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ArribaAbajo F. Ernesto Puertas: La autoficción en España. Jorge Semprún, Carlos Barral, Luis Goytisolo, Enriqueta Antolín y Antonio Muñoz Molina

Alicia Molero de la Iglesia


(Berna: Peter Lang, Perspectivas Hispánicas. 2000)

En el ámbito de los estudios llevados a cabo dentro de la línea de investigación que sobre la autobiografía en España dirige el profesor Romera Castillo, este libro de Alicia Molero avala el buen quehacer del Instituto de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías, equipo de investigación que aborda de modo sistemático diverso aspectos de la modalidad genérica autobiográfica y que, en este caso, ha dado como resultado un completo trabajo sobre uno de los aspectos menos tratados por la teoría del género, a saber, la autoficción o ficción novelesca autobiográfica, de la que en este libro se realizan interesantes aportaciones en el capítulo preliminar al ofrecer un panorama completo sobre la evolución de los estudios teóricos que se han producido en el siglo XX sobre las relaciones entre la novela y la autobiografía, al tiempo que perfila a grandes rasgos las características con las que esta modalidad de escritura se ha ido definiendo y distinguiendo.   —492→   De ahí que uno de los aciertos del texto de Molero haya sido, justamente, abordar un tema complejo por su variedad de realizaciones y, desgraciadamente, aún no dilucidado por completo por la crítica teórica, la cual no dispone (por el momento) de un instrumental terminológico lo suficientemente preciso y detallado para acercarse a las obras de este género híbrido, a caballo entre la ficción y la veracidad, que, no obstante, goza de tanto éxito entre autores que, cada vez en mayor medida, se acogen a este modelo de escritura para textualizar el espacio de un yo vital que el lector identifica como verdadero pese a las caracterizaciones novelescas de que lo dota la ficción literaria. Esta apertura de un nuevo campo de trabajo, extensísimo y aún no roturado por la crítica académica, será sin duda transitado en el futuro por los investigadores y teóricos del género autobiográfico, a pesar de las dificultades que presenta este tipo de estudios.

Al extenso y documentadísimo primer capítulo (en el que se repasan las teorías autobiográficas en lo concerniente a la modalidad autoficticia), se añade una concreción en el análisis, aplicado a cinco autores españoles del último medio siglo, a saber: Jorge Semprún, Carlos Barral, Luis Goytisolo, Enriqueta Antolín y Antonio Muñoz Molina; elección tal vez demasiado dispar y abarcadora de un espacio temporal excesivamente dilatado, al tratarse de autores de edades tan diferentes que la muerte de Barral coincide casi con el inicio en las publicaciones de Muñoz Molina. Sin embargo, en esta panorámica, que comprende textos publicados fundamentalmente en la segunda mitad del siglo XX, se nos facilita un marco teórico con el que entender y abordar la modalidad autoficticia, tan compleja en sí misma y necesitada de este tipo de investigaciones, como queda dicho, que en el caso del libro de Molero ha incorporado la reflexión sobre las condiciones sociales en que se ha producido este género en las dos últimas décadas en España, coincidiendo con las circunstancias históricas que han revitalizado un tipo de constructo social denominado «yo», que no coincide con las características en que éste se había desenvuelto desde los orígenes de la Modernidad. En lo referente a la disposición de los capítulos, hemos de destacar que se articulan de modo tal que en cada uno de ellos se trata un aspecto semiótico del hecho autobiográfico. La modalidad autoficticia es contemplada, pues, desde los tres grandes apartados en que tradicionalmente se han dividido los estudios semióticos: Molero dedica un capítulo al estudio sintáctico, otro al semántico y finalmente otro al pragmático de la autoficción, de modo que al lector le será más fácil entrever las complejidades teóricas de la novela autobiográfica a través de los ejemplos aportados sobre diversos   —493→   autores que realizar el análisis sobre uno de ellos exclusivamente, lo cual aparta este libro de las monografías al uso, especialmente diseñadas para lectores o investigadores previamente interesados en un autor, una obra, una corriente, una generación o estilo literario, y no en el vasto campo teórico en el que la autora se ha esforzado por desbrozar y explicar sus diversos fenómenos y la evolución sufrida por los mismos. En este sentido, se alude a la transformación que ha sufrido el yo para acabar convertido en una metáfora textual sobre la que operan los narradores ficticios autobiográficos: la naturaleza retórica del yo ha obligado a los autores a no conformarse con las típicas trampas y artimañas que el autobiógrafo empleaba con evidente ingenuidad para tratar de narrar su vida. En el fondo de esta problemática subyace el corrimiento genérico al que estamos asistiendo, esto es, a esa re-configuración canónica de los géneros en la que la autobiografía permeará las nuevas estructuras literarias y artísticas con tal que el género autobiográfico adquiera el perfil estético de la post-modernidad. De ahí que en este libro se presenten las nuevas formas y valores de la modalidad ficticia autobiográfica dentro de lo que -en clara alusión al imprescindible y seminal concepto de pacto autobiográfico lejeuniano- Molero ha denominado «pacto fantasmático» (denominación no muy afortunada pese a su intención de aludir al narrador fantasma que recuerda su vida pasada sin realidad alguna como ente más allá del mundo narrativo); en dicho pacto son evidentes unas características que la autora desgrana aludiendo a la condición de contrato de veridicción, en el que actúa como factor motivador la credibilidad del lector, aunque el autor haya eludido la implicación directa, por lo que el contrato no se produce (como en las modalidades autobiográficas al uso sucede) en la marca nominal. Ello no significa que se haya perdido el valor referencial del sujeto con respecto al personaje, sino que la identificación no va a ser tal, y en este sentido se emplean mecanismos novelescos tradicionales que son sintomáticos de este reconstrucción del yo: una variante textual permite repetir un número indefinido de veces la misma experiencia, dando, así, importancia al hecho pero restando validez a la interpretación dogmática subjetiva gracias a la relativización perspectivística. Esas escenas repetidas podrán incluso, en opinión de Molero, encontrarse en las alusiones que el autor haga de sí mismo o en otros textos literarios e incluso en declaraciones públicas, entrevistas, etc. Por ello Molero prefiere hablar de realemas o biografemas para referirse a los tópicos generacionales y a las experiencias individuales, respectivamente, que afianzan la veracidad del texto ficticio, en el cual el personaje no es monolítico ni unitario,   —494→   sino que aparece como un ser dual y en movimiento, de ahí que la autobiografía novelesca incluya entre sus potenciales hechos narrativos la descripción de un sueño, de un deseo, de una elección vital pospuesta, etc. Mientras que en la autobiografía el espacio otorgado a los deseos incumplidos era señalado como tal, la autoficción va a permitir que el personaje, vicariamente, cumpla y experimente lo que el autor sabe que le fue negado, por lo que este nuevo espacio autobiográfico creado en la novela se convierte en un espejo desde el que se alienta la escisión del personaje, su doble conciencia, que en absoluto es deshonestidad, sino más bien al contrario, como podría comprobarse en los textos que sobre Semprún aporta Molero, en los que se pone de manifiesto cómo la integridad consiste en dar acogida al otro que se ha sido y del que se difiere. En este punto, hay un motivo para la inquietud terminológica, que corrobora la dificultad teórica de este género: Molero emplea el término doblez para referirse a esa escisión, cuando en propiedad no existe dolo ni engaño, sino todo lo contrario, en este juego de espejos que la literatura propicia con vistas a una conformación más amplia del sujeto.

Con esta nueva aportación al campo teórico de la autobiografía, Molero pone de manifiesto la vitalidad de la modalidad autobiográfica dentro de la ficción como interactuación con otros géneros, puesto que en puridad no existen campos acotados de realidad y ficción, sino que a la luz de las factualidades existentes en la novela contemporánea la autora nos propone interrogarnos sobre el status de veracidad que soporta toda autobiografía, máxime cuando, desde el punto de vista puramente formal, el intercambio de recursos entre autobiografía y ficción es tal que sólo mediante un (p)acto voluntario podemos marcar la diferencia entre ambas: la intencionalidad con que ha sido presentada al público. Entre las hipótesis mantenidas por Molero en este libro tan esclarecedor, la ficción autobiográfica presenta unas diferencias evidentes con respecto a la autobiografía: el hecho de que no pretenda ofrecer una visión panorámica, sino más bien parcial o episódica, de la vida del narrador, así como la inexistencia de fechas, podrían ser algunas de ellas; asimismo, la ausencia de justificación para los falseamientos, invenciones, errores o, simplemente, olvidos, que caracterizan a las diversas modalidades autobiográficas carece de sentido en el terreno ficcional, en el que el principio organizativo no es necesariamente cronológico y en cuyo seno también se puede desarrollar la virtualidad identificativa del lector con el narrador. Con un documentado análisis de las obras y autores acotados, Molero de la Iglesia aporta datos que han de tenerse en cuenta a la hora de afrontar los más acuciantes   —495→   esquemas de acercamiento al hecho autobiográfico, en especial esa imposibilidad de auto-representación del sujeto postmoderno tras la pérdida del adanismo cultural que se supone a un escritor que transita por un género cuyos mecanismos narrativos han sido tan profusamente practicados con anterioridad, sobre todo cuando la filosofía deconstructiva viene a constatar que el yo se ha convertido en un refugio inalienable para quienes han perdido toda su confianza en los programas económicos y sociales que aseguraban la salvación colectiva. En este contexto ideológico e histórico se ha producido la eclosión de este género híbrido, que recoge de la autobiografía su pretensión de universalizar la experiencia de un individuo, y de la ficción novelística recupera el poder de reciclaje que permite que el sujeto narrado se descomponga y se recomponga a través de la palabra.

F. Ernesto Puertas

(ISLTYNT - UNED)