Jornada I
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Salen AURISTELA y
ARNESTO,
viejo.
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ARNESTO |
Ya es
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ociosa pregunta esa. |
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ARNESTO |
Como ya se sabe
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que está... |
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(Corre una cortina, y véese CASIMIRO sentado, con un
pañuelo en los ojos.)
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AURISTELA |
Retírate y no hagas más ruido, |
5 |
que pues que, sin que me sienta, |
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hasta aquí llegué, he de ver |
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destos canceles cubierta, |
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si por dicha o por desdicha |
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es posible que algo entienda |
10 |
de sus tristezas, fïando |
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a sus solas sus tristezas |
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-fol. 94r- |
algún cuidado a los ojos, |
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o algún descuido a la lengua. |
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ARNESTO |
Bien podrá ser, pero mucho |
15 |
lo dudo, según en esta |
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galería, que del Tanais |
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sobre la orilla le asienta, |
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siempre encerrado, ni habla, |
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ni ve, ni escucha, ni alienta. |
20 |
(Vase.)
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AURISTELA |
Con todo eso he de deber |
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a mi amor esta experiencia, |
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y pues entre sí suspira, |
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quiero escuchar de más cerca. |
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CASIMIRO |
Quien tiene de qué quejarse, |
25 |
¿qué mal hace, si se queja? |
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Porque el delito del llanto |
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quita el mérito a la pena. |
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Así yo, porque de mí |
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celos mi dolor no tenga, |
30 |
aun al labio he de impedirle |
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que respirar me consienta, |
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por más que el volcán del
pecho, |
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(Levántase y
paséase.)
|
por más que del alma el Etna, |
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al aire de mis suspiros |
35 |
fuego apague y nieve encienda. |
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Muera pues... Mas ¿quién
aquí |
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está? |
(Llega donde
está.)
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CASIMIRO |
¿Auristela?
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¿Tú en acecho a mis locuras? |
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AURISTELA |
¿Cuándo, Casimiro, atenta |
40 |
a la pasión que te aflige, |
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al dolor que te atormenta, |
|
pendiente no estoy de todas |
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tus acciones por si fuera |
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tal vez posible inferirlas, |
45 |
para procurar ponerlas, |
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si no medios que las sanen, |
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alivios que las diviertan? |
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Y ya que hoy, más declarada |
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que otras veces, mi fineza |
50 |
me ha descubierto el acaso |
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con que a esta parte te acercas, |
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no he de volverme sin que |
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mi fe y mi amor te merezcan |
|
alguna breve noticia. |
55 |
Y para que te convenzas |
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de mi ruego, o de mi llanto, |
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he de usar de una cautela, |
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que es ponerte en el paraje |
|
de mi estado, porque tengas |
60 |
andado el medio camino, |
|
que no es poca diligencia |
|
a quien perdido se halla |
|
guiarle hasta dar con la senda. |
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Del tercero Casimiro |
65 |
de Rusia quedaste, en tierna |
|
edad, sucesor, gozando |
|
conmigo en la primavera |
|
de nuestros infantes años, |
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la más noble, más suprema |
70 |
provincia del norte, pues |
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siempre ceñidas las bellas |
|
sienes de laurel y oliva, |
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es en sus dos academias |
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el certamen de las almas, |
75 |
y el batallón de las ciencias; |
|
bien que, de tanto esplendor, |
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fue pensión la antigua guerra |
|
de aquel heredado odio |
|
que hay entre Rusia y Suevia, |
80 |
a cuya causa, queriendo |
|
Adolfo, su anciano César, |
|
gozar la ocasión de verte |
|
sin manejo ni experiencia |
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de militar disciplina, |
85 |
intentó invadir tus tierras |
|
en tu primer posesión, |
|
cuyos estragos acuerdan |
|
desmanteladas ciudades, |
|
en polvo y ceniza envueltas. |
90 |
En esa edad fue a los dos |
|
ponernos en fuga fuerza, |
|
porque el rencor no acabase |
|
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-fol. 94v- |
con la sucesión excelsa |
|
de los coronados duques |
95 |
de Rusia; y así la cuerda |
|
política de los jueces, |
|
que gobernaban en nuestra |
|
pupilar edad, dispuso |
|
que yo, fiada a la inclemencia |
100 |
del Tanais, pasase a Gocia1 |
|
a criarme en la tutela |
|
de Gustavo, nuestro tío; |
|
y tú, porque con su ausencia |
|
la lealtad no peligrase, |
105 |
sin que de vista te pierdas, |
|
te retirases al duro |
|
corazón de las soberbias |
|
entrañas del Merque, cuyas |
|
nunca penetradas breñas |
110 |
fuesen tu sagrado puesto; |
|
que muro que hizo defensa |
|
contra las fuerzas del tiempo, |
|
¿qué no hará contra otras
fuerzas? |
|
Dejemos en este estado, |
115 |
yo entre estremos, tú entre
peñas, |
|
tu crianza y mi crianza; |
|
dejemos también con ella |
|
los asedios, los asaltos, |
|
las desdichas, las miserias, |
120 |
que tras sí arrastra ese horrible |
|
monstruo, esa sañuda fiera, |
|
que de solo vidas de hombres |
|
y caballos se alimenta. |
|
Y vamos a que entre tanto |
125 |
terror, siendo en tu primera |
|
cuna, tus gorjeos las cajas, |
|
tus arrullos las trompetas, |
|
creciste tan invencible |
|
hijo de Marte, que apenas |
130 |
pudiste, ocupando el fuste, |
|
tomar el tiento a la rienda, |
|
ni la noticia al estribo, |
|
cuando calzada la espuela, |
|
trenzado el arnés, el asta |
135 |
blandida, empezaste, en muestra |
|
de que eras rayo oprimido, |
|
a herir con mayor violencia; |
|
bien como el que apasionado |
|
de tupida nube densa, |
140 |
cuanto más temido tarda, |
|
tanto más veloz revienta. |
|
Cinco campales batallas |
|
lo digan, díganlo, vueltas |
|
a tu primero dominio, |
145 |
diez ciudades; y si ellas |
|
no bastan, dígalo yo, |
|
que en fe de que tus fronteras |
|
ya resguardadas estaban, |
|
di a sus umbrales la vuelta, |
150 |
no tanto atenta al cariño |
|
de la patria, cuanto atenta |
|
a no sé qué vanidad |
|
de mi heredada nobleza; |
|
pues muriendo nuestro tío, |
155 |
no me pareció decencia |
|
de mi decoro durar, |
|
ni huéspeda, ni estranjera, |
|
en poder de Sigismundo, |
|
joven de tan altas prendas |
160 |
como publica la fama, |
|
llena de plumas y lenguas; |
|
mayormente cuando el vulgo, |
|
monstruo también, que de nuevas |
|
se mantiene, dio en decir |
165 |
que sería congruencia |
|
de todos casar conmigo, |
|
cuya voz me dio más priesa, |
|
¡ha, tirano!, porque cuando |
|
eso con mi gusto sea, |
170 |
no se presuma de mí, |
|
que fue mi casamentera |
|
la ocasión, y así previne |
|
qué medios y conveniencias |
|
se traten desde tu casa, |
175 |
porque si le admito, vean |
|
que es porque me pide y no |
|
|
-fol. 95r- |
porque en su poder me tenga. |
|
Pero esto ahora no es del caso, |
|
y así, cobrada la hebra |
180 |
al hilo de tus vitorias, |
|
a atar el discurso vuelva. |
|
Desde aquella, pues, adusta |
|
edad vencedor, hasta esta |
|
joven edad, continuadas |
185 |
las generosas empresas |
|
de tu siempre invicto aliento, |
|
llegaste a la más suprema |
|
que pudo ofrecerte el culto |
|
de esa vana deidad ciega; |
190 |
que sean dichas u desdichas |
|
lo que empieza a dar, aumenta. |
|
Esta última vitoria |
|
(de quien con tantas tristezas |
|
vuelves, debiendo volver |
195 |
con más generosas muestras |
|
de vencedor que vencido) |
|
lo publique, y pues en ella, |
|
empeñado a solo un trance |
|
todo el resto de ambas fuerzas, |
200 |
en aplazada batalla |
|
de poder a poder, llegas |
|
a coronarte triunfante |
|
con tan singular proeza, |
|
como que Adolfo a tus manos |
205 |
muerto en la campaña queda, |
|
todas sus güestes vencidas, |
|
todas sus armas deshechas, |
|
¿qué pasión hay que te
postre? |
|
¿Qué dolor hay que te venza? |
210 |
Y más cuando a Suevia ya |
|
tan poca esperanza resta |
|
para volver sobre sí; |
|
pues tarde o nunca Cristerna, |
|
de Adolfo heredera hija, |
215 |
podrá... |
|
|
CASIMIRO |
Suspende la lengua,
|
|
no la nombres, calla, calla; |
|
no la acuerdes, cesa, cesa. |
|
¿Pero qué digo? ¿Qué
afecto |
|
comunero de mi idea |
220 |
me amotina el vasallaje |
|
de sentidos y potencias, |
|
obligándoles que rompan |
|
con desmandada obediencia |
|
la ley del silencio? ¡Oh, nunca |
225 |
traidoramente halgüeña |
|
hubieras, como dijiste, |
|
puesto a un perdido en la senda!, |
|
porque nunca hubiera yo, |
|
complacida tu cautela, |
230 |
declarádome al mirar |
|
cuanto de mí me enajena, |
|
cuanto tras sí me arrebata |
|
solo el nombre de esa fiera. |
|
¡Mas, ay!, que al de la justicia, |
235 |
¿qué delincuente no tiembla? |
|
Y ya, ¡ay infeliz!, y ya |
|
que no es posible que pueda |
|
retractar la voz, que tiene |
|
no sé que cosas de piedra, |
240 |
que disparada una vez |
|
no hay como a cobrar se vuelva; |
|
oye y válgate tu maña; |
|
pero con tal advertencia |
|
que lo que escuche el oído, |
245 |
no lo ha de saber la lengua. |
|
Después que en contadas marchas, |
|
Adolfo y yo la ribera |
|
ocupamos del Danubio, |
|
frente haciendo de banderas, |
250 |
él lo intrincado de un monte, |
|
yo lo inculto de una selva; |
|
atentos los dos a un mismo |
|
principio de toda buena |
|
disciplina militar, |
255 |
estuvimos en suspensa |
|
acción, procurando entrambos |
|
saber por sus centinelas |
|
los movimientos del otro, |
|
en cuya quietud inquieta |
260 |
|
-fol. 95v- |
solo eran guerra galana |
|
las escaramuzas diestras. |
|
En esta, pues, pausa astuta, |
|
porque hay precepto que enseña |
|
que flemática ha de ser |
265 |
la cólera de la guerra, |
|
estábamos, cuando supe |
|
de no sé qué espía
secreta, |
|
que Cristerna... Pero antes |
|
que llegue a hablarte en Cristerna, |
270 |
es bien que te la difina, |
|
porque lo que diga della |
|
no haga escándalo, sabiendo |
|
en qué condición te asienta. |
|
Es Cristerna tan altiva |
275 |
que la sobra la belleza. |
|
¡Mira si la sobra poco |
|
para ser vana y soberbia! |
|
Desde su primer infancia |
|
no hubo en la inculta maleza |
280 |
de los montes, en la vaga |
|
región de los aires, fiera |
|
ni ave que su piel redima, |
|
ni que su pluma defienda, |
|
sin registrar unas y otras |
285 |
en el dental de sus puertas, |
|
ya desplumadas las alas, |
|
ya destroncadas las testas. |
|
No solo, pues, de Diana |
|
en la venatoria escuela |
290 |
dicípula creció; pero, |
|
aunque en la altivez severa |
|
con que de Venus y Amor |
|
el blando yugo desprecia. |
|
No tiene príncipe el norte |
295 |
que no la idolatre bella, |
|
ni príncipe tiene que |
|
sus esquiveces no sienta, |
|
diciendo que ha de quitar |
|
sin que a sujetarse venga, |
300 |
del mundo el infame abuso, |
|
de que las mujeres sean |
|
acostumbradas vasallas |
|
del hombre, y que ha de ponerlas |
|
en el absoluto imperio |
305 |
de las armas y las letras. |
|
Con esta noticia agora |
|
caerá mejor lo que aquella |
|
espía me dijo, y fue |
|
que habiendo movido levas |
310 |
a un tiempo en todo su Estado, |
|
venía a reclutar con ellas |
|
las tropas de Adolfo, siendo |
|
su capitana ella mesma. |
|
Yo, viendo cuánto preciso |
315 |
tan último esfuerzo era |
|
ser numeroso, antes que |
|
todo a incorporarse venga, |
|
se prefiere la batalla, |
|
dejando, por la desierta |
320 |
campaña al frondoso abrigo, |
|
en orden mi gente puesta. |
|
Bien quisiera él no acetarla, |
|
según tibio en la aspereza |
|
del monte esperó a que yo |
325 |
le embistiese dentro della. |
|
Hícelo así, y de primero |
|
abordo fue tal la fuerza |
|
del ataque, que ganadas |
|
las surtidas que había hechas |
330 |
en el recinto de algunas |
|
cortaduras y trincheras, |
|
cuya movediza broza |
|
era su entrada encubierta, |
|
en desorden la vanguardia |
335 |
se puso, y una vez esta |
|
rota, ella misma tras sí |
|
llevó las demás defensas. |
|
Con que mezclada mi gente |
|
ya con la suya, en la esfera |
340 |
del cuerpo de la batalla, |
|
adonde estaban las tiendas, |
|
corte de Adolfo, me hallé |
|
casi apoderado dellas, |
|
|
-fol. 96r- |
si el batallón de su guarda, |
345 |
según las heroicas señas |
|
de los grabados arneses, |
|
plumas y bandas, no hiciera, |
|
con desesperado empeño, |
|
la última resistencia. |
350 |
Disputábase el relance, |
|
cuando vimos en la sierra, |
|
de infantes y de caballos |
|
coronarse la eminencia. |
|
Reconoce su socorro |
355 |
su gente, sin que la nuestra |
|
por eso el tesón dejase |
|
el alcance, de manera |
|
que a un mismo tiempo unas tropas |
|
con la oposición se alientan; |
360 |
otras, con las auxiliares |
|
armas que miran tan cerca, |
|
se reparan, y otras, viendo |
|
a cuán buena ocasión llegan, |
|
aceleradas avanzan; |
365 |
entre cuyas tres violencias |
|
quiso, no sé si mi dicha |
|
o mi desdicha, que hubiera |
|
puesto los ojos en un |
|
caballero, por las señas |
370 |
que de particular daba, |
|
coronada la cimera, |
|
sobre un peñasco de acero, |
|
de plumas blancas y negras. |
|
Él, no sé si con el mesmo |
375 |
deseo, mas con la mesma |
|
acción, a mí se adelanta, |
|
y echadas ambas viseras |
|
cala el can, y calo el can, |
|
y al torno de media vuelta, |
380 |
con dos preguntas de fuego |
|
habló el plomo en dos respuestas. |
|
Fue más dichosa la mía, |
|
pues repitió el eco della: |
|
«¡ay de mí!»,
desamparando |
385 |
borrén, fuste, estribo y rienda. |
|
Parecerate que estás |
|
oyendo alguna novela, |
|
y más si dijese agora |
|
que Adolfo, por las caderas |
390 |
del caballo, vino a dar |
|
casi a los pies de Cristerna, |
|
que entonces llegaba; pues |
|
no hermana te lo parezca, |
|
porque tal vez hay verdades |
395 |
que parece que se inventan. |
|
Reconoce las divisas, |
|
y sañudamente fiera, |
|
por pasar a la venganza, |
|
no se embaraza en la ofensa. |
400 |
¡Oh, quién supiera pintarla! |
|
Mas será impropriedad necia |
|
detenerme ahora en decir |
|
que (o porque no la afligiera |
|
la sobrevista, o vencer |
405 |
con la ventaja más cierta |
|
de dejarse ver) traía |
|
sobre las doradas trenzas |
|
sola una media celada, |
|
a la borgoñota puesta, |
410 |
una hungarina, o casaca, |
|
en dos mitades abierta, |
|
de acero el pecho vestido |
|
mostraban, de cuya tela |
|
un tonelete, que no |
415 |
pasaba de media pierna, |
|
dejaba libre el vestido |
|
de la bota y de la espuela. |
|
Esta, pues, nueva Tomiris, |
|
esta, pues, Floripes nueva, |
420 |
desempeñara el acaso |
|
de la pasada tragedia, |
|
si al avance de su gente, |
|
y opósito de la nuestra, |
|
no se interpusiera obscura |
425 |
la enmarañada tiniebla |
|
de la noche, en cuyo espacio, |
|
aprovechada la tregua, |
|
|
-fol. 96v- |
pareció a sus generales, |
|
que a Fusa, primera fuerza |
430 |
defensible de su Estado, |
|
se retirase, y con ella |
|
el real cadáver de Adolfo, |
|
en cuyas aras funestas |
|
la jurasen reina, antes |
435 |
que sin jurarla pudiera |
|
el trance de una batalla |
|
aventurar la obediencia; |
|
mayormente en reino donde |
|
tan poco ha que fue depuesta |
440 |
la Salia ley, que dejaba |
|
desheredadas las hembras. |
|
Dejose vencer forzada, |
|
de suerte que, cuando tierna |
|
la aurora, en fe del estrago, |
445 |
sobre la teñida yerba |
|
salió llorando a otro día |
|
granates, en vez de perlas, |
|
hallé la campaña franca, |
|
de mil despojos cubierta, |
450 |
con que canté la vitoria; |
|
mas con tan gran diferencia, |
|
como cantarla llorando, |
|
según vivamente impresa |
|
en mi ofuscada memoria |
455 |
quedó la imagen de aquella, |
|
ni sé si Venus, ni Palas, |
|
mas Palas y Venus era, |
|
tomando de una la ira |
|
y de otra la belleza. |
460 |
Si me persuado a que puedo |
|
olvidar, la acción es necia, |
|
loca acción si me persuado |
|
a que puedo merecerla; |
|
de suerte que yo rendido |
465 |
y ella ofendida, no queda |
|
otro medio a mi esperanza |
|
que morir de mi tristeza, |
|
supuesto que en dos estremos, |
|
de odio y amor, llanto y queja, |
470 |
rencor y agrado, venganza |
|
y piedad, dolor y ofensa, |
|
siendo fuerza que yo adore |
|
y fuerza que ella aborrezca, |
|
no es tratable a mis desdichas, |
475 |
ni olvidarla, ni quererla. |
|
|
|
AURISTELA |
Aunque tan estraños son |
|
los sucesos que me cuentas, |
|
yo no he de rendirme a que |
|
mis esperanzas no tengan, |
480 |
por cuanto pudiera ser, |
|
que esos afectos abrieran |
|
el paso a una universal |
|
paz hoy del norte. |
|
|
CASIMIRO |
Aunque sea
|
|
forzado consuelo, basta |
485 |
pensar que consuelo sea, |
|
para que el alma le estime. |
|
|
|
|
(Sale ROBERTO.)
|
ROBERTO |
Un soldado, por las señas |
|
deste anillo, dice que |
|
le des de hablarte licencia. |
490 |
|
|
CASIMIRO |
Dile que entre. Este soldado |
|
es el espía, Auristela, |
|
de quien sé cuanto allá pasa. |
|
|
|
ROBERTO |
No alabes la diligencia, |
|
que tampoco falta aquí |
495 |
quien dé allá de todo cuenta. |
|
Tomad y llegad, soldado. |
|
|
|
|
(Sale TURÍN, y vase ROBERTO.)
|
|
CASIMIRO |
Con bien vengas.
|
|
Llega a mis brazos. |
|
|
|
|
TURÍN |
Que merecen las nuevas
|
500 |
que traigo ese porte. |
|
|
CASIMIRO |
¿Pues
|
|
qué hay? ¿Qué dudas?
¿Qué recelas?2 |
|
Habla, que mi hermana puede |
|
oír cuanto decir quieras. |
|
|
|
TURÍN |
Yo lo agradezco, porque |
505 |
también le toca a su alteza |
|
|
-fol. 97r- |
mucha parte en mis noticias. |
|
|
|
|
|
|
TURÍN |
Oye atenta.
|
|
Después que a Fusa, señor, |
|
retiró el campo Cristerna, |
510 |
y que al cadáver de Adolfo |
|
se hicieron reales exequias, |
|
mezclando a un tiempo el Estado |
|
dos acciones tan diversas, |
|
como fúnebre y festivo, |
515 |
allí la juró por reina. |
|
Apenas miró en su frente |
|
la corona, cuando puesta |
|
en pie, la mano en la espada, |
|
dijo en voz desta manera: |
520 |
«Yo, Cristerna, a quien leal |
|
admite y jura Suevia, |
|
como a legítima hija |
|
de Adolfo, acepto la herencia, |
|
no tanto del reino, cuanto |
525 |
del dolor de su tragedia; |
|
y así hago pleito homenaje |
|
sobre estas aras sangrientas, |
|
de no darle sepultura |
|
hasta que vengada vea |
530 |
lavar su sangre con sangre |
|
del agresor de su ofensa. |
|
Y aunque nunca al matrimonio |
|
di plática, porque vea |
|
el mundo cuánto tras ti |
535 |
esta esperanza me lleva, |
|
mi mano le ofrezco al noble |
|
que le mate o que le prenda, |
|
y al no noble cuantos puestos, |
|
mercedes y honras pretenda. |
540 |
Y porque otras veces vieron |
|
los teatros de la guerra |
|
ser el delincuente mismo |
|
el que se entregue a cautela |
|
de ser él el perdonado, |
545 |
para que esto no acontezca, |
|
a Casimiro de Rusia, |
|
duque, excepto porque sepa |
|
que no le valdrá, cerrando |
|
a lo ya visto la puerta.» |
550 |
Hasta aquí, señor, contigo |
|
mi noticia habló, y ahora entra |
|
lo que a Auristela le toca, |
|
y es que a este tiempo en la iglesia |
|
de Sigismundo de Gocia, |
555 |
entró en busca de Cristerna |
|
un embajador, pidiendo |
|
de paz paso por sus tierras, |
|
que ya se ve que está en medio |
|
de Gocia y Rusia, Suevia, |
560 |
para venir en persona |
|
a casar con Auristela, |
|
y llevarla por su Estado, |
|
a que respondió soberbia |
|
que se fuese, que no había |
565 |
de venir en conveniencia |
|
ninguna de Rusia; y él |
|
prosiguió, al verla resuelta, |
|
que supiese que traía |
|
orden, si el paso le niegan, |
570 |
para intimar, que las armas |
|
tomarían la licencia |
|
que ella negase; con que |
|
otra vez en arma puesta |
|
queda Cristerna en campaña, |
575 |
al ver que ya sus fronteras |
|
va ocupando Sigismundo. |
|
|
|
AURISTELA |
Famosa ocasión es esta |
|
para acabar de una vez |
|
los dos con toda Süevia, |
580 |
divirtiendo por estotra |
|
parte tú. |
|
|
CASIMIRO |
Bien me aconsejas
|
|
a la razón de mi estado, |
|
no a la razón de mi pena, |
|
porque, ¿cómo puedo yo, |
585 |
si de mi afecto te acuerdas, |
|
añadir contra mi afecto |
|
ceño a ceño, queja a queja, |
|
|
-fol. 97v- |
ira a ira, agravio a agravio, |
|
daño a daño y fuerza a fuerza? |
590 |
|
|
|
|
AURISTELA |
... que una pasión
|
|
no ha de abandonar la eterna |
|
fama de un heroico pecho, |
|
y más cuando el que se arriesga |
|
es por honrarse consigo. |
595 |
¿Pero cómo hablo yo en esta |
|
persuasión? Tú eres quien eres, |
|
y harás, como el serlo acuerdes, |
|
siempre lo mejor. |
(Aparte.)
|
El cielo
|
|
te guarde, que a mí, en mis quejas |
600 |
me basta que Sigismundo |
|
tan fino a buscarme venga. |
|
(Vase.)
|
|
|
CASIMIRO |
En fin, Turín, ¿que la blanca |
|
mano de esa hermosa fiera |
|
es la talla de mi vida? |
605 |
|
|
TURÍN |
Ahí verás lo que te precia; |
|
pues es su reina y su mano |
|
el premio de tu cabeza. |
|
|
|
CASIMIRO |
Y en fin, ¿porque yo no valga |
|
lo que yo valgo, me excepta |
610 |
a mí de mí? |
|
|
|
|
TURÍN |
Como si no hiciera
|
|
esto, en un instante estaba |
|
acabada la comedia, |
|
y yo me holgara por ver |
615 |
una deste autor pequeña. |
|
|
|
CASIMIRO |
Pues por Dios, que he [de] ver yo, |
|
ya que ese paso me cierran, |
|
si sé abrir otro a mis ansias. |
|
Ven, Turín, conmigo. Ciega |
620 |
imaginación de un loco, |
|
si sales con lo que piensas, |
|
prevén al grande teatro |
|
del mundo, que cuando vea |
|
la más rara, más
estraña, |
625 |
más caprichosa, más nueva |
|
locura de amor, que pudo |
|
ganar nombre de fineza, |
|
no la censura, porque |
|
si novedades no hubiera, |
630 |
la admiración se quedara |
|
inútil al mundo, fuera |
|
de que no es gran novedad |
|
que un desdichado pretenda |
|
ganar una alma por armas, |
635 |
ya que por armas la pierda. |
|
|
|
|
(Cajas y trompetas, y salgan las mujeres que puedan, todas
con plumas y espadas, y detrás CRISTERNA, con bengala.)
|
CRISTERNA |
En tanto que enamorado, |
|
Sigismundo, a romper llega |
|
paso, que en mi estado niega |
|
la misma razón de Estado, |
640 |
por haber considerado |
|
que no me puede estar bien |
|
que Rusia y Gocia se den |
|
la mano, y más penetrando |
|
mis plazas, viendo y notando |
645 |
de qué calidad estén. |
|
Quiero empezar a mostrar |
|
si tiene o no la mujer |
|
ingenio para aprender, |
|
juicio para gobernar |
650 |
y valor para lidiar; |
|
y así, porque no presuma |
|
Suevia que ciencia tan suma |
|
quien la publica la ignora, |
|
me ha de ver tomando ahora |
655 |
la espada, y ahora la pluma. |
|
Veme pues, Lesbia, leyendo, |
|
mientras no se acerquen más |
|
las tropas, que estoy detrás |
|
de aquella montaña viendo |
660 |
esas leyes que pretendo |
|
poner en mi monarquía; |
|
que si de noche escribía |
|
César lo que de día obraba, |
|
yo, mientras el día no acaba, |
665 |
aún no he de perder el día. |
|
|
|
-fol. 98r-
|
|
|
(Toma LESBIA un libro.)
|
LESBIA |
(Lee.)
|
«Nuevas leyes que Cristerna, |
|
reina de Süevia, manda |
|
promulgar en sus Estados.» |
|
|
|
CRISTERNA |
Di, por si hallo en qué enmendarlas. |
670 |
|
|
LESBIA |
«Primeramente, aunque hoy |
|
en Süevia no se guarda |
|
la Salia ley, que dispuso |
|
con las mujeres, tirana, |
|
que las mujeres no hereden |
675 |
reinos, aunque únicas |
|
con todo eso, porque nunca |
|
recurso en su Estado haya |
|
de que en ningún tiempo pudo |
|
ni admitirla, ni guardarla, |
680 |
manda, no solo se borre |
|
de sus libros y sus tablas, |
|
pero que a voz de pregón |
|
y a son de trompas y cajas, |
|
se dé por traidor a toda |
685 |
la naturaleza humana, |
|
al primer legislador |
|
que aborreció las entrañas |
|
tanto en que anduvo, que quiso |
|
del mayor honor privarlas.» |
690 |
|
|
CRISTERNA |
Digno castigo a un ingrato |
|
dar su doctrina por falsa; |
|
que ser ingrato y ser justo, |
|
son dos cosas muy contrarias. |
|
Di, adelante. |
|
|
LESBIA |
(Lee.)
|
«Y porque vean
|
695 |
los hombres que si se atrasan |
|
las mujeres en valor |
|
y ingenio, ellos son la causa, |
|
pues ellos son quien las quita |
|
de miedo libros y espadas, |
700 |
dispone que la mujer |
|
que se aplicare inclinada |
|
al estudio de las letras, |
|
o al manejo de las armas, |
|
sea admitida a los puestos |
705 |
públicos, siendo en su patria |
|
capaces del honor que en guerra |
|
y paz más al hombre ensalzan.» |
|
|
|
CRISTERNA |
Si el mérito debe dar |
|
los premios, y este se halla |
710 |
en la mujer, ¿por qué el serlo |
|
el mérito ha de quitarla? |
|
¿No vio Roma en sus estrados, |
|
no vio Grecia en sus campañas |
|
mujeres alegar leyes, |
715 |
mujeres vencer batallas?, |
|
pues lidien y estudien, que |
|
ser valientes y ser sabias |
|
es acción del alma, y no es |
|
hombre, ni mujer el alma. |
720 |
|
|
LESBIA |
«Y en tanto que esta experiencia |
|
en su favor se declara, |
|
manda también que se borren |
|
duelos que notan de infamia |
|
al marido que sin culpa |
725 |
desdichado es por desgracia.» |
|
|
|
CRISTERNA |
Esta es la más justa ley |
|
que previno mi alabanza. |
|
Hombre, si por ser inútil |
|
la mujer, no la fías nada, |
730 |
¿cómo todo se lo fías, |
|
puesto que el amor la encargas? |
|
¿Bueno es que quieras que no |
|
tenga ingenio o valor para |
|
darte honra por sí, y por sí |
735 |
los tenga para quitarla, |
|
o pueda darla, o no pueda |
|
perderla? Di. |
|
|
LESBIA |
«Ítem declara,
|
|
porque no en todo parezca |
|
que a la mujer adelanta, |
740 |
que la que desigualmente |
|
se casare enamorada, |
|
en desdoro de su sangre, |
|
lustre, honor, crédito y fama, |
|
sea comprehendida en pena |
745 |
capital, sin que la valga |
|
de amor la necia disculpa.» |
|
|
|
-fol. 98v-
|
CRISTERNA |
En bronce esta ley estampa; |
|
que han de saber que el amor |
|
no es disculpa para nada; |
750 |
porque, ¿este amor es más |
|
que una ciega ilusión vana, |
|
que vence, porque yo quiero |
|
que venza? Di... Pero aguarda |
|
(Ruido dentro.)
|
¿Qué caballero es aquel |
755 |
que de una albanesa alfana |
|
a nuestra vista se apea? |
|
|
|
LESBIA |
Como huéspeda en mi patria |
|
ha tan pocos días que vivo |
|
de tu piedad amparada, |
760 |
a nadie conozco en ella; |
|
mas él, pues que ya se aparta |
|
de la bien lucida tropa, |
|
que de convoy le acompaña, |
|
dirá quién es. |
|
|
|
(Sale FEDERICO.)
|
FEDERICO |
Sí merece,
|
765 |
no digo besar tus plantas, |
|
mas de la tierra que pisan |
|
la menos impresa estampa, |
|
un nuevo soldado tuyo. |
|
Permítele que en las varias |
770 |
flores que tu pie guarnece[n], |
|
a cuenta de las que aja, |
|
poner los labios merezca. |
|
|
|
CRISTERNA |
Del suelo, joven, levanta, |
|
y sepa quién eres, no |
775 |
pueda nunca la ignorancia |
|
aventurarme el estilo. |
|
|
|
|
(Hácense reverencias y
cúbrense.)
|
FEDERICO |
Federico soy, de Albania |
|
príncipe heredero; habiendo |
|
oído que alista la fama |
780 |
gente en tu servicio, no |
|
solo en favor de la saña, |
|
que con Casimiro engendró |
|
aquella infeliz desgracia, |
|
sino contra la invasión |
785 |
de Sigismundo, en demanda |
|
de hacerle paso en tu Estado, |
|
vengo auxiliar a tus armas, |
|
a servirte aventurero, |
|
con naves y con escuadras, |
790 |
que verá Gocia en sus puertos, |
|
verá Rusia en sus campañas |
|
el día que tu licencia |
|
tengan, dignamente vanas |
|
de militar a tu orden, |
795 |
sin que el conducirlas haga |
|
consecuencia para que |
|
puesto más que confianza |
|
de que vengo a merecer |
|
tanto triunfo, dicha tanta |
800 |
como tu mano promete |
|
al que logre tu venganza; |
|
porque solo a servir vengo, |
|
sin que el sagrado me valga |
|
de que a vista del peligro, |
805 |
no es grosera la esperanza. |
|
|
|
CRISTERNA |
Dos veces agradecida, |
|
príncipe, a vuestra bizarra |
|
acción, una en el socorro |
|
y otra en la desconfianza |
810 |
con que le ofrecéis, no sé |
|
a cuál primero obligada |
|
deba responder primero; |
|
y ya que no puedo a entrambas, |
|
a la menos sospechosa |
815 |
que agora responda, basta. |
|
Vós seáis muy bien venido, |
|
y pues es justo que añada |
|
yo al sueldo de aventurero |
|
alguna noble ventaja |
820 |
digna de vós, esta es, |
|
Federico, la bengala |
|
de general de mis tropas. |
|
|
|
FEDERICO |
Otra vez beso tus plantas, |
|
y otra y mil veces en ellas |
825 |
acepto merced tan alta, |
|
por lo que fío de mí |
|
|
-fol. 99r- |
que sabré desempeñarla |
|
con el alma y con la vida. |
|
|
|
|
(Dentro, un clarín.)
|
CRISTERNA |
Quien de vós... ¿Mas, qué
bastarda |
830 |
trompa es aquella? |
|
|
FLORA |
Un trompeta,
|
|
que de las góticas armas |
|
de Sigismundo guarnece |
|
la banderola y casaca, |
|
llamada de paz ha hecho. |
835 |
|
|
|
(Otro clarín.)
|
CRISTERNA |
Responded a la llamada, |
|
que escusar al enemigo |
|
siempre ha sido de importancia. |
|
|
|
NISE |
Ya con el seguro, un joven |
|
que vino en su retaguardia |
840 |
se apea, y hacia aquí viene. |
|
|
|
|
|
LESBIA |
Óyeme aparte: Ya sabes |
|
que mi padre, en la embajada |
|
de Gocia murió, y que yo |
845 |
sirviendo quedé de dama |
|
a Auristela, que a este tiempo |
|
en Gocia huéspeda estaba, |
|
de cuya corte mis deudos |
|
me trujeron a tu casa. |
850 |
|
|
CRISTERNA |
Sí, ¿mas qué importa eso
agora? |
|
|
|
LESBIA |
Que sepas, si no me engaña |
|
la vista, que el gentil hombre |
|
que llega, en fe de la salva |
|
del seguro que le has dado, |
855 |
es... |
|
|
|
|
CRISTERNA |
Calla,
|
|
y pues no puedo prenderle, |
|
hecha ya la salvaguardia, |
|
no te des por entendida. |
|
|
|
LESBIA |
No haré, y antes retirada |
860 |
escusaré que me vea, |
|
por no despertar la rabia |
|
de sus pasados desprecios. |
|
|
|
|
(Vase, y sale SIGISMUNDO.)
|
SIGISMUNDO |
Pues divinamente humana |
|
permites que tus pies bese, |
865 |
no liberalmente escasa, |
|
a quien ya logró esta dicha, |
|
la mano niegues. |
|
|
CRISTERNA |
Levanta,
|
|
y la ocasión que te trae |
|
di, y no más. |
|
|
SIGISMUNDO |
Oye, y sabrasla.
|
870 |
Sigismundo, señora, |
|
que humilde el eco de tu nombre adora, |
|
romper contigo siente |
|
la paz que inmemorial guardó prudente |
|
su vecindad en amigable trato; |
875 |
y porque nunca baldonar de ingrato |
|
puedas su estilo, el fin de lo que intenta, |
|
segunda vez por mí te
representa.3 |
|
Dice, pues, que su prima |
|
Auristela, deidad que amante estima, |
880 |
fue, desde su primera |
|
edad, el punto, el término, la esfera |
|
de toda su esperanza, |
|
tan desde su crïanza |
|
niño Amor, que hasta hoy no se ha
acordado |
885 |
haber vivido, sin haber amado. |
|
|
-fol. 99v- |
A este primer empeño |
|
añade que juzgándose ya
dueño |
|
de igual correspondencia, |
|
la posesión la malogró la
ausencia: |
890 |
la causa de otros visos han estado |
|
(porque no quiero recatarte nada), |
|
le dice (que pretende |
|
satisfacer, que tu amistad no ofende) |
|
no fue, como sin duda habrás
oído, |
895 |
querer su pundonor desvanecido |
|
casar desde su casa, |
|
sino querer, si a otro sentido pasa, |
|
castigar no sé qué vanos
recelos, |
|
que a no ser suyos, los llamara celos, |
900 |
con que turbó la paz en que
vivía |
|
una traidora fe que la servía, |
|
fingiendo (bien se deja su cuidado |
|
adivinar) que de ella enamorado, |
|
(mas ¿qué no hará quejosa una
hermosura?), |
905 |
su favor pretendía, ¡qué
locura! |
|
Con este sentimiento, |
|
sin bastar nada a disuadir su intento, |
|
dejó a otra luz burlada su fineza; |
|
mas ¿qué no hará querida una
belleza? |
910 |
¡Oh mujer, siempre hechizo de la vida, |
|
o amada estés, o estés
aborrecida! |
|
Esto me da licencia de decirte, |
|
como público ya, por persuadirte |
|
a que atiendas que vive en un estado, |
915 |
que ella celosa y él enamorado, |
|
no hay otro medio de satisfacella, |
|
que vea que en persona va por ella. |
|
Y siendo así que no hay quilla que hoy
corte |
|
los helados carámbanos del norte, |
920 |
ni tropa que se acerque |
|
al erizado leño con que el Merque, |
|
más que el Tanais helado, |
|
le impiden el rodeo, pues cerrado |
|
uno y otro horizonte, |
925 |
peñasco el golfo es, piélago el
monte, |
|
te pide que a su amor compadecida |
|
(pues no es su amor quien te dejó
ofendida, |
|
|
-fol. 100r- |
y entre iguales señores |
|
suelen lidiar corteses los rencores, |
930 |
que una cosa es la saña, |
|
y otra la urbanidad de la campaña) |
|
o que pasar le dejes, |
|
con su familia sola, o no te quejes, |
|
si amante... |
|
|
CRISTERNA |
No prosigas,
|
935 |
que más me ofendes cuanto más me
obligas; |
|
pues cuando mi rencor, mi ira no fuera |
|
tal, que también a él le
comprehendiera, |
|
y más oyendo agora |
|
cuánto la sangre que aborrezco adora, |
940 |
solo por ser, como es, su intención
rara |
|
trance de amor, el paso le negara. |
|
Demás que ya su gente |
|
a mi vista, otorgar no me es decente |
|
lo que negué primero; |
945 |
que a la tez del acero |
|
asentar su color la cortesía, |
|
no es más que una afectada
cobardía; |
|
y así, dile que intente |
|
pasar, porque en mi espíritu valiente |
950 |
nunca ha de hallar más conveniencia que
esta. |
|
|
|
SIGISMUNDO |
Pésame de llevarle esta respuesta, |
|
que sé la ha de sentir, por ser
contigo |
|
la guerra, que si fuera otro enemigo, |
|
que una dama no fuera, |
955 |
ni aun esta salva pienso yo que hiciera. |
|
|
|
FEDERICO |
Pues porque ese consuelo |
|
no es bien que falte a tan amante duelo, |
|
dirasle de mi parte |
|
que, dejando lo Adonis por lo Marte, |
960 |
podrá intentar tan generoso afecto, |
|
absolviendo el escrúpulo al respecto, |
|
pues ya Cristerna bella |
|
no mantiene el rencor de su querella, |
|
sino un soldado aventurero suyo. |
965 |
|
|
SIGISMUNDO |
Huélgome de saberlo, y si es que
arguyo |
|
que eres tú quien a tanto te
prefieres, |
|
¿quién le diré que eres? |
|
|
|
FEDERICO |
Porque sé que el empeño |
|
crece a sombra del nombre de su dueño, |
970 |
|
-fol. 100v- |
Federico de Albania soy. |
|
|
SIGISMUNDO |
Estimo
|
|
(Hácele
reverencia.)
|
el conocerte, y porque veas que animo |
|
de parte de mi rey el generoso |
|
valor, con que enemigo tan glorioso |
|
más aplaudido hará su
vencimiento, |
975 |
desde luego a los dos... |
|
|
|
SIGISMUNDO |
Os represento,
|
|
por el puesto que aquí suplo [en] su
ausencia, |
|
a ti la lid, a ti esta reverencia, |
|
como en albricias que a esas nuevas debo. |
|
Y porque sepan qué respuesta llevo |
980 |
antes que llegue, y que la guerra acepta |
|
quien Cristerna no es, toca trompera, |
|
en vez de salva, ya con voz más clara, |
|
la botasela, el monta y la tarara. |
|
(Vase con el
clarín.)
|
|
|
FEDERICO |
En la lid nos veremos. |
985 |
|
|
CRISTERNA |
Yo también, que corteses tus estremos |
|
no han de atajar mi brío; |
|
y pues mis armas a tu acuerdo fío, |
|
ve a poner el ejército en batalla, |
|
que batiendo la estrada, a aseguralla |
990 |
yo con la guarda voy. Dadme un caballo. |
|
(Vase.)
|
|
|
FEDERICO |
Amor, ¡en buenos dos empeños me
hallo!; |
|
uno el de aquel bosquejo, aquel dibujo, |
|
que con Cristerna a merecer me trujo, |
|
en fe de la esperanza, |
995 |
de que pueda ser mía su venganza; |
|
y otro del cargo en que este honor me ha
puesto. |
|
Pero ¿qué duda el que, a cumplir
dispuesto |
|
su obligación, dentro del pecho
encierra |
|
amor y honor? |
|
|
|
(Las cajas y trompetas.)
|
|
(Dentro todos.)
|
[VOCES] |
¡Arma, arma! ¡Guerra,
guerra!
|
1000 |
|
|
FEDERICO |
Y pues apenas el campo |
|
de Sigismundo oyó el eco |
|
de toques de guerra, cuando |
|
desciende, en buen orden puesto, |
|
y ella, batiendo la estrada |
1005 |
marcha ya, en su seguimiento |
|
iré. Amor, pues que te precias |
|
de amante y soldado, siendo |
|
hijo de Venus y Marte, |
|
mira qué dice este acento... |
1010 |
|
|
|
(Dentro.)
|
[VOCES] |
¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra! |
|
|
|
FEDERICO |
Pon a tu cuenta mi riesgo. |
|
|
|
|
(Vase y fíngese dentro la batalla.)
|
|
-fol. 101r-
|
|
|
(Sale CASIMIRO,
vestido de soldado pobre, y TURÍN.)
|
CASIMIRO |
A buen tiempo
|
|
hemos llegado. |
|
|
TURÍN |
¿Qué llamas
|
1015 |
buen tiempo, señor, si vemos |
|
llover en nubes de humo |
|
granizo de plomo el cierzo? |
|
|
|
CASIMIRO |
Pues, ¿a qué mejor, si es esa |
|
la pretensión con que vengo? |
1020 |
|
|
|
|
(Caja.)
|
|
TURÍN |
Advierte, te ruego,
|
|
si hallarte con Sigismundo |
|
en esta acción es tu intento, |
|
que no vas bien, porque está |
1025 |
de Cristerna el campo en medio. |
|
|
|
CASIMIRO |
¡Ay, Turín, cuán al
contrario |
|
has discurrido! Que ciego |
|
vengo a servir a Cristerna, |
|
contra Sigismundo. |
|
|
TURÍN |
Presto
|
1030 |
empiezas a ser cuñado. |
|
¿Qué dices? |
|
|
CASIMIRO |
Que ver deseo
|
|
si es verdad que la fortuna |
|
ayuda al atrevimiento. |
|
¡Vive Dios, o sea locura, |
1035 |
o capricho, o devaneo, |
|
que he de ver si valgo yo |
|
con ella más que yo mesmo! |
|
Y pues en fe de que sabes |
|
lengua y país, te prefiero |
1040 |
a tantos nobles vasallos, |
|
no hay que encargarte el secreto |
|
de quién soy, puesto que en traje |
|
pobre, humilde y estranjero, |
|
nadie habrá que me conozca. |
1045 |
|
|
TURÍN |
Y allá, en echándote menos, |
|
¿qué han de pensar que te
hiciste? |
|
|
|
CASIMIRO |
Eso ha de decir el tiempo. |
|
(Caja.)
|
Y ahora, pues ves que ya empiezan |
|
a disputarse los puestos, |
1050 |
pues que ya los batidores |
|
han atacado el encuentro, |
|
pasemos a la vanguardia, |
|
que hoy, si amor me ayuda, pienso |
|
señalarme tanto que |
1055 |
o quede triunfante, o muerto. |
|
|
|
|
|
(Dentro CRISTERNA.)
|
|
|
(La caja, y un ruido grande dentro.)
|
|
TURÍN |
Que herido el caballo viene |
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de aquel ribazo cayendo |
1060 |
una mujer. |
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CASIMIRO |
Y tras ella
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volante escuadrón pequeño |
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de infantería, o matarla |
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o prenderla intenta. |
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TURÍN |
¿Y eso
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qué te importa a ti? |
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CASIMIRO |
¿No basta
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1065 |
ser mujer? |
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(Sale CRISTERNA,
cayendo algunos soldados tras ella y después SIGISMUNDO.)
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SIGISMUNDO |
Apartaos, deteneos,
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que reales personas solo |
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las rinden los rendimientos. |
1070 |
Vuestra majestad... |
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SIGISMUNDO |
Ya que Sigismundo puedo |
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hablar, y no embajador, |
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vuelto a la vaina el acero, |
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se dé a prisión; pues ya ve |
1075 |
que son iguales sucesos |
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trances de guerra y fortuna. |
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CRISTERNA |
Preciso es obedecerlos; |
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y pues son fortuna y guerra |
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monstruos mantenidos desto, |
1080 |
muere a su horror. |
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CASIMIRO |
Eso no,
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sin que yo muera primero. |
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Cobra un caballo, entre tanto |
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que yo tu vida defiendo, |
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SIGISMUNDO |
Loco, contra tantos, ¿cómo |
1085 |
posible es? |
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CASIMIRO |
Como mi intento
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solo es de morir matando. |
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-fol. 101v-
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FEDERICO |
(Dentro.)
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Llegad presto,
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que está en peligro su vida. |
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SOLDADO |
Cargando con todo el grueso, |
1090 |
señor, su ejército avanza |
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sobre nosotros, a tiempo |
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que apartado de tu gente |
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te hallas. |
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SIGISMUNDO |
¿Qué soldado,
cielos,
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es este, que ha embarazado |
1095 |
el más glorioso trofeo? |
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TURÍN |
¡Quién le pudiera decir |
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que un cuñado antes de serlo! |
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(Sale FEDERICO y
soldados. Hácele la batalla,
retirándose.)
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FEDERICO |
¡Muera Sigismundo y viva |
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Cristerna! |
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TURÍN |
Aquí entro yo. ¡A
ellos!
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1100 |
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SOLDADO |
Forzoso es que te retires |
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hasta llegar a los nuestros. |
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SIGISMUNDO |
Notable ocasión perdí. |
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(Vase.)
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CASIMIRO |
Pues aún yo no estoy contento; |
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mas adelante, Fortuna, |
1105 |
pase tu valor, si es cierto |
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que dar uno es deber a otro. |
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(Vase.)
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FEDERICO |
Ya que llegué a tan buen tiempo, |
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mientras un caballo cobras, |
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dime, señora: ¿qué es
esto? |
1110 |
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(La caja siempre y trompetas.)
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CRISTERNA |
Después lo sabréis, agora |
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socorred, socorred presto |
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aquel soldado, a quien vida, |
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honor y libertad debo, |
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aquel de la roja banda |
1115 |
que, desesperado, en medio |
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de todos lidia, hasta que |
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cara a cara y cuerpo a cuerpo, |
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con Sigismundo a los brazos |
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llega. Pero ¿qué os aliento |
1120 |
en su socorro, ¡ay de mí!, |
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si en su misma sangre envuelto |
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con él despeñarse deja |
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del monte? |
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(Dentro CASIMIRO y
SIGISMUNDO.)
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TURÍN |
Vitoria
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1125 |
por los más. |
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(Ahora salen cayendo, y CASIMIRO ensangrentado.)
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CASIMIRO |
Esto
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es ser persona que hago, |
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y persona que padezco. |
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A tus plantas, ¡ay de mí!, |
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casi en el último aliento |
1130 |
de mi vida, la persona |
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de Segismundo te ofrezco, |
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con la vitoria de ver, |
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cuando con él me despeño, |
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que ha desmayado su gente, |
1135 |
y la tuya en seguimiento |
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suyo..., si... Mas cuando yo... |
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Proseguir ni alentar puedo. |
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Felice quien dio la vida |
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en tu servicio. |
(Cayendo.)
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CRISTERNA |
Pues estos
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1140 |
trances de guerra y fortuna |
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son en la vaina el acero, |
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que a reales personas solo |
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las rinden los rendimientos, |
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os dad a prisión, pues veis |
1145 |
que a vista de igual suceso |
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se retira vuestro campo, |
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desbaratado y deshecho. |
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TURÍN |
[Aparte.]
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¿No fuera bueno ponerme |
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yo ahora a su lado, diciendo: |
1150 |
«Huye, mientras yo te amparo»? |
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Mas ¿quién me mete a mí en
eso? |
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SIGISMUNDO |
Muy descortés mi desdicha |
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fuera en mostrar sentimiento, |
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ya que prisionero soy |
1155 |
en serlo, señora, vuestro. |
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CRISTERNA |
Mío no, de Federico |
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sí, que es de mis armas dueño. |
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Llevadle vós donde tenga |
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digna prisión, mientras yendo |
1160 |
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-fol. 102r- |
a la Corte, lo es la torre |
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del homenaje. |
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FEDERICO |
En mi mesmo
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alojamiento tendréis |
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quien os sirva. |
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SIGISMUNDO |
¿Quién vio,
cielos,
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de la dicha a la desdicha |
1165 |
pasar a nadie tan presto? |
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(Vanse los dos.)
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CRISTERNA |
Si ha muerto, mirad vosotros, |
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ese soldado. |
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TURÍN |
Aún no ha muerto,
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que con más vidas que un gato |
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está vivo como un perro. |
1170 |
[Aparte.]
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Calle quién es, y quién soy. |
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CRISTERNA |
Pues retiradle, advirtiendo |
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(ya que en siguiendo el alcance |
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volver a la Corte intento) |
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que en mi tienda de campaña |
1175 |
(Levántanle los
soldados.)
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se cure, con los remedios |
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que si fueran para mí, |
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porque más su vida precio, |
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que prisionero y vitoria. |
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CASIMIRO |
Pues con razones no puedo |
1180 |
tan grande favor, señora, |
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con el alma os agradezco. |
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CRISTERNA |
Id, cuidad de vuestra vida, |
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que en vós, si vivís, espero |
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vengarme de Casimiro. |
1185 |
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CASIMIRO |
Yo de mi parte os lo ofrezco. |
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CRISTERNA |
Yo lo acepto de mi parte. |
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TURÍN |
Mucho hay que decir en eso. |
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¡Válgate Dios por novela! |
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¿En qué ha de parar tu enredo? |
1190 |
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CASIMIRO |
¡Válgate Dios, por ventura, |
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que poco gozarte pienso! |
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CRISTERNA |
¡Válgate Dios por soldado, |
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en qué obligación me has
puesto! |
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