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Busto artístico emporitano

Juan de Dios de la Rada y Delgado





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El busto de bronce encontrado en Ampurias, y cuyas fotografías debemos al ilustrado celo de nuestro distinguido compañero, Sr. Marqués de la Vega de Armijo, da margen é investigaciones arqueológicas, tanto acerca de la coma ó tocado de los antiguos, como acerca de la persona á quien pudo representar la estatua á que perteneció el busto que estudiamos. No es esta ocasión oportuna de hacer una larga disertación acerca del peinado de las antiguas gentes que vivieron en Egipto, Asiria, Etruria, Grecia é hasta Italia; porque esto, por curioso que fuera, pecaría de difuso y hasta no poco de pretencioso; pero sin embargo, no podemos prescindir de evocar antecedentes arqueológicos que nos conduzcan al conocimiento de la época á que la cabeza pertenece, y hasta á la atribución que puede dársele.

Lo que más llama la atención en esta obra escultórica es el abultado y rizoso nimbo, formado con pelo, probablemente postizo, que rodea la frente y las sienes de la cabeza. Hay que buscar el   —169→   origen de tal moda, cuándo se encuentra en su apogeo, y cuándo desaparece.

Empeñados en esta investigación nos encontramos, que esta moda es de origen griego, y muy anterior á la época romana, llegando después hasta el primero y segundo siglo.

Entre los griegos del siglo IV antes de J. C. y aun después, ya en la época romana, hasta los primeros siglos del imperio, la moda en los peinados varía hasta lo infinito, haciéndose con los cabellos propios y extraños, mezclados con las diademas, coronas, bandas, mitras y otros muchos adornos, tal número de combinaciones, que se necesitarían numerosas páginas y mayor número de dibujos para describirlos. Pero no podemos prescindir de apuntar, que entre estas combinaciones, se encuentra el peinado que estudiamos, y al que andando el tiempo dieron los poetas romanos por su forma el nombre de orbis. Así lo demuestra entre otras muchas figuras de las llamadas terras cotas, una preciosísima representando á Mercurio joven, tocando la flauta, encontrada en Megárida, de la mejor época del arte griego, que se conserva en el Museo del Louvre, así como otras dos no menos bellas, del mismo Museo, aunque de época más cercana á los tiempos de la República, procedentes de la Cirenasia. De esta última procedencia son también otras tres terras cotas, que pertenecían á la colección Asensi, adquirida por compra en nuestro Museo Arqueológico Nacional, señaladas en su catálogo con los números 3.232, 3.242 y 3.251, y otra del gran depósito de Calvi, que perteneció al Marqués de Salamanca, y que también con toda su colección de antigüedades adquirió el Museo. En todas ellas se encuentra el mismo peinado.

Basta con estos ejemplos para demostrar su origen griego. Entrando ya en el período romano, encontramos en las monedas de Livia, Drusilla ó Julia, mujer de Octavio, representada esta con tocado análogo; es decir, que la tradición griega continúa en los primeros años de siglo I de Jesucristo. Agripina, madre, también lo lleva, aunque con algunas ligeras modificaciones, y lo mismo la célebre Popea, con la particularidad digna de notarse, de que las monedas de ésta en que aparece con tal peinado, están acuñadas en colonias griegas.

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Julia, hija de Tito y amante de Domiciano, que por ella hizo morir á su esposo, y repudió á su propia mujer Domicia, y que vivió con él en tal intimidad que todo el mundo los creía casados, lleva en sus monedas un peinado exactamente igual al del busto en cuestión, y lo mismo aparece en otras figuras de los museos de Nápoles y el Capitolino, citadas por Visconti en su Iconografía y en una piedra del Gabinete de Francia grabada por Evodus, y que lleva el número 2.083 del Catálogo.

Después de esta especie de emperatriz, se ve análogo peinado en las monedas de Plotina, mujer de Trajano, aunque enriquecido con una alta diadema detrás del abultado y rizado orbis.

En las monedas de Faustina, llamada la joven, esposa de Marco Aurelio, se halla un tocado parecido, y lo mismo en las de Crispina, mujer infiel de Cómmodo, si bien ya en estos el pelo, aunque dispuesto en análoga forma, no aparece tan rizado, á manera de lo que llaman los peluqueros crepé, que es como está en el busto emporitano, y en las monedas y retratos citados, principalmente de Julia, hija de Tito.

Después de la mujer de Cómmodo, ya no vuelve á aparecer en los bustos de las demás emperatrices, por donde se ve que esta moda, llevada de Grecia a Roma, impera en ella durante el siglo que precede al nacimiento de Jesucristo, continua en el siglo I, llega á su apogeo á fin de éste, época de la hija de Tito, se sostiene hasta fin del siglo II, y desaparece después.

Expuestos estos antecedentes, creemos poder asegurar que el busto en cuestión es de la época de los Flavios; y comparándole con las monedas y con los retratos conservados en los museos de Nápoles, Roma y París de aquella emperatriz nominal, que partió el tálamo de Domiciano, encontramos tales puntos de semejanza que casi nos atrevemos á creer represente á aquella célebre amante coronada, y muerta á consecuencia del brutal tratamiento de su augusto compañero.

La particularidad de llevar ó haber tenido los ojos incrustados con metal más rico, probablemente plata, aumenta nuestra convicción de la época al menos á que el busto corresponde, pues los romanos y aun pueblos estrados á Roma conocían de una manera admirable el arte de la incrustación de metales sobre metales á   —171→   que hoy hemos dado en llamar damasquinado, como lo demuestran entre otros muchos datos los célebres medallones llamados contorneados del alto imperio, y en España la admirable espada falcata encontrada no lejos de Ronda, que se conserva en nuestro Museo Arqueológico Nacional.

De sentir es que no haya parecido el resto de la estatua, que a no dudarlo, habría sido del mayor interés para la Historia, para la Arqueología y para la Historia del Arte.





Madrid, 27 de Enero de 1893.



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