Rosalía de Castro está considerada la escritora más importante de la literatura gallega. Nació en el año 1837 en Santiago de Compostela de la relación entre una mujer y un sacerdote.

Se sabe muy poco de su infancia y formación, salvo que desde muy joven mostró gran talento para hacer versos y que escribió sus primeros poemas muy pronto, a los 12 años.

Vivió con su madre en el pueblo de Padrón y en Santiago de Compostela. En 1856 viajó a Madrid donde conoció a su futuro marido Manuel Martínez Murguía.

Su primer libro de poemas se titula La flor y se publicó en 1857. Un año después se casó. Con el tiempo, el matrimonio tuvo 7 hijos y, aunque Rosalía vivió dedicada a su familia, fue su marido quien la animó a publicar sus obras. 

En 1859 publicó su primera novela, La hija del mar, y en 1863 su primer libro en gallego, Cantares gallegos, que constituye el primer libro escrito en gallego en una época en la que esa lengua estaba casi extinguida como lengua escrita. Algunos de sus escritos provocaron gran polémica en la época porque denunciaban situaciones injustas sobre la condición femenina, sobre la diferencia de trato según las clases sociales en Galicia, etc.

En 1880 Rosalía publicó su obra más importante, Follas novas. Este libro, junto a las publicaciones de Bécquer, supone el inicio de la poesía moderna española. En Follas novas ve el mundo como algo terrible y trata el dolor de la existencia humana.

A lo largo de su vida, Rosalía de Castro publicó sus poemas en importantes revistas de la época. Muchos de estos poemas fueron recogidos en 1884 en su libro En las orillas del Sar. 

En su obra aparece la tristeza como manifestación sustancial del alma humana y es que no hay nadie como Rosalía para plasmar la esencia melancólica del sentir gallego. En su poesía puede haber alegría sin límites pero siempre aparece el dolor de los que no tienen nada, de la desilusión, del desamor o de la emigración.

Rosalía de Castro murió a los 48 años y fue enterrada en un pueblo pero años después sus restos fueron exhumados y trasladados con solemnidad a Santiago de Compostela, donde reposan en la actualidad en un mausoleo hoy convertido en Panteón de Gallegos Ilustres.