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-[135]-



ArribaAbajo- XXVI -


El rastreador. -El difunto. -La laguna tablilla. -La pista del asesino



    Las once estaban colgando
en el reló del patrón,
al istante que su asiento
dejó Berdún y salió  3375
desde la sala hasta el patio,
donde luego se encontró
con Anselmo el San-Juanino
y afamado rastriador;
quien, sacándose el sombrero,  3380
a pié a la par caminó
con Genaro, que al istante
risueño le preguntó:
-¿Qué dice, señor Anselmo?
Ya estaba esperandoló,  3385
para que me diga, si
lo hallaremos.

ANSELMO

¡Cómo no!
¡si ayer desde la Chis-chis,
ya salí pisandoló;
y ya sé más que el alcalde,  3390
tocante a ese saltiador!
-136-

BERDÚN

    ¿Cómo ansí? ¿Quién lo ha informao?

ANSELMO

    Mis ojos no más, señor.

BERDÚN

    ¿Luego unté ha visto al malevo?

ANSELMO

    No he precisado, señor,  3395
verlo para asegurarle
donde estuvo ese ladrón
hará como doce días,
y lo que allí se robó;
y, ese robo quién lo tiene,  3400
ya sé también: crealó;
y sepa que lo tenemos
cerquita, tocandoló.

BERDÚN

    ¡De veras! ¿Y no se irá?

ANSELMO

    ¡Aónde se-mia-dir, que yo221  3405
no se lo encuentre!
-137-

BERDÚN

Veremos.

ANSELMO

    Vamos a verlo, señor;
no se ha de morir de antojo.

BERDÚN

    Bueno, Anselmo, vamonós
al istante si el caballo  3410
de usté se halla...

ANSELMO

¡Superior!

BERDÚN

    Entonces, no hay que esperar.


Dijo el teniente; y llamó
al Blandengue que atrás de él
se vino del corredor;  3415
y le dijo seriamente:
«Vaya, cabo Centurión,
mande que carguen las armas,
lo que apaguen el fogón;
y haga montar a caballo.  3420
Vaya pues, que alla voy yo.»
    Ansí lo hizo; pues, en cuanto
su doradillo montó,
al frente de la partida
al tranco suave marchó,  3425
-138-
a la par y platicando,
con Anselmo el rastriador222;
el cual, desde que salieron
de la pasearla tomó
el mesmo rastro que trujo  3430
cuando a la estancia llegó.
    Como marchaban despacio,
el teniente precisó
de tomar otras noticias
que necesarias creyó,  3435
y por eso al San-Juanino
marchando le preguntó
-Conque, Anselmo, digamé;
¿a qué horas fue que salió
usté ayer de Chascomún?  3440

ANSELMO

    Antes de nacer el sol;
porque, muy de mañanita,
el alcalde me llamó
y me dijo: «Ahora mesmito,
de juro y de obligación,  3445
es que salga usté a rastriar
a un malevo mocetón
que ayer tarde en la Chis-chis
alevemente mató
a Machao en su ranchito,  3450
donde muerto lo encontró
un nutriero que allí mesmo
como pudo lo enterró.
-139-

BERDÚN

    ¿Pero, qué nombre, o qué señas
del asesino le dio?  3455

ANSELMO

    Con siguranza223 ningunas,
pues el alcalde me habló
apurao por despedirme,
y a dizques se refirió
diciéndome: «Ese malevo  3460
es un guacho mocetón
que, ahora cosa de siete años,
diz que juido se escapó
de la cota del Salao;
y que entonces, por diablón,  3465
don Blas el finao alcalde
(que esté gozando de Dios)
dizque acá, en la mesura villa,
lo lizo agarrar, y mandó
que le pelaran la cola224;  3470
y que luego se perdió
el muchacho de estos pagos,
hasta hoy, que corre el rumor,
que por la guardia del Monte
ha vuelto a cair mocetón,  3475
y diz que completamente
hecho un bandido feroz,
que anda robando y matando
por el sur, donde mató
-140-
ayer mesmo en la Chis-chis  3480
a Machao el pescador;
lo que es cierto. Con que ansí
vaya pues; busqueseló
a Berdún, que prevenido,
atrás de usté, a la oración,  3485
o un poco más tardecito
va a salir sin dilación
con una buena partida,
y en la mesma direción
por donde va usté a rastriar  3490
a ese asesino ladrón,
que es, dicen, un yesquerudo225
de los de marca mayor.»
    Velay tiene, mi teniente,
lo poco que supe yo,  3495
por boca del mesmo alcalde
al darme esta comisión.

BERDÚN

    Pues, Anselmo, no es tan poco
a mi entender; sepaló.
    Ahora, dígame: y después  3500
de eso, ¿qué le sucedió?

ANSELMO

    Que al ranchito de Machao,
hoy llegué como a las dos
de la tarde, y al istante
de apiarme ya vide yo,  3505
-141-
que un gaucho de bota fuerte
había el día anterior
llegao allí, y cuando el viejo
a recebirlo salió,
en la puerta, de parao  3510
ese gaucho lo mató.

BERDÚN

    ¿Y, al dijunto, usté lo ha visto?

ANSELMO

    Medio ansí, de refilón;
pues estaba junto al rancho
mal enterrao; pero yo,  3515
cuando lo iba a ver de cerca,
a ese tiempo mi atención
la fijé en unas pisadas
de un caballo tranquiador,
que las conocí al momento;  3520
y dije: -gracias a Dios,
que agarrar me facilita
dos pájaros de un tirón
es decir, al asesino,
y al parejero mejor  3525
que ahora loco le robaron
en el Monte226 a mi patrón,
que fue don Roque Valdés:
robo que lo supe yo
estando enfermo hace poco,  3530
cuando el patrón me llamó;
y, no pudiendo ir de pronto,
-142-
sin duda el hombre mandó
que rastriaran su caballo
a alguno otro rastreador;  3535
y hasta ahora no lo ha encontrao
sin duda, porque sinó
el rastro de ese alazán
no lo habría visto yo,
esta tarde en la Chis-chis,  3540
ni tampoco un salteador
vendría montao en él;
pues no hay duda que se apió
allí de ese parejero,
y que a montarlo volvió  3545
en la Chis-chis, porque junto
al rastro del mancarrón,
pegao está el de las botas;
y, como allí no vi yo
más rastro que aquel del gaucho  3550
que al pescador enterró,
con el que vi de las botas
y el caballo me bastó;
y ya dije: -anda, calandria,
que yo sigo atrás de vos  3555
hasta hacerte enchalecar227,
andá no más, saltiador.
-[143]-



ArribaAbajo- XXVII -


El salteador. -El pajonal. -El bramido de un tigre. -Las precauciones. -El encuentro con el bandido. -Las boleadoras. -La rendición



    Legua y media habría andao
Berdún desde que salió
de la estancia, platicando  3560
con Anselmo el rastriador,
cuando este le dijo: -Aquí,
si usté permite, señor,
haremos alto un ratito;
y luego, con precaución  3565
y silencio seguiremos;
pues por aquí el saltiador
esta noche muy borracho
en ese pajal se entró:
velay, junto a ese hormiguero.  3570

BERDÚN

    Bueno pues, paremonós...
Y en el instante hacer alto
a la partida mandó.
Luego, allí mesmo al San-Juanino
de nuevo le preguntó,  3575
si había visto borracho
al malevo, cuando entró
esa noche al pajonal.
-144-

ANSELMO

    No lo he visto, no, señor;
pero, por el rastro, digo  3580
que venía pesadón228,
y mucho; pues su caballo
ha trotiao sin direción
fija, porque al bamboliarse
de un lao a otro el saltiador,  3585
el movimiento del cuerpo
le ha seguido el mancarrón,
dando a la zurda dos trancos,
y a la derecha otros dos.
Y, al ver ese culebreo,  3590
por supuesto, me bastó
para decir entre mí,
va mamao ese ladrón
juicio en que me confirmé,
cuando a eso de la oración  3595
sobre el rastro alcé estos chifles.
Velay, pues, por el olor
se ve que son de aguardiente,
y que están secos los dos:
lo que dice claramente,  3600
que ese diablo los secó
hasta mamarse, y que luego
con la tranca los perdió,
por supuesto, sin sentir;
y, por eso digo yo,  3605
que a eso de las nueve y media
esta noche se metió
-145-
borracho en ese pajal;
y ahí debe estar...

BERDÚN

¿Qué horas son?

ANSELMO

    Voy a decirle al istante;  3610
déjeme ver mi reló...
y mirando a las estrellas,
son las doce, respondió.
    Serena estaba la noche,
y en tal silencio, que no  3615
se sentía en aquel punto
ni volar un moscardón.
    A esa mesura hora la luna,
llena y pura como el sol,
en el centro de los cielos  3620
brillaba con resplandor,
aunque a veces la tapaba
uno que otro nubarrón,
para dejarla salir
luego con más esplendor.  3625
    Eran las doce cabales,
como dijo el rastriador,
cuando al dar allí el teniente
de ¡Alto y pié a tierra! la voz,
la partida allí mesmito  3630
hizo alto y se desmontó.
    Desenfrenen los caballos:
-146-
volvió a decir, y ordenó
que amarrasen los coscojos229
de los frenos, pues notó  3635
que hacían ruido en la marcha
y para mas precaución,
como traiban los soldaos
sables vainas de latos,
adonde cascabeliaban  3640
las argollas, les mandó
que las ataran con tientos230
todo lo que se cumplió
hasta enfrenar los caballos.
    Cuando ya pronta quedó  3645
para volver a montar
la partida, sucedió
que a toda la luna entera
una nube la tapó
de manera, que en tinieblas  3650
todo el campo se quedó.
    A ese mesmo tiempo un tigre
allí muy cerca bramó,
tan fiero, que a los caballos
tal inquietú les entró,  3655
que estaban por disparar,
cuando el teniente mandó
que montaran al istante
lo que al vuelo se cumplió,
porque, de un salto en su flete  3660
cada soldao se horquetió.
-147-
    Iban a marchar de allí,
cuando en esa situación,
mirando Genaro al rumbo
diadonde el bramido salió,  3665
vido a una cierta distancia
varias chispas, y alvirtió
que el lince aquel San-Juanino
al mesmo tiempo las vio;
porque, le dijo al istante  3670
al teniente, a media voz...
-Velay, luce el yesquerudo
de la Chis-chis su eslabón;
o será algún tuco-tuco231...
¿Qué le parece, señor?  3675

BERDÚN

    Me parece que el yesquero
se lo voy a romper yo
solito... Déjense estar;
no se muevan. -Y se apió;
y echándose sobre el pastó,  3680
de medio lao, afirmó
la oreja izquierda en el suelo,
y la otra se la tapó
con la mano, un istantito
nada más, porque volvió  3685
a montar apresurao,
y de nuevo en baja voz
dijo: -Es un jinete solo;
viene al paso, dejenló.
-148-
¡Ah, Cristo! si por fortuna  3690
fuese quien presumo yo,
aunque pájaro se vuelva
no se me va. ¡Creanló!
Déjenme dir adelante
solito; y, por si o por no,  3695
vénganse ustedes atrás
en linea de a dos en dos
tendidos como en guerrilla.
Y usté, Anselmo, sigalós
en el centro, siempre al paso,  3700
hasta que los llame yo,
o hasta que le pegue el grito
a ese diablo saltiador,
    Y afirmándose el trabuco
por delante, desató  3705
apriesa las boliadoras,
y a toparse enderezó
con el gaucho que vendría
soñoliento, o qué sé yo;
porque, como a veinte varas  3710
del teniente se acercó,
cuando este le pegó el grito
¡Quién vive! Y lo atropelló.
    ¡Qué contestarle el malevo!
sin duda se le trabó  3715
la lengua en ese momento,
pues apenas atinó
a dar güelta como un trompo
su caballo, y disparó.
¡Qué pingo traería el gaucho,  3720
entre las piernas, señor
que apenas lo hizo dar güelta
-149-
como centella rompió
y atrás más de media cuadra
a Genaro lo dejó!  3725
Pero ¡ay, mi alma! el doradillo,
cuanto Berdún le aflojó,
luego se le puso a tiro,
cuando el matrero salió
del centro del pajonal,  3730
a un medio limpio, y creyó
cruzarlo en la disparada;
pero ahí mesmo lo midió
medio del lao de enlazar232
el teniente, y le soltó  3735
las bolas con tal certeza,
que al tiro se las ató
en las manos al rocín,
de suerte que allí rodó,
y al gaucho, haciendo cabriolas,  3740
por las orejas lo echó.
    De parao salió el malevo,
como que era parador,
y creyendo resistirse,
a su pistola acudió;  3745
pero, al dir a martillarla,
ahí mesmo se le cayó
el pie de gato del arma;
y entonces, quiso el facón233
pelar de entre las caronas,  3750
-150-
pero tiempo no le dio
Genaro que se le vino
listo encima, y le abocó
el naranjero234, y le dijo
¡Échate al suelo, ladrón!  3755
Boca abajo; échate ya,
ligero, porque si no,
ni para enfermo te dejo
de un trabucazo... ¡Por Dios!
    Al oír Anselmo el ¡quién vive!  3760
con seis hombres se lanzó
sobre el rastro de Genaro;
y, justamente llegó
a rodiar al asesino
cuando Berdún lo postró.  3765
    Entonces para amarrarlo
también Anselmo se apió,
pegadito a la cabeza
del malevo, y se agachó.
para atarlo tan de firme,  3770
que no lo descoyuntó,
porque ahí mesmo al San-Juanino,
más arriba del talón,
el prisionero iracundo
tal mordiscón le prendió,  3775
que cuasi desgarretao235,
renguiando Anselmo salió;
porque, la bota de potro
y los niervos le aujerió.
-151-
    Finalmente, allí el malevo,  3780
como un cristo se dejó
amarrar codo con codo;
y de allí no se menió
hasta que lo levantaron,
y un Blandengue lo paró  3785
de modo que le asentase
en la cara el resplandor
de la luna... Entonces fue
que, al verlo, reconoció
Berdún a Luis el Melizo,  3790
de la Estancia de la Flor.



ArribaAbajo- XXVIII -


La confesión del bandido. -El alcalde fingido. -Las astucias. -La comisión cumplida. -La entrega en Chascomús



    De un guapo no hay que esperar
que tiranice a un vencido:
vean pues cómo al bandido
lo hizo Genaro tratar  3795
después de haberlo rendido.
    Se opuso serio el teniente
a que a Luis lo enchalecaran
ni de grillos lo cargaran;
-152-
con esposas solamente,  3800
dijo que lo aprisionaran.
    Eso sí, le hizo quitar
el caballo parejero
(por ser robao), lo primero,
y le mandó registrar  3805
las maletas y el apero.
    Esta maniobra se hacía
allí en la misma parada
adonde fue la apretada
de Luis, y cuando sería  3810
la una de la madrugada,
    Genaro estaba paciente
viendo hacer la operación;
mientras... quería el ladrón
con los ojos al teniente  3815
abrasarle el corazón.
    Del registro resultó
que, habiéndosele encontrao
varias prendas de Machao,
ya el Mellizo confesó  3820
que él lo había difuntiao.
    Luego, aparte, al rastriador
el teniente dijolé
«Anselmo, preguntelé
en qué día al pescador  3825
lo mató, dónde, y por qué.
    Y... oiga, me parece bien
que usté que es tan vivaracho
le dé a entender a ese guacho,
-153-
el que sabemos también  3830
que él mesmo mató a Vizcacho
    Al istante el San-Juanino
la engañifla236 penetró,
y dijo: «Dejemeló,
mi teniente, al asesino;  3835
yo voy a espulgarseló.»
    Anselmo era viejo asiao237
por las prendas que lucía,
y, desde que no venía
vestido como soldao,  3840
luego dijo: «Aquí es la mía.»
    Finjiose, pues, ser alcalde
del partido, y de improviso
serio le dijo al Mellizo
-Ché, gauchón, aquí es de balde  3845
el que te hagás el petizo238;
    Porque desde ayer sabemos
que vos mataste a Machao;
sólo él porque has reservao:
y saber también queremos  3850
a quién más has dijuntiao.

EL MELLIZO

    ¡Cómo es eso!... Digamé,
por más alcalde que sea
-154-
¿por qué me gruñe y tutea?
¿acaso es porque me ve  3855
aprisionao con manea?

ANSELMO

    Es porque así merecés
de justicia ser tratao
por malevo consumao;
ansí, no te retobés  3860
y aguanta, guacho mal criao.


    A Luis se le conocía
que la cólera lo ahugaha
cuando Anselmo lo miraba,
pues de rabia se mordía  3865
y a dos manos se rascaba.
    Al ver eso el San-Juanino,
volvió a decirle taimoso
-Yo soy alcalde cargoso;
respondé pronto, asesino,  3870
y no te hagás el sarnoso.
    Hablá pues, que no tenés
ni frenillo ni mordaza,
ni yo he de tener cachaza;
y si no me respondés,  3875
ya verás lo que te pasa.

EL MELLIZO

    ¡Amenazas!... riasé
como yo me río aquí;
aunque presumo, eso sí,
el que amenazas a usté  3880
no lo harán reír como a mí.
-155-
    Y escuche, señor alcalde
a güenas preguntemé,
y a todo responderé;
pero, a rigor es de balde,  3885
ni a balazos hablaré.

ANSELMO

    Velay tiene; así me gusta,
se lo digo sin malicia,
que es para mí una delicia
ver que a un hombre no lo asusta  3890
ni el rigor de la justicia...
    Vamos a ver pues, señor,
si sós quiebra239 verdadero
o sós un maula embustero.
¿Por qué has muerto al pescador?  3895
respondé, gaucho coquero240.


    -Porque me agravió Machao
hace tiempo, dijo Luis,
cuando yo era un infeliz;
por eso ayer me he vengao  3900
de esa ofensa en la Chis-chis.
    -Ya sé qué a eso te costiaste,
dijo Anselmo, y sé de cierto,
que a tu compañero el tuerto
Lores también lo mataste;  3905
¿pero, qué has hecho del muerto?
    Aunque yo sé dónde está,
-156-
asigún noticias tengo,
pero a las tuyas me atengo,
por ver si hablás la verdá  3910
e te hacés el chancho rengo.

EL MELLIZO

    Yo a Vizcacho a la verdá,
causa de sus groserías,
recién hace cuatro días
que contra mi voluntá  3915
lo maté en las Averías241.
    Porque Lores pesadón
en la cara me escupió,
y en chanza le puse yo
medio de punta el facón  3920
aonde él mismo se ensartó.
    Eso fue fatalidá;
y pongo a Dios por testigo,
que es lo cierto esto que digo,
como también es verdá  3925
que Lores era mi amigo.
    Ahora, dónde está el dijunto,
si quieren los llevaré,
pues yo mesmo lo arrastré
a un bañao, donde por junto  3930
con carrizos lo tapé
    En fin, ya me ha preguntao
todo lo que usté ha querido,
y con lo que he respondido
-157-
bastante hemos platicao  3935
con que así... asunto concluido.


    En cuanto supo Berdún
de Luis tal declaración,
creyó concluir su misión
entregando en Chascomún  3940
al asesino y ladrón.
    Hizo pues montar su gente,
ordenandó que un soldao
llevase al preso enancao,
como provisoriamente  3945
hasta salir del bañao.
    Luego ajuera separó
tres hombres de su partida,
y un cabo, al cual en seguida
al criminal le entregó  3950
con la orden bien entendida:
    Que de allí sin dilación
a la Salada marchase,
y que allá luego montase
al preso en un mancarrón;  3955
y a Chascomún lo llevase...
    Derecho, de las Saladas
a la villa, y sin ladiarse
al poniente, ni acercarse
mucho a las Encadenadas;  3960
y que al istante marchase.
    Esta orden le dio Berdún
al cabo, por la razón,
que al darle la comisión
-158-
se le dijo en Chascomún  3965
que esperaban un malón.
    Ansí, el teniente quedría
del saltiador aliviarse,
para en caso de toparse
con los Indios ese día  3970
con sus doce hombres floriarse.
    Luego el deseo y la pena
con que Genaro se hallaba,
por ir a ver como estaba
su idolatrada Azucena,  3975
a otro rumbo lo llevaba.
    Finalmente, a la Salada
el cabo al trote salió,
al mismo tiempo que vio
que así a las Encadenadas  3980
Genaro también rumbió.
    Y el tal cabo se portó
perfectamente asigún
las órdenes de Berdún,
que esa noche a Luis lo halló  3985
enjaulao en Chascomún.
-[159]-



ArribaAbajo- XXIX -


La Providencia de Dios. -La derrota de los indios. -El entrevero. -El chuzazo. -La rendición del cacique



    Al ponerse en retirada
Genaro, medio rumbió
al poniente, por llegarse
de paso a su población,  3990
donde estaría Azucena
ansiosa esperandoló,
desde que volver a verla
su rubio le prometió
sin falta, al día siguiente  3995
que de ella se despidió.
    Iba al tranco la partida,
y adelante el rastriador
con Berdún, que alguna cosa
a lo lejos distinguió,  4000
al tiempo que de San-Juanino,
de la luna al resplandor,
al cruzar un peladar
en el suelo conoció
una rastrillada fresca,  4005
y de Berdún se ladió
para apiarse, pretextando
tener una precisión.
-160-
    Pero no hizo nada de eso,
pues luego que se abajó  4010
y anduvo unos cuantos pasos
a pié, de nuevo montó,
y apareándose a Genaro,
ya le dijo a media voz
«Mi teniente: ¡moros-costas!»  4015

GENARO

    Eso he maliciado yo
y ya estuve, creamé,
tiernito a decirseló
precisamente al istante
que usté se me separó.  4020

ANSELMO

    Entonces: ¿a qué le sirvo,
si usté es más lince que yo,
desde que me da a entender
haber visto? ¿el qué, señor?
Pues los moros están lejos.  4025

GENARO

    Pero, los venados no,
y menos los avestruces
pues ya los he visto yo
y sigo viendo... ¡Velay!
allá cruzan, mirelós,  4030
todos vuelven para afuera;
y como esos bichos son
olfatiadores de lejos,
ya habrán tomao el olor
a los Indios que vendrán  4035
-161-
muy de atrás arriandolós,
en redota por supuesto,
juyendo... ¡permita Dios!
pues ayer el comendante
me dijo y me asiguró  4040
que los iban a sabliar,
si hoy llegaban.

ANSELMO

Pues, señor:
cuando más hará hora y media,
si no me equivoco yo,
por lo que he visto en el rastro  4045
todavía frescachón:
repito, que hará hora y media
ha que han pegado el malón
en la villa y han dao güelta,
porque allí se les volvió  4050
la vaca... toro: eso es fijo;
y que bazuriandolos,
viene atrás la Blandengada,
también lo presumo yo;
como el que ya los tenemos  4055
encima...

GENARO

Bien: dejelós.


    ¿No les parece, muchachos?
Genaro les preguntó
a sus soldaos, y toditos
respondieron a una voz:  4060
    -Sí, mi teniente: que vengan,
-162-
les daremos un rigor242
de aquellos que con usté
no es difícil darseló.
Y, si vienen asustaos,  4065
entonces... ¡válgales Dios!

GENARO

    Ansí creo que vendrán
más que apuraos; y si no
que vengan de cualquier modo.
Marchemos.


-Y enderezó
 4070
a una tapera de adobe,
donde hizo alto y se emboscó.
    Llegado allí, sin apuro,
echar pié a tierra mandó;
y viendo junto al tapial  4075
un gran ombú, le ordenó
a un soldao que se trepara
a vichar243 con atención,
al lao por donde la Indiada
se vendría en borbollón244.  4080
    Ahora, vean si el teniente
era hombre de buen humor,
y conocía los güeyes
con que araba. Oigamosló.
    Refregándose las manos,  4085
poco después que se apió
la partida, el comendante
-163-
risueño al frente salió,
preguntándole al sargento
si estaban buenos o no  4090
los caballos para un lance.
    El sargento contestó
que estaban superiorazos,
porque no había razón
para crerlos fatigaos  4095
desde que don Barceló
en la Salada les hizo
ensillar de lo mejor.
    Genaro, entonces, de chusco,
por oír la contestación  4100
de uno de esos sus soldaos
muy gaucho y ponderador,
díjole al sargento: ¿y, cómo
es que Ramiro ensilló
a ese laucha245 malacara246  4105
que al verlo da compasión?

EL SOLDADO

    ¡Cómo dice, mi teniente!
¿Qué ando en laucha? ¡Se engañó!
¡Mirá, maula247 mi caballo!
¿Quiere que le agarre al sol,  4110
ahora, luego en cuanto asome
la cabeza? Digaló;
-164-
y verá si de las greñas
lo traigo...

GENARO

Salí, pintor248;
¡qué ha de ser tu Malacara!  4115
por la facha, quizás pior
que ese cebruno en que Ruiz
quiere pegar un rigor.
¿Qué piensa de su sotreta249;
dígame, Ruiz? Porque yo  4120
puedo estar equivocao.

RUIZ

    Fieramente; sí, señor
y escúcheme, mi teniente.
A mí me ha dicho un dotor
que la luz en este mundo  4125
es la cosa más veloz,
pues corre ochocientas leguas
por hora. A eso, digo yo
el que, si la luz del día
de alguna yegua nació,  4130
esa mesmísima yegua
a este pingo lo parió;
pues, al cerrarle las piernas250,
cuando anoche se ofreció
aflojarle en el pajal,  4135
-165-
¡qué luz, ni qué exhalación!
si no lo sofreno a tiempo,
a esta hora estaría ya
de güelta de Patagones,
por gala, y para que no  4140
pudiera naides decir,
que Ruiz era resertor.

GENARO

    ¡Barbaridá! y ¿qué me dice
usté, cabo Centurión?
¿Por qué está tan empacao251,  4145
mostrándose enojadón
y tieso como si hubiera
tragao algún asador?

CENTURIÓN

    Porque estoy juntando rabia
para pelear... Pero ¿no  4150
ha sentido, mi teniente,
como un tiro de cañón?

GENARO

    Dice bien: y siendo ansí,
vamos aprontandonós.


    Diez minutos pasarían,  4155
cuando el vichador gritó
-¡Ahí viene la polvadera
de los Indios, ellos son!
Y ya empezó en la tapera
-166-
a sentirse el pororó252.  4160
Montaron luego a caballo,
cuando vino el rastriador
diciendo: velay, se acerca
la salvajada, pues yo
oigo ya hasta el tiroteo  4165
de lejos: y en dispersión
los miro venir en trozos
medio cercandosenós;
y el más fornido que viene
juyendo a esta direción;  4170
si la vista no me engaña,
yo calculeo que son
lo menos, noventa infieles;
siguramente...

GENARO

Mejor
y en lugar de ser un trozo,  4175
¡ah, malhaya, sean dos!...


A este tiempo, la algazara
de los Indios se sintió,
y entonces dijo el teniente:
-¡firmes, muchachos! y no  4180
se precitripe ninguno
a matar, hasta que yo
no mande pegar la carga.
¡Silencio, pues, y atención!
    Ahora bien: esa tapera,  4185
donde Berdún se emboscó,
les alvertiré que estaba
-167-
por fortuna en situación
que, del naciente al poniente
se aguantaba un paredón  4190
o tapial de adobe crudo,
que tendría de largor
algunas catorce varas,
y nueve cuartas de altor.
    Como venían del norte  4195
los Indios en dispersión,
Genaro, naturalmente,
tras del tapial se formó
en ala con sus Blandengues;
pero, no se descubrió;  4200
pues, cuando más, treinta varas
de la paré se alejó,
y dando la espalda al sur
quedose en disposición
de pegar su cara al sejo;  4205
o haciendo una conversión
a la rinda o la derecha.
    Todo esto lo resolvió
un istante antes de ver
que de Indios un nubarrón,  4210
por juntito a la tapera,
a rebenque y a talón253
quiso pasar apurado,
cuando los atropelló
Berdún, y de una descarga  4215
ocho salvajes voltió;
y, como allí el adivino
-168-
fue el primero que cayó,
ya la Indiada perdió el rumbo,
y a disparar no atinó;  4220
ansí es que remolineando
fieramente se enredó.
    Ya se ve: la salvajada,
en lo que menos pensó,
fue en que allí la sujetaran,  4225
de modo que se espantó;
y en ese istante Genaro,
sable en ruano la cargó...
¡Y, qué te cuento más vale254!
al primer atropellón  4230
hubo hombre, que cinco Pampas
solito se difuntió.
¡Qué matanza, Virgen mía!
¡qué tenaz persecución,
y de ahí, qué casualidá!  4235
    Escuchen con atención.
    Ya se sabe, entre los maulas255
nunca falta un guapetón;
ansí es que en ese entrevero
salió un Indio mocetón,  4240
altanero y bien montao
en un zaino volador,
y a reniegos alaridos,
furioso, amenazador,
y dándose aires de ser  4245
algún salvaje mandón,
-169-
pretendía a todo trance
contener la dispersión
a pechadas con los Pampas,
que sin prestarle atención  4250
disparaban azoraos,
porque la persecución
era terrible y sangrienta;
mucho más cuando se unió
la gente de Chascomún;  4255
que al momento conoció
hallarse allí reunida
al teniente Vencedor.
    En una de las sentadas
del Indio aquel quebrallón256,  4260
que algún cargo demostraba,
con Anselmo se topó,
que andaba en el entrevero
de recluta y chapetón;
y ansí mesmo se portaba,  4265
hasta que se cosquilló
porque el Pampa bravo aquel
con la chuza le pinchó,
la picana al San-Juanino,
y del pingo lo bajó.  4270
    Por casualidá, Berdún
ese lance presenció,
y en seguida como fiera
sobre el Indio se lanzó.
    El Pampa, ansí que Genaro  4275
cerquita se le arrimó,
-170-
sable en guardia amenazante,
el salvaje le largó
con cuerpo y todo un chuzazo
y atravesarlo pensó;  4280
cuando de un quite Genaro
le partió la chuza en dos.
    Al mirarse desarmao
el salvaje disparó,
creyendo de las caronas  4285
poder sacar el facón257;
para lo cual le daría
tiempo el zaino volador,
y de ahí volverse furioso
sobre quien lo desarmó.  4290
    Mesmamente: en la rompida
el Indio le aventajó
un trecho largo a Genaro;
pero, ahora, acordemonós
que este iba en su doradillo;  4295
ansí, apenas lo apuró,
treinta varas adelante
del salvaje lo sentó
de una rienda, diole güelta
frente al Indio que lo vio  4300
venírsele encima, al tiempo
que el primer rayo del sol
que nacía en ese istante,
majestuoso y brillador,
sobre el rostro distinguible  4305
del teniente reflejó.
-171-
    Entonces el Pampa altivo,
cuando de frente miró
la cara de su contrario,
del caballo se tiró  4310
al suelo, donde postrado
de rodillas lo encontró
Berdún, cuando iba a partirlo
largándole el corte dos258.
Pero le puso las manos  4315
el salvaje, y exclamó:
¡No matando259, ché, Berdún,
Amico260, que mi parió
Lunareca!
-¡Dios bendito!
dijo Genaro, y soltó  4320
el sable, que en la dragona
colando se le quedó...
y, viendo que hecho una estauta
postrado el Pampa siguió,
el teniente, conmovido,  4325
del caballo se bajó,
y le dijo al prisionero
-¡Levante! ¿Quién sós vos?
-Manuel, amico, pariente
Lunareco, lindo vos,  4330
Lunareca linda mesma,
Hermana tuya...
Bastó
esto para enternecer
-172-
de Berdún el corazón;
pues sin demorarse más  4335
con el Indio se abrazó,
y en ese grato momento
juntos lloraron los dos...
    Pasaba en aquel istante
allí cerca Centurión,  4340
y al mirar a su teniente
a pie, como lo miró,
abrazao con un salvaje,
sosprendido se arrimó,
sin creer lo mesmo que vea;  4345
pero, luego lo creyó,
cuando el teniente le dijo:
    -No se almire, Centurión,
este es Manuel mi sobrino.
Vaya pronto por favor,  4350
se lo mando, y digalés
a mis soldaos, de que yo
les pido de que se vuelvan;
pues aquí esperandolós
me quedo, con mi sobrino.  4355
Vaya pues, digaseló.
    En efecto, en aquel punto
la partida no siguió
la matanza, que ese día
fue tan crecida y atroz,  4360
como grande la manguiada
de Indios, que envuelta llegó
a la orilla del Salao,
y en el río se azotó
espantada, de manera  4365
-173-
que cuasi toda se ahugó;
pues hasta allí los Blandengues
mataron de sol a sol.
    Por supuesto, la partida,
como Berdún lo ordenó,  4370
allí adonde la esperaba
vino y se le reunió,
felicitándose al ver
que el teniente Vencedor
abrazaba a su sobrino,  4375
que era el cacique mayor.
    Ahora moralizaré;
diciendo por conclusión,
que, si del trozo de Indiada
que con Berdún se topó,  4380
algún salvaje con vida
ese día se escaló,
fue por quererlo Berdún;
o más bien lo quiso Dios,
quien allá en sus altos juicios  4385
desde ese día empezó
a mostrar como casuales
los casos que encadenó,
hasta que de su clemencia
la medida se llenó;  4390
y entonces, de aquellos casos
justiciero se sirvió,
para castigar al fin
a quien castigar debió.
    Eso lo sabrán después,  4395
dijo Vega, y se calló.
-174-
    Luego, al dir a levantarse,
en el Santiagueño vio
otra estauta, pues estaba
mudo mirando al fogón,  4400
lloroso, y con las quijadas
de una tercia de largor.
    Ansí, acongojada Rosa,
redepente se cayó
de espaldas y convulsiva  4405
a pataliar empezó:
porque de haber oído el cuento
le dio el mal de corazón.
    En ese batiburrillo,
por desgracia del cantor,  4410
la caldera de agua hirviendo,
que estaba allí en el fogón,
de la primera patada
Rosa se la redamó
en las canillas a Vega,  4415
que zapatiando acudió
a sujetarle las piernas,
como que la sujetó
cuando ya se le quemaban
las naguas y el camisón.  4420
    Por supuesto, su marido
el primero la cogió
por la cintura y los brazos,
de suerte que le impidió
que la enferma se arañase,  4425
como otra vez se arañó.
    Ansí cargaron con Rosa
-175-
desmayada, y de ahí los dos
la llevaron a la cama,
donde cuando la soltó  4430
el viejo, dijo entre sí
«¡Ah, piernas! ¡qué tentación!
pero, vamos a dormir,
porque me apura el calor.»
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