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Afuera el fuego, el lazo, el hielo
y flecha
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Almas dichosas que del mortal
velo
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Ante la luz de unos serenos
ojos
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Aquí el valor de la
española tierra,
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A ti me vuelvo, gran Señor,
que alzaste
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A vuestra espada no igualó la
mía,
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Bien puse yo valor a la
defensa
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Cintia, si desengaños no son
parte
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Crezcan las simples ovejuelas
mías
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Cual si estuviera en la arenosa
Libia,
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Cual vemos del rosado y rico
oriente
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Cuando Preciosa el panderete
toca,
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De entre esta tierra
estéril, derribada
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De la Virgen sin par, santa y
bendita
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De Turia el cisne más famoso
hoy canta,
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El calvatrueno que adornó a
la Mancha
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El casto ardor de una amorosa
llama,
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El muro rompe la doncella
hermosa
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El que subió por sendas
nunca usadas
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En el silencio de la noche,
cuando
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En el silencio de la noche,
cuando
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En el soberbio trono
diamantino
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En la memoria vive de las
gentes,
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En la sazón del erizado
invierno,
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En vano, descuidado
pensamiento,
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En vuestra sin igual, dulce
armonía,
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Esta que veis de rostro
amondongado,
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Gracias al cielo doy, pues he
escapado
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Huye el rigor de la invencible
mano,
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¡Ay dura, ay importuna, ay
triste ausencia!
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¡Ay, que al alto designio que
se cría
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¡Oh cuán claras
señales habéis dado,
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¡Oh grande, oh poderosa, oh
sacrosanta,
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¡Oh quién tuviera,
hermosa Dulcinea,
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¡Oh sombra oscura que
continuo sigues
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¡Oh venturosa, levantada
pluma
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¡Rica y dichosa prenda, que
adornaste
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¿Quién dejará
del verde prado umbroso
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Jamás en el jardín de
Falerina
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«Dadme, señora, un
término que siga,
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«¿Cómo
estáis, Rocinante, tan delgado?»
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«Voto a Dios que me espanta
esta grandeza
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Ligeras horas del ligero
tiempo,
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Maestro era de esgrima
Campuzano,
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Magüer, señor Quijote,
que sandeces
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Mar sesgo, viento largo, estrella
clara,
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Más blando fui que no la
blanda cera,
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Muestra su ingenio el que es pintor
curioso
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No ha menester el que tus hechos
canta,
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O le falta al amor
conocimiento,
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Por ásperos caminos voy
siguiendo
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Por medio de los filos de la
muerte
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Por ti, virgen hermosa, esparce
ufano,
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Pues veis que no me han dado
algún soneto
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Que de un lacá la fuerza
poderó-
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Raro, humilde sujeto, que
levantas
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Rompí, corté,
abollé, y dije, y hice
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Sabido he por mi mal adonde
llega
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Salve, varón famoso, a quien
fortuna,
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Sancho Panza es aquéste, en
cuerpo chico,
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Santa amistad, que con ligeras
alas,
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Serenísima reina, en quien
se halla
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Si al fuego natural no se le
pone
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Si, así como de vuestro mal
se canta
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Si de este herviente mar y golfo
insano,
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Si el áspero furor del mar
airado
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Si no eres par, tampoco le has
tenido;
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Tan bien fundada tengo la
esperanza,
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Tanto cuanto el amor convida y
llama
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Tú, que con nuevo y sin
igual decoro
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Tú, que imitaste la llorosa
vida
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Un valentón de
espátula y gregüesco
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Vimos en julio otra semana
santa,
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Voy contra la opinión de
aquel que jura
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Vuela mi estrecha y débil
esperanza
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Yace en la parte que es mejor de
España
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Ya que del ciego dios habéis
cantado
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Yo sé que muero, y no soy
creído;