Hace mucho tiempo, en un castillo vivían un rey y una reina que deseaban tener hijos, pero no lo conseguían. Pasó el tiempo y la reina quedó embarazada. Los dos estaban muy contentos. Nació así una princesita preciosa.

El rey, que estaba muy orgulloso, avisó a todo su pueblo de que la princesita ya había nacido y todos se pusieron muy contentos.

Tres hadas buenas fueron a visitar a la princesa: la primera le concedió el don de la belleza, la segunda le concedió el don de bailar muy bien y cuando la tercera iba a concederle su don apareció un hada mala que dijo: -¡Os habéis olvidado de mí! Ahora lanzaré un maleficio a la princesa. Cuando cumpla dieciséis años se pinchará con una aguja y se morirá. Y se fue corriendo.

El rey se quedó muy preocupado, pero el hada que faltaba por concederle el don a la princesita le dijo:

-Tranquilo, no morirá, solamente caerá en un profundo sueño. Con el paso de los años un príncipe la encontrará y la despertará.

El rey, que seguía muy preocupado, ordenó que todas las agujas del reino se quemaran.

La princesa creció, y el día que cumplía dieciséis años estaba paseando por el castillo, curioseando por las habitaciones y vio en una de ellas a una mujer mayor que estaba hilando en una rueca. Como nunca había visto una aguja la princesa la vio extrañada y le dijo:

-¿Qué es eso?

Y la vieja le dijo: -¿No lo has visto nunca? Tócala, tócala.

La princesa la tocó, pero se pinchó y cayó dormida. La vieja empezó a reírse, se transformó en el hada mala, y se marchó corriendo.

Las tres hadas buenas se enteraron y fueron a ver a la princesa, pero la princesa estaba dormida. El rey se puso muy triste; entonces las hadas decidieron dormir a todas las personas del reino.

Pasaron los años, y un día un príncipe muy joven iba por el bosque montado en su caballo, cuando de repente vio un castillo abandonado entre los árboles caídos, sintió curiosidad y entró. En el castillo vio a la princesa que estaba preciosa durmiendo en su lecho, rodeada de flores. El príncipe se acercó a verla y le dio un beso en los labios.

La princesa despertó y, al mismo tiempo, el resto del pueblo y los reyes también despertaron. Todos estaban muy contentos. El príncipe y la princesa se enamoraron y se casaron y vivieron muy felices.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.