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Uno de los intentos de Colón, al ansiar el descubrimiento de nuevos
países, era conquistar almas para el paraíso. A este fin algunos frailes,
principalmente de la Orden de Santo Domingo, se unieron pronto a los
conquistadores para enfrenarlos y para convertir a los salvajes.
Penetraban en los países menos accesibles, entre las tribus más feroces,
plantando la cruz, enseñando la idea o al menos las palabras de Dios,
alma y cielo; con asombro de los indígenas, acostumbrados a verse
perseguidos, expoliados, muertos, les insinuaban algunas ideas morales,
como el abstenerse de carne humana, y de los consorcios vagos; y allí
estos misioneros sufrían privaciones, penalidades y hasta el martirio. Las
cartas edificantes en que describen sus actos son narraciones sumamente
interesantes. |
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Al nombre de cada uno de los conquistadores puede oponerse de
algunos pacíficos propagandistas, que llevaban la censura o el consuelo a
los palacios como a las chozas. En las nuevas ciudades se alzaron vastos
conventos, hospitales, catedrales, escuelas, y las pompas religiosas
conquistaban tantas almas, como enajenaba la feroz codicia. |
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En el vasto y bellísimo país comprendido entre el Perú y el Brasil, y
regado por el Paraguay, aparecía el hombre en la mayor rudeza, desnudo,
perezoso, antropófago, sin que lo hubiese modificado la importada
civilización. Muchos misioneros habían cogido allí escasos frutos,
cuando fueron los Jesuitas, que empezaron a convertir y a civilizar, sin
intolerancia ni fanatismo, con dulzura y halagos. Hasta quisieron probar
si un gobierno patriarcal cuadraba allí mejor que los acostumbrados,
laboriosamente opresores, a fin de poder cristianizar al nuevo mundo
antes que exterminarlo. Comenzaron por obtener que los Indios fuesen
declarados libres, a pesar de las reclamaciones de los colonos, que así se
veían privados de sus bestias; se constituyeron en protectores de aquellos
desgraciados, obtuvieron la facultad de recoger a los convertidos en
puntos separados de la corrupción europea, y fundaron parroquias
(reducciones) gobernadas por sí mismas, cada una bajo la dirección de un
jesuita. Todo estaba en regla como en un regimiento; sones y cánticos
precedían y acompañaban las fatigas; estaba prohibida la excavación de
minas; toda la atención se fijaba en la agricultura; la cosecha se recogía
en común, así es que no había quien se viese expuesto a la miseria; tenían
escuelas de lectura y de música; vestían con sencillez; se reunían en
asamblea para elegir su cacique; no se conocían delitos; las
transgresiones de la ley se castigaban correccionalmente; el misionero
debía ser el brazo y la cabeza de aquella gente que no sabía pensar ni
prever; había, en fin, una pequeña milicia para defenderse de las tribus
enemigas. |
1556 |
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Pero sus verdaderos enemigos eran los gobernadores, que querían
entrometerse y echarlo todo a perder. Aún hoy se acusa a los Jesuitas de
haber empleado flores y cantos, en vez de hachas y cañones. Las
ingerencias hostiles no tardaron en destruir las parroquias, y el Paraguay
perdió toda su prosperidad en la esclavitud colonial. |
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De allí los Jesuitas se habían extendido por la California, que había
parecido a los Españoles demasiado estéril para cultivarla. De este modo
sometieron a España el vasto país de Maina, dejando en todas partes
obras públicas, tales que pueden asemejarse a las de los grandes reyes;
acueductos larguísimos, atrevidos puentes, numerosos canales, y
proyectaban uno que pusiese en comunicación los dos océanos. |
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No fueron menos útiles en las colonias francesas; humanizaron la
Guyana; y en el Canadá, habitado por gente feroz que no se asustaba ni
maravillaba de las armas europeas, los misioneros introdujeron más tarde
el cristianismo y enseñaron a reverenciar a los hombres de la oración. |
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Los protestantes enviaron también misioneros a las colonias; pero el
ministro que va con su propia familia, bien provisto de recursos por las
sociedades bíblicas, no obtiene bastantes frutos. Las misiones católicas
tienen su centro en la congregación de propaganda fide de Roma, desde
donde son enviados esos precursores de la civilización. |
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La extrañas aventuras de Álvaro Núñez y Narváez en la Florida,
estimularon a conocer los países situados al Nordeste de Méjico. Hacia
este lado se habían dirigido ya algunos Franceses, que reconocieron el río
de San Lorenzo y el Canadá, y fundaron a Québec, que fue el centro del
poder francés en América. Otros se estacionaron en la Florida; pero los
Franceses no tuvieron nunca la constancia de hacer fortuna en las
colonias, y sacaron poco provecho de la isla de Cayena. Todas las
naciones quisieron poner el pie en la Guayana, posesión muy importante,
como que está en medio de las dos Américas. |
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Los Ingleses no llegaron al continente hasta la época de la reina Isabel
(1578), con patentes en virtud de las cuales Onofre Gilbert ocupó el
Septentrión, y Walter Raleigh la Virginia (1584): con su habilidad y
perseverancia, los Ingleses llegaron a fijarse definitivamente en el país. En
los descubrimientos se distinguió Juan Smith. El sistema británico era
muy distinto del español, pues favorecía el comercio, la concurrencia y las
compañías mercantiles. En la Virginia se refugiaban muchos miembros de
las diferentes sectas religiosas, sobre las cuales se distinguió la de los
Cuáqueros, predicadores de la igualdad absoluta y de la paz, que fundaron
a Filadelfia (1682); uno de ellos, Guillermo Penn, dio nombre a
Pensilvania. Los Católicos fundaron el Maryland, donde se toleraron todos
los cultos. |
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El incremento de los Ingleses perjudicó a los Franceses del Canadá,
dando lugar a guerras sangrientas; pero sobrepujaron los Franceses.
Algunos tuvieron noticia de un gran río que se perdía en el golfo de
Méjico; era el Misisipí, a cuya exploración se dirigió el audaz Roberto La
Salle con el misionero Hannequin, siendo el primero que vio la admirable
catarata del Niágara (1682). El padre Marquette descubrió el Utagamis o
río de las Zorras, que pone en comunicación el Misisipí y el San Lorenzo.
Esto facilitó el descubrimiento de la Luisiana, donde los Franceses se
mantuvieron en desdoro de los Españoles y de los Ingleses; solo en 1763
la cedieron en cambio de la Florida. La civilización europea pasó al otro
lado del Misisipí y se acercó al Misuri. |
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Treinta años después de haber llegado Colón a América, ya se había
trazado la forma del nuevo continente desde la Tierra del Fuego hasta el
Labrador. Forma la América una isla inmensa desde los 78º de latitud
boreal hasta los 56º austral, ceñida por el Grande Océano y por el
Atlántico, y rodeada de una multitud de islas, entre las cuales pasa la gran
corriente ecuatorial, llamada Gulf-Stream. |
|
La Cordillera atraviesa a lo largo casi toda la América, elevándose en
algunos puntos hasta 6700 metros sobre el nivel del mar; en ella se
apoyan muchos llanos de notable extensión y altura, con ciudades más
elevadas que las mayores cumbres europeas. Los ríos que de ella bajan
son, por su anchura y longitud, los más grandes del mundo. Los volcanes
dan aún indicio de su fuerza por medio de erupciones y terremotos, que a
veces conmueven regiones enteras; mientras que infernales huracanes
devastan mar y tierra. |
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La vegetación es variada y sublime; faltan generalmente allí los
animales de Europa; no se encontró casi ninguno de nuestros animales
domésticos. Todo esto, y un cielo espléndido, y tanta novedad de frutos,
debieron causar la admiración de los primeros descubridores. Los
filósofos se preguntaron después de dónde procedían los habitantes, y
cuál era el origen de la civilización antigua de algunos países. El espíritu
de nuestra religión hizo destruir los documentos de la antigua, y la
ignorancia los monumentos históricos, tanto que de ciertos pueblos no
sobrevivieron más que algunas palabras, transmitidas por papagayos.
Más tarde se recogió cuanto había escapado a la destrucción, se trató de
reconstruir la historia. |
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Aunque todos los Americanos tienen los cabellos lacios, presentan
grandísimas variedades por el color, la estatura, la fuerza; infinita es
también la variedad de sus lenguas, algunas de las cuales eran más
refinadas que las indoeuropeas. |
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Es de presumir que de nuestro continente pasaron al americano
individuos y pueblos enteros, ya por mar, ya sobre hielos polares; ciertas
tradiciones suyas concuerdan con los hechos bíblicos y con las geogonías
y teogonías asiáticas; como se encuentran analogías entre ciertos
ornamentos, la forma de los templos y sobre todo las pirámides del
antiguo y del nuevo mundo. Indudablemente Méjico, el Perú y otros
países habían tenido una civilización antigua, cuyas trazas se habían
perdido, si bien se decía que era procedente de personas parecidas a los
nuevos invasores. Trabajábase aún en orfebrería, en adornos de mujer;
tenían una especie de papel de hojas o de paja, sobre el cual se anotaban
con jeroglíficos los anales históricos, los ritos religiosos, las
representaciones astronómicas y cosmogónicas (388); igualmente se servían
de cordelitos con nudos para transmitir sus ideas. De Méjico y el Perú se
extendió por los demás países el cultivo del maíz. |
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La idea de la divinidad existía casi en todas partes. Algunos pueblos
estaban gobernados por reyes; pero el mayor número obedecía a jefes de
tribus. En todas partes era esclava la mujer. Los hombres iban desnudos,
y así mismo las mujeres; los jefes llevaban adornos de extraña riqueza; y
aunque vivían a orillas de los ríos mayores de la tierra, no construían más
que simples piraguas. No se conocían los rebaños, y apenas se cultivaban
los campos. La leche no se usaba entre ellos. Carecían de la verdadera
idea de propiedad. Su habilidad principal consistía en fabricar armas muy
mortíferas, con las cuales causaron graves daños a las nacientes colonias.
Mostrábanse singularmente feroces los habitantes de las Pampas, es decir
de las llanuras al sur de Buenos Aires y del Perú. Los Patagones,
descritos como gigantes, solo parecen más altos que los demás por el
modo de adornarse la cabeza. |
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No diezmaron tanto la población indígena las armas de los
conquistadores, como las viruelas importadas, y las bebidas alcohólicas a
que se aficionó. En la América meridional, los indígenas se fusionaron
con los advenedizos; en las islas permanecieron como enemigos, por lo
cual fueron casi todos destruidos. |
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Al principio no se pensó en extraer de América más que oro y plata, y
el viejo mundo se asombró de ello tanto más cuanto que era un hecho
nuevo. La pasión del oro se apoderó de los gobernantes, que aumentaron
entonces los tributos e impuestos. |
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Colón había sugerido la idea de utilizar la feracidad del terreno.
Lleváronse de Sicilia y de España cañas de azúcar, cuyo cultivo se
extendió, mientras que al principio se endulzaba casi solo con la miel. El
café se dio con éxito, si bien resultó menos aromático que el de la Arabia.
Cultivábase el cacao, con el cual los Jesuitas enseñaron a hacer el
chocolate, como divulgaron el uso de la corteza peruana (quina) contra
las fiebres. Una de las nocivas costumbres que se notaron entre los
salvajes era el uso del tabaco; y sin embargo se difundió hasta el extremo
de constituir una de las primeras rentas de los Gobiernos. |
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Fuera del tabaco, del maíz y de las patatas, pocos vegetales de
América se aclimataron en Europa; mientras que allí prosperaron todos
los frutos europeos y las drogas de la India. Las ilimitadas llanuras del
nuevo mundo se poblaron de caballos, toros y yeguas. |
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Mientras tanto los Portugueses habían continuado sus empresas en las
Indias. Luego que Vasco de Gama hubo dado cuenta de los países que
había visto después de haber doblado el Cabo, Cabral llegó a Cochín,
Ceilán y Camore, recibiendo en todas partes seguridades de amistad, y
cargado de riquezas, diferentes de las de América, volvió a Portugal. En
la India no se trataba de poblaciones nuevas, sino de una antiquísima
civilización (cap. 4), a la cual Europa no había cesado de pedir los
productos destinados a satisfacer los antojos del lujo y de la gula. Pero
los antiguos no habían formado nunca establecimientos en la India, por
cuyo motivo no conocieron su historia, y mucho menos su literatura. En
la isla de Java, la historia empieza el año 76 de la Era Cristiana, cuando
Agi-Saca fundó allí colonias y dictó leyes, introduciendo la religión de la
India y la división por castas. Admiráronse vestigios de templos y
sepulcros; se tienen poemas cosmogónicos escritos en kawi y se hicieron
muchas traducciones del malayo. |
1501 |
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Aquella civilización había sido alterada por la introducción del
islamismo, en el siglo XII, y mediante la religión y el comercio, los
Musulmanes adquirieron influencia en aquellas regiones. Los Árabes, sin
poseer marina, llegaron más allá que los Romanos, y fueron durante
mucho tiempo los únicos agentes del comercio con Europa; en algunos
países hacían de verdaderos señores, y los reyes se contentaban con los
derechos comerciales que percibían. |
|
Las costas del Malabar, de Canara, del Decán, del Coromandel, se
hallaban divididas en principados; por el estrecho de Ormuz se entraba en
el Golfo Pérsico. La isla de Ormuz era el punto de reunión de los
negociantes del África y del Asia, y por allí pasaba todo cuanto iba y
venía de la Persia. En la isla de Bahrain se pescaban perlas muy grandes,
pero menos blancas que las de Ceilán. Adén, Socotora, Yedda (389), eran
emporios de suma importancia de los Árabes, que tenían
establecimientos además en toda el África, y conocían las costas de
Zanzíbar (390), las islas de Madagascar, la costa de Ayan hasta el Cabo de
Guardafuí. |
|
Los Portugueses no tuvieron, pues, que luchar con los habitantes, sino
con los Mahometanos. Vasco de Gama, habiendo vuelto allí con una
buena flota, derrotó a la del Zamorino de Calicut, el cual continuó
hostigando a los príncipes que se aliaron con los Portugueses, quienes
desde aquel momento se consideraron como dueños del país. Francisco
Almeida fue nombrado virrey. La isla de Ceilán, magníficamente situada
entre el África y la China, y rica en producciones preciosas, fue
conquistada por la fuerza. Albuquerque (391) tomó a Calicut y a Goa, ciudad
esta última que fue el centro de la dominación portuguesa. |
1502 |
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1510 |
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Así como Malaca era emporio del comercio interior de la India, así
también lo era del exterior Ormuz, que no tardó en ser conquistada por
los Portugueses, y en aquella isla se levantó muy luego una de las
ciudades más poderosas. Los Mamelucos de Egipto trataron, por todos
los medios, de oponerse a conquistas que les arrebataran el monopolio de
los géneros de la India, y en esto los secundaron los Venecianos, los
cuales se asustaron al ver exhibidas en Lisboa las mercancías que antes
sólo ellos importaban; y hasta tuvieron la intención de cortar el istmo de
Suez para abreviar la vía de comercio. |
|
Cuarenta mil Portugueses ejercían, pues, verdadero dominio sobre los
Berberiscos del África, los Mamelucos de Egipto, los Árabes y todo el
Oriente hasta la China. Otros, mientras tanto, habían aumentado los
descubrimientos en el archipiélago indio con Madagascar, las Maldivas,
Borneo, las Molucas y el reino de Camboya. Tuvieron Bancos doquiera
se comerciase desde el Cabo hasta Cantón; y así como la codicia del oro
daba aliento a los Españoles, así también el afán de extender el comercio
convertía en héroes a los Portugueses. Traficaban éstos con el Japón,
visitado entonces por primera vez después de Marco Polo (cap. 183), y
tuvieron un excelente historiador en Juan de Barros. |
|
La conservación y extensión de los bancos en el Golfo Arábigo
ocasionaron guerras; pero en el trascurso de sesenta años los Portugueses
tuvieron fundado un imperio de los más vastos, con ciudades que
rivalizaban con las mayores del mundo. Tenían los diamantes del Brasil y
quisieron el monopolio de la pesca de perlas. Al momento la facilidad de
obtener los productos coloniales, disminuyó su precio y creció
extraordinariamente su consumo. Los Portugueses permanecieron largo
tiempo sin competidores, hasta que el cetro de los mares fue tomado por
los Holandeses e Ingleses. Cometieron los mismos errores
administrativos y rentísticos que España; un virrey de las Indias
rivalizaba en boato con los príncipes orientales, y atendía, no a la
prosperidad del país, sino a la conservación de los monopolios,
procurando enriquecer a la metrópoli, a sí mismo y a los empleados. Los
Españoles habían pasado de la América al Asia por el estrecho de
Magallanes, y los Portugueses tuvieron que disputarles, durante mucho
tiempo, la posesión de las Molucas. Expedían de Filipinas y de Manila el
famoso galeón con los productos de las colonias, al puerto de Acapulco (392)
en el mar Pacífico y a la California. |
|
Los Holandeses, emancipados de España por medio de esfuerzos
generosos y dramáticos, no era posible que se sostuviesen sin el
comercio. Excluidos de todo tráfico con los países españoles, fueron ellos
mismos a las Indias, y habiendo establecido Bancos y escalas comerciales
en Java, y en muchas de las Molucas, fueron estas a poco tiempo
reducidas a la obediencia de Holanda. Fundose la Compañía de las
Grandes Indias, con 25 millones de francos, y con el privilegio de los
terrenos comprendidos en la otra parte del Cabo Magallanes; tenía
poderes reales y fue modelo de las sucesivas. |
1598 |
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Esto perjudicó bastante a los establecimientos portugueses, a los
cuales se les quitó entonces Ormuz, que fue destruido. Los Holandeses
fundaron su principal colonia en Amboina, donde se había circunscrito el
cultivo de la nuez moscada; fijaban su vista en la China y obtuvieron la
posesión de Formosa, que llegó a ser el mercado más rico del Asia;
entraron en el Japón y en la Corea, donde traficaron largo tiempo sin
competencia. También en África quitaron a los Portugueses el Cabo de
Buena Esperanza, tuvieron la isla de Java, donde prosperó Batavia, y por
fin hasta Malaca y la famosa Ceilán. Se extendieron además por la costa
de Coromandel. Los géneros procedentes de tan dilatados países iban a
parar a Batavia, de donde eran expedidos para Europa. La Compañía era
dueña de centenares de buques y numerosas tropas, con un gobierno
mercantil. Al principio fueron inmensas las ganancias, pues se
importaban de la India hasta por valor de 120 millones anuales en
mercancías, que se vendían luego a un precio dos o tres veces mayor. Las
acciones llegaron a producir el 1000 por 100. Pero la prosperidad duró
poco; el lujo oriental arruinaba a muchos, y a muchos el clima; los
Franceses y los Ingleses empezaron a hacerles competencia; el
monopolio fue contrastado, y la Compañía fue decayendo rápidamente,
hasta que fue disuelta en 1808. Las guerras de nuestro siglo
descompusieron aquel orden de cosas. Java fue restituida a la Holanda,
que introdujo cierto orden en las colonias que le quedaban. |
1656 |
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Los Daneses, atraídos por las riquezas asiáticas, constituyeron
también una compañía (1616), pero con éxito momentáneo. Aún menos
fortuna alcanzaron en iguales tentativas los Austríacos y los Prusianos.
Audaces marinos bretones y normandos abrieron el camino a la Francia;
Colbert fundó una Compañía mercantil (1664) con 15 millones, la cual,
habiendo hecho fiasco en Madagascar, se estableció en Pondichery, punto
muy oportuno para recibir allí los diamantes de Golconda, las sedas y las
especias del Coromandel; pero nunca prosperó. La Bourdonnay trató de
dar importancia a la Isla de Francia, con el concurso de los padres de San
Lázaro; mas los pueblos que habían ido a establecerse allí, sucumbieron
bajo el poder de los Ingleses. |
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Estos resolvieron dirigirse a la Persia y al Catay por la vía que seguían
los Moscovitas. Luego la reina Isabel obtuvo del Gran Turco los mismos
privilegios que los Venecianos. Las naves inglesas surcaron en breve los
mares de la India, y saquearon otras naves portuguesas y holandesas; se
fundó la Compañía de las Indias Orientales (1600), que se extendió
pronto por las Molucas y el continente, a Delhi y Calcuta, venciendo la
oposición de los Portugueses, convirtiendo las factorías en fortalezas, y
fijando en Madrás la presidencia de la compañía. Después de graves
contrariedades, los Ingleses dominaron en Bengala, en las dos orillas del
Malabar y del Coromandel, en el Golfo Pérsico y en el Arábigo,
aniquilando paulatinamente a los príncipes indígenas y estableciendo un
despotismo egoísta. Hasta 1814, al concluir el privilegio de la Compañía
de las Indias, no se declaró libre el comercio con la India, aunque
conservó aquella su dominio, merced a ciertos pactos, que se modificaron
en 1831. |
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Ni siquiera en estas empresas faltó el espíritu religioso; ninguna
expedición de descubrimiento o conquista se hacía sin misioneros, los
cuales hallaron gran campo de controversias y disputas en las Indias.
Dedicáronse principalmente a las misiones los Jesuitas, entre los cuales
se distinguió san Francisco Javier, natural de España (1506-52), quien
después de haber dedicado sus primeros esfuerzos a convertir a los
Cristianos corrompidos, realizó prodigios con los príncipes, con los
doctos, con los sacerdotes de la India, convirtiendo a unos y a otros,
haciendo prevalecer a Cristo sobre Brahma, Buda, Confucio y Mahoma.
De Goa, la Roma de las Indias, salían continuamente misioneros para
Filipinas, el Japón y la China; mientras la Congregación de las misiones,
instituida por san Vicente de Paúl, trabajaba principalmente en
Madagascar. |
|
El archipiélago más oriental del Asia se llama el Japón (Nihon) por el
nombre de la principal de sus 785 islas. El clima es benigno; abundan las
perlas y los metales preciosos; el pueblo es numerosísimo, bello, ágil y
vigoroso; la lengua es distinta del chino y no monosilábica. En 1206 se
hacía ya uso de la imprenta para libros budistas. Tienen muchas
costumbres y muchas artes comunes con los Chinos, de quienes
adquirieron varios elementos que modificaron la civilización indígena,
derivada de los Ainos pescadores y Cazadores. En tiempos remotísimos,
el Japón fue colonia de la China, y su historia empieza por los siete
grandes espíritus que reinaron millones de años, y el último de los cuales
tuvo de una mujer cinco dioses terrestres. |
|
El año 600 antes de Cristo asumió el mando Sin-mu, en quien empieza
la era de los Japones. El Dairi o Mikado reinaba en absoluto, hasta que en
1158 dio autoridad a un jefe militar (kubo), cargo que se hizo hereditario;
en 1585 este jefe militar despojó del poder al Dairi, dejándole sólo la
autoridad eclesiástica, que trasmite por herencia, reside en Meaco,
mientras que el kubo permanece en Yeddo (393). El Jefe temporal dio vigor al
imperio, que sostuvo guerras con el extranjero y dominó en el interior a
los revoltosos; quiso con el tiempo emanciparse de los Portugueses, que
no se saciaban de ganancias, y quedó prohibido a los Japoneses salir del
país para comerciar o para cualquier otro asunto. Había tres sectas
principales: los adoradores de los ídolos antiguos; los Sinto, deístas que
desprecian los demás cultos, y los Butzos, procedentes del budismo (394), que
llegaron de la Corea el año 543 después de Cristo. Estos usan oraciones y
maceraciones y representan a la divinidad por medio de extrañas figuras. |
|
Después de Marco Polo, que describe el país, algunos Europeos fueron
arrojados allí por una tempestad; entonces los Portugueses se dirigieron al
mismo punto, donde fueron bien acogidos y realizaron extraordinarias
ganancias. |
|
Era introducido allí el cristianismo a costa de torrentes de sangre
durante una persecución de cuarenta años, la más feroz que se recuerda.
Cuarenta mil creyentes, no viendo otro modo de salvar su fe, se encerraron
en el castillo de Simabara, donde, después de defenderse hasta lo último,
fueron todos degollados. Instituyose un tribunal de inquisición para
perseguir y castigar al que aún observase el cristianismo. Quedó prohibido
todo comercio con los extranjeros, exceptuando una factoría china y otra
holandesa en una isla del golfo de Nagasaki (395), donde las negociaciones se
verificaban bajo rigurosa vigilancia y entre actos en extremo humillantes. |
|
Este pueblo quedó casi desconocido para Europa, hasta que en estos
últimos años, el comercio del gusano de seda lo puso en comunicación
con nosotros, fue muy frecuentado y aceptó la civilización europea. |
|
Cinco pequeñas dinastías dominan la China desde 907 a 960, entre
incesantes guerras civiles, hasta que la dinastía XIX principió con el sabio
Tait-sung III. Bajo el imperio de sus sucesores se distinguió
Sse-ma-kuang, gran político, franco en decir la verdad, que escribió el
Espejo universal para los que gobiernan, y se opuso con todas sus fuerzas
a una nueva secta de Letrados que desviándose de Mencio y Confucio
como de Lao-seu, no reconocía más que la naturaleza, y era protegida por
Van-an-schi, ministro que introdujo usos y leyes nuevas, y nuevas formas
en los exámenes de los Letrados. |
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Los Tártaros fundaron otras dinastías, e invadieron hasta la capital
(1126); para rechazarlos, el emperador invocó el auxilio de los Mogoles
(cap. 150). Gengis-kan, después de haber atravesado el desierto de
Gobi (396), subyugó el país de los Tártaros-Kin, y los suyos le aconsejaban la
matanza de toda la población y que dejase el país para pastos; pero él
comprendió que sería de más provecho el impuesto que les exigió de 560
mil onzas de plata, 80000 piezas de seda, y 60000 sacos de granos.
Semejantes aliados eran también gravosos a los Chinos, y Cubilai Kan no
tardó en fundar un imperio septentrional, complaciéndose, en la
civilización de los Chinos, cuya dominación había durado 4 mil años, con
diez y nueve dinastías. Les sucedieron los Mogoles. |
1211 |
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Cubilai publicó un código más suave que los anteriores; contó en sus
dominios cincuenta y nueve millones de personas y estableció su corte en
la ciudad de Pekín, la cual con el nombre de Cambalá fue descrita por
Marco Polo (cap. 183), que fue ministro de aquel emperador. También
bajo los sucesores de Cubilai los Letrados obtuvieron respeto y honores,
aunque los contrariaban las doctrinas y las costumbres musulmanas y
budistas. Sin embargo, los Mogoles conservaron el gobierno a la china, y
no cambiaron las costumbres populares. El último Mogol que gobernó la
China fue Chun-ti, bajo el cual los señores se hicieron independientes, y
estalló una insurrección organizada por el bonzo Chu, el cual proclamó la
independencia y obligó al emperador a retirarse a la Tartaria. En aquel
tiempo, los libros clásicos chinos e indios fueron traducidos al mogol;
Ma-tuan-li, de orden del emperador, escribió las Investigaciones
profundas de los monumentos que han dejado los sabios, obra en
veinticuatro partes y 348 libros, encuadernados en cien volúmenes. |
1279 |
1383 |
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Los Mogoles tuvieron su residencia en Karakorum (397); y aun después de
haber perdido la China, eran aún poderosos en la Tartaria. De ellos
salieron dos pueblos, los Calkas y los Elutos o Calmucos; los primeros se
sometieron más tarde a la China, y los otros a la Rusia. |
|
Durante dos siglos la China permaneció separada de Europa, porque
habiendo perecido el poder marítimo de los Árabes, no era posible llegar
por tierra entre tantos ejércitos. |
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Chiú, grande como todos los fundadores de dinastía, fijó su residencia
en Nanking, dio prudentes instituciones, derribó los suntuosos palacios de
que habían disfrutado los Mogoles, y moderó a los Letrados; también
logró someter el Tíbet. La prosperidad decayó bajo el reinado de sus
sucesores. Los Tártaros orientales, llamados Manchúes y divididos en
siete hordas, se juntaron e invadieron la China, hostigándola durante
mucho tiempo. Hi-tsung solicitó contra ellos el auxilio de los portugueses,
que mandaron tropas de Macao; sin embargo los Tártaros ampliaban sus
conquistas, y obligaron a los Chinos a afeitarse la cabeza, al estilo tártaro.
Tsung-te, más que con las armas, quiso conquistar el imperio estudiando y
siguiendo sus instituciones; se apoderó de Pekín, y de este modo subió al
trono la dinastía de los Tártaros Manchúes, que aún reina. |
Los tártaros |
El último emperador de los Ming había favorecido el cristianismo, y
muchos Jesuitas describieron la catástrofe de aquella estirpe. Los Mogoles
se defendieron largo tiempo; los Chinos resistieron también algo a los
nuevos conquistadores; de modo que se prolongaron mucho los estragos.
Pero prevaleció la disciplina de los Tártaros. Solo Cantón se sostuvo largo
tiempo merced a Chin-si-long, famoso pirata, que inspiraba temor hasta a
los Portugueses de Formosa, y fue, durante algún tiempo, árbitro del
comercio de las Indias, hasta que fue cogido y muerto, siendo al mismo
tiempo degollados en Cantón cien mil habitantes. Chun-si no permanecía
encerrado en su palacio como los últimos Ming, sino que se presentaba en
público; mantuvo la organización china, confiando los negocios públicos a
los Letrados. |
1641 |
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Entre las doctrinas clásicas se habían introducido las budistas, y luego
las negativas. En otro lugar dijimos cómo los Misioneros esperaban sacar
partido de tales circunstancias para extender el cristianismo. Los Jesuitas,
familiarizados con la lengua y las costumbres de aquel país, obtuvieron
allí honores y empleos, merced sobre todo al conocimiento de las
matemáticas y de la astronomía. El padre Mateo Ricci de Macerata llegó a
ser ministro, hizo traducir e imprimir libros cristianos, y del año 1650 al
64 fueron bautizados cien mil Chinos. En tanto llegaban a aquella Corte
embajadores rusos y holandeses, no menos que mogoles y tártaros; pero el
pirata Cosinga hacía continuos desembarcos, por lo cual se dio orden de
abandonar las costas hasta tres leguas del mar. |
1650 |
Misiones de los
jesuitas |
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Los Jesuitas, para adular a Luis XIV, llamaron el Luis chino a Kaog-ki,
que sometió con largas guerras a las hordas del Asia central; compuso e
hizo escribir muchas obras, señaladamente el diccionario chino-manchú,
por orden de materias; apreciaba a los Jesuitas como hombres de ciencia, a
quienes hizo trazar el mapa del imperio con la triangulación. |
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Sin embargo Kaog-ki persiguió a los cristianos porque su intolerancia
molestaba los ritos patrios; los misioneros fueron expulsados, hasta que el
tribunal de los ritos declaró que habían merecido bien de la patria, que no
causaban daño, y que era preciso tolerar aquella religión como las demás.
Pero los Jesuitas, para hacerse tolerar, habían empleado ciertas
condescendencias, como no emplear la saliva ni el soplo en los ritos
bautismales, no prohibir los pequeños cuadros en honor de los mayores
que se veneran en las casas, y dejar que a Dios le llamaran Tien, es decir
cielo; y adoptar una cronología más amplia conforme a la de los Letrados. |
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Esto valió severas censuras a los Jesuitas, de parte de sus enemigos; y
Clemente XI prohibió el uso de las palabras profanas y de los ritos
funerales; y como el principal objeto del gobierno chino es la tranquilidad,
pareció el mejor partido desterrar a todos los misioneros. Al morir
Kang-hi a los 69 años de edad, los misioneros fueron reducidos a las
ciudades de Pekín y de Cantón; más tarde, fueron expulsados los Jesuitas,
con la censura de Roma, y cesaron aquellas asombrosas misiones. |
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1622 |
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Ya la política europea se fijaba en las vicisitudes de la China. Los
Rusos, que lindaban con ella, la indujeron a firmar tratados, y de allí
recibían el té (398) y el ruibarbo, cambiándolo con pieles y paños. Esta
vecindad y la consolidación de las naciones musulmanas, facilitaban la
tranquilidad del corazón del Asia, mientras el incremento de las potencias
marítimas contenía a los piratas. En 1713 fue recibida en la corte china la
primera embajada inglesa; en 1795 la de la Compañía holandesa de las
Indias. Hasta 1792, solo doce comerciantes europeos, aumentados luego
hasta diez y ocho, pedían negociar en Cantón, mientras que los Chinos se
extendían comerciando por todos los mares orientales, en la Malasia, y en
la India transgangética. Finalmente las guerras de nuestros días rasgaron el
velo que aún cubría aquella extraña nación. |
|
Los viajes de los Portugueses habían trazado el contorno del África
septentrional; muchas otras partes del continente eran conocidas y
civilizadas desde tiempos muy remotos; sin embargo aún se desconoce el
interior, a causa de la sequedad y aridez del suelo, por ningún río
atravesado; sin contar el desierto de Sahara, que ocupa un espacio de 1600
millas geográficas de Oriente a Occidente, y la mitad desde el Norte al
Mediodía. Si es pobre en piedras preciosas, es riquísima en vegetación.
Los antiguos no penetraron más allá del Oasis Amón (Syoah) (399), aunque se
tuvieron recuerdos de viajes más internos. Los Romanos, después de
haber sometido a Cartago, sojuzgaron a los Garamantas; pero sus
itinerarios no pasaron más allá del Atlas. |
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La revolución más importante fue la invasión de los Musulmanes,
apóstoles armados, que montados en camellos penetraron hasta el corazón
del África, para comerciar y extirpar a los antropófagos. Los
descubrimientos tuvieron por puntos de partida los imperios de Fez y de
Marruecos; los Moros expulsados de España ejercieron sus industrias en
África. Edrisi, Ibn Batuta, León de Granada, vieron o describieron las
comarcas interiores. Los Portugueses, en 1455, guiados por Cadamosto,
penetraron en el Senegal, y conocieron Tombuctú y la Guinea. |
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Las poblaciones ofrecen gran variedad de orígenes, de costumbres y de
lenguas. La exuberancia de las familias y de los pueblos sofoca el
desarrollo de la personalidad. El gran número de mujeres, y la corta
duración de su fecundidad, han hecho que se conserve allí siempre la
poligamia. El Negro, que va desnudo, o poco menos, es en extremo
perezoso; no ha tratado de domesticar al elefante, ni se complace en la
caza, y adopta todos los géneros de religión. |
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El Egipto pertenece, por su historia y por sus relaciones, al Asia más
bien que al África. Debió ser gloriosa la historia de Cartago y la Numidia;
pero sus escritos no han llegado a la posteridad. La civilización era allí
floreciente en tiempo de San Agustín; turbola el acero de los Romanos, y
fue extinguida después por la devastación de los Vándalos. Las varias
dinastías musulmanas convirtieron las costas del África en teatro de
incesantes vicisitudes; sin embargo vivían allí muchos cristianos,
especialmente Venecianos, Pisanos y Genoveses dedicados al comercio.
El cardenal Cisneros quería poblarlas de colonias europeas, a fin de que el
Mediterráneo fuese un lago cristiano. Habiendo fracasado esta tentativa, el
África cayó completamente en la barbarie, siendo asilo de corsarios. Las
expediciones de los Portugueses fueron iniciadas a punto para reprimir a
los Estados berberiscos. |
Berberiscos |
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Abisinia |
Al mismo tiempo se mandaban por tierra hombres en busca de la
Abisinia. San Fromencio había introducido en ella el cristianismo en 350,
y hasta hoy se ha conservado una extraña mezcolanza. Los Indios llegaron
a darle una dinastía. Contábanse curiosas fábulas del preste Juan, rey
pontífice de la Abisinia, de quien vinieron y a quien se mandaron
embajadores de Europa; todo era fábula. Lo cierto es que durante mucho
tiempo la Abisinia fue gobernada por aventureros y misioneros, y que los
descubrimientos fueron adelantado, hasta el punto de poder decir que se
cuenta hoy con otro nuevo mundo. |
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Los Portugueses se apoyaban en un breve pontificio para considerar
como privilegio suyo el comercio de la costa occidental del África, y se
establecieron a lo largo de la misma, a medida que se fue descubriendo.
Pero fueron a competir con ellos los Ingleses y Normandos, que fundaron
compañías de comercio poco afortunadas. |
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Los Yagas, nación feroz, caía de tiempo en tiempo sobre los países de
la costa; sus costumbres inhumanas parecen excusar a los que defienden la
trata de los Negros, enorme injusticia por la cual se calcula que se han
arrebatado al África cuarenta millones de habitantes, para mandarlos a
morir en América. |
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Encontrose poco oro en África; y la conservación de sus posesiones
ocasionó guerras entre Holandeses, Franceses y Portugueses,
prevaleciendo estos últimos en el Congo, en el Loango, en el Senegal y en
el Benin. La parte más disputada fue el Cabo, donde hacían escala los
buques que se dirigían a la India. Tomáronlo los Holandeses, y al
principio lo poblaron de gente perdida; pero pronto conocieron su
importancia, instituyeron una compañía y fundaron una ciudad que llegó a
ser el depósito de todas las mercancías del África Meridional. Prosperó la
agricultura y se dio en abundancia el famoso vino de Constanza. |
El Cabo |
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En 1795 la ocuparon los Ingleses, pero la restituyeron pronto a los
Holandeses, quienes la convirtieron en la posición militar más importante
y en una floreciente colonia. |
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Salieron de allí algunas expediciones exploradoras para el país de los
Hotentotes y de los Cafres, repugnantes razas que viven en el último grado
del embrutecimiento. |
El Nilo |
El afán de descubrir las fuentes del Nilo hizo emprender muchos viajes
hacia el corazón del África. Bruce, Salt, Mungo-Park, Lander, Seetz y
otros ilustres viajeros fueron en busca del nacimiento del misterioso río,
hasta que últimamente se ha creído encontrado por Livingston. Creose la
Sociedad Africana con el principal objeto de destruir el comercio de
Negros, y se fundó a Liberia, adonde son conducidos los negros que se
encuentran en los buques contraventores. |
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Dase el nombre de Antillas al archipiélago que se extiende desde la
extremidad meridional de la Florida a la entrada del Golfo Mejicano, hasta
la embocadura del Orinoco, a poca distancia del archipiélago de las
Lucayas. Son cuarenta y cinco islas, notables por su comercio y por su
prodigiosa fertilidad. Allí crecen más de trescientas (400) especies de
vegetales; el clima es benigno, si bien de vez en cuando se desencadenan
espantosos huracanes. Al principio no las habitaron más que Españoles,
con su absurdo sistema colonial; después se introdujeron los Holandeses
(Curazao), los Franceses (Tobago y las Pequeñas Antillas), los Daneses
(Santo Tomás), y los Suecos (San Bartolomé). Santo Domingo quedó
despoblada, y los Negros que a ella se transportaron, se sublevaron contra
los amos, formando en nuestros días un Estado independiente. |
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La principal ocupación en las Antillas fue siempre el contrabando,
conspiración de la sociedad contra el fisco. Los Bucaneros vivían fuera de
la ley, se dedicaban a la caza, cuyos productos vendían a los buques que
capturaban. Otros piratas ingleses, llamados Filibusteros (401) (free-booters),
anidaron en aquellas islas, asegurando con las armas el contrabando y los
latrocinios. Formaban una sociedad, donde todo se poseía en común, hasta
las mujeres y los hijos; su centro era la Tórtola; apenas veían aparecer un
buque, se arrojaban sobre él de cualquier nación que fuese. Por sus
novelescas hazañas adquirieron celebridad Pedro Legrand, Nau el Olonés,
Miguel Lebasque, Enrique Morgan, que se apoderaron de puertos y
ciudades. En sus empresas descubrieron varias islas. Alejandro Selkirk,
arrojado por ellos en una isla desierta, fue el modelo de Robinson Crusoe. |
|
Obrando de acuerdo y con orden hubieran podido hacerse dueños de
toda la América y cambiar sus destinos; pero no dejaron más que
recuerdos de destrucción y pillaje. Cansados de su vida de aventuras, se
dedicaron a la agricultura, principalmente en Santo Domingo, que por el
café llegó a ser el establecimiento más rico de ambos mundos. La
Martinica abundó en tabaco, algodón, azúcar y cacao, productos que
fueron sustituidos luego por el café. La pequeña isla de San Pedro se
enriqueció por la pesca de la merluza. La principal fue siempre Cuba,
cuyo comercio concedió España a una compañía; más tarde se concedió a
los colonos que pudieran dar sus mercancías a todos los Europeos
directamente. Habiendo desaparecido el monopolio, adquirió la isla un
desarrollo inmenso, lo cual excitó en los Estados Unidos el deseo de
atraerla a su federación. |
|
A fines del siglo XVI aparecen nuevos y arriesgados viajeros, ansiosos
de extender o determinar, mejor los descubrimientos, con perjuicio
principalmente de España. El inglés Francisco Drake se apodero de
muchos buques españoles y emprendió uno de los más arriesgados viajes
al rededor del globo. Alentados por la reina Isabel, muchos Ingleses,
atravesando el estrecho de Magallanes y doblando el cabo de Hornos,
surcaron el Pacífico, y a imitación de los Holandeses, causaron daño a
España, contra la cual les ayudaron los Bucaneros y los Filibusteros.
Durante esta excursión se descubrió el continente de la Nueva Holanda,
cuyo contorno fue, prontamente delineado, mientras que el interior
permanece aún poco conocido. Muchas islas, como las Malvinas, ya
descubiertas por otros, eran ocupadas por los Ingleses, merced a la
superioridad de su marina. |
1577 |
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Pero para llegar a las Indias ¿no existía acaso algún otro camino por la
parte del Norte? Los Cabot, venecianos al servicio de Inglaterra, habían
avanzado mucho por las regiones septentrionales, donde fueron vistos la
Groenlandia y el Labrador (cap. 183); pero las expediciones tenían
siempre un fin desgraciado. Sólo se aprovechaban las pesquerías de
Terranova. Entonces Frobisher se dirigió en busca del deseado paso por el
Noroeste, y llegó al Labrador, país de hielos, habitado por los Esquimales.
Juan Davis fue más allá de la Groenlandia sin encontrar el ansiado paso,
pero adquirió la convicción de que el Norte de América era un conjunto de
islas, al través de las cuales era posible la navegación. Por otras tentativas
se supo que al extremo de la Nueva Zembla se extendía un mar vastísimo
que bañaba las costas de la Tartaria, llegando hasta las regiones más
cálidas. Conociose el Spitzberg, donde la pesca de la foca y de la ballena
adquirió tal incremento, que proporcionó inmensos beneficios. |
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1570 |
|
Hudson y Baffin dieron sus nombres a dos bahías, y los padecimientos
de los que tuvieron que pasar el invierno en aquellas alturas hacen admirar
una vez más el poder y la constancia del hombre. |
Siberia |
Interesaba especialmente a la Rusia el descubrimiento del paso
Noroeste; pero esta nación apenas conocía la Siberia, a pesar de tenerla
bajo su dominio y explotar sus pieles y sus minas de oro y plata. En 1639
conocieron los Rusos el río Amur, que naciendo en el corazón de la
Tartaria, desemboca en el mar; entonces procuraron sujetar a los Tártaros,
y se pusieron en contacto con los Chinos, de quienes consiguieron
permiso para mandar cada tres años una caravana a Pekín. |
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1728 |
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Subiendo de río en río hacia el polo, parece que los Rusos doblaron el
Cabo Norte. Una horda de Cosacos llegó en 1696 hasta el río Kamchatka,
donde tuvieron noticia de las islas Kuriles. Bering, después de haberse
hecho a la vela desde el Kamchatka, pasó, sin advertirlo, el estrecho que
separa los dos continentes y que conserva su nombre. Otros visitaron y
explotaron las islas inmediatas, y se formó una Compañía ruso-americana.
Hasta nuestros días, la Rusia no ha cesado de explorar aquellas regiones,
donde cada año acuden millares de personas, en las pocas semanas que
constituyen el estío, atraídas por el comercio de pieles y huesos fósiles,
que cambian con cebada, harina, té, telas, utensilios de hierro y de cobre, y
aguardiente. |
|
Tan repetidos viajes fueron de grande utilidad para la Geografía, a
pesar del misterio en que al principio se procuraba envolver a los
descubrimientos, a fin de dificultar su acceso. Corrigiéronse los libros de
Tolomeo, texto casi único entonces, añadiendo a los mapas los países que
se iban descubriendo. Gerardo Mercator reimprimió el Tolomeo, de modo
que destruyera las falsas opiniones que con el estudio de este escritor se
habían adquirido. Se corrigieron los defectos de la proyección; se
tradujeron y enmendaron las geografías antiguas y se hicieron otras
nuevas, entre las cuales sobresalió la Geografía general de Bernardo
Varen (1650), que considera bajo un aspecto general las cuestiones
relativas a la parte física del globo. Es de importancia para la historia de la
geografía la colección de los mapas que sucesivamente se han ido
haciendo. |
|
Se cree que Martín de Tiro fue el primero que señalo en los mapas los
grados de distancia de un país con relación a un meridiano tomado como
punto principal (longitud), y los de elevación sobre el ecuador (latitud);
pero se cometían graves errores, que se fueron corrigiendo en mapas y
globos cada vez más exactos, sobre todo desde que los grandes
astrónomos discutieron sobre el aplanamiento del globo en los polos, y
cada nación fue recogiendo con cuidado sus propios mapas, y se fueron
perfeccionando los instrumentos para medir el espacio y el tiempo.
Procediose a la medición de un arco del meridiano; en 1669 Picard
levantó la carta general de Francia, y en 1736 La Condamine, con varios
compañeros de la Academia Francesa y algunos delegados españoles,
multiplicó en el Perú sus observaciones geográficas, naturales y
filosóficas. Aquel fue el primer viaje emprendido por el interés de las
ciencias, relacionado con otro que al mismo tiempo verificaban
Maupertuis y otros al Círculo Polar, quienes atestiguaron la diversidad de
los dos diámetros en la proporción de 178 a 179, que fue reducida más
tarde a esta otra [de] 302: 301. De la medición de un grado se dedujo la
unidad de medida, es decir el metro, o sea la diez millonésima parte del
cuarto del meridiano terrestre. |
|
Son asombrosos los cuidados con que se llegaron a determinar las
ondulaciones de la curva terrestre, relacionándolas con los fenómenos
celestes, y las declinaciones de la aguja imantada, y las situaciones del
polo magnético, en busca del cual se realizaron algunos recientes viajes. |
|
La navegación mejoró también merced a la nueva forma dada a los
buques y a las velas, y sobre todo merced a la invención de los vapores,
sin contar las ventajas ofrecidas por el conocimiento de las corrientes del
aire y del agua. |
|
Todo esto inducía a precisar el derecho marítimo, es decir las reglas
que deben observar mutuamente la naciones en el mar. Las decisiones
pronunciadas en los diferentes casos de contestación dieron origen al
Consulado del mar (cap. 184) en la Edad Media, y sus reglas pueden
reducirse a cuatro sustanciales: 1ª. Las mercancías de enemigos cargadas
en buque amigo pueden ser cogidas como buena presa; 2ª. En este caso,
debe indemnizarse al dueño del buque del precio del flete; 3ª. Las
mercancías de amigos en buque enemigo no son propiedad del fisco; 4ª. El
que apresa un buque enemigo, puede pedir el precio del flete de los
géneros de nación amiga que en él se encuentran, como si hubieran
llegado a su destino. |
|
Esto podía bastar cuando apenas se conocía el comercio por comisión;
pero habiéndose extendido éste, introdujeron nuevos cánones los Ingleses,
los Franceses y los Holandeses, y convinieron en que las mercancías
enemigas fuesen protegidas por la bandera neutral, exceptuando siempre
el contrabando de guerra, es decir las municiones y provisiones
destinadas al enemigo. Esta reserva implicaba el derecho de visita. |
|
Se ventilaron también las cuestiones relativas al mar libre, a los buques
corsarios, los cuales recibían a veces patente para poder apresar buques
enemigos, sin ser considerados como piratas; y esta atrocidad no ha
desaparecido aún del todo, a pesar de los convenios recientes (1856).
Como los Estados Unidos de América no quieren mantener en tiempo de
paz una gruesa escuadra, dan en caso de guerra cartas de marca a
particulares, y arrojan de este modo centenares de naves contra las
enemigas. |
1768 |
El inglés Cook inauguró la navegación científica; acompañado por
hombres eminentes en toda clase de ciencias, llegó a Tahití (402) para
observar el paso de Venus por el disco del sol; exploró muchas y
diferentes islas, la Nueva Holanda, la Nueva Gales, y volvió a su patria,
habiendo dado la vuelta al globo en dos años y once meses. En este viaje,
el célebre Banks que le acompañaba, enriqueció la botánica con
ejemplares en extremo raros. En un segundo viaje, Cook adquirió el
convencimiento de que en el polo no había el vasto continente de que se
había creído que la Nueva Zelanda formaba parte; erró entre centenares de
islas, descubrió las Nuevas Hébridas y las Sandwich, las más meridionales
que hasta allí se vieron. |
1776 |
Quedaba todavía la duda de si existía algún paso al Noroeste. Ofreciose
Cook a hacer la investigación; pero sus hombres se sublevaron contra él y
le dieron muerte. |
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Aquel viaje inclinó la atención general hacia los países de la Oceanía,
olvidados después de su descubrimiento; los animales, las plantas, la raza
humana, las lenguas, todo ofrecía allí extraño carácter. Conociéronse
mejor las innumerables islas Carolinas y Marianas, la Nueva Holanda, la
Polinesia. Produjo allí un gran cambio de cosas la introducción del
cristianismo, en cuya misión se distinguieron las sociedades bíblicas
inglesas; pero por desgracia se introdujeron al mismo tiempo el uso de las
armas de fuego y del aguardiente. También fueron relegados allí los reos
de Inglaterra, esperando que se enmendarían en países nuevos y
deshabitados. |
|
Cook no había sido afortunado en sus descubrimientos, pero había
enseñado a atender a la salud de los marinos, comprendido la importancia
del comercio de pieles, y ganado el favor de los hombres de ciencia,
árbitros entonces de la opinión. Muchos quisieron seguirlo; el francés La
Perouse fue en busca del paso Noroeste, pero murió en la empresa. Rusia,
Inglaterra, los Estados Unidos se disputaron aquellas glaciales tierras para
el tráfico de las pieles, mayormente por los cambios que se hacen con la
China. Los cazadores descubrieron nuevos países y trayectos; Parry y
Franklin tuvieron el valor de emprender un viaje por los eternos hielos, y
se tuvo casi el conocimiento exacto del extremo septentrional de América.
Merced a una suscrición particular, el capitán Ross volvió a aquella altura,
donde tuvo que sufrir rigurosísimos inviernos y padecimientos tan
monótonos como el país mismo en que se hallaba. |
1785 |
1819 |
|
Aunque las expediciones de los mencionados, y las de Lyon, Beechey,
Buchan y Book, tuvieron casi todas la muerte por resultado, se hacían
siempre nuevos descubrimientos y se establecían nuevas relaciones, ya
con los Esquimales, ya con el Japón. Inglaterra prevalece siempre, tanto
en las expediciones como en las colonias, las cuales han llegado a ser el
centro de las nuevas relaciones entre el Occidente y los países más
remotos del Oriente. No muestra menor poderío Inglaterra en el Mundo
Novísimo, donde por todas partes establece factorías, esperando llegar a
ser su señora exclusiva. En las tierras antárticas continúan las
exploraciones, por parte de Inglaterra y de Rusia (Bellingshausen), de
Alemania (Koldewey, Welprect), de Francia (Dumont d'Urville) y de
América (Wilkes, Hall). Las islas de la Polinesia son principalmente
frecuentadas para la pesca de la ballena y de la foca y para el comercio de
pieles. Entre tanto, los sabios multiplican las observaciones astronómicas,
geológicas, filológicas y sociales. Los estadistas discuten la oportunidad
de las colonias; y se extiende el comercio; y la rapidez de los ferro-carriles
y vapores convierte en un viaje de recreo la vuelta al mundo que parecía
un portento en tiempos de Colón y Magallanes. |
|
El descubrimiento de América y el paso por el Cabo de Buena
Esperanza, mientras que dan al comercio diferente dirección e introducen
en la vida nuevas comodidades y nuevas necesidades, dirigen la política
hacia otros intereses en beneficio del tráfico, de las colonias, y del dinero
que aumentan. Y esto y el diferente sistema militar y un nuevo derecho
público, no dejan ya que predomine sobre todos una idea moral; sino que
cada Estado se dirige según sus propios intereses a conquistar una
provincia, o a concluir un tratado matrimonial, o a adquirir una sumisión,
o a establecer un equilibrio. Terminada la guerra de soberanos con
vasallos y de los Comunes con los feudatarios, principian las de gobierno
a gobierno, de pueblo a pueblo. |
|
Subsisten todas las formas de gobierno; la monarquía hereditaria en
Francia y España; la electiva en Polonia; la ilimitada en Rusia; la
constitucional en Hungría; la nominal en Alemania; la sacerdotal en
Roma; la feudal en los pequeños Estados italianos, hay repúblicas
oligárquicas en Alemania, aristocráticas en Venecia, Génova y Lucca;
militar en la Orden Teutónica; democrática en los cantones suizos;
mercantil en Lübeck. Pero el elemento monárquico va prevaleciendo,
donde más que por las aspiraciones y la opinión del pueblo, los hechos
son determinados por la voluntad y el cálculo de los gobernantes. |
|
Para que los príncipes no se inclinen al despotismo, se introducen
contrapesos en el gobierno, y se establece el equilibrio entre los Estados,
respetando la independencia de cada uno. |
|
Son intereses generales: los religiosos, que aún tienden a rechazar las
amenazas de los Turcos; las colonias; el desarrollo del pensamiento y los
fáciles medios de comunicarlo por el estudio de las lenguas, por la
imprenta y por los correos. Pero no ha desaparecido el antagonismo entre
los países de estirpe romana y los de raza germánica. |
|
A medida que cesan los privilegios, las libertades alcanzan al mayor
número. |
|
En Asia el imperio Chino cae bajo el dominio de los Tártaros (1644);
declinan los sofíes en Persia (1500-1723); los Mogoles se concentran en la
India. Los Turcos establecidos en Europa se hacen poderosos merced a los
genízaros y a su fuerza marítima. Pero el comercio no depende ya de
Constantinopla, desde que los Españoles y los Portugueses lo han
trasladado del Mediterráneo al Océano. |
|
La Escandinavia, trastornada por la unión de Kalmar (403), permanece
extraña al movimiento europeo. La Polonia, sin sus desórdenes interiores,
amenazaría a la Rusia, que apenas ha sacudido el yugo tártaro y aún vive
fieramente. Los Húngaros acampan cual centinela avanzada de Europa
contra los Turcos; y aquellos y los Bohemios, resistiendo a estos, hubieran
podido engrandecerse. |
|
España ha arrojado a los Moros y se lanza a gigantescas empresas. Pero
la unión de todos sus reinos en uno sólo y bajo un solo rey, inclina a éste a
violar las constituciones históricas. |
|
La corona de Francia aumenta su poder a expensas del de los grandes
vasallos, el último de los cuales desaparecía con la muerte de Carlos el
Temerario (cap. 162). |
|
En Inglaterra, Enrique VII establece la monarquía absoluta y la unidad
territorial sometiendo a la Irlanda y luego agregando la Escocia. |
|
En Alemania no están bien determinados los derechos del imperio,
desprovisto de dinero y reducido a una especie de federación sin fuerza.
En medio de aquellos principados se ha engrandecido la Casa de Austria,
y Maximiliano I (1499-1519) posee el Austria, la Estiria, la Carintia, la
Carniola, el Tirol, la Suabia, la Alsacia, la Borgoña, Brisgau y Sudgau.
Amante de las letras y las artes, al par que aficionado a la guerra,
Maximiliano debe el mal éxito de sus empresas a su constante escasez de
dinero. En la Dieta de Worms se publica la Paz perpetua, especie de
constitución del imperio, por la cual se prohíben las guerras particulares,
una Cámara imperial juzga las causas de los miembros inmediatos al
Imperio; un Consejo de gobierno vela sobre la Cámara imperial, y en
casos extraordinarios puede convocar al emperador y a los seis electores. |
1485 |
|
Para distribuir la justicia suprema en los Estados hereditarios,
Maximiliano instituye por último una Cámara áulica. |
|
La Italia no adquiere nuevos países, ni consolida una autoridad central,
a pesar de ser el foco del saber y de la civilización, y se convierte en
palestra de las ambiciones, En otro lugar (cap. 147) hemos hablado del
estado floreciente de las letras. El menor suceso proporcionaba motivo
para fiestas y ceremonias, en que desplegar el lujo y el buen gusto. Los
gobiernos establecidos procuraban concentrar en sí las prerrogativas
reales, quitándolas a los barones; pero no se formaba la opinión que se
necesita para llegar a la unidad nacional; ninguno de los cuatro Estados
principales era bastante poderoso para someter a los demás; las repúblicas
temían a los grandes señores, y sin embargo tenían que utilizar sus armas. |
|
El equilibrio, establecido por Francisco Sforza, y Lorenzo el
Magnífico, degeneró en egoísmo y astucia; y la política fue el arte de
llegar al poder y conservarse en él por todos los medios, sin la menor idea
generosa; y esta perfidia política fue en aumento cuando sirvió para
combatir a los Alemanes, a los Franceses, a los Suizos y a los Españoles,
en mal hora mezclados en los asuntos de Italia. |
|
Inocencio VIII, que se entregó demasiado a las vicisitudes políticas,
tuvo por sucesor a Alejandro VI, de pésima reputación, por su
inmoralidad; fue sin embargo en extremo hábil y enérgico para reprimir a
los barones, pero su principal intento consistía en asegurar una elevada
posición a los hijos que había tenido de su querida la Venozza. |
1402 |
|
Florencia había adquirido el predominio sobre las ciudades toscanas,
sus enemigas; pero el hijo de Lorenzo, Pedro II, no lograba dominar a las
facciones. hízose órgano de los descontentos Jerónimo Savonarola, natural
de Ferrara, fraile que asociaba una sincera devoción a una decidida
inclinación republicana, predicador muy popular, que mezclando la
religión con la política, combatía al gobierno inmoral de los Médicis, a
quienes acusaba de haber quitado la libertad a la patria. Los vividores, la
corte y los amigos del placer, a quienes se llamó Tiepidi (tibios), trataban
de ridiculizar a los que titulaban Piagnoni (llorones), partidarios del fraile,
el cual era sostenido por el pueblo, tanto que éste cambió por cánticos
sagrados las canciones lúbricas, y quemó una infinidad de libros obscenos
y pinturas deshonestas. Savonarola quería regenerar la República por
medio de la moralidad, y para conseguirlo podían mucho la educación de
la juventud y el mejoramiento de las bellas artes. |
Savonarola |
|
|
|
|
|
En el Milanesado se había establecido con los Sforzas el despotismo
militar, extendido entonces por la mayor parte de Italia. Luis Sforza lo
ejercía en nombre de su sobrino Juan Galeazzo; y queriendo además el
titulo de amo, invitó a Carlos VIII, rey de Francia, a que fuera a hacer
valer las razones que le asistían para aspirar al trono de Nápoles como
heredero de la casa de Anjou. |
1483 |
Carlos VIII, caballeroso y vano, soñaba con el imperio del Oriente,
para cuyo logro aspiraba desde luego a la conquista de Italia y ésta,
asustada de aquella nueva invasión, procuró defenderse con las leyes. Pero
Fernando de Nápoles se había enemistado con los barones que minaban su
ruina; los Florentinos esperaban, con la ayuda de Carlos, librarse de los
Médicis; Alejandro VI, dar un principado a su familia; Luis, hacerse
duque. A la llegada de Carlos, Juan Galeazzo acababa de morir y Luis
reinó; Pedro de Médicis le prestó homenaje; el Papa le entregó a Zizim,
aspirante al trono otomano; Fernando de Nápoles tuvo que huir; pero los
Franceses con su preponderancia y su orgullo disgustaron a todo el mundo
en Italia, y su ruina fue tan rápida como lo había sido su victoria. Carlos se
vio obligado a retirarse, y los confederados italianos trataron de cortarle la
retirada; en la batalla de Fornovo pudo a duras penas salvarse y volver a
Francia. |
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Carlos VIII |
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1485 |
6 de julio |
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Fernando recuperó el reino. Pedro de Médicis había sido rechazado por
los Florentinos, que proclamaron la República bajo la presidencia de
Jesucristo, inspirados por Savonarola. Este reprobaba la corrupción de la
sociedad y los vicios de la familia del pontífice; fue durante algún tiempo
elevado hasta las nubes; luego el favor popular se convirtió en ira, y
Savonarola fue procesado y condenado a la hoguera con otros dos frailes. |
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1493 |
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La expedición de Carlos VIII resultó funestísima para Italia, porque
dio principio a una serie de guerras, en las cuales parecía que los
extranjeros rivalizaban en causarle daño, y concluyeron por quitarle la
independencia. Luis XII, sucesor de Carlos VIII, titulándose rey de las
Dos Sicilias y duque de Milán, manifestó sus pretensiones como heredero
de los Anjou y de Valentina Visconti. Los Venecianos reconocieron sus
pretensiones, mediante la cesión de Cremona y de la Geradadda. En
Milán, Luis Sforza desplegaba gran lujo, construía bellos edificios y
protegía la agricultura y la industria; pero su corte era un semillero de
inmoralidades y de intrigas. Era enemigo suyo mortal Jacobo Trivulzio,
que guió a los Franceses contra Milán, de donde huyó Luis para ir a
solicitar el auxilio del emperador Maximiliano; no pudiendo conseguir
esto, asalarió a muchos Suizos y recuperó la Lombardía; pero al cabo de
poco tiempo cayó en Novara prisionero del rey Luis, que lo tuvo
encerrado en el castillo de Loches hasta que murió. |
1498 |
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1500 |
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Luis XII invadió a Nápoles; trató con Fernando el Católico, ansioso
siempre de poseer aquel reino, y convinieron en que lo repartirían entre
ambos. Fernando envió a Nápoles a Gonzalo de Córdoba, el Gran
Capitán, quien mandó prisionero a España al rey Federico II. En seguida
los Españoles se apoderaron de todo el reino; pero tuvieron que luchar
con los Franceses. Maximiliano rehusaba la investidura del Milanesado a
Luis XII y preparaba una Cruzada contra los Turcos. |
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Las victorias de los Franceses exaltaron a Alejandro VI y a su hijo
César Borgia, duque de Valentinois, modelo de tiranuelos, resuelto a
engrandecerse con la traición y la violencia, y digna personificación de la
política descrita por Maquiavelo. Con tales artes quitó de en medio a los
señores entre los cuales estaba dividida la Romania, ansioso de formar un
señorío único. También ambicionaba el ducado de Urbino, la Toscana y
el reino de Nápoles. Los muchos capitanes que aún disponían de todas las
fuerzas de Italia, trataron de oponerse al duque de Valentinois, pero éste
iba de éxito en éxito, hasta que de pronto murió Alejandro VI,
envenenado según se cree. Julio II, que le sucedió en el solio pontificio,
reprimió al duque de Valentinois, quien después de haber visto
convertirse en humo sus soberbios designios, murió en Francia. |
1503 |
Luis XII combatió a los Españoles con tropas francesas y suizas, y
aquella época se señaló por heroicos hechos de armas que honraban a
vencedores y a vencidos. Por fin se quedó Francia con el Milanesado, y
España con Nápoles. Pisa, Florencia y Génova eran teatro de discordias
civiles. Florencia recuperó a Pisa, que perdió entonces su antigua
importancia. Julio II, más rey que Papa, quiso subyugar a la Romania, y
se propuso libertar a Italia de los bárbaros, es decir de las tropas
mercenarias, a cuyo fin llamaba ora a Maximiliano, ora a Luis. |
Liga de Cambray |
Los nuevos príncipes tuvieron celos de Venecia, que se hallaba en el
colmo de su grandeza y prosperidad. El Papa, el emperador, los reyes de
Francia y de Nápoles, inventaron pretextos para coaligarse contra ella.
Venecia les opuso la fuerza y la política, pero se hallaba reducida al
último extremo. Los Franceses pudieron contar con los grandes capitanes
que entonces campeaban en Italia (Bayardo, Gastón de Foix, La
Tremouille, La Palisse), a quienes oponía otros valientes la España,
mientras que otros capitaneaban a los Suizos, enemigos todos de Italia.
Por último Venecia logró descomponer aquella torpe liga, y aliarse a su
vez con Julio II, el cual siempre despótico, pretendió que cesaran las
enemistades contra Venecia; armó a los Suizos que destinaba como
barrera protectora de la libertad italiana, y no paró hasta morir
exclamado: ¡No más Franceses en Italia! |
1508 |
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1513 |
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1513 |
Los Suizos, en efecto, eran poderosos por su excelente infantería, y
devolvieron la Lombardía a Maximiliano Sforza, y derrotaron a los
Franceses en Novara. Francisco I, nuevo rey de Francia, no pudo
atraérselos, en vista de lo cual se puso de acuerdo con los Venecianos, y
en Marignan (404) derrotó a los Suizos, que concluyeron con Francia la Paz
perpetua. Maximiliano Sforza fue llevado prisionero a Francia, y
Francisco I quedó dueño del Milanesado. Después de tantos desastres se
firmó la paz en Noyon. Los dominios papales se habían aumentado con
Urbino y Perusa; Venecia recuperó con la paz cuanto había perdido en la
guerra; y después de pérdidas inmensas de riquezas y de hombres, y la
ruina de su comercio, la Italia se hallaba expuesta a los Turcos y a los
ambiciosos. |
1515 |
6 de junio |
1516 |
14 de setiembre |