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ArribaAbajo- XXX -


La angustia. -Los socorros.- El curandero. -El desvelado. -Las pulgas



    En la manaña siguiente,  4435
guapa Juana amaneció
aunque medio trasijada261;
porque la noche anterior,
como era su curandero
Rufo, apenas la tendió  4440
en la cama acidentada,
el corpiño le sacó,
y cuando afligidamente
del todo la desnudó,
con injundia262 de lagarto  4445
-176-
por encima le atracó
ciertas friegas, con las cuales
la moza rompió en sudor.
    Ansí, sana al otro día,
después de nacer el sol  4450
muy bien emperifollada263
vino a sentarse al fogón,
aonde de la recogida
Tolosa alegre volvió,
porque le traiba un peludo264  4455
muerto, que se lo soltó
en las faldas, y le dijo
-Mira si te quiero yo;
esto es para que almorcés.
Dame un beso... Y la besó.  4460
    Entre tanto, Santos Vega
por lo que vido y palpó,
la noche del patatús,
quién sabe lo que soñó
o qué desvelo tendría;  4465
pues siendo madrugador,
esa mañana recién
sol alto se levantó,
con la cara como un cuajo265,
pálido y de mal color.  4470
    Ansí mesmo, a la cocina
llegose de buen humor,
y de la puerta no más,
-177-
atándose el ceñidor,
les dijo a Rosa y su esposo,  4475
medio sorprendiendolós
¡Santos y felices días!
-¡Ansina266 se los dé Dios!
Adelante, tome asiento;
que estaba extrañandoló,  4480
dijo Rosa: al mesmo istante
que un amargo le alcanzó.

RUFO

    Pero, amigo, ¿cómo es esto,
diaónde acá tan dormilón?
Aunque recuerdo que anoche,  4485
en cuanto usté me soltó
la mano y las güenas noches,
luego le conocí yo
calentura en los riñones;
y estuve, creameló,  4490
por decirle en ese istante,
vaya al arroyo, señor,
y métase hasta el encuentro267
para que largue el calor.

VEGA

    ¡Qué calentura; no crea!  4495
Lo que anoche tuve yo
fue que rascarme hasta el día;
porque vino y se rascó
su perro sobre mi cama
-178-
y un pulguero me soltó.  4500
Además de eso, al echarme,
el sueño se me ahuyentó
cavilando con la pena,
que presumo les causó
anoche mi cuento aquel,  4505
y lo demás que pasó.

RUFO

    No lo dude; pues a mí
del todo me entristeció,
y a Rosa, ya usté la vido.

JUANA

    Es verdá; me enterneció  4510
eso de cuando Berdún
con el Pampa se abrazó,
y que el tío y el sobrino
lloraron juntos los dos.

VEGA

    Entonces, hoy trataré  4515
de darle otra direción
más alegre a mi argumento;
aunque sería mejor
suspenderlo hasta mañana.
¿Qué les parece?

RUFO

No, no
 4520
pues mañana, si Dios quiere,
estoy en la obligación
-179-
de llevarlo a usté con Rosa,
para que canten los dos
en la yerra de mi amigo  4525
Birrinchín, que hoy me rogó
el que lo llevase a usté.
¿Con qué, iremos?

ROSA

Pero, yo...
iré solo si me muenta
en las ancas el señor,  4530
como cuando a las carreras
en su bragao me llevó.
Digo, si quiere don Santos
hacerme el gusto y favor.

VEGA

    Desde luego, patroncita,  4535
quedo a su disposición,
porque me gustan las yerras268.

RUFO

    Iremos, pues...

VEGA

¡Cómo no!
Pero, antes de ir a esa fiesta,
-180-
les haré una relación  4540
para mostrarles que tengo
a las yerras afición.
Permítame: voy y vuelvo.
Ansí fue, se levantó;
y volviendo al poco rato  4545
en su lindo se explicó,
cuando del modo siguiente
habló de la marcación.



ArribaAbajo- XXXI -


Jacinto el otro mellizo. -El novillo aspas rubias. -El enlazador. -La argolla rota. -La postema


    De los trabajos del campo
ninguno hay tan deleitable,  4550
para mí, como la yerra,
aunque un dijusto muy grande
tuve un día en que mi amigo
Jacinto, aquel apreciable
mellizo, hermano del otro  4555
criminal abominable:
por desgracia, ese mi amigo
vino a sufrir un contraste,
del cual en pocas palabras
voy ahora mesmo a informarles.  4560
-181-

    Sucedió pues ese día,
del que no podré olvidarme,
que un novillo yaguané269,
cuerpo de güey por lo grande,
aspas rubias y enconosas  4565
como todo el mundo sabe,
atropelló del corral
sin que lo enlazara naides,
pues todos le abrieron cancha
temiendo que los comiase.  4570

    Suelto pues, y enfurecido
con los ojos centellantes,
salió el toro del corral,
y se llevó por delante
la fila de pialadores270  4575
de un costado, sin que naides
de otros los espantados
a echar un pial alcanzase:
ansí, aquel toro furioso
disparaba a todo escape.  4580

    Mi amigo estaba allí cerca
a caballo, sin mezclarse
todavía en los trabajos;
mas, viendo al toro escaparse,
Jacinto desató el lazo  4585
de los tientos, y al istante
se largó atrás del novillo,
haciendo una armada271 grande
-182-
que se la llevó a la rastra,
hasta que alzando arrogante  4590
el brazo, y doblando el codo
en la forma y lo bastante
para revoliar la armada,
díjole al toro pujante:
«¡Ahora lo verás, Ternero,  4595
si conmigo has de jugarte;
y si de un tirón no te hago
dar dos güeltas en el aire,
si es que no te descogoto
Y ya resolvió soltarle  4600
por sobre el lomo la armada,
tan fijo y en sus cabales,
que al toro se la cerró
en las aspas, sin tocarle
ni el hocico, ¡ah, cosa linda!  4605
y después tan lamentable;...
horque la casualidá
quiso que al dir a pegarle
aquel tirón prometido,
se partiera en dos mitades  4610
la argolla, en la mesma armada
del lazo, que vino a darle,
de retroceso a Jacinto,
un chicotazo tan grande
en el costado derecho,  4615
que allí comenzó a echar sangré,
hasta caírse del caballo,
pálido como un cadáver.

    Desde ese día Jacinto
ya comenzó a lamentarse  4620
de que tenía postema,
-183-
u otra cosa semejante;
y aunque allá, de cuando en cuando
solía hasta desmayarse,
y su pobre mujercita  4625
creiba enviudar cada istante,
Jacinto vivió y vivió,
hasta que vino más tarde
a morir, y ansí vivió
con más salú en adelante.  4630

    Ahora, para proseguir,
déme, amigo Rufo, un mate...
que se le dieron; y luego
dijo: vamos adelante.



ArribaAbajo- XXXII -


La yerra. -Santos Vega en el convento. -El fraile Salomón. -Los curiosos. -El apero. -El eclipse


    Pues, sí, señor; el trabajo  4635
de campo en que sobresalen
en agilidá y destreza
los gauchos de estos parajes,
es la yerra, en donde suelen
hacer cosas almirables,  4640
luciendo allí con primor
su saber el paisanaje.
-184-

    ¡Eh, pucha! Si es un encanto
ver los diferentes lances
de prontitú, de fijeza,  4645
de fuerzas y de coraje
con que un mozo pialador
suele en la playa florearse;
y el tino y la inteligencia
con que saben, al istante,  4650
unos a otros muchas veces
en un peligro auxiliarse.

    ¡Que vengan facultativos
en cencias, de todas clases,
los más profundos! ¡Que vengan  4655
de Uropa y otras Ciudades
esos leídos y escrebidos,
y en ancas nuestros manates
puebleros!... no digo todos,
pues todos no son iguales;  4660
hablo tan solo de aquellos
tan fantásticos, que no hacen
caso de un pobre paisano,
sin duda porque no sabe
como ellos, cuándo la luna  4665
de un vuelco debe empacarse
frente al sol, y hacer un clise:
es decir, que nos ataje
la luz del sol y en tinieblas
ponga el campo a media tarde.  4670

    Y eso ¿qué tiene de raro?
Cualquier triste gaucho sabe
que esa oscuridá resulta
de una sombra semejante
a la que (pongo por caso)  4675
-185-
dentro de un rancho se le hace,
cuando es preciso, a un enfermo,
sólo con atravesarle
un cuero o cualquier carona
por entre el candil y el catre.  4680

    Pues bien; los sabios que explican
la causa de casos tales
y que por esa razón
piensan que todo lo saben,
ya que son tan entendidos,  4685
que vengan a estos parajes
y todas nuestras costumbres
las miren bien y las palpen,
y luego que nos expliquen
de corrido, sin turbarse,  4690
la cencia de nuestras bolas
y el poder de nuestros piales,
para con un tiro a tiempo
postrar a un toro indomable.

    Que vengan, vuelvo a decir,  4695
de todos los gamonales,
y muente el más vanidoso
y llegue sin escaldarse
a estos campos de un galope;
y acá, entre los pajonales,  4700
en una noche nublada
y oscura, después de darles
un par de güellas a pie,
que conteste o que señale
a qué rumbo se entra el sol  4705
o el lado por donde nace...
¡Y qué acertaba! ¡Nunquita!
siendo una cosa tan fácil,
-186-
como que cualquier paisano
tan sólo con agacharse  4710
y medio tantiar las pajas
secarronas, luego sabe
que cuando las tuesta el sol,
siempre cain al marchitarse
con las puntas al Naciente,  4715
y no hay cómo equivocarse.

    Algunos presumirán
que estas son barbaridades;
entre tanto, es la evidencia
sin ponerle ni quitarle,  4720
y que no podrán negarlo
más de cuatro que no saben
tampoco decir la causa,
por que no suele la carne
cocerse de dos hervores;  4725
pero, luego que la saquen
de la olla y en la agua fría
la zopen por un istante,
dándole un tercer hervor,
tierna como choclo sale.  4730

    Lo mesuro es la mazamorra;
ninguno podrá negarme
que se cuece, fijamente,
en una tercera parte
del tiempo que se precisa,  4735
siempre que acierten a echarle
una argollita entre la olla,
o un clavito, o tanto vale
una losita cualquiera,
para que hierva al istante.  4740
-187-

    Además, a esos engreídos
también quiero preguntarles
¿por qué razón un bagual
soberbio, alzao, indomable,
cuando lo bolea un gaucho,  4745
desde el punto que lo agarre
y le dueble las orejas
para adentro, y se las ate
de firme con unas cerdas
que de la cola le arranque,  4750
el animal más bellaco
en pelos deja montarse,
y el jinete lo endereza
como oveja a cualquier parte?

    Después de esto, a un avestruz  4755
es perder tiempo de balde
correrlo, porque a ese bicho
ni el demonio que lo ataje:
pero, lo bolea un gaucho,
y le impide que dispare  4760
con cuatro plumas de la ala
que suelen atravesarle
por medio de las narices;
y de ahí lo sueltan a que ande;
y con las plumas en cruz  4765
se lo arrean por delante
y lo arriman a las casas,
sin temor de que se escape.

    Estos prodigios las bolas
únicamente los hacen;  4770
pero de esto a los puebleros
poco les gusta informarse:
hasta que vienen al campo
-188-
donde lo único que saben
es maltratar mancarrones  4775
y charquiar272 y desollarse.

    Sin embargo, en otras cencias
hay hombres interminables
en cacumen y saber,
y es preciso tributarles  4780
todo el respeto debido
por lo que enseñan y saben.

    Yo conocí un Franciscano,
que era ¡un Salomón! el flaire:
y una ocasión que bajé  4785
a pasiar a Buenos Aires
desensillé en el convento,
y en su mesma celda el padre
me trató unos ocho días
con el agrado más grande.  4790

    Allí supe muchas cosas;
porque solean juntarse
los amigos de Fray Justo,
ricachones, gamonales,
y hombres de letra menuda,  4795
pero todos muy tratables,
y tan corteses que entre ellos
solía yo entreverarme
haciéndome el infeliz,
siendo capaz de tragarme  4800
a todo el convento entero;
pero, dejaba palmiarme
-189-
por tomar las once a gusto,
pues solían convidarme,
y luego me divertía  4805
viéndolos contrapuntiarse,
alegando hasta en latín
y, siempre antes de largarse,
se divertían conmigo
a fuerza de preguntarme  4810
cómo trajinan los gauchos
en el campo, y obligarme
a desatar mi recao
para que les amostrase
las bolas, el lazo, el freno,  4815
y en fin todo el cangallaje.

    Luego, como una indireuta
o el deseo de enseñarme,
en cuanto a bolas, solían
decirme que la más grande  4820
es la del mundo que tiene
(me asiguraban formales)
algo más de ocho mil leguas
en el redor, (y quién sabe
contadas cuándo y por quién);  4825
mas, ninguna duda cabe
que cada veinticuatro horas,
esa bola formidable
siempre en una mesma güella
da una güelta sin pararse  4830
ni perder el equilibrio
(que es decir, sin balanciarse),
sino rodando parejo:
del mesmo modo que lo hace
en sus regiones la luna,  4835
-190-
que es otra bola notable,
aunque nos parece un queso
porque la vemos distante,
por allá arriba a las güeltas,
en los circuleos que hace  4840
diariamente hasta que suele
algún día atravesarse
por entre el sol y la tierra,
y entonces es que nos hace
el clise, en cuanto la luna  4845
pone el cuero por delante.

    Con esto, que es la verdá,
solían embelesarme;
pero, en lo que me hacían
de sorpresa santiguarme,  4850
era con la siguranza
que me daban, al contarme
que al sol, la luna y el mundo
Dios los mantiene en el aire
suspendidos, dando güeltas,  4855
sin permitirles ladiarse
del círculo señalao,
sino que giran costantes,
con aquella liviandá
primorosa con que saben  4860
en el campo muchas veces
serenamente elevarse,
dando vuelta suspendidas,
las finas flores que esparce
sobre un tostado cardal  4865
la alcachofa al marchitarse,
y que a los soplos del viento
suelta estrellas relumbrantes.
-[191]-



ArribaAbajo- XXXIII -


El callejón de Ibáñez. -La cárcel de Buenos-Aires. -Los portales del cabildo. -Los alimañas. -¡Qué gente aquella!273


    Ahora, me dirán ustedes
y el Pampa y Luis ¿dónde están?  4870
dónde diablos los llevaron
después que los agarraron?

    Bueno; les voy a contar,
primero, dónde fue a dar
el saltiador esa vez  4875
y del cacique después
su fin también contaré.
Tiempo al tiempo... escuchenmé.

    El día de su vitoria,
al entrar con vanagloria  4880
el valeroso Berdún
esa tarde en Chascomún,
-192-
en ese istante preciso
el cabo aquel que al Mellizo
lo traiba de la Salada,  4885
hizo en la villa su entrada;
y en la cárcel lo bajó
a Luis, y allí lo entregó
con recibo al carcelero
que era un otro cancerbero  4890
pues apenas olfatiaba
a un preso, ya lo calaba
desde la punta del pelo
hasta el pisar en el suelo.

    Ansí cuanto le echó el ojo  4895
a Luis, con llave y cerrojo
en un calabozo brete,
a especie de vericueto;
luego lo incomunicó;
y después que le plantó  4900
un centinela de vista
dijo entre sí: ¡Dios te asista!
después de la Caridá274,
que pronto te cargará
del banco de las perdices275,  4905
cuando su auxilio precises
para ponerte en aquel
-193-
cuartito de san Miguel...
De ahí el alcalde llegó
a ver al preso; y mandó  4910
atracarle un par de grillos
de aquellos que los anillos
tienen juntos con pegao,
y que los han bautizao
de las ánimas, sin más  4915
que ser de notemovás276,
pues que sólo la chaveta
pesa una libra completa.

    A la mañana siguiente
dispertó el juez impaciente,  4920
a causa de haber soñao
que Luis se había escapao
y, antes que con maniador,
bozal, estaca y fiador,
el Mellizo se le fuera,  4925
a la cárcel, de carrera,
le dijo a su escribinista,
que fuese a ver por su vista,
si estaba siguro el preso;
y que le hiciera el proceso,  4930
apuntándole toditos
los crímenes y delitos
que ese malevo debía:
pues que (el alcalde) quería
mandarlo a la brevedá  4935
escoltao a la ciudá,
antes que Luis se escapase
y ni el cuento les dejase.
-194-

    Al otro día a las siete
de la mañana, un piquete  4940
de Blandengues bien armaos
ya se encontraban formaos
al frente de la prisión,
puesto a disposición
del alcalde que al momento  4945
vino y le largó al sargento
del piquete, un envoltijo
de papeles, y le dijo
que ya podía llevarlo
al saltiador y entregarlo  4950
en la ciudá con aquel
envoltijo de papel.

    Entonces más que ligero
abrió el brete el carcelero
diaonde a Luis lo sacaron  4955
cargao, y ansí lo llevaron;
pues vieron que no podía
caminar, porque tenía
por el peso de los brillos
llagaos hasta los tobillos.  4960

    Cargado así lo trujieron
cuatro hombres y lo tendieron
en un triste carretón,
tirao por un mancarrón
viejo, bichoco277 y petizo;  4965
y cuando de allí el mellizo
bien escoltado salió,
el sargento recibió
-195-
del alcalde orden expresa
de hacerle humiar la cabeza  4970
sin lástima, donde quiera
que escaparse pretendiera.

    Media semana trotiaron,
y a Buenos Aires llegaron
el día del año nuevo,  4975
cuando al bajar al malevo
frente al Cabildo, pasaban
los colegiales que andaban...
de paseo (digo yo),
y casualmente lo vio  4980
a Luis en aquel istante
don Ángel el estudiante
que a su colegio llegaba,
pues el Simenario estaba
de la cárcel a un ladito.  4985

    Por supuesto, el patroncito
al ver con grillos a Luis
y en trance tan infeliz,
luego se puso a llorar;
y les mandó suplicar  4990
a sus padres que vinieran
y al Mellizo socorrieran.

    Al istante don Faustino
con doña Estrella se vino,
no con tanta voluntá  4995
como por curiosidá;
pues ya siete años hacían
a que de Luis no sabían,
y a que lo habían sumido
en el rincón del olvido.  5000
-196-

    Con todo, se conmovieron
los patrones, y vinieron
a la cárcel en un coche;
pero llegaron de noche
cuando ya Luis encerrao  5005
estaba incomunicao.

    De ahí, cuatro días siguieron
viniendo, y no consiguieron
don Faustino ni su esposa
el saber la menor cosa  5010
del preso; pues sucedió
que a Buenos Aires llegó,
cuando las escribanías
se lo pasan muchos días
sin tomar declaraciones...  5015
quién sabe por qué razones;
pero creo que el asunto
es darles treguas por junto,
para que los cabildantes
se lo lleven de pasiantes:  5020
ansí es de que todo alcalde
gana su jornal de balde,
y lo pasa sin fatiga
rascándose la barriga.

    Luego, al final de ese asunto  5025
diz que se les abre el punto
allá por el diez de enero,
que vuelve el embrolladero
de los pleitos y custiones
entre robaos y ladrones,  5030
que andan allí confundidos,
y que son tan parecidos
que no los distinguirá
-197-
naides en la inmensidá
de jueces, procuradores,  5035
escribanos y dotores,
y otra recua de alimañes
que en el callejón de Ibáñez;
allí bajo los portales
del Cabildo, por dos riales  5040
le arman a usté un caramillo
para sacarle el justillo
diciendo que lo ha robao,
aunque usté lo haiga comprao
ese día en la Recoba:  5045
y, como usté se retoba
al ver que su acusador
es el mesmo vendedor,
y usté lo trata de vil,
se le vuelve un aguacil;  5050
y ahí mesmo en el callejón
de un soberbio manotón
lo agarra a usté del cogote,
y lo lleva al estricote
a meterlo en las crujías,  5055
donde pasa usté ocho días,
y diaonde lo sueltan seco,
sin fama y sin el chaleco,
y para colmo de ultraje,
le hacen pagar carcelaje.  5060
Esto le pasa a cualquiera
allá en la cárcel pueblera.

    En fin, de ese callejón
lo espantaron al patrón
don Bejarano, sabiendo  5065
que el hombre andaba queriendo
-198-
proteger al asesino;
de modo que don Faustino
aburrido y petardiao,
sin haber jamás hablao.  5070
A Luis el mellizo allí,
dijo pues: «quédate aquí,
juidor mal agradecido;
y, aun cuando me has ofendido
tanto, yo te auxiliaré  5075
en tu prisión, y veré
si a fuerza de diligencia
te hago aliviar la sentencia;
pero desde ahora te alvierto
que arronjas olor a muerto.»  5080

    Hecha esta resolución,
don Faustino la cumplió
fielmente, y ya no volvió
a pasar el callejón;
pero Luis en su prisión  5085
tan bien asistido estaba,
que ya no salir desiaba
de aquellas cuatro paredes,
adonde verán ustedes
la suerte que allí aguardaba.  5090
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