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ArribaAbajo- XXXIII -


Inés, yo con tu amor me regocilo


ArribaAbajo   Inés, yo con tu amor me Regocilo,
y viéndome querer, me Regodeo,
en mirar una Hermosura me Recreo,
y, cuando está celosa me Reguilo.

   Si a otro miras, de celos me Aniquilo,  5
y tiemblo de tu Gracia, y tu Meneo,
porque sé (Inés) que tú con un voleo,
no dejarás humor, ni aun para Quilo.

   Cuando estás enojada no Resuello,
cuando me das picones me Refino,  10
cuando sales de casa no Reposo,

   Y espero (Inés) que entre esto, y entre
tu Amor acompañado de mi Bino,
de contigo en la cama, o en el Coso.




ArribaAbajo- XXXIV -


Vaya con Dios (Beatriz) el ser estafa


ArribaAbajo   Vaya con Dios (Beatriz) el ser Estafa,
que esto se te conoce, hasta en el Tufo;
mas no es razón, que siendo yo tu Rufo,
les sirvas a otros gustos de Garrafa.

   Fiaste en que tu traza es quien te Zafa  5
de mi cólera, cuando yo más Bufo,
pues advierte (Beatriz) que si me Atufo,
te abriré en la cabeza tanta Rafa.

   Dime, si es bien, que el otro a ti te Estafe,
y cuando por tu Amor eche yo Bofe,  10
te vayas tú con ese Mequetrefe.

   Y yo me vaya al Rollo, o a Getafe,
y sufra que el Picaño de mi Mofe,
en Asa, Uso, Afe, Ofe, y Efe.




ArribaAbajo- XXXV -


Aunque presume (Nife) que soy tosco


ArribaAbajo   Aunque presume (Nife) que soy Tosco,
y que, (cual Palomilla) me Chamusco,
yo te aseguro, que tu luz no Busco,
porque ya tus engaños Reconozco.

   Y así aunque en tus enredos más me Embosco,  5
muy poco viene a ser lo que me Ofusco,
porque, si en el color soy algo Fusco,
soy en la condición mucho más Hosco.

   Lo que es de tus Picones, no me Rasco,
antes estoy con ellos ya tan Fresco,  10
que te puedo servir de helar un Frasco,

   Que a darte nieve sólo me Enternezco,
y así (Nife) no piensa darme Chasco,
porque yo sé muy bien lo que me Pesco.




ArribaAbajo- XXXVI -


Condena por crueldad disimulada, el alivio, que la esperanza da


ArribaAbajo   Diuturna enfermedad de la esperanza,
que así entretienes mis cansado años,
y el fiel de los bienes, y los daños,
tienes en equilibrio la balanza.

   Que siempre suspendida, en la tardanza  5
de inclinarse, no dejan tus engaños
que lleguen a excederse en los tamaños
la desesperación, o confianza.

   ¿Quién te ha quitado el nombre de homicida?
pues lo eres más severa, si se advierte,  10
que suspendes el alma entretenida;

   y entre la infausta, o felice suerte,
no lo haces tú, por conservar la vida,
sino por dar más dilatada muerte.




ArribaAbajo- XXXVII -


Alaba con especial acierto el de un músico primoroso


ArribaAbajo   Dulce Deidad del viento armonioso,
suspensión del sentido deseada,
donde gustosamente aprisionada,
se mira la atención más bulliciosa.

   Perdona a mi zampoña licenciosa,  5
si el escuchar tu Lira delicada,
canta con toda voz desentonada,
prodigios de la tuya milagrosa.

   Pause tu lira el Tracio, que aunque calma
puso a las negras sombras del olvido,  10
cederte debe más gloriosa palma.

   Pues más que a ciencia el arte has reducido,
haciendo suspensión de toda un alma,
el que sólo era objeto de un sentido.




ArribaAbajo- XXXVIII -


Aunque en vano, quiere reducir a método racional el pesar de un celoso


ArribaAbajo   ¿Qué es esto, Alcino, cómo tu cordura
se deja así vencer de un mal celoso,
haciendo con extremos de furioso
demostraciones más que de locura?

   ¿En qué te ofendió Celia? si se apura;  5
o porque al amor culpas de engañoso,
si no aseguró nunca poderoso
la eterna posesión de su hermosura?

   La posesión de cosas temporales
temporales, Alcino, y es abuso  10
el querer conservarlas siempre iguales.

   Con que tu error, o tu ignorancia acuso,
pues Fortunas, y Amor de cosas tales
la propiedad no han dado, sino el uso.




ArribaAbajo- XXXIX -


En la muerte de la Excelentísima Señora Marquesa de Mancera


ArribaAbajo   De la beldad de Laura enamorados
los Cielos, le robaron a su altura,
porque no era decente a su luz pura,
ilustrar estos valles desdichados.

   O porque los Mortales engañados,  5
de su cuerpo en la hermosa arquitectura,
admirados d ver tanta hermosura,
no se juzgasen bienaventurados,

   Nació donde el Oriente el rojo velo
corre al nacer el Astro rubicundo,  10
y murió, donde con ardiente anhelo

   da sepulcro a su luz el mar profundo,
que fue preciso a su divino vuelo,
que diese como Sol la vuelta al Mundo.




ArribaAbajo- XL -


Para explicar la causa a la rebeldía…


ArribaAbajo   Probable opinión es, que conservarse
la forma celestial en su fijeza,
no es porque en lo material hay más nobleza,
sino por la manera de informarse.

   Porque aquel apetito de mudarse,  5
la sacia de la forma, la Nobleza,
con que cesando el apetito, cesa
la ocasión, que tuvieran de apartarse.

   Así tu amor, con vínculo terrible,
el alma que te adora, Celia informa,  10
con que su corrupción es imposible.

   Ni aducir otra con quien no conforma,
no por ser la materia incorruptible,
más por lo inadmisible de la forma.




ArribaAbajo- XLI -


Aplaude la ciencia astronómica del padre Francisco Kino


ArribaAbajo   Aunque es clara del Cielo la luz pura
clara la Luna, y claras las Estrellas,
y clara las efímeras centellas,
que el aire eleva, y el incendio apura.

   Aunque es el rayo claro, cuya dura  5
producción, cuesta al viento mi querellas,
y el relámpago, que hizo de su huellas
medrosa luz en la tiniebla oscura.

   Todo el conocimiento torpe humano,
se estuvo oscuro, sin que los mortales,  10
plumas pudiesen ser, con vuelo ufano.

   Ícaros de discursos racionales,
hasta que al tuyo, Eusebio soberano,
les dio a las luces, luces celestiales.




ArribaAbajo- XLII -


Lamenta con todos la muerte de la Señora Marquesa de Mancera


ArribaAbajo   Mueran contigo, Laura, pues moriste,
los afectos, que en vano te desean,
los ojos, a quien privas, de que vean
la hermosa luz, que a un tiempo concediste.

   Muera mi Lira infausta, en que influiste  5
ecos, que lamentables te vocean,
y, hasta estos rasgos mal formados, sean
lágrimas negras de mi pluma triste.

   Muévase a compasión la misma muerte,
que precisa no pudo perdonarte,  10
y lamentó el amor su amarga suerte.

   Pues si antes, ambicioso de gozarte,
deseó tener ojos para verte
ya le sirvieran sólo de llorarte.




ArribaAbajo- XLIII -


En que consuela a un celoso epilogando la serie de los amores


ArribaAbajo   Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos,
susténtase de llantos y de ruegos.

   Doctrínanle tibiezas y despego,  5
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.

   Su principio, su medio y fin es éste;
pues, ¿por qué, Alcino, sientes el desvío  10
de Celia que otro tiempo bien te quiso?

   ¿Qué razón hay de que dolor te cueste,
pues no te engañó Amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso?




ArribaAbajo- XLIV -


Yo no puedo tenerte ni dejarte


ArribaAbajo   Yo no puedo tenerte ni dejarte,
ni sé por qué, al dejarte o al tenerte,
se encuentra un no sé qué para quererte
y muchos sí sé qué para olvidarte.

   Pues ni quieres dejarme ni enmendarte,  5
yo templaré mi corazón de suerte
que la mitad se incline a aborrecerte
aunque la otra mitad se incline a amarte.

   Si ello es fuerza querernos, haya modo,
que es morir el estar siempre riñendo:  10
no se hable más en celo o en sospecha,

   y quien da la mitad, no quiera el todo;
y cuando me la estás allá haciendo,
sabe que estoy haciendo la desecha.




ArribaAbajo- XLV -


A la muerte de la Marquesa de Mancera


ArribaAbajo   Bello compuesto en Laura dividido,
alma inmortal, espíritu glorioso,
¿por qué dejaste cuerpo tan hermoso?
¿y para qué tal alma has despedido?

   Pero ya ha penetrado mi sentido,  5
que sufres el divorcio riguroso.
Porque el día final puedas gozoso
volver a ser enteramente uncido.

   Alza tu alma dichosa al presto vuelo,
y de tu hermosa cárcel desatada,  10
dejando vuelto su arrebol en hielo,

   sube a ser de Luceros coronada;
que bien es necesario todo el cielo
porque no eches de menos tu morada.




ArribaAbajo- XLVI -


Convaleciente de una enfermedad grave, discretea con la Señora Virreina, Marquesa de Mancera, atribuyendo a su mucho amor aun su mejoría en morir


ArribaAbajo   En la vida que siempre tuya fue,
Laura divina, y siempre lo será,
la parca fiera, que en seguirme da,
quiso asentar por triunfo el mortal pie.

   Yo de su atrevimiento me admiré,  5
que si debajo de su imperio está
tener poder, no puede en ella ya,
pues del suyo contigo me libré.

   Para cortar el hilo que no hiló,
la tijera mortal abierta vi;  10
¡ay parca fiera! dije entonces yo,

   mira que sola Laura manda aquí;
ella, corrida, al punto se apartó
y dejome morir sólo por ti.




ArribaAbajo- XLVII -


Como en la regia playa cristalina


ArribaAbajo   Como en la regia playa cristalina
el gran señor del húmedo tridente
acompaña ideal, sirve obediente
a cerúlea deidad, pompa marina,

   no de otra suerte, al Cerda heroico inclina  5
de almejas coronada la alta frente,
la laguna imperial del occidente,
y al dulce yugo la cerviz destina.

   Tres partes del tridente significa
dulce, amarga y salada en sus cristales,  10
y tantas al bastón dan conveniencia:

   porque lo dulce o lo civil se aplica,
lo amargo a ejecuciones criminales,
y lo salado a militar prudencia.




ArribaAbajo- XLVIII -


Atribuido a Juana


ArribaAbajo   Cítara de carmín que amaneciste
trinando endechas a tu amada esposa
y, paciéndole el ámbar a la rosa,
el pico de oro, de coral teñiste;

   dulce jilguero, pajarito triste,  5
que apenas el aurora viste hermosa
cuando el tono primero de una glosa
la muerte hallaste y el compás pediste:

    no hay en la vida, no, segura suerte;
tu misma voz al cazador convida  10
para que el golpe cuando tire acierte.

    ¡Oh fortuna buscada aunque temida!
¿Quién pensará que cómplice en tu muerte
fuera, por no callar, tu propia vida?




ArribaAbajo- XLIX -


Jocoso, a la rosa


ArribaAbajo    Señora Doña Rosa, hermosa amago
de cuantas flores miran Sol y Luna:
¿cómo, si es dama ya, se está en la cuna,
y si es divina, teme humano estrago?

    ¿Cómo, expuesta del cierzo al rigor vago,  5
teme humilde el desdén de la fortuna,
mendigando alimentos, importuna,
del turbio humor de un cenagoso lago?

   Bien sé que ha de decirte que el respeto
le pierdo con mi mal limada prosa.  10
Pues a fe que me he visto en harto aprieto;

   y advierta vuesarced, señora Rosa,
que le escribo, no más, este soneto
porque todo poeta aquí se roza.




ArribaAbajo- L -


Que explica la más sublime calidad de amor


ArribaAbajo   Yo adoro a Lisi, pero no pretendo
que Lisi corresponda mi fineza;
pues si juzgo posible su belleza,
a su decoro y mi aprehensión ofendo.

   No emprender, solamente, es lo que emprendo:  5
pues sé que a merecer tanta grandeza
ningún mérito basta, y es simpleza
obrar contra lo mismo que yo entiendo.

   Como cosa concibo tan sagrada
su beldad que ni quiere mi osadía  10
a la esperanza dar ni aun leve entrada:

   pues cediendo a la suya mi alegría,
por no llegarla a ver mal empleada,
aun pienso que sintiera verla mía.




ArribaAbajo- LI -


Que escribió curioso a la madre Juana para que le respondiese


ArribaAbajo   En pensar que me quieres, Clori, he dado,
por lo mismo que yo no te quisiera;
porque sólo quien no me conociera,
me pudiera a mí, Clori, haber amado.

   En tú no conocerme, desdichado  5
por sólo esta carencia de antes fuera;
mas como yo saberlo no pudiera,
tuviera menos mal en lo ignorado.

   Me conoces, o no me has conocido;
si me conoces, suplirás mis males.  10
Si aquello, negaraste a lo entendido;

   si aquesto, quedaremos desiguales.
Pues, ¿cómo me aseguras lo querido,
mi Clori, en dos de Amor carencias tales?




ArribaAbajo- LII -


Que respondió la madre Juana en los mismos consonantes


ArribaAbajo   No es sólo por antojo el haber dado
en quererte, mi bien: pues no pudiera
alguno que tus prendas conociera,
negarte que mereces ser amado.

   Y si mi entendimiento desdichado  5
tan incapaz de conocerte fuera,
de tan grosero error aun no pudiera
hallar disculpa en todo lo ignorado.

   Aquella que te hubiere conocido,
o te ha de amar, o confesar los males  10
que padece su ingenio en lo entendido,

   juntando dos extremos desiguales;
con que ha de confesar que eres querido,
para no dar improporciones tales.




ArribaAbajo- LIII -


A la muerte del Señor Rey Felipe IV


ArribaAbajo   ¡Oh cuán frágil se muestra el ser humano
en los últimos términos fatales,
donde sirven aromas Orientales
de culto inútil, de resguardo vano!

   Sólo a ti respetó el poder tirano,  5
¡oh gran Felipe! pues con las señales
que ha mostrado que todos son mortales,
te ha acreditado a ti de Soberano.

   Conoces ser de tierra fabricado
este cuerpo, y que está con mortal guerra  10
el bien del alma en él aprisionado;

   y así, subiendo al bien que el Cielo encierra,
que en la tierra no cabes has probado,
pues aun tu cuerpo dejas porque es tierra.




ArribaAbajo- LIV -


En que celebra la poetisa el cumplimiento de años de un hermano suyo


ArribaAbajo   ¡Oh quién, amado Anfriso, te ciñera
del Mundo las coronas poderosas!
Que a coronar tus prendas generosas
el círculo del Orbe corto fuera.

   ¡Quién, para eternizarte, hacer supiera  5
mágicas confecciones prodigiosas,
o tuviera las hierbas milagrosas
que feliz gustó Glauco en la ribera!

   Mas aunque no halla medio mi cuidado
para que goces de inmortal la palma,  10
otro más propio mi cariño ha hallado

   que el curso de tu vida tenga en calma;
pues juzgo que es el más proporcionado
de alargar una vida, dar un alma.




ArribaAbajo- LV -


Habiendo muerto un toro el caballo a un caballero toreador


ArribaAbajo   El que Hipogrifo de mejor Rugero,
Ave de Ganimedes, más hermoso,
Pegaso de Perseo más airoso,
de más dulce Arión, Delfín ligero

   fue, ya sin vida yace el golpe fiero  5
de transformado Jove, que celoso
los rayos disimula, belicoso,
sólo en un semicírculo de acero.

   Rindió el fogoso postrimero aliento
el veloz bruto, a impulso soberano;  10
pero aquel su dolor, que tuvo, siento,

   más de afectivo y menos de inhumano:
pues fue de vergonzoso sentimiento
de ser bruto, rigiéndole tal mano.




ArribaAbajo- LVI -


Que celebra a un graduado de doctor


ArribaAbajo   Vista tus hombros el verdor lozano,
Joven, con que tu ciencia te laurea;
y puesto en ello dignamente, sea
índice de tus méritos ufano.

   Corone tu discurso soberano  5
la que blanda tus sientes lisonjea
insignia literaria, en quien se emplea
el flamante sepulcro de un gusano.

   ¡Oh qué enseñanza llevan escondida
honrosos los halagos de tu suerte,  10
donde despierta la atención dormida!

   Pues ese verde honor, si bien se advierte,
mientras más brinda gustos a la vida,
más ofrece recuerdos a la muerte.




ArribaAbajo- LVII -


Alaba en el padre Baltasar de Mansilla de la Compañía de Jesús, gran predicador y confesor de la Señora Virreina, tanta sabiduría como modestia


ArribaAbajo   Docto Mansilla, no para aplaudirte
ponderaciones buscaré del arte
retórica, que fuera limitarte
querer entre sus cláusulas ceñirte.

   Sólo en mi intento, cuando llego a oírte,  5
alabarte con sólo no alabarte;
pues quien mejor llegare a ponderarte
será el que no intentare definirte.

   Aún en tu mismo juicio tú no cabes;
ni de tu ingenio las riquezas raras  10
pudiera, del discurso con los graves

   reflejos, conocer si lo intentaras:
porque si tú supieras lo que sabes,
mucho de lo que sabes ignoraras.




ArribaAbajo- LVIII -


Al presbítero Br. D. Diego de Ribera, cantor de la dedicación de la catedral


ArribaAbajo   Suspende, cantor Cisne, el dulce acento:
mira, por ti, al Señor que Delfos mira,
en zampoña trocar la dulce lira
y hacer a Admito pastoril contento.

   Cuanto cabe suave, si violento,  5
piedras movió, rindió la infernal ira,
corrido de escucharte, se retira;
y al mismo Templo agravia tu instrumento.

   Que aunque no llega a sus columnas cuanto
edificó la antigua Arquitectura,  10
cuando tu clara voz sus piedras toca,

   nada se vio mayor sino tu canto;
y así como lo excede tu dulzura,
mientras más lo engrandece, más lo apoca.




ArribaAbajo- LIX -


Al presbítero Br. D. Diego de Ribera, cantor de las obras del Arzobispo Virrey Don Fray Payo Enríquez de Ribera


ArribaAbajo   ¿Qué importa al Pastor Sacro, que a la llama
de su obrar negar quiera la victoria,
si cuando más apaga tanta gloria,
la misma luz a los recuerdos llama?

   ¿Si en cada mármol mudamente clama  5
de sus blasones indeleble historia,
porque sirva la letra a su memoria
lo que de piedra al tiempo de su Fama?

   A la sagrada cifra, que venera
el discurso en las piedras, comedido,  10
y en duración eterna persevera,

   exenta y libre del oscuro olvido,
alabarte podrás, culta Ribera,
que sólo le construyes el sentido.




ArribaAbajo- LX -


Al presbítero Lic. D. Carlos de Sigüenza y Góngora, frente a su Panegírico de los Marqueses de la Laguna


ArribaAbajo   Dulce, canoro Cisne Mexicano
cuya voz si el Estigio layo oyera,
segunda vez a Eurídice te diera,
y segunda el Delfín te fuera humano;

   a quien si el Teucro muro, si el Tebano,  5
el ser en dulces, cláusulas debiera,
ni a aquél el Griego incendio consumiera,
ni a éste postrara Alejandrina mano:

   no el sacro numen con mi voz ofendo,
ni al que pulsa divino plectro de oro  10
agreste avena concordar pretendo;

   pues por no profanar tanto decoro,
mi entendimiento admira lo que entiendo
y mi fe reverencia lo que ignoro.




ArribaAbajo- LXI -


A una pintura de Nuestra Señora, de muy excelente pincel


ArribaAbajo   Si un pincel, aunque grande, al fin humano,
pudo hacer tan bellísima Pintura,
que aun vista perspicaz en vano apura
tus luces, o admirada, si no en vano.

   El Autor de tu Alma soberano,  5
proporcionado campo a más hechura,
¿qué gracia pintaría, qué hermosura,
el Lienzo más capaz, mejor la Mano?

   ¿Si estará ya en la Esfera luminoso
el pincel, de Lucero graduado,  10
porque te amaneció Divina Aurora?

   ¡Y cómo que lo está! Pero, quejoso,
dice que ni aun la costa le ha pagado:
que gastó en ti más luz que tiene ahora.




ArribaAbajo- LXII -


A Señor San José, escrito según el asunto de un certamen que pedía las metáforas que contiene


ArribaAbajo   Nace de la escarcha fresca rosa
dulce abeja, y apenas aparece,
cuando a su regio natalicio ofrece
tutela verde, palma victoriosa.

   Así Rosa, María, más hermosa,  5
concibe a Dios, y el vientre apenas crece,
cuando es, de la sospecha que padece,
el Espíritu Santo Palma umbrosa.

   Pero cuando el tirano, por prenderlo,
tanta inocente turba herir pretende,  10
sólo Vos, ¡oh José!, vais a esconderlo:

   para que en Vos admire, quien lo entiende,
que Vos bastáis del mundo a defenderlo,
y que de Vos, Dios sólo le defiende.




ArribaAbajo- LXIII -


Al retardarse San Juan de Sahagún en consumir la hostia sagrada por aparecérsele en ella Cristo visiblemente


ArribaAbajo   ¿Quién, que regale visto y o comido,
el León, ya panal, imaginara?
¿Quién, que dulzura tanta se estorbara
lo muy sabroso, por lo muy florido?

   ¡Oh Juan, come y no mires, que a un sentido  5
le das celos con otro! ¿Y quién pensara
que el Fruto de la Vida le quitara
lo hermoso, la razón de apetecido?

   Manjar de niños es el Sacramento,
y Dios, a ojos cerrados, nos provoca  10
a merecer, comiendo, su alimento.

   Sólo a San Juan, que con la vista toca
a Cristo en él, fue más merecimiento
abrir los ojos y cerrar la boca.




ArribaAbajo- LXIV -


Vuestra edad, Gran Señor, en tanto exceda


ArribaAbajo   Vuestra edad, gran Señor, en tanto exceda
a la capacidad que abraza el cero;
que la combinatoria de Kirkero
multiplicar su cantidad no pueda.

   Del giro hermoso la luciente Rueda,  5
que el uno trastornó, y otro lucero;
y que el fin fue del círculo primero,
principio de feliz al que suceda.

   Vivid, porque entre propios, y entre extraños,
de mi plectro las claras armonías,  10
celebren vuestros hechos, sin engaños;

   y uniendo duraciones a alegrías,
a las glorias compitan vuestros años
y las glorias excedan a los días.




ArribaAbajo- LXV -


Dices, que no te acuerdas, Clori, y mientes


ArribaAbajo   Dices, que no te acuerdas, Clori, y mientes
en decir, que te olvidas de olvidarte;
pues das ya en tu memoria alguna parte,
en que, por olvidado, me presentes.

   Si son tus pensamientos diferentes  5
de los de Albiro, dejarás tratarme;
pues tu misma pretendes agraviarte,
con querer persuadir, lo que no sientes.

   Niégasme ser capaz de ser querido,
y tú misma concedes esta gloria,  10
con que en tu contra tu argumento ha sido.

   Pues si para alcanzar tanta victoria,
te acuerdas de olvidarte del olvido,
ya no das negación a tu memoria.




ArribaAbajo- LXVI -


Altísimo Señor Monarca Hispano


ArribaAbajo   Altísimo Señor Monarca Hispano,
que a Dios, entre accidentes escondido,
cuando queréis mostraros más rendido,
es cuando os ostentáis más soberano.

   Que esa sección Señor, que al Luterano  5
asombró en Carlos Quinto esclarecido,
y esa, por quien el gran Rodolfo vido
del mando al Cetro en su piadosa mano.

   Aunque aplaudida en el Hispano suelo
ha sido, con Católica alegría,  10
no causa admiración a mi desvelo.

   Quede admirado aquel, que desconfía,
y de vuestra Piedad, Virtud, y Celo,
esa, y más Religión, no suponía.




ArribaAbajo- LXVII -


A la sentencia que contra Cristo dio Pilatos


ArribaAbajo   Firma Pilatos la que juzga ajena
sentencia, y es la suya ¡O caso fuerte!
quien creerá, que firmando ajena muerte,
el mismo juez en ella se condena.

   La ambición de sí, tanto le enajena,  5
que con el vil temor ciego no advierte,
que carga sobre sí la infausta suerte,
quien al justo sentencia a injusta pena.

   Jueces del mundo, detened la mano
aun no firméis mirad si son violencias  10
las que os pueden mover de odio inhumano.

   Examinar primero las conciencias,
mirad no haga el juez recto, y soberano,
que en la ajena firméis vuestra sentencia.




ArribaAbajo- LXVIII -


A la muerte del Excelentísimo Señor Duque de Veragua


ArribaAbajo   Ves caminante en esta triste Pira,
la potencia de Jove está postrada;
aquí Marte rindió la fuerte espada,
aquí Apolo rompió la dulce Lira.

   Aquí Minerva triste se retira,  5
y la luz de los Astros eclipsada
todo está en la ceniza venerada,
del Excelso Color que aquí se mira.

   Tanto pudo la fama encarecerlo,
y tanto las noticias sublimarlo,  10
que sin haber llegado a conocerlo,

   llevó con tanto extremo el Reino a amarlo,
que muchos ojos no pudieron verlo,
mas ninguno pudieron no llorarlo.




ArribaAbajo- LXIX -


Al mismo


ArribaAbajo   Detén el paso, caminante, advierte,
que aun esta losa guarda enternecida,
con triunfos de su diestra no vencida,
al Capitán más valeroso, y fuerte.

   Al Duque de Veragua ¡o triste suerte!  5
que nos dio en su noticia esclarecida,
en relación, los bienes de su vida,
y en posesión, los males de su muerte.

   No es muerto el Duque, aunque su cuerpo abrace,
la losa, que piadosa le recibe,  10
pues porque a su vivir el culto enlace.

   Aunque el mármol su muerte sobrevive,
en las piedras verás el «aquí yace»,
más en los corazones, «aquí vive».




ArribaAbajo- LXX -


Al mismo


ArribaAbajo   Moriste Duque Excelso, en fin moriste,
Sol de Veragua claro, y refulgente,
que apenas ilustrabas el Oriente,
cuando en fatal Ocaso te pusiste.

   Tú que por tantas veces te ceñiste,  5
al desdén vencedor del Sol ardiente,
apareciste exhalación luciente,
llegaste aplauso, ejemplo feneciste.

   Moriste en fin, pero mostraste osado
el valor de tu pecho no vencido,  10
de la propia Nación tan venerado.

   De las contrarias armas tan temido,
moriste de improviso, que aun el Hado,
no osará acometerte prevenido.




ArribaAbajo- LXXI -


De El divino Narciso Cuadro IV - Narciso


ArribaAbajo   Mas ya el dolor me vence. Ya, ya llego,
al término fatal por mi querida:
que es poca la materia de una vida
para la forma de tan grande fuego.

   Ya licencia a la muerte doy: ya entrego  5
el alma, a que del cuerpo la divida,
auque en ella y en él quedará asida
mi deidad, que las vuelva a reunir luego.

   Sed tengo: que el amor me ha abrasado
aun con todo el dolor que padeciendo  10
estoy, mi corazón aún no saciado.

   ¡Padre! ¿Por qué en un trance tan tremendo
me desamparas? Ya está consumado.
¡En tus manos mi espíritu encomiendo!




Arriba- LXXII -


De Los empeños de una casa Acto I - Ana


Arriba   Si de Carlos la garra y bizarría
pudo por sí mover a mi cuidado,
¿cómo parecerá, siendo envidiado,
lo que sólo por sí bien parecía?

   Si sin triunfo rendirle pretendía,  5
sabiendo que ya vive enamorado,
¿qué victoria será verle apartado
de quien antes por suyo le tenía?

   Pues perdone don Juan, que aunque yo quiera
pagar su amor, que a olvido ya condeno,  10
¿cómo podré si ya en mi pena fiera

   introducen los celos su veneno?
Que es Carlos más galán; y aunque no fuera,
tiene de más galán el ser ajeno.




 
 
FIN DE LOS SONETOS DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
 
 


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