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11

Lucrecio, De rerum natura, Libro IV, vv. 1253-1264, 1302-1307 y 1312-1316 (según traducción de Marchena de 1791, editada y corregida por Menéndez Pelayo en el siglo pasado y siguiendo, asimismo, la numeración propuesta por el polígrafo santanderino, respetada por Agustín García Calvo, en la edición del texto que manejo), Madrid, Cátedra, 1983, págs. 274-275.

 

12

Edición citada, vv. 192-193, 196-202 y 252-266.

 

13

«Logra concentrarse con esfuerzo, conquista nitidez y precisión mental extraordinarias; se objetiva, se desprende de sí misma y, como Montaigne, se convierte en tema de su física y su metafísica». Alfonso Reyes, «Sor Juana Inés de la Cruz», en Antología general, Madrid, Alianza, 1986, págs. 236-245.

 

14

Sor Juana Inés de la Cruz, «Respuesta a Sor Filotea de la Cruz», edit. cit., pág. 444.

 

15

Rorty, Richard, La filosofía y el espejo de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1983, cap. XIII: «Filosofía sin espejos», pág. 332.

 

16

Cf. Michel Foucault, al comentar la acción epistemológica del «empirismo» filosófico dieciochesco: «Se mostró así que el conocimiento tenía condiciones históricas, sociales, o económicas que se formaban en el interior de las relaciones que se tejen entre los hombres y que no eran independientes de la figura particular que podían tomar aquí o allá; en suma, que había una historia del conocimiento humano que podía ser dada a la vez al saber empírico y prescribirle sus formas». Michel Foucault, Las palabras y las cosas, México, Siglo XXI, 1978, cap. IX: «El hombre y sus dobles», pág. 310.

 

17

Montaigne, Michel, Ensayos I, Madrid, Cátedra, 1985. Las citas corresponden a los ensayos: «Es locura remitirnos a nuestra inteligencia para lo verdadero o lo falso» (pág. 237) y «De los caníbales» (pág. 267). Ver así mismo el titulado: «De cómo el filosofar es aprender a morir», donde el sabio Montaigne afirma rotundamente: «No es la vida de por sí buena ni mala: el bien y el mal dependen del sitio que les hagáis» (pág. 138).

 

18

Browne, Sir Thomas, Religio medici, Madrid, Alfaguara, 1987, sec. 1 del Libro II, págs. 127-130.

 

19

Sabido es que la crítica de Ortega al «relativismo» es puerta de entrada a una formulación superior de naturaleza ecléctica: el «raciovitalismo»: «ni el absolutismo racionalista -que salva la razón y nulifica la vida- ni el relativismo, que salva la vida evaporando la razón». Ortega y Gasset, José, El tema de nuestro tiempo (1.ª edic. de 1938), Madrid, Espasa-Calpe, 1968, cap. III: «Relativismo y Racionalismo», págs. 70-77.

 

20

Juana Inés de la Cruz, Sor, Romance «Acusa la hidropesía de mucha ciencia que teme inútil para saber y aun nociva para vivir», en edit. cit., vol. L, págs. 5-8.

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