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Dedicatoria a Ávalos

Bartolomé de Torres Naharro



[Nota preliminar: Edición crítica y notas Julio Vélez-Sáinz.]





Parte la peregrina nao de los abrigados puertos de la occidental Hespaña, Illustrísimo señor, y contra el solar ocaso enderesza la desfrenada proa, encontedando el freno de su regimiento a la fidelísima popa y con hinchadas velas del próspero viento arando las inquietas ondas. Con el humil vientre y por maravilloso aviso de la indiana piedra y singular industria de la marinera carta, no sin el alto consejo de los etéreos planetas, se pone en la confusa y marítima vía seguiendo cuanto ella puede la virtuosa voluntad del su patrón deseoso de dar a sus ojos nueva noticia de estraños pueblos y de ennoblecer su ingenio extimando más valer por más saber, como verdad sea que todos los hombres desean saber.

Yo, pues, como hijo obediente a la maestra natura, aunque con harto peligro salí fuera del seguro puerto del silentio con la pobre navecilla de mi torpe ingenio aventurándola en el golfo de mi inocentia, poniéndola al peligro de las carniceras e inquietas lenguas, peores que pésimas ondas-todavía con el humil deseo de aprender—y arando de fatiga en fatiga con la desfrenada voluntad y, finalmente, con llenas velas del próspero favor de V. S. y con ánimo deliberado de salir a descobrir tierra y dar nuevo pasto a los golosos ojos, viendo ansí mesmo todo el mundo en fiesta de comedias y d'estas cosas y como piadoso padre que, celando la salud del amado hijo y en la loca fiesta temiendo los agudos cuernos del bestial toro, busca para él el más alto y seguro lugar donde más de la fiesta y menos del peligro participar pueda. Aunque mis pecados no quisieron que hijo fuese sino hija y aun fea, malvestida y peor compuesta, empero amada como salida de mis entrañas, esta mi Propalladia y Dios sabe con cuanto temor de las puntosas malicias del bestial vulgo, me di a buscar para ella el más alto y excelente lugar que para su seguridad y gloria hallar yo pude, y fue tal mi ventura que, sin duda, hallé más de lo que buscaba en V. S. De manera que no solamente quedé satisfecho mas admirado de ver en tan tiernos años tan canas hazañas, la cual cosa es hoy en el mundo tan nueva que nuevo ingenio y no torpe como el mío era menester para alabaros que, sin meterme en la hondura de vuestras alabanzas, me contentaría con saber decir, al pie de la letra siquiera, quién es V. S., que en las efigies o imagines de oro ninguna necesidad ay de colores ante se le hace injuria a tan digno y excelente metal cuando alguna cosa se le sobre pone como haría a V. S. quien sobre la verdad de vuestra maravillosa fama quisiese poner algunas comparationes o metáforas de que poca necesidad tiene vuestra limpieza, mayormente que tanto hacéis con vuestras manos que no dejáis que decir a nuestras lenguas. Nunca pobreza cubrió vuestra liberalidad, ni temor turbó jamás vuestro esfuerzo. La próspera y adversa fortuna igual recebimiento hallan en vos quantos ay oy señor que para extimarte muy honrados y famosos se contentarían con sola la parte que de generoso tenéis siendo de los Dávalos d'España y de los de Aquino de Italia, de buenos parientes en la tierra y de mejores en el cielo, y aun estoy por decir qu'es la menor parte que en vos cabe como quiera que vuestro pensamiento más se funda en comenzar linaje que en allegar linajes. Esperando más gloria de la virtud propria que de la apelativa y más claridad de sus ojos que de los ajenos todos vuestros pensamientos son tan seguros de buenos que tengo por imposible faltalles Dios y Natura, como imposible es dispuesta la materia que no informe la forma y ansí que viendo tan dispuesta y puesta vuestra voluntad en las cosas de la militia, honra y fama no tardó la gloriosa memoria del Católico Rey don Fernando en abriros puerta para vuestro deseo haciéndoos Capitan General de la Infantería Spañola, ganado tan bollicioso, siendo V. S. de edad de XXII años: que vuestra mucha prudentia os puso canas en el seso a pesar de los días. Y por ventura no se os daba haciéndoos Capitán de todo el ejército, porque raras veces se halla un ejército complido de todas las pertinencias a él; pues siendo vos todo bueno, no era razón daros cargo en que hobiese sospecha de cosa mala. Y, por tanto, siendo el día de hoy la mejor parte de un ejército la buena infantería, y de las buenas infanterías, la mejor la española, con mucha razón se dio a Vuestra Señoría; y no por complimiento de paga de tanto como la corona d'España os debe, mas en arra y señal de lo que para adelante os promete. Aunque no sé cuándo seréis acabado de pagar de tantos deudores porque Italia, señor, os deve mucho, y España más y Alemaña no menos, y los vuestros asaz y los estraños doblado. No tengo por príncipe al que no os desea, ni por caballero al que no os imbidia, ni por hombre al que no os ama. Ni en el cielo puede faltaros gloriosa corona, pues tan legítimamente pugnáis, en especial tendiendo allá tan buen procurador y deudo como el bienaventurado Sancto Tomás de Aquino. Pues acá en el mundo ya sin rica corona no estáis, si d´estar habemos por el dicho de Salomón que la mujer virtuosa es la vera corona del varón. Coronar, pues, se suelen acá los victoriosos, en este mundo, de oliva, en señal de victoria. Pero mejor, por cierto, corona a V. S. la Señora Marquesa Doña Victoria Collonna, su muger, victoria en el nombre y corona en el sobrenombre y en las obras oliva, que se interpreta valió tanto que mereció coronaros; pues que no os faltaba otra cosa sino tal mujer como vos hombre, la cual y vos no fuésedes más de una ánima y una voluntad y una carne, como lo sois. Aosadas, que homo son separet los que tan conformes Deus coniungit1 . No se puede en vosotros, señor, encobrir la maravillosa doctrina de la Señora Duquesa de Francavila, vuestra tía, so cuyas alas os criastes, y bien parece todo obra de sus manos. Verdaderamente nunca deseé saber hablar como el día de hoy; no por alabar con mis palabras a quien tan alabado está de sus obras, mas porque si algún tiempo en mi bajo libro en los altos reinos de la poderosa España perveniese, supiese decir a los grandes della cuán buen hermano y procurador tienen acá en V. S. para que por vuestro merecimiento os acaten, y a mí por vuestro servidor, y a este libro por mío: pues usanza es tener respecto y guardar cortesía al siervo por el señor. No gelo ofrezco para que d'él en leerlo se sirva, pues no creo ay en él cosa digna de sus ojos; mas solamente para que suyo sea, pues yo no soy ajeno, siendo mi honor el Ilustrísimo Señor Fabricio Colonna, suegro y, en amor, más que padre, servir con alguna cosa al hijo2. Reciba con el breve servicio la larga voluntad, aunque mayor presente le deseava yo hacer: lo que seguramente me puede creer V. S., que diu feliciter glorioseque bene valeat.





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