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Vicente Medina: perspectiva del escritor

María Josefa Díez de Revenga





Vicente Medina, paradigma del escritor murciano, ha sido considerado por la crítica como el poeta que elevó a categoría literaria el habla regional y dignificó la imagen del hombre de la tierra, cuya problemática existencia protagoniza su poesía más lograda. También se ha prestado atención a La compañera, el libro que Medina escribió a raíz de la muerte de su mujer, y que lo sitúa en un ámbito poético distinto: se valora positivamente esta alegría, dedicada a una mujer real, alejada de las idealizaciones habituales en la poesía de este género que se venía escribiendo desde el Renacimiento. Cuando se considera su figura humana, se pone de relieve su condición humilde, su vida andariega y emigrante, su contacto con figuras relevantes del mundo de las letras, y su dolorido sentimiento del hombre y de la tierra, que traslada a su obra.

Hay otros muchos aspectos en la extensa obra de Vicente Medina a los que, sin embargo, apenas se ha prestado atención, a pesar de que algunos de ellos son muy interesantes y esclarecedores. Me refiero a sus escritos en prosa introductorios a sus libros poéticos, o a los teóricos que fue publicando en su revista Letras, así como a algunos libros de prosas variadas; en ellos Medina se nos presenta como un escritor plenamente consciente de su quehacer literario. Esta nueva imagen del escritor tenaz, responsable de su función, se suma a la del intuitivo poeta de Aires murcianos.

Prácticamente desde 1895, en que comenzó a publicar libros, se suceden las declaraciones en las que Medina se refiere a su vocación literaria y a lo que él entendía que debía ser la creación poética. Y es en ellas en las que revela una actitud muy moderna, insólita en aquellas décadas, y en cierta manera bastante próxima a la del escritor «comprometido» tal y como la presentó Sartre tras la II Guerra Mundial. Las ideas de Medina relativas a la posición del escritor en la sociedad o la actitud que debe adoptar ante los acontecimientos que marcan a su época, así como la edición de una revista que intentará contribuir a determinados cambios sociales, el «abrazarse» con su época y con sus condicionamientos, el aspirar a conseguir un éxito que le procure satisfacciones mientras dura su vida -y no a la fama póstuma-, etc., son en gran medida precursoras de algunas de las ideas que se contienen en la Presentación de Los tiempos modernos y ¿Qué es la literatura?, de Sartre, aunque entre sus autores haya que salvar distancias culturales, cronológicas y sociales considerables.

Sobre la posición del escritor en la sociedad y su toma de conciencia con respecto a los problemas que la acucian, la actitud de Medina fue siempre muy clara. Se puede apreciar, por ejemplo, en la presentación de su libro Canciones de la guerra (1914), que constituye un alegato no sólo contra la guerra, sino también contra las canciones que la ensalzan. Su convicción antibelicista le hace escribir, entre otras cosas: «Hora es ya de que hagamos canciones piadosas, doloridas, de sana amargura, y de que dejemos los embustes convencionales que engañan y guían equivocadamente a la multitud. Cantemos la tristeza real de nuestra pobreza [...] y vayamos contra los que embaucan y calientan al inocente grandullón con sus achuchadoras, infladas, suicidas canciones». Esta llamada de atención está motivada por la Gran Guerra, pero también son otras situaciones vividas más de cerca por el poeta las que le inspiran poemas tan conocidos como «Los níos solos», «La carta del soldao» o «La guerra».

Su actitud de escritor plenamente responsable ante la época y la sociedad en que vive es la que lo lleva a publicar, con sinfín de dificultades y apenas compensaciones, la revista Letras (Rosario de Sta. Fe), según la declaración editorial del n.º 1 (1-I-1916). Es en esta revista especialmente donde Medina, con una punta de amargura, pone de relieve la distancia que hay entre la idea que él se había forjado del escritor y su aceptación por parte de la sociedad que, en su opinión, lo trata bastante mal. Así, en el n.º 3 leemos: «Nosotros hemos trabajado mucho porque nuestros trabajos sean conocidos, sancionados, aconsejados...»; y en el n.º 8: «Los poetas y la mayoría de los literatos estamos perfectamente engañados respecto al alcance y efecto de nuestras producciones. Empecemos porque nos lee, cuando nos lee, una insignificante minoría...». En este mismo n.º 8 insiste en su apreciación del público, que para él es «de dos clases»: «uno intelectual que, como lo sabe todo, no lee; y otro ignorante que no lee porque no sabe leer o porque no sabe lo que lee». Con amarga ironía compara los productos del literato con los de cualquier otro comerciante y expone la necesidad de lanzarlos al mercado con una publicidad que los haga apetecibles: «con abundancia de certificaciones como en los específicos y poniendo nuestra gloria, no en la inmortalidad que de nada ha de servirnos si a pesar de todo hemos de morir, sino en el éxito modesto pero real que podemos tener con unos versos como con un artículo novedoso de quincalla o bisutería». Y al referirse en otro lugar a su propia historia y a la «gloria» que cree haber alcanzado, añade: «Los que la alcanzaron muertos nada de ella supieron...». Parece que Vicente Medina reclama para sí la afirmación de Sartre: «Nosotros escribimos para nuestros contemporáneos y no queremos ver nuestro mundo con ojos futuros [...] No queremos ganar nuestro proceso en apelación y no sabemos qué hacer con una rehabilitación póstuma; es aquí mismo, mientras vivimos, donde los pleitos se ganan o se pierden».

Lo sorprendente es que Medina, con su limitada cultura adquirida en condiciones precarias y con la experiencia dificultosa de autor y editor, pudiera llegar a formulaciones que se asemejan tanto a las del «normalien» Sartre. Quizá su extracción social, sus condicionamientos de vida tanto en España como en la emigración, su carácter inquieto, su mantenimiento al margen de cenáculos literarios más o menos «oficiales», y sobre todo, su desarrollada intuición, le permitieron plantearse este tipo de cuestiones y llegar a las formulaciones arriba expuestas.





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