Si hazañas
púlpitos son | 1110 |
y a mí me toca el sermón,
| |
obediencia y prediquemos. | |
Deseoso de ensanchar | |
la
cesárea monarquía | |
de España, el marqués
Pizarro | 1115 |
renunció, asistiendo en Lima, | |
en
don Gonzalo el gobierno | |
de Quito, cuyas provincias | |
eran el límite entonces | |
de las cristianas conquistas.
| 1120 |
Diole quinientos soldados | |
de la gente más
lucida | |
que alistó para estos orbes | |
el valor
y la codicia. | |
Con ella, pues, y su esfuerzo, | 1125 |
hacia
el Oriente encamina | |
cuatro mil indios armados | |
y alegres
con la noticia | |
de que pasadas las sierras, | |
a las márgenes
y orillas | 1130 |
del monarca de las aguas, | |
de esa undosa
hidropesía | |
que tantos Nilos se sorbe | |
y por mil
leguas desliza | |
piélagos de inmensidades, | 1135 |
potable su oro en almíbar, | |
Marañón
le dan por nombre | |
(perdone vueseñoría | |
si excedo ponderador, | |
porque agora no se estiman
| 1140 |
discursos en canto llano | |
mientras no se hiperbolizan,
| |
que vocablos con guedejas | |
son los que el vulgo autoriza);
| |
digo, pues, que codiciosos | 1145 |
con la fama recibida
| |
de los árboles canelas | |
que aquellos peñascos
crían, | |
marchamos al son del parche | |
hasta una
tierra que el inga | 1150 |
Gaynacap rindió a su imperio,
| |
pienso que se nombra Quinja. | |
Recibiéronnos de
guerra, | |
mas cuando ven que los brindan | |
en vez de vino
y jamones | 1155 |
confitones de Castilla, | |
fantasmas desaparecen
| |
y en un instante se enriscan | |
donde o el infierno los
traga | |
o nos bambollan la vista, | 1160 |
porque cuantos
en su busca | |
diligencias esquisitas | |
hacen sin topar
persona, | |
tiempo y pasos desperdician. | |
Apenas, pues,
se nos vuelan | 1165 |
cuando aquella noche misma | |
conjurándose
los cielos | |
elementos amotinan, | |
porque la tierra temblando
| |
de los rayos que granizan | 1170 |
al son de atambores truenos,
| |
tenebrosas culebrinas | |
hasta su centro abre bocas | |
que bostezan o respiran | |
diluvios de azufre en llamas
| 1175 |
entre alquitrán y resina. | |
Como quien se
sorbe un huevo | |
quinientas casas pajizas | |
se merendó
cual si fuera | |
tiburón y ellas sardinas. | 1180 |
Tocó después a rebato | |
el hambre en la gente
viva, | |
y saliendo a pecorea | |
nuestro ejército
en cuadrillas, | |
el regalo más sabroso | 1185 |
que
nos guisó la desdicha | |
fue, a falta de gallipavos,
| |
culebras y lagartijas. | |
Salimos cual digan dueñas
| |
de aquella región maldita, | 1190 |
y fue escapar
de Caribdis | |
para tropezar en Scila, | |
porque el mar del
Sur a un lado | |
y al otro sierras prolijas | |
con cuyas
cumbres se ahorrara | 1195 |
Nembrot de la torre egipcia,
| |
de manera se eslabonan | |
que la esperanza nos quitan
| |
de proseguir ni tornarnos; | |
porque el hambre ejecutiva
| 1200 |
nos amenaza a la vuelta, | |
y atreverse a la subida
| |
de las estrellas sin alas | |
aun pensarlo atemoriza.
| |
Empanados deste modo | 1205 |
en agua y sierras, anima | |
el gran Pizarro la gente, | |
y llevándole por guía
| |
trepamos, gatos monteses, | |
volatines por las picas,
| 1210 |
hincando tal vez las dagas | |
por troncos y redendijas,
| |
y tal echando a los ramos | |
las cuerdas y las pretinas
| |
para guindarnos por ellos; | 1215 |
porque el pobre que
desliza | |
de risco en risco volando | |
de tal manera le
trinchan | |
que aun no valen sus migajas | |
después
para hacer salchichas | 1220 |
Venció, en fin, dificultades
| |
la industria, y subiendo arriba, | |
el que sudó
de congoja | |
helado después tirita, | |
porque hallamos
nieve tanta | 1225 |
que de las escuadras indias, | |
cantimploras
de la muerte, | |
dejamos ciento en cecina. | |
Encaramados,
en fin, | |
sobre las cándidas cimas | 1230 |
de los
peruleros Andes, | |
pudimos tender la vista | |
por infinidad
de tierras | |
cuyas poblaciones ricas, | |
templos, palacios
y casas | 1235 |
nos parecieron hormigas; | |
y bajando con
los ojos | |
en los pies, catorce días | |
gastamos
en vericuetos, | |
ya a gatas, ya de cuclillas. | 1240 |
Dimos
en un valle al cabo | |
que el Marañón fertiliza
| |
de yucas y de maizales, | |
cuyas gentes se apellidan
| |
zumacos, donde un volcán | 1245 |
sobre una sierra
vomita | |
cerros enteros de llamas | |
la vez que se encoleriza.
| |
Alojámonos en él | |
haciendo que nos reciban
| 1250 |
a puros escopetazos | |
los bárbaros que le
habitan, | |
donde estuvimos dos meses | |
que nos duró
la comida | |
sin que el sol en este tiempo | 1255 |
su cara
vernos permita, | |
ni las nubes taberneras | |
cesen de echarnos
encima | |
diluvios inagotables | |
que hasta el alma nos bautizan.
| 1260 |
Cayeron los más enfermos, | |
porque las ropas
podridas | |
con el eterno agua va | |
nos dejó en las
carnes vivas. | |
Buscamos temples mejores | 1265 |
hasta que
la apetecida | |
canela en montes inmensos | |
descubierta
nos alivia. | |
Son unos árboles estos | |
que a los
laureles imitan | 1270 |
en las siempre verdes hojas, | |
con
ramas tan presumidas | |
que se burlan de las flechas | |
sin
que se osen a sus cimas. | |
Su corpulencia tan grande
| 1275 |
que no es posible la ciñan | |
tres personas con
los brazos; | |
su flor blanca y amarilla; | |
su fruto ciertos
capullos | |
que se aprietan y arraciman | 1280 |
formando mazorcas
dellos | |
y en cáscaras quebradizas | |
conservan menudos
granos | |
que, sembrados, son semilla. | |
Es su forma de
bellotas | 1285 |
y con una virtud misma | |
raíces,
hojas, cortezas, | |
flor y fruto se asimilan | |
en el sabor
y sustancia | |
a la canela que cría | 1290 |
el Oriente
y por Europa | |
Portugal nos comunica. | |
Hay selvas y bosques
della, | |
mas la que se beneficia | |
y con cuidado se labra,
| 1295 |
según los indios afirman, | |
es mucho más
excelente. | |
En fin, los que la cultivan | |
fundan su caudal
en ella | |
porque acuden las vecinas | 1300 |
naciones a su
comercio | |
y les dan por adquirirla | |
maíz, algodón,
venados | |
y mantas con que se vistan. | |
Crecen de modo
estas plantas | 1305 |
que llevándose a Castilla | |
un árbol solo, pudiera | |
sazonar cuantas cocinas
| |
tiene la gula en España, | |
y estarále agradecida
| 1310 |
a don Gonzalo Pizarro | |
que descubrió su conquista.
| |
Pero atrévase a buscarla | |
como él quien
le tiene envidia | |
y sabrá, sudando sangre,
| 1315 |
a cómo sale la libra. | |
Volvió el hambre
a ejecutarnos | |
porque, ¿de qué nos servía
| |
faltando el arroz y leche | |
canela que muerde y pica?
| 1320 |
Y andando a caza de gangas | |
la necesidad nos guisa
| |
zambos, monos, papagayos, | |
pericos y catalinas. | |
En
más de docientas leguas | 1325 |
que caminamos a vista
| |
del Briareo Marañón | |
no hallamos otras
delicias | |
que ñames, ajíes, papayas, | |
guayabos,
cocos y piñas; | 1330 |
porque iguanas y alcatraces
| |
fuera pedir gollorías. | |
Llegamos al cabo dellas
| |
a un salto que precipita | |
la soberbia inmensidad,
| 1335 |
sus aguas todas ceñidas | |
en la estrechez de dos
sierras | |
que le encarcelan y humillan | |
tanto que no hay
veinte pasos | |
de la una a la otra orilla. | 1340 |
Éste,
pues, con la impaciencia | |
de que dos cerros le opriman,
| |
docientos estados salta | |
y a unos llanos se derriba
| |
con estrépito tan grande | 1345 |
que las gentes
convecinas | |
oyen su infernal estruendo | |
distantes dél
veinte millas. | |
Determinamos pasarle | |
por las angosturas
dichas | 1350 |
juntando a entrambas riberas | |
una puente
levadiza, | |
y haciendo cortar maderos | |
(¿a qué
no se determina | |
el valor necesitado?) | 1355 |
nos dio la
industria tal prisa | |
que armándola aquella noche
| |
(y de bejucos y pitas | |
hay mucha en aquellos campos),
| |
torciendo sogas rollizas, | 1360 |
la atamos el día
siguiente | |
y a fuerza de ingenio y grita | |
a la otra banda
la echamos | |
causando a los indios grima. | |
Proseguimos,
en efeto, | 1365 |
aquella costa prolija | |
dos meses, cuyos
trabajos, | |
hambres, lluvias y fatigas | |
han de pasar,
si las cuento, | |
en los que ociosos nos fisgan, | 1370 |
si
no plaza de novelas, | |
por vislumbres de mentiras. | |
Pero,
¡voto a Dios!, señor, | |
que entre plagas infinitas
| |
que nos brumaron las carnes | 1375 |
sus cicatrices lo digan.
| |
Cuando sufriéramos sólo | |
enjambres de
sabandijas, | |
murciélagos de a dos varas, | |
arañas,
tábanos, niguas | 1380 |
mereciéramos coronas
| |
de mártires a adquirirlas | |
en los siglos dioclecianos
| |
por la fe y no la codicia. | |
Mosquitos hay tan valientes
| 1385 |
que taladran cuando pican | |
una bota de vaqueta,
| |
porque son alesnas vivas. | |
Jijenes hay aradores | |
que
imposibles a la vista | 1390 |
dan más dolor si se ceban
| |
que una azagaya morisca. | |
Pruébelo quien lo dudare,
| |
que nosotros hechos cribas | |
y en púribus conquistamos
| 1395 |
Mainas, Guemas, Urariñas, | |
Cerbataneros,
Cocamas, | |
Tronchetos, Guainos, Paninas | |
y otros mil que
a la ignorancia | |
darán, si los nombro, risa.
| 1400 |
Resolviáse don Gonzalo | |
a una cosa sólo
digna | |
de los caprichos Pizarros, | |
porque temoso fabrica
| |
un bergantín que asegure | 1405 |
los enfermos que
peligran | |
llevándolos agua abajo | |
con el fardaje
y comida. | |
Cimentó dos fraguas y hornos; | |
árboles
quema y derriba | 1410 |
con que carbón amontona | |
y que le den solicita | |
las armas de los que han muerto,
| |
cascos, arneses, cuchillas, | |
herraje de los caballos
| 1415 |
y hasta las propias pretinas | |
deshierra forjando
luego | |
todo lo que necesita | |
un bajel desta materia.
| |
¡Tanto puede una porfía! | 1420 |
Don Gonzalo era
el primero, | |
que porque todos le sigan, | |
ya en el taller,
ya en la fragua, | |
trabaja, sopla, martilla, | |
compasa,
mide, dispone, | 1425 |
desbasta, asierra, acepilla | |
porque
en tales ocurrencias | |
más noble es quien más
se tizna. | |
Bejucos sirven de jarcias, | |
y la goma que
destilan | 1430 |
los árboles de las selvas | |
suplió
la brea y resina. | |
Para que no falte estopa | |
mantas de
algodón deshilan | |
que el casco calafetean,
| 1435 |
y de las rotas camisas | |
velas remendadas hacen | |
con
que logrando fatigas | |
al agua alegres le arrojan | |
y en
él su remedio libran. | 1440 |
A Francisco de Orellana,
| |
por ser persona de estima, | |
de su sangre y de su tierra,
| |
su gobierno le confía; | |
y con cincuenta españoles
| 1445 |
le manda que a toda prisa | |
por el Marañón
abajo | |
descubrimientos prosiga | |
y que a las ochenta leguas
| |
aguarde porque le avisan | 1450 |
que allí con el
Marañón | |
dos ríos pierden la vida.
| |
Partióse el falso pariente | |
y en perdiéndonos
de vista | |
con el bajel se levanta, | 1455 |
la gente toda
amotina | |
y al padre Caravajal | |
(de la sagrada familia
| |
del mejor Guzmán de España), | |
porque de
su tiranía | 1460 |
los excesos reprehende, | |
echa
en tierra, y fue harta dicha | |
que no pereciese de hambre
| |
pues no comió en cuatro días. | |
Llegamos
al cabo de ocho | 1465 |
por tierra a la referida | |
región,
y encontrando al fraile | |
nos cuenta la fuga indigna | |
de tal hombre y tal nobleza, | |
con que en efeto nos pilla
| 1470 |
más de cien mil pesos de oro | |
que nos dieron
las conquistas, | |
en carnes y sin hacienda. | |
juzgue vuestra
señoría | |
la cara que en los soldados
| 1475 |
la pobreza hereje pinta, | |
que de vinagre las nuestras
| |
con reniegos y por vidas, | |
impaciencias desfogamos
| |
permisión de la milicia, | 1480 |
cuando al querer
dar la vuelta | |
nos asaltan infinitas | |
legiones de hembras
armadas, | |
en los rostros serafinas | |
pero en las obras
demonios, | 1485 |
pues tanta piedra lloviznan, | |
tantos dardos
nos arrojan, | |
tantos flechazos nos tiran | |
que si no se
enamorara | |
de la airosa bizarría | 1490 |
de don Gonzalo
Pizarro | |
su hermosa reina o cacica, | |
y de mí su
bruja hermana, | |
por Dios que nos desvalijan | |
de las almas
y que hambrientas | 1495 |
o nos asan o nos guisan, | |
porque
comen carne humana | |
mejor que nosotros guindas. | |
Éstas
son las amazonas | |
que las historias antiguas | 1500 |
tanto
ensalzan y ponderan, | |
y allí viven sus reliquias.
| |
Picadas, en fin, las dos | |
de nosotros, nos convidan
| |
a que su tierra poblemos | 1505 |
y de repente nos brindan
| |
con el santo maridaje, | |
ofreciéndome la mía
| |
en dote cuantos demonios | |
sótanos de azufre habitan.
| 1510 |
Era, aunque hermosa, hechicera | |
de suerte la diablininfa
| |
que habló en lengua castellana | |
mejor que las
de Sevilla. | |
Y apretaba el matrimonio, | 1515 |
mas con escusas
fingidas | |
guarnecidas de requiebros | |
don Gonzalo las
obliga | |
a que nos dejen volver | |
a Quito y que nos permitan
| 1520 |
alistar más gente y armas, | |
jurando que en
breves días | |
tornaremos a sus ojos | |
porque alegres
nos reciban | |
no en los puros cordobanes, | 1525 |
sino con
galas lucidas. | |
Concediéronlo por fuerza, | |
y llorando
enternecidas | |
por otros rumbos echamos. | |
No me consientan
que diga | 1530 |
las desgracias de la vuelta, | |
pues fueron
tan inauditas | |
que las juzgarán patrañas.
| |
Trujillo se las repita, | |
que nos recibió esqueletos,
| 1535 |
y aunque ropas nos envía | |
no quiso nuestro
Pizarro | |
que ninguno se las vista, | |
sino que para trofeo
| |
del valor que le eterniza | 1540 |
manda que entremos en
carnes | |
desde el cuello hasta la cinta. | |
Amábanle
de manera | |
sus vecinos que sabida | |
su resolución
salieron | 1545 |
los más de la suerte misma | |
a recibirle
en pelota: | |
triunfo parece de risa, | |
pero fineza es de
España | |
que en bronces la fama escriba. | 1550 |
Ésta
fue la tal empresa | |
para nosotros maldita | |
mas para España
dichosa | |
si ganarla solicita. | |
Quien canela apeteciere,
| 1555 |
al rey su gobierno pida, | |
porque yo le voto a Dios
| |
de no probarla en mi vida. | |