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Véanse los capítulos II, III y VII en García Castañeda 2004.

 

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«Con motivo del Bayle celebrado el 21 de Sep[tiemb]re de 1817 p[o]r la Sangre azul de Reynosa, un aficcionado dice lo siguiente» [Ms. 35 (7.1.25)]; «Al baile de suscripción dado por los jóvenes de Santander: año de 1833. Letrilla» [Ms. 37 (7.1.27)]; «Al insolente autor de la letrilla contra los bailes de Santander. Romance» [Ms. 38 (7.1.28)]; «A Fabio, autor de los versos contra los bailes» [Ms. 36 (7.1.26)]; todos ellos en la Colección Pedraja, Biblioteca Menéndez Pelayo, Fondos Modernos, Santander.

 

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Quiero destacar que ambas respuestas «Al insolente autor de la letrilla contra los bailes de Santander» y «A Fabio, autor de unos versos contra los bailes» revelan lo que pensaba aquella burguesía de sus convecinos los pescadores. El autor de la primera juzgaba las coplas satíricas aptas para «ser leídas / solo en la Calle del Mar / por la vil marinería», y el del romancillo «A Fabio, autor de unos versos contra los bailes», le consolaba irónicamente de la indignación que habían producido sus versos a la gente fina diciéndole que no los habían entendido, y debería habérselos dado a «las mujeres / que tan de continuo / llaman la atención / en fuentes y ríos, / en plazas y rampas, / y así en otros sitios, / ya por su accionar, / ya por lo expedito / de su dulce lengua».

 

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La fecha más antigua que conozco es la del mencionado «bayle de suscripción» que se dio en Santander en 1833.

 

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En aquel establecimiento, propiedad de don Juan Alonso, se vendían guantes y objetos de tocador, entre ellos los jabones de La Rosario, la fábrica propiedad de la familia Pereda. Este, sus amigos, y muchos otros santanderinos, habían establecido allí una tertulia permanente que constituía «la entrada a la buena sociedad» al decir de Pereda, quien le dedicó el artículo «La guantería» en Esbozos y rasguños.

 

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Sin precisar fechas, Simón Cabarga (1982, págs. 85-90) escribe que «llegaron a funcionar casi al mismo tiempo La Estrella, La Constancia, La Perla Montañesa, La Ninfa, La Improvisada, El Genio [al que apodaban "El Infierno"], La Floreciente, La Unión Soltera (acaparadora de las preferencias de la highlife), La Sin Nombre y La Amistad».

 

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En 1848 se estableció una academia de baile y otra de baile y esgrima, a cargo de D. Francisco Tenorio, en 1850.

 

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Quienes estén familiarizados con la prensa santanderina del último tercio del siglo XIX recordarán haber visto anuncios de los pequeños industriales y comerciantes, venidos de fuera, que ofrecían sus servicios o sus mercancías. Volvemos a encontrar sus nombres, a partir de los primeros decenios del XX, entre los más «distinguidos» de la que podríamos llamar «alta sociedad santanderina», y sus pequeños negocios convertidos en empresas.

 

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El hidalgo montañés fue un conocido personaje literario muy vulnerable a la sátira por sus humos nobiliarios, por su pobreza y por sus valores antañones y, convertido en figurón, salió a las tablas de la mano de Calderón y de Cañizares (García Castañeda 1985).

 

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En 1885 los bailes se trasladaron al Casino del Sardinero.

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