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VIII. Abusos que hay en la frecuencia de la Sagrada Comunión

     Esto baste agora; y de aquí recogeremos los abusos que hay en el uso de este divino Sacramento, de que proceden las querellas y escándalos de muchos. Ca muchos hay que comulgan a menudo y que ninguna mudanza hacen en sus vidas, antes tienen sus pasiones y apetitos y ambiciones y cobdicias tan encendidas como los demás.

     Otros hay que comulgan por estilo y pura costumbre, sin tener la hambre y deseos que pide este Pan Celestial. Otros, comulgan con la misma desgana que éstos, los cuales por sólo ver comulgar a otros, quieren también ellos comulgar. En lo cual particularmente, son señaladas algunas mujeres, diciendo: pues aquélla y la otra comulgan tantas veces, yo también quiero hacer lo mismo.

     Otros hay que comulgan por sola obligación, sin moverlos alguna particular hambre o devoción, como puede acontecer a algunos religiosos, los cuales tienen por estatuto comulgar cada ocho o cada quince días. Y puede acaecer algunos menos devotos hacer esto no por devoción, sino porque los necesitan a ellos. Todos éstos aprovechan poco o nada con el uso de este Pan Celestial.

     Acerca de lo cual contaré lo que me acaeció con una persona que comulgaba muchas veces, y con todo esto vivía con alguna licencia y soltura. Y maravillado yo que la frecuencia de este sacramento, que tanta eficacia tiene para mejorar las vidas, no mejorase la suya le pregunté la causa de ello. A esto me respondió que a la verdad él no se aparejaba con la devoción y disposición necesaria y que comulgaba más por necesidad que por voluntad porque un confesor le había conmutado ciertos votos en esta frecuencia; por donde luego entendí que la causa de su poco aprovechamiento era su poca devoción.

     Porque habéis de saber que, como las causas naturales obran conforme a la disposición que hallan en la materia, donde el fuego quema fácilmente la leña seca y no la verde por no estar dispuesta para recibir la forma del fuego; así también las causas sobrenaturales, que son los sacramentos, causadores de la gracia, obran conforme a la disposición que hallan en el ánima. Y de aquí procede haber algunas personas que tienen por costumbre comulgar a menudo, sin sentir en sí mejoría; y muchos sacerdotes a cabo de veinte años que celebran no reconocen en sí mudanza alguna. Y la causa es porque los unos y los otros no frecuentan este sacramento con la disposición y aparejo que se requiere. Y esto es lo que señaladamente ofende a los que de esto murmuran, no viendo en ellos el mejoramiento que de este sacramento se espera.

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