... yendo hacia el mar, a cada lado del camino por el cual pasaba, los campos de heno, bajo el crepúsculo, ondeaban al beso del aire salobre... Aquí arena y arena. ¡Atormentada inmovilidad geológica! Aunque vivas tan lejos Camino por vuestras muertes innominadas, bosques de hijos caídos de mi patria. Campo de Concentración de Agde, julio 1939 Continúo siendo el mismo de siempre. Creed Cuando yo llegue llevándote la alta sabiduría de los bosques de nuestro dolor que canta. ¿Dónde estás? El viento, una fría agonía de viento sin huesos, Encogido por trincheras y hospitales, acuciado por rojos apocalipsis Es la culpa del mundo que sean raíz y silencio «Escucha -me ha dicho una voz de sombra- Ha cesado el chirrido de la noria. He aquí que caigo arrodillado con un infinito anhelo de hablarte He visto la hoguera de tu sangre Id a la alameda La madre dice: Llevo en el pecho dureza de tinieblas. Me ha sido fácil tu rostro. Mis recuerdos de ti Nadie ha pensado en mi muerte. Nadie podrá decirme por qué un niño, ebrio de lluvia, Ninguna puerta cerrará soledades hostiles, No sabría decirte cómo te esperaba. Pareces un maridaje de neblina ¡Qué azul esta noche de derrota y de astros! Repentinamente vaciado de mundos extraños Se ha roto el hilo de agua de mi sueño. Sufro, madre, porque he perdido aquella inmovilidad en que te encontraba. Va viniendo y implacablemente, con una crueldad de amor que fuerza el porvenir. Yo no estoy aquí ahora,
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