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Biblioteca de Literatura Infantil y Juvenil

Hansel y Gretel - videoteca Ficha de la obra

Hace mucho tiempo, había una familia muy pobre que tenía dos hijos, un niño que se llamaba Hansel y una niña que se llamaba Gretel. Ellos vivían en el bosque. Todos los días, los dos niños iban al bosque con su papá a recoger leña. Un día, cuando los tres iban camino del bosque a recoger ramas de árboles, troncos... el papá vio a los niños y les dijo:

-No os despistéis porque os podéis perder, tened mucho cuidado.

Los dos niños no hicieron caso a su padre, siguieron jugando y se fueron apartando del camino. Estaban muy contentos, cantando, cogiendo leña. De repente, la niña vio que su padre había desaparecido. El niño, muy asustado, empezó a llorar. La niña le dijo:

-Tranquilo, yo soy muy valiente, pero no sé cuál es el camino de vuelta. Vamos los dos a buscar el camino, lo encontraremos seguro.

Y así fueron andando por el bosque muertos de miedo. Fue anocheciendo y cada vez tenían más miedo. Andando por el bosque, de repente, vieron una casa extraordinaria. Se acercaron, miraron por la ventana y vieron que estaba vacía. Se dieron cuenta de la casa tenía ladrillos de chocolate, el tejado era de mazapán y los cristales de la ventana de caramelo. Era muy rara. Como los dos estaban muertos de hambre, cogieron un ladrillo de chocolate y pensaron: si nos lo comemos, no pasará nada, y así hicieron, se lo comieron. Estaba buenísimo. Vieron la puerta, se acercaron, la abrieron y, al entrar, mirando alrededor, viendo  que había una gran olla al fuego cociendo algo, había una jaula y también había botes de cristal llenos de gusanos asquerosos. Cuando estaban mirando, de repente, oyeron una risa atronadora, se giraron y vieron una bruja muy fea que venía volando en una escoba mágica y entraba en la casa. Cerró la puerta con llave, cogió al niño, lo metió en una jaula y lo cerró con llave.

La llave, la guardó en el bolsillo. Los niños estaban muertos de miedo, muy  asustados.

-¿Pensabais que os ibais a comer mi casa? Pues no, yo te voy a comer a ti, niño. Pero veo que estás muy flaco, ahora no te puedo comer, cuando estés más gordo, te comeré.

Los niños estaban muy asustados. La niña se pasaba todo el día limpiando la casa, sin descansar, barriendo, limpiando… La bruja alimentaba sin parar al niño, que no paraba de comer. Pasó el tiempo y, un día, la bruja le dijo al niño:

-A ver, enséñame el brazo. El niño, asustado, se puso a pensar y, de repente, tuvo una idea, porque era un niño muy listo. Se dio cuenta de que la bruja veía muy poco y pensó: La voy a engañar.

Cogió un hueso de pollo, lo sacó entre las rejas y se lo enseñó. La bruja lo tocó y muy enfadada dijo:

-Todavía está muy delgado, no ha engordado ¡Qué rabia! Le voy dar mucha más comida.

Pasaron los días y la bruja le dijo a la niña:

-¿Qué le pasa a tu hermano? No engorda, sigue muy delgado. Yo no paro de darle comida, lo alimento igual que a un rey. Voy a pensar otra forma de comérmelo.

Y se le ocurrió que se lo iba a comer al horno. Le dijo a la niña:

-Enciende el fuego, ¿vale?

-Sí, sí, sí -contestó la niña.

Mientras la bruja preparaba la comida, la niña no hacía nada. Le dijo:

-¿Qué haces? ¿A qué esperas?

La niña, pensando, tuvo otra idea. Le dijo:

-Es que no sé encender el fuego.

-¿No sabes? Estás boba. Fíjate: primero se mete la leña, después se enciende el fuego y soplas para avivar las llamas ¿Lo ves?

Mientras la bruja estaba terminando de preparar el horno, la niña le quitó la llave del bolsillo, le dio una patada en el culo, sacó a su hermano de la jaula con la llave y los dos se montaron en la escoba mágica.

Salieron de la casa volando y llegaron a casa de su papá. Su padre, al verlos emocionado, les dio un abrazo.

A partir de ese momento, los niños usaban la escoba mágica para ir de pueblo en pueblo vendiendo leña, así nunca más pasaron hambre. Los niños también aprendieron que se no puede confiar en las personas desconocidas porque a veces las apariencias engañan.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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