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ArribaAbajo Bajo la angustia

Evaristo Carriego





[Bajo la angustia]


    Dijo anoche su canto de muerte
la canción de la tos, en tu pecho,
y al mojarse en las notas rojizas
mostró flores de sangre el pañuelo.
    ¡Pobrecitas las carnes fatales  5
consumidas por fiebres de fuego,
para ellas las buenas, las tristes,
tiene un blanco sudario el Invierno!
    Mira: abrígate bien, hermanita,
mira: abrígate bien, yo no quiero  10
ver que cierre tus ojos la bruja
de los flacos y frígidos dedos.
    Hermanita: me invade una pena
al oírte gemir, que presiento
las postreras, nocturnas heladas,  15
las temidas del árbol enfermo...
    ¡Si supieras!... blandones sombríos
me parecen tus ojos tan negros...
y tu lívida faz taciturna
un fatídico heraldo de duelo.  20
    ¡Si supieras! A veces me asaltan
tus visiones sangrientas; no duermo
al pensar, en mis ratos horribles,
que te pasas la noche tosiendo;
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al pensar en tu vida deshecha,  25
cuando miro esfumarse en mi ensueño
tus nerviosos esguinces de insana,
y moverse y cruzar tu esqueleto...
    ...Hermanita: hace frío, ya es hora
de los suaves calores del lecho,  30
pero cambia la colcha... ¡esa blanca
me recuerda el ajuar de los muertos!...




Al pasar


    Ella salía del taller, pensando
en la madre que enferma la esperaba
para alentar de nuevo a media noche
el monótono canto de la máquina.

    Él volvía del Club. Viejo vicioso,  5
a veces su senil ardor buscaba
con aire de sultán, aunque era eunuco,
los serrallos que ofrece la desgracia...

    Y de pronto la vio. Con un incendio
de bestial delincuencia en la mirada  10
y como un usurero del deleite,
calculó el precio de esa carne aciaga.

    La detuvo, y hablándola al oído,
temblando su deseo en las palabras,
¡quién sabe que le dijo el miserable  15
que llena de asco le escupió en la cara!