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Un libro-debate y un libro-polémico sobre R. D.

Sergio Ramírez






1. Rubén Darío en Oxford

Ha aparecido en Nicaragua con motivo del cincuentenario de la muerte de Rubén Darío, un libro de singular importancia, por cuanto enfrenta por primera vez un punto de vista que muy pocas veces había sido tratado en materia dariana: el debate contradictorio. Más de cincuenta años de crítica rubeniana nos había dado la mayoría de las veces, por una parte alabanza y exaltación del maestro, sin medida y despojando su obra de relieves fundamentales para almanequizarla. Por otra, opiniones provincianas sobre si tal o cual poeta pudo haber sido mejor que Rubén, las que rebate el profesor Luis Alberto Cabrales en su ensayo «Provincialismo contra Rubén Darío».

Aquí la obra de Rubén se enjuicia desde diversos puntos de vista, eruditos unos, un tanto apasionados otros, y en fin objetivos y serenos como el de Mejía Sánchez y los que es mejor, puntos de vista todos encontrados, que no suman alabanzas sino que debaten al poeta en su esencia misma y acuerdan sobre aspectos que el mal gusto ha tornado míticos sobre Rubén, tales sus quioscos de malaquita y sus mantos de tisú y perlas, zafiros, rubíes, cuentos quieres, etc., que los cuatro autores están de acuerdo en considerar como lo superficial y de poco valor en sus versos, esto es, las composiciones influenciadas directamente por la pedrería francesa y los orientalismos que lo poseyeron en sus primeros tiempos y que desgraciadamente el postmodernismo diletante hizo florecer no sólo en Nicaragua sino en gran parte de América como lo característico de Rubén.

Sir C. M. Bowra enfoca a Darío a través de una mira refinadamente erudita, con el objeto de destilar lo que aquel pudo haber dejado con valor universal, para la poesía universal, en el capítulo XII del libro Inspiración y Poesía dedicado a estudiar a grandes poetas de todos los tiempos.

Enseguida Torres Río-Seco tiene la virtud de descubrir en su pequeño trabajo el punto de vista parcial de Bowra, parcial por indocumentado, que tomó en cuenta sólo una parte de la obra de Rubén para juzgarlo, aunque conviene en que varios de sus juicios son acertados.

Cernuda es resentido y apasionado, como si Rubén le debiera un viejo agravio. Su opinión fundamental es la de que Rubén no puede enseñar nada, que pasó de moda. Aquí la respuesta de Ernesto Mejía Sánchez en «Rubén Darío poeta del siglo XX» es determinante y concluyente y no por nicaragüenses nos quedamos con su criterio.

Este libro, por ser un libro-debate, enseña cosas muy importantes; por ejemplo, ayudará mucho al lector dariano que generalmente recibe al poeta de cuerpo entero, tal como se lo dan y no alcanza, tal es el daño medular de la propaganda en todos sus niveles, a descifrar cuál Rubén es el inmortal y cuál el Rubén de moda en su tiempo.

Otra cosa: para el joven que se ejercita como escritor, es difícil situarse en la época en que la lengua castellana padecía de parálisis y no podía ofrecer nada hasta la venida de Azul, ya que todo lo que Rubén hizo por ella está incorporado a un lenguaje literario cotidiano, es ya un valor adquirido, epítetos sonoros y lazos rotos que nos son tan naturales y que sin embargo, cuánto significaron, qué vuelco dieron al idioma y prepararon a ese idioma para nuevos cambios, un español que vive listo para ser renovado; todo es obra de Darío. En este libro, puede también seguirse esa maravillosa huella.

Y confirma, como atributo de indiscutible valía, el parecer de muchos de nuestros jóvenes sobre lo que realmente es imperecedero en el maestro mágico y lo que siendo del olvido, irá al olvido.




2. Provincialismo contra Rubén Darío

Uno se pregunta -de primera intención- al leer este libro, si realmente ha valido la pena el esfuerzo de demostrar que los argumentos provincianos contra la figura de Rubén no tienen fuerza -cuando es obvio que no la tienen- si tomamos en cuenta que ninguna o poca trascendencia puede tener en una valoración integral del poeta, el que se opine que Gavidia, o Juan Ramón Molina, o José Santos Chocano, fueron o pudieron haber sido mejores que él, y si tomamos en cuenta además que la valoración literaria no es una cosa de concurso y que más de cincuenta años de ejercicio dariano en el continente y fuera de él, no han dejado trascender estas opiniones de su marco meramente pueblerino.

La defensa, pues, en los casos citados, llueve sobre mojado. Igual pudiéramos decir en lo que se refiere a José Asunción Silva. La mayoría de las opiniones rebatidas por Cabrales provienen de escritores patriotas bien intencionados con sus paisanos, que han pretendido tener un Darío en su propia tierra (aspiración no del todo criticable si atendemos que a que todo pueblo necesita un Darío o un Sandino para satisfacer su nacionalidad).

El autor extrae párrafos sin importancia de extensas y aburridas obras de preceptiva literaria en las que se enjuicia a Rubén (al que fue el menos pedagógico de los seres) y acomete la empresa defensiva con tal pasión que en ocasiones yerra por apasionado: léanse, por ejemplo, las páginas relativas a Pedro Salinas en el capítulo dedicado a Enrique González Martínez; no es argumento valedero contra Salinas, al contradecir sus opiniones darianas, el que haya sido exilado del régimen de Franco, pues no juzgó la obra de Rubén desde su punto de vista de exiliado, sino desde su mira de escritor.

Así, en su ensayo «Rubén Darío, poeta del siglo XX» Ernesto Mejía Sánchez no refuta a Cernuda por exilado español y sus argumentos son claramente más valiosos. Sin embargo, el capítulo en referencia está, por lo demás, bien documentado y demuestra a la saciedad que el famoso soneto de González Martínez fue una imitación decadente del modernismo al cual combatía.

En otro capítulo el profesor Cabrales se dedica a demostrar, usando copiosos ejemplos, que José Asunción Silva fue un poeta obsceno, contra el dicho de don Miguel de Unamuno que lo presenta como casto, todo lo cual no contribuye en nada a la causa de Rubén.

Es importante el capítulo sobre Martí; y finalmente, el que enjuicia al provincianismo español está brillantemente escrito y vale por casi todo el libro, aunque debe notarse que si Díaz-Plaja trata de poner como antitéticos los movimientos modernistas y del 98, lo que es falso, tampoco es cierto que fueron la misma cosa, como trata de demostrarlo Cabrales. Otros temas de importancia tratados en el libro son los que se refieren a la decisiva innovación de Rubén, no fundamentalmente en la métrica, sino en los epítetos castellanos, obra singularmente suya.

Al anotar el ensayo del profesor Cabrales, Premio Rubén Darío 1965, del famoso concurso que organiza el Ministerio de Educación Pública, debe tomarse en cuenta que, según las palabras del autor al iniciar su trabajo, éste fue escrito bajo apremio, «dadas las circunstancias del tiempo, al que estamos atados inevitablemente, dado el deseo de presentarlo a la consideración del jurado, rama de ensayo, del Concurso al Premio Rubén Darío 1965 cuyo anuncio de reanudarse fue tardío, y el conocimiento de sus bases igualmente, lo que obliga sin duda alguna a cierto apresuramiento…».

Esto excusa un tanto al autor, aunque en el balance definitivo hay un buen saldo para la bibliografía dariana, sobre todo en lo que a la inteligencia del movimiento modernista se refiere.

C. M. Bowra / Arturo Torres Río-Seco / Luis Cernuda / Ernesto Mejía Sánchez
Rubén Darío en Oxford
Ediciones Lengua, Academia Nicaragüense
De la Lengua. Managua
Febrero de 1966.

Luis Alberto Cabrales,
Provincialismo contra Rubén Darío
Premio Centroamericano «R. D.» 1965.
Ministerio de Educación Pública
Extensión Cultural, febrero de 1966.

San José, mayo de 1966.





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