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La raíz árabe «n-q-l» «Transportar» y el andaluz añeclí(n) «artesa de azuda»

Manuel Alvar






- I -

Realizando las encuestas de mi «Atlas Lingüístico Etnográfico de Andalucía» encontré el arabismo añeclí(n), nunca que yo sepa atestiguado hasta hoy1. La empresa en que trabajo tendrá notable interés para la lingüística semítica, sobre todo para conocer, el establecimiento de las tribus invasoras en Andalucía y para saber, con más exactitud de la que tenemos, cuál era la procedencia de los soldados y colonos que vinieron a establecerse en Al-Andalus.

No, creo que a nadie extrañe que un trabajo comenzado en un campo tenga trascendencia en otro. El agua de riego que fecunda una huerta se vierte generosa sobre otras tierras sedientas. Recordaré, sólo, un hecho paralelo: el ALR de Puscariu tuvo significación, y no pequeña, para la eslavística, según probó Reichenkron2. Otro tanto, espero, ocurrirá con el Atlas regional que redacto. Efectivamente, en un trabajo todavía inédito (Estructura del léxico andaluz), pero que expuse en las Universidades de Zürich. Heidelberg y Bonn, hice hincapié en una serie de hechos que, una vez ordenados, ayudaban a conocer la distribución y articulación de los arabismos andaluces. Hoy quisiera llamar la atención sobre un motivo muy preciso, suficiente; sin embargo, para hacernos ver que la mina permite extraer todavía nuevos materiales y no está exhausta. Es necesario descubrir las venas ocultas antes de intentar arriesgadas síntesis.




- II -

Localización de las azudas andaluzas

Localización de las azudas andaluzas

La región comprendida grosso modo entre los ríos Genil y Guadajoz (zonas limítrofes de Sevilla, Córdoba y Málaga) tiene una acusada personalidad lingüística y etnográfica. Una notable manifestación de su arcaísmo cultural es el mantenimiento de las azudas o ruedas de agua. En relación con el léxico de estos ingenios, está la voz que ahora me ocupa. El añeclín(n), «artesa donde los cangilones de la azuda vacían su contenido», es una isoglosa de área muy restringida, según hago ver en el siguiente esquema, obtenido después de varias excursiones siguiendo el curso de los ríos recién aducidos:

Esquema 1: página 89




- III -

La voz añeclí(n) falta en los diccionarios que he podido consultar, incluso en el andaluz de Alcalá Venceslada. De este modo su limitación geográfica actual no está enriquecida por una mayor vitalidad histórica3.

Covarrubias4 dice que «anacala en la Ciudad de Toledo es la criada de la hornera, que va a las casas particulares por el pan que se ha de cozer, y lo trace al horno en vnas tablas, o tableros grandes; y después de cocido lo buelve por su cuenta. Y en algunas partes hazen este oficio hombres dichos Anacalos». En su libro España, el maestro Azorín nos habla del anacalo; para él, igual que para el viejo lexicógrafo, una misión tiene este oficio: «llevar el pan que va a ser cocido desde las casas al horno»5.

En el Diccionario Histórico de la Academia Española encuentro6:

añacal: «el que lleva trigo al molino» (con documentación en las Ordenanzas de Sevilla de 1527).

añacalero: «el que acarrea cal, teja, ladrillo y otros materiales para las obras, y también el que va por las casas recogiendo el trigo para molerlo y entregar luego la harina» (figura como andalucismo).



La 17.ª edición (1947) del Diccionario académico trae algunas precisiones7:

añacal (2.ª acep.): «tabla en que se lleva el pan al horno, después de amasado, y del horno, a las casas después de cocido»8. La primera vez que la palabra figura en un diccionario es en el Compendio de algunos vocablos arábigos introducidos en la lengua castellana (1585) del granadino Francisco López Tamarid9.

añacalero: «el que lleva trigo al molino» (andalucismo)10.



A. Alcalá Venceslada en la 2.ª edición de su Vocabulario andaluz11 recoge el consabido añacalero con las acepciones de «el que va por las casas recogiendo el trigo para moler y entregando la harina» (Sevilla) y de «el que acarrea cal, etc.» (Cádiz)12.

En el Cuestionario del Atlas Lingüístico de Andalucía interrogamos sistemáticamente por este oficio (pregunta 1913a). Hasta ahora las formas derivadas del ár. n-q-l que remos recogido son:

añacalero: «al que lleva harina a los labradores y se la cambia por trigo» (Prado del Rey, Setenil y Algar, todos en la provincia de Cádiz), «lañador» (Castellar de la Frontera, prov. Cádiz).

ñacalero: (Benahavís, prov. Málaga).

oñacalero: (Facinas, prov. Cádiz, y Valle de Abdalajís, provincia Málaga).



Steiger, aparte los gaditanos anacal, -ero, cita: la forma rama añagal13.

Sin nasal palatal, los antiguos diccionaristas aducen, también, algunas formas. Rosal (1601) recoge anacales «tableros o acarredadores del pan» y Percival (1623) insiste en la misma definición14.

Dozy-Engelmann15 derivaron añacal(es), anacalo16 del árabe nacala «transportar» y con ellos emparentan anaquel que «doit être ananccâl ou an-nacquel».

Corominas, en el t. I de su DCELC17, vuelve a unir la etimología de anaquel con la de anacalo, añacal, aunque la fonética no queda suficientemente aclarada. De la raíz n-q-l «transportar» derivan los siguientes valores semánticos: «el que transporta objetos» > «la tabla en que los transportaba» > «estante».

Acaso el más circunstanciado de los etimologistas sea K. Lokotsch en el artículo 1545 de su Etymologisches Wörterbuch der europäischen Wörter orientalischen Ursprungs (Heidelberg, 1927): «ár., nak«k» con punto abajoal: 'portador' [del verbo nakâl 'llevar, transportar', formado como «h» con punto abajo (1)ammâl de «h» con punto abajo (2)amila18]; de donde, con el artículo árabe, esp. anacal, añacal, anacalo 'mozo de tahona que lleva el pan' y con imāla [ā > ē], esp. anaquel, anaquelería».

Después de este rodeo en torno a los derivados españoles de la raíz árabe n-q-l vamos a ver dos cosas: 1.° cómo unir el andaluz añeclín «artesa» a la misma familia semántica. 2.° cómo explicar su fonetismo.

Creo obvio decir que el aneclín, o la artesilla de los otros pueblos, es siempre, de madera; lo que ya no es tan claro es su misión dentro del artefacto. Las fotografías adjuntas me ayudarán en la explicación. El añeclín está situado, lógicamente, en las espaldas de la azuda; una vista de conjunto del ingenio se ve en la fotografía 1. Al ponerse en marcha la rueda19 -movida por la fuerza de la corriente- los cangilones se llenan de agua en la presa y suben hasta ocupar la posición más alta del artefacto; entonces, se vacían sobre una especie de artesa de madera, el añeclín (fotografía 2)20. La artesilla está perforada para que por ella salga el agua y, a través de un canalón, también de madera, que lleva enchufado (foto 321), el líquido llega a tierra firme donde una acequia22 lo transporte a las huertas. Su sentido es, pues, igual al del catalán náquera23, que debe reducirse a esta misma base.

La coincidencia más sorprendente de todas es la que he encontrado con el árabe de Salé (costa atlántica de Marruecos) donde «une auge de bois rectangulaire» que hay en las norias se llama nqêr24, son palabras de G. Colín, «suivant les parlers, nqêr désigne soit un récipient en bois, de forme rectangulaire, d'où 'navire', soit une petite fosse rectangulaire ou carré creusée dans le sol; chez le Jbâla, c'est notamment le nom de la petite fosse creusée auprès du pressoir à olives et dans laquelle l'huile s'écoule»25.

Rueda de Écija (Sevilla)

1. Rueda de Écija (Sevilla)

Rueda de Castro del Río (Córdoba)

2. Rueda de Castro del Río (Córdoba)

Añeclí de Jauja (Córdoba)

3. Añeclí de Jauja (Córdoba)

Añeclí de Écija (Sevilla)

4. Añeclí de Écija (Sevilla)

Se ve, por lo dicho anteriormente clara la misión del añeclín: «recibir el agua que vierten los cangilones y entregarla al canalón de desagüe»; no se olvide tampoco su posición: horizontal y a gran altura del suelo, sostenido por un elevado andamio26. Dentro de la familia que forman los derivados de la raíz árabe n-q-l, nuestro añeclín, por su misión, se vincularía, a los anacales «tableros para transportar objetos» y añacal(ero) «el que acarrea» y, por su situación, al anaquel, «estante» ; así, pues, la evolución semántica propuesta por Corominas27, constaría ahora de un nuevo eslabón:

Raíz cuadrada (1) «transportar» > «el que transporta objetos» > «el tablero para transportarlos» > «el estante» > «la artesa de la azuda».



El proceso parece seguro en cuanto al orden. Queda, sin embargo, por determinar la cronología relativa de las significaciones. Para ello se tropieza con algunas dificultades fonéticas, de las que paso a ocuparme.




- IV -

Las formas registradas anteriormente presentan las siguientes diferencias: tienen ñ o n, en un caso se da la alternancia -k- / -g- (sorda / sonora) y, por lo que respecta a añeclín, cambia la a protónica en e.

De Raíz cuadrada (2) han salido las voces con - inicial (añacal, -era, añeclín). Mientras que, para Corominas28 son anómalas las formas con ana- en vez de aña- (anacal, -a, -o, anaquel). Efectivamente, no abundan los arabismos del tipo que me ocupa; tampoco son, sin embargo, totalmente inusitados en la obra de Neuvonen mencionada anteriormente encuentro los siguientes casos de la alternancia:

an-nazâha > annaze(ha) como solución corriente, pero Pedro de Alcalá atestigua: «anazea cosa de plazer neziha, añazea neziha» (pág. 235).

an-na«z» con punto abajom > añazme (Biblia de Ferrara y Covarrubias), mientras que anazme se documenta tres veces en la Biblia escurialense editada por Castro, Millares y Battistessa29 (Neuvonen, p. 220).



Otras textos pueden facilitar más ejemplificaciones:

an-nafaqa > annafega y anafega «lo necesario para el sustento»30.

an-nafir > añafil (forma usual), anafil (forma muy escasea)31.



Estos cuantos casos de aña- / ana- se pueden acrecentar con otras alternancias de nasales en palabras árabes que empiezan con n-, a la que se ha asimilado la l del artículo precedente (esto es: al-n- > an-n > -).

Sin salir del libro de Neuvonen, al que me he referido ya varias veces, recojo:

an-nil > añil, añir y anil (dominan las formas con ñ, pues anil aparece sólo en unos aranceles del siglo XIII)32.

an-nacura > añora (ant. y dial.)33, añoria34 y anoria35.

an-nudba > annubia, annuteba, annubda36 y anubda, anupta, anutba «llamamiento guerrero» (Neuvonen, págs. 54-50)37.

En verdad, esta serie de testimonios dúplices no es rica en exceso, pero tampoco es tan parca que impida aceptar para los derivados de Raíz cuadrada (3) la cualidad aña- / ana- que aseguran otros varios arabismos. Quedarán por resolver las causas que motivaron en todos ellos la diversidad de soluciones, pero no hay que ver como exclusivamente anómalos dos descendientes de la raíz n-q-l. Cualquier intento de solución de la diferencia ñ/n me parece que tropieza con algunos inconvenientes, He aquí diversas hipótesis:

1) Corominas, loc. cit., propone *aln- > an-, como alnafe > anafe o alna «medida de longitud» > ana (ln pasa a n por ser un grupo raro en castellana), pero me parece difícil su hipótesis: en los arabismos, la l del articulo se asimilaba a la n- inicial de la palabra siguiente ( an-nâfi«h» con punto abajo > *añafe), Creo, pues, que se debe buscar, otra explicación a la forma alnafe que, desde luego, no sirve para aclarar las ñ, n de los derivados de an-nâqqal.

2) Podría pensarse en que las formas con -n- son occidentalismos38, sin embargo, no parece aceptable esta hipótesis, porque ñ y n alternan en el mismo documento y formas como anubda, anafega aparecen en Aragón y Navarra mientras Castilla practicaba la alternativa de nasales.

3) La equivalencia acústica de nasales (ñ = n) me parece algo menos que imposible, por el desplazamiento del punto de articulación. Este tipo de confusión no se registra por los autores que tratan específicamente del problema (A. Alonso, Menéndez Pidal y García de Diego).

4. El socorrido descuido del copista; para los textos medievales tampoco lo creo solución más viable. Contra la falta de la tilde de nasalización están los testimonios reiterados de n en varias voces; en otras, la superioridad de casos de n sobre ñ y, en alguna, la prueba de las hablas vivas.




- V -

Dejando pues, aparte el problema de ana- por aña- insoluble ahora y que no afecta a la corrección de la etimología que propongo para añeclín, volvamos a esta palabra.

La terminación ofrece en mis transcripciones doble forma: -í, -ín. Según sabemos, -í es terminación de origen arábigo que puede adoptar la forma alternante -ín en los dialectos vulgares hispano-portugueses39; prefiero esta explicación a ver un sufijo -ín, totalmente extraño al andaluz. La tendencia española general podría estar favorecida en este caso por la nasalización que con tanta intensidad se practica en la región.

Esta doble terminación -í, -ín puede tener también explicación etimológica. Del plural sano oblicuo an-naqili(n)40, única, que pasa a los dialectos41, pudo salir directamente añaclín, a pesar del nun caduco; en árabe dialectal existe haqqali «ambulant. non fixé»42 que, si bien vale para el nombre de oficio fonéticamente no conviene para añeclí(n) a causa de la a, que se hubiera conservado en español.

Semánticamente tendríamos que añacal, designación de oficio, deriva de an-naqqâl, mientras que añaclí(n) «artesa de azuda» procedería del participio activo plural naqilin en el sentido de «instrumentos que llevan el agua o transportadores», según conviene con el valor del participio activo.

Si la forma andaluza deriva de an-n'âqilîn, la esporádica desnasalización de la i final se explicaría fácilmente43, incluso dentro del mismo árabe, ya que la pérdida del nun(n) en los plurales sanos está justificada etimológicamente porque, en tales casos, el signo de plural es -i y no īn. En nun final en estas circunstancias queda relegado al mero valor sintáctico de independencia dentro de la construcción de la frase44

El catalán náquera, en razón de su acento, ha de vincularse a nâquila, femenino del participio activo nâqil.

La duplicidad k general / g (una sola excepción) entre los herederos del qâf árabe se d en otras voces. Hubo un qâf sordo y otro sonoro45, por lo que es difícil determinar si la consonante sonora responde a un sonido semejante del árabe o es una sonorización románica46 (caso de añagal), aunque en el siglo XIII la sonorización era «poco común y que, por tanto... debemos creer que el punto de partida fue la sorda»47. Así, pues, añeclí presenta un grupo -K'L- secundario que, por ser moderno, ya no ha evolucionado con los otros casos de -K'L- patrimoniales.

El resultado de la especulación anterior se puede resumir en el siguiente esquema48

Esquema final49





 
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