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Escena I

En el campo cananeo; a un lado la tienda de JABÍN.

(Sale CINEO solo, vestido como SÍSARA.)

CINEO
Ya los délficos fulgores
nos dejan de su luz faltos
y de los montes más altos
caen las sombras mayores.
La gala encogen las flores
5
de su resplandor primero,
y enlutando el hemisfero,
mientras más desmaya el día,
brilla más la argentería
del vespertino lucero.
10
   Ya en los cristales gallardos
que al sol servían de espejos,
si antes brillaban reflejos,
discurren borrones pardos;
la tiniebla con pies tardos
15
pesa los aires lucidos
y de su sombra abatidos,
se recogen lentamente,
las luces al occidente,
los pájaros a los nidos.
20
   No es día ni noche ya,
mas, pues ya es noche dudosa,
con el disfraz que me emboza
nadie me conocerá.
Resuelto ya el pecho está
25
a matar al rey de Azor.
Acaben con tal rigor
mis celos, que en mal tan fuerte
sólo es triaca la muerte
venenos del honor.
30
   Solo, en aquel pabellón
quedó la siesta durmiendo;
y, entrándome en él, pretendo
ejecutar mi intención;
que, lograda esta acción,
35
Jael también morirá.
¡Oh mujeres, ciego está
quien no advierte, a buena luz,
cuando la mejor es cruz,
   la que es mala, qué será!
40
El rey defendió al soldado
que en casa escondido hallé;
sin duda el tercero fue
de su amoroso cuidado.
Mas con el puñal dorado
45
que le rompa el corazón,
de mi ofensa y su traición
hoy el desdoro se acaba,
si sólo la sangre lava
borrones de la opinión.
50
   Él se duerme y pues yo rabio,
las cortinas le divido:
muera ya, quien se ha valido
de la púrpura en mi agravio.

(Quiere correr la cortina.)

La real majestad no agravio,
55
pues ella... mas... ¡ay de mí!
un soldado viene allí:
¿si conocido me ha?...
no, que la noche entra ya,
y el rostro encubriré aquí.
60

Escena II

Sale VIGOTE.

VIGOTE
   ¿Cómo, señor, no me oíste
todo lo demás del cuento?
Sin duda que, de contento,
escuchar más no pudiste:
Sísara, tu amor consiste
65
en la traza que te doy.
CINEO

(Aparte.)

   Piensa él que Sísara soy;
quiero fingir y callar,
quizá podré averiguar
el porqué se escondía hoy.
70
VIGOTE
   Ya, como digo, estuviera
bien azotado en Zenín,
si, yendo acaso, Jabín
al valle no lo impidiera:
pues para que el sol me diera
75
donde nunca a darme alcanza,
en cueros, por más venganza,
le mostré en particular,
al irme ya a foguear,
todo el envés de la panza.
80
   Mas ya te conté mi empleo,
mi riesgo y lo del papel,
la respuesta de Jael
y los celos de Cineo.
Oye, ahora, que deseo
85
darte un buen consejo yo.
CINEO

(Aparte.)

   (¡Cielos! Papel recibió
Jael. Cierta vino a ser
mi afrenta. Quiero saber
qué es lo que ella respondió.)
90
   ¿Y qué respuesta trajiste
de Jael al rey?
VIGOTE
Ninguna,
que yo no traje más que una
al papel que tú me diste.
Y antes que el rey la conquiste,
95
pues la pretende también,
tú, o gran Sísara, prevén
gozarla antes, pues ya miras
trocarse en favor las iras
y en cariños el desdén.
100
CINEO

(Aparte.)

   ¿Qué es esto que escucho? ¡Ay Dios!
Sísara y el rey me ofenden,
dos son los que la pretenden
y los admite a los dos:
sólo un crimen tan atroz
105
caber pudiera en Jael.
¡Oh alevosa, oh falsa, oh cruel!
¿Cómo, con tan doble trato,
a uno envías el retrato
y a otro admites el papel?
110
VIGOTE
   Diole el papel mi osadía
luego que me vi escapado;
recibiolo, y con cuidado
leyó lo que en él venía.
Dijome respondería
115
al papel y a tus amores
y que fingía rigores
por ver si eres firme amante,
para en viéndote constante,
coronarte de favores.
120
   Ésta es su respuesta honrada,
mi peligro y tu apetito.
Mas ¿para qué lo repito,
si te lo conté no ha nada?
Lo que importa es que en tu entrada
125
te recates, gran caudillo,
y no llegue a presumillo
Cineo, cuando le agravias,
porque es grande cascarrabias
el diablo del maridillo.
130
CINEO

(Aparte.)

   ¿Hay angustia más esquiva?
¿Hay oprobio más violento?
¿Hay más amargo tormento?
¿Hay pena más excesiva?
Mueran las paces que hice;
135
muera este rey infelice;
muera Sísara que la ama;
y muera quien me lo dice.

(Vale a dar con la daga y huye VIGOTE.)

VIGOTE
   ¡Detente! ¡Hay tal demasía!
Mira, aguarda, espera un poco;
140
sin duda le ha vuelto loco
el contento y la alegría.
Tras que tu Jael me envía
los favores que te alcanzo;
tras que en tinajas me lanzo
145
de miedo ¿sacas la daga?
No es bien que bravo te haga
quien al marido hizo manso.
CINEO

(Aparte.)

   ¡Que tal oprobio haya oído!
¡Ah mujeres, ah mujeres!
150
VIGOTE
Darme con la daga quieres,
¿qué mas hiciera el marido?
CINEO
Loco estoy, estoy perdido.
VIGOTE
De contento, claro está.
CINEO
¡Jael dio respuesta ya!
155
VIGOTE
¿No es buena? ¿No es dulce y linda?
CINEO
¡Que tan liviana se rinda!
VIGOTE
Eso la vida te da.
CINEO

(Aparte.)

   Grande es mi amor, mayor es
el premio de sus malicias.
160
VIGOTE
Yo me voy que las albricias
tú me las darás después.

Escena III

CINEO
Los que me ofenden son tres,
Jael, Sísara y Jabín,
mueran todos y en su fin
165
del rey mi venganza empiece,
pues duerme aquí.

(Corre la cortina y descubre al rey durmiendo que habla entre sueños.)

JABÍN
Amor merece
quien adora un serafín.
   En premio de mis desvelos
me das tu copia, Jael;
170
grosero anduvo el pincel,
a urbanidad de los cielos.
CINEO
Averiguado he mis celos,
pues ya dice que le dio
ella el retrato, y mintió,
175
diciéndome que era hallado.
Si el discurso lo ha negado,
ya la idea lo admitió.
   Muera y serán mi trofeo
estas memorias ingratas.
180

(Vale a dar.)

JABÍN
Cineo, ¿por qué me matas?
¿Por qué me matas, Cineo?
CINEO
En sueños vio mi deseo;
grandes mis temores son.
JABÍN
Aquí me matan; ¡traición!
185
CINEO
Temblándome el brazo está.
JABÍN
¡Favor!
CINEO
Gente acude ya
y es mucha mi turbación.
   Aquí el real manto dejó:
toro seré, en tal empeño,
190
que, no pudiendo en el dueño,
en la ropa se vengó.
Sepan que quien se la hurtó,
pudo matarlo también;
su lanza, por más desdén,
195
que si mi honor agraviare
hincada aquí lo declare,
se la clavaré también.

(Vase.)

Escena IV

JABÍN

(Despierta.)

   ¿Qué horror, qué congoja es ésta,
válgame el cielo, tan fuerte?
200
En sueños vi de mi muerte
la tragedia más funesta.
Reposaba aquí la siesta
y hasta ahora me he dormido;
de Cineo me vi herido;
205

(Aparte.)

   (no es mucho, que miedo tenga
de quien en sueños se venga,
quien despierto le ha ofendido.
   ¿Qué es esto? ¿Hay traición igual?
¡Ya mi perdición recelo:
210
mi lanza hincada en el suelo
y menos mi manto real
Llamar quiero al general.)
¡Sísara, guardas, soldados!

(Sale el CAPITÁN y tres soldados.)

TODOS
Señor.
JABÍN
¡Ah, inclementes hados!
215
¿Quién mi púrpura robó?
¿Quién esta lanza clavó
sobre mis propios estrados?
CAPITÁN 1.º
   Nadie, señor, se ha atrevido
a entrar en la tienda vuestra:
220
de muchos que el cielo muestra
quizá este presagio ha sido.
De aquésos mil, afligido
el campo está.
JABÍN
Gran mal
temo del rigor fatal;
225
pues guerra me hace el cielo;
¡Mi lanza, hincada en el suelo
y menos mi manto real!
    Idos de aquí.

(Vanse los soldados.)

Que otra lanza,
soñé con susto y despecho,
230
que me atravesaba el pecho
de Cineo la venganza.
Muerta miro la esperanza
de un amor que es inmortal,
pues, soñando, vi otra tal;
235
¡y ahora advierte el desvelo,
mi lanza hincada en el suelo
y menos mi manto real!
   Si el cielo mi muerte trata,
entre espejos y alabastros;
240
si con caracteres de astros
la escribe en pliegos de plata,
cielo es Jael, que me mata,
de más luces y arreboles
que entre los rubios faroles,
245
que enciende el celeste polo,
el cielo tiene uno solo
y en Jael brillan dos soles.
   Como de su beldad goces,
ni agüeros temas, amor,
250
ni en un soñado rigor.
VOCES

(Dentro.)

   ¡Piedad, cielos; piedad, dioses!
JABÍN
¡Válgame el cielo! ¡qué voces
se escuchan en el real!
De algún estrago mortal
255
fue indicio un tal desconsuelo.
¡Mi lanza, hincada en el suelo,
y menos mi manto real!

Escena V

(Salen SÍSARA y soldados alborotados.)

SÍSARA
   Soldados, ¿qué miedo es éste?
¿Qué portentos o qué asombros,
260
trágicamente acobardan
vuestros ánimos heroicos?
Dejad que el funesto pájaro,
dejad que el nocturno monstruo
azote con torpes plumas
265
el transparente Favonio;
dejad que sierpes de fuego
de tanto cometa rojo,
culebreando en el aire,
formen tiros luminosos;
270
dejad... mas, oh gran señor,
¿aquí estabais? Pero, como
cierra ya la noche, apenas
vuestra majestad conozco.
JABÍN
Estoy, Sísara, extrañando
275
el rumor y el alboroto
del ejército. ¿Qué voces,
general, son las que oigo?
CAPITÁN 1.º
Grande ruina amenaza
el cielo.
CAPITÁN 2.º
Perdidos somos.
280
SÍSARA
Cerrábase ya el Olimpo
y el orbe enlutando todo,
las palideces del día
a los desmayos de Apolo,
cuando vi bajar, ¡qué horror!
285
con tardo vuelo, ¡qué enojo!
por los aires, ¡qué prodigio!
un feo búho, ¡qué asombro!
que atemorizando el campo
con unos gemidos roncos,
290
paró el espantoso vuelo
y se me puso en el hombro.
Triste y torpe la facción,
emboscado en pluma el rostro,
lanudos los pies infames,
295
rubios los ojos redondos,
el cuerpo de talle corto,
la parda pluma con manchas,
dilatada la cabeza,
el pico amarillo y corvo.
300
Con el bastón vengar quise
atrevimiento tan loco,
mas, cayóseme el bastón
y repitiendo sollozos,
alzó el pájaro las alas
305
y le perdieron mis ojos.
Y al mismo instante, señor,
de sobre aquellos contornos
de Azoret, tu corte real,
rasgando el Euro y el Noto
310
se vio un cometa sangriento
de nubes densas aborto,
luciendo pasmo del aire,
claro escándalo del globo;
vibró la radiante cola
315
con un estruendo sonoro,
presintiendo adversidades
y adivinando malogros;
quedó el campo amedrentado,
quedó el ejército absorto,
320
y por poder aplacar
los celestiales enojos,
con voces, llantos y gritos
duplica el temor los votos,
sin advertir que es afrenta,
325
sin reparar que es oprobio,
teniéndome a mí, que teman
del cielo mortales odios;
pues de mi brazo al socorro,
rogar los dioses es culpa,
330
temer al cielo es desdoro.
JABÍN
General, bien el valor
de ese pecho reconozco,
tan intrépido y bizarro
que ni aun se teme a sí propio;
335
mas, los ejércitos miro
amedrentados, de modo
que aunque los presagios muestren
la victoria por nosotros
y contra el hebreo indiquen
340
agüeros tan portentosos,
el concebido temor
puede ser pánico asombro
que estorbe nuestras victorias
o ultraje nuestro decoro.
345
CAPITÁN 1.º
Veinte años ha que en campaña
nos ve el hebreo, y en todos
no habemos visto señales
de tan sangrientos destrozos.
JABÍN
Grande mortandad recelo.
350
SÍSARA
Grande victoria dispongo.
JABÍN
A riesgos muchos me atrevo.
SÍSARA
A triunfo cierto me arrojo.
JABÍN
Y aunque mi gente es copiosa,
SÍSARA
Y aunque el presagio es notorio,
355
JABÍN
sólo el cielo me acobarda.
SÍSARA
mi valor me alienta sólo.

(Tocan dentro cajas de tempestad y sordinas.)

JABÍN
¿Pero, qué atambores tristes,
pero, qué clarines sordos,
melancólicos alteran
360
tan fúnebres alborotos?
SÍSARA
Destemplado el parche brama
con estruendo lastimoso
y, entristeciendo los aires,
gime el bronce más sonoro.
365
TODOS
¿Qué es esto?
JABÍN
Turbado el pecho,
no lo sabe.
SÍSARA
Yo lo ignoro.

Escena VI

Sale LIDORO alborotado.

LIDORO
El cielo, invicto Jabín,
el cielo, Sísara heroico,
contra nosotros pelea
370
y baja contra nosotros.
Levántense ya los reales,
despuéblese poco a poco
esa movible ciudad
que forman campales toldos;
375
desocupen las escuadras
del Tabor los territorios,
aunque quisiste inundarlos
de carmesíes arroyos;
marchen, marchen para Azor,
380
pues los hados son estorbo
de tus intentadas dichas,
de tus presumidos gozos;
marchen para Azor y dejen
libres y con desahogo
385
a los hebreos, que tienen
a la fortuna en su abono.
Asombrado estaba el campo
del cometa prodigioso,
cuando oímos de repente
390
(de referirlo me asombro),
que los parches y clarines
se tocaron ellos propios,
la trompa sonó bastarda
sin que la alentase el soplo,
395
destemplado el atambor
gritó en lamentable tono,
sin que azotase baqueta
los pergaminos del corcho.
¿Qué es esto, sino avisarte
400
los hados ya, sin rebozo,
que serán, señor, tus gentes
de su insolencia despojos?
¿Qué es esto sino mostrarte
el cielo, por nuevos modos,
405
que antes que logres su furia
asegures tu real solio,
tus ejércitos retires
y pongas tu fama en cobro?
SÍSARA
¡Calla, calla ya, cobarde,
410
que de escucharte me corro!
¿Buscas achaques al miedo
en las sombras de un antojo?
Que suenen funestas cajas,
que lloren metales roncos
415
sin que los toques, ¿es seña
de que el cielo riguroso
ha de frustrar mis victorias?
¿Cómo, di, es posible, cómo
que el cielo ni diez mil cielos
420
se atrevan a mis desdoros,
mientras el bastón empuño,
mientras vibro el férreo tronco,
mientras la rodela embarazo,
mientras el alfanje arbolo?
425
Si aquese libro de cielos,
si ese cuaderno de globos
que de once hojas azules
se forma cerúleo tomo,
en cuyas planas de vidrio,
430
marginadas los dos polos,
se forman letras de plata
y se escriben rasgos de oro;
si ese pensil turquesado
cuyos luceros hermosos
435
sobre prados de zafir
son rutilantes pimpollos;
si ese cielo, si ese cielo
me agravia y si yo me enojo,
para rasgarle las hojas,
440
para agostarle el adorno,
escalaré sus esferas,
poniendo un monte sobre otro
y, quebrando sus cristales,
haré que busque en contorno,
445
para báculo los montes,
para puntal los escollos.

(Vase.)

Escena VII

JABÍN
No sé, soldados, qué os diga;
confuso, triste y medroso,
mal mis congojas reprimo,
450
mal mi turbación reporto.
El general va enojado,
el campo anda sin reposo,
la noche duplica sombras
y el temor repite ahogos.
455
Pero, idos a recoger.
CAPITÁN 1.º
El cielo te haga dichoso.

(Vase.)

Escena VIII

JABÍN
Que al alba, en leños de aromas
y en brasas de cinamomos,
vea el cielo montes de humo
460
de las víctimas y votos;
mas donde abrasa el amor
me dice el alma, Lidoro,
cualquier cuidado no es poco.
Vamos, pues, que ya es de noche
465
a ver el día en los ojos
de Jael; que pues ya paga
la afición con que la adoro,
podrá tener a fineza
lo que en mi interés fue logro.
470
LIDORO
Pues vamos.
JABÍN
Dame otro manto.
LIDORO
Restituya amor los gozos
que te salteó un presagio.
JABÍN
Amor, tú lo vences todo.

(Vanse.)

Escena IX

Frente a la casa de CINEO.

(Salen BARAC y JOSÉ embozados, de noche.)

BARAC
   Seguros hemos venido
475
ya, a las casas de Cineo,
sin que el campo cananeo,
José, nos haya sentido.
Con las tinieblas que viste,
bien la noche nos disfraza.
480
JOSÉ
Ésta es de Jael la casa,
si a ver a Jael viniste.
BARAC
   Al darme Débora el mando
y el bastón de capitán,
me dijo que de Canaán
485
volveríamos triunfando,
   y que no había de tener
yo, del trofeo la gloria,
porque estaba la victoria
concedida a una mujer.
490
   Y así avisarle querría
de este caso a Jael bella,
pues puede ser que hable della
esta feliz profecía.
   Nadie sino es Jael fuerte
495
pienso que la cumplirá,
pues en su casa podrá
darle a Sísara la muerte.
JOSÉ
   No la dará, porque al fin
es a su patria traidora,
500
pues Sísara la enamora
y la goza el rey Jabín.
BARAC
   Yo juzgo que es falsedad
ese rumor que se dice,
pues tal infamia desdice
505
de su sangre y calidad.
   Dicen que Jabín la goza
y lo consiente Cineo,
mas yo, José no lo creo.
JOSÉ
No hay en Judea otra cosa.
510
BARAC
   Si es verdad que al rey Cineo
le permite esa maldad,
sospecharé en su amistad
traición contra el pueblo hebreo;
   y, vive Dios, que revuelva
515
en humo, ceniza y brasas
la amenidad de estas casas,
los árboles de esta selva;
   siendo esta pompa que admira,
cuando mi furor la abrase,
520
rosa que a la aurora nace
rosa a la tarde expira.
   Mas, José, ahora entremos
que, quizá, Jael no es mala:
luces sacan a esa sala
525
que desde aquí abierta vemos.

(Vanse.)

Escena X

Sala en casa de CINEO.

(Salen BATO y MOSCO con un bufete y DINA con una luz que pondrá sobre él.)

DINA
   Mucho tarda ya. ¿Qué es esto
que no viene Heber? ¿Qué aguarda?
BATO
La causa porque se tarda
es porque no viene presto.
530
DINA
   Majadero, claro está,
BATO
Pues si está claro y no hay duda,
¿para qué me lo pescuda?
MOSCO
Las velas despavilá,
   que yo me voy a cerrar,
535
Bato, del jardín la puerta.
DINA

(Aparte.)

   Aunque no la deje abierta,
bien podrá Jabín entrar.

Escena XI

Sale JAEL con el manto del rey que llevó CINEO.

JAEL
   Cielo, ¿qué congoja pudo
molestar tanto a mi esposo,
540
que anda negando el reposo,
triste, solo, absorto y mudo?
   Tal vez llora y con enojos,
calla el mal que le provoca,
y es porque no hable la boca
545
lo que pronuncian los ojos;
   que para sentir las menguas
que esferas pasan de agravios,
por la mudez de los labios
tienen los párpados lenguas.
550
   Dejadme sola, y afuera
de mi Cineo esperad:

(Vanse DINA y BATO.)

que siempre en mi voluntad
presente está, aunque le espera.
   Ahora entró sin sosiego
555
y sin verme él, entre tanto
dejó en la sala este manto
y se volvió a salir luego.
   No lo entiendo, ni sé cuya
es la ropa que ha traído;
560
la confusión mía ha sido
si la congoja fue suya.
   Sin duda sospechó ya
que amo a Sísara en su daño,
mas, cuando sepa el engaño
565
mi lealtad confirmará.
   A Sísara finjo amor,
por vengar tantos estragos:
serán flores los halagos
al áspid de mi rigor;
570
   y juzgando que hay certeza
en amor que le arma lazos,
cuando me pida los brazos
me pagará la cabeza.
   Muera, que de opresión dura
575
librar a mi patria espero,
que es fácil mate el acero
a quien hirió la hermosura.
   Muera Sísara, aunque celos
dé a mi esposo: ardid tan justo,
580
que es primero que su gusto
el que es gusto de los cielos.

Escena XII

Asómanse BARAC y JOSÉ al paño.

BARAC

(Aparte.)

   Ésta es la hermosa Jael
que es con verdad peregrina,
gloria ilustre de Israel.
585
   Parece que el Delio coche
en la sala resplandece;
del sol no es, pues no obedece
los imperios de la noche.
   Enciéndense en su arrebol
590
esas dos bujías bellas,
sino es que sean estrellas
que aprenden luces del sol.
   Mas, válgame Dios, ¿qué miro?
JOSÉ
Barac, ¿conoces el manto?
595
BARAC
De su liviandad me espanto.
JOSÉ
De sus traiciones me admiro.
BARAC
   Su maldad he descubierto:
su engaño y trato alevoso
cierto es; que ofende a su esposo,
600
que Jabín la goza, es cierto;
   y repara mi cuidado
que, porque su patria vende,
hacerla reina pretende,
pues su púrpura le ha dado.
605
   No fue mentido el rumor
que publicaba la fama,
que el dar la ropa a la dama,
ha sido abrigar su amor.
JAEL
   Ya echo de ver que es el manto
610
del rey, el que trajo Heber:
de su amor deben de ser
prendas, pues lo estima tanto.
BARAC

(Aparte.)

   ¡Afrentoso vituperio
de Israel, pues así afeas
615
la luz de nupciales teas
con sombras de un adulterio!
   ¡Oh infame! ¡Oh falsa homicida
de dos vidas en un punto,
pues si está el honor difunto
620
siempre es cadáver la vida!
   ¡Que sin temor de su esposo
el manto en su caso ostente!
JOSÉ
Si su esposo lo consiente
no tienes que estar quejoso,
625
   ni con razón te has movido
a lástimas tan prolijas,
que no es bien que tú te aflijas
si no le pesa al marido.
BARAC

(Aparte.)

   Yo no creo del valor
630
de Cineo tal afrenta,
ni es posible que consienta
tal ignominia en su honor.
   Mas ya sufrirlo no puedo:
yo entro, yo entro de una vez.
635
JOSÉ
Entra tú que eres juez,
que yo a esta puerta me quedo.

(Sale BARAC y queda JOSÉ al paño.)

JAEL
   ¡General, padre, señor,
pues, en mi casa, tan tarde,
tanta honra!
BARAC
Dios te guarde.
640

(Aparte.)

   Respeto me da y amor
   su modestia y proceder,
y si en mi opinión me fundo
no hay mujer buena en el mundo
si fue mala esta mujer.
645
JAEL
   Si se ofrece en qué me mandes,
yo soy tu sierva.
BARAC
Señora,
negocios me traen ahora
tan precisos como grandes.
   La vida del pueblo hebreo,
650
lo menos, de ellos pendía,
fiando de tu osadía.
   Mas, tu infamia, tu vileza,
tu liviandad, tu mudanza,
desalientan la esperanza
655
que concebí de esta empresa.
   No extrañe, no, tu altivez
de este lenguaje el despejo,
que cuando no sea por viejo
reñirte puedo por juez
660
   ¿Cómo, di, noble te llamas,
si burlas del himeneo?
¿Cómo afrentas a Cineo?
¿Cómo tu opinión infamas?
   No hay disculpa, no hay disculpa,
665
y si la das será vana,
pues es proceso esa grana
donde está escrita tu culpa.
   Ese carmesí doblado,
ese manto, que en tu ofensa,
670
presumo que de vergüenza
se habrá puesto colorado,
   aquesa púrpura es parte
de que más bien te condenes,
y pues disculpa no tienes,
675
yo me voy por no escucharte.
JAEL
   Espera, detente, escucha,
porque, vive el Dios que invoco,
ha sido tu seso poco
ni fue mi prudencia mucha:
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   a no mirar que de ancianas
cumbres eres monte breve,
que ha coronado la nieve
con la plata de esas canas,
   y a no mirar también que eres
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mi duque, de otra manera
te enseñara que Jael era
la más leal de las mujeres.
   ¿Viste a tierno corderillo
que, cuando al prado candores,
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cogollos muerde a las flores,
ámbares pace al tomillo,
   y a los primeros asomos
del león que le acomete,
espeluzado el copete,
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crespo el pelo de los lomos,
   sacudido al aire el vello
de las melenas bizarras,
corvo el marfil de las garras,
bravo el ceño, erguido el cuello:
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   y él, postrado a la real bestia
por natural vasallaje,
le sufre cualquier molestia,
le admite cualquier ultraje,
   y aun si usa el monarca bruto
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de crueldades ordinarias,
le rinde en sangre las parias
y en corales el tributo?
   Pues así yo, en mis congojas,
de esta suerte yo, en mis rabias,
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cuando enojado me agravias,
cuando atrevido me enojas,
   por príncipe, en tantos males,
por señor, en tantas furias,
te sufro tales injurias,
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te tolero oprobios tales.
   Cordero, en esta ocasión
seré, aunque me ofendas fiero,
si el agravio del cordero
no es ofensa en el león.
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   Y pues fundaste tu enojo
y pues tu cólera topa,
sólo en la púrpura ropa
y sólo en el manto rojo;
   que yo aquí lo trajera
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Cineo la causa ha sido,
culpa fue de mi marido,
cuando acaso culpa fuera,
   que de Jabín la amistad
le obligó a tanta licencia.
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Mas, voyme, que tu imprudencia
merece esta libertad.