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  —56→  


ArribaAbajoHay días como hoy


ArribaAbajo   Hay días como hoy
deshabitados, mudos de repente.

Por eso estoy aquí,
a tu lado, callada, simplemente
disfrutando la dicha  5
que a veces nos visita brevemente.
Y lejos del tumulto de la calle,
apartada del iris de la gente,
simulo no saber que siempre estamos
desesperadamente ante el dolor  10
      y ante la muerte.

  —57→  


ArribaAbajoCarta a papá


ArribaAbajo   Qué importa que haya días como hoy,
cuando el alma se nubla de repente,
como si la palabra
jamás hubiera sido; no existiese;
días  5
de brazos extendidos, impotentes
hacia un cielo que, mudo, nos castiga
royendo nuestro grito, indiferente;
días
en los que todo bien parece ausente:  10
en los que el patio se vacía de trinos
y el rosal amarillo no florece;
días
en los que cada cicatriz se vuelve
herida, llaga, o sorda rabia o miedo  15
o estupor o plegaria, llanto o fiebre.
—58→
Si tan sólo pudiese ahora que vives
ya sin hambre ni sed, a la intemperie,
sin que el frío o el calor borren tu risa
inagotable, de panal silvestre;  20
si pudiera decirte de algún modo que tú escuches
que alguien te extraña mucho, y que te quiere.

  —59→  


ArribaAbajoIn memoriam


ArribaAbajo   Había pensado en una rosa roja
de las que ya florecen en el patio.
Quise cortarla apenas entreabierta,
de pétalos sedosos y lozanos
-que la naturaleza completara  5
su don en la tibieza de tus manos,
y allí resplandeciera su belleza
ante tus puros ojos extasiados-.
Busqué un breve manojo de jazmines
pequeños, armoniosos, aromáticos,  10
que inundaran, fragantes de blancura,
tu pacífico rostro reclinado,
y allí permanecieran, al alcance
de todas tus sonrisas y quebrantos
para que nunca se adormezca solo  15
tu inclaudicable corazón romántico.
—60→
Arranqué, finalmente, algunos versos
de este poema fiel que me has legado.
¡Qué importa que parezcan hoy superfluos
por más que levemente retrasados,  20
si por antigua confesión sabemos
que en la oración más pura de mis labios
jamás logró vadear tu corazón
más que breves, poquísimos vocablos!

Ahora, cuando estás donde no duelen  25
ingratitud, desdichas ni cansancio,
acepta, padre, estas palabras puras
en tu secreto y milagroso ámbito
adonde espero yo llegar un día
a cobijar mi amor entre tus brazos.  30

Observa, mientras, que en el patio están
jazminero y rosal aún intactos.

  —61→  


ArribaAbajoSi preguntan por mí


ArribaAbajo   Si preguntan por mí,
que por favor aguarden bajo techo.
Debo encontrar mi exacta dimensión
y mal que mal reacomodar mis huesos.

Si preguntan por mí  5
y debo recibirlos sin remedio,
deja que la memoria ocupe el sitio
que le han arrebatado los recuerdos.
No siempre ha sido fácil
exorcizar espectros:  10
ocurre sólo donde la verdad
ejerce un sacrosanto magisterio.

Si preguntan por mí, permíteme
un retazo minúsculo de tiempo.
—62→
Cuando esté organizada  15
la fugaz ceremonia del regreso
quisiera ser yo: Gladys Carmagnola
por completo.

  —63→  


ArribaAbajoTránsito


ArribaAbajo   Pronto madurarán las mandarinas
que ayer estaban verdes.
Si nadie las arranca,
se pudrirán inevitablemente.

Ni siquiera es preciso meditar más de una vez  5
para entender que todo bien desaparece.

Es anticipación y alegoría
este observar en actitud solemne
mañana, tarde, noche, al mandarino
a la intemperie  10
entregándose dulce y generoso
-tenaz sobreviviente-
mientras una canción ácida y triste
calla, como envidiosa de su suerte.
Y yo me oculto avergonzada con mi voz  15
insuficiente.

  —64→  


ArribaAbajoRelato


ArribaAbajo   «Trajinando afanosas, las hormigas
llenaron de comida el hormiguero
mientras una canción las alentaba
desde el guayabo, desde el jazminero.

Repitieron hormigas y cigarra  5
todo el verano igual comportamiento.
Y aún casi inconclusa la faena,
sin avisar, las visitó el invierno.

Protegidas del viento, las hormigas
calentitas gozaban de su almuerzo  10
cuando, hambrienta y desnuda, la cigarra
les mendigó hospedaje y alimento.

(No hay moralista que no mencionara
a esta ejemplar artista con desprecio;
—65→
que de tamaña mezquindad no hiciera  15
reiterativo, pertinaz ejemplo.)

No consiguió canjear por sus canciones
ni un bocado, ni un pobre alojamiento:
Dios la encontró aterida al pie de un árbol
y comprensivo la llevó hasta el cielo.  20

Desde entonces el coro de los ángeles
cuenta con su violín y sus arpegios».

Espero comprobar alguna vez
que este relato es cierto.

  —66→  


ArribaAbajoHay sitio para dos


ArribaAbajo   Qué importa que no valga ni un mendrugo
la canción;
que el invierno me obligue a recluirme
en un rincón:
Alguien acudirá que necesite  5
como yo
una escuálida letra, alguna sílaba
que Dios
deja olvidada o ex profeso en lo profundo
de nuestro corazón.  10

Si acaso algún hermano se aproxima
a guarecerse en este sitio hoy,
hay lugar suficiente aquí a mi lado
para dos.

  —67→  


ArribaAbajo2 de enero


ArribaAbajo    Tanto estéril afán, tanto ajetreo.
Tanto preparativo para nada.
Un 2 de enero más. Y están los pájaros
picoteando, maduras, las guayabas.
Los yuyos, siempre igual, sanos, crecidos,  5
insolentes enfrente de la casa.
Los mangos, amarillos, en el suelo.
Y un agresivo coro de cigarras.

Una canción a punto de brotar
se apretuja a la piel de la guitarra.  10
Mientras, mi nombre llega desde allá
como fiel melodía en su garganta.

El gato que me exige su menú;
y yo, como se dice: Muy bien; gracias.
—68→
Tanto estéril afán. Tanto ajetreo.  15
Tanto preparativo para nada:
ni duele, ni se siente, aunque se note.
Y siguen su concierto las cigarras.

  —69→  


ArribaAbajoHallazgo


ArribaAbajo   Como esas joyas que una vez guardamos
-valiosas y queridas-
y no las encontramos nunca más
-empecinadamente protegidas-,
había escondido lejos la esperanza,  5
tan herméticamente oculta de mí misma,
que al abrir esta tarde un viejo cofre
de cosas olvidadas por antiguas,
la encontré de repente.
Había estado al alcance de mi vista.  10

Y mientras tanto ¿dónde estuve yo?
¿Adónde, sin querer, dejé escapar la vida?

  —70→  


ArribaAbajoDe nada valen hoy


ArribaAbajo    De nada valen hoy
tu nombre ni tu voz:
mis labios, que olvidaron
de pronto su canción,
buscan desesperadamente  5
hallar el tono exacto de su voz.
Mis ojos, que perdieron
-vaya a saberse dónde- su visión;
precisan con urgencia
un buen farol.  10
Mis piernas necesitan
lo que se llama por ahí un bastón.
Y mis manos anhelan con urgencia
acariciar tranquilas una flor.

Discúlpame: No quiero  15
compartir mi cansado corazón.
—71→
Ya podremos mañana
pensar en el amor.

¿Te asombras? Considera
lo asustada que tengo que estar yo.  20
Definitivamente
aquí hay un grave error.

Pero mejor no indagues,
por favor.

  —72→  


ArribaAbajoLo dijo ya Gustavo Adolfo


ArribaAbajo   Jamás de lo que escriben estas manos
me ufano ni arrepiento.
Si así veo la verdad,
si así la siento,
la digo así,  5
porque así es como creo que hay que hacerlo.

Discúlpame si esperas algo más:
es que hace tiempo
sé que ninguno puede nunca dar
más que fragmentos  10
de lo que guarda dentro de la piel.
Y a veces, ni eso.

Cuando me ocurre así
es cuando más lo entiendo.
—73→
Perdóname. Te doy  15
muy poco. Es cierto.
(Un día lo dijo ya Gustavo Adolfo:
«¿Puedo dar más de lo que a mí me dieron?»)

  —74→  


ArribaAbajoRealidad


ArribaAbajo   No sé si habrá al final un vencedor.
Ignoro el argumento del litigio.

Cuando llegué, la vida estaba aquí,
en este mismo sitio,
con su polvo, su luz,  5
sus hojas, sus latidos.

De veras simplemente no entendí
el verdadero precio del olvido.
Y escogí, sin querer, por ignorancia,
un vocablo distinto.  10

Hoy que sé que es verdad
que existe y es mejor otro camino
¿cómo saber al fin que no conduce
de nuevo a un espejismo?

Perdóname. No voy.  15
Aquí me quedo. Y sigo.

  —75→  


ArribaAbajoNo lo sé


ArribaAbajo    A veces me pregunto
para qué
profano la blancura
del papel
cuando se me acurruca entre las sábanas,  5
segura, insobornable, la vejez.

Puede que hasta lo haga
sin querer.

¿Como quien llena de hoyos, impotente,
la pared  10
y entierra presurosa, aterrada,
su niñez?

¿Para apagar en sílabas
la sed
—76→
o lavar en palabras  15
los poros de la piel?

-Dicen que no hay más sitio
desde ayer,
y quizá ya no venga
ningún tren.  20

-No importa. Tengo mucho
por hacer.
Vete nomás. No indagues.
No lo sé.

  —77→  


ArribaAbajoSecretos de la profesión


ArribaAbajo   Según los pescadores, pican más
cuanto más consumada la experiencia.
Aunque afirman que ayudan los anzuelos
y una carnada propia a cada presa.
(El que sabe pescar; si sabe bien, sin falta pesca.)  5

Admitamos que en toda profesión
hay una tradición o una receta.
Y si no, que lo diga el cirujano
mientras serrucha omóplato o cabeza:
ha de verificar que estén después  10
hilos y bisturí sobre la mesa.

De abogados y de procuradores
siempre es la mala fama la sentencia.
La del que aguarda tras de los barrotes
pende de Su Excelencia.  15
—78→

Y a él no lo conmueve la balanza:
sólo exige paciencia,
ropa «apropiada» a la temperatura
y quizá alguna que otra reverencia.

Para un buen carpintero, las ventanas  20
valen más que las puertas.
Tal vez ha comprendido que el amor
se filtra por allí cuando hay pobreza
y no existe cerrojo que lo impida,
ni poema ni payé que lo retenga.  25
La lista es imposible siquiera de copiar
de tan extensa:

¿Regirá norma igual en este oficio?
¿Existirá una clave tan secreta
que es preciso buscarla día tras día  30
sangrando, letra a letra?

Porque lo ignoro aún, encontrarás
a tu disposición las cartas en la mesa.

  —79→  


ArribaAbajoPropósitos


ArribaAbajo   Pongámosle cerrojo a la ambición:
con un mazo de berro nos alcanza.
Y que remonte vuelo la ilusión:
de ser posible, le cosemos alas.
Demos permiso a la preocupación,  5
con vacaciones, si es preciso, pagas
(o, por si te interesa mi opinión,
dejémosla por siempre jubilada).

Destranquemos las puertas, el portón,
y mejor derribemos las ventanas:  10
que comience enseguida su misión
-aun vestida de rojo- la esperanza:
si hace falta pintar cada rincón
o todo sitio oscuro de la casa,
solamente le pido la atención  15
de que no me embadurne la nostalgia
—80→
fiel compañera de mi corazón
que alimenta, sincera, mi garganta
y fluye, cristalina, en mi canción
en pacíficas aguas.  20

Hay que poner candado a la ambición.
El sol es gratis. ¿Y con él no basta?

  —81→  


ArribaAbajoReivindicación


ArribaAbajo   Los héroes y las cosas
importantes
encuentran en la esquina
quien les cante.

Hoy me impuse un deber  5
claro y sencillo:
la reivindicación
de mi pocillo.

Hacía tanto tiempo
que en mi casa  10
lo había reemplazado
alguna taza.

Ahora que lo tengo
aquí delante
—82→
descubro que lo quiero  15
más que antes.

Se me había olvidado
la fragancia
del rico desayuno
de mi infancia.  20

¡Brindemos con café recién cebado
que mi pocillo está reivindicado!

  —83→  


ArribaAbajoElijo el amarillo


ArribaAbajo   Elijo el amarillo
y sé muy bien por qué: porque me gusta.

Que venga y desparrame
ante mi embelesada vista su hermosura.
Que se acueste debajo de las tazas;  5
que en mi reposo cubra
mi fatigada piel
antes de que estas letras la consuman.

Que llegue el amarillo y me contagie
su luminosa calidez profunda;  10
su vivir en las ramas, donde el viento
su melodía y su color modula.
O me dé en unos pétalos fragantes
la belleza que a veces se me oculta.
—84→
Amarillo: te abrazo  15
en unas breves notas inconclusas.
Y antes de que mancille la promesa
de no guardar, una palabra, oculta,
te confieso, feliz, públicamente,
que hace ya mucho tiempo que me gustas.  20

Elijo para siempre el amarillo,
porque me gusta. Sí. Porque me gusta.
Y nada importa que el real porqué
no lo conozca nunca.

  —85→  


ArribaAbajoHomenaje


al papel que utilizo,
a mi bolígrafo y mi papelera




ArribaAbajo   Debemos admitir que los humanos
cada vez más nos inventamos ritos,
y en cada cual usamos diferentes
aunque muy similares utensilios.

Cuando me interno en aguas peligrosas  5
conservo en mi ritual lo conocido.
Y en este afán de antigua labradora,
cuasialquimista en este viejo oficio,
con una enorme papelera fiel,
papel, papel, entero, en pedacitos,  10
y, sobre todo, por velocidad,
un buen bolígrafo
negro, azul, colorado,
verde... o amarillo,
voy de acá para allá  15
—86→
acumulando pentagrama y trino
como éste, que pretendo un homenaje
a unos fieles amigos.

  —87→  


ArribaAbajoBaratijas


ArribaAbajo   Supongo que son cosas de la edad
andar de confidencia en confidencia
como algún vendedor de baratijas
golpea, ofreciéndolas, de puerta en puerta.

Acaso ya conozcas de memoria  5
este infantil temor a las tormentas,
mi fervoroso amor a la palabra
hermosa y verdadera,
mi vieja admiración por las alondras
y mi absoluta falta de experiencia.  10

Entonces, no te asombra ni mi absurda
pasión de trajinar entre las piedras
a ver si encuentro por ahí extraviada
una olvidada estrellas
—88→

Y tampoco te extraña que al crepúsculo  15
que invade los rincones de la pieza
yo lo acompañe con mis baratijas
y golpee a tu puerta.

  —89→  


ArribaAbajoMiedo


ArribaAbajo   Puedo vivir mis días
con pies cansados y zapatos rotos.
Pero nunca escuchar
lo que un día quizá hablarán tus ojos
mirándome soberbios,  5
desconocidos, hoscos.

Decir que tengo miedo,
sinceramente, es poco.
Y admitirlo resulta
innecesariamente doloroso.  10

Es ya vieja costumbre
el contártelo todo.

Y un buen día lo sabrás
de todos modos.

  —90→  


ArribaAbajoCenizas


A Cecilia, cuyas manos intentan modelar
la verdadera forma de las cosas.




ArribaAbajo Quiero mirar tus manos
inundadas del alma de la arcilla.
Que brote la hermosura
como perpetuamente alrededor brota la vida.

Que liberen tus manos esa magia  5
en el lodo escondida:
dale fragancia y fuego.
Y al borde del arroyo de tu risa,
abrazando la tierra,
con ella con tus ansias confundida,  10
ahuyenta entre tus manos
las cenizas.

  —91→  


ArribaAbajoBrevísimo informe


A mi superior




ArribaAbajo   Ninguna novedad. Todo está en orden.
No hay casi variación esta mañana:

tras breve lucha con la oscuridad
me ofrecen su hermosura las palabras.
Y depende de mí  5
lo que suceda dentro de esta casa.

De modo que me resta desear
que todo siga igual. Y muchas gracias.

  —92→  


ArribaAbajoA veces


ArribaAbajo   A veces me emociona
la pertinaz dureza de la piedra.

A veces me encandila
la luz del corredor, o alguna estrella.

A veces me amedrenta  5
la verdad que borbota en un poema.

A veces necesito
decir amor o una palabra que se le parezca.

A veces. Sólo a veces.
Y pensarlo nomás me da una pena...  10

  —93→  


ArribaAbajoLiberación


ArribaAbajo   Si pudiese arrancarme de una vez
de la garganta
las notas que me exigen revivir
fuera de mí, completo, el pentagrama,
con chispa, pedernal,  5
ceniza y llamarada.

Si pudiera entregarte de una vez
las sílabas de todas las palabras,
y quedarme por fin
definitivamente liberada:  10
mirar, tranquilamente, en el ocaso,
la vida que se escapa
y quedarme impertérrita,
callada...

  —94→  


ArribaAbajoConsuelo


A Hugo Rodríguez Alcalá




ArribaAbajo    Cómo hubiese querido
la fragante hermosura de la rosa;
su persistente generosidad,
la colorida piel de su corola.

Pero no atada allí, de sol a sol  5
aguardando en la cárcel de su aroma.

Quizá hubiese querido
el trino inimitable de la alondra;
entre rama y rocío
sobre el viento construir la casa propia.  10

Pero acaso estaría
lastimada, escondida entre la fronda:
quien en trinos entona la verdad
suele pronto ser ave de alas rotas.
—95→

Quizá hubiese querido  15
ser viento que del norte se remonta
y libremente viaja
hacia los claros valles de la aurora.

Pero andaría por ahí extraviada,
dando tumbos, golpeándome en las rocas.  20

Quizá hubiese querido
ser puro manantial de claras gotas;
y de aguas cristalinas
ser incansablemente portadora.

Pero jamás he sido  25
muy transparente, ni madrugadora:
la seca es en verdad perjudicial;
y sin control, el agua se desborda.

¿Comprendes? No tenía más remedio
que usurpar la misión de embajadora.  30

Sólo así me consuelo de envidiar
la belleza, agresiva, de la rosa,
—96→
y olvido que no es mía la canción
que un pajarito canta de memoria.

Mientras viajo, cumpliendo mi labor  35
por las bellas comarcas del idioma,
mejor no intentes mi destitución:
sólo muerta silencian a una alondra.

  —97→  


ArribaAbajoMi último poema


ArribaAbajo   He intentado mil veces escribir
mi último poema.
Decir: «Bueno. Hasta aquí llegó mi amor.
Borrón y cuenta nueva».

De cuanto material imaginable  5
con estas manos levanté barreras
que obstruyesen el fluir de alguna sílaba.
Y ella se me ha filtrado como fuera.

He intentado mil veces escribir
un último, bellísimo poema.  10
Decir adiós así. Y dedicarme
antes que sea más tarde, a otras faenas.

Pero no hay exorcista que me arranque
de raíz (cual se extirpa la maleza
—98→
después de que la lluvia haya impregnado  15
generosa, la tierra),
esta fiebre de ser en la palabra;
el abrazarme ansiosa a cada letra.

Es cierto que jamás me ha sido fácil
con fe de carbonera  20
husmear por los rincones de la casa;
perseguir telaraña y polvareda
con el mismo vigor con el que incurro
en fabricar quimeras
mientras, heridas de aire, las burbujas  25
se me escurren, camino a las estrellas.

Mil veces lo he intentado. Y he perdido:
mi último poema
es hoy éste que aún bajo el bolígrafo,
sobre el extremo libre de la mesa,  30
se mofa del clamor de la vajilla
que me exige su ducha de la siesta.

  —99→  


ArribaHasta mañana


Arriba    Y basta ya por hoy.
Dense la mano
amor y desamor,
dicha y congoja.

Tampoco a mí, sabrás, me ha sido fácil  5
recolectar las hojas
y conservar las manos
libres de escoria.

Sí. Basta ya por hoy.
Hasta mañana.  10

Entreguémonos, libres,
mansamente a las sombras.