Esta copla me hace recordar un cuento que oí en
Jujuy; aunque no viene precisamente al caso lo referiré porque pinta el
modo de ser de ciertos paisanos. Resulta que una vez un colla (llámase
así en Jujuy y Salta a los paisanos que tienen muy acentuados los
caracteres raciales de los indios del Altiplano aunque sean oriundos de Jujuy o
Salta) debía atravesar un río crecido para ir a su casa. El
río venía mudo, vale decir tan caudaloso que no dejaba oír
el golpeteo de las piedras. Si seguir adelante le era imposible, volverse le
resultaba penoso porque el rancho más próximo quedaba a cuatro
leguas y el colla tenía apuro en llegar a su casa. Ante la impotencia el
paisano se sentó a esperar que el río bajara y así estuvo
como dos horas lanzando de tiempo en tiempo una piedra a la corriente para ver
si descendía el nivel de las aguas. Esperó y esperó pero
el río no aminoraba, para colmo de sus desdichas con la caída de
la tarde empezó a llover; viendo que la situación se empeoraba se
dispuso a regresar para pedir hospitalidad en algún rancho, más
en eso sintió un tropel, era un jinete, el dueño de una finca que
regresaba de la ciudad apurado por la tempestad. Lo vio al colla, lo
preguntó lo que hacía a la orilla del río y cuando supo su
peripecia lo invitó a montar a las ancas para hacerlo pasar. Contento el
colla, subió al caballo y se prendió bien con las dos manos del
generoso protector. El caballo que era baqueano para cruzar ríos
salvó el vado sin inconveniente. Cuando el colla se vio al otro lado y
lo pasó el susto del peligro salvado, de a caballo nomás, sin
tomarse la molestia de apearse, preguntó al señor «¡Y
cuánto voy ganando, pues señor, por acompañarte!
¿Cuánto me estás pagando?».
Igual caso le pasó a un amigo mío en el
Territorio de los Andes. Un día que viajaba en su auto de San Antonio de
los Cobres a Cobres, encontró a un colla que a pie hacía su mismo
camino; como le tuviera lástima lo hizo subir al coche; cuando
anduvieron como doce leguas el colla lo hizo parar para preguntarle.
«¿Y cuánto voy ganando, señor, por
acompañarte?».