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Signa. Revista de la Asociación Española de Semiótica - Núm. 8, 1999

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Panorama de la semiótica en el ámbito hispánico (II): España


José Romera Castillo (ed.)

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Presentación

José Romera Castillo


Director de Signa

1 ESPAÑA E IBEROAMÉRICA

Signa. Revista de la Asociación Española de Semiótica -por iniciativa mía- se ha propuesto realizar unos estados de la cuestión sobre la semiótica en el ámbito hispánico, con el fin de dar cuenta, de un modo sintético, de lo que se ha llevado a cabo en el campo de los estudios semióticos tanto en España como en otros países que utilizan el español como lengua de comunicación.

La primera entrega, puede leerse en José Romera Castillo (ed.), «La semiótica en el ámbito hispánico (I)», aparecida en Signa 7 (1998), 11-135. Tras la «Presentación» de José Romera (15-16), aparece la contribución de Lucrecia Escudero, «La Federación Latinoamericana de Semiótica ¿Existen los semiólogos latinoamericanos?» (17-36) -donde se hace una pequeña historia de la Institución que acoge en su seno a las diversas Asociaciones de Semiótica de Latinoamérica, incluidas las de Brasil, España y Portugal-, siguiéndole diversos estados de la cuestión referidos a diferentes países de América: Rafael del Villar, «La semiótica en Chile» (37-64); Adrián S. Gimate-Welsh, «Los estudios semióticos en México» (65-84); Eliseo R. Colón, «La semiótica en Puerto Rico» (85-89); José E. Finol y Dobrila Djukich, «La semiótica en Venezuela. Historia, situación actual y perspectivas» (91-106); Marisol Álvarez, «La semiótica en Uruguay» (107-120) y Claudia González Costanzo, «Uruguay: sendas semióticas» (121-135).

Esta segunda parte la dedicamos a España. Posteriormente me referiré a ello.

A estas dos entregas, quisiéramos añadir otra para completar el panorama de la semiótica en el ámbito hispánico, siempre que los investigadores (de Argentina, Colombia, Cuba y Perú), a los que les he solicitado su colaboración, envíen los panoramas respectivos de los citados países. Nuestra revista Signa ha acogido en sus páginas esta labor de investigación -y de difusión- con gran complacencia. España e Iberoamérica, ante todo, una vez más unidas muy estrechamente en una tarea común.

2. ESPAÑA Y EUROPA

España, históricamente, ha tenido una recia presencia en Europa, no sólo en el terreno político, sino también en el ámbito intelectual y cultural, que es lo más significativo. En el plano del pensamiento, destacan una serie de figuras que van desde los humanistas castellanos, Antonio de Nebrija y los hermanos Juan y Alfonso Valdés, pasando por Luis Vives, Francisco de Vitoria, etc.; en el ámbito de la literatura, se llega a un Siglo de Oro resplandeciente con Miguel de Cervantes, San Juan de la Cruz, Quevedo, Góngora, Lope de Vega y Calderón de la Barca -por poner unos botones significativos de muestra-; y en la pintura -además del mecenazgo de los reyes con el Tiziano, Veronés, Rubens, Van Dyck, etc.- sobresalen el Greco y Velázquez.

Un amplio proceso europeísta -con sus luces y sus sombras- que, con el tiempo, va disminuyendo y de una actuación exógena se fue pasando a una visión más endógena, que fue sacudida, a fines del siglo XIX, con el gran terremoto que significó el movimiento de intelectuales del 98 -de 1898- y la pérdida del imperio. Como consecuencia de aquella situación, surgió en el panorama cultural español un conjunto de intelectuales y escritores (Unamuno, Baroja, Antonio Machado, Valle-Inclán) que unió a su excelencia literaria su amor por un ideal regenerador y europeísta de la nueva -entonces- España.

Un europeísmo propugnado de varias formas. De un lado, el que pregonaba uno de los escritores del grupo, Pío Baroja, quien ponía en boca de uno de los protagonistas de su trilogía europea, Agonías de nuestro tiempo -en la novela, Las veleidades de la fortuna-, durante una tertulia en Zurich, lo siguiente: «el poder hablar y entenderse con hombres de otros países me da la impresión de que aún somos europeos, no asnos de noria que dan siempre la misma vuelta». De otro, el que defendía con recia firmeza uno de los grandes pensadores y escritor señero, Miguel de Unamuno, que, desde la Universidad de Salamanca, en 1887, lanzaba la idea de la españolización de Europa, como única manera, a su vez, de europeizar España.

En la actualidad, España -como en el siglo XVI, aunque de otra forma- se integra, en esencia, afortunadamente, en la casa común europea tanto por pertenecer a las Instituciones supranacionales de ella como por las corrientes intelectuales que en la misma afloran. España ha sido un crisol de culturas a través de los siglos (iberos, griegos, fenicios, romanos, cartagineses, árabes, judíos, cristianos...) que ha aportado a Europa, a América -sobre todo, el tesoro de su lengua- y a otras partes del mundo parte de su caudal cultural, así como ha recibido, a su vez, caudalosas corrientes de las culturas de diferente índole.

Por su parte, Europa -la Europa de nuestros días- no se puede concebir de otra manera que como una casa común (una comunión, una simbiosis), de todos sus pueblos y culturas, a la que cada uno de ellos -en mayor o menor medida- ha ido aportando lo mejor de sus esencias con el fin de articular una causa común.

En esta empresa comunitaria, la semiótica -como corriente de pensamiento, al estudiar las interacciones humanas sea cual sea el sistema sígnico utilizado- no podía estar ausente y España ha participado, en mayor o menor medida, en su establecimiento y difusión.

El pensamiento semiótico en España no es empresa de hace poco tiempo, sino que, por el contrario, tenemos ilustres pensadores que contribuyeron, en su prehistoria, a fundamentar la teoría de los signos y que, por lo tanto, se configuran como claros precursores del mismo. Por ejemplo, alrededor del siglo XIII, imperando la Escolástica, se esboza una teoría en torno a la palabra como signo convencional de las cosas y expresión de los conceptos, así como se considera el lenguaje como un conjunto de signos, siguiendo las pautas de San Agustín. En esta dirección destacan, por ejemplo y por un lado, Pedro Hispano, quien en sus Summulae logicales intenta sustituir un lenguaje natural por otro artificial y científico de contenido más amplio y estable en sus relaciones; y de otro, Raimundo Lulio (R. Lull), que intentaría establecer un método universal que fuese válido para todas las ciencias o ars magna, utilizando un verdadero lenguaje formalizado.

Pero es en la actualidad cuando la semiótica, instituida como ámbito de estudio, también ha tenido un caldo de cultivo muy significativo en España. Por ello, acepté muy gustosamente el encargo de la coordinación de un número monográfico de S. European Journal for Semiotics Studies / Revue Européenne d'Études Sémiotiques / Europäische Zeitschrift für Semiotisches Studien -publicada por Institute for Semiotic Studies de Viena (Austria), con la cooperación de Österreischische Gesellschaft für Semiotik / Austrian Association for Semiotics ÖGS/AAS, Institute of Philosophy de la Universidad de Budapest (Hungría), la Asociación Española de Semiótica (España)1 y el Séminaire de Sémiotique de l'Université de Perpignan (Francia)-, bajo el rótulo de Semiotics in Spain, que se publicará en 1999 en la mencionada revista. El mismo estado de la cuestión -salvo el artículo de Manuel Breva Claramonte2- lo reproducimos ahora en español, ya que aunque algunas de las contribuciones del número monográfico de la revista austriaca estuviesen redactadas en español -la razón es muy obvia: la lengua española es una lengua europea de gran número de hablantes y, sobre todo, tiene cada vez más una fuerte presencia en todos los foros internacionales-, la mayoría de ellas lo fueron en inglés y francés.

Lo importante, creo, es que la semiótica europea se españoliza, como la semiótica española se europeiza, compartiendo manjares y bebida (muy especialmente el vino, a cuya devoción el mismísimo Sócrates no pudo resistirse) en ese banquete común, en el que lo particular se ha metamorfoseado en sustento general de todos y para todos. Buen provecho...

3. PANORAMA DE LA SEMIÓTICA EN ESPAÑA

El presente panorama, aunque inicialmente fuese concebido para Europa, sin embargo razones de mayor calado han hecho que pueda ser de gran utilidad, además, tanto para Iberoamérica como para el resto del mundo.

En este sintético panorama no están todos los que son, pero sí son todos los que están. Hemos dividido el panorama que aquí se presenta en varios apartados: en el primero, se abordan los orígenes del pensamiento semiótico a través del trabajo de Francisco Calero, «Dos grandes europeístas españoles del siglo XVI: Luis Vives y Andrés Laguna», sobre estos dos prestigiosos pensadores españoles. En el segundo, Miguel Ángel Garrido, en «Más sobre el Congreso de Madrid», realiza un balance de lo que aportó un magno encuentro de investigadores sobre la semiótica y el hispanismo en general.

Tres artículos se refieren a la Asociación Española de Semiótica: José M.ª Pozuelo Yvancos, «La Asociación Española de Semiótica (AES): crónica de una evolución científica», revisa la historia de la gran Asociación que agrupa, desde 1984, al mayor número de investigadores de la Semiótica en toda España; Alicia Yllera analiza la labor de «Signa. Revista de la Asociación Española de Semiótica» y José Romera Castillo pormenoriza el contenido de los siete números de la citada publicación.

A continuación se pasa revista a otras Asociaciones Autonómicas de Semiótica, en los trabajos de Manuel Ángel Vázquez Medel sobre la «Asociación Andaluza de Semiótica» y Ángel Acosta Romero sobre «La revista Discurso. índices (1987-1998)», el órgano de expresión de la citada Asociación; por su parte, Teresa Velázquez García-Talavera y Charo Lacalle Zaldueno, en «La Semiótica en Cataluña», y José María Paz Gago y Pilar Couto Cantero, en «La Semiótica en Galicia: la Asociación Gallega de Semiótica», hacen unos estados de la cuestión de los estudios semióticos en estas dos Autonomías españolas. Falta el panorama de la Asociación Vasca de Semiótica, solicitado reiteradamente a José María Nadal, quien se comprometió a realizarlo, aunque lamentablemente no lo ha llevado a cabo3.

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Finalmente, José Romera Castillo, en «El Instituto de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías de la UNED», informa sobre las actividades llevadas a cabo por este puntero centro de investigación semiótica en España.

4. FINAL

La lengua española, como se reconoció por votación mayoritaria en el sexto congreso de AISS -celebrado en Guadalajara (México), del 13 al 18 de julio de 1997- será, junto con el inglés y el francés, otro de los instrumentos de comunicación entre la comunidad semiótica universal. La justicia, que se le representa como ciega, en este caso dio en la diana. En estas dos entregas de Signa -publicadas en sus números 7 (1998) y 8 (1999)- aparecen unos botones de muestra de nuestro quehacer semiótico.

Con esta iniciativa mía -a la que se han unido de una manera entusiasta los investigadores reseñados y los futuros que intervengan, a los que quiero agradecer sus valiosas colaboraciones-, hemos querido proporcionar a los semióticos de todo el mundo (iberoamericanos, europeos y de otros lugares) el vigor y la firmeza que tienen los estudios semióticos en lengua española, una lengua de cultura y de futuro donde las haya. La posesión de los idiomas puede ser, como nos enseña la Biblia, un regalo -como sucedió con los apóstoles en Pentecostés- o un anatema -como en el caso de los osados constructores de la torre de Babel-. Esperamos que este regalo no sea nunca anatema para nadie, sino, por el contrario, un modo mejor de avanzar conjuntamente en el ámbito de los estudios semióticos universales. Que así sea...

jromera@flog.uned.es



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