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ArribaAbajoSantos Vega o Los mellizos de la flor




ArribaAbajo- I -


La Tapera. -Santos Vega el Payador. -Rufo el curandero. -EL solazo. -El miraje. -El rabicano12 13


    Cuando era al sur cosa extraña,
por ahí junto a la laguna
que llaman de la Espadaña,
poder encontrar alguna
pulpería de campaña:  5

    Como caso sucedido,
y muy cierto de una vez14,
-2-
cuenta un flaire15 cordobés
en un proceso imprimido,
que, el día de san Andrés,  10

    Casualmente se toparon,
al llegar a una tapera,
dos paisanos que se apiaron16
juntos, y desensillaron
a la sombra de una higuera.  15

    Porque un sol abrasador
a esa hora se desplomaba;
tal que la hacienda17 bramaba
y juyendo del calor
entre un fachinal18 estaba.  20

    Ansí, la Pampa19 y el monte
a la hora del medio día
un disierto parecía,
pues de uno al otro horizonte
ni un pajarito se vía.  25

    Pues tan quemante era el viento
que del naciente soplaba,
que al pasto verde tostaba;
y en aquel mesmo momento
la higuera se deshojaba.  30
-3-

    Y una ilusión singular
de los vapores nacía;
pues, talmente, parecía
la inmensa llanura un mar
que haciendo olas se mecía.  35

    Y en aquella inundación
ilusoria, se miraban
los árboles que boyaban,
allá medio en confusión
con las lomas que asomaban.  40

    Allí, pues, los dos paisanos
por primera vez se vieron;
y ansí que se conocieron,
después de darse las manos,
uno al otro se ofrecieron.  45

    El más viejo se llamaba
Santos Vega el payador,
gaucho20 el más concertador,
que en ese tiempo privaba
de escrebido y de letor21;  50
-4-

    El cual iba pelo a pelo22
en un potrillo bragao,
flete23 lindo como un dao24
que apenas pisaba el suelo
de livianito y delgao.  55

    El otro era un Santiagueño
llamado Rufo Tolosa,
casado con una moza
de las caídas del Taqueño25,
muy cantora y muy donosa.  60

    Rufo ese día montaba
un redomón26 entre-riano,
muy coludo el rabicano27,
y del cabestro llevaba
otro rosillo orejano28.  65

    Ello es que allí se juntaron
de pura casualidá,
pero, muy de voluntá,
lo que medio se trataron,
hicieron una amistá.  70

    Conviniendo en que se apiaban
por la calor apuraos,
y en que traiban29 fatigaos
-5-
los pingos30, como que estaban
enteramente sudaos;  75

    Ansí es que desensillaron,
y, a fin que no se asoliasen
los fletes y se pasmasen,
a la sombra los ataron
para que se refrescasen.  80

    Luego, al rasparle el sudor31
Santos Vega a su bragao,
reparó que a su costao
estaba en el maniador32
el rabicano enredao.  85

    Y al dir a desenredarlo,
cuando la marca33 le vio,
tan fiero se sosprendió,
que sin poder ocultarlo
ahi mesmo se santiguó.  90

    Tolosa luego también
se asustó de Veja al verlo
triste, y por entretenerlo,
haciéndose como quien
suponía conocerlo:  95

    -¿No es usté el amigo Ortega?
Tolosa le preguntó;
-6-
y el viejo, ansí que le oyó
-No, amigo; soy Santos Vega
su servidor, respondió.  100

    A esta oferta el santiagueño
se quitó el sombrero atento,
y con todo acatamiento
se le ofreció con empeño
a servirlo al pensamiento.  105

    Tal merece un payador
mentao34 como Santos Vega,
que, a cualquier pago35 que llega,
el parejero36 mejor
gaucho ninguno le niega.  110

    De ahí Rufo picó tabaco
y dos cigarros armó;
que en apuros se encontró
para armarlos, porque el naco37
medio apenas le alcanzó.  115

    Largole a Vega el primero,
y, a los avíos38 lueguito
echando mano, ahí mesmito
sacó fuego en el yesquero
con un solo golpecito.  120

    El viejo, inmediatamente
que su cigarro encendió,
a Tolosa le largó
-7-
un chifle39 con aguardiente,
y Rufo se le afirmó.  125

    Luego, los dos a pitar
frente a frente se sentaron;
y, lo que se acomodaron
al ponerse a platicar,
de lo siguiente trataron.  130



ArribaAbajo- II -


El diálogo. -La marca fatal. -La amistad. -El chifle. -Las ofertas


SANTOS VEGA

    -Amigo, me ha contristao
haber visto en su caballo
una memoria funesta
de ahora muchísimos años,
y que hoy me la representa  135
la marca del rabicano.
¿No me dirá de quién es?

RUFO TOLOSA

    -Es marca nueva en el pago,
del uso de un tal Ludueña,
-8-
y hace poco há que la trajo.  140
Digo, si es esta, velahí
una Y con flor en el cabo...
Y en el suelo rayó ansí: Mano e Y con flor en el cabo
con un alfajor40 tamaño.

VEGA

    -La mesma es sin diferencia,  145
y asimesmo ya no extraño
verla de nuevo en el mundo;
pero sépase, paisano,
que de esa marca fatal
hubo un malevo41 cristiano.  150
Tan ladrón, tan asesino,
y en suma tan desalmado,
que en el tiempo en que vivió
era el terror de estos pagos,
donde hizo llorar a muchos  155
inocentes desgraciados,
y burlaba la justicia
de este mundo matreriando42,
hasta que al fin lo alcanzó
la mano de Dios, y al cabo  160
diole un castigo terrible
del modo menos pensado.
    Quisiera tener lugar
hoy para contarle el caso,
pero ya no tengo tiempo,  165
porque es argumento largo.
-9-
De manera que otra vez,
si por suerte nos topamos,
o la fortuna me arronja
algún día por su pago,  170
lo que no será difícil
porque yo vivo gauchando43...
entonces sí le prometo
hacerle el cuento despacio.

TOLOSA

    -Pues yo quisiera, aparcero,  175
que hoy mesmo, si es de su agrado,
se viniera en mi compaña
a saber en donde paro;
y alvierta que, sin lisonja,
yo sería afurtunado  180
haciéndole conocer
a mi chinita44 y mi rancho45,
adonde entre la pobreza
sobresale el agasajo,
con el cual allí le ofrezco,  185
un cimarrón46 y un churrasco47,
-10-
y cuatro pesos también,
si usté gusta disfrutarlos.

VEGA

    -Amigo, un cariño tal
no es posible despreciarlo;  190
ansí ya de agradecido
me resuelvo a acompañarlo,
por conocer su patrona
y ponerme a su mandado.
Con que, si gusta, ensillemos,  195
ya que el sol se va ladiando.

TOLOSA

    -Al istante; deje estar,
le arrimaré su caballo,
y en el momento...

VEGA

    -... No, amigo;  200
yo soy viejito fortacho.
Lárguemelo a mi potrillo;
vaya no más ensillando.
-[11]-



ArribaAbajo- III -


San Boromdón. -Juana Petrona. - El Rancho. -Carne con cuero. -El fogón


    Luego, después de ensillar,
al chifle, lo que montaron,  205
otro beso le pegaron,
y salieron a la par;
y, después de caminar
cinco leguas de un tirón,
cruzaron un cañadón48,  210
y por último llegaron
a un rancho, donde se apiaron,
cerca de San Borombón49.

    Aunque de facha tristona
era el rancho, en la ramada50  215
con cuero51 estaba colgada
-12-
media res de vaquillona52;
porque la Juana Petrona
era algo regaloncita,
y desde esa mañanita  220
esperaba a su marido,
que con el recién venido
cayeron de tardecita.

    Desensilló el forastero,
y del palenque al bragao  225
Rufo lo echó acollarao
al campo con un obero;
de ahí le acomodó el apero53
del cantor en un rincón;
y luego para el fogón  230
a la caldera acudieron,
y, ansí que hirvió, se pusieron
a tomar un cimarrón.

    Un rato largo después,
Rufo, Juana y el cantor,  235
al frente del asador,
cimarroniaban los tres;
mientras el chifle otra vez
andaba de lao a lao,
dándole tiempo a un asao  240
de entrepierna como un cielo,
que sin quemarle ni un pelo
salió del fuego dorao.

    Cuando la ocasión llegó,
cenaron a lo divino,  245
-13-
con dos limetas de vino
que la patrona sacó;
y, en cuanto Rufo lo vio
a Vega medio alegrón,
le dijo: -Con su perdón,  250
paisano, le haré cantar,
si lo quiere destapar,
mi chinita en la ocasión.

    Bajo del bien entendido
que usté también cantará,  255
y luego se acordará,
que es deuda lo prometido;
razón por la que le pido
que no se vaya a olvidar,
y acabando de cantar,  260
si no tiene inconveniente,
por mucho favor nos cuente
lo que me ofreció contar.

    -Amigo, a su merecer,
díjole Vega a Tolosa,  265
me pide muy poca cosa
con tan poco pretender.
¿Qué inconveniente ha de haber
que mi palabra quebrante?
Ninguno; ansí que me cante  270
su patrona, como es justo,
luego yo con mucho gusto
los complaceré al istante.

    -Yo de cantora no privo,
la moza a Vega le dijo;  275
mientras que de usté colijo
que es cantor facultativo.
-14-
Ansí mesmo no me esquivo,
antes lo voy a obligar-.
Y acabando de templar  280
la guitarra, por el tres
cantó una cifra después,
que a Vega lo hizo llorar.

    En seguida el payador,
con tierna voz amorosa,  285
cantó en tonada quejosa
unas décimas de amor;
y a los trinos del cantor,
que hasta el alma penetraban,
Rufo y su mujer estaban  290
tan de veras conmovidos,
que en silencio enternecidos
de hilo en hilo lagrimiaban.

    Recién entonces la moza
al payador conoció,  295
y nunca se demostró
con naides más cariñosa;
ansí le rogó empeñosa
también que contara el cuento,
y Santos Vega al momento  300
se vido en la obligación
de pedirles atención
para entrar en argumento.

    A escucharle atentamente
Rufo se determinó,  305
para lo cual atizó
los tizones diligente.
Su mujercita igualmente
se aprontó, pues de carrera
-15-
llenó de agua la caldera;  310
sentose, la puso al fuego...
y Vega su cuento luego
empezó de esta manera.



ArribaAbajo- IV -


La laguna. -El pajonal. -Los mirasoles. -Las cigüeñas. -Las nutrias

    -Como treinta años hará
que en la costa del Salado54,  315
del Paso de la Postrera
un poco más río abajo,
en la banda que hace al norte,
no muy lejos de un bañado55,
que rodea a una laguna,  320
con su pajonal dorado
de filosa cortadera56
coronada de penachos;
donde el agua cristalina
y raudalosa manando  325
cubre el junco y la totora,
-16-
y un cardumen de pescado
que los zamaragullones57,
constantemente buceando,
bajan al fondo y se comen  330
el más tierno y delicado;
mientras, en varios islotes
de raíces que andan boyando,
flacones los mirasoles58
y tristes y corcovados,  335
se pasan de sol a sol
mirando al cielo embobados;
en tanto que altas cigüeñas
con el pescuezo estirado,
plantadas en la masiega,  340
allí se están atorando
con una víbora entera
de cinco cuartas de largo...
víboras que desde chicas
se tragan vivos los sapos;  345
y donde los patos-riales,
entre otros distintos patos,
se anidan y se confunden
con los cisnes y los gansos,
y las gallinetas negras  350
y los flamencos rosados...
aves todas que matizan
el centro limpio del lago
y desde que nace el día
nadan allí retozando  355
-17-
sobre las nutrias miedosas,
que asoman de cuando en cuando,
y zambullen, y se escuenden
de la luz, porque aguaitando
esperan la nochecita  360
para salir hasta el pasto;
donde el altivo chajá59,
en vez de tomar descanso
después que por las regiones
del aire se ha remontado,  365
baja allí a pasar la noche.
de centinela del campo,
y con sus gritos está
en la oscuridá alertiando,
cerca pues de esa laguna,  370
o manantial encantado,
hay una loma elevada
que domina todo el campo,
a la cual trebo de olor
sumamente delicado  375
y tierna y fresca gramilla
la cubren de un alfombrado,
que verdea reluciente
tres cuartas partes del año,
-18-
entre lindas margaritas  380
de brillante colorado,
y florida manzanilla
de que está el suelo estrellado...
fue allí donde sucedió
lo siguiente: oigan el caso.  385
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