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Se da el nombre de Italia a una península meridional de la Europa,
situada entre los 24º 15' y 36º 10' de longitud, y entre los 35º 45' y 47º 8'
de latitud, y circundada por los Alpes al N y por el mar en lo restante.
Distinguimos la continental, la península y las islas: Parma divide la
primera de la segunda; la península forma un trapecio comprendido entre
el Mediterráneo, el Adriático y el mar Jonio; las islas son las de Sicilia,
Cerdeña, Córcega y muchas menores. De los Alpes, que son las montañas
mas altas de Europa, con pocos desfiladeros practicables, todos los valles
siguen la dirección del Adriático. El Po, naciendo del monte Viso,
atraviesa la mayor llanura de Italia, recogiendo las aguas de los Alpes y
algunas del Apenino. Los Apeninos forman como la espina dorsal de la
península, con dos vertientes, una hacia el Adriático y la otra hacia el mar
Tirreno, en el cual desembocan el Arno y el Tíber. Desde la
desembocadura del Varo hasta el estrecho de Sicilia hay 230 leguas de
costa: 130 desde el estrecho hasta el cabo de Otranto; 230 de este punto a
la desembocadura del Isonzo, es decir 5819 kilómetros; por lo que la
Italia es designada como una gran potencia marítima, con grandes
ciudades en la costa, como Génova, Venecia, Palermo y Nápoles: y los
golfos y el puerto de la Spezzia; hay breve distancia entre sus costas del
Mediterráneo y del Adriático, y ocupa el centro del mar que une el Asia,
el África y los países más fértiles de Europa. |
587 |
Los mitos, que colocan en la Campania y en Inarime (Ischia) la guerra
de los dioses contra Tifeo y los tres gigantes que Júpiter sacó fuera de la
tierra, mientras abismó a los otros bajo los montes de la Sicilia, aluden a
las sumersiones e inmersiones anteriores a la historia, cuando el suelo
donde más tarde se asentaron Roma y Nápoles era todo sacudido por los
volcanes, y lleno de hielo en la parte septentrional. Suponen algunos que
el Po desembocaba en el mar 100 millas más adentro que ahora. La
emersión del Apenino, a lo largo de Italia, separó al Oriente los terreros
de segunda y tercera formación, y al Occidente los producidos por el
fuego, que luego domina desde el Vesubio, el Etna, Estrómboli y los
campos Flegreos. De aquí proviene tanta variedad de aspectos y de
vegetación, parecida a la escandinava en los Alpes y a la africana en la
Campania. |
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El nombre de Italia se limitaba al principio al país comprendido entre
los Golfos Lamético y Escilático; se extendió después a los de Ausonia,
Enotria y Hesperia, dados por los Griegos; y se extendió todavía más
cuando se hallaron ocho pueblos contra Roma en la guerra social; solo
después abrazó también el imperio la Galia Cisalpina y la Sicilia. |
Primeros
habitantes |
Difícil es determinar cuáles fueron sus primeros habitantes. Los
Aborígenes debieron ser anteriores a una raza jafética, llamada de los
Tirsenos, Rasenas o Tirrenios, los cuales dieron su nombre al mar
occidental, mientras que el oriental lo tuvo de Adría, ciudad igualmente
tirrena. Pertenecen estos a la edad fabulosa de Jano, Júpiter y los Sátiros,
como también los Vénetos, los Euganeos, los Opobios, los Camunios y
los Lepontios, y tal vez los Tauriscos, los Etruscos, los Opicos y los
Oscos o Toscos; considerados todos como diferentes de los Sículos y de
los Pelasgos. Diez y ocho siglos antes de J. C., fueron a Italia los Iberos,
los cuales, viniendo de la Armenia llegaron hasta España. A esta raza
pertenecían los Ligurios de la Alta Italia, los Ítalos que se extendían entre
la Marca y el Tíber, y los Sicanos, considerados por algunos historiadores
como originarios del Epiro, y asimilados a los Pelasgos. Celta es el
nombre de una numerosa estirpe nórdica, una de cuyas ramas ocupó la
Italia bajo el nombre de Umbros (128), y se dividió en tres bandas:
Oll-Umbria, entre el Apenino y el Jonio; Is-Umbria, alrededor del Po; y
Vil-Umbria, que fue luego Etruria; quedando el país oriental para los
Iberos. La primera fecha histórica es la fundación de Ameria, trescientos
ochenta y un años antes de Roma. Contemporáneos de estos grandes
pueblos fueron otros pequeños, como los Titanes, los Cíclopes y los
Lestrigones, que parecen oriundos de la raza de Cam y procedentes del
África. |
Pelasgos |
Como conquistadores y civilizadores aparecen luego los Pelasgos,
gente industriosa que en todas partes precedió a los pueblos de gran
renombre. Tal vez llegaron los primeros con Peucetio y Enotro, diez y
siete generaciones antes de la guerra de Troya; nunca fueron verdaderos
dueños de la península, pero siempre estuvieron armados luchando contra
los Sículos, único pueblo de que Homero hace mención en Italia y que los
Pelasgos rechazaron hasta la isla. |
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Otros, procedentes de la Dalmacia, fabricaron, 14 siglos antes de J. C.,
y en la desembocadura del Po, la ciudad de Espina, combatieron con los
Umbros, y juntamente con los Aborígenes de la Sabina fundaron ciudades
en el Apenino, de las cuales aún quedan murallas de grandes
dimensiones, compuestas de enormes peñascos, unas veces toscos y otras
tallados; mientras hay quien los considera como bárbaros feroces, los
elogian otros por haber introducido el alfabeto, el hogar doméstico y la
piedra de límite, es decir, la familia y la propiedad. Sorprendidos por
graves desventuras, inundaciones, erupciones y sequías, abandonaron la
Etruria, emigraron muchos de ellos, y otros fueron sometidos a nuevos
pobladores y reducidos a la esclavitud. |
Etruscos |
Los nuevos pobladores debieron ser Tirsenos, Racenas o Etruscos,
gente misteriosa también y de muy diferente fama. Habiéndose perdido
sus libros, no se pudieron acertar, por los esplendidísimos restos de su
civilización, su alfabeto ni su idioma. Hay quien los supone Germánicos,
quien Dóricos y quien Lidios; tampoco consta que fuesen idénticos los
Tirrenos y los Etruscos, y sobre este punto disertan hoy largamente los
eruditos. El lenguaje de los Etruscos parece análogo al de los Griegos; sin
embargo no falta quien lo crea semítico. Su nombre resultó tal vez de una
liga del pueblo que habitaba en los contornos de Adria, con los Oscos
(Atr-Oscos): y añadiendo el artículo al nombre de los Oscos, formaron el
de T-Oscos, de donde resultó el nombre de Tuscia, que no existía antes de
la época de los emperadores. Los sacerdotes custodiaban arcanamente los
anales, que desaparecieron con ellos, cuando los Romanos se cuidaron de
destruir con guerras exterminadoras la civilización del pueblo que había
sido se maestro. |
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Solo podemos conjeturar que los Tirrenos, invadida la península, se
encontraron en frente de los Umbros, a los cuales obligaron a replegarse
en el país que tomó el nombre de Umbría. Se extendieron por los campos
de la Emilia y por los de Polesina, entre los Alpes y el Apenino; el Po
defendió a los Vénetos, y los Ligurios se refugiaron en los montes. Sobre
el Po se fundó una nueva Etruria, que también tenía doce ciudades.
Después de haberse echado sobre los Cascos, habitantes del Lacio, y
después de haber pasado el Liris, fundaron en la Campania otras doce
colonias, a pesar de que allí estaba la mayor parte de la población Osca. |
|
La Etruria propia, entre el Arno y el Tíber, tuvo muchas ciudades, con
muros pelasgos; Tarquinia era centro de la civilización etrusca; Ceres, la
metrópoli religiosa. Pareció un momento que iban a dominar toda Italia,
pero Hierón, rey de Siracusa, los derrotó encerrándolos entre los Ligurios,
los Galos y los Samnitas, hasta que fueron sojuzgados por los Romanos. |
Pueblos menores |
Entre los demás habitantes de Italia figuran los Orobios, entre los
lagos de Como y de Iseo; los Euganeos, entre los montes Brescianos,
Veroneses, Trentinos y Vicentinos; los Vénetos, entre el Timavo, el Po y
el mar; y los Ligurios en el Piamonte. |
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En los Apeninos, habitaban los Picenos, los Pretucios y
principalmente los Sabinos, pastores y guerreros que se reunían en Cures
para sus asambleas nacionales, y en Trebula para la veneración de sus
misterios. Inmediatos a ellos vivían los Ecuos; más adentro los Hérnicos,
luego los Volscos y los Auruncos, cuyas ciudades marítimas Terracina,
Ancio y Circeo debieron grandes riquezas al comercio, y fomentaron las
bellas artes. |
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En los Abruzos vivían los Vestinos, los Marrucinos y los Pelignos,
cuya asamblea nacional se reunía en Aterno (Pescara), y los valientes
Marsos en la Campania. Los campos Flegreos, atestiguaban revoluciones
plutónicas. Dícese que el territorio de los Samnitas sustentaba dos
millones de habitantes, entre los cuales figuraban los Hirpinos, los
Lucanos y los Frentanos. La parte más agreste quedó en poder de los
Brucios. |
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Todos estos pueblos hablaban la misma lengua, aunque con diversidad
de dialectos, como era distinta su civilización. Generalmente se regían
por medio de una confederación de pequeños Estados con un Senado
común. Algunos elegían un dictador, sometido a la autoridad nacional. Su
culto tenía mucho del griego, con variedad de tradiciones y ritos, y es
probable que al principio reconocieron la unidad en Jano, deorum deus,
único inmaculado. Ceres simbolizaba el arte más importante; y para el
vulgo, se creaba una divinidad para cada país, para cada bosque, para
cado río y para cada trabajo campestre. Venerábase bajo diferentes
nombres la Fortuna, a quien se consultaba. Circe, especie de maga,
transformaba a los hombres y daba valor a los navegantes. En lugar de
estatuas se veneraban símbolos; así es que la lanza representaba el Marte
sabino; en un altar sin imagen alguna ardía el fuego de Vesta, y durante
los terremotos se oraba sin dirigir las súplicas a ningún dios determinado.
El dios Término, tan venerado, no tenía más representación que la piedra
de confín |
Religión |
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La expiación llegaba hasta los sacrificios humanos, y en las primavera
sagrada se inmolaba al Dios todo lo que nacía en la primavera, sin
exceptuar a los niños, de cuya bárbara costumbre nació la de enviarlos a
lejanos países. Los primeros ritos terribles debieron ser mitigados por
Jano, Saturno, Pico, Fauno e Ítalo, los cuales fundaron asilos, donde los
débiles podían refugiarse contra los fuertes, e introdujeron el derecho
fecial, que moderaba la guerra. Era peculiar de los Ítalos el atrio, donde,
alrededor del fuego de los lares, se reunían los niños, las mujeres y
numerosos esclavos. |
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Era floreciente la agricultura; abundaban los vinos de excelente
calidad; dícese que el nombre de Italia (Vitelia (129)) procedió de los bueyes;
las lanas de Apulia y de Padua eran muy apreciadas y hallábanse en la
misma Apulia numerosas razas de caballos. La abundancia de costas y
golfos favorecía el comercio; Adria y Génova eran puestos muy
concurridos; se había practicado un antiquísimo camino en los Alpes por
Hércules Tirio, es decir, por los comerciantes fenicios que venían del
Báltico cargados de ámbar. |
Civilización
etrusca |
Diferente y en parte original era la civilización de los Etruscos, debida
a las revelaciones de Tagés y de su discípulo Baquedes. Predominaba la
aristocracia sacerdotal, distribuida jerárquicamente, con un sumo
pontífice elegido por los votos de los doce pueblos. Los principales
estudios de los sacerdotes consistían en los auspicios, deducidos de los
pájaros y de los relámpagos. Algunos los alaban como superiores a las
fábulas griegas; otros los condenan como supersticiones; lo cierto es que
las creencias eran graves y melancólicas. El mundo, creado en seis mil
años, no había de durar más que otros tantos. Cada casa y cada hombre
tenía su genio tutelar; la casa era custodiada por los Lares, mientras que
los Penates derramaban la triple bendición de la patria, de la familia y de
la propiedad. La fe dimanaba también de la unidad, y fue luego aplicada a
la trinidad de Tina (Júpiter), Juno y Minerva. Aceptaron luego de los
extranjeros un panteón numeroso. |
|
Los ritos eran indispensables en todos los actos legales, los sueños, los
fenómenos y los astros regulaban los actos privados y públicos. Los
señores, es decir los jefes de las gentes conquistadoras (lucumones) eran
guerreros y sacerdotes, y entre ellos se elegía a uno como jefe de la
federación teniendo por insignias la púrpura, la corona de oro y el cetro
con el águila, la segur, los haces y la silla cural. Nombrábanse igualmente
doce lictores, uno por cada ciudad. Los Romanos adoptaron todos sus
distintivos. |
|
Eran clientes de las clases principales las inferiores, es decir la plebe,
dividida en tribus, curias y centurias. Cada una de las doce ciudades se
gobernaba a su manera, pero todas juntas elegían al sumo-pontífice. Entre
las ciudades y los lucumones (señores) estallaban a menudo rivalidades y
emulaciones que impedían la unidad y la fuerza, por lo que no llegábase a
formar la comunidad deseada entre los pueblos. Muchas colonias se iban
y fundaban ciudades, siempre con ideas y números simbólicos, y a
menudo de planta cuadrada, con dos colinas, sobre la más alta de las
cuales se destacaba la fortaleza. Los Etruscos cultivaban admirablemente
los terrenos, canalizaban los ríos y construían canales. Tuvieron poderosa
marina y bonita moneda. Dividían el año en doce meses y cada mes en
tres partes, llamando idus al día de en medio. Escribían de derecha a
izquierda; veneraban las Camenas, inspiradoras de los cantos; inventaron
instrumentos musicales, los molinos de mano, los espolones de las naves,
la balanza romana, la hoz y los juegos escénicos; a ellos se debieron
muchos trabajos en oro finísimo y espejos metálicos, como también las
copas cinceladas. Cultivaban el arte dramático; tuvieron historiadores de
todas las ciudades y registros de los nacimientos y de las defunciones.
Los Romanos mandaban sus hijos a Etruria para instruirse, y volvían
convertidos en ilustres literatos; pero nada de esto nos ha quedado. |
|
No se asegura que las murallas de Cortona, Fiesole, Volterra,
Populonia, Segna y Cossa sean etruscas o pelasgas. El orden toscano tiene
algo del dórico, pero nada nos queda de él, aunque pertenecen a los
Etruscos los edificios más antiguos de Roma, especialmente las murallas
exteriores del Capitolio y la cloaca mayor. Cada día se van encontrando
muchos sepulcros, ya sea abiertos en la roca, ya sea en cámaras
subterráneas, donde están depositadas las vajillas, objetos de oro,
muchísimas preciosidades y principalmente los vasos llamados etruscos,
de forma exquisita, y pintados muchos de ellos. Nuevo campo de
discusión fue la manera como habían de denominarlos, calificarlos,
clasificarlos, interpretar sus dibujos y determinar si eran oriundos de Italia
o importados de Grecia, a qué uso estaban destinados y por qué habían
sido acumulados en las tumbas: cuestiones que se complicaron aún más,
cuando iguales objetos se encontraron en el Lacio, en la Campania y hasta
en los últimos confines de Italia. |
|
Además de la civilización pelasga, es decir la antigua griega, y la
etrusca, los Ítalos recibieron la de las colonias griegas establecidas en
toda la península y en la Sicilia; colonias todas dignas de una brillante
página en la historia, por sus bellas artes, literatura y destreza en los
juegos. Las más numerosas ocuparon la costa del Golfo de Tarento, hasta
Nápoles, de origen dórico, jonio y aqueo. Los Dorios prevalecieron en
Sicilia, los Aqueos en la Magna Grecia, y se remontan sus tradiciones a
la fábula ilíaca. Los colonos predominaban sobre los indígenas,
reducidos a menudo a la esclavitud y considerados siempre como
inferiores a aquellos. Los colonos implantaban allí su constitución patria;
pero prevalecía la democracia, por lo cual las familias nobles estaban
supeditadas a los jefes operarios. |
707 |
Tarento fue fundado por los Espartanos, que dominaron a los
Mesapios y a los Lucanos; permaneció independiente hasta los tiempos
de Pirro, y en él nació el ilustre matemático Arquitas. |
727 |
Fundada sobre el Cratis por los Aqueos y los Trecenios, Síbaris fue
famosa por su molicie; sin embargo ejerció su dominio sobre 25
ciudades, y podía levantar en armas 300000 hombres. Fue destruida por
los habitantes de Crotona, colonia aquea, famosa por sus atletas y por la
belleza de sus hombres y de sus mujeres. Su fundación fue debida a
Pitágoras. |
Síbaris |
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Sobre las ruinas de Síbaris se fundó Turio. |
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Zaleuco dictó leyes a Locria, y Carondas a Catania y a otras ciudades
de la Sicilia. |
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Cumas fue edificada por los Calcidenses en la isla de Eubea, antes de
la destrucción de Troya, y de ella nacieron Nápoles y Zancle, derruida
luego esta última por los Romanos, aunque conservó no poca
importancia su puerto de Pozzuoli. |
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Por los Calcidenses fue también colonizada Reggio, regida por las
leyes aristocráticas de Carondas. Los secuaces de Néstor, de regreso de
Troya, fundaron a Metaponto, que se despobló después por su
insalubridad, como Pesto y otras colonias. |
Sicilia |
Todo es fabuloso en los primeros tiempos de la Sicilia, patria de los
Lestrigones y de los Cíclopes, como también de Ceres y Triptolemo. De
Calcis, ciudad de la Eubea, fueron habitantes a colonizarla, ocupando la
costa comprendida entre el Peloro, el Paquino y el Lilibeo, mientras se
replegaban los Fenicios en el territorio que se extiende desde el Lilibeo al
Peloro. Las discordias y debilidades de las colonias sirvieron de pretexto
a algunos para convertirse en tiranos; de modo que en Agrigento
conquistó Falaris fama de cruel. Hierón, su sucesor, cantado por Píndaro,
derrotó a los Cartagineses y sojuzgó a Hímera. Eran famosos los
Agrigentinos por su glotonería y por su industria. |
Siracusa |
Siracusa tuvo hasta un millón docientos mil habitantes. Tiranizola
Gelón, y extendió, más que ningún otro Estado griego, su poder por mar
y por tierra. El mismo tirano derrotó a los Cartagineses, aliados de Jerjes,
el día en que Temístocles vencía en Salamina. Durante la paz, impuso a
los Cartagineses que suprimiesen los sacrificios humanos. Hierón, su
espléndido sucesor, acogió a Baquílides, Epicarmo, Píndaro, Esquilo y
Simónides. Trasibulo, hermano suyo, mereció el destierro, y
restableciose el gobierno republicano, que degeneró pronto en
demagogia. Los Leontinos, celosos de su incremento, excitaron en contra
de ella a los Atenienses, que concibieron entonces la ambiciosa idea de
conquistar aquella isla. Animábalos Alcibíades, quien se puso al frente
de los tropas y emprendió la guerra con Nicias y Lámaco; pero
encontraron poco favor, hasta en las colonias que los habían excitado.
Siracusa fue sitiada, pero, socorrida por los Espartanos, venció a los
Atenienses y los trató con crueldad. |
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480 |
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466 |
413 |
415 |
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Dionisio |
Más varia fue la fortuna de Siracusa con los Cartagineses, cuando
Dionisio se puso al frente de las tropas. Convertido este en tirano de la
patria y de muchas otras ciudades, fortificolas y rechazó a los
Cartagineses. Pero estos no se dieron por vencidos y con doscientas (130)
naves y un millar de buques menores entraron en el puerto de Siracusa.
La peste, empero, los asoló y tuvieron que ceder todas las ciudades y
colonias conquistadas. Dionisio extendió sus victorias y tomó por asalto
a Reggio, donde se habían refugiado los emigrados Siracusanos y que
tuvo que sucumbir, a pesar de haber armado trescientos navíos. |
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392 |
387 |
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Dionisio, so pretexto de dar caza a los piratas, hizo otras
expediciones, hasta que lo acometieron otra vez los Cartagineses y le
obligaron a firmar una paz muy poco ventajosa. Durante su larguísimo
reinado administró bien el país, pero despóticamente; aspiró a los votos
de la libre Grecia y concurrió a los juegos con poesías y caballos; Platón
le aconsejó que sobre las ruinas de la democracia levantase un poderoso
Estado para echar fuera a los extranjeros. Su hijo Dionisio II le sucedió
bajo la tutela de Dión, óptimo personaje que consiguió modificar su mala
índole. Después de haber sido desterrado, ocupó Dión a Siracusa, si bien
no tardó en hallar una muerte violenta. Entre las inquietas facciones,
pudo Dionisio II recuperar el trono. Los emigrados pidieron auxilio a
Corinto, la cual les mandó a Timoleón, gran capitán y gran ciudadano,
quien había hecho dar muerte a su propio hermano por usurpador del
dominio, y ayudó gustoso a los Siracusanos para sacudir el yugo de
Dionisio. Venció Timoleón a los Cartagineses, librando a la ciudad de
estos y de los tiranos, y se retiró por fin a la vida privada. |
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368 |
347 |
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317 |
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A su muerte, decayeron las virtudes fomentadas por su ejemplo, y
Agatocles, de simple vasallo, llegó al mando supremo. Habiendo los
Cartagineses sitiado a Siracusa, Agatocles desembarcó en África con un
ejército, desviando así el peligro, y recorrió también la Italia
saqueándola. Fue envenenado por su sobrino Arcagato, quien fue pronto
destronado por otros ambiciosos, surgieron otros tiranos en las diferentes
ciudades, los cuales dejaban cometer muchas tropelías a los Cartagineses
y a los soldados aventureros, hasta que llegaron los Romanos, que
abatieron a Siracusa y a Agrigento. |
|
La suerte de estas dos fue igual a la de Leontino, Taormina, Catania,
Hibla, Selinunte, que Empédocles salubrificó [sic] con la conducción de
aguas, Erice, consagrada a Venus, como Enna a Ceres, e Hímera, patria
de Estesícoro. Fenicios y Cartagineses hacían gran comercio de
exportación con la isla, rica en productos naturales, piedras preciosas,
metales y azufre, y considerada como la granja de Italia. |
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Las bellas letras florecieron allí antes que en Grecia; la poesía pastoril
fue inventada por Estesícoro, por Epicarmo la comedia, y por Sofrón la
mímica; Caracio y Lisias fueron los primeros maestros de retórica.
Magníficas son las medallas de aquellas ciudades, como también los
bajo-relieves de los templos dóricos de Selinunte, el teatro de Taormina y
los templos de Segesta y de Agrigento. |
Islas menores |
Su proximidad a la tierra y su situación hicieron que se poblasen
pronto las islas de Elba, Córcega y Cerdeña. |
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Esta última fue habitada por los pueblos líbicos y por los Iberos.
Fenicios, Cartagineses y Etruscos tuvieron en ella establecimientos de
comercio, y, bajo los Romanos, llegó a 42 el número de sus ciudades. |
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La Córcega perteneció al principio a los Ligurios y a los Iberos, y más
tarde a los Etruscos; Aleria fue fundada por una colonia de Focenses.
Abundaba en ganados muy monteses, que no obedecían más que al
cuerno del pastor. |
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En Elba se extraía el hierro desde remota antigüedad, y fue poseída
por los Etruscos. |
|
En Malta y en las otras islas introdujeron los Fenicios sus
manufacturas, de donde abastecían la Grecia y la Italia. |
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La potencia más preponderante del mundo había de surgir en el Lacio.
Parece que los aborígenes, expulsados de las alturas del Apenino por los
Sabinos, bajaron a habitar el Lacio, fundando caseríos como Preneste,
Laurento, Lanuvio, Gabio, Aricia, Lavinio, Tívoli, Túsculo y Ardea,
poblaciones todas independientes pero unidas por vínculos religiosos.
Reuníanse en el Luco Ferentino, en el bosque de Diana en Aricia, en el de
Venus entre Lavinio y Ardea, y celebraban en el monte Albano las ferias
latinas. |
|
Por el mar llegó Saturno, es decir la gente que dio nombre a los
Latinos; su metrópoli sagrada era Lavinio, donde eran depositados los
dioses penates. Una colonia de Arcadios (131), guiada por Evandro, se
estableció a orillas del Tíber, donde fabricó a Palatio. Llegaron después
los Troyanos, fugitivos con Eneas de la destruida Ilio. Eneas colocó sus
hijos en el trono de Alba. Amulio, el último de ellos, usurpó el trono a su
hermano Númitor, y obligó a su hija Rea Silvia a que consagrase su
virginidad a Vesta, pero el dios Marte la hizo madre de Rómulo y Remo. |
|
1300 |
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Fundación de
Roma |
Estos reunieron una banda de Latinos, acuartelándola a orillas del
Tíber, en el punto colindante entre los países de los Latinos y los Sabinos.
Rómulo, después de haber dado muerte a su hermano, hizo prosperar la
ciudad abriendo en ella un asilo y un mercado franco; para procurarse
mujeres, robó a las hijas de los Sabinos; separó a los patricios de los
plebeyos, pero éstos eran iguales a los primeros merced al patronato;
agregándose otros pueblos, constituyó tres tribus, de cada una de las
cuales elegía 100 caballeros y 100 senadores. |
753 |
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|
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714 |
Al héroe sucede el legislador sabino Numa Pompilio, que introdujo
muchos ritos etruscos, dividió el pueblo en maestranzas de artes, fundó en
la frontera el templo de Jano, que estaba cerrado durante la paz, a fin de
que los pueblos no se molestasen, y abierto en tiempo de guerra, a fin de
que se socorriesen. |
671 |
Bajo Tulio Hostilio, después del conflicto de los tres Horacios con los
tres Curiacios, Alba es destruida y llevados al monte Celio sus habitantes. |
693 |
Anco Marcio venció a los de Fidena, a los Volscos, Vegentes, Sabinos
y Latinos, y abrió el puerto de Ostia y las salinas. |
614 |
Tarquinio Prisco, lucumón etrusco, agrega cien senadores a los
existentes, fabrica acueductos, cloacas y el circo Máximo, y vence a los
Sabinos, Latinos y Etruscos. |
|
Servio Tulio prosigue la guerra con los Etruscos, acuña moneda,
introduce el censo, distribuye el pueblo en clases y centurias, y los votos
se dan conforme a ellas y no por tribus. |
534 |
Tarquino el Soberbio, su yerno, tiraniza a los súbditos y construye el
Capitolio; pero habiendo su hijo Sexto ultrajado a la matrona Lucrecia, se
suicida ésta y sus parientes expulsan a Tarquino; a la monarquía sucede
entonces la República con dos cónsules anuales. |
509 |
En vano Porsena, rey de Etruria, acude a restablecer a los Tarquinos;
la batalla del lago Regilo quita toda esperanza a los reyes. |
493 |
La nueva República era del todo aristocrática; pero la plebe se replegó
en el Monte Sagrado, hasta que, para la defensa de sus intereses, se
instituyeron los tribunos de la plebe, quienes, con el veto podían
suspender las deliberaciones del Senado. A fin de establecer leyes
estables, se importaron las mejores de Grecia, que se escribieron en las
XII Tablas, debidas a los Decenviros (132). |
|
Tal es la historia tradicional de los primeros tiempos de Roma,
embellecida por los episodios de Mucio Escévola (133), Horacio Cocles (134),
Clelia, Bruto, Menenio Agripa, los trecientos Fabios y Coriolano. Todo se
halla tan dramáticamente coordinado, tan conforme a las tradiciones de
otros países y tan repugnante a los tiempos y a la civilización de entonces,
que es fácil ver en aquella historia las invenciones de un poema o cantos
que representaban tipos de enteras edades. Sin embargo, todo esto se
grabó en la memoria y en los actos de los tiempos sucesivos, y
posteriormente se trató de investigar la verdad con ingeniosas conjeturas.
Todos convienen en que los Troyanos fueron a Italia, e hicieron pactos
con los habitantes después de haberlos vencido (boda de Eneas con
Lavinia). Es posible que las siete colinas en que se asentó Roma,
estuvieran ocupadas por otras tantas ciudades pelasgas o etruscas, hasta
quedar sometidas por una partida de Sabinos; así es que el sabino Tacio
reina con Rómulo, sucediéndole a éste el sabino Numa. Vencidos y
vencedores se unieron, constituyendo un solo Senado y obedeciendo a un
solo rey. A las dos primeras tribus, llamadas de los Ramnenses y de los
Ticienses, se agregó la de los Lúceres con los Albanos; y Tarquinio
añadió otros cien senadores de ésta, que tomaron el nombre de menores
gentes. Al flamin (135) dial y marcial de las dos primeras, se agregó el
quirinal; y las vestales, que eran dos, llegaron a ser cuatro y más tarde
seis. |
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Rómulo es un jefe de partida, que alberga y protege, al pie de una
fortaleza, a mercaderes y agricultores; guerreando gana terreno, que es
repartido entre los patricios, quienes ejercen su dominio sobre los
plebeyos; si ambos no se dividen en dos castas como en Asia, constituyen
dos partidos políticos, que se disputan la preponderancia. |
|
Numa demuestra el carácter sacerdotal de los Etruscos, quienes habían
venido a civilizar a los guerreros de Rómulo Quirino; en efecto, la
civilización, los ritos, las costumbres y las leyes etruscas tuvieron gran
parte en los comienzos de Roma. En cuanto a la religión, los Romanos
tuvieron primeramente dos Lares, Vesta y Palas troyanas; admitieron más
tarde al latino Jano y al sabino Marte, y al lado de éstos una generación de
númenes agrícolas; con gran contraste fueron luego adoptadas las tres
mayores divinidades etruscas que se convirtieron en Júpiter, Juno y
Minerva. Por fin el Olimpo romano quedó compuesto de seis dioses y
seis diosas: Júpiter, Neptuno, Vulcano, Apolo, Marte y Mercurio; Juno,
Vesta, Minerva, Ceres, Diana y Venus; llamados Grandes Dioses.
Seguían a éstos los dioses Selectos: Saturno, Rea, Jano, Plutón, Baco, el
Sol, la Luna, las Parcas, los Genios y los Penales. Venían luego los dioses
inferiores: Hércules, Cástor, Pólux, Eneas y Quirino, llamados indigetes;
y los semones: Pan, Vertumno, Flora, Palas, Averrunco y Rubigo. Más
tarde adoptaron los de los vencidos. |
|
Con el dominio sacerdotal rivaliza la ferocidad latina simbolizada por
Tulio Hostilio en la destrucción de Alba. |
|
Anco Marcio sigue conquistando los territorios vecinos, pero al mismo
tiempo edifica, civiliza, comunica las religiones e introduce en Roma a
los Etruscos. Lucumón de estos era Tarquinio, que simboliza tal vez la
edad en que Roma fue tomada a los Sabinos y conquistada por los
lucumones de Tarquinio, los cuales introdujeron las artes y las
comodidades de la gente civilizada, dando a la nación la fuerza que no
tuvo la Etruria, y haciéndola capital de una confederación de 47 ciudades.
Servio Tulio, jefe de una turba de clientes y siervos etruscos, obtuvo el
cetro, y concedió derechos a los extranjeros, no según su cuna, sino en
razón de sus riquezas. Repartió las tierras entre los plebeyos, quienes se
congregaban en el monte plebeyo del Aventino, no comprendido en el
recinto de los muros de Roma. |
|
Para destruir estas franquicias, los aristócratas ayudan a los
lucumones, que con el nombre de Tarquino el Soberbio vuelven a
dominar en Roma, oprimiendo al mismo tiempo a los nobles sabinos y a
los plebeyos latinos: él mismo sacrifica el toro en el monte Albano
durante las fiestas latinas. Pero se levantaron las tribus primitivas contra
los Tarquinios, y abolieron el reino sacerdotal. Porsena acudió a
vengarlos, sojuzgó a Roma e impuso a sus habitantes la prohibición de
servirse del hierro, a no ser para los trabajos agrícolas. No sabemos cómo
sacudieron el yugo los Romanos, quienes, después de la batalla del lago
Regilo (primer hecho de certeza histórica), donde pereció la estirpe de los
antiguos héroes, constituyeron dos cónsules anuales, elegidos entre los
patricios. |
|
Esto no significó la conquista de la libertad. Los reyes no eran
absolutos ni hereditarios; su poder estaba limitado por el Senado común y
por las instituciones religiosas, que lo regulan todo en los tiempos
primitivos. El padre era árbitro de la familia; los sacrificios expiatorios se
verificaban por los descendientes varones; los juicios eran sagrados;
considerábase como sacramento la contestación civil, y como suplicio la
pena. Pero el Romano somete la religión al Estado, y sustituye los
sacerdotes por un consejo de padres que nombran un rey, el cual puede
ser capitán y pontífice; castiga también a los patricios, pero con apelación
al pueblo, esto es, al común de sus iguales. |
|
Por pueblo se entendían las tres tribus, forma común de las sociedades
antiguas, y de la cual conviene tratar. Las tribus eran o de familia o de
lugar. Las segundas correspondían a la división de un país en distritos y
aldeas; de modo que era de la tribu todo el que tenía bienes en aquel
circuito en el momento de la institución. |
|
Toda tribu se dividía en diez curias, cada una con sacrificios propios y
días de fiesta. |
|
Los clientes eran acaso ciudadanos de tierras aliadas, los cuales habían
de tener un patrono para ser representados en la ciudad; o delincuentes,
puestos bajo el amparo de la casa de algún poderoso, al cual debían
obediencia y fidelidad, con obligación de ayudarle a pagar las deudas o
rescatarlo si caía prisionero. |
|
Los comicios curiados (136) eran formados por gentes, y solo tenían voto
los patricios de las treinta curias. Los jefes de las curias formaban el
Senado. |
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A los vencidos se les quitaba el terreno, dejándoles solo un tercio;
descendían a la categoría de plebe, y no tenían voto porque no estaban
inscritos en las curias, aunque había entre ellos familias ilustres; sus
bodas no tenían derecho legítimo. |
|
El rey tenía interés en reprimir a los aristócratas, favoreciendo a la
plebe, y principalmente Servio Tulio dividió a ésta en tribus locales,
donde fueron comprendidos los ricos no patricios, y que se reunían en
comicios de tribu y comicios centuriados (137). Dividió a los patricios,
clientes y plebeyos de la ciudad y del campo en centurias, en proporción a
su riqueza procurada por la guerra; por cuyo motivo, el gobierno quedaba
todavía en manos de los patricios, pero la familia de estos se confundía
con el común de la plebe. |
|
La misión provincial de Roma consistió en asimilarse los elementos
extranjeros; pero con la expulsión de los reyes, los plebeyos quedaron a
merced de los patricios, quienes cerraron el Senado a los plebeyos y la
ciudad a la gente vecina, celosos de mantener su propia superioridad.
Necesitaban fórmulas férreas para obtener el derecho y legitimar el
matrimonio y la propiedad. El verdadero poder tenía límites sagrados,
fuera de los cuales no se tenía propiedad civil. El padre ejecutaba los ritos
de la familia patricia; era déspota, podía azotar, vender y matar a los
esclavos, como también a la mujer, si era infiel o borracha; igualmente
podía vender hasta tres veces a su hijo, y arrancarlo de la silla curul o del
carro triunfal, para juzgarlo en su casa. Solo el patricio tenía derecho
imprescriptible sobre los bienes, para él solo era la herencia; nadie podía
castigarlo cuando cometía alguna falta; solo la Curia declaraba si había
obrado mal. Se observaba la estricta letra de la ley, pero no su espíritu ni
su intención. |
|
Sin embargo; junto a esta exclusión oriental surgían los plebeyos,
quienes representaban la extensión y la igualdad. |
|
En el territorio de Roma, entre Crustumeria y Ostia, vivían 650000
personas, además de los esclavos, sin otro medio de ganancia más que la
agricultura y el botín, siendo abandonadas a los esclavos las artes
mecánicas. En caso de necesidad, recurrían al patricio, prometiendo pagar
la deuda la primera vez que fuesen llevados a saquear al enemigo, o
hipotecando sus campos. De esto resultaba que los patricios iban
acumulando cada vez más posesiones, que hacían prevalecer en los
comicios centuriados; despojado el plebeyo quedaba a merced del
acreedor, el cual podía hacerse adjudicar los terrenos hipotecados, o
partirlos en porciones y venderlos al otro lado del Tíber. |
|
Tales opresiones irritaron a los plebeyos, que se retiraron al Monte
Sagrado, hasta que consiguieron el nombramiento de dos tribunos de la
plebe, con la única autoridad de protestar contra las decisiones del
Senado; pero habiendo sido considerados inviolables, poco a poco se
hicieron poderosísimos dando mucho más impulso a la libertad que los
Parlamentos modernos, y consiguiendo para el plebeyo la dignidad de
hombre. |
495 |
Tribunos de la
plebe |
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A fin de tener ocupada a la plebe, los patricios la conducían a
interminables guerras, en las cuales, con calculada lentitud y valor
indomable por las desventuras, sometieron al Lacio, que estaba dividido
entre las dos ligas de Volscos y Ecuos, y de Latinos y Hérnicos. |
Colonias |
Sin embargo, de vez en cuando los plebeyos se levantaban para
reclamar el agro, nombre que significaba para los pobres el pan y para los
ricos el derecho; los patricios lo concedían, aunque fuera de la línea
sagrada, en el terreno de los vencidos, que no daba la legal ciudadanía.
Allí se mandaban colonias, a cada una de las cuales le era señalada una
porción del terreno conquistado. Practicado un hoyo, se sepultaba en él
tierra y fruta de la patria, y con el arado se trazaba el circuito de la futura
ciudad; la ternera y el buey que habían estado uncidos al arado, eran
sacrificados a la divinidad bajo cuyo patrocinio se ponía la colonia. Todo
esto se hacía conforme a la madre patria, con triunviros (138) en lugar de
cónsules, y decuriones en vez de pretores; pero lo importante era
suministrar soldados a Roma, sin adquirir jamás la independencia, como
las colonias griegas. |
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Los plebeyos acomodados preferían pedir tierras a Roma que poseerlas
en Ancio, es decir el campo auspicato de la metrópoli. Así principiaron
los pretensiones de la ley agraria, o sea la de conceder también a los
plebeyos el territorio de la patria, que daba todos los derechos, y entre
ellos el de la boda reconocida, como igualmente el de repartir
equitativamente al pueblo las tierras conquistadas, usurpadas por los
patricios. Para conseguirlo, los tribunos introdujeron los comicios por
tribus, sin necesidad de auspicios, con el derecho de presentar
proposiciones y presidir estas asambleas. Ante ellas fueron llamados los
que se oponían a la ley agraria; y no pudiéndola hacer aceptar, el pueblo
se dejó vencer por sus enemigos, si bien persistió en pedir una ley
uniforme y pública. Dictáronla los decenviros, quienes publicaron las XII
tablas; pero habiendo abusado del poder supremo, el pueblo volvió a
nombrar a los tribunos y a los cónsules, que organizaron la democracia. |
Ley agraria |
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472 |
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449 |
Las XII tablas, que después quedaron como fundamento del derecho
romano, recopilaban las instituciones precedentes, consolidadas por los
patricios y ampliadas por los plebeyos, con bodas legales, con herencia
hasta testamentaria, con la propiedad inalienable; pero nada demuestra
que fuesen ajustadas a los moldes griegos, como se pretende sin
fundamento. |
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La igualdad de derecho en ellas sancionada tardó mucho en ser un
hecho; el patricio conservaba aún los augurios, o las fórmulas
indispensables para ser autoritario en los juicios, por lo que el plebeyo no
podía presentarse ante el tribunal, sino por vías de su patrono, quien le
indicaba los días buenos o malos, faustos o nefastos, y las ceremonias
indispensables para obtener audiencia. En cuanto al derecho político, se
restablecieron los tribunos, quienes todo lo podían cuando estaban todos
de acuerdo; y las leyes hechas por la plebe eran también obligatorias para
los nobles. |
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Entonces los plebeyos pidieron las bodas legales, como también el
derecho de poderse casar con nobles, y aspirar al consulado; de modo
que, rotas las barreras, no había quien, por su inteligencia o por su
actividad, no pudiese elevarse en la magistratura, cuyos cargos eran todos
electivos. |
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444 |
Censura |
Para ordenar aquel encumbramiento se inventó la censura, ejercida por
los que habían desempeñado bien los otros cargos. Cada cinco años
(lustro), los censores pasaban revista al pueblo en el Campo de Marte,
examinaban su conducta y sus facultades, reformaban la distribución,
haciendo subir a unos y bajar a otros, y clasificando algunos entre los que
no tenían más derechos de ciudadanos que el de pagar el tributo; quitaban
el caballo al jinete indigno y destituían a los senadores que hubiesen
perdido el censo o se hubiesen deshonrado. |
443 |
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Licinio Estolón propuso una ley que mitigaba la condición de los
deudores, anulando los intereses acumulados, limitaba quinientas yugadas
la extensión del ager público, debiendo distribuirse el resto entre los
pobres; y disponiendo que uno de los cónsules fuese siempre plebeyo.
Otros tribunos obtuvieron que los plebeyos entrasen en el colegio de los
sacerdotes sibilinos, pudiesen obtener la pretura, la edilidad, el
pontificado, la dictadura y hasta la censura; por fin se abolió el voto de la
curia, haciendo obligatorio para todos el Plebiscito, mediante el
consentimiento del Senado; los auspicios podían ser tomados también por
los tribunos y luego fueron públicos el calendario y las fórmulas jurídicas
De este modo el pueblo conquistó el derecho y al justo Júpiter. Guardose
proporción entre los derechos del pueblo, del Senado y de los nobles; la
libertad romana se formuló en autoridad del Senado (autoridad no de
dominio pero sí de tutela), imperio del pueblo y poder de los tribunos. |
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305 |
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Cartago |
En la costa septentrional del África florecía el único Estado libre que
había conocido aquel continente: la primera República conquistadora y
comercial que la historia recuerda, y que los resuelve el difícil problema
de enriquecerse sin perder la libertad. Sensible es que poco la
conozcamos, y que solo autores extranjeros nos hablen de ella. |
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Las discordias civiles de la Fenicia, obligaron a parte de los
ciudadanos a emigrar hacia el septentrión del África, donde otras colonias
se habían establecido, por la fertilidad del suelo y las fáciles
comunicaciones con la riquísima España. La fabulosa Dido construyó la
fortaleza de Birsa, en torno de la cual surgió Cartago, en un ancho golfo
entre el cabo Bueno y el de Zibid, y entre las ciudades de Túnez y Utica, a
cien millas de Sicilia. Independiente de la madre patria por su origen,
mandaba sin embargo dones al Dios de Tiro, y acogió a las familias de
ésta cuando la sitió Alejandro, como Tiro rehusó a Cambises la flota para
atacar a Cartago. Fue amiga de sus fieros y bárbaros vecinos; rivalizó con
Cirene; fundó colonias en la costa, más bien aliadas que incluidas en la
confederación, y vejadas a menudo por exigencias mercantiles. De ellas
traía hombres y dinero, no tanto para conquistar, como para fijar otros
establecimientos comerciales, mayormente en las islas. Subyugó a la
Cerdeña, las Baleares y la Córcega; invadió la Sicilia, las Canarias y
Madeira; y fundó otras colonias en España y en la costa occidental del
África. |
869 |
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Las colonias eran de pobres, que iban con la esperanza de enriquecerse
a expensas de los indígenas; preparaban en las costas sus mercancías del
interior, que eran después transportadas por los buques, y permanecían
sujetos a la metrópoli, a la cual las unía el culto sanguinario de Melcarte. |
509 |
Magón, con sus dos hijos Asdrúbal y Amílcar, y seis sobrinos,
contribuyó bastante al incremento de los Cartagineses. Principalmente
ambicionaban la Sicilia, de que dependían su dominio en el
Mediterráneo, la provisión de la marina, el comercio del aceite, de los
vinos y los granos; pero nunca pudieron prevalecer contra los Griegos,
que defendían allí sus ricas e independientes ciudades. Sin embargo los
molestaban siempre, aliándose hasta con tiranos de Sicilia; y en la paz del
382 obtuvieron un tercio de la isla. Trataron de establecerse en Italia
aliándose con los Etruscos y Romanos; mas eran mirados con recelo. |
Magón |
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Hannón |
Hannón fue enviado a fundar una cadena de colonias en la costa
occidental del África, a lo largo del Atlántico; y se ha conservado su
Periplo, donde describe cómo habiendo salido con 60 naves, a bordo de
las cuales iban 30 mil colonos, que él distribuyó en seis ciudades, siendo
la mayor Cartagena, prolongó su viaje hasta la Senegambia. Al mismo
tiempo, Imilcón colonizaba la costa occidental de Europa hasta Inglaterra;
y los establecimientos púnicos y marselleses contribuyeron a civilizar
ambas costas de la Mancha. |
|
Cuidaban los Cartagineses de asegurarse el monopolio y reprimir la
piratería; del interior del África sacaban esclavos negros; de la Grecia oro
y pedrería; algodón de Malta; betún de Lípari; hierro del Elba; cera, miel
y esclavos de Córcega; de las minas de España, solamente la familia de
Aníbal sacaba 300 libras de plata al día; y hasta iban a las islas
Casitérides (141) (Sorlingas) a recoger estaño y ámbar. Por tierra buscaban
oro, dátiles y sal en el interior del África, adonde iban en caravanas; y
traían víveres de la Zeugitana y de la Bizacenia para el abastecimiento de
la ciudad. |
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Estas colonias solo estaban de acuerdo en odiar a Cartago, émulas de
la cual fueron Túnez, Áspid, Adrumeto, Ruspina, Leptis, Tapso y Utica. |
|
En lucha con Etruscos, Griegos y Marselleses, los Cartagineses
aumentaron sus fuerzas, y reparaban prontamente las pérdidas, con
soldados mercenarios. Su flota era numerosísima, y su caballería se
componía de nobles cartagineses. Su religión, análoga a la de los
Fenicios, tenía algo de su carácter avaro y melancólico; hacíanse
sacrificios humanos, por más que Darío y Gelón impusieron que se cesara
de ensangrentar los altares. El gobierno era aristocrático y conservador,
con nobleza hereditaria; dos sufetas presidían el senado y juzgaban; si
alguno intentó ejercer la tiranía, no lo consiguió; las penas eran horribles.
Más tarde, durante la guerra con los Romanos, Aníbal hizo decretar que
los magistrados fuesen anuales. La riqueza daba predominio a ciertas
familias. Los capitanes carecían de autoridad civil; concluida la campaña
volvían a ser simples particulares, y a menudo eran condenados a muerte
después de una derrota. |
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El territorio era cuidadosamente cultivado; en 28 libros habló Magón
de todas las industrias campestres. Cuéntanse maravillas de algunos
edificios de Cartago y de sus monumentos. |
509 |
En el año de la expulsión de los Tarquinios, concluyó Roma con
Cartago una alianza que es el documento más antiguo de la república
romana, y que, a diferencia de los historiadores, ya presenta a Roma
grande y poderosa, y dueña de otros pueblos latinos, pero que estipula que
ni Roma ni sus aliados navegarán mas allá del Cabo Bueno; que en
cambio no pagarán contribución al llegar a Cartago y obtendrán justicia;
que los Cartagineses no perjudicarán a los pueblos de Ancio, Ardea,
Laurento, Circeos y Terracina, ni construirán fortalezas, ni permanecerán
armados en ellos. |
318 |
En virtud de un segundo tratado, los Cartagineses, con los de Tiro y
Utica y sus aliados, cedían a los Romanos las ciudades latinas no
dependientes de Roma de que se apoderasen, reservándose el oro y los
prisioneros; en cambio los Romanos no fabricarían ciudad alguna en
África ni en Cerdeña; y habría en fin reciprocidad de comercio.
Tratábanse, pues, de igual a igual; pero Cartago poseía tesoros bastantes
para comprar cuantos soldados quisiese y prevaleció en el mar; mientras
que Roma tenía la preponderancia natural de un pueblo guerrero sobre un
pueblo comercial. |
Sicilia |
La Sicilia estaba dividida entre los Cartagineses, los Siracusanos y los
Mamertinos; viéndose presos estos últimos entre dos enemigos, pidieron
auxilio a Roma. Apio Claudio embarcó muchas tropas en bajeles de la
Magna Grecia; pero los dispersaron los Cartagineses. Entonces Hierón,
rey de Siracusa, favoreció a los Romanos, que ocuparon a Mesina por
traición y concibieron la esperanza de expulsar a los Cartagineses de la
isla; en 18 meses tomaron 67 plazas fuertes y a Agrigento, donde
vendieron 25 mil esclavos; entre tanto Hannón, en venganza de la
engañosa Mesina, degollaba a todos los Italianos que cogía. |
269 |
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Primera guerra
Púnica |
Los Romanos aprontaron naves; improvisada una flota, Duilio ganó la
primera victoria marítima, y fueron conquistadas Córcega, Cerdeña y las
islas menores. Los Romanos desembarcaron en África para asaltar a
Cartago, pero el cónsul Atilio Régulo, después de haber sojuzgado a
doscientas ciudades, fue vencido y hecho prisionero. Durante ocho años,
no les fue propicia la fortuna a los Romanos, mas luego recuperaron la
Sicilia; después de gravísimas pérdidas por ambas partes en las islas
Egates (142), se concluyó la paz y fue cerrado el templo de Jano. |
260 |
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Los Griegos de Sicilia no supieron aprovecharse de aquella guerra; así
la isla toda fue a poder de los Romanos, que la convirtieron en una
provincia. Los Romanos tendrán que luchar pronto con los Ilirios,
después con los Etruscos aliados con los Samnitas y los Galos; los
vencerán y establecerán en Sena una colonia, puesto avanzado hacia la
Cisalpina. En esta los Galos prosperaban, pero ansiosos de turbarlos, los
Romanos ganaron algunos pueblos y los combatieron después
abiertamente; invocaron aquellos a sus hermanos transalpinos, y llegaron
con ellos a tres jornadas de Roma; pero al fin quedaron vencidos por
Marcelo, quien tomó a Milán y el resto de Insubria; de tal modo sujetó
Roma a toda Italia, que podía armar 800 mil hombres. |
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222 |
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238 |
Los mercenarios, de que se valía Cartago, le fueron molestos a
menudo, y osaron asediarla por fin, pidiendo mayores sueldos. Mas con la
superioridad de la disciplina, cercó Amílcar a los rebeldes y mató a 40
mil: luego peleó él mismo, casi independiente, contra los Númidas y
España, hasta quedar derrotado y muerto. Sucediole su yerno Asdrúbal,
quien gobernó despóticamente la España y trató quizá de formar con ella
un reino, con Cartagena por capital; pero un esclavo galo le dio muerte. |
221 |
El ejército tomó por jefe a Aníbal, hijo de Amílcar, quien lo había
educado en los duros ejercicios de la guerra española, y al consagrarlo
con el fuego en el ara de Melcarte, le había hecho jurar odio eterno a los
Romanos. Guerrero inteligente, insensible a las fatigas, resolvió llevar la
guerra a Italia. Domados los pueblos españoles, asedió a Sagunto, que
resistió hasta que los ciudadanos, perdida toda esperanza, se arrojaron en
las llamas que destruían la patria. |
Aníbal |
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Sagunto |
219 |
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Segunda guerra
Púnica |
Los Romanos, que debieron haber defendido aquella ciudad cual
barrera a los dominios cartagineses, deploraron tarde su destrucción, y
estalló la guerra más famosa de cuantas ensangrentaron el mundo. Aníbal,
enorgullecido con tantas victorias, condujo su ejército por los Pirineos y
los Alpes, invitando a los Galos a sublevarse contra Roma, que tendía a
sojuzgarlos con las colonias de Plasencia y Cremona; pero de los 50 mil
infantes y 20 mil caballos con que había salido de Cartagena, no le
quedaban más que 20 mil infantes y 6000 caballos después de haber
atravesado los Alpes. Con estas fuerzas venció a Escipión junto al Tesino
y a Sempronio en el Trebia; dirigiose a Arezzo por el camino del Arno y
del Clani, y en el Trasimeno volvió a derrotar a sus enemigos. Las
poblaciones favorecían al pretendido libertador, y Roma se halló en tal
apuro, que eligió dictador a Fabio Máximo. Este se dedicó a cortar
puentes y vías de comunicación, y a esperar, persuadido de que el ejército
de Aníbal se cansaría. Este ejército pasó de la Umbría hasta Espoleto
devastando floridas campiñas, y alcanzó en Cannas, a orillas del Ofanto,
otra gran victoria, con la muerte de unos 70 mil Romanos y del cónsul
Paulo Emilio. |
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217 |
217 |
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Apartado Aníbal de su base que era la Galia, no le era posible rehacer
su ejército; había perdido muchos elefantes y la mayor parte de sus
caballos; por cuyos motivos pedía socorros a Cartago; pero Hannón, gran
adversario de su casa, impedía que le fuesen mandados, ya para moderar
su fogosidad, ya porque temiese que una fortuna excesiva lo tentase a
constituirse en tirano de la patria. Por otra parte, un ejército romano,
llegado a España, impedía que por este lado le fuesen expedidas tropas a
Aníbal. Lo que más contenía al aventurero, era la perseverancia de los
Romanos, que se negaban a establecer convenios, y hasta a admitir el
canje de los prisioneros; que de todo hacían armas, y que enviaron a
Marcelo a castigar a Siracusa por haberse sublevado. Esta ciudad fue
defendida por Arquímedes; pero sucumbió y se encontraron en ella más
riquezas que después en Cartago; un soldado mató al gran matemático
Arquímedes. También Capua fue tomada y Aníbal se retiró a la Daunia y
la Lucania. |
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212 |
Arquímedes |
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En España, Publio Cornelio Escipión, de 24 años de edad, se presentó
a vengar a su padre y a su tío, muerto por los Cartagineses, y condujo las
naves romanas a la victoria; pero no pudo impedir que Asdrúbal
condujese un ejército a Italia. Ya se consolaba Aníbal con su próxima
llegada, cuando le arrojaron al campo la cabeza de Asdrúbal; después de
lo cual tuvo que permanecer a la defensiva en los Abruzos, hasta que
Escipión, sometida la España cartaginense, fue a poner sitio a Cartago.
Esta tuvo que llamar a Aníbal, quien volviendo a pesar suyo de Italia,
hizo frente a Escipión en Zama y quedó vencido. Cartago concluyó la
paz, conservando su territorio y cediendo sus elefantes y sus naves;
obligándose a no emprender guerra alguna sin el consentimiento de
Roma, a la cual pagaría, en 50 años, 10 mil talentos; y entregando cien
rehenes. Cartago había perdido 500 naves, y tenía a sus puertas a
Masinisa, rey de Numidia, aliado de Roma e incesante enemigo suyo. Las
desgracias engrandecieron a Aníbal, quien, apoyado por 6500
mercenarios, se hizo nombrar sufete (143), deprimió a los aristócratas y a los
ricos; y con la agricultura y el comercio procuró reanimar a la aniquilada
Cartago, que él quería convertir en centro de una gran liga contra Roma. |
|
Pero Roma adquiría el audaz vigor que dan continuas victorias. En la
guerra con Aníbal había visto devastar la península, mas se había
asegurado el dominio de toda Italia y de los mares. Pero en España, donde
tenía dos provincias, la independencia nacional luchaba aún con ventaja.
En la Galia Cisalpina, el cartaginés Magón suscitaba la guerra, y solo
después de fieras batallas, Claudio Marcelo tomó a Como y los 28
castillos que la rodeaban; despiadados procónsules continuaron robando y
oprimiendo, hasta que Insubrinos, Chenomanos, Vénetos y Ligurios
quedaron sometidos, y formose la provincia de la Galia Cisalpina,
haciendo confinar la Transalpina con los Alpes. |
196 |
187 |
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Mientras tanto, en Oriente se querellaban entre sí los Estados, salidos
de la descomposición del gran imperio de Alejandro, corrompidos bajo el
barniz de la urbanidad, con gobiernos inmorales e inicuos sin ser fuertes.
En sus disensiones, esperaban ayuda de los Romanos. Filipo III de
Macedonia hubiera podido unir la liga Etolia con la Aquea, y al frente de
los 28 Estados de la Grecia oponerse a los Romanos; pero lo impidieron
las rivalidades; Filipo mismo deshonró a la familia de Arato,
envenenando a este después, cuando desempeñaba por la décima séptima
vez el cargo de pretor de los Aqueos, y trató de asesinar a Filopemén (144);
por todo lo cual los Etolios y Espartanos invocaron en contra suya a los
Romanos. |
Flaminio en
Grecia |
Estos, so pretexto de proteger a los débiles, mandan a Tito Quinto
Flaminio (145), león o zorra según las circunstancias, quien reúne a muchos
de los combatientes que se habían adiestrado en la guerra contra Aníbal y
Asdrúbal, y se dirige a Grecia prometiendo al pueblo la libertad; recibe a
sus diputaciones, y la sojuzga luego astutamente. Ataca después con la
legión romana a la falange macedonia, y la destruye junto a las colinas de
los Cinocéfalos (146). |
198 |
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Batalla de los
Cinocéfalos |
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En vez de exterminar a Filipo, le obligó a retirar sus guarniciones de
los diferentes Estados de Europa y de Asia, de modo que quedasen
independientes, y le obligó también a no emprender guerra alguna sin el
consentimiento de Roma. Presidiendo los juegos ístmicos, anunció que
Roma declaraba libres a todos los Griegos. Inmensa fue la alegría de los
Griegos, quienes compraron y regalaron a Flaminio 1200 Romanos,
prisioneros de la guerra de Aníbal. |
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Pero dejar independiente a cada una de las ciudades, era tenerlas
débiles a todas; inquietos los Etolios intentaron tomar a Esparta y otras
ciudades; mientras que en la Galia y en España sublevaban a los
vencidos, aunque sin dominar a las poblaciones, fuertemente instigadas
par Aníbal. |
Antíoco el
Grande |
Las ciudades griegas del Asia pretendían participar de la proclamada
libertad; pero Antíoco III, llamado el Grande por su fortuna militar y por
su clemencia y liberalidad, pretendió que los Romanos no debían
entrometerse en las cuestiones asiáticas, del mismo modo que él no se
metía en las italianas; muerto Tolomeo Filipátor, aspiraba Antíoco a la
Fenicia y al Egipto. Lo incitaba el indómito Aníbal, confiado en tener un
ejército con que tentar de nuevo la suerte en Italia, donde únicamente
podía vencerse a los Romanos; pero Antíoco empezó a desconfiar de él.
Ambicionaba la Macedonia, donde Filipo concedió el paso a los
Romanos, que lo derrotaron por mar y por tierra y la redujeron a la guerra
defensiva. Lucio Escipión, después de haber pasado el Helesponto,
derrotó en Magnesia al inmenso ejército de Antíoco, quedando para
siempre abatido el poder de la Siria. Antíoco, hecho tributario de Roma,
debió entregar todos sus elefantes y bajeles, dar en rehenes a su propio
hijo, dejar que se formasen dos reinos en la Armenia, y tolerar al lado a
Eumenes, rey de la Frigia y de la Lidia. Asesinado Antíoco, su hijo
Seleuco IV Filupátor vivió en la paz que le imponía la flaqueza de sus
medios. |
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190 |
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Los Gálatas, estacionados en la Galacia con un gobierno militar
poníanse al servicio de los reyes de Siria y de Pérgamo, hasta que los
Romanos los vencieron y obligaron a cesar en sus latrocinios y a aliarse
con Eumenes. Las ciudades de la Tróade y de la Eólide, bendecían a
Roma por haberlas librado de aquellos bandidos. |
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En el transcurso de diez años, Roma se había convertido no en señora,
pero sí en árbitra de cuanto se extiende desde el Éufrates al Atlántico;
tenía bajo su tutela a Egipto, y en la servidumbre a los Estados menores; y
acogía las quejas que todos le presentaban contra sus respectivos
soberanos. Pero con esto perdía el carácter original, y el vencido Oriente
se vengaba comunicándole sus vicios. Introducíanse nuevos númenes y
ritos insólitos; de la Campania se tomaban los juegos de gladiadores; de
la Etruria las bacanales obscenas y crueles. Los conservadores deploraban
ver introducida la medicina racional, el lujo de los relojes, de los vestidos,
de los teatros y la cultura griega, favorita de la casa de los Escipiones. En
elogio de éstos, el calabrés Ennio compuso un poema sobre la primera
guerra púnica. El campano Nevio inventó la tragedia prtextata, en la
cual zahería a los soberbios patricios, conservadores tenaces de la patria
potestad, quienes pretendían ser superiores a las leyes. A las innovaciones
se oponía Marco Porcio Catón, censor, modelo de la antigua severidad,
que hacía a pie todas las marchas, castigaba sin misericordia a las
ciudades vencidas, reprobaba a Tucídides, a Demóstenes, a Sócrates y al
sofista Carnéades, que tan pronto sostenía la justicia corno la injusticia.
Catón contrariaba a los Escipiones, mayormente al Africano, pidiéndole
cuenta de los gastos de guerra, de modo que el insigne guerrero tuvo que
retirarse y murió en Linterno; sus sobrinos fueron acusados de haber
malvertido [sic] dinero en la guerra de Antíoco. |
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Roma no podía estar segura mientras viviesen Aníbal y Filipo. El
primero logró que le hiciese la guerra Prusias, rey de Bitinia; pero Roma
pidió después al vencedor que le entregase a Aníbal, y este se dio muerte
envenenándose. |
Filopemén |
Libres de aquel temor, los Romanos empezaron a fomentar las
enemistades en Licia contra los Rodios, y en Esparta contra los Aqueos,
los cuales después de Arato y Cleomenes, tenían al frente a Filopemén,
héroe de rústicos modales, que ganaba el sustento de su familia
cultivando sus campos, y rescataba prisioneros con el producto de la
guerra. Mejoró la táctica de los Aqueos; asedió y mató a Macánidas,
tirano de Esparta, la cual, unida a la liga, ofreció a Filopemén dones que
éste aconsejó emplear comprando a los agitadores del pueblo. Pero
desavenidas las ciudades de la liga, se interpuso Flaminio. El austero
Filopemén, que calmaba y vencía, cayó en poder de los Mesenios, y fue
condenado a beber la cicuta. Se dijo (147) que con él pereció el último de los
Griegos. |
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Sus partidarios, y especialmente Calícrates, se vendieron a los
Romanos, preparando la ruina de su patria por medio de la corrupción.
Tarde se apercibió Filipo de Macedonia de lo peligroso de su amistad con
los Romanos. Llamado a Roma a justificarse, se vio obligado a enviar a
su hijo Demetrio, quien con sus virtudes se hizo amar del pueblo y
aborrecer de su hermano Perseo, el cual indujo a su padre a condenarlo a
muerte. Pronto arrepentido, Filipo murió de pesadumbre. |
178 |
Subido al trono, Perseo se aprovechó de las grandes fuerzas
aprontadas por su padre, para combatir a Roma, excitando contra ella lo
mismo a los pueblos bárbaros que a los Griegos y a los Cartagineses.
Contra él tuvo a Eumenes de Pérgamo, Antíoco de Siria y Tolomeo de
Egipto; sin embargo hizo sufrir a los Romanos una gran derrota en las
inmediaciones del monte Osa (148). En vez de aprovecharse de la victoria,
pidió la paz, con lo cual desalentó a sus aliados, que lo abandonaron
cuando volvieron a romperse las hostilidades. Paulo Emilio, valeroso
capitán de aristocrática soberbia, terminó con el reino de Alejandro en la
batalla de Pidna; la Macedonia fue declarada libre; Paulo Emilio recibió
los honores del triunfo más fastuoso que se recordaba; y el último rey de
Macedonia fue arrojado en un hediondo calabozo, donde murió de fatiga. |
Perseo |
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168 |
22 de junio |
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Mientras tanto, a los Romanos no les bastaba tener a la Grecia bajo
nominal dependencia, y querían convertirla en provincia suya. La liga
Aquea, después de la caída de los grandes hombres, se hizo odiosa y fue
presa de los intrigantes vendidos a Roma. Calícrates, el peor de éstos,
indujo a los Romanos a exigir que los que habían favorecido a Perseo
fuesen a Roma a justificarse. Eran más de mil, flor y nata del país, y
fueron detenidos 17 años a solicitar un juicio. Los pocos que volvieron,
solo pudieron llorar la decadencia de la patria. Hasta la Macedonia, poco
antes cabeza de un inmenso imperio, gemía de verse reducida a provincia,
y trató de sublevarla un falso Filipo, quien alcanzó varias victorias contra
los Romanos, pero fue preso al fin, y Metelo sometió definitivamente a la
Macedonia. También la Liga Aquea, que se había aprovechado de la
guerra para sacudir el yugo, fue vencida por Metelo; Mummio sojuzgó a
la riquísima Corinto, entregándola a las llamas; derribados los muros de
las ciudades, y abolido el gobierno popular, toda la Grecia fue reducida a
provincia romana. |
167-150 |
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146 |
Fue testigo de estas destrucciones el historiador Polibio, uno de los
Aqueos residentes en Roma, donde se conquistó la amistad de los
grandes, principalmente de los Escipiones; acudió a los peligros de la
patria, y ésta le erigió una estatua con la siguiente inscripción: A Polibio
que escuchado hubiera salvado a la Acaya, y en la desventura la
confortó. |
Polibio |
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Del mismo modo que la Macedonia, fueron sojuzgados el Epiro y la
Asiria, figurando ser libertados. Rodas conservó sus dominios; después
fue destruida por un terremoto, que dio ocasión a generosísimos socorros
de parte de pueblos y de reyes. Eumenes, Prusias y Masinisa no
conservaron la corona más que con bajezas en vez de Roma, que
procuraba siempre debilitarlas. Tolomeo V Epífanes, joven de ocho años
fue encomendado por sus tutores a la tutela del Senado romano, y al
reinar, se entregó a los vicios, que a los veinte y ocho años le precipitaron
en la tumba. Tolomeo Filopémenes le sucedió a la edad de cinco años, y
Antíoco IV Epífanes le tomó el país y lo hizo prisionero, por lo cual
acudió a los Romanos, que obligaron a Antíoco a desistir y ceder a Chipre
y a Pelusio. |
227 |
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Los Tolomeos |
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Tolomeo partió el reino con su hermano Fiscón, mas pronto se
enemistaron, y aunque Roma sostuvo a Fiscón, Filometor prevaleció por
la asistencia de los súbditos. |
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En el civilizado y riquísimo país de la Siria, cuya capital era
Antioquía, «perla del Oriente», y con fasto asiático y suntuosísimos
juegos de Dafne, Antíoco Epífanes mereció el desprecio de los suyos por
su empeño en cambiar las costumbres. En vano aduló a Roma, a la cual
debía un tributo, y se procuró con dádivas la protección de los poderosos.
A pesar de las riquezas del país y de las adquiridas en Egipto, arruinaba la
hacienda, y en mal hora pensaba reponerla con el saqueo de los templos. |
520 |
Esto quiso hacer con el de Jerusalén, que los Hebreos vueltos de la
esclavitud de Ciro habían fabricado, no con la suntuosidad del templo de
Salomón, pero sí con la profética promesa de que vería al salvador de
Israel. Esdras, descendiente de Aarón, restableció la ley de Moisés,
recogiendo el perdido códice de la memoria de los ancianos, ayudado de
Aggeo, Zacarías y Malaquías, y de la inspiración divina. Él mismo
escribió la historia de sus tiempos, sustituyendo el carácter caldaico del
antiguo hebraico; eliminó las profanaciones del culto, introducidas en la
esclavitud, y purgó los matrimonios con extranjeros. Nehemías condujo a
Palestina otros Indios, cercó de murallas a Jerusalén, continuó
purificando las maleadas costumbres y los ritos, y sostuvo frecuentes
litigios con los Samaritanos, que habían edificado la ciudad de Siquem y
otro templo en el monte Garizim, pasando de los más rígidos rituales a la
idolatría. Los Hebreos dependían de los sátrapas de la Siria; pero al
decaer éstos, adquirieron autoridad los grandes sacerdotes, que fueron al
cabo verdaderos jefes de la nación, siempre amiga de los Persas, que
después de las conquistas de Alejandro Macedonio corrió la suerte de la
Fenicia y de la Cele-Siria. |
Esdras |
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Las desventuras sufridas habían infiltrado la idea de un próximo
redentor; pero se habían interrumpido las penitencias y las solemnidades,
al mismo tiempo que se habían introducido opiniones y supersticiones
caldeas, y las sutilezas griegas en la interpretación de los libros sagrados.
Deriváronse varias sectas, siendo de las principales los Saduceos, quienes
decían que bastaba la justicia positiva y que no había un mundo superior
ni póstumas recompensas; y los Fariseos, quienes además de la ley
escrita, observaban prescripciones orales, daban misteriosas explicaciones
de las ceremonias y de las profecías, creían en los premios y castigos de la
otra vida, de donde deducían la necesidad de abluciones, plegarias y
ayunos, y hacían ostentoso alarde de austeridad y prácticas indeclinables. |
Saduceos |
Fariseos |
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Los Esenios eran una especie de monjes, que vivían en el desierto,
lejos de todo trato, comiendo juntos y vistiendo un traje común. |
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Mientras que la primera sinagoga, fundada por Esdras no hacía más
que recoger y revisar el texto del antiguo Testamento, una segunda quería
explicarlo y comentarlo por vía de tradiciones orales, por lo cual se
llamaban Tradicionalistas, en el evangelio Escribas, y servían de asesores
en las cortes de justicia. |
280 |
Tolomeo Filadelfo, queriendo enriquecer la biblioteca de Alejandría
hasta con los libros de los Hebreos, los hizo traducir al griego, traducción
llamada de los Setenta, sobre la cual se acumularon tantas fábulas. |
Versión de los
LXX |
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Caído el reino de Antígono, los Hebreos obedecieron a los Tolomeos,
siempre gobernados por el gran sacerdote con el título de etnarca, asistido
de un sanedrín (149). Las riquezas del país y del templo estimularon con
frecuencia la codicia de los vecinos. Cuando Tolomeo Filopátor quería
penetrar en el santuario, fue detenido por un misterioso terror, del cual se
vengó oprimiendo a los Hebreos que moraban en Alejandría, y
obligándoles a renegar de su Dios; pero encontró generosa resistencia.
Disgustados los Hebreos favorecieron a Antíoco el Grande a rechazar a
los Egipcios, por cuyo servicio fueron gratificados con privilegios y
dones. Seleuco Filopátor mandó a Heliodoro a despojar el templo, pero
fue rechazado el sacrílego por un milagroso guerrero. Mas los sacerdotes
mismos se contradecían y desprestigiaban; la fe disminuía, y se
introducían los ritos orientales. |
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198 |
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No faltaban generosas resistencias, como la de una madre que
consintió en morir con siete hijos, antes que comer carnes sacrificadas; y
la del sacerdote Matatías, que con cinco hijos derribó las aras y se refugió
en los montes restaurando los ritos de los antepasados. Quiso domarlo
Antíoco, pero Judas Macabeo excitó al pueblo a la independencia
nacional y religiosa: derrotado por Demetrio Sóter (150) cedió el mando a
Jonatás su hermano, después a Simón y a Juan Hircano, quienes a vuelta
de derrotas y victorias, dieron la independencia al reino. Mas no tardó
éste en decaer bajo la terrible influencia de ambiciones y delitos. Pero si
al aspecto de los Hebreos, los Gentiles se persuadían de una fatal
decadencia de la sociedad humana, aquellos, según sus profetas, se
afirmaban en la certeza de una próxima regeneración, y de un salvador
que los redimiría de la esclavitud y del pecado. |
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Macabeos |
164 |
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En Siria, bajo el reinado del joven Antíoco Eupátor, los Romanos eran
los verdaderos amos; hasta que Demetrio Sóter, detenido en Roma, huyó
y se apoderó de la corona; después la usurparon otros Demetrios, por lo
cual hubo contiendas entre pretendientes e intervenciones de países
vecinos. En tanto que los Hebreos se hacían independientes, los Partos
ocupaban el Asia Superior hasta el Éufrates; y aquel reino nacido entre
crueldades y guerras civiles, iba a ser presa de los Romanos. |
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El ciclo poético de la Grecia, representado por Homero, Platón,
Aristóteles y Alejandro Magno, se completó con éste último, cesando
de predominar tanto en el terreno político como en el intelectual.
Recorridos los dos períodos de la fantasía y de la reflexión, de la poesía
y de la filosofía, no quedaba más que la crítica, y ésta fue conservada en
la escuela de Alejandría, ecléctica como esta ciudad. En ningún otro
tiempo se ven tantos deseos de conocimientos, tanto honor a literatos y
artistas tributado por reyes buenos y malos, por sabios y cortesanos, por
pueblos y Gobiernos; y esto no solamente en Atenas o en Menfis, sino
en todos los reinos procedentes del macedonio. Los Tolomeos
embellecieron su Corte con sabios, compraron libros, erigieron
monumentos, y se inventó el papiro para hacer competencia al papel
membranoso usado por los reyes de Pérgamo, los cuales estimulados
por aquellos recogían también libros, bibliotecas y museos. Mas todo
aquello fue trabajo de escuela, artificios de erudición, nada que revelase
genio ni espontaneidad; en vez de crear, hacíanse análisis y preceptos;
la memoria suplía a la inspiración. También en Grecia la libertad había
perecido; ya el ingenio no se inspiraba en la vida pública; había decaído
la comedia y enmudecido la elocuencia; aumentaba la corrupción de las
costumbres, mientras se suscitaban repetidas guerras por intereses
dinásticos. |
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Homero fue el ídolo, la biblia de entonces; se hicieron de sus libros
ediciones y comentarios, dedicáronle estatuas y templos. Famosa fue la
edición computada por Aristarco, y hasta 40 profesores y gramáticos de
su escuela vivieron en Roma y Alejandría. Zoilo buscó los defectos de
Homero, por cuya conducta Tolomeo Filadelfo lo castigó con el
tormento. Para oponerse a la corrupción, se compiló un Canon de los
escritores reconocidos como clásicos; cuyo canon contribuyó a que se
menospreciaran y perdieran las producciones excluidas, con frecuencia
más importantes que las otras. Pero las producciones nuevas eran frías,
simples imitaciones, sin convicciones religiosas, ni políticas, si bien
refinaban la lengua y conservaban algunas tradiciones, como Apolonio
de Rodas causando las expediciones de los Argonautas. |
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La literatura dramática seguía apasionando a los señores, pero servía
al capricho de los tiranos. Menandro elevó la comedia a cierta dignidad,
convirtiéndola en cuadro de los vicios y del ridículo, sin alusiones
personales. Los Alejandrinos formaron una Pléyade de siete escritores
de tragedias, Alejandro, Filisco, Sositeo, Homero el joven, Dionísidas,
Sosífides y Licrofón. Este, que era el principal, compuso hasta 60
tragedias, y se hizo proverbial por su oscuridad, alusiones y metáforas;
en su poema la Alejandra, Casandra pronostica en un monólogo de
1474 versos los desastres de Troya; inventó los anagramas; hacía
composiciones en forma de huevos, de hachas, de alas y de cuñas.
Trifiodoro compuso una Odisea, en cada uno de cuyos cantos faltaba
una letra. |
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Otros introdujeron la poesía didáctica, revistiendo de versos los
preceptos o las descripciones de fenómenos. Arato versificó la
astronomía. |
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Alejandro pagaba espléndidamente las alabanzas que le tributaban
los líricos. Calímaco de Cirene llegó a la posteridad por sus himnos y
elegías, cuajados de erudición y de un frío afecto. |
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En la Sicilia, que había dado los primeros modelos de elocuencia y
del teatro, fue inventada la poesía bucólica por Teócrito, que a la
descripción de la paz y del tranquilo bien estar de los campos unió
demasiado el fausto de la Corte de los Tolomeos. A su elegante
ingenuidad no llegaron Bión ni Mosco, con los cuales murió el idilio. |
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Luego privaron los epigramas, compuestos para inscripciones o
como agudezas, o simplemente como delicadeza de pensamientos;
llegando a ser numerosas las colecciones que de ellos se hicieron. |
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La elocuencia se reducía a panegíricos, y solo se pudo calificar de
correctísimo al orador Demetrio Falereo. Anchísimo campo hubieran
podido dar a la historia las empresas de Alejandro y los tumultos de sus
sucesores; pero Teopompo, Filisto y otros suplían mal a Tucídides. Y
sin embargo las inscripciones, la geografía y los catálogos iban
facilitando los estudios históricos. Gracias a las bibliotecas,
multiplicábanse los trabajos de erudición, y las investigaciones sobre el
origen de los pueblos antiguos o remotos. Evémero se apoyó en
inscripciones para demostrar que los Dioses eran hombres que habían
vivido realmente (151) y habían sido elevados al cielo por la gratitud, por el
miedo o por la superstición. Beroso, caldeo, escribió una historia de
Babilonia de 473 mil años antes de la conquista macedonia. Manetón
exageraba otro tanto la antigüedad del Egipto. Cítanse más de 150
historiadores en los 150 años que median entre Jenofonte y Polibio,
pero de ninguno quedan vestigios. Polibio empezó la historia
pragmática de su tiempo 220 años a. de J.C., y la concluyó hacia el año
146, pero de cuarenta libros solo cinco se conservaron enteros. Escribió
incorrectamente y con poco gusto, sin la elevación épica de Heródoto,
ni la gracia de Jenofonte, ni la gallardía de Tucídides; hace frecuentes
digresiones de guerra y de Estado; visitó los lugares de los
acontecimientos; sabía latín, cosa insólita en los Griegos; e informó a
los Romanos de antigüedades que éstos ignoraban. Lejos de
abandonarse a las supersticiones de sus antecesores, niega la
providencia, y supone invención de los hombres los Dioses y la vida
futura. |