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Capítulo XIX

Obispo de Segovia elige abades de Santa María de la Sierra. -Fundación de la Vera Cruz por los templarios. -Pleito entre obispo y clerecía. -Fundación del convento de la Santísima Trinidad. -Términos de Segovia incluyen el Real de Manzanares. -Victoria de las Navas de Tolosa. -Muerte de rey y reina.

     I. Los años pasados había fabricado don Gutierre Miguel la venta de la Fuenfría, y, después de su muerte, doña Enderaso, su mujer, fabricó un molino en Río-Molinos; y de ambas heredades fundó vínculo de sucesión, que hoy llaman mayorazgo, el cual confirmaron en Toledo el rey, prelados y ricos hombres en tres de enero de mil y docientos y un años. Los prelados confirmadores son: Martín arzobispo de Toledo, Gonzalo obispo de Segovia, y Arderico de Palencia, Mateo electo de Burgos, Martín obispo de Osma, Rodrigo de Sigüenza, Juliano de Cuenca, Diego de Ávila, Juan de Calahorra y Bricio de Plasencia.

     Este año don Lope Navarro, canónigo de nuestra Iglesia, le dio unas tiendas que hoy permanecen debalo de la Puente en el Azoguejo. Confirmó la donación el rey estando en nuestra ciudad; y dice el instrumento de confirmación, que original permanece en el archivo Catedral:

     Illas tendas, quae sunt in Secovia in Ponte Sicco, quas Domnus Lupus, Canonicus, quondam Petri Navarri filius, dat eidem Ecclesiae etc.Facta carta apud Secoviam, Era M.CC.XXXVIIII, Quinta die mensis Augusti. Tiene los mismos confirmadores que los antecedentes.

     Aquí es justo advertir, que es esta la más antigua noticia y memoria escrita que hasta ahora hemos hallado de una fábrica tan suntuosa y célebre, como nuestra Puente. Porque el arzobispo don Rodrigo, que es el autor más antiguo de cuantos hoy gozamos que de ella hizo memoria, diciendo cómo la fabricó Hispan, escribió cuarenta años después de este en que va nuestra historia ¿Quién dudará que muchos escribiesen su principio y fábrica excelente y que sus escritos y memorias perdiese el descuido o la desgracia?

     II. Habían pasado desavenencias entre nuestro obispo don Gonzalo y el abad y monjes de Santa María de la Sierra, que fundó nuestro obispo don Pedro de Aagen, como escribimos año mil y ciento y treinta y tres. Y reducidos a concordia, otorgaron la escritura siguiente, que ponemos a la letra por la singularidad de sus noticias:

     Ne vetustatis caligine facta praecedentium posteros latere valeant, ob hoc in scriptis rediguntur. Noscant igitur tam praesentes, quam futuri, quod Monasterium de Sotis Alvis a bonae memoriae praedecessore nostro Petro, Secaviensi Episcopo, utpote a Patrono proprio fundatum, et ab illis temporibus usque ad nostra tempora praedeccessoris nostri, vel eorum Vicarii, in omnium Abbatum electione cum quibusdam de fratribus eiusdem Monasterij fuerunt electores: et in sua benedictione praedictis antecessoribus obedientiam perpetuum promiserunt. Et ego Gundisaluus Secundus, Dei gratia, Secoviensis Episcopus cum quibusdam de loci praedicti fratribus duos Abbates, Michaelem, scijicet, et Blasium elegimus. Et in die suae benedictionis obedientam, tanquam patrono et Domino, praedicti Abbates nobis in perpetuum promiserunt Et nos tempore Blasij, Abbatis loci iam dicti, eius fratribus promisimus quod non compelleremus eos alium ordinen servaturos; nisi quem tunc servabant. Et illo tempore Blasius, saepe dictus, una cum consensu Capituli sponte concesserunt quod nos, et nostri succesores plenariam potestatem in corrigendo fratum, et Abbatum excessus haberemus, quam Abbas Cisterciensis habet super Abbates inferiores, sive in deponendo, sive in alijs excessibus corrigendis. Facta carta sub Era M.CC.XXXVIIII. Et ego Gundisaluus, Segoviensis Episcopus cum Blasio Abbate eiusdem loci hanc cartam confirmamus: et sigillorum nostrorum impressione communimus.

     Por ser instrumento común se hicieron dos cortados por A. B. C., el uno se guarda en nuestro archivo Catedral. Es un pergamino de cuarta en cuadro, con dos sellos de cera pendientes, uno del obispo con sus armas y nombre, y otro del abad con la empresa cisterciense de la mano con el báculo pastoral, y en la circunferencia escrito: signum Abbatis saltuum alborum. La mucha jurisdicción que el obispo muestra tener en aquel convento no parecerá singular a los noticiosos de historia y derecho canónico, pues en él consta que los religiosos estaban sujetos a los obispos, y aquí había más el derecho de fundación y patronazgo.

     III. Nuestros coronistas dicen, que este año (sin señalar día) casaron dos infantas de Castilla, doña Blanca con Felipe Augusto de Francia, padres de San Luis; y nuestra doña Berenguela con don Alfonso rey de León, su tío segundo; impedimento que después los apartó por no se haber dispensado, como consta de la Decretal: Et si necesse, de donationibus inter virum, et uxorem; decretada para este caso. Celebráronse estas bodas en Valladolid con solemnes fiestas. Y quede aquí advertido que este año, cuando más temprano, nacería el príncipe don Fernando Santo, de cuya edad varían inadvertidamente nuestros escritores. El siguiente año mil y docientos y dos, estando el rey en San Esteban (parece de Gormaz) en veinte y cinco de mayo, dio a nuestro obispo don Gonzalo unas casas en Maderuelo junto al castillo, que habían sido de Martín Fernández: Quasdam casas in Maderolo: quae quondam fuerunt de Martino Ferrandi, sitas sursum in Castello. Palabras de la donación, que autorizada se guarda en el archivo, Catedral.

     El año siguiente mil y docientos y tres parió la reina doña Leonor al infante don Enrique; así lo escribe Garibay, sin señalar día, ni lugar.

     IV. Los templarios, cuyo principio fue en Jerusalén por Hugo de Paganos y Gaufredo de San Ademaro, año mil y ciento y diez y ocho, como refiere Guillelmo, arzobispo de Tyro, escritor del mismo tiempo, habiendo sido su primer instituto asegurar de salteadores los caminos de la tierra santa, y creciendo adelante en gente y fuerzas, guerrear a los enemigos de la fe cristiana; fundaron en España muchos templos y conventos, y en nuestra ciudad uno, con título de la Vera Cruz, por una preciosa reliquia que en él colocaron de la verdadera Cruz en que murió Jesucristo. Su fábrica es al modelo mismo del templo del sepúlcro santo de Jerusalén, que fue su primitiva vivienda, y causa de nombrarse templarios. La fundación o consagración fue año mil y docientos y cuatro en trece de abril, como señala la siguiente inscripción, que hoy permanece sobre la puerta de medio día de las cuatro en que está fundada la fábrica interior del sepulcro y dice:

                Haec sacra fundantes coelesti sede locentur,
Atque suberrantes in eadem consocientur.
Dedicatio Ecclesiae Beati servi Christi:
Idus Aprilis, era M.CC.XL.II.

     Permanecen hoy en las paredes interiores del templo muchas cruces rojas con dos traviesas, insignia de aquellos religiosos aunque el templo y feligresía, que es el barrio de Zamarramala, arrabal de nuestra ciudad, es hoy priorato de San Juan, a cuya religión se dio cuando fueron estinguidos los templarios, como escribiremos año 1312.

     V. Nuestro rey, ofendido de que el navarro le hubiese faltado en la batalla de Alarcos, le había quitado muchos pueblos. Y tratando de quitarle más, enfermó en nuestra villa de Fuentidueña, donde apretado de la enfermedad otorgó testamento en ocho de diciembre, como refiere Mariana, y consta de un instrumento que autorizado se guarda en el archivo obispal, en el cual, entre otros legados, mandó a nuestro obispo don Gonzalo Miguel, que asistía a la enfermedad, la villa de Fresno con sus aldeas y jurisdición, con cargo de que en su iglesia Catedral con su Cabildo celebrase ciertos sufragios aniversarios por el descanso de su alma. Y que a la Iglesia de Osma se restituyesen cinco mil maravedís que los condes don Nuño y don Pedro de Lara, siendo sus tutores, habían recibido por consentir la eleción de Bernardo para obispo de Osma, como dejamos escrito. Nombró entonces por testamentarios al arzobispo de Toledo don Martín López de Pisuerga, a don Diego López de Haro, a Gutiérre Armilo, prior del hospital, y a Fernando Díaz, que renunciado al maestrazgo de Santiago vivía retirado en el convento de San Audito, en las sierras de Butrago, del cual escribimos año 208. Sanó el rey de la enfermedad y del enojo contra el rey de Navarra, le concedió treguas por cinco años, si bien los dos legados a nuestra Iglesia y la de Osma se cumplieron. Y la villa de Fresno trocó el rey don Enrique a nuestros obispos, como escribiremos año 1215.

     VI. Don Martín López, arzobispo de Toledo, había celebrado concilio (provincial sería); en nuestro obispado; así lo refiere un instrumento que autorizado se guarda en el archivo Catedral sin señalar año, día, ni lugar. En él se había decretado, entre otras cosas, que los eclesiásticos apartasen de sus casas y comunicación mujeres de opinión indecente, nuestro obispo, añadiendo rigor a la ejecución de decreto tan justo, alborotó el obispado; y los Cabildos o clerecías de Sepúlveda, Pedraza, Fuentidueña, Cuéllar, Coca y Alcazarén en tela de juicio opusieron al obispo que había entrado en la dignidad con medios ilícitos y sin edad competente, pues no teniendo más de veinte y cuatro años cuando se consagró, había jurado tener treinta; que empobrecía los clérigos con vejaciones y tributos, despendidos en perros y pájaros de caza, y molestaba los pueblos con censuras cuando algún perro o pájaro se le perdía; y sobre todo que con la ejecución del decreto no procuraba la enmienda de las culpas, sino el provecho de las penas reducidas a dinero; y debía comenzar el juicio y corrección por su persona y casa, menos bien opinadas que convenía a gobernador eclesiástico. Estos y otros escesos oponfan a su prelado los súbditos, o instigados de la injuria, o animados, como suele ser, de la muchedumbre. Fue el pleito en apelación a Roma, cuyo pontífice Inocencio tercero en dos de mayo de mil y docientos y seis cometió la causa a don Rodrigo obispo de Sigüenza, y a los arcedianos de Almazán y Molina, que juntos en el claustro de aquella iglesia, hallándose presente nuestro obispo y P., Chantre, y A., Tesorero de Segovia, y los procuradores de ambas partes, en diez y seis de mayo de mil y docientos y siete años, pronunciaron sentencia de que el decreto se ejecutase, y el obispo restituyese algunas penas injustas; quedándose enteros el descrédito y discordia de los ánimos, siempre mal satisfechos y peor reconciliados de semejantes encuentros donde la ira desentierra culpas y multiplica agravios.

     VII. En veinte y seis de noviembre de este año llegaron a nuestra ciudad fray Esteban Menelao, fray Rodrigo de Peñalva, fray Guillelmo Escoto y fray Juan Enrico, de la religión de la Santísima Trinidad, fundada por fray Juan de Mata y fray Feliz de Valois, nobles y santísimos franceses, y confirmada por Inocencio tercero año mil y ciento y noventa y ocho en diez y siete de diciembre. Venían los religiosos a fundar convento en nuestra ciudad por orden de su patriarca fray Juan de Mata, que habiendo fundado el convento de Burgos, quedaba con el rey don Alonso, del cual traían cartas para nuestro obispo y ciudad, que los recibió gustosa, y en cuatro de diciembre les dio sitio a propósito para la hospitalidad que profesan, junta con la redención de los cautivos, en el mismo camino real que de Castilla la Vieja entra en nuestra ciudad, cuya gran población duraba entonces en aquel valle, entre el río y nuevo templo de la Vera Cruz, cien pasos al oriente de la devota ermita de nuestra Señora de la Fuencisla, donde estuvieron trecientos y cincuenta y ocho años hasta que trasladaron su convento a la parte oriental de la ciudad, como escribiremos año 1566. Y este sitio, aunque ampliado, ocuparon después los religiosos carmelitas descalzos, como escribiremos año 1586. Sabiendo a pocos días el santo patriarca el buen hospedaje que a sus hijos había hecho nuestra ciudad, vino a agradecer el favor y visitar la nueva fundación, donde estuvo algunos días, estimado de nuestros ciudadanos y obispo, que le quedó muy aficionado, como se verá en favores adelante. De aquí pasó a Aragón, dejando por primer ministro del nuevo convento a fray Juan Enrico.

     VIII. La continuación de rebatos y guerras alteraba el señorío de la campaña, de que habían nacido diferencias entre nuestra ciudad y la villa de Madrid sobre los términos de su jurisdición. Nombró el rey a Minaya, que llama su alcalde, para que averiguado el derecho de ambos pueblos deslindase los términos. Hízose así; y estando el rey en Burgos en veinte y ocho de julio de mil y docientos y ocho despachó el instrumento siguiente, que autorizado en muchas copias se guarda en los archivos de Ciudad y Tierra.

     Per praesens scriptum notum sit tam praesentibus, quam futuris quod Ego Aldefonsus, Dei gratia, Rex Castellae, et Toleti, una cum uxore mea Alienor, et cum, filijs meis Ferrando, et Enrico libenti animo, et voluntate spontanea Dono vobis varonibus de Secovia, et concedo omnes illos terminos, quos Minaia dilectus Alcaldus meus determinavit inter vos, et Concilium de Madrid de mandato meo, et in quibus fixit moiones, quorum nomina inferius distinguntur, ut illos populatos, seu eremos, quomodo vobis magis placuerit iure haereditario, et irrevocabiliter habeatis. Isti vero sunt moiones: prius quomodo transit la Carrera in aqua, quae dicitur Sagriella in Sazedon: deinde per summum del lomo: et remanet Bobadiella de parte de Madrid: et deinde ad loman de ipsa cannada de Alcorcón: e deinde ad illas aquas de Butarec: et deinde ad illas aquas de Meac, quomodo vadit super Pozolum, et Pozolos remanet de parte de Madrid: et deinde per aldeam de Zarzola: et Zarzola remanet de Parte de Madrid: et deinde ubit cadit Cofra in Guadarrama: et deinde ad summum de illis lavoribus de Fuencarral: et per summum de illis laboribus de Alcobendas: et deinde quomodo vadit ad vineolas. Supra dictos itaque moiones, et totum terminum qui inter eos est, Dono vobis, roboro, et confirmo. Si quis vero, etc. Facta Carta apud Burgos. V. Kalend. Augusti, Era M.CC.XL.VI. Et ego Rex Alfonsus regnans in Castella, in Toleto, hanc cartam, quam fieri iussi, manu propria roboro, et confirmo.

Signum Aldefonsi Regis Castellae

Gonzalvus Roderici, Maiordomus Curiae Regis, conf.

Alvarus Nunij, Alferiz Regis, conf.

                Petrus Abulensis Eps. conf.
Gonzalvus Secoviensis Eps. conf.
Rodericus Seguntinus Eps. conf.
Ioannes Calagurritanus Eps. conf
Garsias Burgensis Eps. conf.
Britius Placentinus Eps. conf.
Tellius Palentinus electus, conf.
Rodericus Oxomensis electus, conf.
Garsias Conchensis eleclus, conf.
Didacus Lupi de Faro, conf.
Rodericus Didaci, conf.
Rodericus Roderici, conf.
Ferrandus Garsiae, conf.
Nunius Petri, conf.
Gometius Petri, conf.
Suerius Telli, conf.
Guillielmus Gonzalvi, conf.
Garsias Roderici, Merinus Regis in Cast. conf.


Dominicus Dominici, Regis Notarius, Abbas Vallis Oleti, Didaco Garsiae

existente Chancelario, scribi fecit.

     IX. Hemos puesto este instrumento para comenzar a satisfacer lo que en estos días se ha escrito en la Historia de Madrid por el licenciado Quintana, sobre la jurisdicción y señorío del Real de Manzanares, que pues ya estaba tan antiguamente enajenado importaba poco a un pueblo tan ilustre como Madrid levantar tanta máquina sobre fundamentos tan falsos, obligándonos a defender nuestro crédito y verdad, que probaremos con instrumentos originales y auténticos, que permanecen en los archivos de nuestra Iglesia, Ciudad y Tierra; advirtiendo aquí que el que pone Quintana del rey don Alonso, que llama séptimo, es falso en data y confirmadores. Porque en la era mil y ciento y sesenta que dice el privilegio, que es año de Cristo mil y ciento y veinte y dos, no había nacido el rey don Sancho, hijo del rey don Alonso, ni aun el padre se había casado cuanto más conquistado a Zaragoza, Valencia, ni Almería, de que se intitula señor; y así en lo demás. Y si quiere poner la era por año de Cristo mil y ciento y sesenta, tres años había que era difunto quien dio el privilegio, y dos que había fallecido el rey don Sancho que confirma en él. Demás de que en aquel tiempo, ni cien años después, no se despachaban los privilegios reales en romance, cuanto menos en estilo tan moderno. Perdone el lector que le embaracemos con estas vulgaridades, pues son forzosas en la defensa a que nos obligan.

     De nuestro instrumento consta que siendo los términos entre Madrid y Segovia desde Sagrilla a Sacedón, Alcorcón, Pozuelo, Zarzuela, Fuencarral y Alcovendas, el Real de Manzanares estaba y estuvo por nuestra ciudad, como iremos probando, hasta que últimamente se dio al Marqués de Santillana, cuyos sucesores le poseen hoy.

     X. En veinte y uno de noviembre de este año, estando el rey en Villanueva de Tozara, vendió aquella villa a nuestra ciudad por dos mil y quinientos maravedís, como consta de la carta de venta que autorizada se guarda en ambos archivos de Ciudad y Tierra y cuya data dice: Facta Carta apud Villamnovam de Tozara. Era M.CC.XL.VI die XXI. mensis Novembris. Tiene las mismas confirmaciones que el privilegio antecedente. De aquí parece vino el rey a nuestra ciudad, a la cual en doce de diciembre dio el siguiente privilegio, que autorizado en muchas copias y confirmaciones se guarda en los archivos de Iglesia, Ciudad y Tierra:

     In nomine Domini Amen. Decet Reges praedecessorum suorum dona, et iura illibata custodire, et augere conservata. Ea propter Ego Aldefonsus, Dei gratia, Rex Castellae, et Toleti, una cum uxore mea Alienor Regina, et cum filijs meis Ferrando, et Henrico promultis, et gratis servitijs, quae mihi in terra Christianorum, et Sarrazenorum fideliter exhibuistis, libenti animo, et voluntate spantanea facio cartam donationis, concessionis, confirmationis, et stabilitatis, vobis Concilio de Secovia praesenti, et futuro perpetuo valituram. Dono itaque vobis, et concedo omnes illos moiones de vestro termino, prout illos paratis cum Toleto et cum Madrid, cum Olmos, cum Canales, cum Alfamin, et cum alijs villis, quae sunt Frontariae de vestro termino allend serram. Quorum nomina inferius distinguntur. Vt illos populatus, seu eremos, quomodo vobis magis placuerit, iure haereditario et irrevocabiliter habeatis. Isti vero sunt, moiones. Prius Tozara sicut fluit de serra, et cadit in Alberche, et ex alia parte quomodo cadit arrogium de Mentrida in Alberche, et deinde per carreram vetulam, quomodo vadit per summum del lomo de Marzalvam, et illa aldea de Marzalva remanet in termino de Alfamin, et exit ad illam forcaiadellam de Montruec; et remanet ipsa aldea de Montruec pro termino de Alfamin: Deinde quomodo vadit ipsa carrera, et exit super turrem de Estevan Ambran, et vadit per illam carreram, quae dicitur Annafaguera, et remanet la fonte del Madero, in dextra: parte, et vadit ad Portelleio, et iungit se ad carreram quae vadit de Ulmos ad Maquedam; et tornat illi moiones per ipsam carreram, quae vadit Camerenam, sicut vadit ipsa carrera ad Ecclesiam de Bobadella, quae stat circa illam carreram, que vadit de Olmos ad Maquedam: Deinde per summum del lomo, quomodo aquae fluunt ad Borcalavaio, sicut vadit per cabezam carrascosam, que dicitur Morgada: deinde per cabezam de Paradinas, deinde ad cabezam Otam, prout aquae in Musanda cadunt, et ilias casas de Musanda est unum moion, usque ad cabezam Otam, quae est super Musandam de facie ad Ulmos, et rivulus de Musanda, sicut cadit in Guadarrama, et totum Batres et illud lomo quod iacet inter Batres, et Carranc, sicut aquae defluunt in Guadarrama et per cabezam de Domna Illana; et sicut dividi Serraniellos terminum, cum Cubas, et Griñon, et sicut Moraleia de Petrofierreo, et Moraleia del Gordo, Moraleia de Lobofierro dividunt terminum cum Humanes, et Fregecedos, et sicut dividit aldea de Abat, terminum cum Fregecedos, et Mostoles, et sicut dividit Torreioncellum terminum cum Mostoles, et vadit per Ecclesiam de Ribota, et per moionem Gordum de Valle, et quomodo transit la carrera in aqua, quae dicitur Sagriella in Salcedon: deinde per summum del lomo, et remanet Bobadella in parte de Madrid, et deinde ad loman de ipsa Cañada de Alcorcon: et deinde ad illas aquas de Butarec: et deinde ad illas aquas de Meac, quomodo vadit super Pozolum, et Pozolos remanet de parte de Madrid, et deinde per aldeam de Zarzola, et Zarzola remanet in parte de Madrid: et deinde ubi cadit Cofra in Guadarrama, et deinde ad summum de illis laboribus de Fuencarral, et per summum de illis laboribus de Alcobendas per otero de Suffre: et deinde ad cabezam Lerdam per summum de las Carcavas, et per cabezam de Aquila: deinde per summum del lomo quomodo aqua discurrunt usque ad cabezam de monte Negriello, quae est circa vallem de la Casa: et deinde quomodo vadit per vallem de la Casa usque ad cabezolam quae stat super fontem del Nidrial: et per illam vallem, quae est in partem dextra de illa fonte del Nidrial, et exit ad stratam publicam Toletanam, quae vadit per Cabaniellas deinde ad illam losam, quae est in fine de las Cabreras, sicut vadit ad picum de la Cabrera: et deinde sicut venit ad carreram de Canaleia ad pennam Raposeram, ubi nascitur Xodalos: et deinde sicut vadit ad cabezam Archiepiscopi, et sicut cadit rivus Index in Lozoia, et deinde ad Berrocum rubium circa pennam de Aquila: et deinde ad Colladellum de valle Paradisi, sicut exit per summum de Susanum: et deinde per Colladellum de Gomez Garcia, ubi nascitur Vallis de Inferno: et deinde ad portum de Cega: deinde ad Maiadam de Domno Gulterrio, circa los foios del Infante; et deinde ad Lacerteram, sicut vadit per lomun de Milcaravos qui dividit haereditates cum Petracia. Supradictos itaque moiones, et totum terminum, qui inter eos est, concedo vobis varonibus de Secovia, vassallis meis fidelibus, et confirmo, totique Concilio de Secovia, ut eremum, vel populatum iure haereditario habeatis: et mando quod firmi, stabilesque permaneant in aeternum. Si quis vero de meo, vel aliemo genere contra istam cartam venire preasumpserit, vel moiones istos eradicaverit, sit maledictus, et excommunicatus, et cum Iuda proditore poenas sustineat infernales; et Regiae parti mille libras auri purissimi in cauto pectet: et damnum quod vobis intulerit restituat duplatum. Facta carta apud Secoviam, Era M.CC.XLVI. decimotertio die Decembris. Et Ego Rex Aldefonsus regnans in Castella, et Toleto, hanc Cartam, quam fieri iussi, manu propia roboro et confirmo.

Signum Aldefonsi Regis Castellae

Rueda= Gonzalvus Roderici, Maiordomus Curiae Regis, conf.

Alvarus Nunij, Alferiz Regis, conf.

                Petrus Abulensis Eps. conf.
Gonzalvus Secoviensis Eps. conf.
Rodericus Seguntinus Eps. conf.
Ioannes Calagurritanus Eps. conf.
Garsias Burgensis Eps. conf.
Britius Placentinus Eps. conf.
Tellius Palentinus electus, conf.
Rodericus Oxomensis electus, conf.
Garsias Conchensis electus, conf.
Didacus Lupi de Faro, conf.
Rodericus Didaci, conf.
Rodericus Roderici, conf.
Ferrandus Garsiae, conf.
Nunius Peiri, conf.
Gometius Petri, conf.
Suerius Telli, conf.
Guillielmus Gonzalvi conf.
Garsias Roderici, Merinus Regis in Cast. conf.

Dominicus Dominici, Regis Notarius, Abbas Vallis Oleti, Didaco Garsiae

existente Chancellario, scribi fecit.

     Llaman nuestros ciudadanos a este privilegio de la Bolsilla, porque antiguamente anduvo guardado en una bolsa, como refieren los antiguos. Este y todos los demás privilegios están confirmados por todos los reyes sucesores. Conócese por él cuán extendida jurisdicción y tierra ha tenido nuestra ciudad después, y aun antes de su restauración; y cómo incluía el Real de Manzanares y otros tres tantos más, llegando tan cerca de Toledo, y poblando cuantos pueblos o colonias permanecen hoy en toda esta campaña; y muchos que ha consumido el tiempo.

     XI. Nuestro obispo y Cabildo habían comprado a Blas Miguel de Ávila, y Urreja su mujer, un pueblo nombrado Luguillas (junto a Mojados, donde hoy sólo permanece una ermita con nombre de nuestra Señora de Luguillas) en mil y seiscientos maravedís. Y confirmó el rey la compra estando en Peñafiel en trece de marzo de mil y doscientos y nueve años, como consta del instrumento que autorizado con los mismos confirmadores que el antecedente, se guarda en el archivo Catedral. De aquí, según nuestras historias, partió el rey a Guiena, en Francia, con intento de apaciguar los ingleses y franceses, que estaban en armas; mas sin cumplirle, volvió a Castilla amenazada de los moros.

     En dos de febrero del año siguiente mil y docientos y diez, nuestro obispo don Gonzalo concedió a los nuevos religiosos trinitarios una carta de confraternidad, con muchos indultos y recomendaciones para todo su obispado; la cual original permanece en el archivo de la Trinidad de Burgos. El rey estando en la villa de Cuéllar en once de julio le dio el apeo de su tierra y jurisdicción; el cual original se guarda y hemos visto en la arca de piedra de Santa Marina, archivo de aquella villa. Año mil y docientos y once, según el catálogo citado de nuestros obispos, murió el obispo don Gonzalo, sucediendo don Gerardo, único hasta hoy de este nombre.

     XII. Por este tiempo refieren nuestras historias las fábricas del monasterio de las Huelgas, y Hospital Real de la ciudad de Burgos; a la cual hizo el rey cabeza y cámara de Castilla, como escribe don Lucas de Tuy; preeminencia que hasta hoy permanece, habiéndose olvidado la de Extremadura que gozaba nuestra ciudad, de que sólo han quedado nombre y pintura. También fundaba nuestro rey la Universidad de Palencia, aunque Posevino y Midendorpio la atribuyen a don Alonso rey de León, concediendósela al castellano don Lucas de Tuy escritor de aquel tiempo, y leonés de patria y afecto. La reina doña Berenguela habitaba en nuestra ciudad como patria suya, apartada del rey de León; habiéndose declarado en Roma el matrimonio por inválido, por el parentesco no dispensado como dejamos escrito. El rey su padre, confederado con los vecinos, disponía guerra poderosa contra los moros, cuyo capitán Mahomat, nombrado el Verde, acaso por el color del turbante que traía, preciándose de pariente de Mahoma, con última resolución y esfuerzo pasó a España con todo el poder de África. Y habiendo el príncipe don Fernando talado las campañas de Baeza, Andújar y Jaén, volvió a Talavera donde le esperaba su padre con gente y deseos de pelear con los africanos que apretaban a Salvatierra. Detúvole el hijo con advertencia de no aventurar en tan pequeña empresa los socorros que se esperaban de Navarra, Aragón y Francia. Con esto volvieron padre e hijo juntos a Madrid, donde concurrieron las reinas doña Leonor y doña Berenguela, también madre y hija, que como dijimos y refiere la general, estaba en nuestra ciudad. Enfermó allí el príncipe, y murió viernes catorce de otubre de este año, con lágrimas y quebranto común por su poca edad y muchas esperanzas; particularmente en nuestra Extremadura donde era tiernamente amado, como la Corónica general advierte. Fue llevado a sepultar en el nuevo convento de las Huelgas de Burgos acompañado de la reina doña Berenguela su hermana, y don Rodrigo Jiménez arzobispo de Toledo, recién vuelto de Roma de impetrar del papa la cruzada para esta guerra, y haberla predicado en Italia y Francia con gran efecto.

     XIII. El rey, constante contra tanto dolor, prosiguió la empresa, convocando Cortes en Toledo para disponer los aparatos y esperar gentes propias y confederadas, que al principio del año siguiente mil y docientos y doce concurrieron tan numerosas que algunos de nuestros escritores escriben que los extranjeros fueron cien mil infantes y doce mil caballos; y quien menos, dice que los infantes fueron cincuenta mil y los caballos diez mil; y que todos se alojaron en las huertas y campos arrimados a Toledo.

     Don Pedro, rey de Aragón, llegó con veinte mil infantes y tres mil y quinientos caballos. La paga del ejército era cinco sueldos al infante cada día, y veinte a cada caballero, gasto excesivo, sin las muchas joyas y preseas, que el rey daba a los príncipes y capitanes.

     Tanta gente y dinero daba entonces una sola parte de España, que escribe el arzobispo don Rodrigo que los carros de bagaje eran sesenta mil, y lo acredita la grandeza del ejército.

     XIV. Comenzó la gente a marchar en veinte y uno de junio. La avanguardia llevaban los extranjeros, y por capitán a don Diego de Haro general del ejército. Seguía el de Aragón con su gente, y la retaguardia el rey don Alonso con las gentes de Castilla y nuestra Extremadura, en que iban catorce mil caballos, y cuanta gente había en ambas provincias para tomar armas. Al tercero día los extranjeros de la avanguardia tomaron a Malagón, pasando a Calatrava que se dio a partido; y sobre saquear el pueblo y degollar los rendidos se amotinaron los extranjeros, volviéndose a sus tierras. Este motín y mengua del ejército supo el enemigo que en Jaén estaba dudoso de dar batalla. Y sabiendo la retirada de los extranjeros salió a campaña seguro, a su parecer, de la victoria; así dispone Dios sus favores. Pasó nuestro ejército a Alarcos, donde llegó don Sancho rey de Navarra con sus gentes, supliendo la mengua de los extranjeros; quedando el ejército español uniforme, parte sin duda grande de tan gran victoria. Porque habiendo el enemigo ocupado los pasos esperaron todos constantes al expediente que tomaban los capitanes; que juntos en consejo se hallaban confusos y atajados, cuando un rústico vaquero, que algunos nombran Martín Alaja, y otros fundándose en la tradición afirman, que fue San Isidro, santo y patrón de la real villa de Madrid, mostrándose práctico en aquellas asperezas, prometió paso seguro. Y seguido de don Diego de Haro y don García Romero, capitán aragonés, y sus escuadras, por veredas y trochas muy ocultas, cumplió lo prometido; y siguiendo el ejército, cuando el enemigo pensó que huía, se halló en la cumbre del monte, señor de una llanura que, nombrada las Navas de Tolosa, dio nombre a esta gran victoria.

     XV. Dos días descansó el ejército, pensando el enemigo que acobardaba; pero al tercero, que fue lunes diez y seis de julio, ordenadas las haces, don Diego de Haro en la avanguardia, don Gonzalo Núñez de Lara en el batallón, y en la retaguardia el rey de Castilla, llevando el aragonés el cuerno izquierdo, y el derecho el navarro con las escuadras de nuestra ciudad, Ávila y Medina del Campo, embistieron al amanecer al enemigo que esperaba con el ejército mayor que hasta ahora ha visto nuestra España; tanto que ningún escritor le ha dado número. Cualquiera de los combatientes conocía que Europa y África atendían al suceso de tan gran batalla. Porfiaba al principio la muchedumbre contra el valor y viendo Alfonso sus primeros escuadrones arremolinados y mal constantes, dijo con última resolución al arzobispo don Rodrigo que le acompañaba: Arzobispo, yo y vos aquí hemos de morir; y animoso el prelado respondió: Aquí venceréis, señor. La grande unión del ejército cristiano reparó este primero y peligroso decaimiento, acometiendo todos con tanto ímpetu que comenzando a arrancar a los enemigos de sus estancias, donde fortalecidos esperaban, se dio principio a la mayor victoria que ha gozado la cristiandad. El rey de Navarra con las escuadras de nuestra ciudad, Ávila y Medina, como dijimos, rompió el palenque, donde rodeado de cadenas y valientes moros estaba su general, que aconsejado de su hermano, o lo que es más cierto, de su peligro, con solos cuatro de a caballo huyó a Baeza, y no paró hasta África. Don Domingo Pascual con la cruz primacial del arzobispo de Toledo, en lo ardiente del conflicto entró por todo el ejército enemigo y salió sin herida. En fin, antes de anochecer cubrían la campaña docientos mil cadáveres de moros, que al amanecer atemorizaban a Europa; no habiendo muerto más de veinte y cinco cristianos.

     XVI. ¿Quien juzgará que humanos brazos pudiesen en tan pocas horas acabar tantas vidas, pues no pudo en dos días nuestro ejército quemar las astas de lanzas y saetas del enemigo? El despojo particular fue premio del valor de cada uno. La tienda y menaje del rey moro se dieron, a los de Aragón y Navarra; quedando al castellano la gloria y renombre del mayor capitán de Europa. El cual escribió luego al pontífice Inocencio tercero el suceso de tan gran victoria, celebrada en la cristiandad con solemnes alegrías, y en nuestra España con fiesta aniversaria el mismo día diez y seis de julio, nombrada Triunfo de la Cruz. Cobró el ejército vencedor los pueblos de Ferral, Bilches, Baños, Tolosa, y las ciudades de Baeza y Úbeda. Y si por los ardientes calores no comenzara a enfermar el ejército, se pudo restaurar toda España. Despedidos los reyes de Aragón y Navarra, entró el castellano en Toledo con solemne triunfo, quedando los cristianos de España ricos de despojos y esclavos moros. Prosiguiendo la victoria el año siguiente mil y docientos y trece se ganaron algunos pueblos; aunque la hambre y mortandad, que fueron grandes, estorbaron mayores efectos. Nuestro rey, a quien sus grandes hazañas habían hecho árbitro de la paz y guerra, no sólo en España, pero de Inglaterra y Francia, deseaba concordar aquellos dos reyes, y con ese intento llegó a Burgos. Pero interviniendo ocasión forzosa de verse con don Alonso segundo, rey de Portugal, su yerno, marido de doña Urraca su hija, enfermó en Gutierre Muñoz, aldea de Arévalo. Agravándose la enfermedad, otorgó testamento nombrando testamentarios a don Rodrigo, arzobispo de Toledo, y a don Tello, obispo de Palencia, y a la condesa doña Mencia, abadesa, al presente, de San Andrés del Arroyo, y a don Gonzalo Rodríguez, mayordomo del mismo rey. Así consta de un instrumento que autorizado se guarda en el archivo obispal. Confesóse luego y recibidos los sacramentos santos de Viático y Extremaunción, se ofreció a la muerte con el mismo valor que había gobernado la vida cincuenta y nueve años menos treinta y seis días, y de corona los cincuenta y seis, en seis de otubre fiesta de santa Fe virgen, siendo su muerte vida de los enemigos del nombre cristiano, orfandad de sus reinos y desconsuelo común de Europa. Fue sepultado en el monasterio de las Huelgas, fundación suya, asistiendo la reina su mujer y hijos, muchos ricos hombres y prelados, y entre ellos nuestro obispo don Gerardo, como refiere el arzobispo don Rodrigo, que como patriarca celebró los funerales. La reina viuda, oprimida de dolor, murió a veinte y cinco días, acompañando, amantísima consorte, a su marido en vida, muerte y sepulcro.

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