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Apéndice

Diccionario propio de rima


Lista de palabras rimadas en Sonetos de la muerte, en orden alfabético, con frecuencias:

acaba 3 caída 1 alegría 1
nadaba 1 bendecida 1 moría 1
aldaba 1 adormecida 1 vivía 2
colgaba 1 amanecida 2 ala 1
ahogaba 1 crecida 1 allá 1
rajaba 1 extendida 1 controla 1
callaba 1 salida 1 sola 1
ovillaba 1 mida 2 darla 1
sangraba 1 anida 7 detallarla 1
miraba 1 detenida 1 destaparla 1
lloraba 1 avenida 1 alzarla 1
cerraba 1 pida 1 articula 1
apretaba 1 herida 2 gesticula 1
estaba 1 malherida 1 crepuscula 1
iba 4 asida 1 estrangula 1
arriba 2 repetida 1 anula 1
derriba 1 presentida 1 azula 1
acá 1 partida 3 ama 2
boca 1 invertida 1 reclama 1
aboca 1 vida 16 inflama 1
poca 1 martillea 1 llama 2
toca 1 orea 1 derrama 1
cada 1 llaga 1 cima 2
riada 1 ahoga 2 encima 4
fijada 1 dialoga 1 grima 1
alada 3 soga 1 sima 2
nada 7 dicha 2 lastima 3
encadenada 1 desdicha 2 gana 2
hondonada 1 escucha 1 desgana 2
soñada 1 lucha 1 engalana 1
espada 2 parecía 1 llana 1
quebrada 2 día 2 mana 1
mirada 1 creía 1 emana 1
alborada 1 porfía 1 mañana 2
cerrada 1 mía 1 vana 1
atada 2 lejanía 1 caña 1
desatada 1 agonía 3 araña 3
lanzada 1 abría 1 entraña 1
ida 2 fría 1 saña 1
  -58-  
ensaña 1 muerta 2 veinte 1
montaña 1 puerta 1 recordarte 1
alacena 1 yerta 1 parte 1
azucena 1 corta 1 inerte 1
enajena 1 conforta 1 quererte 1
llena 1 fugitiva 2 muerte 6
pena 7 viva 1 suerte 3
vena 3 empieza 1 verte 2
imagina 1 belleza 1 atenazan 1
empina 2 iza 1 abrazan 1
golondrina 1 eterniza 1 duelen 1
inquina 2 riza 1 suelen 1
era 2 esclaviza 1 vuelen 1
cera 2 alza 1 velen 1
cabecera 2 calza 1 canción 1
diera 2 alcanza 1 ilusión 1
viera 1 lanza 2 son 1
escalera 1 esperanza 1 corazón 1
entera 1 avanza 2 cebó 1
vera 1 atrae 1 crucifico 3
enrolladora 1 parece 1 certifico 2
hora 1 sumerge 1 suplico 1
ahora 1 noche 1 añico 1
llora 1 broche 1 pico 1
aurora 1 encaje 1 loco 1
cantora 1 traje 1 poco 1
cura 1 mensaje 1 toco 1
dura 1 salvaje 1 invoco 1
vestidura 1 hable 1 crucificado 2
llanura 1 impenetrable 1 olvidado 1
misa 1 hombre 2 guardado 1
risa 2 nombre 2 lado 2
brisa 2 cumbre 1 azulado 1
sonrisa 1 mansedumbre 1 amado 5
aprisa 1 madre 1 condenado 1
avisa 1 padre 1 tapado 1
cansa 1 quiere 2 arado 3
mansa 1 muere 2 quebrado 1
densa 1 aire 2 atado 2
tensa 1 socaire 2 maltratado 1
ata 1 siempre 1 costado 2
maltrata 1 irse 1 desclavado 1
inquieta 1 subirse 1 ido 1
sujeta 1 naciente 1 amanecido 1
meta 1 miente 1 medido 1
silueta 1 sonriente 1 perdido 1
canta 1 corriente 2 quejido 3
garganta 2 sintiente 2 mido 2
amamanta 1 viviente 1 gemido 3
espanta 1 mente 2 dormido 1
levanta 3 seriamente 1 nido 1
abierta 1 levemente 1 pido 3
cierta 1 vente 3 herido 1
  -59-  
malherido 1 misterio 1 respiro 1
aterido 1 frío 3 entro 1
sufrido 1 fijo 2 adentro 2
asido 1 hijo 4 reencuentro 1
latido 2 sumerjo 2 procuro 1
sentido 1 áralo 1 oscuro 3
partido 2 páralo 1 duro 1
seguido 1 celo 1 juro 1
perseguido 2 cielo 3 conjuro 1
erguido 1 hielo 1 muro 1
vivido 2 caramelo 1 descanso 1
andando 1 pelo 2 manso 1
cuando 1 duelo 2 ato 1
escondo 2 velo 3 retrato 1
redondo 1 hilo 1 quietecito 1
fondo 1 vilo 1 marchito 1
hondo 2 manolo 2 infinito 1
respondo 2 solo 2 repito 1
moribundo 1 verlo 2 grito 1
hundo 2 clamo 1 chiquitito 1
mundo 3 llamo 1 ciento 1
agudo 1 abismo 2 aliento 3
nudo 1 espejismo 1 sentimiento 1
rudo 1 cataclismo 2 siento 6
ayudo 1 mismo 2 viento 3
leo 1 sismo 1 lento 1
reo 1 cercano 1 lamento 1
creo 1 mano 1 firmamento 1
veo 3 año 1 contento 1
ciego 1 baño 1 abierto 2
lego 1 daño 1 cierto 2
entrego 1 paño 1 acierto 1
fuego 1 camino 1 injerto 1
luego 1 pino 2 muerto 4
ruego 1 sino 2 yerto 1
digo 2 tino 1 esto 2
desdigo 1 niño 3 gesto 1
conmigo 2 guiño 1 dispuesto 1
trigo 1 infierno 3 cristo 1
sigo 1 tierno 1 insisto 1
postigo 1 invierno 1 llevó 1
bogo 1 eterno 3 olivo 1
ahogo 4 aro 1 substantivo 1
largo 1 paro 1 vivo 2
amargo 1 ligero 3 huyo 1
adagio 1 arriero 1 destruyo 1
naufragio 2 quiero 2 corredor 1
presagio 1 primero 1 temblor 1
mío 3 caminero 1 olor 1
pío 1 espero 1 dolor 1
río 2 entero 3 bandadas 1
brío 1 muero 2 almohadas 1
cementerio 1 miro 1 trascendidas 1
  -60-  
entretejidas 1 verdades 3 cirios 1
avenidas 1 coches 1 martirios 1
ondas 1 noches 1 viejos 1
redondas 1 broches 1 lejos 2
hondas 1 troches 1 reflejos 1
frondas 1 rosales 1 espejos 2
gracias 1 vendavales 2 ojos 5
desgracias 1 canes 1 cojos 1
días 3 alacranes 1 flojos 1
tragedias 1 cordones 1 manojos 1
medias 1 equivocaciones 1 hinojos 1
mías 1 desolaciones 1 despojos 1
agonías 2 sensaciones 1 rojos 2
olas 1 bendiciones 1 cerrojos 2
bolas 1 sones 1 celos 1
amapolas 1 andares 1 cielos 1
farolas 1 mares 1 caramelos 1
entrañas 1 penares 1 velos 1
sañas 1 palpitares 1 lastimeros 1
espinas 1 padeceres 2 desesperos 1
ruinas 1 quereres 2 centros 2
rompedoras 1 peores 1 adentros 2
horas 1 dolores 1 mitos 1
ahoras 1 amores 1 infinitos 1
auroras 1 errores 1 cientos 1
llanezas 1 cercados 1 sufrimientos 1
rarezas 1 lados 1 vientos 1
tristezas 2 callados 1 momentos 1
asechanzas 1 cerrados 1 laberintos 1
esperanzas 1 sentidos 1 instintos 1
antifaces 1 partidos 1 hoy 2
paces 1 fecundos 1 soy 1
edades 3 segundos 1 estoy 2
ansiedades 1 mundos 1 voy 3
soledades 1 rotundos 1 candidez 1
calamidades 2 encargos 1 estrechez 1
eternidades 2 largos 2 diez 1
oscuridades 1 amargos 1 vejez 1
inmensidades 2 serios 1 tez 1
maldades 1 misterios 1 vez 1







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Sonetos de la muerte

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- I -

Los presentimientos


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- I -


La pena me conduce


ArribaAbajo Hasta ayer concebía la alta cima
como logros finales del aliento.
Fue solamente hasta ayer porque hoy siento
una pena que me daña y lastima.

Así de grande con la pena encima,  5
así de hondo el alfiler que siento.
Voy en aire cansado y sin aliento
como minero herido por la sima.

Será extraño jugar a las tragedias
pensaréis al mirarme sonriente:  10
la faz del hombre se alza en antifaces.

No me miréis el corazón a medias
doblado de sufrir en ser viviente;
medidme tal cual voy, quebrado en paces.




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- II -


La muerte me dibuja


ArribaAbajo La agonía en dolor que se sumerge
alma ida, rompealma, como llaga,
aquí me tiene en pozo que es lanzada
viviendo como vivo muerto en siempre.

Me reclama una voz que tal parece  5
soplo en fuego, alta mar encadenada.
y yo mismo quedo, así, en la quebrada
del tajo atroz, filo ojo de la muerte.

Me alcanza una obsesión de vendavales,
vivo y muero como puedo siendo ala  10
de pluma leve en el inmenso cielo.

Nada en el mundo me agrada y me atrae
porque la muerte me dibuja y llama.
Soy yo el que se ve vivo estando muerto.

  -67-  


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- III -


La esperanza está cerrada


ArribaAbajo Me quedo solo en el dolor medido
con una noche infame que no acaba;
perdido voy sin encontrar la aldaba
que me abra la faz que en aurora pido.

Pero la luz no viene al perseguido  5
por un dolor seguido que no acaba.
Busco aurora y la aurora se colgaba
en las negruras densas del gemido.

¿Por qué seguir alzando la esperanza,
y por qué esperanzarse en la alborada  10
cuando la luz se cierra y todo oscuro?

No quiero confusión si no se avanza
hacia la luz en bien del alma alada.
Ahí, dormido, el milagro procuro.




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- IV -


Desde mis ansias clamo y llamo


ArribaAbajo Así es, tanto esperar para tan poco
en esta nieve y muerte detenida;
ya me veo cercado y sin salida;
poco es el aire que en mi mente toco.

No lo toco porque mi mente en loco  5
crucificarse vive. ¿Pero es vida
el desvivir que en muerte se me anida?
Arrinconado por la vida invoco.

¡Paredes tercas de los infinitos!
¡Parapetos de las inmensidades!  10
¡Labrad, por Dios, las ansias con que clamo!

Con mis ansias de llantos y de mitos
poco a poco me muero en mis verdades.
A cielos del Eterno clamo y llamo.

  -68-  


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- V -


Intento sortear el precipicio que me gana


ArribaAbajoNo me queda otro logro que esta llama
ni tengo otro objetivo que la muerte;
así camino y bajo de esta suerte
sorteando el desfiladero que me ama.

Y me gana. Me busca en su mensaje;  5
fiero el rumor y atroz en la quebrada.
Allá abajo me veo como nada:
el cuerpo muerto, amortajado en traje.

Todo tiene un aspecto que derrama
triste noche que se tuerce y se inflama  10
y abajo este hombre soplo de la vida.

Más abajo, en su fondo, está la herida
que el vivir raso me hizo en su salvaje
engaño de alfileres como encaje.




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- VI -


Camino y amo sin saber que amo


ArribaAbajo No me podréis comprar en la avenida
Como se compra armario desclavado.
Busco en el bien de alma lo más amado
más allá de la muerte y de la vida.

Todo tiene en mi muerte presentida  5
un sabor a amargura y bien guardado;
es cuando ando y remiro hacia aquel lado
de sombra negra colgada, invertida.

Invertida parece como muerte
que de adentro me llama y me reclama.  10
Así de terca es su ala repetida.

Me veo y toco como ser inerte
que respirando ama sin saber que ama.
¡Santo Dios de la muerte y de la vida!

  -69-  


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- VII -


Voy roto por dentro y en el alma maltratado


ArribaAbajo En la triste realidad en que siento
camino sin salida como un ciego.
Allá lejos, imposible, cual ruego
sagrado, la luz se dibuja en viento.

Y se diluye con el firmamento  5
como mi corazón vencido y lego
se destrona y sumerge en lo que entrego.
Más dolor imposible en un lamento.

Vía crucis de grandes padeceres,
muerto voy con el alma malherida,  10
roto por dentro, en ansias, maltratado.

No vedme los adentros de quereres
que están vivos en su sangrante herida.
Miradme en los ojos, crucificado.




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- VIII -


La vida se me quema cada día


ArribaAbajo Nada hay más grande que la verdad dicha
en tiempo, me repito para adentro.
Por la fuerza de la pena voy, entro
en mi túnel oscuro de desdicha.

Vuelvo. Miro y remiro esa desdicha,  5
me toco, me aligero, me reencuentro.
Un grito en filo me desgarra adentro
como si quisiera asfixiar la dicha.

No tengo, Santo Dios, otro camino
que esta pena por dentro en agonía.  10
La vida se me quema cada día

en holocausto de mi propio sino.
Abrid, Señor, al corazón respiro,
ojo en canto que derrotado miro.

  -70-  


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- IX -


El alma se me muere en soledades


ArribaAbajo Por fin es la hora del morir naufragio
cuando el alma se quiebra en sus verdades;
me recuento y digo en eternidades,
corazón que habla en aires de presagio.

Sutil por lo que enseña es el adagio  5
del cuerpo que se muere en sus edades
sufrir de día y ver calamidades
como norma sencilla del naufragio.

La vida dada la estimé en belleza;
me la hirieron a golpe de maldades  10
y no quiero vivir porque no quiero.

Con las ansias de morir se me empieza
lenta a morir el alma en soledades.
Poco a poco descubro que me muero.




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- X -


Sabiendo como sé que el cuerpo es nada...


ArribaAbajo Sabiendo como sé que el cuerpo es nada
miro hacia adentro, espíritu dormido:
miro por si la luz por mí soñada
ha subido conmigo hacia el latido.

No ha subido. Quieta y sol va fijada  5
en la vida deshecha y sin sentido.
Me quedo inmerso con el alma alada
roto en ansias; el cuerpo malherido.

En cortes de una muerte que me gana
voy llamándome por ojos y avenidas  10
por si la voz en alma se engalana.

De la ilusión en muertes trascendidas
va mi alma andante, en ceguera y así emana
en manos orantes, entretejidas.

  -71-  


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- XI -


Corazón de grandes palpitares


ArribaAbajo El mundo entero se me viene encima
cuando camino y pienso en mis dolores.
Voy muriéndome atado en mis errores
e hiriéndome en las púas de la sima.

Se verá esta obsesión que me lastima  5
como desdoble trágico de amores.
No es así. Mi vida se halla en peores
duelos. Mirarme en mí y me da grima.

Corazón de los grandes palpitares
abre las puertas al alma que se ahoga;  10
abre, por luz de Dios y asilo pido.

La pena, en olas altas, como en mares
va alzando poco a poco aquella soga
que yo mismo, al vivir, subí conmigo.




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- XII -


Por el eco el duelo se me ensaña


ArribaAbajo Tensiones que me alcanzan y me duelen,
aires raros que arraigan mis adentros
y por lo largo y raros se hacen centros
de heridas mortales que así me suelen

dejar vencido. Izo aires que se vuelen  5
hacia otros infinitos y otros centros
más allá del cosmos y en sus adentros.
¡Que Dios con almas buenas por mí velen!

Me sujeta una fuerza impenetrable;
forzado vivo en mí sin esperanzas.  10
Mi vida se cimbrea como caña.

Permíteme, Señor, que conmigo hable
y espante, así, las negras asechanzas.
Por el eco aire el duelo se me ensaña.

  -72-  


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- XIII -


Soy un átomo perdido en la llanura


ArribaAbajo Yo no sé lo que es esto pero así estoy
con la tristeza como vestidura;
nada me incita, alivia ni me cura
en este crucificar por donde voy.

Forcejeo, lucho, me esperanzo, soy  5
un átomo perdido en la llanura,
algo semejante a nada en la dura
lucha y tregua en los desfiladeros de hoy.

Y no me arrepiento de haber vivido,
sólo este dolor que me agobia y cansa  10
como si el mundo lo tuviera encima.

Vivo, rezo, atestiguo que he vivido
con una pena perseguida y mansa.
Llevo en el ojo un hacha que lastima.




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- XIV -


Mi corazón partido ni se escucha


ArribaAbajo Bebo sorbo a sorbo lo agrio en la vida
sin darme cuenta que bebo en mi entraña;
de esa forma han hecho un vivir que araña
alma arriba, sin sol con que se mida.

No me digas, luz, que es amanecida  5
cuando es lo negro en filo con su saña.
Así el dolor en tiempo como araña
se alza con mi fe y gana la partida.

Dolores quietos de los sufrimientos,
lagunas largas de los desesperos,  10
pañuelo pido para mi alma en lucha.

Dad descanso a los traicioneros vientos
que van empujando ayes lastimeros.
Mi corazón, partido, ni se escucha.

  -73-  


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- XV -


Estoy marcado en la frente y en los días


ArribaAbajo Tiene este desvivir que me esclaviza
un signo de martirio tan agudo
que ya no puedo más con este nudo:
poco a poco se me sube y eterniza.

Tal parece que el agobio se me iza  5
como bandera al viento. Crudo y rudo
puede más el penar con que me ayudo
que este ir en muerte que en muerte alta y riza.

Desfiladeros de las agonías,
precipicios de las inmensidades,  10
pena larga y loca de las desgracias.

Estoy marcado en la frente y los días
como ser que se asfixia entre verdades.
Más dolor no ata. Gracias, Señor, gracias.




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- XVI -


En la tierra me sujetan como a reo


ArribaAbajo Tiene esta zozobra alta que me gana
un punto feroz que sube alma arriba.
Asciende como quiere y fugitiva
me conduce, me arrastra y me desgana.

De sangre se oscurece mi mañana  5
cuando intento demostrarme como iba;
el alma se me rompe y fugitiva
busca y no encuentra la esperanza vana.

Por donde miro y toco sólo veo
garfios, penas, agujas y alacranes.  10
Mi vida se me pierde en laberintos.

En la tierra me cercan como a reo
y me abren los talones esos canes.
Me busco, como puedo, mis instintos.

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- XVII -


La mano de bendecir sangraba


ArribaAbajoYa está todo aquí como antes estaba:
el alma herida, la música en nada,
el corazón con rigidez de espada
y la mano de bendecir, sangraba.

Me quedo solo en noche que cerraba  5
las auroras perdidas por la nada,
como este morir mío, en la cerrada
infinitud de pena que no acaba.

Por los ojos se me va el sentimiento,
por el alma callada me destruyo  10
y en la frente es visible las espinas.

Una pena alta en el costado siento
que me llaga y lima hasta el suspiro: huyo.
Las miradas de amplitudes son ruinas.




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- XVIII -


La pena me controla


ArribaAbajoQuedo solo en mi dolor seguido
en esta incertidumbre que me espanta.
Sigo vivo; la pena me levanta
y la pira chispeante está en quejido.

Me subleva, me infinito; así mido  5
la tragedia que me ahoga en la garganta.
Sube un grito; la pena me amamanta;
roto voy por mis adentros y pido.

Pido por mi alma que se muere sola,
por mis ansias de vivir en eterno  10
y por mis ojos en dolor, partidos.

No puedo más; la pena me controla
como si fuera suma del infierno.
La inquietud me desdobla los sentidos.

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ArribaAbajo

- XIX -


Por sí sola la pena se me muere


ArribaAbajoYa tengo el corazón como partido,
y el mito del vivir casi olvidado;
esta desazón de hombre condenado
me desangra a vivir casi en gemido.

Me pregunto si esto es vivir y mido  5
las glorias de amar y de ser amado;
los días se me van como si arado
roturara mi sangre en un quejido.

Paso la eternidad de los momentos
haciendo del dolor una montaña.  10
Por sí sola la pena se me muere.

Este dolor multiplicado en cientos
va haciendo la agonía que me araña.
Es difunto ya este ser que anda y quiere.




ArribaAbajo

- XX -


Redimidme por la pena el latido


ArribaAbajoLejos de tu centro estoy, corazón,
lejos y dentro de tus ansias hondas.
Camino como puedo entre las frondas
de un quedo sol; bajo por lo ido, el son.

Y por lo ido, también, la hija canción  5
que envolvía vivires como en ondas
saltarinas, agrestes y redondas.
Con el llanto se me va la ilusión.

Alma mía de grandes padeceres,
ojos cegados de sufrir eterno  10
vendimiadme por la pena el latido.

¡Alza mi empeño, Dios de los quereres!
¡Hazme más claro, más humano y tierno!
¡Sublima este dolor de perseguido!

  -76-  


ArribaAbajo

- XXI -


Por la luz del vivir me crucifico


ArribaAbajoPor los ríos de mis adentros voy;
por la luz del vivir me crucifico.
Atisbo un dolor, me entretengo; un pico
agudo me cuadricula el alma. Estoy

como insensible en el infierno de hoy.  5
La pena, por lo rota, se hace añico
en imposible dar con que suplico;
en imposible porque en fuego voy.

Sigue en mis creencias un dolor manso,
se ovilla en amorosa mansedumbre  10
cuando en la muerte me recojo vivo.

Flechas en el andar y en el descanso,
dolor en las bajuras y en la cumbre;
sangra este dolor mío y substantivo.




ArribaAbajo

- XXII -


Cargo en mí como el pesar del mundo


ArribaAbajo Desde el cielo que lo veo tapado
e intento sumergirme hasta su fondo,
así también va mi anhelo, así de hondo.
La inquietud que me araña con arado.

Me duele por la sangre, en el costado;  5
alma arriba me busco y me respondo
con un dolor opacado y redondo
como si el cielo lo tuviera atado.

Me busco en la inquietud más de mi nombre,
me crucifico y me desgasto en nada  10
y cargo en mí como el pesar del mundo.

En un llanto con penares de este hombre
voy cargando el dolor como una espada.
Con el alma en la frente voy y me hundo.

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- XXIII -


Me fijo en los rosales


ArribaAbajo Por los pasillos anchos de mi mente
llego y retengo del cielo el infierno.
Libre soy en el crucificar eterno
como libre pasea el sol naciente.

Subo y bajo contrario a la corriente;  5
en el alma abajo se me hace invierno
con una mezcla de dolor e infierno
y hallo, Dios mío, que me dicen, ¡Vente!

Este vente es eco que en mi alma espero,
la voz densa, alta de los vendavales,  10
el sufrir en cien de las agonías.

Es por todo eso que me muero y muero
y por ello me fijo en los rosales
como si de ellos me nacieran días.




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- XIV -


La muerte azul en voz me dice, ¡vente!


ArribaAbajo Por los altos colgaderos del cielo
una pena en penares me desgana.
No es una; van en caravanas; mana
una agonía lenta tras su velo.

La agonía que tal parece en celo  5
me lleva por delante lanza y llana;
me fabrica infiernos en la mañana
como si la vida se alzara en hielo.

Una desazón me conmueve en duelo,
un penar me desarticula el mundo.  10
Yo mismo soy palito en la corriente.

Me santiguo como puedo, abro el velo
de la vida impenitente en que me hundo.
La muerte azul en voz me dice, vente.

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- XXV -


Pero la muerte está primero


ArribaAbajo Ese color de muerte en los reflejos,
ese andar indeciso en la silueta
atropella un dolor que se sujeta
y mírame de frente en los espejos.

La pena que me viene desde lejos  5
tiene la leve cuerda que me inquieta,
tiene, también, el eco de una meta
que un día quise de los mundos viejos.

Una cosa es el ser y otra es la muerte
que me viene de frente en cada pena  10
como si quisiera asfixiarme entero.

Me paso como puedo hacia la suerte
por si la vida se me viene en vena
en flor, pero la muerte está primero.




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- XXVI -


Adiós le dije un día al alma alada


ArribaAbajo Mi corazón se esconde con la nada
cuando me busco en las desolaciones.
Atado estoy con equivocaciones
de un vivir que se pierde en la hondonada.

Adiós le dije un día al alma alada,  5
adiós para siempre a la voz y sones
que buscaban en lo alto bendiciones.
Adiós a la muerte que me habla atada.

En lo hondo de la asfixia me sumerjo,
por la pena continuada voy y me ahogo  10
y en la cruz de mi andar me crucifico.

Por la vida y la pena me sumerjo
una vez y otra vez en aquel ahogo.
Como puedo me digo y certifico.

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- XXVII -


Ese decir que se equivoca y miente


ArribaAbajo Ese decir que se equivoca y miente,
ese triste crucificarse en vida,
esa opacada insinuación que anida
un torrente de cuchillos en veinte

siglos de punzadas y duelo en mente.  5
Subo por mi duelo, alma que lo mida;
bajo por mi pena, hombre que la pida
para dolerse como en mar sintiente.

Mido mi dolor de hombre nuevo en Cristo
por este alto crucificarme en hombre  10
como si las heridas fueran mías.

Me acerco a mis agonías, insisto,
vocifero con la muerte este nombre
y sumo, acelero al penar los días.




ArribaAbajo

- XXVIII -


Hijo del alma, tu alma está en tu pelo


ArribaAbajo Esa limpia claridad de hombre muerto
me viene y se deshace levemente,
como arroyo que nace del injerto
de monte alto con agua seriamente.

Me queda este serio dolor tan cierto  5
que cava, tala, corta y me dice vente.
Así voy, roto de andar en abierto
precipicio con el penar sintiente.

Me quedo sujeto como iba, atado
a las penas del mundo con mi pena.  10
La asfixia me retuerce por el duelo.

Veo entrar por mis ojos otro arado
que se pone a arar en mi propia vena.
Hijo del alma, tu alma está en tu pelo.



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ArribaAbajo

- II -

La muerte misma


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ArribaAbajo

- I -


Mi hijo tiene ya su perfil de amanecido


ArribaAbajo Tiene ya un serio perfil de amanecido.
La flor del día resucitaba entera.
Dios se marchó en duelo de su cabecera
y el otro mundo le vino en un quejido.

Todo fue liso en dolor por lo sufrido;  5
el cuerpo temblaba al respirar en cera.
Más dolor, imposible, al verle como era
un pie aquí, el otro por la muerte asido.

Lo veía en muerte y no me lo creía;
un gran viento interior me decía, ¡páralo!  10
y soplaba a Dios parado y Dios callaba.

Una fuerza oscura, atroz, me lo moría;
las fuerzas negras imponían el ¡áralo!
Mi corazón en Dios se abría y rajaba.




ArribaAbajo

- II -


Se me muere entre hospitales y me ahogo


ArribaAbajo Respiraba con un sentir tan hondo
que allá lejos, en los pasillos largos,
la muerte repetía sus encargos:
Conmigo es el joven y ya lo escondo.

Todo era así, el aire, la luz. Respondo  5
en lágrimas. Son dolores amargos
que llevan penas sobre penas. Largos
los vientos de la muerte. En mí me escondo.

Se muere paso a paso y no lo creo;
se escapa de la vida y no lo paro;  10
se me muere entre hospitales y me ahogo.

Le empujaba la vida y yo lo veo
pero la muerte decidía en aro.
Con su estremecer de muerte ando y bogo.

  -83-  


ArribaAbajo

- III -


La pena me arrasa con su pena


ArribaAbajo Ya no puedo más; la pena me alcanza;
me come los costados y la boca,
me rompe el pensar, me duele, me toca:
es mi hijo muerto y quieto como lanza.

Lanza fría, cuerpo duro, hijo en lanza  5
hacia otro firmamento en roca. Poca
luz por dentro. Es el alma que se aboca
a otra dimensión por la que ya avanza.

Aquí tu padre, hijo del tiempo largo,
tu padre de la sed y los martirios.  10
Por tu hondo sufrir se alza con tu pena.

Más punzante el dolor y tan amargo;
me hallo con la muerte en color de cirios
y la pena me arrasa con su pena.




ArribaAbajo

- IV -


Adiós al tiempo y adiós la amanecida


ArribaAbajo No tengo otro pensar que recordarte,
hijo del alma que te fuiste entero,
ni otro camino que morir sin verte,
adiós al tiempo, adiós la amanecida.

Por aire mismo sin luz de otra parte  5
traspasaste el camino tan ligero.
Adiós con mi pena tan de quererte
hijo de mi ala sangre y de mi vida.

Por los densos caminos de misterio
tu voz sin voz se atormentó en la nada  10
de la misma forma que me ahogo solo.

Ya ves, hijo, tu solo cementerio
como sola se quiebra mi alma atada
a tu cuerpo de muerto, hijo Manolo.

  -84-  


ArribaAbajo

- V -


Con la muerte el bien se te abrió marchito


ArribaAbajo Te quitabas la ropa para darla
al pobre de la nieve caminero.
Así tu línea clara de arriero
con alma siempre lista para alzarla.

Por donde ibas la luz en detallarla  5
con pasos de bondad y tan ligero
que Dios se repartía en un te quiero,
caridad amorosa al destaparla.

Así de alta tu mano de infinito,
así de noble tu ojo amor de hilo,  10
así con gracia tu alma enrolladora.

Con la muerte el bien se te abrió marchito
como se me arde el alma tan en vilo
que Dios se me ata cerca y por mí llora.




ArribaAbajo

- VI -


Ven quietecito al alma de mi nido


ArribaAbajo Con la muerte le quedó la sonrisa
como rota y crucificada encima;
un puente se deshacía en la cima
para frenar lo que debió ser brisa.

Así de agria la muerte que le avisa,  5
así de injusta la vida y la inquina,
así el escalón que nadie imagina
para morirte el pie junto a la risa.

Hijo del alma que te fuiste solo
por la árida estrechez de los misterios:  10
ven quietecito al alma de mi nido.

Tu nombre en risa se llamó Manolo,
tus ojos fríos se quedaron serios,
tu hálito en muerte se quedó partido.

  -85-  


ArribaAbajo

- VII -


Dentro del bien tu resplandor entero


ArribaAbajo La bondad le venía por los ojos
y el aire se estremecía de celos.
La mano grande como de almas cielos
y el corazón de tanto amor, en rojos.

Rojos eran también los soles flojos  5
en su serio mirar en caramelos.
Lúcido el bien en escondidos velos
al dar en secreto y sentir de hinojos.

Ese fue el hijo que se fue ligero,
como se va el día cuando la noche  10
llega con muerte en resbalón tan duro.

Dentro del bien tu resplandor entero,
el alma en luz como si un alto broche
irradiara panales por lo oscuro.




ArribaAbajo

- VIII -


Por él y por mí la noche lloraba


ArribaAbajo Ya está dicho en la conclusión del viento,
está en luz muerta, en los ojos cerrados.
Un mundo en negro con ojos cercados
arrancó al hijo la voz y el aliento.

Así es grande la asfixia que siento,  5
así de rotos los ecos callados
y así de grande el dolor en los lados.
El dolor clavo se me sube en ciento.

Con su alba sonrisa se durmió el aire
y una voz lejana decía, muerto.  10
El padre, yo de nombre, se ovillaba.

La muerte al lado, a la piel del socaire,
me daba muerte en corazón abierto.
Por él y por mí la noche lloraba.

  -86-  


ArribaAbajo

- IX -


Mi amor de padre dice muerto mío


ArribaAbajo El hijo de la muerte que vivía
entró en su mundo callado de noches.
Iba con la risa de alma en broches
de ilusión y vida en la lejanía.

Se perdió en un mundo que parecía  5
risueño y loco al pasar de los coches
pero era nada menos que ansia en troches
por donde el sol vida luz se le abría.

Muerto estaba mi hijo en su frialdad densa
como frío está el corazón sin verlo.  10
Hoy el día intenso se desdobló en frío.

Una amarga flor luz le quedó tensa,
un sencillo sin mirar veo al verlo.
Mi amor de padre dice, muerto mío.




ArribaAbajo

- X -


El alma del bueno se fundió allá


ArribaAbajoTiene mi hijo esa noble candidez
en la inocencia. Así nació a la vida.
Viene de largo su querer que anida
rosas y tesón a la misma vez.

Por su noble frente y su limpia tez  5
viene de corta la aurora extendida
y viene a su cara de amor crecida
la luz que no es sol nuevo ni es vejez.

Por eso la muerte lo halló dispuesto
rompiendo, de golpe, la vida en diez.  10
El alma del bueno se fundió allá.

Las negruras se abrieron en todo esto;
se llama muerte y día en estrechez;
Su muerte me araña y derrumba acá.

  -87-  


ArribaAbajo

- XI -


Veo a mi hijo chico pasear con su madre


ArribaAbajo Vuela mi idea, se lanza por los mundos
y allí está mi niño chico, contento,
libre como la garza por el viento;
lo miro y remiro en gozos fecundos.

Amor y aire en pasión niña, rotundos.  5
De niño al hombre con el aire siento
un golpe duro que me viene lento
y se hace muerte como en dos segundos.

Ya todo es dicho en mi dolor de padre,
todo escrito en mi corazón quebrado.  10
Su muerte lenta se viene a mis ojos.

Veo a mi hijo pasear con su madre;
todo es recuerdo y fin en hijo amado.
Ojos en pena se nos hacen cojos.




ArribaAbajo

- XXII -


Sí, me expiré en su muerte viéndolo irse


ArribaAbajo Todo tenía sabor a dolor
en aquel día. La amanecida era
cuando la muerte iba por su escalera;
iba y saltaba por el corredor.

Allí estaba el hijo; casi un temblor.  5
La muerte le vino a la cabecera
y la cara en vida se le enfrió en cera.
Vi a Dios irse con su pena en olor.

Sí, me expiré en su muerte viéndolo irse
y un nudo agrio apretó mis sensaciones.  10
¡Dios mío! Y la muerte se lo apretaba.

No pude más. El dolor al subirse
se llevó mi amor ahogado en cordones.
Por el mundo errante mi alma se ahogaba.

  -88-  


ArribaAbajo

- XIII -


De penares el alma se me azula


ArribaAbajo De penares el alma se me azula,
se me olvidan los nombres de las horas,
descubro que oscurecen las auroras
y hasta mi voz se rompe y se me anula.

Camino sin sentir, mi ansia articula  5
un rezo oculto; me quedo en los ahoras
de esas filtradas lanzas rompedoras
que así me llaga, quema y crepuscula.

Por los cercos del orbe me desdigo;
perdiendo siento el hilo de mi vida  10
y ya me canso de mí mismo y me ahogo.

Todo es así y mi propio sino sigo
por si fuera verdad la misma vida.
Sueño que soy yo. Hasta por la voz me digo.




ArribaAbajo

- XIV -


El corazón se me ha roto en tristezas


ArribaAbajo El corazón se me ha roto en tristezas;
camino y me atravieso por mí mismo
y me hallo y me sumerjo en el abismo.
Dios sabrá los porqués de estas rarezas.

Dios lo supiera en soplos de llanezas  5
me diera luz para aislar espejismo,
saltar sobre el abierto cataclismo,
salvar y salvarme de las tristezas.

Este hijo que fue y ya no andaba cuando
el rencor de la muerte lo llevó  10
ligero. Aquí me quedo y certifico.

Sin saber por qué y cómo sigo andando.
Con cruz y viento el hado se cebó
en hijo. Voz y duelo crucifico.

  -89-  


ArribaAbajo

- XV -


Porque la pena me alza del socaire


ArribaAbajo Me duele el fallecer del hijo mío,
me duele y me lacera su agonía,
despacio voy en dolor día tras día
con un corazón arrancado y frío.

Ya no hay por árboles el pío pío,  5
ya no suena en el aire la alegría;
es y serán dolores a porfía
como si al irse el mar cambiara a río.

Ya lo ven, amigos del aire y vida
cómo la vida aplaza los andares  10
y cómo la flor que muere se hace aire.

He roto el calor de luz que en mí anida,
he perdido, hijo, al irte, los penares
porque en pena me quito del socaire.




ArribaAbajo

- XVI -


Y como fuego ardo en su muerte luego


ArribaAbajo Sálvame, Señor, del horror oscuro
de morir con los ojos en mí mismo.
Mi hijo se me fue y se llenó el abismo
de pensar y pensar su muerte muro.

Se fue en dos días y por su alma juro  5
que quedé sin luz con el cataclismo
como si la tierra en enorme sismo
rompiera el aire y voz en el conjuro.

Sólo me queda el viento de su gesto,
sólo tengo su voz adormecida  10
y los cristales amargos de su ida.

Pregunto y me pregunto el porqué de esto:
el dolor se me acerca como fuego
y como fuego ardo en su muerte luego.

  -90-  


ArribaAbajo

- XVII -


Se me fue de brazos en la caída


ArribaAbajo Por la madre me venía la pena,
por el dolor se quedaba conmigo,
se enredaba alma arriba como el trigo
en llanto paso lento de azucena.

En el sagrario íntimo de alacena  5
mi recuerdo virgen iba y lo digo;
veía la faz del hijo tras postigo
de luz cegada en vida por su vena.

Se me fue de bruces en la caída,
todavía lo veo moribundo  10
mirar el techo raso tras la muerte.

¡Hijo!, por tu corazón mi alma anida
un encuentro contigo y con tu mundo.
Ya lo ves, hijo, y con tu muerte, verte.




ArribaAbajo

- XVIII -


Sólo mi sufrir con tu muerte dialoga


ArribaAbajo Corredores en el tiempo, hijo mío,
laberinto y pasillos, puerta abierta,
color de la cera pálida, muerta,
en tu cara azul del morir del frío.

Y me quedo con el morir del río  5
como Manrique con la mar en puerta.
Te veo así, hijo, con la cara yerta;
muerta la voz, la fuerza sin el brío.

Miro la luz en cruz y no la veo,
prolongo mi sangre y se me estrangula,  10
rezar quisiera pero la voz se ahoga.

En el espejo de la muerte leo
y tu faz ni me dice y gesticula.
Sólo el sufrir con tu muerte dialoga.

  -91-  


ArribaAbajo

- XIX -


Puñetazo de amor derecho al día


ArribaAbajo Allí estaba, con el perfil herido
con la muerte. Sin verse en agonía
se dormía en la muerte que vivía,
así, alado, ceroso y sin gemido.

Mi pensar en verlo era un río erguido  5
que se subleva ante la muerte fría,
un gesto airado ante su muerte mía,
puñetazo de amor pero aterido.

Dime, Dios amor, y mi hijo se me iba
y el puente de tu pecho no miraba;  10
dime, Dios mío, el pero de su muerte.

El desconsuelo me alza y me derriba,
me sumerjo en la muerte en que nadaba
y con uñas de amor desviar su suerte.




ArribaAbajo

- XX -


Ya no tiene color la golondrina


ArribaAbajo Ya no tiene color la golondrina,
ni el sol calienta, ni la fuente canta;
ya el tiempo ni se mide ni levanta
aires de flor en copa que se empina.

Mi hijo se me fue, Dios, y cuánta inquina  5
en cielo que las muertes va y levanta.
Cuerda de esparto me ata la garganta
y el alma en voz me salta y se me empina.

Se me empina en soplo y me empuja al grito;
su voz en muerte oigo desde muy lejos,  10
¡Ay! su dolor, Dios mío, tan cercano.

Me veo en muerte suya y me repito
como repiten su aire los espejos.
Dios en aire suyo le da la mano.

  -92-  


ArribaAbajo

- XXI -


Cuando el niño al perro blanco hace un guiño


ArribaAbajo De la mano de la madre iba el niño
todo ilusión en la sonrisa aurora,
todo azul en el encaje de la hora
cuando el niño al perro blanco hace un guiño.

No saluda a los humanos el niño  5
y la madre en flor me lo recuerda ahora,
sólo animales y al ave cantora
va el mundo caramelo de mi niño.

Padre y madre se recuerdan en hijo,
lo levantan de la muerte y lo abrazan,  10
reviven de su bien niño azulado.

La madre al niño lo acurruca en hijo;
muerto está; las tragedias la atenazan.
Madre y padre señalan el costado.




ArribaAbajo

- XXII -


Mi hijo pasó la muerte por los ojos


ArribaAbajoMe llaga la agonía por los ojos,
el corazón cordeles de ansiedades,
alma que entra por las calamidades
con muerte circundada de cerrojos.

Mi hijo pasó la muerte por los ojos,  5
la muerte se enroscó en oscuridades.
La vida lo alejó de las edades
y la luz se deshilachó en manojos.

Remiro el aire en cara que está muerta,
muerto está de muerte, hijo del olivo  10
y mi sangre en el soplo que le diera.

Contemplo absorto la realidad cierta
y me da la impresión que ya no vivo.
Así es de grande el ojo que me viera.

  -93-  


ArribaAbajo

- XXIII -


Y este niño de amor fue el que se muere


ArribaAbajo Lo recuerdo de chiquito cuando iba
al campo a bendecir las amapolas,
a la playa brincando entre las olas
en un tierno entusiasmo de alma viva.

El campo con sus padres alma arriba,  5
la plaza y balancearse en las farolas,
el llano en luz donde juega a las bolas
y el corazón de niño en que su ala iba.

Y este niño de amor fue el que se muere
ya un hombre hecho de las eternidades,  10
voz en grande alma sujeta entre almohadas.

El alma en nebulosa que no quiere,
grito opaco que va, entra en las edades
y el espíritu de alas en bandadas.




ArribaAbajo

- XXIV -


Con el aire mi corazón se orea


ArribaAbajo Cuánto dolor se reparte en mi pena,
cuánta sangre en lágrima en la mirada,
cuánta oscuridad se expande por cada
vena, hijo de la muerte que enajena.

Mi alma, hijo, de tu luz se alza y me llena,  5
así tu risa en golpes y con riada
avanza en mis adentros desatada
y suaviza la espina de mi pena.

Tengo un filo de acero en las entrañas,
un garfio que me araña y me maltrata,  10
y golpe que en las sienes martillea.

Pasa el tiempo y con el viento y sus sañas
me crucifico en la pena que me ata.
Con el aire mi corazón se orea.

  -94-  


ArribaAbajo

- XXV -


Más fuerte era que la raíz de un pino


ArribaAbajo Tenía mi niño ansias de la vida
pero en un alba se me fue en su sino;
más fuerte era que la raíz de un pino,
hijo del alma sin mí en la partida.

Ya no hay voz en el alma que la anida,  5
no hay sol y agua en tu pozo ni en tu pino,
ni ansias, ni ala en el tacto de tu tino,
alma mía, de mi sangre y mi vida.

Rezo como puedo por consuelo, hijo;
busco en mi luz la sangre que te diera;  10
sólo el eco de la nada se me alza.

Tu vida en muerto con mirar tan fijo
te aislan y te llevan de mi vera.
¡Qué pena, Santo Dios, que me alza y calza!




ArribaAbajo

- XXVI -


Se renueva mi fe en el hijo ido


ArribaAbajo Remiraba el mundo y tras él, la vida,
se miraba dentro y tras sí, la risa,
se auscultaba el fondo y se hacía misa
alzada por un alma bendecida.

Así sumó bienes en su andar e ida;  5
fue como llevó encanto a su alma aprisa
en un caminar luz hacia la brisa
de un cielo azul con una fuente asida.

Se renueva mi fe en el hijo ido,
me sumerjo en su gracia fuerte y corta,  10
bendigo su niñez en el retrato.

Me busco y lo rebusco en lo perdido,
me hallo y lo hallo, lo veo y me conforta
y así quedo en dolor clavo en que me ato.

  -95-  


ArribaAbajo

- XXVII -


No me canso de la pena en verte, hijo


ArribaAbajo La aurora la mantenía en los ojos
cuando la aurora alboreaba a cielo.
La muerte lo encerró en tupido velo,
grande, descomunal, de broches rojos.

Rojos como la sangre los cerrojos  5
de aquella muerte. Dejo en caramelo,
alta voz, luz en nombre, liso pelo
que en poco tiempo serían despojos.

No me canso de la pena en verte, hijo;
tú te vas, yo me quedo, vana vida  10
y en mí te remiro crucificado.

Por ojos de la muerte yo te fijo;
no me consuelo, Dios, con su partida.
Tendrás que llorar en mí, Dios amado.




ArribaAbajo

- XXVIII -


La faz del hijo muerto está a su lado


ArribaAbajo Mi niño es ahora el hombre que se ha muerto,
repiten los cristales de mi daño
y madre es la que transfigura en año
las edades del hombre que está yerto.

La veo en tiempo con su niño cierto  5
jugar a los barquitos en el baño,
acurrucarlo en fe con aquel paño
y amor de tanto amar en el acierto.

Amor en tierna luz, palabra en vida
va día a día en niño chiquitito  10
solo mundo, solo centro, hijo amado.

En su querer de madre ya se anida
hecho historia del niño quietecito.
La faz del hijo muerto está a su lado.





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Estelle Irizarry

Estelle Irizarry

Estelle Irizarry, Ph.D., es profesora titular de literatura española e hispanoamericana en la Universidad de Georgetown, Washington, D.C. Es autora de 25 libros y ediciones y de centenares de artículos en revistas de España, Puerto Rico, Argentina, Colombia, México y Estados Unidos. Sus libros incluyen monografías sobre los autores españoles Francisco Ayala, Rafael Dieste y E. F. Granell, además de estudios que abarcan a muchos autores, como La broma literaria en nuestros días (1979) y Escritores-pintores españoles del siglo XX (1991). Sobre la obra de Betanzos, ha publicado: Dos poetas de Huelva en América: Juan Ramón Jiménez, cronista; Odón Betanzos Palacios, juglar (1996), Altruismo y literatura: Odón Betanzos Palacios (1998), la introducción para Hombre de luz (Segunda antología poética) (1967) y varios ensayos en revistas de España y América. Sus estudios de literatura hispanoamericana incluyen siete libros y ediciones en torno al autor puertorriqueño Enrique A. Laguerre y ediciones de obras argentinas de José Hernández y César Tiempo. Especialista en informática literaria, es autora de Informática y literatura (Proyecto A/ Ediciones y Universidad de Puerto Rico, 1997) y de una edición con estudio informático de la primera novela publicada en América, Infortunios de Alonso Ramírez. Es miembro de número de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y correspondiente de la Real Academia Española y, en 1998, recibió la Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Desde 1993 es la directora de Hispania, la revista oficial de la Asociación Norteamericana de Profesores de Español y Portugués.




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Odón Betanzos Palacios

Odón Betanzos Palacios

Odón Betanzos Palacios. Poeta, novelista y catedrático español, nacido en Rociana del Condado (Huelva), España. Es Doctor en Filosofía y Letras; enseña en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (recinto de Staten Island) y ha dirigido congresos y cursos en universidades prestigiosas de Europa y América. Es Miembro Numerario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española de la que es Director y Miembro Correspondiente de la Real Academia Española, de la Guatemalteca, Filipina, Chilena, Colombiana y Nicaragüense de la Lengua, así como de la Hispanic Society of America. Es Presidente de la Fundación Cultura Hispánica de Estados Unidos. Entre sus libros caben mencionar: Santidad y guerrería (1969), Hombre de luz (1972), La mano universal (1985), De ese Dios de las totalidades (1988), Poemas del hombre y las desolaciones (1991) y Antología poética (1995), con estudio, selección y notas del profesor José María Padilla Valencia, todos ellos en poesía y, ahora, Sonetos de la muerte, con estudio-prólogo de la profesora Estelle Irizarry. En narrativa la novela sobre la Guerra Civil Española Diosdado de lo Alto, en dos partes (1980 y 1990) y en investigación, Experiencias vitales en la obra poética de Miguel Hernández. Ha sido traducido al inglés, portugués, ruso, francés, italiano, chino, neerlandés y macedonio. Ganó el Premio Vasconcelos de México (1990) y el de la Libertad de Nueva York (1986); está en posesión de la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica y la del Mérito Civil, en su grado de Número, ambas concedidas por el Rey de España, Don Juan Carlos I, y la de Cristóbal Colón de la República Dominicana. Es Hijo Predilecto del pueblo donde nació y ha sido candidato al Premio Cervantes, de España.



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