Wifredo Lam

Ricardo Gullón

Éste es un pintor cubano que, hace años, residió algún tiempo en España, en Barcelona. Acaba de celebrar, en la Galería Maeght de París, una exposición que obtuvo mucho éxito. El número 52 de Derrière le miroir trae reproducciones, una de ellas a gran tamaño, de varias de las obras expuestas, y una antología de textos críticos suscitados por la pintura de Lam. André Breton le reclama por suyo y constata que nunca se realizó con menos dificultad la fusión entre el mundo objetivo y el mundo mágico.

En estas obras la forma ciertamente se hace signo, símbolo, expresión de una ultrarrealidad generalmente no advertida, y, al mismo tiempo, sirve para entrañar al espectador dentro de un orbe natural, profundo, aplomado, en relación soterrada con las fuerzas elementales de lo cósmico. La línea incisiva, significante y dinámica recorta las figuras de un solo color -blanco, rojo, amarillo...- sobre los fondos negros, equivalentes quizá a la gran sombra de la selva, de la manigua misteriosa y oscura de donde le vienen al sorprendente pintor fermentos e incitaciones para la creación artística.