, es la mejor que hemos
visto.-
20
Relumbra el yelmo del héroe
al resplandor vespertino... Aprueban con ademanes
elocuentes los nativos
y sus preseas de
plumas
25 ondean al viento tibio. No muy lejos la
bahía va cambiando el amarillo
de sus celajes en franjas13 Y alzaron la Casa Fuerte
30 con gran trabajo y ahínco,
—45→
«trayendo palos a cuestas» de umbrosos
bosques vecinos. La artillería y el parque
pusieron en el recinto.
35
Y la herrería
y los víveres cupieron en ese sitio. Construyéronse
viviendas para amparo de vecinos,
hombres
blancos y mujeres
40 de joven cuerpo cobrizo. Pues la
nueva población iba a ser un Paraíso
de Mahoma, en que hubo amor,
45 amor
de verdad, genuino, no sólo lubricidad de
arcabuceros lascivos.
—46→
El mismo gran Salazar
gozó de frutos prohibidos,
50 y gracias a una
manceba conjuró mortal peligro.
Sobre quién fue el fundador de Asunción,
se ha discutido. Unos dicen que fue Ayolas,
55 otros
dicen que Domingo
Martínez de Irala;
pero Su Majestad Carlos Quinto «-Vos poblasteis la
ciudad de la Asunción,» dejó escrito
60
a don Juan de Salazar. Y poblar, es bien
sabido, fundar quería decir en la jerga de
aquel siglo.
—47→
«Amparo y reparo de14
65 de la bahía fue el
Fuerte en alianza construido
por indígenas
e hispanos aunados por el destino: el sitio aquel
de colinas
70 que descienden hacia el río;
colinas desde las cuales era posible el atisbo
de maniobras en el Chaco de salvajes enemigos.
75
Al sur, los acantilados defendían
el perímetro de asaltos de hostiles tribus,
asaltos acaso anfibios...
—48→
Don Juan de Salazar y su amante india (I) «-¡Señor! Mi padre el cacique
conspira contra vosotros: ha resuelto con su tribu
asesinaros a todos.
Apenas en procesión
5 mañana marchéis devotos golpeando
con disciplinas vuestras espaldas y hombros,
los indios atacarán en escuadrones furiosos,
10 y, a vosotros, desarmados, os harán morder
el polvo».
La india que así prevenía,
a su amante que era su amo, no tiene nombre en la
historia
15 que ahora estamos contando.
—49→
A la mañana siguiente a aquel aviso aterrado,
Salazar estaba en guardia con sus valientes hispanos:
20
Sin disciplinas ni rezos, el arcabuz
preparado, y colgando de sus tiros el acero toledano.
Cuando llegan los indígenas
25 a
ejecutar la matanza, arcabuces y ballestas a un mismo
tiempo disparan.
La mujer de Salazar llorando
estaba en la plaza,
30 pero sonríe llorosa
cuando Don Juan con la espada aún chorreando sangre
fresca, llega a su lado y la abraza.
—50→
Romance de Juan de Salazar y su salvadora (II) (...fue Dios Nuestro Señor
servido de que se descubriese la tramoya por medio de una
india que tenía en su servicio el capitán Salazar,
hija de un cacique principal la que habiendo entendido lo
que los indios determinaban, dio de ello aviso a Salazar...
Ruy Díaz de Guzman, cap. XVIII)
Indios
acechan la aldea, la aldea, futura madre; madre
con nombre de Virgen. Virgen que engendra ciudades.
Los indios, en los hispanos,
5 de agravios
quieren vengarse. Nada importan a su saña
pactos o lazos de sangre.
—51→
Sueños tuvo
Salazar, flor de nobles capitanes,
10 fundador del
nuevo fuerte con nombre de Virgen Madre.
Salazar dice a la indígena que es su esclava
y es su amante:
15 -Anoche soñaba sueños
de traiciones y crueldades.
Soñé
con bosques de flechas mojadas en roja sangre...
-Era sangre de cristianos
20 la sangre que tú soñaste.
-Volaba un bosque de flechas haciendo
noche en el aire.- -Flechas que tú viste en sueños
eran flechas de mi padre.
25
—52→
-En mis sueños
las serpientes pululaban a millares. -Las serpientes
de tus sueños eran indios desleales.
-Murciélagos en mi sueño
30 presagiaban
negros males. -Guerrero de piel de luna, ciñe
tu yelmo brillante, arma tu brazo de hierro antes
que sea muy tarde
35 y antes que vuelen las flechas pártelas en dos mitades.
Asunción,
18 de Agosto de 1947
—53→
Mito Guaraní (Faces de la luna)
Tras dentellearle
el perfil hoyó la jauría parda:
los siete perros tenían cocuyos en la garganta.
Unos indios comentaron
5 el largo aullar
que escuchaban. Otros miraban al cielo sin decir
una palabra.
Las indias, yendo hacia el río
cantaron, quedo, en la playa:
10 -¡Oh luna, cuando
te muerden los siete perros la cara,
el
río quiere llevarse los peces grandes del agua
y en remolinos oscuros
15 zozobran nuestras piraguas!
—54→
Oh luna, cuando te muerden los siete
perros la cara, de las frutas de las víboras
las pesadillas se escapan
20
y se posan
en las telas que urden las malas arañas. ¿Por
qué no espantas los perros con siete piedras de
plata
o levantas una tienda
25 con siete
nubes en llamas? La luna, que estaba tan exangüe,
en concha de nácar,
ni aun pudo mover
los labios en una sonrisa blanca:
30 después
que fulgió la aurora y bostezó la mañana,
fue absorbida por la luz como un gajo
de naranja.
—55→
Sobre Asunción, la fundadora de ciudades Ocho ciudades, algunas superiores
a ella misma, fundó Asunción, generosa,
de sus pechos dando vida.15
y la noble Villa Rica;
5 y Santiago de
Jerez en fragosas lejanías.
Al
Sur fundó Santa Fe,16 Buenos Aires, en el Plata sin rival, reina elegida.17
10 Fundó al Oeste Concepción
del Bermejo, y todavía tuvo fuerzas y fundó
otra memorable villa
—56→
la Santa Cruz
de la Sierra18
15 Generosa
madre, fue tan desprendida y nutricia
que sus liberalidades lo eran siempre de sí
misma. Ni un solo maravedí
20 la Corona le destina
para aquellas fundaciones en la remota
provincia. Exhausta quedó Asunción
frente a su hermosa bahía,
25
mientras
sus hijas-ciudades prosperando, florecían.
—57→
Doña Mencia y las cincuenta mujeres blancas Doña Mencia Calderón
viuda fue de aquel Sanabria designado Adelantado
para el Río de la Plata;
pero ya
antes que el bajel
5 hacia las indias zarpara falleció
él. Doña Mencia dolida, mas no adredada
decide cruzar los mares y mandar en tierra
brava.
10 Únense a la expedición cuatro
hijos de esta dama.
Diego, el mayor, aún
muy joven a su madre secundaba. Dieciocho años
tenía
15 y apenas naciente barba.
—58→
Vino también en la nao un conquistador de fama,
fundador de la ciudad a quien dio prestigio Irala:
20
Nuestra Señora de la, la Asunción,
ciudad indiana, en que ya se hacía historia si no feliz, bien dramática.
Aludo
yo a Salazar,
25 señor de capa y espada. Y
no olvidar el aporte mayor de Mencia Sanabria:
trajo cincuenta mujeres todas de buena prosapia,
30 no sabemos si bonitas mas de condición hidalga.
Solamente cuatro de éstas eran
mujeres casadas. Las demás, tocante a esposos
35 tendrían sus esperanzas.
—59→
Hidalgos
hay en las Indias carentes de esposas blancas, aunque
abundantes cobrizas su ardiente lujuria calman.
40
El bajel en que cruzaron la inmensa llanura
atlántica llamábase San Miguel, el
de la Angélica Guardia.
Pero demonios,
no ángeles
45 al San Miguel acompañan,
dándole guerra continua de tronadas y borrascas.
Furiosa, el agua del mar, en altas, rugientes
masas,
50 atropellando las bordas atormentaba a los
nautas.
—60→
Y ahora el agua potable hacíase
más escasa, y el hambre ya corroía
55 las torturantes entrañas.
Meses y
meses de lucha con crueles elementos, la expedición
llega a tierra como una legión de espectros.
60
Rasgadas las velas, rota la verga, rotas
las jarcias el bajel de las Cincuenta, es nave muy
averiada.
Con sus restos vanamente
65 los
hispanos argonautas construirán otro bajel
para en él llegar al Plata...
Mas
la nueva carabela como embarcación, fracasa,
70 y Doña Mencia y los suyos no viajarán
ya por agua.
—61→
Isla es Santa Catalina del
entonces vasto imperio lusitano. Allí descansan
75 tras un buen recibimiento.
Allí
reponen sus fuerzas mujeres y marineros. ¡Agua potable
allí había y abundantes alimentos!
80
Thomé de Sousa resulta ser, no obstante,
un hombre artero, en la isla es el que manda
y, conforme a su deseo,
85
piensa hacer de
los hispanos rehenes o prisioneros. No olvidar por
otra parte que blancas del bello sexo,
eran cincuenta, en la isla,
90 y esto acaso un argumento
para retener a Mencia y un posible gineceo.
—62→
Salazar, hombre de muchas agallas y agudo
ingenio
95 organiza una evasión con muchos
que ya eran presos.
Además de los humanos
Salazar trajo a Asunción con siete vacas,
un toro,
100 porque nuestro fundador
con
visión de hombre de estado en los cuadrúpedos
vio para el Paraguay y el Plata un ganadero esplendor.
105
Doña Mencia finalmente el permiso
consiguió de venirse, tierra adentro, su tierra
de promisión.
—63→
Y aunque muy desmejoradas
110 -sin galas- que es lo peor, llegan aquellas mujeres
a la remota Asunción.
La acogida
que tuvieron de contento las colmó.
115 Los
asuncenos mostraron fervorosa admiración.
Y hubo bodas muy felices que exaltó
un genuino amor. (Muy probable que el promiscuo
120 conquistador español
no renunciase
a sus indias tan pródigas en el amor).
—64→
El Adelantado y la hija de la princesa Opulento, Ortiz de Zárate
el poder ambicionaba, pues la riqueza para él
ya era ambición bien lograda.
Obtuvo
el adelantazgo
5 para el Río de la Plata gracias
al Virrey en Lima y luego del Rey de España.19
Juan es su nombre de pila, y a su
hija llamó Juana,
10 nacida de una princesa
de rancia nobleza incaica.
A esta núbil,
tierna ñusta don Juan tiernamente amaba. ¡Que
hermosos vestidos luce
15 donairosa, toda gracia!
—65→
¡Nadie puede competir con su garbo y su elegancia:
qué sedas y qué brocados, qué
pedrerías, qué galas!
20
Ansiando
el poder Ortiz, hizo largo viaje a España
anheloso de que el Rey a su Virrey confirmara.
El Rey Felipe Segundo
25 afablemente lo trata
y confirma el nombramiento, con su firma soberana.
Corre el siglo Diez y Seis, el de Lepanto
y la Armada
30 que armó Felipe el Prudente
sin sospechar la desgracia.
Mas vencida la
Invencible, España sigue bien alta. Viven
Cervantes y Lope,
35 y el duro Duque de Alba;
—66→
vive el postrer Paladín el llamado don Juan
de Austria, y en Toledo pinta el Greco rostros de
mística magia.
40
Don Juan Ortiz gobernó
breve tiempo la Provincia. El año Setenta
y Cinco nombra heredera a su hija
y sucesor
en el mando
45 a quien su esposo sería. No
aprueba este testamento el señor Virrey en Lima.
Él tiene su candidato para la huérfana
niña.
50 Al paso que el Presidente de la Audiencia,
en Charcas sita,
para casar a la núbil
princesa otro nombre indica:
55 su propio hijo, Francisco
de Matienzo, «en que cabían
—67→
todas
las partes» mejores para regir la Provincia. El Virrey
ordena entonces
60 que la ñusta venga a Lima20 y aquí teniéndola
cerca las bodas controlaría. Cuando van los
alguaciles a requerir a la niña
65
se case con el hidalgo que eligió su Señoría,
la ñusta les dice: «Es tarde: seré
la esposa legítima
de don Juan Torres
de Vera
70 y Aragón, en este día...»
¿Qué pasaba en Asunción durante aquellas
intrigas
del Virrey y de la Audiencia
y la princesa archirrica,
75 doña Juana, ya no
virgen, nieta del último Inca?
—68→
Pues un sobrino del ex ya difunto Adelantado, mozo
joven, inexperto
80 de menos de veinte años,
quedó a cargo del gobierno. El pueblo,
soliviantado por su impericia, le exige que renuncie
ante escribano.
85
Y preso lo envía a
España como a aquel infortunado Núñez
Cabeza de Vaca, el del pleito legendario.
Mas el mozo Diego Ortiz,
90 mozo de aciago destino,
nunca llego a la metrópoli: veréis
lo que le ha pasado:
—69→
en costas del Uruguay,
charrúas lo carnearon
95 y murió sin el
consuelo de confesar sus pecados.
¿Y qué fue de Doña Juana princesa del
Reino incaico? Quede para otra ocasión
100 en
otros versos contarlo,
que este romance
de hoy se esta poniendo bien largo...
Epílogo Tocante a qué sucedió
a don Juan Torres de Vera y Aragón, el desposado
con la opulenta princesa,
—70→
pues seamos
suficiente
5 informar que la pareja tuvo después
buena suerte y disfrutó de su herencia.
Él al poder accedió y en Asunción
con la bella
10 nieta del último Inca, fue
feliz y lo fue ella.
—71→
Liropeia y Ñanduballo La historia de Liropeia y sus
dos enamorados, supone que aquella indígena con su nombre tan extraño,
debió
de ser más que hermosa
5 un selvático milagro.
Ella tiene un pretendiente con quien solemniza un
pacto.
El nombre de este varón
increíble, es Ñanduballo.
10 El escritor
español que nos refiere este caso,
o se ha inventado dos nombres o se los ha falseado:
se trata de Centenera
15 que también firmaba
Barco,
—72→
cuyas octavas reales son las de
un plúmbeo poetastro,21 tiene renombre afianzado.
Liropeia, ninfa agreste
20 exige a su enamorado
siete insignias de caciques, siete insignias de alto
rango
en las tribus emplumadas no siempre
amigas de blancos.
25 ¿Cómo sería esta india
aún virgen, de cuántos años?
¿Sería una adolescente flor pagana
del Deseo, de grandes ojos rasgados
30 y profundamente
negros?
¿Sería su cuerpo joven
escultórico y tan tierno, que los genios de los
bosques espiaran con embeleso?
35
—73→
¿Pájaros
multicolores de musicales gorjeos la seguirían
trinando en séquito de revuelos?
¿Y en la floresta sonora
40 los papagayos de fuego
al verla pasar veloz quedarían en suspenso?
Liropeia en un arroyo tan limpio como
secreto,
45 bañábase y retorcía
sus abundantes cabellos.
Y éstos,
sobre sus hombros y las curvas de sus pechos, aire
de diosa le daban
50 con centelleos de ébano.
-Ñanduballo, Ñanduballo, me
fastidian tus protestas: ¿no te he dicho varias veces
que no te vengas muy cerca,
55
—74→
y ni siquiera
me mires, sin siete hermosas preseas sin siete bravos
caciques que reinan en nuestras selvas?-
-Liropeia, no seas cruel
60 con quien te quiere de veras.
Si alguna vez serás mía hoy debieras
ser más buena.
Sé testigo de
mis siete combates de oculta guerra,
65 con siete
duros caciques más feroces que las fieras.
Verás que para ganarte cómo
yo con siete flechas o siete golpes de maza
70 te
conquisto esas preseas.
—75→
Mientras así
dialogaba aquella extraña pareja, vio a la
ninfa un hombre blanco y loco quedó por ella.
75
Llámase el blanco Carballo, andaluz
de pura cepa. Al saber la condición que imponía
la doncella
a Ñanduballo, sin miedo
80 lo reta a mortal pelea. La ninfa promete darse al que triunfe en la prueba.
Vence el Blanco
y Ñanduballo fallece ante Liropeia.
85 Esta
lo ve agonizar con una expresión hermética.
Carballo quiere abrazarla ya haciendo
de ella su presa. -¡No! -ordena ella- «Primero
90
a Ñanduballo lo entierra.-
—76→
Obedece
el español y comienza la tarea. Ha dejado
bajo un árbol su larga espada aún sangrienta.
95
Y apenas él se descuida ella la
empuña resuelta y feroz, en el cristiano la
clava con muerte cierta.
Junio
1999
—77→
El nombre de Villa Rica En el Guairá descubrieron
unas piedras cristalinas criadas dentro de cocos
de padernal. Amarillas como topacios lucientes,
5 violetas como amatistas, y otras verdes y otras
rojas, de variedad infinita;
amén
de azules zafiros, todas, todas, maravillas.
10 Estas
piedras, gran riqueza, Melgarejo lo sabía,
y bien sabía el lugar donde se hallaban
las minas. Decidió fundar un pueblo
15 en discreta
cercanía,
—78→
de esos topacios, rubíes,
esmeraldas y amatistas. Partió de Ciudad Real
hacia unas comarcas indias,
20
entre nacientes
de ríos donde el gran tesoro había.22 para fundar Villa
Rica
tras una marcha difícil
por fragosas lejanías.23
25 que un tiempo sería víctima
de feroces bandeirantes y sus malocas malditas.
Por las riquezas en piedras tan preciosas como míticas,
30
Melgarejo le dio un nombre... el nombre
de Villa Rica.
Diciembre
1999