Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

111

Se ha utilizado la edición de Martín de Riquer (Barcelona: Juventud, 1965). Como fuente básica para desarrollar el estudio de este inventario e identificar y describir las conductas kinésicas, remito al lector a mi obra La comunicación no verbal, volumen I: Cultura, lenguaje e interacción; volumen II: Paralenguaje, kinésica e interacción; volumen III: Nuevas perspectivas en novela y teatro y en su traducción (Madrid: Ediciones Istmo, 1994; 2ª ed. ampliada, en prep.); «Aspects, Problems and Challenges of Nonverbal Communication in Literary Translation», en F. Poyatos (ed.), Nonverbal Communication in Translation. 17-47 (Amsterdam/Filadelfia: John Benjamins). En la pág. 135 del volumen III de La comunicación no verbal debe leerse «buena parte de las conductas kinésicas» donde por error dice «se registran todas las conductas kinésicas».

 

112

Desde ahora identificado como «El paralenguaje». Cf. Fernando Poyatos, «El paralenguaje en el Quijote: inventario completo y bases para su estudio». Signa 7 (1998), 293-318.

 

113

Kinésica: movimientos y posiciones de base psicomuscular conscientes o inconscientes, aprendidos o somatogénicos, de percepción visual, audiovisual y táctil o cinestésica, aislados o combinados con la estructura lingüística y paralingüística y con otros sistemas somáticos y objetuales, con valor comunicativo intencionado o no; es decir, todo movimiento externo y posición observables (gestos, respingos, tics, atusamiento de cabello), puesto que todos contribuyen a la imagen visual de la persona; también son kinésica las posturas simultáneas al movimiento (ej., los brazos cruzados, o la inclinación del cuerpo, al andar). Es indispensable identificar:

(a) la distinción entre gestos, maneras (no sólo «maneras» o modales personales o culturales, sino «la manera» como se realiza un gesto o una postura según cultura, sexo, nivel socieducacional, estado emocional, etc.), y posturas, de gran valor comunicativo, intercultural, social y personal;

(b) el carácter segmental de cualquiera de estas tres categorías como elementos del discurso (construyendo una frase verbal-no verbal) y de la interacción: «¡Voto... -y miró al cielo y apretó los dientes- que estoy por hacer un estrago en ti [... ]!» (I, XXXVII);

copy; la coestructuración intersistémica, es decir, su relación con las palabras, el paralenguaje, el sonrojo, etc., incluso en una frase: «puestos los ojos en Quiteria, con voz tremente y ronca» (II, XXI);

(d) la coestructuración intrasistémica, es decir, dentro del mismo sistema kinésico: «con pasos quedos, el cuerpo agobiado y el dedo puesto sobre los labios» (II, XXXIII);

(e) las cualidades parakinésicas, que diferencian estilos personales y culturales (equivalentes a las paralingüísticas con relación al lenguaje verbal): intensidad, similar al acento y la tensión articulatoria: «Venía pisando quedito, y movía los pies blandamente» (II, XLVIII); campo, similar al alargamiento-acortamiento silábico: «una grande y profunda inclinación y reverencia» (II, XXXII); velocidad, similar al tempo del discurso: «y tomó a pasearse con el mismo reposo que primero (I, III), «con acelerada y nunca vista furia comenzó a llover cuchilladas» (II, XXVI); y duración: «mirando al suelo sin mover pestaña gran rato» (I, XXIII);

(f) el itinerario trifásico de cada conducta kinésica, que diferencia, por ejemplo, la ejecución de un gesto en culturas diferentes y según el nivel socioeconómico, sexo, edad, personalidad, etc., así como su ejecución en la época cervantina y ahora, aunque haya sobrevivido; se trata de una fase formativa, iniciada en diferentes posiciones para luego continuar su itinerario (constituyendo en realidad una «manera»); la central, sea un movimiento (abriendo y cerrando los dedos para significar «atestado», sacudiendo la mano durante un «O, lá, lá!» francés) o una posición estática (un guiño de flirteo, cogiéndose las sienes con índice y pulgar para hacer memoria, cruzado de brazos, etc.); y finalmente una fase desarticuladora antes de iniciarse la formativa del siguiente gesto o posición o, a menudo, fundiéndose con ella, lo que también constituye una «manera».

  —283→  

(g) finalmente, desde el punto de vista interactivo, es muy importante reconocer el carácter anticipatorio de las conductas kinésicas, ya que muy frecuentemente se inician visualmente antes que las palabras empiecen a expresar la misma idea: «puesta la mano en la espada y alzando los ojos al cielo, dijo:/ -Yo hago juramento al Criador de todas las cosas (I, X).

 

114

Encontramos los siguientes tipos de realismo:

Realismo físico personal (otro sería el «ambiental»): «Miró también don Quijote a Sancho, y viole que tenía los carrillos hinchados, y la boca llena de risa, con evidentes señales de querer reventar con ella [...] y [...] Sancho [...] soltó la presa de tal manera que tuvo necesidad de apretarse las ijadas con los puños, por no reventar riendo» (I, XX).

Realismo deformante, en el que encontramos la distorsión de lo que consideramos posible: «Sancho [...] se echó entrambos puños a las barbas, y se arrancó la mitad de ellas, y luego, apriesa y sin cesar, se dio media docena de puñadas en el rostro y en las narices, que se las bañó todas en sangre (I, XXVI).

Realismo individualizador, que en el caso de la kinésica y el paralenguaje nos ayuda a construir una figura única (frente a la posible indiferenciación no infrecuente en la narrativa menos valiosa), a través de rasgos interactivos y reacciones situacionales que ya esperamos: «¡Oh, bellaco, villano, mal mirado [...]! Y diciendo esto [don Quijote], enarcó las cejas, hinchó los carrillos, miró a todas Partes, y dio con el pie derecho una gran patada en el suelo (I, XLVI), «don Quijote [...] con semblante airado y alborotado rostro, se puso en pie y dijo...» (II, XXXI).

Realismo psicológico: «Parose Sancho Panza a rascar la cabeza, para traer a la memoria la carta, y ya se ponía sobre un pie, y ya sobre otro; unas veces miraba al suelo, otras al cielo, y al cabo de haberse roído la mitad de la yema de un dedo [...] (I, XXVI), Oyó Cardenio el nombre de Luscinda, y no hizo otra cosa que encoger los hombros, morderse los labios, enarcar las cejas, y dejar de allí a poco caer por sus ojos dos fuentes de lágrimas» (I, XXVIII).

Realismo interactivo, reflejado en la veracidad de los intercambios personales verbales y no verbales y a las reacciones explícitas e implícitas a las conductas y pensamientos de unos y otros. Véase nota 119.

Realismo documental: «Y poniéndose de rodillas [el labrador], le pidió la mano para besársela) (II, XLVII), «cada bocado, que le tomaban con la punta del cuchillo, y muy poquito de cada cosa [...] levantaron los brazos y las botas en el aire; puestas las bocas en su boca, clavados los ojos en el cielo [...] meneando las cabezas a un lado y a otro, señales que acreditaban el gusto que recebían» (II, LIV).

 

115

Para intuir esta presencia del paralenguaje, el lector puede repasar el esquema del paralenguaje que se da en la nota 112 de «El paralenguaje».

 

116

Véase, entre otras fuentes (y ésta estudia conductas importadas de la corte española), Joan Wildeblood, The Polite World.- A Guide to English Manners and Deportment From the Thirteen to the Nineteenth Century. London: Oxford University Press, 1965.

 

117

A veces se planteará la posibilidad de ayudar a sus lectores con una nota explicativa en el caso de conductas culturales desconocidas para ellos, o incluso la muy cuestionable libertad de añadir palabras que expliquen mejor el significado de una acción kinésica, como único recurso para una descodificación correcta. Véanse ejemplos de esta intervención en Pierangela Diadori, «The Translation of Gestures in the English and German Versions of Manzoni's I Promessi Sposi», en F. Poyatos (ed.), Nonverbal Communication in Translation (Amsterdam/ Filadelfia: John Benjamins, 1997, 132-149); también los comentarios sobre la traducción en F. Poyatos, «Aspects, Problems and Challenges of Nonverbal Communication in Literary Translation» (en el mismo volumen, 17-47), así como las muchas referencias a la traducción en Poyatos, 1994, volumen III.

 

118

Estos procedimientos semiótico-comunicativos son:

Describiendo la conducta y explicando su significado (significante y significado): «Y diciendo esto, dio [Sancho] dos zapatetas en el aire, con muestras de grandísimo contento» (I, XXX).

Describiendo la conducta, pero no su significado (significante y no significado): conductas kinésicas de otra época histórica que no han perdurado; o de otra cultura que, en el peor de los casos, nos ofrece algunos de sus falsos cognados kinésicos (homomorfos que no son sinónimos): «miré la ventana, y vi que por ella salía una muy blanca mano; que la abrían y cerraban muy apriesa» (I, XL).

Explicando el significado sin describir la conducta (significado, pero no significante): «Sancho [...] sacó de sus alforjas medio pan y medio queso diciendo por señas que no tenía otra cosa que darles» (II, LIV)

Dando sólo la expresión verbal cuando siempre va acompañada de una no verbal, que es la que completa el mensaje, conducta kinésica de otra época hoy no subsistente en la cultura del lector: «¡Dos higas para el Gran Capitán y para ese Diego García que dice!» (I, XXXI).

 

119

Para el estudio de la interacción, y concretamente de la conversación, véanse dos modelos detallados (con ejemplos literarios españoles y extranjeros) en La comunicación no verbal, vols. I, II, respectivamente.

 

120

Véase, como estudio más reciente, «El acto de lectura: su realidad verbal-no verbal», El Extramundi y los Papeles de Iria Flavia.