| He aquí que Cyrano de Bergerac traspasa | | |
| de un salto el Pirineo. Cyrano está en su casa. | | |
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¿No es en España, acaso, la sangre vino y fuego? | | |
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Al gran gascón saluda y abraza el gran manchego. | | |
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¿No se hacen en España los más bellos castillos? | | |
| Roxanas encarnaron con rosas los Murillos, | | |
| y la hoja toledana
que aquí Quevedo empuña | | |
| conócenla los
bravos cadetes de Gascuña. | | |
| Cyrano hizo su viaje a
la luna; mas, antes, | | |
| ya el divino lunático de don
Miguel de Cervantes | | |
| pasaba entre las dulces estrellas de
su sueño | | |
| jinete en el sublime pegaso Clavileño. | | |
| Y Cyrano ha leído la maravilla escrita | | |
| y al pronunciar
el nombre del Quijote, se quita | | |
| Bergerac el sombrero: Cyrano
Balazote | | |
| siente que es lengua suya la lengua del Quijote. | | |
| Y la nariz heroica del gran gascón se diría | | |
| que husmea los dorados vinos de Andalucía. | | |
| Y la
espada francesa, por él desenvainada, | | |
| brilla bien
en la tierra de la capa y la espada. | | |
| ¡Bienvenido, Cyrano
de Bergerac! Castilla | | |
| te da su idioma, y tu alma como tu
espada brilla | | |
| al sol que allá en tus tiempos no se
ocultó en España. | | |
| Tu nariz y penacho no están
en tierra extraña, | | |
| pues vienes a la tierra de la
Caballería. | | |
| Eres el noble huésped de Calderón.
María | | |
| Roxana te demuestra que lucha la fragancia | | |
| de las rosas de España con las rosas de Francia, | | |
| y sus supremas gracias, y sus sonrisas únicas | | |
| y
sus miradas, astros que visten negras túnicas, | | |
| y
la lira que vibra en su lengua sonora | | |
| te dan una Roxana
de España, encantadora. | | |
| ¡Oh poeta! ¡Oh celeste poeta
de la facha | | |
| grotesca! Bravo y noble y sin miedo y sin tacha, | | |
| príncipe de locuras, de sueños y de rimas: | | |
| tu penacho es hermano de las más altas cimas, | | |
| del
nido de tu pecho una alondra se lanza, | | |
| un hada es tu madrina,
y es la Desesperanza; | | |
| y en medio de la selva del duelo y
del olvido | | |
| las nueve musas vendan tu corazón herido. | | |
| ¿Allá en la luna hallaste algún mágico
prado | | |
| donde vaga el espíritu de Pierrot desolado? | | |
| ¿Viste el palacio blanco de los locos del Arte? | | |
| ¿Fue acaso
la gran sombra de Píndaro a encontrarte? | | |
| ¿Contemplaste
la mancha roja que entre las rocas | | |
| albas forma el castillo
de las Vírgenes locas? | | |
| ¿Y en un jardín fantástico
de misteriosas flores | | |
| no oíste al melodioso rey de
los ruiseñores? | | |
| No juzgues mi curiosa demanda inoportuna, | | |
| pues todas esas cosas existen en la luna. | | |
| ¡Bienvenido,
Cyrano de Bergerac! Cyrano | | |
| de Bergerac, cadete y amante,
y castellano | | |
| que trae los recuerdos que Durandal abona | | |
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al país en que aún brillan las luces de Tizona. | | |
| El Arte es el glorioso vencedor. Es el Arte | | |
| el que vence
el espacio y el tiempo; su estandarte, | | |
| pueblos, es del espíritu
el azul oriflama. | | |
| ¿Qué elegido no corre si su trompeta
llama? | | |
| Y a través de los siglos se contestan, oíd: | | |
| la Canción de Rolando y la Gesta del Cid. | | |
| Cyrano
va marchando, poeta y caballero, | | |
| al redoblar sonoro del
grave Romancero. | | |
| Su penacho soberbio tiene nuestra aureola. | | |
| Son sus espuelas finas de fábrica española. | | |
| Y cuando en su balada Rostand teje el envío, | | |
| creeríase
a Quevedo rimando un desafío. | | |
| ¡Bienvenido, Cyrano
de Bergerac! No seca | | |
| el tiempo el lauro; el viejo corral
de la Pacheca | | |
| recibe al generoso embajador del fuerte | | |
| Molière.
En copa gala Tirso su vino vierte. | | |
| Nosotros exprimimos las
uvas de Champaña | | |
| para beber por Francia y en un cristal
de España. | | |