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Una primera versión del presente trabajo fue leída con el título «Sarmiento y Mariátegui frente a la heterogeneidad cultural latinoamericana: dos tradiciones intelectuales en diálogo», en la intervención en el panel «Intelectuales y heterogeneidad cultural», en el marco de las Primeras Jornadas Internacionales de Educación Lingüística (Facultad de Ciencias de la Administración -Universidad Nacional de Entre Ríos, Concordia- Entre Ríos, 12 al 14 de agosto de 2004).

 

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Para un estado de la cuestión acerca de la aplicación y el debate sobre esta noción acuñada por Antonio Cornejo Polar, remitimos al nutrido volumen antológico, publicado en homenaje al crítico peruano: José Antonio Mazzotti y U. Juan Zevallos Aguilar (coords.) 1996, Asedios a la Heterogeneidad Cultural..., Philadelphia: Asociación Internacional de Peruanistas.

 

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El mismo Cornejo Polar (1994, 12-13) se encargó de entramar este ramillete de categorías críticas de uso frecuente en esos años, a las que agregamos la noción más reciente de «diversidad cultural».

 

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Las citas textuales y las alusiones a pasajes de estos dos textos han sido tomadas de las siguientes ediciones: D. F. Sarmiento 1938 [1845] Facundo. Edición crítica y documentada. Vol. I. Prólogo de Alberto Palcos. La Plata: Universidad Nacional de La Plata (en adelante, F.), y J. C. Mariátegui. 1980 [1928] 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Empresa Editorial Amauta. 20.ª edic. popular (en adelante, 7e).

 

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Desarrollamos más extensamente esta noción en los siguientes trabajos: Scarano 1991a y 1991b.

 

6

En el Facundo, Sarmiento apela a diferentes recursos para eludir, negar o descalificar a quienes juzga inferiores y, en algunos casos, llega a despojarlos de la condición humana (por ejemplo: colectivizar al otro indígena (el malón, las hordas) que atraviesa el desierto exterior, colocarlo en un segundo plano, bestializándolo, sin llegar al retrato panfletario ni caer en descripciones abiertamente racistas). En cambio, sí encontramos pasajes enfáticamente racistas en textos aún anteriores a 1845, donde no se ahorran improperios descalificadores, utilizados como epítetos para dejar caer su denostación (por ejemplo: caracterizaciones de inusitada rudeza como las que publicó en un periódico chileno, en 1844, en una reseña crítica a un texto del chileno Lastarria que ponía en tela de juicio el sistema colonial de los españoles). Allí Sarmiento dejó por escrito una inequívoca toma de posición sobre el exterminio indígena, de lo otro, bárbaro y diferente, con una argumentación tan temible como falaz:

Si este procedimiento terrible de la civilización es bárbaro y cruel a los ojos de la justicia y de la razón, es, como la guerra misma, como la conquista, uno de los medios de que la providencia ha armado a las diversas razas humanas y entre éstas a las más poderosas y adelantadas, para sustituirse en lugar de aquellas que por su debilidad orgánica o su atraso en la carrera de la civilización, no pueden alcanzar los grandes destinos del hombre en la tierra. Puede ser muy injusto exterminar salvajes, sofocar civilizaciones nacientes, conquistar pueblos que estén en posesión de un terreno privilegiado; pero gracias a esta injusticia, la América, en lugar de permanecer abandonada a los salvajes, incapaces de progreso, está ocupada por la raza caucásica, la más perfecta, la más inteligente, la más bella y la más progresiva de las que pueblan la tierra...


(Sarmiento 1948 [1844], 218)                


 

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D. F. Sarmiento, «Anuncio de la Vida de Quiroga», en Sarmiento 1938, Facundo, 1.

 

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Todos los fragmentos colocados como epígrafes en los capítulos del Facundo provienen de obras de figuras europeas de indiscutible prestigio, tales como escritores (Victor Hugo, Lamartine, Chateaubriand, Shakespeare), historiadores y filósofos (Villemain, Alix, Cousin), científicos y viajeros (Humboldt, Malte-Brun, Head), entre otros.

 

9

Paul Verdevoye se encargó de corregir el frecuente error de atribuir a Volney la autoría de la frase que Sarmiento adjudicó a Fortoul e indicó a Diderot como la verdadera fuente de ese pasaje textual (cfr. Verdevoye 1988, 80). Asimismo conviene recuperar al respecto el contrapunto entablado entre las interpretaciones divergentes sobre el Facundo de Ricardo Piglia y David Viñas, a propósito de estos «deslices» de Sarmiento en el momento de citar fuentes de la «alta cultura» occidental. En tanto que Ricardo Piglia adjudica el uso de fuentes citadas de segunda mano a una o falta constitutiva de la cultura americana, Viñas le refuta que ese «bricolage» es justamente una de sus marcas distintivas (cfr. Piglia 1980 y 1989; Viñas 1988).

 

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Transcribimos algunas citas que ilustran la insistente recurrencia a ese argumento en diferentes órdenes de la realidad: «La supervivencia de la feudalidad en la Costa, se traduce en la languidez y pobreza de su vida urbana» (30), la cuestión indígena no podrá ser resuelta, «mientras subsista la feudalidad de los "gamonales"» (35); «[E]n la historia de nuestra literatura, la Colonia termina ahora [...]. El "indigenismo" [...] está extirpando, poco a poco, desde sus raíces, al "colonialismo"» (350).