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Arriba Necrológica: Rafael Lapesa (1908-2001)

Francisco Abad


(Universidad Nacional de Educación a Distancia)

A lo largo de noventa y tres años -nació en efecto el 8 de Febrero de 1908 y ha muerto el 1 de febrero de 2001-, la vida de Rafael Lapesa ha constituido un armónico alto logro de sencillez y honradez, de esfuerzo siempre mantenido, y de alcance intelectual.

Fue primero becario y luego colaborador del Centro de Estudios Históricos de la Junta para Ampliación de Estudios, y esa estancia le hizo miembro de la inigualada escuela filológica pidalina; fue allí discípulo directo de don Ramón Menéndez Pidal y de Américo Castro, maestros a los que siempre guardó fidelidad personal interior.

Profesor muy entregado a los alumnos y a empresas colectivas -muy en particular la Real Academia Española-, no por eso ha dejado de escribir una obra personal que ya Dámaso Alonso calificó de «importantísima» y fruto de una «vocación heroica»; tales empresas y obra publicada estuvieron siempre dedicadas (según decía el propio don Dámaso) «a España y la cultura española».

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Don Rafael era una persona que hizo suyo el lema de Menéndez Pidal de que estaba antes la probidad moral que el acierto en el estudio: fue persona -como otras ya desaparecidas, entre ellas su amigo José Antonio Maravall- de educación exquisita, de sabia templanza en el vivir diario y en el trato con los demás, de entrega prudente a colegas y estudiantes sin hacer distinción entre ellos (cuando un discípulo lo necesitaba y él tenía ya bastante más de ochenta años, lo recibía en su casa incluso un sábado por la tarde; cuando se le pedía prestado algún ejemplar de su biblioteca, lo buscaba con mucha educada paciencia hasta encontrarlo).

Intelectualmente ha dejado -según queda dicho- una obra de gran amplitud dedicada por igual al estudio de la lengua y de la literatura españolas, obra además toda ella de exigente nivel y en algunas de sus partes absolutamente inigualada y difícilmente igualable: pasará tiempo antes de que alguien haga algo igual en sintaxis histórica de nuestra lengua (asimismo es muy relevante su trabajo en fonología y en dialectología históricas). Lapesa no dedicó el tiempo de su vida a perderlo en vacías vanidades, ni sus horas de estudio a cuestiones filológicas menores y casi surgidas al hilo de la ocurrencia: ha dejado una obra que sólo ha sido posible merced a su vida austera, y que ha incidido en asuntos capitales de la lingüística -sobre todo- y de nuestra historia literaria.

Don Rafael queda dicho que perteneció al Centro de Estudios Históricos, el lugar de inspiración krausista-institucionista de mayor relieve en la tradición de la Edad de Plata de la cultura española y en general de la cultura española contemporánea; quedaba como el gran testimonio fiel de la escuela de Menéndez Pidal, de la que constituye uno de sus miembros en verdad relevantes -testimonio de la moral interior y del esfuerzo de indagación de la cultura española que individualiza a esa tradición krausista.

Ya con edad muy avanzada Lapesa ha impartido cursos monográficos -uno al año- en el Colegio Libre de Eméritos madrileño.

Podemos ordenar su obra personal publicada en siete libros lingüísticos y en otros siete de tema literario. Son los primeros: El dialecto asturiano occidental en la Edad Media (texto original de 1931, publicado en 1998); Historia de la lengua española; Estudios de historia lingüística española; Léxico e historia; Estudios de morfosintaxis histórica del español; El español moderno y contemporáneo, y Crisis   —521→   históricas y crisis de la lengua española. La Historia de la lengua... tuvo en 1943 una síntesis en el manual de bachillerato Formación e historia de la lengua española, obra que no obstante trata también asuntos no abordados en esa Historia mayor de la lengua.

Los siete títulos de temática literaria son a su vez: Introducción a los estudios literarios (primeramente asimismo manual de bachillerato, ha llegado como libro vivo hasta nuestros días); La trayectoria poética de Garcilaso; La obra literaria del marqués de Santillana; De la Edad Media a nuestros días. Estudios de historia literaria; Poetas y prosistas de ayer y de hoy; De Ayala a Ayala, y De Berceo a Jorge Guillén. En 1947 la editorial Rauter de Barcelona publicó además una selección suya de Poetas del siglo XVI, y en el «Prólogo» del libro hablaba ya Lapesa agudamente de «la revolución literaria» de Garcilaso, y caracterizaba así su poética y la de Boscán frente a la heredada del Cuatrocientos: «Los metros que introducían eran lentos, reposados, menos pendientes que el octosílabo de la rima acuciadora».

Las obras de don Rafael dedicadas a lo lingüístico tratan sobre todo de dialectología, fonología y sintaxis históricas, y tampoco desatienden el léxico: pudo así escribir preciosos artículos sobre el vocabulario del XVIII y el XIX. La presencia de los «francos» en España en su reflejo lingüístico, ha recibido con él aportaciones decisivas: entre ellas su aguda monografía en torno al «Fuero de Avilés»; al andaluz y a la expansión atlántica de la lengua dedicó asimismo relevantes estudios, no todos recogidos en libro.

Un tema menos abordado por los filólogos es el de la lengua española desde hacia 1713 hasta nuestros días, pero Lapesa lo abordó asimismo, y a él se hallan dedicadas muchas páginas del volumen El español moderno y contemporáneo. Sus últimos esfuerzos para tratar panorámicamente del idioma patrimonial fueron los trabajos «Nuestra lengua en la España de 1898 a 1936» (incluido en el volumen acabado de mencionar), y el también mencionado Crisis históricas y crisis de la lengua española.

Las monografías dedicadas a sintaxis histórica fueron muchas, y dos de ellas tenían carácter general: las rotuladas «Evolución sintáctica y forma lingüística interior en español», y «Sobre problemas y métodos de una Sintaxis histórica». Aun en vida de don Rafael se ha publicado una transcripción de su curso de doctorado sobre «Morfosintaxis histórica del verbo español» (en los volúmenes conjuntos Estudios de morfosintaxis histórica del español), pero sin que se nos diga claramente -al   —522→   menos nosotros no lo hemos visto- el hecho fundamental de si Lapesa autorizó o no tal transcripción en letra impresa de sus apuntes de clase.

De entre los estudios literarios de Rafael Lapesa, dos constituyeron otras tantas monografías extensas y que continúan teniendo completa vigencia científica: nos referimos -claro está- a las obras respectivas sobre Santillana y sobre Garcilaso; la segunda tenemos entendido que fue su trabajo de firma de cátedra para la de «Gramática general y Crítica literaria» de la llamada entonces Universidad Central. Nuestro autor se preparó efectivamente para opositar a cátedras de «Gramática histórica de la lengua española» y de «Gramática general y Crítica literaria»: obtuvo la primera -convocada antes- y la honró durante treinta años, al igual que hubiese honrado la de Crítica literaria si hubiese accedido a ella.

Lapesa aunó en sus estudios las cuestiones lingüísticas con las literarias, y mantuvo de esta manera el principio de unicidad de las ciencias filológicas que caracteriza en general a toda la escuela de Menéndez Pidal, principio lastimosamente perdido en nuestros días en que el estudio y la investigación se hallan parceladísimos.

Además de sus dos monografías literarias mayores don Rafael fue autor de muchos otros artículos recogidos luego en los cuatro volúmenes misceláneos que quedan enumerados: varios son muy bellos o estimulantes, y alguno memorable, como el que trata del «Lenguaje y estilo de Calderón».

Pero no cabe que nos llamemos a un tonto engaño en este momento de tanto desconcierto psicológico por la pérdida de don Rafael y tan doloroso: la excelencia moral en el día a día, y su trabajo también globalmente excelente y en algunas cuestiones magistral e inigualado, ha hecho que no siempre se le tuviese a Rafael Lapesa todo el respeto debido, tanto a lo largo de su vida como quizá más en sus últimos años: lo decimos porque somos testigos personales y en algún momento casi únicos de ello, y consideramos un deber de conciencia transmitir este testimonio a la sociedad española. Ya decía Ortega y Gasset que la relevancia de un ser humano basta como causa única para despertar reservas e invidencias, y así ha ocurrido algunas veces en el caso de Lapesa.

Con don Rafael se va una España única: la España cultural e intelectual de los años veinte y treinta, la del espíritu de la Institución Libre de   —523→   Enseñanza y la del Centro de Estudios Históricos, del que formaron parte tanto el mismo José Ortega y Gasset como nuestro Rafael Lapesa.

Suele argumentarse que nadie es imprescindible, pero sin Lapesa la vida y la cultura españolas de la segunda mitad del siglo XX hubiesen sido un poco más pobres y más grises.

De la mano de don Rafael -podríamos decir-, todos sus miles de alumnos no han estado nunca solos «para viajar el alambre, para andar los trapecios del universo» (L. Beccaria, La luna en Jorge).

Esta revista SIGNA se edita en la sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, y creemos interpretar el sentir de buena parte de nuestros compañeros de la UNED al expresar una viva condolencia en este momento en que físicamente nos separa ya de Lapesa una distancia infinita.

Al constituirse en la Universidad el Departamento de «Lingüística general y Crítica literaria», nuestro autor fue invitado a pronunciar en él una conferencia, conferencia que el propio Departamento publicó poco después (Tres poetas ante la soledad, Madrid, 1983).

No mucho más tarde y a propuesta de la Facultad de Filosofía y Letras, don Rafael fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad, y el texto de su discurso en la ocasión quedó recogido asimismo en nuestra revista Epos.

La actual Facultad de Filología de la UNED manifiesta su dolor y su desgarro por la pérdida para siempre de quien merced a este doctorado honoris causa, fue miembro de nuestro claustro y por tanto nuestro compañero y nuestro amigo.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,

un [español] tan claro, tan rico de aventura.

Ocho de febrero de 2001