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11

Tierras no trabajadas, no conocidas aún, donde la sal no ha perdido su sabor.

 

12

Tres meses de multa por haber abjurado de Europa. Tres meses para acostumbrarse a esa tierra de la Cruz del Sur. ¡Cruz en verdad! ¡Una nueva crucifixión!

 

13

En este lugar abierto y en esta libertad un nuevo caes; un desorden de bungalows y de latas desparramadas a lo largo de kilómetros; lo inglés desmigajado hasta perder su forma y volverse caos.

 

14

Libertado de las viejas presiones y los estrechos contralores del mundo de los compartimientos estancos.

 

15

A romper en un frenesí desbordante de loca generosidad o un deseo aún más loco de hacerlo todo trizas.

 

16

Se siente que no se puede ver... Como si los ojos no tuvieran la capacidad de visión correspondiente al paisaje exterior. Este paisaje es tan borroso, semejante a un rostro sin rasgos salientes, ¡un rostro negro! Es en tal grado aborigen, está tan fuera de nuestro alcance y cuelga a tanta distancia.

 

17

Importa si se puede dar arranque a una nueva forma de vida.

Bien sabes que la vida no arranca de una forma. Arranca de un sentimiento nuevo y acaba en una forma.

 

18

El valor emocional de estas dos palabras no se limita aquí a la ternura resonante, sino que, como se ve en algún otro pasaje, aluden emocionalmente al sencillo señorío del palacio episcopal.

 

19

Lo cual no implica que los poetas posteriores reproduzcan la emoción correspondiente de los anteriores como con un molde: La forma de la emoción puede sufrir todas las modificaciones y variaciones ya de tiempos atrás reconocidas en las formas de significación de las palabras. Y así como reconocemos una obra de trasmisión, de tradición, de cultura en la evolución semántica de cuidar que antaño, significó 'pensar' (cogitare) o de curar, antes 'cuidar', así también hemos de ver la obra de la tradición en la evolución que sufren las formas emocionales expresadas en las palabras. El aire de familia con que se nos aparecen ciertos períodos literarios, o ciertas literaturas a través del tiempo, viene así a explicarse, por lo menos en parte, por el poder formante de los símbolos idiomáticos.

 

20

Nuestros escritores impacientes que acusan a su lengua de insensible, dura, carente de símbolos para muchas ideas y modos de pensar e intelegir, y que envidian a los que han tenido la fortuna de nacer en otro medio idiomático están en la más ilustre compañía. Lo notable es que son casi siempre los de más fuerte personalidad -luego otros lo repiten-, los que se quejan de no encontrarlo todo ya hecho por otros, ya acabados todos los medios de expresión que su personalidad necesita para manifestarse, siendo así que gracias a su esforzado braceo entre las dificultades de la lengua, se expresa su personalidad como individuo. Ya comentó Kant que la paloma vuela precisamente gracias a la resistencia del aire, aunque ella crea que volaría mejor sin él. Entre los escritores descontentos de su propia lengua los hay ilustres y hasta gloriosos: Leibniz y Federico el Grande escribieron en francés; Flaubert estuvo tentado de escribir en alemán; Lessing dudó si escribir su Laocoonte en francés; Goethe dice:


Sólo una aptitud llevé casi a la maestría:
Escribir alemán. Y así estropeé, pobre poeta,
en el material peor, ¡ay!, vida y arte.