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141

La batalla de los Arapiles, op. cit., p. 1187a.

 

142

Los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós, Madrid, Gredos, 1963, pp. 119-120.

 

143

Rubén Darío, Obras completas, II (Madrid, 1950), 582-583.

 

144

Me he referido brevemente a las relaciones personales entre los dos escritores en un trabajo titulado «Algo más sobre Antonio Machado y Valle-Inclán», recogido ahora en mi libro Temas del modernismo hispánico y otros estudios (Madrid, 1974), nota 15, 216-217.

 

145

Es necesario citar al menos aquí dos trabajos de conjunto sobre el tema en cuestión: H. Chonon Berkowitz, «Galdós and The Generation of 1898», Philological Quarterly, XXI (núm. 1, enero de 1942), 107-120 Y José María Monner Sans, «Galdós y la generación del 98», Cursos y conferencias, XII (núms. 139-141, octubre-diciembre de 1943), 57-85.

 

146

Lo recogió William L. Fichter en su ya famosa colección de Publicaciones periodísticas de don Ramón del Valle-Inclán anteriores a 1895 (México, 1952), 56-59, Sobre esta importante aportación a la bibliografía de Valle-Inclán, hay una hermosa e informativa reseña por José F. Montesinos [NRFH, VIII (núm. 1, 1954), 91-99], a la cual me referiré más adelante.

 

147

Una curiosa coincidencia: Rubén Darío, al ocuparse con cierta extensión en 1899 de la Estafeta romántica, recién aparecida en los escaparates de las librerías madrileñas, le reprocha también su fecundidad inquietante que le contrista. Ob. cit., 1126.

En la reseña antes aludida Montesinos registra su protesta ante esta misma aseveración antigaldosiana hecha por Valle-Inclán (94).

 

148

No olvidemos que don Benito Pérez Galdós también utilizó repetidamente la palabra esperpento, cuyo uso se extiende a la descripción de personajes, principalmente masculinos, para recalcar su fealdad grotesca o estado moral degradado. Sobre este tema véase la informativa nota de Iris M. Zavala [«Del esperpento», en Homenaje a Casalduero (Madrid, 1972), pp. 493-496], en que se estudian las raíces literarias y sociales de tan célebre palabra. En su libro sobre Valle-Inclán [Valle-Inclán, introducción a su obra (Salamanca, 1971)] Manuel Bermejo advierte dos ocasiones en que figura en La de Bringas (1882) de Galdós (10).

También es curioso notar, como han señalado Rodolfo Cardona y Anthony N. Zahareas, que precisamente en Ángel Guerra se lee el siguiente fragmento: «Empujábanse unos a otros para acercarse, y con la boca abierta daban brincos pretendiendo coger el deseado higui, que saltaba en el aire con las sacudidas de la cuerda, a los golpes en la caña por el horrible esperpento, que tan estrafalariamente se divertía...» Visión del esperpento (Madrid, 1970), 33.

 

149

Fernández Almagro ha escrito: «[...] Alardea Valle-Inclán de sus fuentes como el pintor de vanguardia, que gustaba de incorporar a sus cuadros algún trozo de realidad, papel o trapo, con su auténtica crudeza; no como el erudito, que almacena sus puntuales referencias en notas y apéndices documentales. Salvo los casos en que por expreso designio aflora el cabal conocimiento histórico de Valle-Inclán, su información va por dentro, en lo que se aproxima a Galdós, contra lo que pueda parecer. Los Episodios Nacionales transmiten al lector la impresión directa del pretérito bajo especies de realidad experimentada y vivida, que no excluye la invención. La diferencia, ciertamente profunda, entre los dos grandes intérpretes del siglo XIX en España no radica en el modo de percibir y rehacer la Historia, sino en su manera de expresarla, como corresponde a las contrapuestas estéticas de Galdós, realista, y Valle-Inclán fantaseador». Vida y literatura de Valle-Inclán (Madrid, 1966), 228.

 

150

Ricardo Gullón, Galdós, novelista moderno (Madrid, 1966), 121-124.

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