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Una nota jovellanista: carta «A desconocida persona»


John H. R. Polt


University of California, Berkeley



La correspondencia de Jovellanos, de enorme interés para el estudio de la Ilustración española y de los agitados primeros años del siglo XIX, espera todavía una edición completa, correcta e inteligentemente anotada; y cuando aparezca esta edición tendrá en ella un puesto destacado la carta A desconocida persona que consultamos ahora en el tomo L de la Biblioteca de Autores Españoles (II de las Obras publicadas e inéditas de Jovellanos, ed. C. Nocedal, Madrid, 1859), páginas 366-367. Esta carta, según nota de su editor, se conserva (o conservaba) en posesión de D. Alonso Fernández Vallín y consta de tres hojas autógrafas; pero «no está completa; faltan firma, fecha y nombre de la persona a quien va dirigida; es probable que se hallasen al final». En ella se trata de la propagación de «las grandes verdades», de la Inquisición, la revolución, el progreso social, la educación, William Godwin -en fin, de varios temas importantísimos para el estudio del pensamiento de D. Gaspar-. En otra ocasión1 he intentado utilizar para tal estudio el texto de la carta que nos ocupa; ahora me propongo solamente precisar su «fecha y nombre de la persona a quien va dirigida».

Los críticos más autorizados que han tratado estos puntos están de acuerdo en declarar que la carta va dirigida a Alexander Jardine (Hardings o Jardines en las ediciones). Julio Somoza la comenta en su Inventario de un jovellanista (Madrid, 1901, p. 44):

¡Vuelta otra vez al incógnito! Y, sin embargo, a bien poca costa hubiera averiguado el colector [Nocedal], y con mayor motivo sus proveedores literarios (gijoneses, por añadidura), que la presente carta iba dirigida a D. Alejandro Hardings, cónsul inglés, residente en Oviedo de 1793 a 1794, autor de un notable Viaje por España. Y esto lo hubieran conseguido leyendo los Diarios de Jovellanos, o investigando minuciosamente en su vida, obras y escritos, a quién convenía por aquellas fechas, una correspondencia de tan radical carácter como la presente.



Más adelante, p. 280, fecha Somoza la carta en 3 de junio de 1794, explicando sólo que «la fecha, está tomada de los Diarios» de Jovellanos. En su Estudio Preliminar a éstos (ed. J. Somoza, Oviedo, 3 ts., 1953-55, I, 85), Ángel del Río, sin fechar la carta, acepta la conclusión de Somoza en cuanto a su destinatario, corrigiendo la ortografía del apellido de acuerdo con lo descubierto por la profesora Edith F. Helman. Tampoco Jean Sarrailh vacila en identificar al «dear friend» con Jardine; cita a Somoza y de acuerdo con él fecha la carta en 3 de junio de 1794, refiriéndose al «análisis de ella» en los Diarios, I, 436-4372. A quien debemos nuestro conocimiento de Jardine (y no Hardings), cónsul británico en La Coruña (y no en Oviedo), autor de Letters from Barbary, France, Spain, Portugal, &c. (y no de un Viaje por España) es a la profesora Helman, quien ya en 1952 declaró que nuestra carta se había escrito a Jardine hacia fines de mayo de 17943.

Busquemos ahora la confirmación de estas autoridades en los textos; y copiemos primero las frases iniciales de nuestra carta A desconocida persona:

My dear friend: Llegó por fin Hermida y entregó las dos de usted de 3 y 26 de abril para mí; entregó también la inclusa para don F. Cornide. He leído bien y completamente todas tres, y la última fue dirigida a Madrid por el conducto prevenido. Dirá usted que por qué no la traduje antes. Respondo con lo dicho en mi última. El tiempo es precioso; yo necesito economizar el mío, y me parece que lo ocuparé mejor en responder a usted que en traducirle...



Descartemos la hipótesis del extravagante P. Miguel Sánchez, quien primero quiso resolver el incógnito y cuyo candidato fue Francisco Cabarrús4. Los temas tratados en nuestro texto interesaban en efecto a Cabarrús; y Jovellanos le escribió sobre el «sistema» de Godwin el 17 de mayo de 17945. Pero de esta carta pensaba Jovellanos enviar copia precisamente a Jardine, con quien, mejor que con nadie, podía discutir a Godwin; pues aunque no recibió el texto impreso de la Enquiry Concerning Political Justice and Its Influence on Morals and Happiness hasta 1796 (Diarios, II, 254), gracias a Jardine conocía esta obra de Godwin en forma manuscrita desde fines de 17936. Los asuntos de nuestra carta, por consiguiente, corresponden a Jardine tanto como a Cabarrús, y tal vez más. Aparte de esto, ¿por qué saludaría Jovellanos en inglés a Cabarrús, francés de nacimiento y español naturalizado? ¿Y por qué se valdría éste de Jovellanos en Gijón para enviar a Cornide en Madrid una carta que necesitaba de traducción?

Mayor certeza nos proporciona la alusión a la llegada de Hermida. José Hermida había sido propuesto para maestro de náutica del Real Instituto Asturiano en enero de 1794 (Diarios, I, 372). Aunque el 14 de febrero recibió Jovellanos el nombramiento, en abril todavía no estaba Hermida en Gijón sino en Galicia, donde le utilizó Jovellanos para tratar de la compra de ciertos instrumentos científicos cuya oferta le había comunicado Jardine (Diarios, I, 396, 416). El 1º de mayo recibió Jovellanos la noticia de haberse efectuado la compra de los instrumentos, que vendrían por mar mientras que Hermida, «temeroso de los franceses», emprendía el viaje por tierra (Diarios, I, 423). Hermida llegó «por fin» a Gijón el 19 de mayo de 1794 (Diarios, I, 429), cuatro meses después de propuesto y tres después de nombrado; las cartas que traía deben haber sido de Jardine, con quien acababa de entrevistarse. Los instrumentos ya habían llegado el 9 de mayo, y con ellos unas «Gacetas inglesas» sin duda también procedentes de Jardine, las que el 31 del mismo mes envió Jovellanos a Cornide (Diarios, I, 426, 435). Queda así establecida la conexión entre Cornide y Jardine a que alude nuestra carta, que ya no se puede considerar dirigida sino al propio Jardine. Cornide, un académico de la Historia a quien ya trataba Jovellanos en 17847, sería, según Somoza (Diarios, III, 25), el naturalista José Andrés Cornide y Saavedra, mientras que nuestra carta habla de «don F. Cornide»; pero la exactitud editorial de Nocedal y de Somoza no es para que nos asombre la discrepancia. Como prueba adicional, recordemos los comentarios amargos de nuestra carta sobre las «proscripciones [francesas] desde setiembre de 92 al 5 de abril último», reflejo de la honda impresión que produjo en Jovellanos la noticia de la muerte (5 de abril de 1794) de varios jefes revolucionarios, entre ellos Danton. Jovellanos la supo el 9 de mayo de 1794 por medio de las «Gacetas inglesas» y escribe ahora a quien se las había enviado y tenía además alguna conexión con aquel personaje8.

Si este cotejo de textos nos permite creer con toda seguridad, confirmando los juicios de los más autorizados jovellanistas, que la carta de B. A. E., L, 366-367 se dirige a Alexander Jardine, nos facilita también la tarea de establecer su fecha. Ésta no puede ser anterior al 19 de mayo de 1794, que es cuando llegó «por fin» Hermida con las cartas del cónsul a que contesta Jovellanos. Refiriéndose evidentemente a su Informe en el expediente de ley agraria declara Jovellanos en su carta que había escrito «a nombre de un cuerpo, que entonces no hubiera adoptado mis ideas [francamente expresadas], que ahora no las aprobará sin dificultad, y cuya aprobación sin embargo es importante, no sólo para darles un peso de autoridad, sino porque sólo así podrán esperar la luz pública y alguna aceptación». Sabemos que el 28 de mayo de 1794 escribió Jovellanos a D. José de Guevara Vasconcelos recomendándole el Informe y esperando que se aprobase e imprimiese9. La carta en que Guevara anuncia la entusiasta aprobación de la Junta de Agricultura de la Sociedad Económica madrileña y la decisión de imprimir la obra llegó a Gijón el 9 de octubre de 179410, que por consiguiente es la última fecha concebible de la carta A desconocida persona.

Pero en realidad podemos precisar mucho más. Las frases iniciales de la carta muestran que fue la primera que escribió Jovellanos a Jardine después de la llegada de Hermida el 19 de mayo. El diario nos hace el resumen de una carta del 24 de mayo (Diarios, I, 432); y si no queremos creer que en ésta, escrita a los cinco días de llegado Hermida, dejara de mencionar Jovellanos las cartas de Jardine para hacerlo diez días después, tenemos que rechazar la fecha (3 de junio de 1794) propuesta por Somoza y Sarrailh. Además, en el resumen de la carta del 3 de junio (Diarios, 1, 436-437) no aparecen la Inquisición, el 5 de abril, la constitución francesa, ni Godwin, temas capitales todos en nuestro texto, que en cambio no se ocupa de Fox ni de la revolución de Polonia que figuran en el resumen como reflejos de noticias recibidas el 29 de mayo.

El resumen de la carta del 24 de mayo se ajusta algo más al texto de la B. A. E., aunque no haya en éste ninguna expresión directa del «temor de que nada produzca sino empeorar la raza humana, la crueldad erigida en sistema, cohonestada con calor [¿color?] y formas de justicia, convertida contra los defensores de la libertad». Pero la primera mención de Jardine en el diario después de la llegada de Hermida es del 21 de mayo: «Carta a Alejandro Jardines; acaso no irá»11. No hay más detalles, pero una carta escrita en tal fecha llenaría todos los requisitos cronológicos; y si en efecto «no fue» se explicarían tanto su forma incompleta, sin «firma, fecha y nombre de la persona a quien va dirigida», como el hecho muy curioso, aunque hasta ahora no comentado, de ir a parar en manos de D. Alonso Fernández Vallín y de ser la única publicada o conocida entre cuantas dirigió Jovellanos a Jardine. El no haberse enviado explica también que a los tres días redactase Jovellanos otra carta parecida que se envió y de la que sólo conocemos el resumen del diario.

Se me podrá objetar que en la carta afirma Jovellanos que «la inclusa para don F. Cornide... fue dirigida a Madrid», mientras que el diario no menciona a este personaje hasta el 31 de mayo, fecha en que se le envían las «Gacetas inglesas». A esto podría contestarse que Jovellanos escribió la carta con la intención de enviarla después de cumplido lo referente a Cornide y que por una razón u otra esto se aplazó unos diez días. También, y quizás con mayor seguridad, podríamos suponer que se envió la carta a Cornide el 20 o 21 de mayo sin que conste en el diario, que tampoco registra el recibo de las cartas de Jardine que sabemos trajo Hermida el 19 de mayo.

Creo haber demostrado que la carta A desconocida persona de B. A. E., L, 366-367 es, en efecto, un borrador, quizás incompleto, de carta dirigida a Alexander Jardine, preparado el 21 de mayo de 1794 pero nunca enviado. Lo que no se puede demostrar en el actual estado de nuestros conocimientos es por qué en vez de enviarlo escribió Jovellanos otra carta semejante el 24 de mayo, y por qué se conservó sólo este borrador entre tantos que debe de haber hecho en su correspondencia con Jardine un hombre, como Jovellanos, poco dado a la improvisación, según se ve por sus autógrafos existentes. ¿Dejó de enviar la carta por haberle sido imposible enviar la de Jardine a Cornide? ¿O le hicieron vacilar algunos de los temas tocados en su propia carta y que no aparecen en los extractos de cartas posteriores? No hacía mucho que había sospechado que se le abriese la correspondencia (Diarios, I, 388, 13 de febrero de 1794): ¿temía haberse expresado con demasiada franqueza sobre la Inquisición? ¿O quería suavizar la referencia indirecta a Danton por no herir a quien había tenido alguna relación con él? En efecto, el resumen del 24 de mayo, si bien habla de «mi opinión contra el furor de los republicanos franceses... fuertemente explicada», podría incluir a Danton entre los «defensores de la libertad» cruel e injustamente perseguidos, y esto a pesar de haber comentado Jovellanos antes, al saber su muerte: «Por fortuna, mueren todos los malos» (Diarios, I, 426).

Las diferencias políticas y religiosas entre Jovellanos y Jardine se manifestaron muy pronto. Aquél se desilusionó; y después que cambió también la situación política entre España e Inglaterra trató de ocultar sus relaciones con el cónsul (Diarios, II, 237). Al cabo de un silencio de varios meses con respecto a Jardine leemos en el diario del 20 de enero de 1797: «Reveo la correspondencia enviada por Jardines; mañana, más despacio» (II, 313). El diario del 21 de enero no nos dice más, pero la relación entre los dos hombres parece haber terminado. ¿Cómo hemos de interpretar la frase de Jovellanos? ¿Releía sencillamente las cartas de Jardine, o las repasaba para destruir las más comprometedoras, junto con sus propios borradores? Lo cierto es que para Somoza esta correspondencia era «de paradero ignorado» (Inventario de un jovellanista, p. [295]). Sólo nuestra carta A desconocida persona parece haber sobrevivido, quizás justamente por ser borrador no utilizado y por no haberse archivado con las demás. Como no se encuentren, tal vez en Inglaterra, los originales de Jovellanos, seguirá siendo la única muestra de una correspondencia de gran importancia en el desarrollo intelectual e ideológico del patriota gijonés.





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