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En realidad, G. Flaubert es un pretexto para poder establecer las reglas o leyes que gobiernan o explican ese campo y, así, Bourdieu enuncia las leyes que lo rigen, establece las fronteras que separan los distintos espacios sociales: el poder político, los negocios, etc. en un riguroso análisis historicista.

 

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Posiblemente sea cierto que una fecha por sí misma no significa nada, pero con la muerte de Franco se produce un estado de opinión que Gregorio Morán (1992) formula así:

El proceso de ocultamiento y liquidación del pasado no fue algo limitado a la clase política sino algo más amplio, más concienzudo y hasta más profundo... Se trató de eliminar todo vestigio de memoria histórica que sirviera para echar luz sobre el agujero negro en el que se convertirían los cuarenta años de dictadura. La complicidad social en esta operación implicó a todos... La primera igualdad que instauró la Transición a la Democracia es que todos somos iguales ante el pasado... Nos constituimos en el Reino de los Desmemoriados.

Aunque hay excepciones, fundamentalmente, Jorge Semprún y su Autobiografía de Federico Sánchez (1977), una novela que causó un considerable escándalo porque se convierte en una acusación contra todo y contra todos, porque rompe con ese reino de desmemoriados.

 

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Y una curiosidad: el marbete generación del 68, Sanz Villanueva, lo utilizó por primera vez en Melilla en la primera edición (1986) de las jornadas Panorama de narrativa española actual (en el que participaron también José Manuel Caballero Bonald, Soledad Puértolas, Juan García Hortelano y Juan Benet), y lo formalizó en un artículo titulado así, «Generación del 68», que amplió en «La generación novelesca del 68» (Sanz Villanueva, 1988 y 1990).

 

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En este sentido, también es significativo que en el primer número de la revista Clarín (1996) se inserte un artículo de Juan Bonilla, él mismo novelista: Nadie conoce a nadie, donde, desde el rigor del dogmatismo, se pontifica sobre la falta de elementos comunes entre los nuevos narradores, su éxito comercial y las inapelables obras maestras (sic! 10) conformadas por los relatos de Agustín Cerezales y sus Perros verdes, por Luis Magrinyá: Los aéreos, por Vicente Gallego: Cuentos de un escritor sin éxito, por Eloy Tizón: Velocidad en los jardines, por José Carlos Llop: Pasaporte diplomático y, muy especialmente, las novelas de Belén Gopegui: La escala de los mapas, Felipe Benítez Reyes: Humo, David Trueba: Abierto toda la noche, Andrés Ibáñez: La música del mundo, aunque «obra magistral y única» sobre todas las demás es la novela de Jaime Collyer: Cien pájaros volando.

 

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En la presente investigación se considera la visita al cementerio como un rito en cuanto constituye un conjunto de acciones que siguen un modelo general y que tienen significaciones específicas en un contexto cultural dado. El rito es, según el punto de vista desarrollado aquí, un sistema semiótico por definición: él expresa valores propios de la sociedad que los practica en un espacio, un tiempo y con actores determinados. Una buena síntesis de lo que el rito comunica la da Monica Wilson: «Rituals reveal values at their deepest level... men express in ritual what moves them most, and since the form of expression is conventionalized and obligatory, it is the values of the group that are revealed. I see in the study of rituals the key to an understanding of the essential constitution of human societies» (Turner, 1969: 6). Rappaport es más radical: «I take ritual to be the basic social act» (Bell, 1992: v, 1). En el otro extremo, Staal afirma que: «Man is addicted to ritual activity, a fact that is true of modern society as much as it is true for ancient societies, and that applies to so-called primitive communities as much as it applies to the so-called civilized world» (1982: v), lo cual no le impide luego decir que «Ritual is pure activity, without meaning or goal» (Bell, 1992: v). Honigmann (1953: 6) analiza mejor el punto de vista aquí adoptado: «Ritual we shall define as referring to a patterned configuration of events (including objects, sounds, actions, persons) which (a) embody some necessary or unfailing significance or (b) are appropriate to express the quality felt to be contained in a particular situation».

 

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Si bienes cierto que, como afirma Leach (1971: 248), «dans les rites, la parole et le comportement sont indissociables», se va a estudiar primero lo que los informantes dicen sobre el significado que otorgan a las visitas a los cementerios y luego el inventario de comportamientos que dicen cumplir en los mismos. La relación entre ambos componentes rituales servirá para mejor interpretar el sentido de los mismos.

 

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Se utilizará el término «funerario» no en el sentido restrictivo según el cual se refiere a lo relativo al entierro, sino en un sentido amplio que abarca todas las prácticas que tienen que ver con la relación con los muertos en una cultura determinada. Aun cuando la cultura funeraria en Venezuela está influida en buena parte por la religión católica, ampliamente mayoritaria en el país, las influencias y desarrollo de naturaleza sincrética imprimen a los comportamientos cotidianos relacionados con los muertos características particulares que, como se verá, secularizan lo que originariamente ha podido ser de origen católico.

 

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Una caracterización de los visitantes entrevistados fue hecha en Finol y Fernández (1996). Allí se demuestra la presencia dominante de lo femenino en la visita a los cementerios, no sólo de quienes visitan sino también de quienes son visitados.

 

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Para un prolijo análisis del rito como un proceso de comunicación véase Fischer (1971) y Finol (1983).

 

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Las negritas utilizadas en todas las respuestas citadas son nuestras.