111
OC, Narváez, T. II, p. 1519.
112
Memoranda, p. 240.
113
OC, La de los tristes destinos, T. III, p. 676.
114
Ibid., pp. 660-61.
115
Ibid., p. 768-69.
116
Ibid., p. 644. Sobre la importancia del ferrocarril y sus repercusiones económicas en favor de la burguesía española, cf. Jover, op. cit., pp. 226-29 y 232-37. La «revolución del ferrocarril» favoreció en esos años a la burguesía urbana de industriales e inversionistas, así como a la burguesía terrateniente, enriquecida antes por la desamortización. Para un análisis económico sobre las inversiones extranjeras en España y sus consecuencias, cf. Juan Sardá: La política monetaria y las fluctuaciones de la economía española en el siglo XIX, C. S. I. C., Madrid, 1948, pp, 262-273.
117
La de los..., T. III, p. 725. Estas palabras son muy semejantes a las de Emilio Castelar. En «Un domingo en Londres (carta escrita por... a un amigo en junio de 1868)», Anuario republicano federal, t. 1, 1870, pp. 109-110, dice: «Portentoso Londres; pueblo donde os sorprenden a cada paso los milagros de la actividad espontánea del individuo, secundados por la fuerza de la asociación voluntaria». Y más adelante. «¿Quién ha hecho este milagro? ¿Acaso uno de los Faraones, uno de los reyes de Asiria? No: la libertad, la asociación voluntaria».
118
Ibid., p. 730.
119
Ibid., p. 726; cf. ut supra, nota 36, sobre la carta de Amiel a Sanz del Río.
120
Olmet y García Carraffa, op. cit., p. 118.