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A consentir al fin en su porfía A un viejo inquisidor es presentada Alzó Venus las faldas por un lado, Aquí descansa en eternal modorra, Bajábale su mes cada semana Bien debe coronar tu ilustre frente, Bujarrona Penélope, ¿qué puto Casó de un arzobispo el despensero, Coronado de lauro, yedra y box, Dar un real a una dama es menosprecio; De cierta dama que a un balcón estaba ¿De qué sirve, capón, enamoraros De quince a veinte es niña; buena moza El vulgo comúnmente se aficiona Entre unos centenales yo vi un día Es una dulce voz tan poderosa, Esta mañana, en Dios y enhorabuena, Esta noche, Dorisa, yo soñaba Estaba Lisis en campal batalla Estaba una fregona por enero Estábase Teresa de Locía Estábasele Efesia cazadora Estábasele Efesia cazadora Hoy de los hondos senos del olvido La esfera, en que divide bien compuestas Las fuerzas, Peregrino celebrado, Lo menos bello y más apetecido, «Los ingleses, Señor, y los persianos Meona Venus, madre del mocoso No te quejes, ¡oh, Nise!, de tu estado Paréceme, señora Catalina, Primero es el besalla y abrazalla Pues te nombra Marcial, Félix y Lope, ¿Qué captas, noturnal, en tus canciones, Quien quisiere ser culto en sólo un día Rogarla, desdeñarme; amarla, hundirme; ¡Señor don Juan, quedito, que me enfado! Suelta mi Manso, pastorcillo extraño,
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