Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente






ArribaAbajo- X -


La madrugada. -La ramada. -El sol naciente. -Los gauchos recogedores. -El rodeo. -El venteveo. - El chimango


    Como no era dormilona,
antes del alba siguiente,
bien peinada y diligente  890
-40-
se hallaba Juana Petrona,
cuando ya lucidamente

    Venía clariando al cielo
la luz de la madrugada,
y las gallinas al vuelo  895
se dejaban cair al suelo
de encima de la ramada.

    Al tiempo que la naciente
rosada aurora del día,
ansí que su luz subía,  900
la noche oscura al poniente
tenebroso descendía.

    Y como antorcha lejana
de brillante reverbero,
alumbrando al campo entero,  905
nacía con la mañana
brillantísimo el lucero.

    Viento blandito del norte
por San Borombón cruzaba
sahumado, porque llegaba  910
de Buenos Aires, la corte
que entre dormida dejaba.

    Ya también las golondrinas,
los cardenales y horneros
calandrias y carpinteros,  915
cotorras y becasinas
y mil loros barrangueros;

    Los más alborotadores
de aquella inmensa bandada
en la Espadaña rociada  920
-41-
festejaban los albores
de la nueva madrugada;

    Y cantando sin cesar
todo el pago alborotaban,
mientras los gansos nadaban  925
con su grupo singular
de gansitos que cargaban.

    Flores de suave fragancia
toda la pampa brotaba,
al tiempo que coronaba  930
los montes a la distancia
un resplandor que encantaba:

    Luz brillante que allí asoma,
el sol antes de nacer;
y entonces da gozo el ver  935
los gauchos sobre la loma
al campiar y recoger89;

    Y se vían alegrones
por varios rumbos cantando,
y sus caballos saltando  940
fogosos los albardones,
al galope y escarciando;

    Y entre los recogedores
también sus perros se vían,
que retozando corrían  945
festivos y ladradores,
que a las vacas aturdían.
-42-

    Y embelesaba el ganao90
lerdiando91 para el rodeo,
como era un lindo recreo  950
ver sobre un toro plantao
dir cantando un venteveo92;

    En cuyo canto la fiera
parece que se gozara,
porque las orejas para  955
mansita, cual si quisiera
que el ave no se asustara.

    Ansí, a la orilla del fango
del bañado, la más blanca
y cosquillosa potranca93  960
ni mosquea, si un chimango94
se le deja cair en la anca.

    Solos, pues, sin albeldrío,
estaban los ovejeros
cuidando de los chiqueros,  965
mientras se alzaba el rocío
para largar los corderos95.

    Después, en San Borombón
todo a esa hora embelesaba,
hasta el aire que zumbaba,  970
-43-
al salir del cañadón
la bandada que volaba;

    Y la sombra que de aquella
sobre el pastizal refleja,
tan rápida que asemeja  975
un relámpago o centella,
y velozmente se aleja.

    Y los potros relinchaban
entre las yeguas mezclaos;
y allá lejos enzelaos96  980
los baguales97 contestaban
todos desasosegaos.

    Ansí los ñacurutuces98
con cara fiera miraban
que esponjados gambeteaban,  985
juyendo los avestruces
que los perros acosaban,

    Al concluir la recogida,
cuando entran a corretiarlos;
y que al tiempo de alcanzarlos  990
aquellos de una tendida
se divierten en cociarlos99.

    Y de ahí, los perros trotiando
con tanta lengua estirada
-44-
se vienen a la carniada100,  995
y allí se tienden jadiando
con la cabeza ladiada:

    Para que las criaturas
que andan por allí al redor,
o algún mozo carniador,  1000
les larguen unas achuras101
que es bocado de mi flor.

    Tal fue por San Borombón
la madrugada del día,
en que el payador debía  1005
hacer la continuación
del cuento aquel que sabía.



ArribaAbajo- XI -


El santiagueño. -A trajinar. -Las carreras. -La enancada


    Rufo también era un crudo102
para eso de madrugar,
-45-
pero se dejó atrasar  1010
del sueño, y medio desnudo
vino al fin a yerbatiar103.

    Y más que Rufo, lerdón
Vega anduvo al levantarse;
de modo que al recordarse  1015
bostezando, un cimarrón
tomó al dir a persignarse.

    Y al punto que sus devotas
oraciones concluyó,
todo se desperezó,  1020
y entresobando104 las botas
al fogón enderezó;

    En donde otros buenos días
los dos paisanos se dieron,
y matiando se estuvieron;  1025
y entre varias gollorías
hasta la mañana hicieron105.

    De ahí, Tolosa en calzoncillos
y con la cabeza atada,
salió a darle una vichada  1030
al campo y vido al potrillo
del cantor en la cañada.
-46-

    Luego, Rufo alzó la mano,
y, dándose redepente
una palmada en la frente,  1035
dijo: ¡Por Cristo! paisano,
que con su cuento, caliente,

    Ya olvidaba la carrera
que hoy juega el amigo Ramos;
y será güeno que vamos  1040
a ver de alguna manera
si por allá trajinamos.

    -¿Qué decís? dijo la moza.
¿Ya te lo querés llevar
para hacerlo trajinar  1045
a este hombre? ¡Miren qué cosa!
¡Y a mí me pensás dejar!...

    -Yo iré con la condición,
dijo Vega, que permita
la muente a la patroncita  1050
en ancas, con su perdón.

    -¿Pues no? dijo la mocita;
quiero el envite y consiento,
teniendo a gala y placer
en dir con usté, y volver  1055
a oírle proseguir el cuento,
si acaso pudiera ser.

    -¡Ah, china! Si es un encanto
para un decir: ¡Oiganlé!
¡Y tan humilde! Ya ve;  1060
por eso la quiero tanto:
dijo Tolosa y se fue.
-47-

   -Salí, calandria, salí,
Juana dijo; y te prevengo,
que a tu cariño me atengo  1065
cuando te ausentas de mí,
y de pena volvés rengo.

    Rufo se desentendió,
como que estaba enfrenando
un mancarrón106, y saltando  1070
en pelos107 enderezó
a la cañada rumbiando.

    Volvió pronto, y almorzaron
un churrasco a la ligera,
y después a la carrera  1075
con hembra y todo surquiaron;
y a la oración regresaron:

    Platudos y complacidos
y hasta medio divertidos108,
pero en muy linda armonía,  1080
habiendo pasao el día
alegres y bien comidos.

    Con todo eso, un costillar
en el asador clavaron,
y cuasi se lo acabaron.  1085
después de cimarronear.
Luego, sin más esperar,
el payador muy contento,
recorriendo el pensamiento,
-48-
dijo. -Voy a continuar,  1090
si desean escuchar
que prosiga mi argumento.



ArribaAbajo- XII -


Los mellizos. -El niño perverso. -El mordiscón. -El descuadrillado. -La fuga


    Un tal Bruno Salvador,
porteñazo lenguaraz109,
era entonces capataz  1095
de la Estancia de la Flor.
Por mozo trabajador
don Faustino lo quería,
y a boca llena decía
que Bruno era sin igual,  1100
honrao a carta cabal
y terne110 si se ofrecía.

    Bruno era recién cacao
con una rubia preciosa;
ansí quería a su esposa  1105
con un cariño extremao;
pero fue tan desgraciao
que al primer año enviudó,
pues la moza se murió
-49-
en un parto de mellizos,  1110
tan grandes y tan rollizos
que al parirlos sucumbió.

    Esa fatal desventura
a Salvador en seguida
también le costó la vida,  1115
y lo echó a la sepultura.
Luego, llenos de tristura
doña Estrella y el patrón,
movidos de compasión
por la yunta de guachitos111,  1120
tornaron los mellicitos
bajo de su proteción.

    Allí en la Estancia se criaron
con Angelito a la vez,
y muchos días los tres  1125
de un mesmo pecho mamaron;
y al istante que asomaron
(como quien dice) la espuela
de gallitos, a la escuela
allí se les destinó,  1130
donde cada uno empezó
a demostrar su entretela:

    O aquella disposición,
con que a poco de nacer
da un muchacho a conocer  1135
su buen o mal corazón.
Así, desde charabón112,
-50-
el mellizo más flauchín
descubrió un alma tan ruin,
y perversa de tal modo,  1140
que con buena crianza y todo
salió un saltiador al fin.

    Este se llamaba Luis,
y el otro hermano Jacinto,
criatura de un istinto  1145
humilde como perdiz;
así, a ser hombre feliz
trabajando consiguió,
porque el patrón lo estimó
y doña Estrella también,  1150
y el patroncito con quien
como hermano se trató.

    Pero Luis, un cuchillero
fue a los siete años no más,
y mal pegador de atrás,  1155
vengativo y camorrero;
y era su gusto a un cordero,
todavía mamoncito,
enlazarlo y maniadito
echarlo vivo al fogón;  1160
y en verlo hacer chicharrón
se gozaba el muchachito.

    Una tarde, a un pobre ciego
limosnero lo llevó,
y por gusto lo sentó  1165
sobre unas brasas de fuego;
y otra ocasión a un Gallego,
que le enseñó la dotrina,
le trujo de la cocina
-51-
un cimarrón de humorada  1170
con la bombilla caldiada,
y le quemó la bocina.

    Yo no he visto travesuras
como las de ese maldito,
pues cuasi mató a Angelito  1175
en una de sus diabluras,
llevándolo medio a oscuras
a un galpón, sin más asunto
que darle un susto por junto.
Ansí, en cuanto lo metió,  1180
sobre un borracho lo echó,
diciéndole: «¡Es un difunto!»

    Tan espantoso alarido
de susto el niño pegó,
que al grito el padre salió  1185
corriendo y despavorido.
Entonces Luis, aturdido,
quiso juirle, y trompezó;
de manera que rodó
a los pies de don Faustino,  1190
que encima del guacho vino
y medio se desnucó.

    Doña Estrella, cuasi muerta
de susto del alarido,
corrió atrás de su marido  1195
con tamaña boca abierta,
y también junto a la puerta
sobre un mastín se cayó;
el cual la desconoció,
pues, en ancas del porrazo,  1200
de un mordiscón un pedazo
de las nalgas le arrancó.
-52-

    Alzaron luego en seguida
al niño Ángel desmayao,
al patrón descuadrillao,  1205
y a la señora mordida;
y de ahí principió la vida
delincuente de Luisito;
añadiendo a su delito
que, esa noche se juyó,  1210
y a su hermano le robó
el poncho y un puñalito.

    Ahora, ocho años pasarán
desde que Luis se juyó
hasta el tiempo en que ocurrió  1215
lo que ustedes no sabrán;
y, aun cuando no inorarán
lo primero que refiera,
en lo que sigue pudiera
que no se hallen al corriente,  1220
pues de entonces al presente
van treinta años como quiera.



ArribaAbajo- XIII -


La indiada. -El malón. -El adivino. -Los pichigotones. -Las reparticiones. -Las cautivas


    Siempre al ponerse en camino
a dar un malón113 la Indiada
-53-
se junta a la madrugada  1225
al redor de su adivino114;
quien el más feliz destino
a todos les asigura,
y los anima y apura
a que marchen persuadidos  1230
de que no serán vencidos
y harán la buena ventura.

    Pero, al invadir la Indiada
se siente, porque a la fija115
del campo la sabandija  1235
juye adelante asustada,
y envueltos en la manguiada116
vienen perros cimarrones117,
zorros, avestruces, liones,
gamas, liebres y venaos,  1240
y cruzan atribulaos
por entre las poblaciones.

    Entonces los ovejeros
coliando118 bravos torean119,
y también revoletean  1245
gritando los teruteros120;
pero, eso sí, los primeros
-54-
que anuncian la novedá
con toda siguridá,
cuando los Indios avanzan,  1250
son los chafases que lanzan
volando: ¡chajá! ¡chajá!

    Y atrás de esas madrigueras
que los salvajes espantan,
campo afuera se levantan,  1255
como nubes, polvaderas
preñadas todas enteras
de Pampas121 desmelenaos,
que al trote largo apuraos,
sobre sus potros tendidos,  1260
cargan pegando alaridos,
y en media luna formaos.

    Desnudos de cuerpo entero
traen sólo encima del lomo
prendidos, o no sé cómo,  1265
sus quillapices122 de cuero
y unas tiras de plumero
por las canillas y brazos;
de ahí randas cascabelazos
del caballo en la testera;  1270
y se pintan de manera
que horrorizan de fierazos123.

    Y como ecos del infierno
suenan roncas y confusas,
entre un enjambre de chuzas,  1275
-55-
rudas trompetas de cuerno;
y luego atrás en lo externo,
del arco que hace la Indiada,
viene la mancarronada124
cargando la toldería,  1280
y también la chinería125
hasta de a tres enancada126

    Ansí es que cuando pelean
con los cristianos, que acaso
en el primer cañonazo  1285
tres o cuatro Indios voltean,
en cuanto remolinean
juyen como exhalaciones;
y, al ruido de los latones127,
las chinas al disparar  1290
empiezan luego a tirar
al suelo pichigotones128.

    Pero, cuando vencedores
salen ellos de la empresa,
los pueblos hechos pavesa  1295
dejan entre otros horrores;
y no entienden de clamores,
porque ciegos atropellan,
y así forzan129 y degüellan
niños, ancianos y mozos;  1300
pues como tigres rabiosos
en ferocidá descuellan.
-56-

    De ahí, borrachos, en contiendas
entran los más mocetones,
para las reparticiones  1305
de las cautivas y prendas;
y por fin con las haciendas
de todo el pago se arrean;
y, cuando rasas humean
las casas de los cristianos,  1310
los Indios pampas ufanos
para el disierto trotean...

    Sin dejar vieja con vida;
pero de las cotorronas130,
mocitas y muchachonas  1315
hacen completa barrida;
y luego a la repartida
ningún cacique atropella;
y a la más linda doncella
aparta y la sirve en todo,  1320
hasta que luego, a su modo,
también se casa con ella.

    Y, desdichada mujer
la que después de casada
comete alguna falsiada131  1325
que el Indio llegue a saber,
porque con ella ha de hacer
herejías, de manera
que a la hembra mejor le fuera
caer en las garras de un moro  1330
-57-
o entre las aspas de un toro
que con un Indio cualquiera.

    En fin, a la retirada
nunca salen reunidos,
sino en trozos extendidos  1335
por la campaña asolada;
y, en toda la atravesada,
mamaos132 atrás van llorando
los que cautiva faltando,
es decir, los que no tienen  1340
mujer, desgracia que vienen
con la tranca133 lamentando.

    Y hay cautiva que ha vivido
quince años entre la Indiada,
de donde al fin escapada  1345
con un hijo se ha venido,
el cual, después de crecido,
de que era indio se acordó
y a los suyos se largó;
y vino otra vez con ellos,  1350
y en uno de esos degüellos
a su madre libertó.

    Como ha habido desgraciada
que, escapada del disierto,
sus propios hijos la han muerto  1355
después en una avanzada,
por hallarla avejentada,
o haberla desconocido;
-58-
y otros casos han habido
que luego referiré;  1360
y antes de eso pitaré
porque estoy medio rendido.
Anterior Indice Siguiente