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ArribaAbajoBiografías literarias (1975-1997)

José Romera Castillo y Francisco Gutiérrez Carbajo (Eds.)


(Madrid: Visor Libros, 1998, 645 páginas)

Estamos ante las Actas del VII Seminario Internacional del Instituto de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías de la UNED153, dirigido por J. Romera Castillo y dedicado a las Biografías literarias (1975-1997).

El volumen está formado por diez sesiones plenarias y treinta y dos comunicaciones, e introducido por la «Presentación», «Ante las biografías literarias» (pp. 11-25), a cargo del ya citado director, quien ofrece una amplia bibliografía sobre lo biográfico.

Dos de las sesiones plenarias son teóricas: «Sobre el estatuto genérico de la biografía» (pp. 29-37), de Ricardo Senabre, y «La biographie littéraire aujourd'hui» (pp. 39-53), de Daniel Madelénat. El primero   —368→   reflexiona sobre el «paisaje brumoso», entre la historia y la literatura, en el que se encuentra el género biográfico; mientras que para Madelénat «Les dilemmes ou les apories de la biographie des auteurs mènent aux transgressions de la biographie d'auteur» (p. 40), biografía ésta última a la que una serie de retos -aporías del conocimiento, alteridad, alquimia de la creación- «semblent stimuler son ingéniosité, multiplier ses formes et intensifier son exubérance» (p. 52).

El resto de sesiones plenarias gira en torno a lo producido sobre vidas de escritores en lengua española. Miguel Ángel Pérez Priego, en «Sobre la biografía de los autores medievales» (pp. 55-68), parte de Per Abad y llega a Juan del Encina, pasando por los autores de los cancioneros poéticos, pero reconoce que «la investigación avanza lenta en los estudios biográficos medievales» (p. 68). José Montero Reguera, en «Vidas áureas» (pp. 69-107), se centra en los autores del Siglo de Oro; trabajo que se ve complementado con una amplia bibliografía (pp. 92-107). En «Biografías de escritores españoles del siglo XVIII» (pp. 109-125), Francisco Aguilar Piñal reconoce que este siglo, a excepción de algunos autores menores, cuenta con una buena información bibliográfica y ofrece un recuento de la misma. «Veinte años después: biografías literarias del siglo XIX» (pp. 127-143) es la aportación de Leonardo Romero Tobar, quien, en la abundante producción que sobre este siglo se ha escrito, establece diferencias entre «Las vidas de escritores», «Las prosopografías de escritores» y «Las vidas de escritores».

Tres sesiones plenarias se ocupan del siglo XX. Rafael Alarcón Sierra, «Entre modernistas y modernos. (Del fin de siglo a Ramón.) Ensayo de bibliografía biográfica» (pp. 145-225), hace un amplio balance desde los regeneracionistas hasta Ramón Gómez de la Serna, acompañado por una extensa bibliografía. Andrés Soria Olmedo se ocupa de «Biografías del 27: excesos y carencias» (pp. 227-242): parte de la «caracterización colectiva» que de estos poetas hace Salinas, pasa por las biografías individuales y termina con las dedicadas a García Lorca. José Romera Castillo termina el siglo con «Unas biografías de escritores españoles actuales» (pp. 243-279), donde ofrece una exhaustiva relación de «(Auto)biografías», «Conversaciones con los autores», «Entrevistas», «Diálogos» y «Encuentros», sin olvidar el apartado «Otras tipologías de biografías», con lo que nada de lo biográfico escapa a su pluma.

Las sesiones plenarias se cierran con «Borges y los otros: la biografía» (pp. 281-288), de Marcos-Ricardo Barnatán, quien hace referencia   —369→   al poeta y ensayista rumano Benjamín Fondane, para seguir con la biografía Evaristo Carriego, escrita por Borges, y terminar con las que el propio Barnatán ha escrito sobre el autor argentino.

Un grupo de comunicaciones gira en torno al género de la biografía. María Elena Arenas Cruz, en «La biografía como clase de textos del género argumentativo» (pp. 313-321), afirma que «es patente la intencionalidad persuasiva del narrador, que busca siempre una respuesta perlocutiva por parte del lector» (p. 320). Alicia Molero de la Iglesia, «Los sujetos literarios de la creación literaria» (pp. 525-536), opina que la biografía literaria penaliza el sujeto biográfico debido a la «mezcla de modos discursivos y tipos de texto» en que se encuentra inmersa. María Asunción Blanco de La Lama, en «El espacio femenino en el género biográfico» (pp. 331-341), arranca de la desigualdad entre los sexos al ser mayor el número de biografías sobre hombres. «Lírica y biografía. (Acerca de los poemas con personaje histórico analógico en la lírica española contemporánea.)» (pp. 593-608) es la aportación de José A. Pérez Bowie, para quien «el discurso biográfico [...] suele servir a menudo como vehículo para la efusión más o menos explícita de la subjetividad de su enunciador» (p. 593). José Manuel Querol Sanz, en «Biografía del héroe: la construcción de la genealogía literaria de Godofredo de Bouillon» (pp. 623-635), se apoya en la figura del héroe medieval para poner de manifiesto el amplio margen entre Historia y Leyenda. Las «Dos tendencias biográficas de la literatura italiana actual» (pp. 457-464), mostradas por Belén Hernández González, son novela y ensayo, aunque marcadas por el hibridismo; «la biografía puede mantener un estatus literario» (p. 464) siempre que la entendamos flexible y abierta. María Teresa Navarro escribe sobre «el nuevo proceso del género biográfico italiano que tiende a la integración de una determinada biografía en una perspectiva general» (p. 558), en su comunicación «Entre genealogía y vida: dos historias para Leonardo Sciascia» (pp. 557-568). Una obra es el punto de arranque para hacer diferencias genéricas: «La oración y la espada: funciones de la biografía novelada en la literatura magrebí contemporánea. El ejemplo de L'Invention du Désert» (pp. 465-479), de Esther Hernández Longas y Ana I. Labra Cenitagoya. El género del horror también sirve para delimitar géneros, así lo vemos en «Entre novela y biografía: Drácula» (pp. 493-501), de Caterina Marrone.

Otro bloque de comunicaciones se adentra en obras concretas; españolas unas, extranjeras otras. Dentro de las primeras: «La semiosis de la ideología en la biografía novelada: Leoncio Pancorbo, de José María   —370→   Alfaro» (pp. 373-386) de Ángel Cueva Puente, quien da a conocer la impronta que la ideología falangista ha dejado en esta biografía. Francisco Javier Higuero, en «El metadiscurso de la escritura en la trilogía biográfica de Jiménez Lozano» (pp. 481-491), pone de manifiesto la fidelidad a las existencias de los personajes biografiados, además de un marcado esfuerzo metatextual. «Historia e historia de una vida: El manuscrito carmesí, de A. Gala» (pp. 387-397), de Françoise Dubosquet Lairys, muestra que dicha obra es «una ficción que pone en tela de juicio la versión histórica imperante hasta nuestros días» (p. 396). Francisco Gutiérrez Carbajo, en «Vidas escritas, de Javier Marías» (pp. 443-455), se detiene en cada una de las biografías que aparecen en dicha obra, algunas de las cuales se apoyan en autobiografías y resaltan detalles nimios. Carlos Moreno Hernández, en «La biografía novelada como ejercicio de estilo(s): Las máscaras del héroe, de J.M. de Prada» (pp. 537-547), pone de relieve que esta obra es «un ejercicio de imitación y transformación de modelos literarios diversos». María Barrios Rodríguez se detiene en los recursos periodísticos de captación del lector, en su comunicación «La entrevista como fuente de una biografía literaria (La Reina, de P. Urbano)» (pp. 323-330).

En cuanto a las obras extranjeras estudiadas, José Santiago Fernández Vázquez, en «La subversión del género biográfico en Flaubert's Parrot, de Julian Barnes» (pp. 399-406), se centra en los problemas a los que hace frente el biógrafo profesional. Encarnación Medina Arjona, en «Las notas biográficas en la correspondencia inédita a Émile Zola. A propósito de Trente années d'amitié, de C. Becker» (pp. 515-523), muestra que el género biográfico es «una forma abierta a cualquier nuevo documento» (p. 522). «Biografías, homenajes e ironías: Fontane y Fonty en Ein weites Feld, de Günter Grass» (pp. 549-556), de Cristina Naupert, nos muestra esta obra como «una reescritura biográfica al servicio de la construcción de un mundo ficticio [en el que] lo biográfico funciona como un elemento clave para la narración» (p. 555).

El último bloque de comunicaciones gira en torno a autores literarios. José Luis González Subias nos lleva al siglo XIX con «Un primer acercamiento biográfico a la figura del dramaturgo romántico español José María Díaz» (pp. 435-442). En «Más allá de la biografía de Menéndez Pidal por Joaquín Pérez Villanueva» (pp. 291-299), Francisco Abad pone de manifiesto una idea esencial de Menéndez Pidal: «la enorme lentitud en la propagación del cambio idiomático» (p. 299). Miguel Ángel de La Fuente González, en «Una biografía de Juan Ramón Jiménez para niños» (pp. 415-424), estudia la biografía   —371→   Juan Ramón Jiménez, de Mariano Hispano González y opina que es un trabajo erudito. «Manuel Machado. Apuntes biográficos» (pp. 343-350) es la aportación de María Isabel de Castro García, quien destaca la importancia que, en la biografía moderna, tienen las hipótesis intuitivas. Salvador Company Gimeno, en «Martín-Santos, Pedro y el memento de Benet» (pp. 351-361), muestra cómo un escritor vivo conmemora su amistad con un escritor muerto relatando un tiempo ya terminado para ambos. Emilia Cortés Ibáñez se detiene en tres de nuestros autores: «Torrente Ballester, Cela y Espinosa, vistos por sus hijos» (pp. 363-371). Francisco Ernesto Puertas Moya se aproxima a la figura del modernista Armando Buscarini en su comunicación «La autocompasión y el escarnio: un ajuste de cuentas de Juan Manuel de Prada con la biografía de un escritor fracasado» (pp. 609-621). Las nuevas tecnologías son parte importante en la comunicación de Beatriz Paternain Miranda: «Biografías en Internet de escritores en lengua castellana» (pp. 585-591).

Los autores extranjeros también son centro de atención. Teresa María Mayor Ferrándiz, en «Safo, la 'Décima musa'. Su vida y su voz a través de sus versos» (pp. 503-514), analiza la vida de esta mujer desde los comienzos hasta su suicidio. Lo escrito sobre la figura de Montaigne queda recogido por María Pilar Suárez en «Michel de Montaigne: ensayo y biografía» (pp. 637-645). Helena Fidalgo Robleda se detiene en la figura del poeta italiano Leopardi: «Una vida en la frontera. Giacomo Leopardi en la voz de Antonio Colinas» (pp. 407-414). María Teresa Gibert Maceda, en «Virginia Woolf y sus biógrafos» (pp. 425-434), destaca el impulso compartido de todos ellos: «descifrar el misterio de su vida, transcendiendo los mitos construidos en torno a ella» (p. 432). María Antonia Álvarez Calleja, en «Biografía literaria de Henry James: recuperación del yo en otro discurso narrativo» (pp. 301-311), se detiene en el extenso trabajo que Leon Edel ha realizado en torno a la figura del autor de Las alas de la paloma. María Teresa de Noronha, en «A desvirtuaçao da saudade nas biografias de Pascoaes depois de 75» (pp. 569-583), destaca los fuertes lazos afectivos e intelectuales que unían a este autor y a Unamuno.

Estamos ante otra interesante aportación del Instituto de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías de la UNED, de obligada consulta para todo el que se aproxime al mundo de lo biográfico.

Emilia Cortés Ibáñez