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ArribaAbajoAVISOS DE SANTA TERESA DE JESUS

Á SUS MONJAS


La tierra que no es labrada, llevará abrojos y espinas, aunque sea fértil; ansí el entendimiento del hombre.

De todas las cosas espirituales decir bien, como de religiosos, sacerdotes y ermitaños.

Entre muchos, siempre hablar poco.

Ser modesta en todas las cosas que hiciére y tratáre.

Nunca porfiar mucho, especial en cosas que vá poco.

Hablar á todos con alegría moderada.

De ninguna cosa hacer burla.

Nunca reprehender á nadie sin discrecion y humildad y confusion propria de sí mesma.

Acomodarse á la complision de aquel con quien trata; con el alegre, alegre; y con el triste, triste: en fin hacerse todo á todos, para ganarlos á todos.

Nunca hablar sin pensarlo bien, y encomendarlo mucho á nuestro Señor, para que no hable cosa que le desagrade.

Jamás escusarse, sino en muy probable causa.

Nunca decir cosa suya dina de loor, como de su sciencia, virtudes, linaje, si no tiene esperanza que habrá provecho; y entonces sea con humildad, y con consideracion, que aquellos son dones de la mano de Dios.

Nunca encarecer mucho las cosas, sino con moderacion decir lo que siente.

En todas las pláticas y conversaciones siempre mezcle algunas cosas espirituales, y con esto se evitarán palabras ociosas y murmuraciones.

Nunca afirme cosa sin saberla primero.

Nunca se entremeta á dar su parecer en todas las cosas, si no se lo piden ó la caridad lo demanda.

Cuando alguno habláre cosas espirituales óyalas con humildad, y como discípulo, y tome para sí lo bueno que dijere.

[...]

No comer, ni beber, sino á las horas acostumbradas, y entonces dar muchas gracias á Dios.

Hacer todas las cosas, como si realmente estuviese viendo á su Majestad, y por esta via gana mucho una alma.

Jamás de nadie oigas, ni digas mal, sino de tí misma; y cuando holgáres desto, vás bien aprovechando.

[...]

Cuando estuvieres alegre, no sea con risas demasiadas, sino con alegria humilde, modesta, afable y edificativa.

[...]

En cualquier obra, y hora, examina tu conciencia; y vistas tus faltas, procura la enmienda con el divino favor, y por este camino alcanzarás la perfeccion.

No pienses faltas agenas, sino las virtudes, y tus propias faltas.

[...]

Huya siempre la singularidad, cuanto le fuere posible, que es mal grande á la comunidad.

[...]

La devocion interior no la muestre, sino con grande necesidad -Mi secreto para mí, dice san Francisco y san Bernardo.

De la comida si está bien, ó mal guisada, no se queje, acordándose de la hiel y vinagre de Jesucristo.

En la mesa no hable á nadie, ni levante los ojos á mirar á otra.

[...]

Jamás hagas cosa que no puedas hacer delante de todos.

No hagas comparacion de uno á otro, porque es cosa odiosa.

Cuando algo te reprehendieren, rescíbelo con humildad interior y exterior, y ruega á Dios por quien te reprendió.

Cuando un superior manda una cosa, no digas que lo contrario manda otro, sino piensa que todos tienen sanctos fines, y obedece á lo que te manda.

En cosas que no le vá ni le viene, no sea curiosa en hablarlas ni preguntarlas.

Tenga presente la vida pasada para llorarla, y la tibieza presente, y lo que le falta por andar de aquí al cielo, para vivir con temor, que es causa de grandes bienes.

Lo que le dicen los de la casa haga siempre, si no es contra la obediencia; y respóndales con humildad y blandura.

Cosa particular de comida ó vestido no la pida, sino con grande necesidad.

[...]

Con todos sea mansa, y consigo rigurosa.

[...]

Nunca siendo superior reprehenda á nadie con ira, sino cuando sea pasada, y ansí aprovechará la reprehension.

Procure mucho la perfecion y devocion, y con ellas hacer todas las cosas.

Ejercitarse mucho en el temor del Señor, que trae el alma compungida y humillada.

Mirar bien cuán presto se mudan las personas, y cuán poco hay que fiar de ellas, y ansí asirse bien de Dios, que no se muda.

[...]

Aunque tenga muchos santos por abogados, séalo en particular de san José, que alcanza mucho de Dios.

[...]

Tus tentaciones é imperfeciones no comuniques con las mas desaprovechadas de casa, que te harás daño á ti y á las otras, sino con las mas perfetas.

[...]

Tu deseo sea de ver á Dios: tu temor, si le has de perder: tu dolor, que no le gozas; y tu gozo, de lo que te puede llevar allá, y vivirás con gran paz.




ArribaAbajoMODO DE VISITAR LOS CONVENTOS DE RELIGIOSAS

[...]

Mirar lo que se dice en el coro ansí cantado, como rezado, y informarse si vá con pausa, y el cantado que sea en voz baja, conforme á nuestra profesion, que edifique, porque en ir altas, hay dos daños; el uno, que parece mal como no vá por punto, el otro, que se pierde la modestia y espíritu de nuestra manera de vivir. Y si en esto no se pone mucho, serlo há la demasía y quita la devocion á los que lo oyen, sino que vayan las voces mas con mortificacion, que con dar á entender que miran en parecer bien á los que las oyen, que esto es casi en general, y parece ya que no ha de tener remedio, sigun está la costumbre, y ansí es menester encargarlo mucho.

[...]

Tambien mirar en la manera del hablar, que vaya con simplicidad y llaneza y relision, que lleve mas estilo de ermitaños y gente retirada, que no ir tomando vocablos de novedades y (melindres creo los llaman) que se usan en el mundo, que siempre hay novedades. Préciense mas de groseras, que de curiosas, en estos casos.

[...]




ArribaAbajoESCRITOS SUELTOS


ArribaAbajoNÚMERO 13

Vejámen dado por SANTA TERESA á varios escritos sobre un punto de mística, por mandado del obispo de Avila, don Alvaro de Mendoza


JESUS

Si la obediencia no me forzára, cierto yo no respondiera, ni admitiera la judicatura por algunas razones, aunque no por las que dicen las hermanas de acá, que es entrar mi hermano entre los opositores, que parece la aficion ha de hacer torcer la justicia; porque á todos los quiero mucho, como quien me ha ayudado á llevar mis trabajos, que mi hermano vino al fin de beber el cáliz, aunque le ha alcanzado alguna parte, y alcanzará mas, con el favor del Señor. El me dé gracia, para que no diga algo, que merezca denuncien de mí á la Inquisicion, segun está la cabeza de las muchas cartas y negocios, que he escrito desde anoche acá. Mas la obediencia todo lo puede, y ansí haré lo que V. S. manda, bien ó mal. Deseo he tenido de holgarme un rato con los papeles, y no ha habido remedio.

(Censura á Francisco de Salcedo) A lo que parece, el mote es del Esposo de nuestras almas, que dice: Búscate en Mí. Pues señal es que yerra el señor Francisco de Salcedo, en poner tanto en que Dios está en todas las cosas, que El sabidor es que está en todas las cosas.

Tambien dice mucho de entendimiento y de union. Ya se sabe que en la union no obra el entendimiento: pues si no obra ¿cómo ha de buscar? Aquello que dice David: Oiré lo que habla el Señor Dios en mí (Salmo LXXXV, versículo 9), me contentó mucho, porque esto de paz en las potencias, es mucho de estimar, que entiende por el pueblo. Mas no tengo intencion de decir de cosa bien de cuanto han dicho; y ansí digo, que no viene bien, porque no dice la letra que oigamos, sino que busquemos.

Y lo peor de todo es, que si no se desdice, habré de denunciar de él á la Inquisicion, que está cerca. Porque despues de venir todo el papel diciendo: Este es dicho de san Pablo, y del Espíritu Santo, dice que ha firmado necedades. Venga luego la enmienda, si no, verá lo que pasa.

(Censura á Julian de Avila.) El padre Julian de Avila comenzó bien y acabó mal; y ansí no se le ha de dar la gloria. Porque aquí no le piden que diga de la luz increada y criada como se junten, sino que nos busquemos en Dios. Ni le preguntamos lo que siente un alma, cuando está tan junta con su Criador, si está unida con Él, ¿cómo tiene de sí diferencia, ó no? Pues no hay alli entendimiento para esas disputas, pienso yo: porque si lo hubiera, bien se pudiera entender la diferencia que hay entre el Criador y la criatura.

(Censura al padre fray Juan de la Cruz.) Tambien dice: Cuando está apurada. Creo yo, que no bastan aquí virtudes ni apuracion; porque es cosa sobrenatural, y dada de Dios á quien quiere; y si algo dispone, es el amor. Mas yo le perdono sus yerros, porque no fué tan largo como mi padre fray Juan de la Cruz. Harta buena doctrina dice en su respuesta, para quien quisiere hacer los ejercicios, que hacen en la Compañía de Jesus, mas no para nuestro propósito.

Caro costaria, si no pudiéramos buscar á Dios, sino cuando estuviésemos muertos al mundo. No lo estaba la Madalena ni la Samaritana ni la Cananea, cuando le hallaron. Tambien trata mucho de hacerse una mesma cosa con Dios en union; y cuando esto viene á ser, y hace esta merced al alma, no dirá que le busque, pues ya le ha hallado.

Dios me libre de gente tan espiritual, que todo lo quiere hacer contemplacion perfeta, dé donde diere. Con todo eso, le agradecemos el habernos dado tan bien á entender lo que no preguntamos. Por eso es bien hablar siempre de Dios, que de donde no pensamos nos viene el provecho.

(Censura á su hermano) Como ha sido del señor Lorenzo de Cepeda, á quien agradecemos mucho sus coplas y respuesta. Que si ha dicho mas que entiende, por la recreacion que nos ha dado con ellas, le perdonamos la poca humildad en meterse en cosas tan subidas, como dice en su respuesta; y por el buen consejo que da, de que tengan quieta oracion (como si fuese en su mano) sin pedírsele: ya sabe la pena á que se obliga el que esto hace. Plegue á Dios se le pegue algo de estar junto á la miel, que harto consuelo me da, aunque veo, que tuvo harta razon de correrse. Aquí no se puede juzgar mejoría, pues en todo hay falta sin hacer injusticia.

Mande V. S. que se enmienden. Quizá me enmendaré, en no me parecer á mi hermano en poco humilde. Todos son tan divinos esos señores, que han perdido por carta de mas; porque (como he dicho) quien alcanzáre esa merced de tener el alma unida consigo, no le dirá que le busque, pues ya le posee. Beso las manos de V. S. muchas veces, por la merced que me hizo con su carta. Por no cansar mas á V. S. con estos desatinos, no escribo ahora.

Indina sierva y súbdita de V. S.

TERESA DE JESUS.




ArribaAbajoNÚMERO 21

ALOCUCION


de SANTA TERESA á las monjas de Alba poco antes de morir


Hijas y señoras mias: Perdónenme el mal ejemplo que les he dado, y no aprendan de mí que he sido la mayor pecadora del mundo, y la que mas mal ha guardado su Regla y Constituciones. Pídoles por amor de Dios, mis hijas, que las guarden con mucha perfecion y obedezcan á sus superiores.

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© Patronato del Museo Británico






ArribaAbajoPOESÍAS




ArribaAbajoPOESÍA I


UNOS VERSOS DE LA SANTA MADRE TERESA DE JESUS NACIDOS DEL FUEGO DEL AMOR DE DIOS QUE EN SÍ TENIA


GLOSA


Vivo sin vivir en mí,
Y tan alta vida espero,
Que muero porque no muero.

   Aquesta divina union,
Del amor con que yo vivo,
Hace á Dios ser mi cativo,
Y libre mi corazon:
Mas causa en mí tal pasion
Ver á Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero.

   Ay! Qué larga es esta vida,
Qué duros estos destierros,
Esta cárcel y estos hierros,
En que el alma está metida!
Solo esperar la salida
Me causa un dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.

   Ay! Qué vida tan amarga
Do no se goza el Señor!
Y sí es dulce el amor,
No lo es la esperanza larga:
Quíteme Dios esta carga,
Mas pesada que de acero,
Que muero porque no muero.

   Solo con la confianza
Vivo de que he de morir;
Porque muriendo el vivir
Me asegura mi esperanza:
Muerte do el vivir se alcanza,
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.

   Mira que el amor es fuerte;
Vida no seas molesta,
Mira que solo te resta,
Para ganarte, perderte;
Venga ya la dulce muerte,
Venga el morir muy ligero,
Que muero porque no muero.

   Aquella vida de arriba
Es la vida verdadera:
Hasta que esta vida muera,
No se goza estando viva:
Muerte no seas esquiva;
Vivo muriendo primero,
Que muero porque no muero.

   Vida, ¿qué puedo yo darle
A mi Dios, que vive en mí,
Si no es perderte á tí,
Para mejor á El gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
Pues á El solo es el que quiero,
Que muero porque no muero.

   Estando ausente de tí,
Qué vida puedo tener?
Sino muerte padecer
La mayor que nunca ví:
Lástima tengo de mí,
Por ser mi mal tan entero,
Que muero porque no muero.

   El pez que del agua sale
Aun de alivio no carece,
A quien la muerte padece
Al fin la muerte le vale:
¿Qué muerte habrá que se iguale
A mi vivir lastimero?
Que muero porque no muero.

   Cuando me empiezo á aliviar
Viéndote en el Sacramento,
Me hace mas sentimiento
El no poderte gozar:
Todo es para mas penar,
Por no verte como quiero,
Que muero porque no muero.

   Cuando me gozo, Señor,
Con esperanza de verte,
Viendo que puedo perderte,
Se me dobla mi dolor:
Viviendo en tanto pavor,
Y esperando como espero,
Que muero porque no muero.

   Sácame de aquesta muerte,
Mi Dios, y dame la vida,
No me tengas impedida
En este lazo tan fuerte:
Mira que muero por verte,
Y vivir sin tí no puedo,
Que muero porque no muero.

   Lloraré mi muerte ya,
Y lamentaré mi vida,
En tanto que detenida
Por mis pecados está.
Oh, mi Dios, cuando será,
Cuando yo diga de vero,
Que muero porque no muero.




ArribaAbajoPOESÍA IV


Alma, buscarte has en Mí,
Y á Mí buscarme has en tí.

   De tal suerte pudo amor
Alma en mí te retratar,
Que ningun sabio pintor
Supiera con tal primor
Tal imágen estampar.

   Fuiste por amor criada
Hermosa bella, y así
En mis entrañas pintada,
Si te perdieres, mi amada
Alma, buscarte has en Mí.

   Que yo sé que te hallarás
En mi pecho retratada,
Y tan al vivo sacada,
Que si te ves te holgarás
Viéndote tan bien pintada.

   Y si acaso no supieres
Donde me hallarás á ,
No andes de aquí para allí,
Sino, si hallarme quisieres
A Mí, buscarte has en tí.

   Porque tú eres mi aposento,
Eres mi casa y morada,
Y así llamo en cualquier tiempo,
Si hallo en tu pensamiento,
Estar la puerta cerrada.

   Fuera de tí no hay buscarme,
Porque para hallarme á ,
Bastará solo llamarme,
Que á tí iré sin tardarme,
Y á Mí buscarme has en tí.




ArribaAbajoPOESÍA V


VILLANCICO


   ¡Oh hermosura que excedeis
A todas las hermosuras!
Sin herir dolor haceis,
Y sin dolor deshaceis
El amor de las criaturas.

   Oh ñudo que ansí juntais
Dos cosas tan desiguales,
No sé por qué os desatais,
Pues atado fuerza dais
A tener por bien los males.

   Quien no tiene sér juntais
Con el Sér que no se acaba:
Sin acabar acabais,
Sin tener que amar amais,
Engrandeceis vuestra nada.




ArribaAbajoPOESÍA VI


DE LA SANTA MADRE TERESA DE JESUS SOBRE ESTAS PALABRAS: «DILECTUS MEUS MIHI»


   Ya toda me entregué y dí,
Y de tal suerte he trocado,
Que mi Amado es para mí
Y yo soy para mi Amado.

   Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó rendida,
En los brazos del amor
Mi alma quedó caida,
Y cobrando nueva vida
De tal manera he trocado,
Que mi Amado es para mí
Y yo soy para mi Amado.

   Tiróme con una flecha
Enarbolada de amor,
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues á mi Dios me he entregado,
Y mi Amado es para mí
Y yo soy para mi Amado.

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© Patronato del Museo Británico




ArribaAbajoPOESÍA VIII


Á SANTA CATALINA, MÁRTIR

Quemadmodum desiderat cervus ad fontes aquarum, ita desiderat anima mea.




   O gran amadora
Del Eterno Dios,
Estrella luciente,
Amparadnos vos.

   Desde tierna edad
Tomastes Esposo,
Fué tanto el amor,
Que no os dió reposo:
Quien es temeroso,
No se llegue á vos
Si estima la vida
Y el morir por Dios.

   Mirad los cobardes
Aquesta doncella,
Que no estima el oro
Ni verse tan bella:
Metida en la guerra
De persecucion,
Para padecer
Con gran corazon.

   Mas pena le da
Vivir sin su Esposo,
Y así en los tormentos
Hallaba reposo:
Todo le es gozoso,
Quiere ya morir,
Pues que con la vida
No puede vivir.

   Las que pretendemos
Gozar de su gozo,
Nunca nos cansemos,
Por hallar reposo,
¡Oh engaño engañoso,
Y que sin amor,
Es querer sanar,
Viviendo el dolor.




ArribaAbajoPOESÍA X


OCTAVA

   Dichoso el corazon enamorado
Que en solo Dios ha puesto el pensamiento,
Por Él renuncia todo lo criado,
Y en Él halla su gloria y su contento.
Aun de sí mismo vive descuidado,
Porque en su Dios está todo su intento,
Y así alegre pasa y muy gozoso
Las ondas deste mar tempestüoso.




ArribaAbajoPOESÍA XXVI


VERSOS QUE COMPUSO NUESTRA MADRE SANTA TERESA DE JESUS, CON MOTIVO DE LA TRANSVERBERACION DE SU CORAZON


   En las internas entrañas
Sentí un golpe repentino:
El blason era divino,
Porque obró grandes hazañas.
Con el golpe fuí herida,
Y aunque la herida es mortal,
Y es un dolor sin igual,
Es muerte que causa vida.

   Si mata, ¿cómo da vida?
Y si vida, ¿cómo muere?
¿Cómo sana, cuando hiere,
Y se ve con él unida?
Tiene tan divinas mañas,
Que en un tan acerbo trance
Sale triunfando del lance,
Obrando grandes hazañas.




ArribaAbajoCARTAS DE SANTA TERESA DE JESUS


ArribaAbajoCARTA XLVIII

Al mismo Antonio Gaitan.- Fecha incierta


Sobre oracion, repitiendo los consejos de la anterior


JESUS

Sea con vuestra merced y pague la limosna del libro, que está muy á mi propósito. Para responder á lo que vuestra merced pregunta habia menester mas tiempo (digo en lo que toca á la oracion), anque la sustancia es muy ordinaria manera de proceder para los que han llegado á contemplacion, y hartas veces lo he dicho á vuestra merced, si no se le olvida. Sepa, que como en este mundo hay tiempos diferentes, ansí en el interior, y no es posible menos: por eso no tenga pena, que no es por culpa.

En lo demás yo no tengo voto, porque soy parte; y tambien de mi inclinacion natural es siempre estado de soledad (anque no lo he merecido tener) y como este es el de nuestra Orden, podria aconsejar á mi propósito, y no á lo que vuestra merced conviene. Trátelo claramente con el padre retor, y su merced verá lo mejor: y vaya mirando á lo que le inclina mas su espíritu. Dios le guarde, que escribo tantas cartas, que no sé cómo he podido decir esto, que aguarda el mensajero.

De mi ida no hay agora nueva, ni sé cómo sea posible este año: Dios todo lo puede. Encomiéndeme vuestra merced mucho á su Majestad, que ansí hago yo, y hágame siempre saber de sí.

Indina sierva de vuestra merced.- TERESA DE JESUS.




ArribaAbajoCARTA LXXIX

A su hermano don Lorenzo de Cepeda.- Desde Toledo á 24 de julio de 1576


Sobre el arreglo de su casa en Avila


JESUS

La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra merced siempre. ¡Oh qué largos quince dias han sido estos! Bendito sea Dios que está vuestra merced bueno. Harto consuelo me ha dado y lo que me dice del servicio que tiene y casa no me parece demasiado. De gana me hizo reir el maestro de las cerimonias: yo le digo que me han caido en harta gracia. Bien la puede creer, que es muy buena y muy cuerda. Encomiéndenla vuestra merced mucho de que la vea, que harto la debo y á Francisco de Salcedo.

Pésame harto de su mal. Temprano le comienza á hacer mal el frio. Yo estoy mijor que há años que estuve, á mi parecer, y tengo una celda muy linda, que cay al huerto una ventana y muy apartada. Ocupaciones de visitas muy pocas. Si estas cartas me dejasen, que no fueran tantas, tan bien estaria, que no era posible durar, que ansí suele ser cuando estoy bien. A tener á vuestra merced acá no me faltaba nada; mas como Dios me haga merced de darle salud esto bien pasará. Dios le pague la cuenta que tiene con mi salud, que harto me ha quitado la pena de ver, que vuestra merced pasa tambien por mi estado acá. Espero en Dios no será tanto que me deje de alcanzar el frio de Avila. Al menos por el mal que me habia de hacer yo no lo dejára, ni me deterné un dia, que, cuando Dios quiere, en toda parte da salud. ¡Oh cuanto mas para mi contento deseo la de vuestra merced! Dios se la dé como puede.

Juan de Ovalle me ha escrito una carta muy larga, á donde encarece lo que quiere á vuestra merced y haria en su servicio; y toda su tentacion fué el parecerle, que era Cimbron toda la cosa, y que él hacia y deshacia en lo que tocaba á vuestra merced, y fué causa de que no viniese mi hermana. Ellos son celos todo su sentimiento, y cierto que lo creo, porque tiene esta condicion, que harto pasé con él porque éramos amigas doña Yomar y yo. Toda la queja es de Cimbron. Él es de condicion en cosas muy aniñado: mas bien lo hacia en Sevilla y con gran amor; y ansí, por amor de Dios, que vuestra merced le sobrelleve. Yo le escribí diciéndole mi parecer, y lo que via que vuestra merced le queria, y que antes se habia él de holgar que Cimbron hiciese lo que tocaba á vuestra merced, y puse mucho en que contentase á vuestra merced y le enviase, si le pidiese los dineros; que mejor estaba cada uno en su casa; que quizá lo habia ordenado ansí Dios; y echándole la culpa y disculpando á Peralvarez. Lo peor es, que creo ha de venir acá, y no me aprovechará lo mucho que he puesto en que no venga. Cierto yo he harta lástima á mi hermana, y ansí hemos de sufrir mucho; que él, su voluntad de contentar á vuestra merced y servirle, yo juraré es mucha. No le dió Dios mas. Por eso hace á otros bien acondicionados, porque los sufran; y ansí lo habrá de hacer vuestra merced.

El Anusdei está en el arquilla á mi parecer, si no está en el baul, y las sortijas. Ya digo á la supriora la envie á vuestra merced porque saque de ella los papeles de Las Fundaciones; y envueltos en un papel y sellados, los envie á la supriora; que han de enviarme no sé qué de mi compañera, y un manteo mio (que nos dimos mucha priesa á enviarlos): y no sé qué otros papeles están ahí, y no querria los viese nadie (y por eso quiero vuestra merced los saque, que de él no se me da nada), y por los mesmos de Las Fundaciones. Quebróse la llave de la arquilla; descerrájese y guárdela vuestra merced en una arca, hasta que se haga la llave. En ella está una llave de un portacartas, que digo envien á vuestra merced, que tambien están en él algunos papeles, á lo que creo, de cosas de oracion. Bien las puede leer, y sacar de allí un papel en que están escritas algunas cosas de la fundacion de Alba. Envíemele vuestra merced con esotros, porque el padre visitador me ha mandado acabe Las Fundaciones, y son menester esos papeles para ver lo que he dicho, y para esa de Alba. Harto de mal se me hace; porque el rato que me sobra de cartas, quisiera mas estarme á solas, y descansar. No parece que quiere Dios. Plega á Él se sirva de ello.

Sepa vuestra merced, que me escribió la priora de Valladolid, que doña María de Mendoza habia hecho sacar de el libro, que tenia el obispo un traslado, y que se lo habia ahora tomado el obispo. Por vuestra merced me he holgado; que como yo vaya, lo podremos recaudar, para que lo vea. No lo diga á nadie. Si él acertase á ir ahí, bien se lo podia vuestra merced pedir.

Yo escribiré lo que dice á Sevilla, que no sé si le dieron la carta. ¿Que hay que hacer caso de cuatro reales? Ellos no las dieron; si el que las llevaba entendió que iba algo dentro, no las daria. Muy buena está la priora de aquí, para lo que suele; y ella y todas besan las manos de vuestra merced. Harto le hemos encomendado á Dios, para que estuviese bueno. Unos membrillos le envio para que la su ama se los haga en conserva, y coma despues de comer, y una caja de mermelada, y otra para la supriora de San Josef, que me dice tray grandes flaquezas. Dígale vuestra merced que la coma, y á vuestra merced suplico yo que no dé nada á nadie de esa, sino que la coma por amor de mí: y en acabándose, me lo haga saber; que vale aquí barato, y no es de dineros del convento; que me mandó el padre Gracian, en obediencia, hiciese lo que solia, pues lo que tenia no era para mí, sino para la Orden. Por un cabo me ha pesado; por otro (como acuden tantas cosas á donde estoy, anque no sean sino portes) me he holgado; que me da pena que cuesten tanto, y son muchas las que se ofrecen.




ArribaAbajoAVISO Ó MEMORIA

que la Santa dió á su hermano Lorencio de Cepeda, cuando se despidió de ella, que quedaba en Toledo, para ir á Avila donde llevaba su hijo don Francisco de Cepeda, que era niño


No querria vuestra merced olvidase esto, y por eso se lo pongo aquí. Yo tengo gran miedo, que si no hay desde ahora gran cuenta con esos niños, que se podrán presto entremeter con los demás desvanecidos de Avila; y es menester que desde luego vuestra merced los haga ir á la Compañía (que yo escribo al retor como vuestra merced ahí verá), y si al buen Francisco de Salcedo, y al maestro Daza les pareciere, pónganse bonetes. Su hija de Rodrigo de seis tuvo solo un hijo, y bien para él, y siempre le ha tenido al estudio, y an ahora está en Salamanca; y otro hijo de don Diego del Aguila andaba ansí. En fin, allá entenderán lo que se sufre. Plega á Dios no los trayan muy desvanecidos mis hermanos.

No podrá vuestra merced ver mucho á Francisco de Salcedo, ni al maestro, si no va vuestra merced á sus casas, porque viven lejos de Peralvarez, y estas pláticas es bien sean á solas. No olvide vuestra merced de no tomar ahora confesor señalado, y la menos gente en su casa que se pudiere sufrir: mas vale que vaya tomando que dejando. Ya escribo á Valladolid para que venga el paje: anque anden sin él (pues son dos y pueden andar juntos) no va mucho, algun dia: ya escribo que venga. Vuestra merced es inclinado y aun está mostrado, á mucha honra: es menester que se mortifique en esto, y que no escuche á todos, sino que tome el parecer de estos dos en todo, an del padre Muñoz de la Compañía, si le pareciere, anque estotros dos bastan para cosas mas graves, y se esté en eso. Mire que se comienzan cosas que no se entiende luego el daño; y que ganará mas en tener para hacer limosnas con Dios, y an con el mundo, que ganarán sus hijos. Por ahora no querria comprase mula, sino un cuartago, que aprovechase para caminos y servicio. No hay ahora para que se paseen esos niños sino á pie; déjelos estudiar.




ArribaAbajoCARTA CXII

A la misma madre María de San José, priora de Sevilla.- Desde Toledo á 19 de noviembre de 1576


Sobre asuntos de varios conventos y de la Orden, y en particular sobre el hábito y calzado de las religiosas


JESUS

Sea con vuestra reverencia el Espíritu Santo, hija mia. La carta suya, hecha á III de noviembre, recibí. Yo le digo que nunca me cansan, sino que me descansan de otros cansancios. Cayóme harto en gracia poner la hecha por letras. Plega á Dios no sea por no se humillar á no poner el guarismo.

Antes que se me olvide, muy buena venia la del padre Mariano, si no trajera aquel latin. Dios libre á todas mis hijas de presumir de latinas. Nunca mas le acaezca, ni lo consienta. Harto mas quiero que presuman de parecer simples, que es muy de santas, que no tan retóricas. Eso gana en enviarme sus cartas abiertas. Mas ya, como se ha confesado con nuestro padre, mas mortificada estará. Dígale que casi me confesé generalmente estotro dia, con quien le he escrito, y no me dió de veinte partes de pena la una, de cuando me habia de confesar con su paternidad. Mire qué negra tentacion es esta.

Encomienden á Dios este mi confesor, que me tiene muy consolada, que no es poco para mí contentarme. ¡Oh qué bien ha hecho en no llamar al que ahí me atormentaba, para que en ninguna cosa tuviese contento en ese lugar! Que el que tenia con nuestro padre ya ve con cuántas zozobras era; y vuestra reverencia, que me le diera, si ella quisiera, porque me cay en gracia, no queria. Yo me huelgo entienda ahora mi voluntad. Pues la otra de Caravaca, Dios la perdone, que tambien le da ahora pena. Esa fuerza tiene la verdad. Este dia me envió un hábito de una jerga, la mas á mi propósito que he traido; que es muy liviana y grosera. Harto se lo agradecí, que estaba el otro muy roto para el frio; y para camisas y todo lo han hecho ellas, anque acá no hay camisas, ni por pienso, en todo el verano, y mucho ayuno. Ya me voy haciendo monja: rueguen á Dios que dure. Ya envié á decir á mi hermano como tiene el dinero. Con el recuero de Ávila enviará él por ello. Bien hace de no lo dar sino con carta suya. Tenga cuidado de acordar á nuestro padre, que se haga la diligencia que él dice con el duque, porque con tantos negocios y tan solo no sé adonde le han de bastar fuerzas si no se las da Dios por milaglo. No me ha pasado, creo, por pensamiento decir que no coma allá (porque veo que es grande la necesidad) sino que, cuando no fuere á eso no vaya muchas veces, porque no se mire y se quite todo; antes me hacen tanta caridad en el cuidado que tienen de regalar á su paternidad, que nunca se lo pagaré. Dígalo á las hermanas, que tambien presume la mi Gabriela decírmelo en su carta. Encomiéndemela mucho y á todas y todos mis amigos, y envíenme un recaudo grande al padre fray Antonio de Jesus, que aquí encomendaremos á Dios aproveche la cura, que harta pena me ha dado, y á la priora: á fray Gregorio y fray Bartolomé tambien me encomiende. La madre priora de Malagon an está mas mala que suele; pues algo estoy consolada, que dice la llaga no es en los pulmones, y que no está hética, y que Ana de la Madre de Dios, la monja de aquí, dice que estuvo ansí, y sanó. Dios lo puede hacer. Yo no sé qué me diga de tanto trabajo, como allí ha dado Dios, y con los males gran necesidad; que ni tienen trigo, ni dineros, sino el mundo de deudas. Los cuatrocientos ducados, que las deben en Salamanca, y teníalos para esa casa, que ya lo habia dicho nuestro padre, an plega á Dios que basten para que se remedien. Ya he enviado por parte de ellos. Han sido muchos los gastos, que allí han tenido, y de muchas maneras. Por eso no querria yo las prioras de las casas de renta muy francas, ni ninguna, que es venirse á perder del todo. La pobre Beatriz ha cargado sobre ella, que ha sido la que ha andado buena, y tiene cargo de la casa, que se la encomendó la madre priora, á falta de hombres buenos, como dicen. Harto me huelgo que ahí no les falte. No sea boba en dejar de poner los portes y lo que le digo, que tanto se perderán, y es bobería. Pena me ha dado que sea el compañero fray Andrés, que creo no sabe callar, y mas me la da que coma en el Cármen. Por amor de Dios le avise siempre y se vaya á los Remedios en acabando ahí, que parece es tentar á Dios. Su Majestad me la guarde, que tengo mucho que escribir, y á todas me las haga santas. Son hoy XIX de noviembre.

De vuestra reverencia.- TERESA DE JESUS.

Vuelva la hoja.

Las cartas á donde venian las de las Indias y de Ávila ya le he dicho las recibí. Querria supiese quién se las dió para responder, y cuándo se va el armada.

Huélgome de que lleven tan bien la pobreza, y las provea ansí mi Dios. Bendito sea por siempre. Muy bien hizo de dar las túnicas á nuestro padre, que no las he menester. Lo que mas hemos de menester todos es, que no le dejen comer con esa gente, y que ande su paternidad avisado en ello, pues nos hace Dios tanta merced de darle salud con tantos trabajos. Lo de lino y lana junto mas quiero que trayan lienzo, cuando lo hayan menester, que es abrir puerta para nunca cumplir bien la costitucion, y con traer lienzo con necesidad la cumplen. Esotro dará casi tanta calor, y ni se hace lo uno ni lo otro, y quedarse han con ello. Esto que dice de que sean las calzas de estopa ú jerga, nunca se guarda y dame pena. Avíselo á nuestro padre un dia, para que á donde dice calzas no señale mas de qué han de ser, sino que diga de cosa pobre, y avísemelo; ú no diga de qué, sino solo calzas, que mejor es, y no se le olvide. Deténgale en ir á visitar la provincia lo que pudiere, hasta que se vea en qué paran algunas cosas. ¿No ve que gracia tray la carta para Teresica de su paternidad? No acaban de decir de ella y de su virtud. Julian dice maravillas, que es mucho. Vea la carta que escribe mi Isabel á su paternidad.




ArribaAbajoCARTA CXIX

Al mismo padre fray Jerónimo Gracian de la Madre de Dios.- Desde Toledo á mediados de diciembre de 1576


Sobre la reforma de las Calzadas de Paterna y otros asuntos relativos en su mayor parte al convento de Sevilla


JESUS

Sea con vuestra paternidad, mi padre. ¡Oh qué buen dia he tenido hoy, que me ha enviado el padre Mariano todas sus cartas de vuestra paternidad! No ha menester decírselo, que él lo hace, que se lo he rogado; y anque vienen tarde, me consuelo mucho. Mas todavía me hace vuestra paternidad mucha caridad en decirme la sustancia de las cosas que pasan, porque, como digo, vienen estotras tarde, anque cuando á su poder viene alguna para mí, no, que luego me las ha enviado. Estamos muy grandes amigos.

Hame hecho alabar á nuestro Señor de la manera y con la gracia que vuestra paternidad escribe, y sobre todo, con la perfecion. ¡Oh, padre mio, qué majestad tienen las palabras que tocan en esto! ¡Y qué consuelo dan á mi alma! Cuando no fuéramos fieles á Dios por el bien que se nos sigue, sino por el autoridad que da (y mientras mas, mas) nos será grandísima ganancia. Bien se le parece á vuestra paternidad, que le va bien con su Majestad. Sea por todo bendito, que tantas mercedes me hace, y tanta luz le da y fuerzas: no sé cuándo se lo he de acabar de servir. Yo le digo, que venia de arte la carta, que escribió desde Trigueros, sobre el Tostado, y el romper las que le fueron á mostrar para pedirle. En fin, mi padre, le ayuda Dios y enseña á banderas desplegadas, como dicen: no haya miedo que deje de salir con gran empresa. ¡Oh, la envidia que tengo á los pecados, que se dejan de hacer por vuestra paternidad y el padre fray Antonio! Y estoime yo aquí solo con deseos.

Hágame saber en qué se fundó el testimonio de la monja vírgen y parida, que me parece grandísima necedad levantar una cosa como esa. Mas ninguna llega á la que el otro dia me escribió. ¿Piensa que es pequeña merced de Dios llevar vuestra paternidad estas cosas como las lleva? Yo le digo, que le va pagando los servicios que ahí le hace. No será esa sola.

Espantada estoy de tanta mala ventura como hay, en especial eso de esas misas, que me fuí al coro á pedir á Dios remedio para esas almas. No es posible consienta su Majestad, que pase tanto mal adelante, ya que lo ha comenzado á descubrir. Cada dia voy entendiendo mas el fruto de la oracion, y lo que debe ser delante de Dios un alma, que por sola su honra, pide remedio para otras. Crea, mi padre, que creo se va cumpliendo el deseo con que se comenzaron estos monesterios, que fué para pedir á Dios, que á los que tornan por su honra y servicio ayude, ya que las mujeres no somos para nada. Cuando yo considero la perfecion de estas monjas, no me espantaré de lo que alcanzaren de Dios. Holgádome he de ver la carta que escribió á vuestra paternidad la priora de Paterna, y la maña que le da Dios á vuestra paternidad en todas las cosas. Espero en Él, que harán gran fruto, y hame puesto codicia de que no cesen las fundaciones.

Ya escribí á vuestra paternidad de una, y sobre esa misma me escribe esa carta la priora de Medina; no son mil ducados los que da, sino seicientos; ya puede ser se quede ella ahora con lo demás. Traté con el dotor Velazquez este negocio, porque an tenia escrúpulo de tratar en ello contra voluntad del general. Ha puesto mucho en que procure con doña Luisa escriba al embajador, para que lo alcanzase del general. Dice que él dirá la informacion que se ha de dar, y si él no la diere, lo pidan al Papa, informándole como son espejos de España estas casas. Ansí lo pienso hacer, si á vuestra paternidad no le parece otra cosa. Ya escribí al maestro Ripalda, que ha sido retor ahora de Búrgos, para que se informase, (que es mi gran amigo de la Compañía) y para que me informase, y que yo enviaria, si fuese conveniente, allá quien lo viese y lo tratase; y ansí podrá ir, si á vuestra paternidad le pareciese, Antonio Gaytan y Julian de Avila; como venga el buen tiempo. Enviaráles vuestra paternidad un poder; ellos lo concertarán, como lo de Caravaca, y sin ir yo allá se podrá fundar; que anque vayan mas monjas á reformaciones, para todo hay, como se queden pocas en los conventos, anque sean como ahí. Paréceme que en otros, que sean mas que ahí, no conviene ir solas dos, y an ahí no me pesára tuvieran una freila, que las hay; ¡y qué tales!

Yo bien tengo entendido, que ningun remedio tienen monesterios de monjas, si no hay de las puertas adentro quien guarde. Está la Encarnacion, que es para alabar á Dios. ¡Oh qué deseo tengo de ver las monjas todas quitadas de la sujecion de Calzados! En viendo hecha provincia he de poner la vida en esto, porque de aquí viene todo su mal, y es sin remedio. Porque, anque otros monesterios están relajados, no es en tanto extremo, digo los sujetos á los frailes, que á los Ordinarios terrible cosa es. Y si los perlados entendiesen lo que cargan sobre sí, y tuviesen el cuidado que vuestra paternidad, de otra manera irian; y no seria poca misericordia de Dios haber tantas oraciones de buenas almas para su Ilesia.

Muy bien me parece lo que dice de los hábitos, y de aquí á un año los puede poner á todas. Hecho una vez, hecho se queda, que todo es grita unos dias; y con castigar á unas, callarán las demás, que ansí son mujeres, temerosas por la mayor parte. Esas novicias no queden ahí, por caridad, pues llevan tan malos principios. Vanos mucho en salir bien con ese monesterio, que es el primero. Yo le digo, que si eran sus amigas, que se lo paga bien en las obras.

Caido me ha en gracia el rigor de nuestro padre fray Antonio: pues entienda, que con alguna no fuera malo, que infinito importa, que yo las conozco. Quizás se quitára mas de un pecado en sus palabras, y aun estuvieran ahora mas rendidas; que de blandura y rigor ha de haber, que ansí nos lleva nuestro Señor, y esas muy determinadas no tienen otro remedio. Y torno á decir, que están muy solas las pobres Descalzas, que si alguna está mala, será gran trabajo. Dios las dará salud, pues ve la necesidad.

A todas sus hijas de vuestra paternidad, las de por acá, les va bien, sino que en Veas las matan con pleitos; mas no es mucho padezcan algo, que se hizo muy sin trabajo aquella casa. Nunca terné mijores dias, que los que allí tuve con mi Pablo. En gracia me cayo, que me escribió su hijo querido, ¡y cuán de presto dije, estando sola, que tenia razon! Mucho me holgué de oirlo, y mas me holgaria de ver eso en tan buenos términos, que diese por lo de acá vuelta, que espero en Dios ha de venir á sus manos.

Mucha pena me da el mal de esa priora, que se hallaría mal otra como ella para ahí. Hágala vuestra paternidad tratar bien, y que tomase algunas cosas para esa calentura contina. ¡Oh qué bien me va con el confesor! que, para que haga alguna penitencia, hace que coma cada dia mas de lo que suelo, y me regale. La mi hija Isabel está aquí, dice, ¿que cómo le hace vuestra paternidad tantas burlas de no la responder?

Dábale de un melon, dice que está muy frio que le atruena la garganta. Yo le digo que tiene dichos gustosísimos y una alegría ordinaria y una blandura de condicion, que se parece harto á mi padre. Dios me le guarde, amén, amén.

Sepa que ahí tienen un miedo extraño á la priora, y tambien costumbre de no decir cosa adecuada á los perlados. Eso de los estudiantes que las sirven es menester mirar. Guárdele Dios mucho mas que á mí.

Indina sierva y súdita de vuestra paternidad.- TERESA DE JESUS.




ArribaAbajoCARTA CXXXII

Al señor Lorenzo de Cepeda, hermano de la Santa.- Desde Toledo 2 de enero de 1577


Sobre asuntos espirituales y familiares de aquel caballero


JESUS

Sea con vuestra merced. Da tan poco lugar Serna, que no querria alargarme, y no sé acabar, cuando comienzo á escribir á vuestra merced; y, como nunca viene Serna, es menester tiempo.

Cuando yo escribiere á Francisco, nunca se la lea vuestra merced, que he miedo tray alguna melencolía, y es harto declararse conmigo. Quizá le da Dios esos escrúpulos, para quitarle de otras cosas, mas, para su remedio, el bien que tiene es creerme.

El papel claro estaba no lo habia enviado, anque yo hice mal en no decirlo. Dilo á una hermana que lo trasladase, y no le ha podido mas hallar. Hasta que de Sevilla envien otro traslado, no hay remedio de llevarle.

Ya creo habrán dado á vuestra merced una carta, que escribí por la via de Madrid; mas, por si se ha perdido, habré de poner aquí lo que decia, que me pesa harto de embarazarme en esto. Lo primero, que mire que esa casa de Hernan Alvarez de Peralta, que ha tomado, me parece oí decir tenia un cuarto para caer: mírelo mucho.

Lo segundo, que me envie el arquilla, y si algunos papeles mas mios fueron en los líos, que me parece fué una talega con papeles, venga muy cosida. Si enviáre doña Quiteria con Serna un envoltorio, que ha de enviar, dentro verná bien. Venga mi sello, que no puedo sufrir sellar con esta muerte, sino con quien querria que lo estuviese en mi corazon, como en el de san Ignacio. No abra nadie la arquilla (que pienso está aquel papel de oracion en ella) si no fuere vuestra merced, y sea de manera, que cuando algo viere, no lo diga á nadie. Mire que no le doy licencia para ello, ni conviene; que, anque á vuestra merced le parece seria servicio de Dios, hay otros inconvenientes, por donde no se sufre; y basta, que si yo entiendo que lo dice vuestra merced, guardaré de leerle nada.

Hame enviado á decir el nuncio, que le envie traslado de las patentes, con que se han fundado estas casas, y cuantas son, y á donde, y cuantas monjas, y de donde, y la edad que tienen, y cuantas me parece serán para prioras; y están estas escrituras en esa arquilla, ú no sé si talega: en fin he menester todo lo que ahí está. Dicen que lo pide para que quiere hacer la provincia. Yo he miedo, no quiera que reformen nuestras monjas otras partes, que se ha tratado otra vez, y no nos está bien; que ya en los monasterios de la Orden súfrese. Diga eso vuestra merced á la supriora, y que me envie los nombres de las que son de esa casa, y los años de las que ahora están, y lo que há que son monjas, de buena letra, en un cuadernillo de á cuartilla, y firmada de su nombre.

Ahora me acuerdo que soy priora de ahí: y que lo puedo yo hacer; y ansí no es menester firmar ella, sino enviarme lo demás, anque sea de su letra, que yo lo trasladaré. No hay para qué lo entiendan las hermanas. Mire vuestra merced cómo se envia, no se mojen los papeles, y envie la llave.

Lo que digo está en el libro, es en el del Pater noster. Allí hallará vuestra merced harto de la oracion que tiene, anque no tan á la larga como está en el otro. Paréceme está en Adveniad renun tuun. Tórnele vuestra merced á leer, al menos el Pater noster, quizá hallará algo que le satisfaga.

Antes que se me olvide: ¿cómo hace promesa, sin decírmelo? Donosa obediencia es esa. Hame dado pena, anque contento la determinacion, mas me parece cosa peligrosa. Pregúntelo; porque de pecado venial, podria ser mortal por la promesa. Tambien lo preguntaré yo á mi confesor, que es gran letrado; y bobería me parece, porque lo que yo tengo prometido, es con otros aditamentos. Eso no lo osára yo prometer, porque sé que los Apóstoles tuvieron pecados veniales. Solo nuestra Señora no los tuvo. Bien creo yo que habrá tomado Dios su intencion; mas paréceme cosa acertada que se lo comutasen luego en otra cosa. Si con tomar una bula se puede hacer, hágalo luego: este jubileo fuera bueno. Cosa tan fácil, que an sin advertir mucho se puede hacer, Dios nos libre; pues Dios no puso mas culpa en ello, bien conoce nuestro natural. A mi parecer conviene remediarse luego, y no le acaezca mas cosa de promesa, que es peligrosa cosa. No me parece es inconveniente tratar alguna vez de su oracion con los que se confiesa; que en fin están cerca, y le advertirán mejor de todo, y no se pierde nada.

El pesarle de haber comprado la Serna, hace el demonio; porque no agradezca á Dios la merced que lo hizo en ello, que fué grande. Acabe de entender, que es por muchas partes mejor, y ha dado mas que hacienda á sus hijos, que es honra. Nadie lo oye, que no le parezca grande ventura. ¿Y piensa que en cobrar los censos no hay trabajo? un andar siempre con ejecuciones. Mire que es tentacion: no le acaezca mas, sino alabar á Dios por ello, y no piense, que cuando tuviera mucho tiempo, tuviera mas oracion. Desengáñese de eso, que tiempo bien empleado, como es mirar por la hacienda de sus hijos, no quita la oracion. En un memento da Dios mas, hartas veces, que con mucho tiempo; que no se miden sus obras por los tiempos.

Luego procure tener alguno en pasando estas fiestas, y entienda en sus escrituras, y póngalas como han de estar. Y lo que gastáre en la Serna, es bien gastado, y cuando venga el verano, gustará de ir allá algun dia. No dejaba de ser santo Jacob, por entender en sus ganados, ni Abraham, ni san Joaquin, que como queremos huir del trabajo, todo nos cansa; que ansi hace á mí, y por eso quiere Dios, que haya bien en que me estorbe. Todas esas cosas trate con Francisco de Salcedo, que en eso temporal, yo le doy mis veces.

Harta merced de Dios es, que le canse lo que á otros seria descanso. Mas no se ha de dejar por eso, que hemos de servir á Dios como Él quiere, y no como nosotros queremos. Lo que me parece que se puede excusar es esto de granjerías; y por eso me he holgado en parte, que se lo deje á Dios en esto de estas ganancias; que an para eso del mundo, se debe perder algun poco. Creo vale mas irse vuestra merced á la mano en dar, pues Dios le ha dado para que pueda comer y dar, anque no sea tanto. No llamo granjerías, lo que quiere hacer en la Serna, que está muy bien, sino en estotro de ganancias. Ya le digo, que en todas estas cosas siga el parecer de Francisco de Salcedo, y no andará en esos pensamientos; y siempre me le encomiende mucho, y á quien mas quisiere, y á Pedro de Ahumada, que bien quisiera tener tiempo para escribirle, porque me respondiera, que me huelgo con sus cartas.

A Teresa diga vuestra merced que no haya miedo quiera á ninguna como á ella: que reparta las imágenes, y no las que yo aparté para mí, y que dé alguna á sus hermanos. Deseo tengo de verla. Devocion me hizo lo que escribió vuestra merced de ella á Sevilla, que me enviaron acá las cartas, que no se holgaron poco las hermanas, que las leyeron en la recreacion, y yo tambien; que quien saca á mi hermano de ser galan, será quitarle la vida, y como es con santas, todo le parece bien. Yo creo lo son estas monjas. En cada cabo me hacen confusion.

Gran fiesta tuvimos ayer con el nombre de Jesus: Dios se lo pague á vuestra merced. No sé qué le envie por tantas como me hace, si no es esos villancicos, que hice yo, que me mandó el confesor las regocijase, y he estado estas noches con ellas, y no supe cómo, sino ansí. Tienen graciosa tonada, si la atináre Francisquito para cantar. Mire si ando bien aprovechada. Con todo me ha hecho el Señor hartas mercedes estos dias.

De las que hace á vuestra merced estoy espantada. Sea bendito por siempre. Ya entiendo por lo que se desea la devocion, que es bueno. Una cosa es desearlo y otra pedirlo; mas crea que es lo mejor lo que hace, el dejarlo todo á la voluntad de Dios, y poner su causa en sus manos. Él sabe lo que nos conviene, mas siempre procure ir por el camino que le escribí: mire que es mas importante de lo que entiende.

No será malo, cuando alguna vez despertáre con esos ímpetus de Dios, sentarse sobre la cama un rato, con que mire siempre tener el sueño, que há menester su cabeza, que anque no se siente, puede venir á no poder tener oracion, y mire, que procure no sufrir mucho frio, que para ese mal de ijada, no conviene. No sé para qué desea aquellos terrores y miedos, pues le lleva Dios por amor. Entonces era menester aquello. No piense, que siempre estorba el demonio la oracion, que es misericordia de Dios quitarla algunas veces; y estoy por decir, que casi es tan gran merced, como cuando da mucha, por muchas razones, que no tengo lugar de decir á vuestra merced. La oracion que Dios le da, es mayor sin comparacion, que el pensar en el infierno, y ansí no podrá, aunque quiera; ni lo quiera, que no hay para qué.

Hecho me han reir algunas de las repuestas de las hermanas. Otras están extremadas, que me han dado luz de lo que es; que no piense que yo lo sé. No hice mas que decírselo acaso á vuestra merced sobre lo que le diré, de que le vea, si Dios fuere servido.

La respuesta del buen Francisco de Salcedo me cayó en gracia. Es su humildad por un término extraño, que le lleva Dios de suerte, con temor, que an podria ser no le parecer bien hablar en estas cosas de esta suerte. Hémonos de acomodar con lo que vemos en las almas. Yo le digo que es santo; mas no le lleva Dios por el camino que á vuestra merced. En fin, llévale como á fuerte, y á nosotros como á flacos. Harto para su humor respondió.

Torné ahora á leer su carta. No entendí el quererse levantar la noche que dice, sino sentado sobre la cama. Ya me parecia mucho, porque importa el no faltar el sueño. En ninguna manera se levante, anque mas hervor sienta, y mas si duerme: no se espante del sueño. Si oyera lo que decia fray Pedro de Alcántara sobre eso, no se espantára, an estando despierto.

No me cansan sus cartas de vuestra merced, que me consuelan mucho, y ansí me consolára poderle escribir mas á menudo; mas es tanto el trabajo que tengo, que no podrá ser mas á menudo; y an esta noche me ha estorbado la oracion. Ningun escrúpulo me hace, si no es pena de no tener tiempo. Dios nos le dé para gastarle siempre en su servicio, amén. La esterilidad de este pueblo en cosas de pescado, que es lástima á estas hermanas; y ansí me he holgado con estos besugos. Creo pudieran venir sin pan, sigun hace el tiempo. Si acertáre haberlos, cuando venga Serna, ú algunas sardinas frescas, dé vuestra merced á la supriora con que nos las envie, que lo ha enviado muy bien. Terrible lugar es este para no comer carne, que an un huevo fresco jamás hay. Con todo pensaba hoy que há años que no me hallo tan buena como ahora; y guardo lo que todas, que es harto consuelo para mí. Esas coplas que no van de mi letra no son mias, sino que me parecieron bien para Francisco, que como hacen las de San José de las suyas, esotras hizo una hermana. Hay gran cosa de eso estas Pascuas en las recreaciones. Es hoy segundo dia del año.

Indina sierva de vuestra merced.- TERESA DE JESUS.

Pensé que nos enviára vuestra merced el villancico suyo; porque estos ni tienen piés ni cabeza, y todo lo cantan. Ahora se me acuerda uno que hice una vez, estando con harta oracion, y parecia que descansaba mas. Eran (ya no sé si eran ansí), y porque vea que desde acá le quiero dar recreacion.



   ¡Oh hermosura, que ecedeis
A todas las hermosuras!
Sin herir, dolor haceis;
Y sin dolor, deshaceis
El amor de las criaturas.

   ¡Oh ñudo, que ansí juntais
Dos cosas tan desiguales!
No sé por qué os desatais:
Pues atado, fuerza dais,
A tener por bien los males.

   Quien no tiene sér, juntais
Con el sér que no se acaba:
Sin acabar, acabais:
Sin tener que amar, amais:
Engrandeceis nuestra nada.

No se me acuerda mas. ¡Qué seso de fundadora! Pues yo le digo que me parecia estaba con harto, cuando dije esto. Dios se lo perdone, que me hace gastar tiempo: y pienso le ha de enternecer esta copla y hacerle devocion; y esto no lo diga á nadie. Doña Yomar y yo andábamos juntas en este tiempo. Déla mis encomiendas.




ArribaAbajoCARTA CXXXIV

Al padre fray Jerónimo Gracian de la Madre de Dios.- Desde Toledo 9 de enero de 1577


Dándole consejos para regular su celo


JESUS

La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra paternidad, mi padre. ¡Oh qué de bendiciones le ha echado esta su hija vieja, con esta carta, que me envió hoy el padre Mariano, que son IX de enero! Porque habia recibido la víspera de los Reyes la que venia con el recaudo de Caravaca, que desde á dos dias iba mensajero cierto, que me holgué harto. La de vuestra paternidad, con cuanto se templaba en decirme de su mal, me tenia bien afligida. Bendito sea Dios, que tanta merced me hace en haberle dado salud: luego he escrito á los monesterios que he podido, para que me le encomendasen á Dios: habré de tornar á dar la buena nueva, que no sé otro remedio. Harto grande bien ha sido venir estotra carta tan presto: cada dia me tiene vuestra paternidad con mayor obligacion, por el cuidado que tiene de mi contento, ansí espero en Dios se lo ha de pagar.

Yo le digo que me ha caido harto en gracia, como si no tuviese nenguno, ocuparse ahora en hacer confisionario: cosa harto sobrenatural me parece. Con todo no hemos de pedir á Dios miraglos, y es menester que vuestra paternidad mire que no es de hierro, y que hay muchas cabezas perdidas en la Compañía, por darse á mucho trabajo; que en lo que dice de la perdicion de esas almas que entran para servir á Dios, dias há que lo lloro. Lo que ha de hacer gran provecho es, si les dan buenos confesores; y si para los monesterios que han de ir Descalzas, no busca vuestra paternidad remedio de esto, yo hé miedo que no se hará tanto fruto; porque apretarlas en lo exterior, y no tener quien en lo interior las ayude, es gran trabajo: ansí le tuve yo hasta que fueron Descalzos á la Encarnacion. Ya que vuestra paternidad lo quiere hacer solo por remediar almas, sea de hecho, y procure quien las ayude en este caso, y poner un mandamiento, á donde hay monesterio de frailes, que no vaya allá nenguno que las inquiete. En Antequera me parece está Millan, quizá será bueno; al menos sus cartas son de harta recreacion para mí, las que escribe á vuestra paternidad: plega á el Señor que lo encamine todo, amén.

¡Oh cómo me contenta con la perfecion que escribe vuestra paternidad á Esperanza! porque cartas que se han de ver, es bien venir ansí, y an para él mesmo. ¡Y cómo tiene vuestra paternidad (en lo que dice que es menester para la Reforma) grandísima razon, que no se han de conquistar las almas á fuerza de armas, como los cuerpos! Dios me le guarde, que harto contenta me tiene. Para encomendarle mucho á Dios querria ser muy buena; digo para que me aproveche los deseos y ánimo: nunca le hallo cobarde, gloria á Dios, si no es en cosas de Pablo. ¡Oh pues lo que se regala Angela con el sentimiento que muestra en una plana despues de escrita una carta que le envió! Dice, que le quisiera besar muchas veces las manos, y que le diga á vuestra paternidad, que bien puede estar sin pena, que el casamentero fué tal, y dió el nudo tan apretado, que solo la vida le quitará y an despues de muerta estará mas firme, que no llega á tanto la bobería de la perfecion, porque antes ayuda su memoria á alabar al Señor, que estaba libertad que solia tener la ha hecho guerra. Ahora ya le parece mayor la sujecion que en esto tiene, y muy agradable á Dios, porque halla quien le ayude á llegar almas que le alaben, que es un tan gran alivio y gozo este, que á mí me alcanza harta parte. Sea por todo bendito.

Indina hija y súdita de vuestra paternidad.- TERESA DE JESUS.




ArribaAbajoCARTA CXXXVIII

A su hermano don Lorenzo de Cepeda.- Desde Toledo á 17 de enero de 1577


Con varios consejos muy interesantes y para la direccion de su alma: le da tambien noticias del estado de la suya y de favores que Dios le hacia


JESUS

Sea con vuestra merced. Ya dije en la que llevó el de Alba, que las sardinas vinieron buenas y los confites á tiempo, anque quisiera yo mas se quedára vuestra merced con los mejores: Dios se lo pague. De ninguna cosa me envie ya nada, que cuando yo lo quiera lo pediré. Mucho en hora buena se pase á nuestro barrio. Todavia lo mire mucho esto del cuarto que digo, que si no se remedia estaba peligroso, y si habia qué. A esto mucho con todo se mire.

Cuanto á lo del secreto de lo que me toca, no digo que sea de manera que obligue á pecado; que soy muy enemiga de esto, y podríase descuidar: basta que sepa que me dará pena. Lo de la promesa ya me habia dicho mi confesor que no era válida, que me holgué harto; que me tenia con cuidado. Tambien de la obediencia, que me tiene dada, le dije, que me ha parecido sin camino. Dice que bien está; mas que no sea promesa á mí, ni á naide; y ansí no la quiero con promesas, y aun lo demás se me hace de mal; mas por su consuelo paso por ello, á condicion que no la prometa á nadie. Holgádome he, que vea que le entiende fray Juan, como tiene expiriencia, y an Francisco tiene algun poco, mas no lo que Dios hace con vuestra merced. Bendito sea por siempre sin fin. Bien está con entramos ahora.

Bueno anda nuestro Señor. Paréceme que quiere mostrar su grandeza en levantar gente ruin, y con tantos favores, que no sé qué mas ruin que entramos. Sepa que há mas de ocho dias, que ando de suerte, que, á durarme, pudiera mal acudir á tantos negocios. Desde antes que escribiese á vuestra merced me han tornado los arrobamientos, y hame dado pena; porque es (cuando han sido algunas veces) en público, y ansí me ha acaecido en Maitines. Ni basta resistir, ni se puede disimular. Quedo tan corridísima, que me querria meter no sé donde. Harto ruego á Dios se me quite esto en público; pídaselo vuestra merced, que tray hartos inconvenientes, y no me parece es mas oracion. Ando estos dias como un borracho en parte: al menos entiéndese bien, que está el alma en buen puesto; y ansí, como las potencias no estan libres, es penosa cosa entender en mas que lo que el alma quiere.

Habia estado antes casi ocho dias, que muchas veces ni un buen pensamiento no habia remedio de tener, sino con una sequedad grandísima. Y, en forma, me daba en parte gran gusto; porque habia andado otros dias antes como ahora, y es gran placer ver tan claro lo poco que podemos de nosotros. Bendito sea el que todo lo puede, amén. Harto he dicho. Lo demás no es para carta, ni an para decir. Bien es alabemos á nuestro Señor el uno por el otro; al menos vuestra merced por mí, que no soy para darle gracias las que le debo, y ansí he menester mucha ayuda.

De lo que vuestra merced me dice que ha tenido, no sé qué le diga, que cierto es mas de lo que entenderá, y principio de mucho bien, si no lo pierde por su culpa. Ya he pasado por esa manera de oracion, y suele despues descansar el alma, y anda á las veces entonces con algunas penitencias. En especial, si es ímpetu bien recio, no parece se puede sufrir, sin emplearse el alma en hacer algo por Dios; porque es un toque, que da al alma de amor, en que entenderá vuestra merced, si va creciendo, lo que dice no entiende de la copla; porque es una pena grande y dolor, sin saber de qué, y sabrosísima. Y anque, en hecho de verdad, es herida que da el amor de Dios en el alma, no se sabe adónde, ni cómo, ni si es herida, ni qué es, sino siéntese dolor sabroso, que hace quejar, y ansí dice:


Sin herir, dolor haceis,
Y sin dolor deshaceis
El amor de las criaturas.

Porque cuando de veras está tocada el alma de este amor de Dios, sin pena ninguna se quita el que se tiene á las criaturas, digo de arte que esté el alma atada á ningun amor, lo que no se hace estando sin este amor de Dios; que cualquiera cosa de las criaturas, si mucho se aman, da pena; y apartarse de ellas, muy mayor. Como se apodera Dios en el alma, vala dando señorío sobre todo lo criado, y anque se quita aquella presencia y gusto (que es de lo que vuestra merced se queja) como si no hubiese pasado nada, cuanto á estos sentidos sensuales, que quiso Dios darles parte del gozo del alma, no se quita de ella, ni deja de quedar muy rica de mercedes, como se ve despues, andando el tiempo, en los afetos.

De esas tribulaciones despues, de que vuestra merced me da cuenta, ningun caso haga; que anque eso yo no lo he tenido, porque siempre me libró Dios por su bondad de esas pasiones, entiendo debe de ser, que como el deleite del alma es tan grande, hace movimiento en el natural. Iráse gastando con el favor de Dios, como no haga caso de ello. Algunas personas lo han tratado conmigo. Tambien se quitarán esos estremecimientos; porque el alma, como es novedad, espántase, y tiene bien de que se espantar: como sea mas veces, se hará hábil para recibir mercedes. Todo lo que vuestra merced pudiere, resista esos estremecimientos y cualquier cosa exterior, porque no se haga costumbre, que antes estorba que ayuda.

Eso del calor, que dice que siente, ni hace ni deshace; antes podrá dañar algo á la salud, si fuere mucho; mas tambien quizá se irá quitando, como los estremecimientos. Son esas cosas (á lo que yo creo) como son las complexiones; y como vuestra merced es sanguíneo, el movimiento grande de espíritu, con el calor natural, que se recoge á lo superior y llega al corazon, puede causar eso; mas, como digo, no es por eso mas la oracion.

Ya creo he respondido al quedar despues como si no hubiese pasado nada. No sé si lo dice ansí san Agustin: Que pasa el espíritu de Dios sin dejar señal, como la saeta, que no la deja en el aire. Ya me acuerdo que he respondido á esto; que ha sido multitud de cartas las que he tenido despues que recibí las de vuestra merced y an tengo ahora por escribir hartas, por no haber tenido tiempo para hacer esto.

Otras veces queda el alma, que no puede tornar en sí en muchos dias; sino que parece como el sol, que los rayos dan calor, y no se ve el sol: ansí parece el alma tiene el asiento en otro cabo, y anima al cuerpo, no estando en él, porque está alguna potencia suspendida.

Muy bien va en el estilo que lleva de meditacion, gloria á Dios, cuando no tiene quietud digo. No sé si he respondido á todo; que siempre torno otra vez á leer su carta, que no es poco tener tiempo, y ahora no, sino á remiendos la he tornado á leer. Ni vuestra merced tome ese trabajo en tornar á leer las que me escribe. Yo jamás lo hago. Si faltaren letras, póngalas allá, que ansí haré yo acá á las suyas, que luego se entiende lo que quiere decir, que es perdido tiempo sin propósito.

Para cuando no se pudiere bien recoger, al tiempo que tiene oracion, ú cuando tuviere gana de hacer algo por el Señor, le envio ese silicio, que despierta mucho el amor, á condicion, que no se le ponga despues de vestido, en ninguna manera, ni para dormir. Puédese sentar sobre cualquiera parte, y ponerle que dé desabrimiento. Yo lo hago con miedo. Como es tan sanguíneo; cualquiera cosa podria alterar la sangre, sino que es tanto el contento que da (aunque sea una nadería como esa) hacer algo por Dios, cuando se está con ese amor, que no quiero lo dejemos de probar. Como pase el invierno, hará otra alguna cosilla, que no me descuido. Escríbame como le va con esa niñería. Yo le digo, que cuando mas justicias queramos hacer en nosotros, acordándonos de lo que pasó nuestro Señor, lo es. Riéndome estoy, como él me envia confites, regalos y dineros, y yo silicios.

A Aranda me encomiende y que eche un poco de esas pastillas en el aposento de vuestra merced, ú cuando esté al brasero, que son muy sanas y puras, de Descalzas, que todo lo que tienen no es curioso: anque mas mortificado quiera ser las puede echar. Para reumas y cabeza son bonísimas. Ese envoltorio pequeño mande vuestra merced se dé á doña María de Cepeda en la Encarnacion. Sepa que está concertada de entrar en el su monesterio de Sevilla una muy buena monja, y tiene seis mil ducados sin ningun embarazo, y antes que entre ha dado unos tejuelos de oro, que valen dos mil; y pone tanto en que se comience á pagar la casa de ellos, que la priora lo hace, y escríbeme que pagará ahora tres mil. Mucho me he alegrado, que era gran carga la que tenian. En fin, como profese se pagará luego toda, y an quizá antes. Encomiéndelo vuestra merced á Dios, y déle oracion, que ansí acaba la obra, que vuestra merced comenzó.

Nuestro padre visitador ha andado en los conciertos: bueno está y visitando las casas. Es cosa que espanta cuan sosegada tiene la provincia, y lo que le quieren. Bien le lucen las oraciones y la virtud y talentos, que Dios le dió. El sea con vuestra merced y me le guarde, que no sé acabar cuando hablo con él. Todos se le encomiendan mucho: yo á el. A Francisco de Salcedo siempre le diga mucho de mí. Tiene razon de quererle, que es santo. Muy bien me va de salud. Hoy son decisiete de enero.

Indina sierva de vuestra merced.- TERESA DE JESUS.

Al obispo envie á pedir el libro, porque quizá se me antojará de acabarle, con lo que despues me ha dado el Señor, que se podria hacer otro, y grande, y si el Señor quiere acertase á decir, y si no poco se pierde.

Unas cosillas vinieron de Teresa en el arquilla: ahi van. Esa bolilla es para Pedro de Ahumada, que, como está mucho en la ilesia, debe de haber frio en las manos. Nuestro Señor pague á vuestra merced el cuidado y me le guarde, amén. Bien puede encomendar á la priora de Valladolid lo de los dineros, que lo hará muy bien, que tiene un mercader gran amigo de aquella casa y mio, y buen cristiano.




ArribaAbajoCARTA CCXLVII

Al ilustrísimo señor don Teutonio de Braganza, arzobispo de Ébora.- Desde Valladolid 22 de julio de 1579


Remitiéndole una copia del Camino de perfeccion, y la vida de san Alberto para darlos á la estampa, é interesándole á favor de Felipe II en sus pretensiones á la corona de Portugal


JESUS

La gracia del Espíritu Santo sea siempre con vuestra ilustrísima señoría, amén. La semana pasada escribí á V. S. largo, y le envié el librillo, y ansí no lo seré en esta, porque solo es por habérseme olvidado de suplicar á V. S. que la vida de nuestro padre san Alberto, que va en un cuadernillo en el mismo libro, la mandase V. S. imprimir con él, porque será gran consuelo para todas nosotras, porque no la hay sino en latin; de donde la sacó un padre de la Orden de Santo Domingo, por amor de mí, de los buenos letrados que por aquí hay, y harto siervo de Dios; aunque él no pensó se habia de imprimir, porque no tiene licencia de su provincial, ni la pidió: mas mandándolo V. S. y contentándole, poco debe de importar esto.

Allí, en la carta que digo, doy cuenta á V. S. de cuán bien van nuestros negocios, y de como me han mandado ir á Salamanca desde aquí, á donde pienso estar algunos dias: desde allí escribiré á V. S. Por amor de nuestro Señor no deje V. S. de hacerme saber de su salud siquiera para remedio de la soledad que me ha de ser no hallar á V. S. en aquel lugar, y V. S. me mande hacer saber, si hay allá alguna nueva de paz, que me tiene harto afligida lo que por acá oyo, como á V. S. escribo: porque si, por mis pecados, este negocio se lleva por guerra, temo grandísimo mal en ese reino, y an á ese no puede dejar de venir gran daño. Dícenme es el duque de Braganza el que la sustenta, y en ser cosa de V. S. me duele en el alma, dejadas las muchas causas que hay sin esta. Por amor de nuestro Señor, pues de razon V. S. será mucha parte para esto con su señoría, procure concierto (pues sigun me dicen hace nuestro rey todo lo que puede, y esto justifica mucho su causa) y se tenga delante los grandes daños que pueden venir, como he dicho: y mire V. S. por la honra de Dios, como creo lo hará, sin tener respeto á otra cosa.

Plega á su Majestad ponga en ello sus manos, como todas se lo suplicamos; que yo digo á V. S. que lo siento tan tiernamente, que deseo la muerte, si ha de permitir Dios que venga á tanto mal, por no lo ver. El guarde á V. S. con la santidad que yo le suplico muchos años para bien de su Ilesia, y tanta gracia que pueda allanar negocio tan en su servicio. Por acá dicen todos que nuestro rey es el que tiene la justicia, y que ha hecho todas las diligencias, que ha podido, para averiguarlo. El Señor dé luz para que se entienda la verdad, sin tantas muertes como ha de haber si se pone á riesgo; y en tiempo que hay tan pocos cristianos, que se acaben unos á otros es gran desventura.

Todas estas hermanas siervas de V. S., á quien conoce, están buenas, y, á mi parecer, van mas aprovechadas sus almas. Todas tienen cuidado de encomendar á V. S. á Dios. Yo anque ruin lo hago contino. Es hoy dia de la Madalena: de esta casa de la Concepcion del Cármen en Valladolid.

Indina sierva y súdita de vuestra ilustrísima señoría.- TERESA DE JESUS.




ArribaAbajoCARTA CCLIII

Al padre fray Jerónimo Gracian.- Desde Salamanca 4 de octubre de 1579


Sobre la compra de casa para el convento de monjas en aquella ciudad: quejas contra la priora de Sevilla por querer dejar la que tenian


JESUS

Sea con vuestra paternidad la gracia del Espíritu Santo. An no acaba Angela de sosegarse de la sospecha que tenia del todo. No es maravilla, que como no tiene alivio en otra cosa, ni su voluntad le da lugar para tenerle, y, á lo que ella dice, tiene hartos trabajos, el natural es flaco, y ansí se aflige cuando entiende es mal pagada. Vuestra paternidad lo diga á ese caballero, por caridad, que anque de su natural es descuidado, no lo sea con ella, porque el amor, á donde está, no puede dormir tanto.

Dejado esto, me ha dado pena la flaqueza de cabeza de vuestra paternidad. Por amor de Dios modere el trabajo, que se verá despues, si no lo mira con tiempo, que no lo pueda remediar, anque quiera. Sepa ser señor de sí para irse á la mano, y escarmentar en cabeza ajena, pues esto es servicio de Dios, y ve vuestra paternidad la necesidad que todos tenemos de su salud. Harto alabo á su Majestad de ver en los buenos términos que están los negocios, que mediante su misericordia los podemos dar por acabados, y con tanta autoridad, que se parece bien ser Dios el que los ha puesto ansí. Dejado lo principal, me alegro por vuestra paternidad, que verá el fruto de sus trabajos, que yo le digo que lo ha comprado bien con ellos; mas gran contento será despues de todo sosegado, y gran ganancia para los por venir.

¡Oh, mi padre, qué de ellos me cuesta esta casa! y, anque estaba todo acabado, ha hecho el demonio de manera que nos quedamos sin ella, y era la casa que mas nos convenia en Salamanca, y al que nos la daba le estaba harto bien. No hay que fiar de estos hijos de Adan, que convidarnos con ella, y ser un caballero; de los que aquí dicen que trata mas verdad, que su palabra decian á una voz bastaba por escritura; no solo habia dicho palabras, sino dado firma delante de testigos, trajo él mesmo el letrado, y se acabo el concierto. Todos están espantados, si no son otros caballeros, que le pusieron en ello, por provechos propios ú de sus parientes, y han podido mas que cuantos le ponen en razon, y un hermano que tiene, que con harta caridad lo trató con nosotras, y está harto penado. Ello se ha encomendado á nuestro Señor; esto debe de ser lo que mas conviene. La pena que tengo es no hallar casa en Salamanca que valga nada.

Ausadas que, si tuvieran estas hermanas la de Sevilla, que les pareciera estaban en un cielo. Con harta pena me tiene el desatino de aquella priora, y mucho ha perdido conmigo el crédito. Temo que el demonio ha comenzado por aquella casa, y que la quiere destruir del todo. Yo le digo á vuestra paternidad, que si esta señora, cuya carta me ha contentado (la que vuestra paternidad me envió por via de la señora doña Juana, digo), contenta á vuestra paternidad (que allá me decian era de mucho valor), que me ha dado deseo de que cumplamos el suyo, y se tomase allí, cuando Dios quiera que haya quien lo haga; que veo una rapacería en aquella casa, que no la puedo sufrir; y esta priora es mas sagaz que pide su estado. Y ansí he miedo, que como yo la decia allá, que nunca conmigo anduvo llana. Yo le digo que pasé allí harto con ella. Como ha escrítome muchas veces con gran arrepentimiento, pensé que estaba enmendada, pues se conocia. Poner á las pobres monjas en que la casa es tan mala, basta para que la opinion las enferme. Cartas le he escrito terribles, y no es mas que dar en un acero. Véalo vuestra paternidad por esa que me escribe ahora el padre Nicolao. Por amor de Dios, que si vuestra paternidad piensa ha de acabar mas con ella, la haga escrebir á algun hermano. Yo creo nos conviene llevar allí algunas que tengan mas tomo, y lleven negocios tan graves, como conviene. Haga vuestra paternidad escrebir al padre Nicolao á el padre prior, y luego, para que no la consienta hablar en ello, que debe tener harta culpa; y creo cierto lo levantan á aquella casa el ser enferma. Mas lo será adonde tengan agua de pié, como ellas dicen, y no ternán las vistas que desde esa, que es grandísima recreacion para las monjas, y lo mejor que hay en el lugar; que por acá las tienen harta envidia. Dios lo remedie.

Un recaudo me dió el padre Nicolao de vuestra paternidad, mas querria no olvidase de encomendarme á nuestro Señor, que tanto puede tener que no se le acuerde. Razonable estoy de salud. La priora y estas hermanas se encomiendan mucho á vuestra paternidad. Dios le guarde, y me le deje ver, que son mas de las tres. Es hoy dia de san Francisco.

Indina sierva, y hija de vuestra paternidad.- TERESA DE JESUS.




ArribaAbajoCARTA CCXCIII

A la madre María de San José, priora de Sevilla.- Desde Medina del Campo 6 de agosto de 1580


Sobre varios asuntos de la testamentaría de su hermano don Lorenzo, y otros de la Orden


JESUS

La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra reverencia, hija mia. Ya habrá recibido una carta mia, á donde la decia, como habia llevado Dios consigo á mi buen hermano Lorenzo de Cepeda, y como yo iba á Avila, para mirar por Teresa y su hermano, que tienen harta soledad. Ya estoy en Medina del Campo, de camino para Valladolid, á donde me mandan ir ahora: allí me podrá vuestra reverencia escribir hartas veces, porque hay ordinario: ya sabe lo que me huelgo con sus cartas: trayo conmigo á don Francisco mi sobrino, porque se han de hacer unas escrituras en Valladolid, y hasta ver cómo ha de quedar, que yo le digo que no le faltan trabajos, ni á mí tampoco, que á no me decir se sirve Dios mucho, en que yo los ampare, segun trato de mala gana en estos negocios, ya lo habria dejado todo: es harto virtuoso. Vuestra reverencia me ha de ayudar á lo que por allá se ofreciere en Indias; y ansí le pido por amor de Dios, que en viniendo la flota, tenga cuenta de informarse, si trayn algun dinero para mi hermano, que haya gloria, y avisármelo, para que se ponga cobro en ello, y no se ha de descuidar, y saber si trayn cartas, y tambien informarse de lo que le he escrito, si es muerto Diego Lopez de Zúñiga que estaba en la ciudad de los Reyes. Para hacer una capilla en San José de Avila deja mi hermano lo que en esa casa se debe, para enterrarse en ella. Ya dije á vuestra reverencia, que de las libranzas que habia enviado, hay tan mal cobro, que no sé si se ha de cobrar algo al ménos. La de Toledo que yo dejo encomendado, creo se dará poco á poco y tarde, si diere algo, que dice el que lo debe, que se han de hacer no sé qué cuentas, que él por otra parte tiene cartas, ú no sé qué dice, de que le tenia pagado parte, y es tan grave, que no habrá quien le quiera apremiar en nada. Lo que se debe en Valladolid sabré ahora si el padre Nicolao me envia los recaudos: como soy testamentária, habré de procurar se cobre, anque no quiera: por eso vuestra reverencia de alguna órden, y para lo que ha dado para la Orden y esto, no seria malo tomar una monja, si la halla buena. Esta carta que va para el su presidente de la contratacion de su lugar, es del obispo de Canaria, que es su amigo, para que si vinieren dineros de las Indias, los tenga á recaudo: mire que se dé en su mano con persona cierta, y que lo haga muy bien todo, mi hija, en albricias de lo que le quiero decir. Sepa que ha cinco dias que recibió una carta nuestro padre fray Jerónimo Gracian (que está ahora aquí, y ha venido estos caminos conmigo, y héchome harto provecho en estos negocios) de Roma de fray Juan de Jesus, en que le dice que ya está el breve dado al embajador del rey de nuestros negocios, para que se le envie, y que le trairá el correo con que él escribe, y ansí tenemos cierto que está ya en poder del Rey. Escribe la sustancia que tray, y es muy copioso. Sea Dios alabado, que tanta merced nos ha hecho: bien pueden darle gracias. Dijome el padre fray Jerónimo que escribiria al padre fray Gregorio: no sé si podrá, porque predica hoy. Si da lugar el correo no dejará de escribir, sino vuestra reverencia le dé estas nuevas y mis encomiendas. Plega á Dios que tenga salud, que pena me ha dado su mal. Vuestra reverencia me escriba con brevedad si está ya bueno, que hasta saberlo no le escribo; que tambien le he de suplicar ayude á vuestra reverencia en estas informaciones, que le pido haga, y dígame qué tal está este verano, que la temo cuando veo el calor que hace por acá, y cómo va á Beatriz, y á todas: encomiéndemelas mucho, en especial á la madre supriora. El padre Nicolao está bueno, gloria á Dios. Yo ando razonable de salud con hartos cuidados y trabajos, sino que de todo se me da poco. Su Majestad sea con vuestra reverencia y me la guarde. Tengo en tanto tenerla ahí para estos negocios de las Indias, que me parece se ha de hacer bien todo. Tambien me escriba, si enviando poder, cuando viniese algo, á vuestra reverencia, si lo podria cobrar y guardar en esa casa. De su salud me escriba muy largo, désela Dios como yo deseo, y ve la necesidad, amén. Es hoy dia de la Trasfiguracion.

Indina sierva de vuestra reverencia.- TERESA DE JESUS.




ArribaAbajoCARTA CCCVIII

Para una religiosa de otra Orden, que pretendia entrar carmelita descalza.- Fecha incierta, al parecer de fines de 1580


Le da consejos para perfeccionarse en su convento, sin necesidad de mudar de instituto


JESUS

Sea con vuestra merced. En lo principal que vuestra merced manda, no la puedo servir en ninguna manera por tener costitucion, pedida por mí, de no tener monja de otra Orden en estas casas, porque eran tantas las que quisieran venir á ellas y quieren, que, anque alguna nos diera consuelo tener, hállanse inconvenientes para no abrir puerta en esto, y ansí en ello no tengo que decir mas, porque no se puede hacer, ni sirve de mas de tener yo deseo de servir á vuestra merced en este caso, que de darme pena.

Antes que fuesen comenzados estos monesterios estuve veinte y cinco años en uno, donde habia ciento y ochenta monjas, y porque estoy de priesa solo diré, que á quien ama á Dios, como vuestra merced, todas esas cosas le serán cruz, y para provecho de su alma, y no tocarán en dañarla. Si vuestra merced, anda con aviso de considerar que solo Dios y ella están en esa casa; y mientra no tuviere oficio, que la obligue á mirar las cosas, no se la dé nada de ellas, sino procurar la virtud que viere en cada una, para amarla por ella, y aprovecharse y descuidarse de las faltas que en ella viere.

Esto me aprovechó tanto, que siendo las monjas con quien estaba muchas en número, no me hacian mas al caso que si no hubiera ninguna, sino provecho. Porque en fin, señora mia, en toda parte podemos amar á este gran Dios. Bendito sea El, que no hay quien pueda estorbarnos esto.

Sierva de vuestra reverencia.- TERESA DE JESUS.




ArribaAbajoCARTA CCCLVIII

Al ilustrísimo señor don Pedro de Castro, obispo que despues fué de Segovia, siendo canónigo de Avila.- En Avila 19 de noviembre de 1581


Congratulándose del juicio que habia formado aquel acerca del libro de su vida


JESUS

Sea con vuestra merced. La merced que vuestra merced me hizo con su carta, me enterneció de manera que dí primero las gracias á nuestro Señor con un Te Deum laudamus, que á vuestra merced, porque me pareció la recibia de las manos que otras muchas. Ahora las beso á vuestra merced infinitas veces, y quisiéralo hacer mas que por palabras. ¡Qué cosa es la misericordia de Dios! que mis maldades han hecho bien á vuestra merced, y con razon, pues me ve fuera del infierno, que há mucho que tengo bien merecido; y ansí intitulé ese libro De las misericordias de Dios.

Sea por siempre alabado, que nunca pensé menos de esta que ahora me ha hecho: y con todo me turbaba cada palabra de desman. Ya no querria decir mas en papel, y ansí suplico á vuestra merced me vea mañana víspera de la Presentacion, para presentar á vuestra merced un alma, que se ha deshecho muchas veces, para que haga vuestra merced en ella todo lo que entendiere conviene para agradar á Dios, que espero en su Majestad me dará gracia para obedecerle toda mi vida, que no pienso el ausencia me dará libertad, ni la quiero, porque he visto novedades en desear esto, que no es posible sino que la ha de venir gran bien por aquí, si vuestra merced no me deja, y no hará: para prenda de esto pienso guardar este billete, anque otra tengo mayor.

Lo que suplico á vuestra merced por amor de nuestro Señor es, que siempre se le ponga delante la que soy, para no hacer caso de las mercedes que me hace Dios, si no es para tenerme por mas ruin, pues tan mal la sirvo, que está claro es recibir y quedar mas adeudada; sino que vengue vuestra merced á este Señor de mí, pues su Majestad no quiere castigarme sino con mercedes, que no es pequeño castigo para quien se conoce.

De que acabe vuestra merced esos papeles, le daré otros, que viéndolos no es posible sino aborrecer á quien habia de ser otra de la que soy: creo le darán á vuestra merced gusto; désele nuestro Señor de Sí, como yo le suplico, amén. Ninguna cosa ha perdido vuestra merced conmigo en el estilo de sus cartas; por mí tenia de decir á vuestra merced de la galanía de él: todo aprovecha para Dios, cuando la raíz es por servirle. Sea por todo bendito, amén, que no he tenido tan gran contento como esta noche. Por el título beso á vuestra merced muchas veces las manos, que es muy grande para mí.

Mi señor el dotor Castro y Nero.






ArribaAbajoOBRAS ATRIBUIDAS Á SANTA TERESA


ArribaAbajoSIETE MEDITACIONES SOBRE EL PATER NOSTER

Como conoce nuestra hechura el Hacedor de ella, y sabe, que por ser la capacidad de nuestra alma infinita, cada dia pide cosas nuevas, y no se quieta con recibir una solamente: manda el mismo Señor en el capítulo sexto del Levítico, que porque no se acabase el fuego del altar, cada dia le cebase el sacerdote con nueva leña, como significando en figura, que para que el calor de la devocion no se muera ni resfrie, cada dia le cebemos con nuevas y vivas consideraciones. Y aunque esto podria parecer imperfeccion, es divina providencia, para que siguiendo el alma su condicion, siempre ande investigando las infinitas perfecciones de Dios, y no se contente con menos, pues solo Él puede henchir su capacidad.

Una cosa es la que se pretende sustentar, que es el fuego del amor de Dios: pero muchos leños son menester, y cada dia se han de renovar, porque el calor y eficacia de nuestra voluntad todo lo consume, y todo le parece poco, hasta que llegue á cebarse del mismo fuego, bien infinito, que solo satisface, y llena nuestra capacidad. Pues como la oracion del Padre nuestro sea la mas dispuesta leña para sustentar vivo este fuego divino, porque de la frecuente repeticion no venga á entibiarse la voluntad, parece que será conforme á razon buscar algun modo, como, repitiéndola cada dia, nos refresque el entendimiento con nueva consideracion, y juntamente sustente el fuego y calor en la voluntad. Esto se hará cómodamente, repartiendo las siete peticiones de él por los siete dias de la semana, tomando cada dia la suya, con título y nombre diferente, que á cada una le cuadre, á la cual reduzcamos todo lo que en aquella peticion pretendemos, y lo que hay en todo lo que de Dios deseamos alcanzar.

Las peticiones ya se saben: los títulos, y nombres de Dios son estos: Padre, Rey, Esposo, Pastor, Redentor, Médico y Juez, de manera, que el lunes despierte cada uno, diciendo: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el tu nombre. El martes: Rey nuestro, venga á nos el tu reino. El miércoles: Esposo de mi alma, hágase tu voluntad. El jueves: Pastor nuestro, el pan nuestro de cada dia dánosle hoy. El viernes: Redentor nuestro, perdónanos nuestras deudas, así como nosotros las perdonamos á nuestros deudores. El sábado: Médico nuestro, no nos dejes caer en la tentacion. El domingo: Juez nuestro, líbranos de mal.


ArribaAbajoPRIMERA PETICION
PARA EL LUNES


Aunque el nombre de Padre es el que mejor cuadra á todas estas peticiones, y el que nos da mayor confianza, y por el cual se quiso obligar el Señor á darnos lo que le pedimos: con todo esto no haremos contra su disposicion, y ordenacion en añadir los demás títulos, pues con tanta verdad le pertenecen, demás que con ellos la devocion se despierta, y se aviva el fuego del altar de nuestro corazon, con renovarle la leña, y toma esfuerzo nuestra confianza, considerando que al que es Padre nuestro, le pertenecen tan gloriosos títulos, y á nosotros tan favorables.

Pues para que el fuego tenga todo el lunes, que gastar en solo este nombre de Padre y primera peticion, considere que su padre es Dios, trino en personas y uno en esencia, principio y autor de todas las cosas, un Sér sin principio, que es causa y autor de todos los séres, por quien nos movemos, y en quien vivimos, y por quien somos, que todo lo sustenta, todo lo mantiene. Y considérese así que es hijo de este Padre tan poderoso, que puede hacer infinitos mundos, y tan sabio, que los sabrá regir á todos ellos, como sabe regir este, sin faltar su providencia á ninguna criatura, desde el mas alto serafin, hasta el mas bajo gusanillo de la tierra; tan bueno, que de balde se esta siempre comunicando á todas, segun su capacidad. Y en especial considere el hombre y diga ¡Cuán bueno es este Padre para mí! pues quiso que tuviese yo sér, y gozase de esta dignidad de hijo suyo, dejándose por criar á otros hombres, que fueran mejores que yo, ponderando aquí lo que merece ser amado y servido este Padre, que por sola su bondad crió para mí todas las cosas, y á mí para que le sirviese, y gozase de Él.

En tal ocasion pedirá para todos los hombres luz con que le conozcan, y amor con que le amen y agradezcan tantos beneficios, y que sean todos tales, tan virtuosos y santos, que en ellos resplandezca la imágen de Dios su Padre, y que sea en todos glorificado y santificado su nombre paternal, como nombre de Padre, que tales hijos tiene, que parecen al Padre que los crió.

Tras esto se sigue luego (trayendo á la memoria los muchos pecados de los hombres) un grave dolor de ver ofendido un tan buen Padre, de sus ingratos hijos; y el alegrarse de ver que haya siervos de Dios, en quien resplandezca la santidad de su Padre; entristeciéndose de cada pecado y mal ejemplo que viere, alegrándose juntamente de cada virtud en quien las viere y oyere, dando gracias á Dios, porque crió los santos mártires, confesores y vírgenes, que manifiestamente mostraron ser hijos de tal Padre.

Luego tras esto se sigue la confusion de haberle en particular ofendido, de no haberle agradecido sus beneficios, y de tener tan indignamente el nombre de hijo de Dios, que debe engendrar pechos reales y generosos, considerándose aquí las condiciones de los padres, como aman á sus hijos, aunque sean feos, como los mantienen aunque sean ingratos, como los sufren aunque sean viciosos; como los perdonan, cuando se vuelven á su casa y obediencia, como, estando ellos de todo descuidados, los padres les acrecientan sus mayorazgos y haciendas. Considerando como todas estas condiciones están en Dios con infinitas ventajas, lo cual es causa de enternecerse el alma, y cobrar confianza de nuevo, de perdon para sí, y para todos, y no menospreciar á nadie, viendo que tiene tal Padre, que es comun á hombres y ángeles.

El dia que anduviere con esta peticion, ha de reducir todas las cosas á esta consideracion, como las imágenes que miráre de Cristo, diga -Este es mi Padre: el cielo que ve -Esta es casa de mi Padre: la leccion que oye -Esta es carta que me envia mi Padre: lo que viste, lo que come, lo que le alegra -Todo esto viene de la mano de mi Padre: lo que le entristece, lo que le da pena, y trabajo -Todas las tentaciones, todo me viene de la mano de mi Padre, para mi ejercicio y mayor corona, y así diga con afecto - Santificado sea tu santo nombre.

Con esta consideracion y presencia de Dios, se esfuerza el alma á aparecer hija de quien es, y agradecer tantos beneficios, causándole singular alegría verse hija de Dios, hermana de Jesucristo, heredera de su reino, y compañera en la herencia con el mismo Cristo; y como ve que el reino de Dios es suyo, desea que todos sean santos, porque crezcan aquellos bienes, pues mientras mayores, y mas fueren, mas parte le cabrá á ella de ellos. Viene muy bien aquí considerar aquella primera palabra que Cristo dijo en la cruz -Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen: porque en ella resplandecen las condiciones de las entrañas paternales de Dios; y hacer en este paso actos de caridad para con los que nos han injuriado; y apercebirse el hombre para cuando le injuriaren mas. Aquí es muy á propósito la historia del Hijo pródigo, á donde se pinta mas al vivo la piedad paternal para con un hijo perdido, y despues ganado y restituido en su dignidad.




ArribaAbajoSEGUNDA PETICION
PARA EL MARTES


Hecho este exámen de parte de noche, de la manera que se ha hecho el lunes, síguese entrar el alma con su padre Dios, y pedido perdon de la tibieza con que ha mirado por su honra, gloria y santificacion, apercíbase el dia siguiente, que es el martes, para tratar este dia como á Rey, al que el pasado trató como á Padre, y así en despertando salúdele diciendo: Rey nuestro, venga á nos el tu reino. Viene muy bien esta peticion tras de la pasada, pues á los hijos se debe el reino de su padre, diciendo de esta manera; si el mundo, demonio y carne reinan en la tierra, reina tú Rey nuestro en nosotros, y destruye en nos estos reinos de avaricia, soberbia y regalo. De dos maneras se puede entender esta peticion, ó pidiendo al Señor, que nos dé la posesion del reino de los cielos, cuya propiedad nos pertenece como á hijos suyos, ó pidiéndole que Él reine en nosotros, y que nosotros seamos reino suyo.

Ambos sentidos son católicos, y conforme á la santa Escritura, y así me lo dicen teólogos; porque del primero dijo el Señor: Venid benditos de mi Padre, y poseed el reino que os está aparejado desde el principio del mundo. Y del segundo dice san Juan, que dirán los santos en la gloria -Redimístenos, Señor, con tu sangre, y hicístenos reino para tu Padre, y Dios nuestro. En estos sentidos hay un admirable primor, y es, que cuando Dios habla con nosotros, dice que es el reino nuestro, y cuando nosotros hablamos con Él, bendecimos, porque somos reino suyo, y así andamos trocándonos con estos comedimientos celestiales.

Yo no sé cuál sea mayor dignidad del hombre, ó que se precie Dios de tenernos por reino, y satisfacerse su Majestad con esta posesion, siendo Él quien es, ó querer Él ser reino nuestro, y dársenos en posesion; aunque por ahora mas me satisface el ser nosotros reino suyo, pues de aquí nace el ser Rey nuestro. Dijo á santa Catalina de Sena -Piensa tú de Mí, que Yo pensaré de tí. Y á cierta madre -Ten tú cargo de mis cosas, que Yo lo tendré de las tuyas.

Pues tomemos á nuestro cargo el hacernos tales, que se precie su Majestad de reinar en nosotros, que Él le tendrá de que nosotros reinemos en Él. Y este es el reino de quien el mesmo Señor dijo en su Evangelio: Buscad primero, y ante todas cosas el reino de Dios, y descuidad de lo demás, pues lo tiene á su cargo vuestro Padre. De este reino asimesmo dijo san Pablo, que era gozo y paz en el Espíritu Santo.

Consideremos, pues, que tales es razon que sean aquellos de quien Dios se precia de ser su Rey, y ellos de ser su reino, qué adornados de virtudes, qué compuestos en sus palabras, qué magnánimos, qué humildes, qué mansedumbre de su semblante, qué sufridos en sus trabajos, qué limpieza de almas, qué pureza de pensamientos, qué amor unos con otros, qué paz y tranquilidad en todos sus movimientos, qué sin envidia unos de otros, y qué deseosos del bien de todos.

Consideremos lo que pasa en los buenos vasallos con su rey, y de aquí levantarémos el pensamiento al del cielo, y sabremos cómo debemos habernos con el nuestro, y lo que pedimos, diciendo, que venga á nos el tu reino. Todos vivimos debajo de unas leyes, obligados á guardarlas, y hacer unos por otros, comunicándonos los unos las cosas que faltan á los otros. Estamos obligados á poner las haciendas y las vidas por nuestro rey, deseosos de darle contento en todo lo que se le ofreciere. En nuestros agravios acudimos á él por justicia, en las necesidades por remedios: todos le sirven, cada uno en su manera, sin envidia unos de otros; el soldado en la guerra, el oficial en su oficio, el labrador en su labranza, el caballero, el letrado, el marinero, y el que nunca le vió le procura servir, le desea ver, y el segador que está sudando en el Agosto, huelga que el rey tenga sus privados con quien se huelgue y descanse; y porque el rey quiere bien á uno, todos le sirven al tal, y le respetan; todos están á desear y procurar la paz y quietud entre sí, y que su rey sea bien servido de todos.

Vamos ahora discurriendo por estas condiciones del reino, y aplicándolas á nuestro propósito, y veremos, que lo que pedimos á Dios es, que sus leyes sean guardadas, y Él sea bien servido, y sus vasallos vivan en paz y tranquilidad. Tambien pedimos, que nuestras almas (dentro de las cuales está el reino de Dios) estén tan compuestas, que sean reino suyo; que la república de nuestras potencias le sea muy obediente, el entendimiento esté firme en su fe; la voluntad determinada de guardar sus leyes santas, aunque le cueste la vida; las potencias tan conformes, que no resistan á su voluntad divina; nuestras pasiones y deseos tan pacíficos, que no murmuren de los preceptos que se les ponen de caridad, y tan sin envidia del bien ajeno, que, si no me comunicáre Dios á mí tanto como á otros, no me dé pena, sino antes me alegre de ver que este Señor reine en la tierra y en el cielo, y me dé yo por contento de servirle como segador, ó como otro comun oficial, y me dé por bien pagado de servir en algo en este reino. Finalmente, que sea Él servido y obedecido, y reine entre nosotros, y disponga de nosotros, de mí y de cada uno, como Rey y Señor universal de todos.

Todo lo que en este dia hiciere ú oyere, se ha de referir á esta consideracion de Dios Rey nuestro, como se refirió en la pasada á Dios como Padre. Aquí viene muy bien aquel paso cuando Pilatos, despues de acusado nuestro Redentor, le sacó delante del pueblo coronado de espinas, con una caña en la mano por cetro, y una ropa vieja de púrpura diciendo -Veis aquí el Rey de los judíos. Y despues de haberle adorado con suma reverencia (en lugar de las blasfemias y escarnios, que le hicieron los soldados y judíos, cuando le vieron en aquella disposicion) hacer actos de humildad, con deseos de que las honras, y alabanzas del mundo nos sean á nosotros corona de espinas.




ArribaAbajoTERCERA PETICION
PARA EL MIÉRCOLES


La tercera peticion es: Hágase tu voluntad, deseando que en todo se cumpla la voluntad de Dios: y aun pedimos mas, que se cumpla en la tierra como en el cielo, con amor y caridad. Viene muy bien esta peticion tras las dos pasadas, pues es cosa tan justa, que se cumpla en todo perfectísimamente la voluntad del Padre Eterno por sus hijos, y la de Rey soberano por sus vasallos.

Para mas nos despertar y conformar con esta voluntad, imaginemos á este Padre y Rey de los reyes con título de Esposo amantísimo de nuestras almas. Y á quien con atencion consideráre este nombre, y entendiere el regalo y favor, que debajo dél se comprende, sin duda se levantarán en su corazon increibles deseos de cumplir la voluntad de aquel Señor, que siendo Rey de la Majestad (resplandor del Padre, abismo de sus riquezas, y piélago de toda hermosura, fortísimo, poderosísimo, sapientísimo y amabilísimo) quiere ser de nosotros amado, y amarnos con tan regalado amor, como por este dulce nombre se significa.

Préciase mucho su Majestad deste nombre, y ansí á Jerusalen, siendo fornicaria y adúltera, convidándola á penitencia, le ruega que se vuelva á Él, y que le llame Padre y Esposo, por darle confianza y seguridad, que será dél recibida.

En este nombre se especifican todas las prendas del regalado y confiado amor, el trueco, é igualdad de las voluntades; pide todo el amor, y todo el cuidado, y todo el corazon: así despues que Dios hizo el concierto, y la escritura del desposorio con Israel en el desierto, le pidió y mandó que le amase con todo su corazon, con toda su alma, entendimiento y voluntad, y con toda su fortaleza. Cuán recatada, pues, ha de andar la Esposa, que es amada de tan gran Rey, y compuesta en todo lo interior y exterior.

Considere las joyas, y aderezos con que este Esposo suele adornar á sus esposas, y procure disponer su alma para merecerlas, que no la dejará pobre ni desnuda, y desataviada, pídale las que mas agradan á su Majestad. Póngase á sus piés con humildad, que alguna vez tendrá por bien este Señor de levantarla con soberana clemencia, y recibirla en sus brazos, como lo hizo el rey Asuero con la reina Estér.

Puede considerar la pobreza del dote que ella lleva á este desposorio, y la riqueza del dote del Esposo, y cómo por virtud de su sangre compró de su Padre nuestras almas para esposas suyas, siendo primero esclavas de Satanás; y cómo por esta causa con mucha razon se puede llamar Esposo de sangre, el cual desposorio se hizo en el Bautismo, dándonos su fe con las demás virtudes, y dones, que son el arreo de nuestras almas: y cómo todos los bienes de Dios son nuestros por este desposorio, y todos nuestros trabajos y tormentos son deste dulcísimo Esposo, que tal trueco hizo con nosotros, dándonos sus bienes, y tomando nuestro males. Quien esto consideráre, ¿con qué dolor verá ofenderle, y con qué alegría servirle? ¿Quién podrá sin lástima ver tal Esposo á la coluna, atado, en la cruz enclavado, y puesto en el sepulcro, sin rasgarse las entrañas de dolor? Y por otra parte, ¿quién podrá verle triunfante resucitado y glorioso, sin alegría incomparable?

Este dia vendrá bien considerarlo en el huerto, postrado delante de su Eterno Padre, sudando sangre, y ofreciéndose á Él con perfectísima resignacion, diciéndole: No se haga mi voluntad, sino la tuya. Los actos deste dia han de ser de gran mortificacion, contradiciendo su propia voluntad, y renovando los tres votos de religion, dándose por muy contento haberlos hecho, y de haberle tomado por Esposo, y renovado, y confirmado este desposorio en la religion: y los no religiosos tambien sus buenos propósitos, fidelidad, y palabras tantas veces puestas, con Esposo de tal autoridad.




ArribaAbajoCUARTA PETICION
PARA EL JUEVES


La cuarta peticion es: El pan nuestro de cada dia dánosle hoy. El jueves cuadra muy bien esta cuarta peticion con el título de Pastor, á quien pertenece apacentar á su ganado, dándonos el pan de cada dia: porque al Padre, Rey y Esposo, muy bien le viene ser pastor, y por derecho natural le podemos decir sus hijos, vasallos y esposas, que nos mantenga, y apaciente con manjares, conforme á su Majestad, y á nuestra grandeza, pues somos hijos suyos; y así no decimos que nos lo preste, sino que nos lo dé: no decimos ajeno, sino nuestro; que pues somos hijos, nuestros son los bienes de nuestro padre.

No me puedo persuadir, que en esta peticion pedimos cosa temporal, para sustento de la vida corporal, sino espiritual para sustento del ánima; porque de siete peticiones, que aquí pedimos, las tres primeras son para Dios, la santificacion de su nombre, su reino y su voluntad; y de las cuatro que pedimos para nosotros, esta es la primera, en la cual solo pedimos que nos dé; porque en las otras pedimos que nos quite pecados, y tentaciones y todo mal. Pues una cosa sola que pedimos á nuestro Padre que nos dé, no ha de ser de cosa temporal para el cuerpo; demás, de que á hijos de tal Padre, no les está bien pedir cosas tan bajas y comunes, que las da El á las criaturas inferiores y al hombre, sin que se las pidan, y especialmente teniéndonos su Majestad avisados que le pidamos, procurando primero las cosas de su reino, que es lo que toca á nuestras almas, que de lo demás su Majestad tiene cargo; y por eso declaró por san Mateo -El pan nuestro sobre sustancial dánoslo hoy. Pedimos pues en esta peticion el pan de la doctrina evangélica, las virtudes, y el Santísimo Sacramento, y finalmente todo lo que mantiene, y conforta nuestras almas para sustento de la vida espiritual.

Pues á este soberano Padre, Rey y Esposo, considerémosle Pastor con las condiciones de los otros pastores, y con tantas ventajas, cuantas Él mismo se pone en el Evangelio, cuando dice: Yo soy buen Pastor, que pongo mi vida por mis ovejas. Y así vemos con cuánta eminencia están en Cristo las condiciones de los pastores excelentes, de que hace memoria la divina Escritura, Jacob y David. De David dice, que siendo muchacho luchaba con los osos y leones, y los desquijaraba, por defender dellos un cordero. De Jacob dice, que nunca fueron estériles sus ovejas y cabras que guardó, que nunca comió carnero ni cordero de su rebaño, ni dejó de pagar cualquiera que el lobo le comia, ó el ladron le hurtaba; que de dia le fatigaba el calor y de noche el hielo, y que ni dormia de noche ni descansaba de dia, por dar á su amo Laban buena cuenta de sus ganados.

Fácil cosa será levantar de aquí la consideracion, y aplicar estas condiciones á nuestro divino Pastor, que tan á su costa desquijaró el leon infernal, por sacarle la presa de la boca. ¿Cuándo alguna oveja fué jamás estéril en su poder? Con cuidado las guarda: ¿y cuándo perdonó á trabajo suyo el que puso la vida por ellos? La que le comió el lobo infernal, Él la pagó con su sangre: nunca se aprovecha de los esquilmos dellos. Todo lo que gana es para ellos mismos, y lo que dellos saca; y todos sus bienes se los ha dado. Es tan amoroso de sus ovejas, que por una que se le murió, se vistió de su misma piel, por no espantar á las otras con hábito de Majestad.

¿Quién podrá encarecer los pastos de la doctrina celestial con que las apacienta? ¿La gracia de las virtudes con que las esfuerza? ¿La virtud de los Sacramentos con que las mantiene? Si la oveja se desmanda á lo vedado, procura apartarla y reducirla con el dulce silbo de su santa inspiracion: si no lo hace por bien, arrójale el cayado de algun trabajo, de manera que la espante, y no la hiera ni la mate. A las fuertes mantiene y las hace andar, á las flacas espera, á las enfermas cura, á las que no pueden caminar las lleva sobre sus hombros, sufriendo sus flaquezas. Cuando despues de haber comido, reposan y rumian la comida, y lo que han cogido de la doctrina evangélica, Él les guarda el sueño, y sentándose en medio dellas con la suavidad de sus consolaciones, les hace música en sus almas, como el pastor con la flauta á sus ovejas. En el invierno les busca los abrigos á donde descansen de sus trabajos, recátalas de las yerbas ponzoñosas, avisándolas que no se pongan en ocasiones. Llévalas por las florestas y dehesas muy seguras de sus consejos; y aunque andan por polvaredas y torbellinos, y otras veces por barrancos; pero en lo que toca á las aguas, siempre las lleva á las mas claras y dulces, porque estas significan la doctrina, que siempre ha de ser clara y verdadera.

Vió san Juan á este divino pastor, como cordero en medio de sus ovejas, que las regia y gobernaba, y guiándolas por los mas frescos y hermosos jardines, las llevaba á las fuentes de agua de vida. ¡Oh qué dulce cosa es ver al Pastor hecho Cordero! Pastor es, porque apacienta; y Cordero, porque es el mismo pasto. Pastor es, porque mantiene; y Cordero porque es manjar. Pastor, porque cria ovejas; y Cordero, porque nació dellas. Pues cuando le pedimos que nos dé el pan cotidiano, ó sobresustancial, es decir, que el pastor sea nuestro pasto, y nuestro mantenimiento.

Agrádale á su Majestad considerarle, como se representó á una su sierva en hábito de pastor, con suavísimo semblante, recostado sobre la cruz, como sobre cayado, llamando á unas de sus ovejas, y silbando á otras. Y mas agradable es considerarle y mirarle enclavado en la misma cruz, como cordero asado, y sazonado para nuestra comida, regalo y consuelo. Dulce cosa es verle llevar la cruz á cuestas como cordero, y verle llevar la oveja perdida sobre sus hombres. Como pastor nos abriga y recibe en sus entrañas, y nos deja entrar en ellas por las puertas de sus llagas: y como cordero se encierra dentro de las nuestras. Consideremos cuán medradas, cuán lustrosas, y cuán seguras andan las ovejas que andan cerca del pastor, y procuremos no apartarnos del nuestro, ni perderle de vista, porque las ovejas que andan cerca del pastor, siempre son mas regaladas, y siempre les da bocadillos mas particulares de lo que él mismo come. Si el pastor se esconde, ó duerme, no se menea ella de un lugar, hasta que parece ó despierta el pastor; ó ella misma, balando con perseverancia, lo despierta, y entonces con nuevo regalo es dél acariciada.

Considérese el alma en una soledad sin camino, en tinieblas, y escuridad, cercada de lobos, de leones y osos, sin favor del cielo ni de la tierra, sino solo el deste pastor, que la defienda ó guie. Desta manera nos vemos muchas veces en tinieblas, y cercados de ambicion, y de propio amor, y de tantos enemigos visibles é invisibles, donde no hay otro remedio, sino llamar aquel divino pastor, que solo nos puede librar de tales aprietos.

En este dia se ha de considerar el misterio del Santísimo Sacramento, la excelencia deste manjar, que es la misma sustancia del Padre, que encareciendo esta merced hecha á los hombres, dice David, que nos harta el Señor de la médula de las entrañas de Dios.

Mayor fué esta merced, que el hacerse Dios hombre; porque en la Encarnacion no deificó mas que su alma y su carne, uniéndola con su persona; pero en este Sacramento quiso Dios deificar á todos los hombres, los cuales se mantienen mejor con los manjares con que se criaron de niños, y como fuimos engendrados en el Bautismo, de todo Dios, quiso que de todo Él nos mantuviésemos, conforme á la dignidad que nos dió de hijos.

Háse de considerar el amor con que se da, pues mandan que todos le coman, so pena de muerte; y sabiendo su Majestad, que muchos le habian de comer en pecado mortal, con todo eso es tan vehemente, y eficaz el amor que nos tiene, que por gozar del amor con que sus amigos le comen, rompe con las dificultades, y sufre tantas injurias de los enemigos, y para mostrarnos mas este amor, se quiso consagrar, é instituir este divino manjar, cuando, y al tiempo que era entregado á la muerte por nosotros, y con estar su carne y sangre preciosa en cualquiera de las especies, quiso que se consagrase cada cosa de por sí, porque en aquella division, y apartamiento nos mostrase, que tantas veces muriera por los hombres, si fuera menester, cuantas veces se consagran, y cuantas misas se dicen en la Iglesia.

Este amor con que se nos da, y el artificio que aquí usó el Amor divino es inefable; porque como no se pueden unir dos cosas sin medio que participe, ¿qué hizo el Amor para unirse con el hombre? Tomó la carne de nuestra masa, juntándola consigo en sér personal de la vida de Dios, y así deificada, vuélvenosla á dar en manjar para unirnos consigo por medio nuestro.

Este amor es el que quiere el Señor que aquí consideremos, cuando comulgamos, y aquí han de ir á parar todos nuestros pensamientos, y á este quiere que lleguemos; y este agradecimiento nos pide, cuando manda, que comulgando, nos acordemos que murió por nosotros, y bien se ve la gana con que se nos da, pues llama á este manjar pan de cada dia, y quiere que se le pidamos cada dia; pero ha de advertir la limpieza, y virtudes que han de tener los que así le comen.

Deseando una gran sierva suya comulgar cada dia, le mostró nuestro Señor un globo hermosísimo de cristal, y le dijo: Cuando estés como este cristal, lo podrás hacer; pero luego le dió licencia para ello. Este dia se puede considerar la palabra que dijo en la cruz: Sed tengo; y la bebida amarga que le dieron, y cotejar la suavidad y dulzura con que el Señor nos mantiene y da de beber, con la amargura que nosotros respondemos á su sed, y sus deseos.




ArribaAbajoQUINTA PETICION
PARA EL VIERNES


Para el viernes viene muy bien á propósito la quinta peticion, que dice: Perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos á nuestros deudores, junta con el título de Redentor; porque, como dice san Pablo, el Hijo de Dios fue hecho nuestro redentor, y redencion de nuestros pecados con su sangre. El es el que nos libró del poderío de Satanás, á quien estábamos sujetos, y nos preparó el reino de hijos de Dios, y nos hizo reino suyo, y en él tenemos redencion, quiero decir, perdon de nuestros pecados, y el precio que se dió por el rescate dellos.

Todos los bienes que podemos desear para nosotros, se comprenden en la peticion pasada; y todos los males, de que podemos ser librados, se contienen en las tres peticiones siguientes, y la primera es esta: Perdónanos, Señor, lo que te debemos, por quien tú eres, que erés Dios, Señor universal; y lo que te debemos por los beneficios, y lo que te debemos por nuestras ofensas; y esto, Señor, sea como nosotros perdonamos á los que nos ofenden, que son nuestros deudores. Y, porque parecerá á alguno, seria muy limitado este perdon, si fuese conforme á lo que nosotros perdonamos, se ha de advertir, que de dos maneras se puede esto entender. La primera, que habemos de imaginar, que siempre que decimos esta oracion, la decimos en compañía de Cristo nuestro Señor, el cual está á nuestro lado siempre que oramos, y en su nombre pedimos, y decimos, Padre nuestro. Siendo esto así, bien cumplido será el perdon, pues tan cumplido le hizo el mismo Hijo de Dios por los hombres. Pero tambien se pueden entender en rigor, como las palabras suenan, pidiendo que nos perdonen, como nosotros perdonamos; porque todo hombre que ora, se presume que tiene perdonados de corazon á sus ofensores; y en la misma manera de pedir, significamos, y nos mortificamos á nosotros mismos, como habemos de pedir, y como habemos de llegar; y que si no habemos perdonado nosotros, damos sentencia contra nosotros, que no merecemos perdon. Dijo el Sabio: ¿Cómo es posible que el hombre no perdone á su hermano, y pida perdon á Dios? El que desea vengarse, tomará Dios venganza dél, y guardará sus pecados sin remision. La materia de esta peticion es generalísima, y abraza infinitas cosas, porque las deudas son sin cuento, la redencion copiosísima, y el precio del perdon infinito, que es la muerte y Pasion de Cristo.

Aquí se han de revocar, ó traer á la memoria, los pecados propios, y los de todo el mundo; la gravedad de un pecado mortal, que por ser ofensa contra Dios, no puede ser por otro redimido, ni pagado; la restauracion de tantas ofensas, hechas contra tan grande, é infinita majestad y bondad. Debemos á Dios amor y temor y suma reverencia, por ser quien es; debémosle las ofensas que en pago de esto le hacemos: pues de todas estas deudas le pedimos que nos saque, cuando le pedimos que nos perdone nuestras deudas. En la ejecucion desta obra están todas sus riquezas, y toda nuestra buena dicha, pues Él es el ofendido, el Redentor y el rescate.

Para hoy no hay que señalar lugar, ni paso particular de su Pasion, pues toda ella es obra de nuestra redencion, la cual está ya bien sabida, y especificada en tan excelentes libros, como hoy gozamos; pero no dejaré de decir una cosa, que hará mucho al caso, y es muy agradable á su divina Majestad, como Él lo significó á una sierva suya. Aparecióle crucificado, y díjole, que le quitase tres clavos, con que le tenian enclavado todos los hombres, que son: desamor á mi bondad y hermosura; ingratitud y olvido á mis beneficios, y dureza á mis inspiraciones; pues cuando me hayais quitado estos tres, me quedo enclavado en otros tres, que son: amor infinito, agradecimiento á los bienes, que por mí os da mi Padre, y blandura de entrañas para recibiros.

Este dia es de mucho silencio, y de alguna particular aspereza y mortificacion, y de acordarnos de los santos nuestros devotos, por cuya intercesion tambien alcanzarémos el perdon que pedimos á Dios. En este dia se ha de hacer particular oracion por los que están en pecado mortal, y por los que nos quieren, ó han querido mal, y nos han hecho algun agravio.




ArribaAbajoSEXTA PETICION
PARA EL SÁBADO


Y no nos dejes caer en la tentacion


Como nuestros enemigos son tales, y tan importunos, siempre nos ponen en aprieto, y como nuestra flaqueza es tan grande, somos fáciles para caer, si el Todopoderoso no nos ayuda: por tanto es necesario, que seamos perseverantes en pedir favor á nuestro Señor, para que no permita seamos vencidos de las tentaciones presentes, ni tornemos á caer en los pecados pasados.

No le pedimos que no permita que seamos tentados, sino que no seamos vencidos de las tentaciones; pues la tentacion, siendo vencida por su favor, nuestra voluntad es para gloria suya y corona nuestra, y mándanoslo pedir su Majestad por estas palabras -No nos traigas en tentacion; porque entendamos que el ser tentados, es permision suya; y el ser vencidos, es por nuestra flaqueza, y la vitoria es suya.

Consideremos, pues, aquí, como es verdad que todos somos flacos y enfermos y llagados; ansí porque lo heredamos de nuestros padres, como porque nosotros mismos con nuestros pecados, y malas costumbres pasadas, nos habernos debilitado mas y llagado de piés á cabeza, y presentémonos así delante este Médico celestial, pidámosle que no nos deje caer en la tentacion, teniéndonos Él de su mano poderosa, y no dejándonos sin cura, y ayuda.

Este título de Médico es muy agradable á su divina Majestad, y fué el oficio que viviendo en este mundo mas ejercitó, curando enfermos incurables de enfermedades corporales, y las almas de vicios envejecidos. Y así se puso Él mismo este nombre, cuando dijo: No los sanos tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Este oficio usó su Majestad con el hombre, comparándose al Samaritano, que con aceite y vino, curó al que los ladrones habian despojado, herido y medio muerto. Son una misma cosa médico y redentor; sino que el redentor tiene respecto á los pecados pasados, como dijo san Pablo; el médico á curar las llagas y enfermedades presentes, y todas las culpas venideras.

Consideremos la condicion de los médicos de la tierra, que no visitan si no los llaman, y que visitan mas á quien mejor los paga, y no á los mas necesitados, encarecen la enfermedad, y á veces la entretienen por ganar mas: á los pobres curan por relacion, y á los ricos por presencia, y ni para unos, ni para otros ponen de sus casas las medicinas, y que estas son costosas, y las curas inciertas.

¡Oh Médico celestial, que en nada desto pareceis á los de la tierra, sino en el nombre! Vos os venís sin ser llamado, y de mejor gana á los pobres, que á los ricos, y á todos curais por presencia: no aguardais sino que el enfermo se conozca serlo, y estar necesitado de Vos: no solamente no encareceis la cura ó enfermedad, pero facilitais la cura á los enfermos, por grave que sea, y les prometeis que á un gemido serán sanos. De ningun enfermo tuvisteis asco, por asquerosa que fuese la enfermedad: por los hospitales andais buscando los incurables y pobres: Vos os pagais Vos mismo, y de vuestra casa poneis las medicinas. ¿Y qué medicinas? Hechas de la sangre, y agua de vuestro costado: de la sangre, para curarnos: del agua, para lavarnos, y dejarnos sin mancha, ni señal alguna de haber estado enfermos.

Una fuente habia en medio del paraíso tan abundante, que se partia en cuatro caudalosísimos rios, con que se regaba toda la tierra, y de la fuente de amor, que en el divino corazon ardia, vemos aquellos cinco rios de sangre, que por sus sagrados piés, manos y costado salieron, para curar, y sanar nuestras llagas, y curar todas nuestras enfermedades. ¿Cuántos enfermos se mueren por falta de médico, ó por no tener con qué comprar las medicinas necesarias para sus males? Mas aquí no hay ese peligro, porque el Médico ruega consigo, y viene cargado de medicinas para todos males; y, aunque á Él le costaron bien caras, con todo eso las da de balde á quien las quiere, y aun ruega con ellas. En la costa dellas facilitó nuestra salud, porque á Él le costaron la vida, y nosotros sanamos con mirarle muerto; como los mordidos de la serpientes vivas sanaban mirando la muerta de metal, puesta en el palo. En fin está acabado con Él que quiera curarnos; y tambien estamos ciertos, que las medicinas tendrán facilidad: solo resta que le manifestemos nuestra llagas y enfermedades, y que derramemos delante dél nuestros corazones, y en especial hoy en este dia, en que este Señor se nos presenta como médico, y con mucho deseo de curarnos.

Este es propio lugar para echar de ver la ceguedad de nuestro entendimiento, y el estrago de nuestra voluntad, inclinada á sí misma, y á su propia estimacion: el olvido de la memoria acerca de los beneficios divinos: la facilidad de la lengua para hablar impertinencias: la liviandad del corazon, y su inconstancia en sus disparatados pensamientos: su poca perseverancia en los buenos, y en todo bien: el engreimiento de sí, y su poco recogimiento: finalmente, no quede en nosotros llaga vieja ni nueva, que no la descubramos á este Médico soberano, pidiendo remedio.

Cuando el enfermo no quiere tomar lo que le mandan y no se guarda de los que le vedan, suele el médico dejarlo, salvo si es frenético el enfermo: pero este nuestro soberano Médico, ni desampara á los mal regidos, ni á los desobedientes: á todos los cura como frenéticos, buscando mil modos como volverlos en sí.

Este dia es á propósito traer á la memoria la sepultura del Señor, y considerar aquellas cinco fuentes de sus llagas, que están, y estarán abiertas hasta la resurreccion general, para la salud de todas las nuestras. Y pues con ellas sanamos, procuremos ungírselas amorosa y caritativamente con el ungüento de mortificacion, humildad, paciencia y mansedumbre, empleándonos en el bien de nuestros prójimos: pues no le podemos á Él tener á mano en su misma persona, en forma visible, tenemos su palabra, que lo que hacemos por nuestros prójimos, lo recibe Él á su cuenta, como si por Él se hiciese.




ArribaAbajoSÉTIMA PETICION
PARA EL DOMINGO


Líbranos de mal. Amen


La sétima peticion de que nos libre del mal, no le pidamos que nos libre deste mal ó del otro, sino de todo lo que es propia y verdaderamente mal, ordenado para privarnos de los bienes de gracia ó de gloria.

Hay males de pena, como son tentaciones, enfermedades, trabajos, deshonras, etc. Pero estos no se pueden llamar propiamente males, sino en cuanto son ocasion de caer en culpas. Y segun esto, las riquezas, las honras y todos los bienes temporales se podrán justamente decir males, pues nos son ocasion de ofender á Dios. Pues de todos estos males y bienes, que nos pueden ser causa de condenacion eterna, pedimos ser librados: y porque es propio del Juez supremo dar esta libertad, viene muy bien aquí el título de Juez.

La materia desta peticion es copiosísima, porque á ella se reducen las cuatro postrimerías del hombre, de las cuales están escritas tantas cosas, que son: la muerte, el juicio final, las penas del infierno y los gozos de la gloria.

Aquí se pueden tornar á repetir las consideraciones pasadas, porque de todos los beneficios que se especifican en los seis títulos gloriosos que se han dicho, nos han de hacer allí cargo: y así lo debemos considerar, unas veces para confusion nuestra, y otras para confianza. Porque ¿qué confusion es, que los que tenemos tal, y tan amorosísimo Padre, tan potentísimo Rey, tan suavísimo Esposo, tan buen Pastor, tan rico y misericordioso Redentor, tan eficaz y piadoso Médico, seamos tan ingratos y tan desaprovechados en todo? ¿Y cuán grande temor pone tanta carga de beneficios de su parte, y de la nuestra tanta ingratitud y desamor? Pero con todo eso, grande é incomparable es la confianza que se cobra para parecer en juicio, y considerando que se ha de hacer delante de un Juez, que es nuestro Padre, Rey, etc. Puédese concluir este dia, y cerrar esta oracion con un hacimiento de gracias, que el profeta David halló en aquellos cinco versos de un Salmo, los cuales la Iglesia pone en Oficio ferial de la Prima, que comienza: Benedic anima mea Domino, et omnia quæ intra me sunt. Y los que se siguen hasta aquellas palabras: Renovabitur ut aquilæ juventus tua. Que quieren decir:

I. Bendice, oh ánima mia, al Señor, y todas mis entrañas su santo nombre.

II. Bendice, oh ánima mia, al Señor, y no te olvides de todas sus pagas y beneficios.

III. El cual perdona todos tus pecados, y sana todas tus enfermedades.

IV. El cual redime, y libra tu ánima de la muerte, y te cerca de misericordia y misericordias.

V. El cual cumple en todos los bienes tus deseos, y por el cual será tu ánima renovada, como la juventud del águila.

De manera que este piadosísimo Señor, usando de su misericordia, por pecados, da perdon; por enfermedad, salud; por muerte, vida; por miseria, da perpétua proteccion; por defectos, cumplimiento de todo bien, hasta traernos á una novedad de vida incomparable.

En estas palabras parece que se tocan todos los títulos y nombres de Dios, que habemos dicho: fácilmente se podrá entender, considerando con atencion cada cosa en particular. Pero aunque sea verdad, que esta oracion del Padre nuestro tiene el primer lugar entre todas las oraciones vocales, no por eso se deben dejar las otras; porque de otra manera se podria engendrar fastidio, usando de sola esta; pero vendrán muy bien las otras entretegidas, con esta, especialmente que hallamos en la Escritura sagrada algunas devotísimas oraciones, que personas santas hicieron, movidas por el Espíritu Santo, como el Publicano del Evangelio, Ana madre de Samuel, Ester, Judith, el rey Manasés, Daniel y Judas Macabeo; en las cuales, con palabras salidas de su sentimiento y compuestas con afecto propio, representaban á Dios sus necesidades. Y esta manera de oracion, que compone la misma persona necesitada, es mas eficaz, porque levanta el pensamiento, enciende la voluntad, y provoca á lágrimas; porque como son palabras propias las que así se dicen, y que declaran la propia fatiga, dícense mas de corazon.

Agrada mucho al Señor esta manera de orar, porque como los grandes señores huelgan de oir á los rústicos, que les piden algo grosera y simplemente, así el Señor recibe mucho placer, cuando con tanta priesa le rogamos, que por no detenernos en buscar palabras muy compuestas y ordenadas, le decimos las primeras que se nos ofrecen, para significarle en breve nuestra necesidad: como san Pedro, y los Apóstoles, cuando temiendo anegarse, decian -Señor, sálvanos, que perecemos; y como la Cananea, cuando pedia misericordia; y como el Hijo pródigo, diciendo: Padre, pequé contra el cielo, y contra tí; y como la madre de Samuel, cuando decía -Oh Señor de los batallas, si volviendo tus ojos, vieres la afliccion de tu sierva, y te acordares de mí, y no olvidares á tu esclava, y dieres á mi ánima perfecta virtud, emplearla hé siempre en tu servicio.

Destas oraciones vocales está llena la sagrada Escritura, que alcanzaron lo que pidieron; y así alcanzarán las nuestras remedio de nuestras aflicciones y aprietos. Y aunque es consejo de los santos, que mentalmente se hace esto mejor; pero los ejemplos de muchos santos, la propia experiencia nos enseña, que hablando desta manera vocalmente, Dios despide nuestra tibieza, enciende nuestro corazon, y le dispone para mejor proceder, y orar mentalmente.

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© Patronato del Museo Británico








ArribaAbajoTABLA CRONOLÓGICA DE LA VIDA DE SANTA TERESA

1515.

Nace en Avila santa Teresa, dia 28 de marzo.

1522.

Siendo de unos siete años quiere sufrir martirio: para ello sale de su casa en compañía de un hermano suyo.

1527.

Muere su madre dejándola de doce años de edad.

1529.

Escribe libros de caballería. Una prima suya le induce á pasatiempos frívolos.

1531.

Casamiento de su hermana María.

Entra en el convento de agustinas de Santa María de Gracia, en Avila, en donde estuvo hasta el otoño de 1532.

1533.

Entra monja en el convento de la Encarnacion, en 2 de noviembre.

1534.

Profesa el dia 3 de noviembre.

1535.

Va á Castellanos de la Cañada con su hermana para curarse. Conversion de un clérigo concubinario. Permanece allí hasta la primavera de 1536, en que pasa á Becedas.

1537.

Vuelve á Avila, domingo de Ramos; en el mes de julio sufre un parasismo de cuatro dias en casa de su padre; queda paralítica por espacio de mas de dos años, hasta el de

1539,

en que á mediados de año es sanada por san José.

1541.

Principia á languidecer su espíritu, y deja la oracion.

1542.

Aparécesele Jesucristo en el locutorio con semblante airado, reprendiéndole su trato familiar con seglares.

Permanece en estado de tibieza por espacio de muchos años, hasta que en

1555

se mueve á dejar el trato de seglares á vista de una imágen de Jesus crucificado. En este año fundan en Avila los padres Alvarez y Padranos, de la Compañía: confiesa la Santa con este.

1556.

Principia á sentir grandes favores espirituales.

1557.

Viene á Avila san Francisco de Borja hácia marzo; aprueba su espíritu.

1558.

Primer rapto de santa Teresa; vision del infierno.

El padre Alvarez se ordena de sacerdote.

1559.

Tómale por confesor, y dirige su conciencia por espacio de unos seis años.

Transverberacion del corazon: por espacio de dos años y medio disfruta de grandes favores celestiales. Vision de Jesus resucitado.

1560.

Voto de aspirar siempre á lo mas perfecto.

San Pedro Alcántara aprueba su espíritu.

San Luis Beltran la anima á llevar adelante su proyecto de reforma de la órden del Cármen.

1561.

Viene de rector al colegio de jesuitas de Avila el padre Gaspar de Salazar, con gran satisfaccion de santa Teresa.

A fines de año recibe el socorro de dinero que le remitia su hermano desde el Perú, con lo cual se ayuda para continuar la proyectada fundacion del convento de San José.

Viene de Alba de Tórmes su hermana doña Juana para ayudarle á la fundacion del convento de San José; resucita á su sobrino don Gonzalo, hijo de doña Juana.

El padre Ibañez, dominicano, le manda escribir su Vida.

1562.

A principios de año marcha á Toledo á casa de doña Luisa de la Cerda, en donde estuvo hasta junio; concluye allí de escribir su Vida.

En este año hace conocimiento con el padre Bañez, que fué despues su principal director, y con fray García de Toledo, ambos frailes dominicos.

Bula para la ereccion del convento de San José, expedida por Pio IV en febrero de este año.

Visita de María de Jesus, que proyectaba tambien fundar un monasterio reformado, coincidiendo su pensamiento con el de santa Teresa.

Revélasele la muerte repentina de su hermana doña María de Cepeda, y trata de prepararla para ella.

Regresa á la ciudad de Avila. Recíbese la bula para la ereccion del convento de San José, á solicitud de doña Aldonza de Guzman y doña Guiomar de Ulloa.

Abrese el monasterio de San José á 24 de agosto, dia de san Bartolomé; toman el hábito cuatro novicias.

Alborotos en Avila; oblígasele á santa Teresa á volver al convento de la Encarnacion aquel mismo dia.

Arréglanse las turbaciones por mediacion del padre Bañez.

Fray García de Toledo le manda continuar el libro de su Vida, escribiendo la fundacion de San José.

Por espacio de mas de cuatro años vive en este convento con gran austeridad y tranquilidad, sin suceso alguno que de notar sea.

1565.

Fray García de Toledo le prescribe que pida al provincial permiso para modificar su voto. Comisiónase para ello al mismo fray García por el padre provincial, que lo era fray Angel Salazar.

Padece muchas angustias de espíritu; para calmarlas le aconseja el inquisidor Soto que envie el libro de su Vida al venerable maestro de Avila. Escríbelo nuevamente con este objeto, dividiéndolo en capítulos y con mayor claridad.

1566.

El padre Rossi, general del Cármen, viene á España á celebrar capítulo general.

1567.

Vuelve á prestar obediencia al general. Visita este el convento de San José, y lo aprueba. Da permiso á santa Teresa para fundar conventos de mujeres y dos de hombres (27 de abril).

El padre Rossi habla á Felipe II con encomio acerca de santa Teresa. El Rey le encarga que pida por la prosperidad de sus reinos.

Fundacion en Medina del Campo de un convento de mujeres; llega allí víspera de la Asuncion, y al dia siguiente queda posesionada de aquel nuevo é improvisado convento.

Terminada esta fundacion, marcha en noviembre á Madrid; está en casa de la Mascareñas y en las Descalzas Reales; de aquí á Alcalá, donde estuvo dos meses para arreglar el convento de Descalzas, llamado de la Imágen, fundado por su amiga la venerable María de Jesus, que habia coincidido en su pensamiento.

Principiase á tratar de la fundacion de la reforma para hombres, ofreciéndosele al efecto el padre Heredia y san Juan de la Cruz.

Don Bernardino de Mendoza le ofrece una posesion suya, cerca de Valladolid, para fundar un monasterio, pero se adelanta la fundacion del tercer monasterio en Malagon.

1568.

Para ella va á Toledo á verse con doña Luisa de la Cerda que solicitaba esta fundacion, la cual se verificó el domingo de Ramos. Estuvo en Malagon unos dos meses, y salió de allí á 19 de mayo para Toledo, adonde llega enferma. El 27 de aquel mes sale para Escalona á ver á la marquesa de Villena.

El dia 2 de junio estaba ya en Avila. Escribe desde allí á doña Luisa de la Cerda para que active la remision del libro de su Vida al maestro Avila, pues se lo habia dejado para ello.

Don Rafael Mejía Velazquez le ofrece su granja de Duruelo para fundar un convento de hombres.

Sale de Avila y llega á Valladolid, dia 10 de agosto; toma posesion de la finca ofrecida, y queda establecido aquel tercer convento el dia de la Asuncion.

Lee su vida el maestro Avila, y le escribe en 12 de setiembre aprobándola.

Fundacion del primer convento de hombres en Duruelo, donde se dice la primera misa el primer domingo de Adviento.

El dia 7 de diciembre otorga poderes al padre Pablo Hernández, rector de la Compañía en Toledo, para estipular la fundacion de allí. Seis dias despues escribe á doña Luisa de la Cerda para que interceda con los jurados.

1569.

Continúa su correspondencia con Ortiz y Alonso Ramirez acerca de la proyectada fundacion de Toledo.

Sale de Valladolid el dia 21 de febrero y va por Medina y Duruelo; llega á la ciudad de Avila. A primeros de marzo sale de allí para Toledo con el presbítero Gonzalo de Aranda.

Llega á Madrid; estrecha sus relaciones con la hermana de Felipe II, fundadora de las Descalzas Reales: escribe al Rey; desea este verla, pero habia salido ya santa Teresa para Toledo, donde llegó á 24 de marzo. Carta á doña María de Mendoza.

Entre tanto las monjas de Valladolid habian logrado pasar á la ciudad, por ser malsano el sitio de la primera fundacion.

En Toledo experimenta muchas dificultades para la fundacion, la cual queda hecha á 13 de mayo, dia de san Bonifacio.

Recibe carta del venerable maestro Avila de pocos dias antes de morir este (12 de abril) asegurándola en su espíritu.

El dia 28 de mayo recibe mensaje de los príncipes de Éboli para fundar en Pastrana.

Sale de Toledo al otro dia de Pentecostés; se aloja con sus compañeras en las Descalzas Reales: habla por primera vez con el padre Mariano de San Benito.

Vencidas muchas dificultades con los príncipes de Éboli, toma posesion del monasterio de Pastrana en 9 de julio.

La princesa de Éboli consigue á fuerza de instancias el libro de la Vida de santa Teresa, y faltando á su palabra lo hace objeto de ludibrio y befa.

Regresa á Toledo dia 21 de julio. Allí permanece un año, habiendo hecho entre tanto algunas breves excursiones á Medina, Valladolid y Pastrana. A fines de diciembre escribe á su hermana doña Juana de Ahumada desde Toledo.

1570.

En 17 de enero le escribe el padre Gutierrez, rector de la Compañía en Salamanca, proponiéndole fundar allí. Escribe ella á su hermano don Lorenzo desde Toledo.

Consigue pasar el convento al barrio de San Nicolás, mejorando de local. Escribe á fray Antonio de Segura, guardian de Cadahalso.

En el mes de julio ve milagrosamente el martirio del padre Acevedo y otros cuarenta jesuitas asesinados por el pirata protestante Jacques Soria, gran amigo de Coligni: entre los mártires iba un pariente de santa Teresa.

En 10 del mismo mes asiste en Pastrana á la toma de hábito de Ambrosio Mariano y fray Juan de la Miseria. Al dia siguiente se traslada el convento de Duruelo á Mancera.

Regresa á Toledo y de allí á Avila en el mes de agosto; obtiene licencia del obispo de Salamanca para fundar.

Llega la Santa á Salamanca víspera de Todos Santos. En este mismo dia se funda en Alcalá el tercer convento de Descalzos, y en Salamanca el sétimo de Descalzas.

A fines de diciembre le invitan á fundar en Alba de Tórmes.

1571.

A 25 de enero queda fundado el octavo convento de mujeres en Alba. Escribe á Alvarez Ramirez de Toledo.

Vuelve de allí á Salamanca, donde estaba á fines de marzo; escribe á Ortiz en Toledo. Permanece algun tiempo en el palacio de los condes de Monterey.

De Salamanca pasa á Medina, y de allí á Avila, donde tiene que aceptar el priorato de su primer convento de la Encarnacion por mandado de su provincial. El priorato duró tres años. Preciosa arenga con que se da á conocer á las monjas al tomar posesion del priorato.

1572.

Arroja del locutorio á un jóven insolente que perseguia á una religiosa; consigue reformar el convento de la Encarnacion, que se hallaba muy decaido tanto en la parte espiritual como en sus rentas. Cartas á su hermana doña Juana de Ahumada, que residia en Alba de Tórmes, y doña María de Mendoza en Valladolid.

Viene san Juan de la Cruz de vicario al convento de la Encarnacion.

Fúndanse varios conventos mas de Descalzos: algunos en Andalucía abrazan la reforma; primeras semillas de discordia entre Calzados y Descalzos.

Fray Jerónimo Gracian toma el hábito en Pastrana á 25 de marzo.

Recibe santa Teresa muchos favores espirituales en el convento de la Encarnacion: desposorio místico con Jesucristo; éxtasis en el locutorio en ocasion de estar conversando con san Juan de la Cruz.

Desafío espiritual de los frailes de Pastrana á santa Teresa y sus monjas.

1573.

Escribe á Felipe II sobre un asunto de la órden.

A 27 de julio el padre Ordoñez, jesuita, le escribe sobre la fundacion de un colegio de niñas en Medina del Campo. Por aquellos mismos dias sale para Salamanca con objeto de arreglar el asunto de la casa de Pedro de la Vanda. Cartas á este caballero y á su hermana doña Juana de Ahumada.

Ligerezas de la princesa de Éboli á consecuencia de la muerte de su marido (29 de julio). Disgustos de santa Teresa con este motivo.

El padre Ripalda, de la Compañía de Jesus, su director en Salamanca le manda escribir el libro de sus fundaciones (24 de agosto). Escríbelo en efecto, concluyendo por entonces con la fundacion de Alba de Tórmes, que termina en el capítulo 20.

Estando en Salamanca le ofrecen la fundacion de Veas.

El Señor le manda fundar en Segovia.

A principios de setiembre salen Gracian y Ambrosio Mariano de Pastrana para Andalucía.

1574.

Pasa de Salamanca á Alba; estaba allí á 8 de febrero; estuvo dos dias en casa de la duquesa de Alba.

A pesar de hallarse enferma, y muy atribulada espiritualmente, sale para fundar en Segovia. Pasa por Medina del Campo y Avila. Llega á Segovia dia 18 de marzo, y queda hecha la fundacion al dia siguiente, que lo era de San José. Deshácese al mismo tiempo el convento de Pastrana, y hace venir las religiosas de allí á Segovia, donde llegan del 5 al 6 de abril. Denúnciase á la Inquisicion el libro de su Vida, por primera vez.

Entra Casilda de Padilla en el monasterio de Valladolid; muere Isabel de los Angeles.

Compra en Segovia la casa de Diego Porras, sobre lo cual se le originan muchos pleitos con el cabildo y conventos. Pasa al nuevo convento á fines de setiembre, y á 1.° de octubre regresa á Avila. El dia 6 de octubre termina su priorato en la Encarnacion, y vuelve á su convento de San José.

Marcha nuevamente á Valladolid para arreglar los asuntos de la Padilla.

1575.

A primeros de enero vuelve á Avila por Medina, y deteniéndose poco allá, va á Veas por Toledo, Malagon y Almodóvar, donde profetiza las virtudes del beato Juan Bautista de la Concepcion, reformador de los Trinitarios.

Queda hecha la fundacion del décimo convento de Descalzas en Veas, dia de san Matías (24 de febrero). Conoce allí por primera vez al padre Gracian, que venia para Madrid.

Fundacion del convento de Descalzos de Almodóvar del Campo en 7 de marzo.

Marcha santa Teresa á la fundacion de Sevilla estando enferma, y pasa grandes incomodidades en el viaje. Sufre tambien grandes contradicciones en Sevilla, cuya fundacion queda hecha el dia de la Santísima Trinidad, siendo el undécimo convento de Descalzas.

Estalla la discordia entre los carmelitas Calzados y Descalzos en el Capítulo general celebrado por aquellos en Placencia, y en virtud de las bulas pontificias se acuerda tratar con rigor á los Descalzos, que se habian extralimitado en sus fundaciones.

Carta de santa Teresa al padre Rossi, general de la órden, acerca de sus fundaciones.

Dia 21 de noviembre, Gracian va á visitar los carmelitas Calzados de Sevilla, por comision del Nuncio: resístense á la visita con gran alboroto.

El padre Salazar, provincial de Castilla, intima á santa Teresa que no haga mas fundaciones y que se retire á un convento sin salir de él. Trata de retirarse á Valladolid, dejando sin concluir la fundacion de Sevilla, pero se opone Gracian.

1576.

Dia de año nuevo queda hecha la fundacion del duodécimo convento en Caravaca, mientras santa Teresa estaba en Sevilla procurando adquirir casa, y que se aprobase la fundacion.

Escribe al padre general Rossi sincerando su conducta y la de Gracian y Mariano, informándole de las calumnias con que se les principiaba á perseguir, y tambien á ella. Delátala á la Inquisicion una beata salida del convento.

Logra comprar casa, ayudada por su hermano don Lorenzo de Cepeda, recien venido del Perú. Trasládase á la nueva casa á primeros de mayo. Elige santa Teresa para su residencia el convento de Toledo. Sale de Sevilla para allá á 4 de junio. Llega á Malagon el 11, en compañía de su hermano don Lorenzo, y de allí á Toledo, donde ya estaba á principios del mes de julio. Antes de establecerse, marcha para arreglar varios asuntos en el convento de Avila, por mandado del padre Gracian, y regresa rápidamente á Toledo en compañía de Ana de San Bartolomé, á la cual habia tomado por socia y secretaria: en el camino escribe á las monjas de Veas, á 6 de agosto, y el 9 ya estaba en Toledo. Principian á solicitar en Villanueva de la Jara la fundacion del convento.

Celébrase entre tanto el Capítulo en la Moraleja, en donde se toman varias providencias contra los carmelitas Descalzos. Protestan estos, y los Descalzos celebran un Capítulo en Almodóvar, á 8 de setiembre, lo cual les acarrea graves compromisos. Tratan de acudir á Roma, y al efecto eligen comisionados que vayan allá.

Aprovechando su estancia en Toledo continúa santa Teresa el libro de las fundaciones, hasta el capítulo 27 inclusive, añadiendo las de Segovia, Veas, Sevilla y Caravaca. Concluye de escribirlo á mediados de noviembre. Suspéndense las fundaciones por espacio de cuatro años, que duraron las persecuciones y conflictos entre Calzados y Descalzos. Elige en Toledo por confesor al señor Velazquez. Las monjas de Malagon pasan muchos trabajos, y se trata de trasladar á Granada las de Veas, por los grandes apuros que allí pasaban. Propálanse muchas calumnias contra santa Teresa, y tratan de enviarla á un convento de Indias. Persecucion contra el Nuncio Ormaneto, favorecedor de los Descalzos.

A fines de octubre pasan varias Descalzas de Sevilla á reformar el convento de las Calzadas de Paterna, contra el que se habia levantado una grave calumnia: estuvieron allí las reformadoras hasta el dia de Santa Bárbara del año siguiente.

A 7 de diciembre le ofrecen á santa Teresa una fundacion en Aguilar de Campos.

En este año hubo de seguir santa Teresa una correspondencia muy activa. Son cincuenta y cinco las cartas que se conservan de este año; veinte de ellas van dirigidas á la priora de Sevilla, la venerable madre María de San José, con motivo de la terrible persecucion que en aquel año sufrió aquella comunidad. Otras tantas son para el padre Gracian.

1577.

A principios de enero escribe á su hermano don Lorenzo unos versos muy curiosos: habla de su libro que estaba en la Inquisicion de Toledo. Continúa entonces su correspondencia con su hermano y la priora de Sevilla: sus temores por la comision del padre Tostado, enemigo capital de los Descalzos, y comisionado por el Capítulo general de Placencia contra ellos.

En 2 de marzo escribe la curiosa carta llamada del Vejámen, sobre un asunto espiritual.

En 24 del mismo mes ingresa en los carmelitas Descalzos el célebre padre Doria. Las monjas de Veas y Caravaca se ven envueltas en pleitos.

Muere el Nuncio Ormaneto en junio de este año; siéntelo mucho santa Teresa, por haber sido uno de los principales fautores de su reforma.

Durante el mes de julio hace un viaje de Toledo á Avila para someter á la órden del Cármen el convento de San José, que hasta entonces estaba sujeto al ordinario.

Llega en agosto el nuevo Nuncio, monseñor Felipe Sega. Calumnias propaladas contra los Descalzos por Miguel de la Columna y Baltasar de Jesus, desertores de la reforma. Monseñor Sega principia á perseguir á los Descalzos. Acude santa Teresa al rey Felipe II, que toma mano en el asunto. En 8 de octubre se retracta fray Miguel de la Columna de sus calumnias contra los Descalzos. A fines de octubre elige á santa Teresa por priora las monjas de la Encarnacion, á pesar de las censuras del padre Valdemoro.

A fines de noviembre concluye de escribir el libro de las Moradas, que habia principiado á primeros de julio.

En la noche del 3 de diciembre cogen presos los Calzados á san Juan de la Cruz y á fray German, que estaban de capellanes en el convento de la Encarnacion de Avila. San Juan de la Cruz es llevado á Toledo y tratado inhumanamente. Escribe santa Teresa á Felipe II sobre estos desmanes. La víspera de Navidad se rompe un brazo de resultas de una caida.

1578.

El padre Salazar, de la Compañía de Jesus, quiere hacerse carmelita Descalzo; con este motivo sostiene santa Teresa una polémica con el padre Suarez, provincial de los jesuitas, á fines de febrero.

Redobla el Nuncio sus persecuciones.

A principios de mayo marcha el Tostado á Portugal, con lo que se alivian algo los temores de santa Teresa.

A 9 de agosto prohibe el Consejo que se obedezca al Nuncio, en lo que mande respecto á los regulares. Muere el padre general Rossi á principios de setiembre.

En 9 de octubre se reune en Almodóvar segundo Capítulo general por los carmelitas Descalzos con dudosa legitimidad; tratan de formar provincia aparte. Es electo provincial fray Antonio de Jesus.

Irrítase monseñor Sega por el Capítulo de Almodóvar. A mediados de octubre trata de destruir la reforma. Destierra á los principales Descalzos. Confina á santa Teresa á Toledo, calificándola de fémina inquieta y andariega.

A fines de año principia la persecucion grande en Sevilla por un mal confesor, cuyos abusos quiso remediar la priora de aquel convento: resentido el confesor, delató á la Inquisicion á la priora y á santa Teresa misma, sobre lo cual se formó un ruidoso expediente, que puso en claro la inocencia de ambas.

Salen para Roma fray Pedro de los Angeles y fray Juan de San Diego, para negociar á favor de los Descalzos. Llegan á Nápoles, donde fray Pedro se da muy mala maña, avistándose con el nuevo general padre Caffardo, que le recoge los papeles. Al volver despues á España el padre Pedro apostata de la Reforma, y se vuelve á los Calzados.

Durante todo este año estuvo santa Teresa en Avila. Escribió cuarenta y tres cartas; diez y seis son para el padre Gracian.

Este año fué en el que pasó santa Teresa mas amarguras y persecuciones, pues como ella misma decia en una de sus cartas, le hacian guerra todos los demonios. Por este tiempo se hace tambien otra denuncia del libro de su Vida.

1579.

Desde primeros de año principia á calmar la tempestad contra las monjas de Sevilla y contra toda la órden.

A principios de febrero, el conde de Tendilla, favorecedor de la reforma de santa Teresa, se descompone con el Nuncio, diciéndole algunas palabras agrias. Quéjase monseñor Sega al Rey, y este le dice gravemente, que mire de favorecer á la virtud. El conde de Tendilla da satisfaccion al Nuncio por mandado del Rey; pero el arzobispo de Toledo, varios prelados y el Embajador, por mandado del Rey, se quejan al Papa de la conducta del Nuncio. Nómbransele á este por auto del Consejo cuatro adjuntos, para entender en las cosas de los Descalzos.

A 1.° de abril se nombra por prelado y vicario general de los Descalzos á fray Angel de Salazar, carmelita calzado.

Salen desde Avila los padres fray Juan de Jesus y Diego de la Trinidad disfrazados de seglares, á fin de conseguir la separacion de los Descalzos: en mayo se embarcan en Alicante para Nápoles.

A 6 de junio escribe allí los cuatro avisos que le dió el mismo Dios para aumento y conservacion de su órden, los cuales publicó fray Luis de Leon al fin del libro de la Vida. Sale de Avila á 25 de junio para visitar sus conventos. Está unos dias en Medina del Campo. Llega á Valladolid á 3 de julio; está allí hasta el dia 30. Escribe varias cartas á su hermano, á la priora de Sevilla, al arzobispo de de Ebora y al padre Gracian, á quien reprende algunas ligerezas, á pesar del afecto que le profesaba.

A 15 de julio el Nuncio y los adjuntos concluyen su comision, proponiendo al Rey se favorezca á los Descalzos y que el Rey interponga su valimiento con el Papa, á fin de que se les permita formar provincia aparte.

Sale santa Teresa de Valladolid para Medina el dia 30 de julio; está en Medina tres ó cuatro dias; pasa de allí á Alba de Tórmes, donde está unos ocho, y, hácia la fiesta de la Asuncion, llega á Salamanca, donde permanece unos dos meses y medio, procurando arreglar el asunto de comprar casa.

Fray Angel de Salazar la releva del priorato de Malagon, para el cual habia sido elegida, pero le encarga que visite aquel convento.

A primeros de noviembre regresa al convento de Avila, y sale poco despues para Malagon, á pesar de estar enferma y hacer mal tiempo. Tarda cinco dias en llegar á Toledo. A 19 de noviembre escribe desde allí á doña Isabel de Ossorio. Llega á Malagon el dia 25 de noviembre, y el dia de la Concepcion pasa á la nueva casa.

Decídese por mandato divino á que se admita la fundacion de Villanueva de la Jara, que repugnaba hacia mucho tiempo (desde mediados de 1576).

1580.

El padre Salazar le envia las patentes para la fundacion de Villanueva de la Jara, dia 28 de enero.

El dia 13 de febrero sale de Malagon, y llega á Villanueva el domingo primero de Cuaresma; toman las beatas el hábito de Carmelitas el dia 25 de febrero, y queda fundado el décimotercero convento de Descalzas.

Sale de Villanueva de regreso para Toledo, á pesar del mal estado de su salud y de los dolores del brazo roto. Llega á Toledo cinco dias despues (25 de marzo); allí le da un ataque de perlesía y mal de corazon, que la pone á las puertas de la muerte. En su convalecencia escribe muchas cartas, entre otras personas á la duquesa de Alba. El duque de Alba, preso por entonces en Uceda, leia el libro de la Vida de santa Teresa y tenia grandes deseos de conocerla: la copia del libro que leia la habia sacado fray Bartolomé de Medina. Visita al Cardenal Quiroga, que le asegura acerca del libro de su Vida, que estaba en la Inquisicion.

Permanece en Toledo hasta 7 de junio: por mandado del padre Salazar sale para Valladolid; llega á Segovia el dia 13 de junio; muere su hermano don Lorenzo de Cepeda, con cuyo motivo tiene que pasar á Avila para arreglar la testamentaria de su hermano y los asuntos de sus sobrinos. Falleció dia 28 de junio.

A 22 de junio se expiden por Gregorio XIII las bulas apostólicas para la formacion de provincia aparte para los Descalzos.

Sale de Avila, y de allí va á Medina á principios de agosto en compañía de su sobrino y del padre Gracian; de Medina pasa á Valladolid, donde cae gravemente enferma y se cree que muere. Queda muy débil; á 4 de octubre estaba convaleciendo y llevaba la correspondencia la venerable Ana de San Bartolomé; pero aun se esforzaba la Santa para escribir algunas cartas de su mano. Propónenle la fundacion de Palencia, la cual trata de excusar por su mucha flaqueza. Por exhortacion del padre Ripalda, jesuita, la acepta y sale de Valladolid para Palencia, dia de Inocentes, y queda hecha la fundacion, dia del rey David, en una casa alquilada al efecto.

Estando en Valladolid obtiene del arzobispo de Búrgos el permiso para fundar allá.

1581.

A principios de año trata de fundar junto á la capilla de Nuestra Señora de la Calle; pero muda de opinion, y á mediados de febrero desea comprar la casa de Tamayo. Escribe varias cartas á fray Juan de Jesus, Gracian, doña Ana Enriquez y otros.

Decídese al fin por el primer pensamiento, y compra casa junto á la capilla de Nuestra Señora de la Calle.

En 1.° de febrero el padre Cuevas, dominico, nombrado Comisario por la Santa Sede para la separacion de los Descalzos, convoca Capítulo para Alcalá, y se reune el 3 de marzo. Es elegido provincial el padre Gracian. Con este motivo manifiesta santa Teresa su alegría por haber conseguido la paz y estabilidad de su reforma.

En 4 de mayo fundacion del convento de Descalzos en Valladolid: en 1.° de junio se funda el de Salamanca.

Trasládanse las religiosas de Palencia con santa Teresa á las casas contiguas á Nuestra Señora de la Calle, verificándose la traslacion en la octava del Corpus y con gran pompa.

Sale de Palencia para Soria á fines de mayo. Llega á Soria á 2 de junio, y queda fundado al dia siguiente el décimoquinto monasterio de Descalzas. Continúa con los conatos de fundar en Madrid, aunque no lo pudo conseguir en vida.

Deja en Soria unas curiosas instrucciones á Catalina de Cristo, priora de aquel convento, y sale para Avila á 16 de agosto. El 18 encuentra en el Burgo de Osma al padre Yepes, y recibe la comunion de su mano.

El 23 estaba en Segovia. El 4 de setiembre llega á Villacastin, y al dia siguiente á Avila.

Halla muy decaido en lo espiritual y temporal su convento de San José; renuncia su cargo la priora, eligen las monjas á santa Teresa, y el padre Gracian le hace que acepte el cargo. Escribe por entonces muchas cartas á varias personas y sobre distintos asuntos.

1582.

Arregladas, al parecer, las cosas para la fundacion de Búrgos, sale de Avila para allá el dia 2 de enero.

Llega á Medina el 4; sale el 9 para Valladolid, donde está cuatro dias: de allí á Palencia. El 16 escribe desde allí á Catalina de Tolosa, y llega á Búrgos el 26, despues de grandes apuros y peligros en el camino, y estando ella enferma.

El 21 habia llegado á Granada la venerable Ana de Jesus, en compañía de san Juan de la Cruz, para fundar allá el décimosexto convento de Carmelitas, como lo hizo.

El 19 de febrero se funda en Lisboa un convento de Descalzos. Entre tanto pasa en Búrgos santa Teresa muchos apuros y contradicciones por dificultar mucho el arzobispo la fundacion. El 23 de febrero, víspera de san Matías, se traslada con sus monjas á un pequeño departamento del hospital de la Concepcion. Logra, por fin comprar una casa el dia 18 de marzo, y despues de otros varios apuros consiguen dejar terminada la fundacion del décimosétimo y último monasterio de Carmelitas Descalzas en Búrgos, donde se dijo la primera misa el dia 19 de abril.

Escribe sus últimas fundaciones, hasta la de Búrgos inclusive, con lo que concluye el libro: la de Granada la refiere aparte la venerable Ana de Jesus, á la cual escribe santa Teresa en 30 de mayo reprendiéndole varias cosas de las que habia hecho en aquella fundacion.

Inúndase el convento de Búrgos estando allí santa Teresa, y están á pique de perecer las monjas. Escribe varias cartas.

Sale de Búrgos á fines de julio: á 3 de agosto escribe desde Palencia á la priora de Búrgos. Sale de Palencia para Valladolid al otro dia de san Alberto.

A 26 de agosto escribe desde Valladolid á la de Toledo. Insulta á santa Teresa un abogado de Valladolid por cosas del testamento de su hermano. La priora de Valladolid se descompone tambien con ella y la echa del convento. Llega á Medina del Campo á 16 de setiembre. La priora se insolenta tambien con ella y la desprecia. Sálese del convento sin probar bocado, desfallecida de enfermedad, cansancio y hambre: al dia siguiente, 17, está á pique de morir de necesidad en el camino con su compañera de viaje, por no haber hallado que comer en Peñaranda. En vez de ir á Avila, el padre Antonio de Jesus en Medina le habia mandado pasar á Alba de Tórmes para acompañar á la duquesa en su alumbramiento. Llega, por fin, á Alba el 20 de setiembre, á las seis de la tarde, medio muerta; esfuérzase al dia siguiente para bajar á la iglesia á comulgar; vuelve á la cama para no levantarse mas. Recibido el Viático, y confesada con fray Antonio de Jesus, muere el dia 4 de octubre á la edad de sesenta y siete años y medio, en brazos de su inseparable compañera Ana de Jesus, que refiere los últimos dias de su vida desde la fundacion de Búrgos.

Su cuerpo es enterrado en Alba con grandes precauciones para evitar su robo.

1583.

El dia 4 de octubre lo desentierra el padre Gracian para ponerlo con mas decoro. Por mandado del Capítulo provincial de Pastrana se acuerda trasladar el cuerpo de santa Teresa al convento de Avila, segun lo pactado con el obispo de Palencia, al fundar la iglesia de san José, en que fué él enterrado aquel mismo año.

1585.

Exhúmase segunda vez el cuerpo de santa Teresa el dia 25 de noviembre, y dejando allí su brazo, se lleva el resto del cuerpo á Avila, donde se colocó en la sala capitular.

1586.

A 1.° de enero se hace el reconocimiento público de la incorrupcion de su cuerpo á presencia del venerable padre Yepes y varios médicos y otras personas.

El duque de Alba acude al Papa, el cual manda con censuras se vuelva el cuerpo de santa Teresa á Alba de Tormes, como se hizo con gran secreto, la víspera de San Bartolomé, 23 de agosto de aquel mismo año.

1587.

Califica fray Luis de Leon las obras de Santa Teresa, y las hace imprimir en Salamanca al año siguiente.

1589.

Manda Sixto V que el cuerpo continúe en Alba, á pesar de las gestiones de Avila.

1591.

Visítalo el obispo de Salamanca.

1592.

Devuelve la Inquisicion el libro de la Vida al cabo de trece años desde la segunda delacion, por lo que dice el padre Gracian que estuvo allá mas de diez años. Llévase al Escorial juntamente con los de las fundaciones y modo de visitar los conventos.

1595.

Hácense las informaciones de su vida, virtudes y milagros.

1598.

Elévase su sepulcro.

1604.

Abrese su sepulcro, y despues se asegura mas.

Hácese el proceso para su beatificacion con autoridad apostólica.

1614.

A 24 de abril, beatificacion de santa Teresa.

1616.

Colócase su cuerpo en la capilla nueva.

1622.

A 12 de marzo canonizacion de santa Teresa.

1629.

Hácese una iglesia en su casa natal en Avila.

1750.

Abrese su tumba, y diez años despues se coloca el cuerpo, todavía incorrupto, en una caja de plata.




ArribaAbajoTABLA CRONOLÓGICA DEL ORDEN DE LAS FUNDACIONES

1562.

Fundacion del convento de San José de Avila, dia 24 de agosto.

1567.

La de Medina del Campo, 15 de agosto.

1568.

La de Malagon, domingo de Ramos.

La de Valladolid, 15 de agosto.

Fundacion del primer convento de hombres en Duruelo por san Juan de la Cruz en el primer domingo de Adviento.

1569.

La de Toledo, á 13 de mayo.

La de Pastrana, á 9 de julio.

Fundacion del segundo monasterio de hombres en aquel mismo pueblo.

1570.

La de Salamanca, dia 1.° de noviembre.

1571.

La de Alba de Tormes, dia 25 de enero.

1574.

La de Segovia, 19 de marzo.

1575.

La de Veas, 25 de febrero.

La de Sevilla, dia de la Santísima Trinidad.

1576.

La de Caravaca, dia 1.° de enero.

1580.

La de Villanueva de la Jara, 25 de febrero.

La de Palencia, á fines de año.

1581.

La de Soria, 3 de junio.

Conatos infructuosos por entonces para fundar en Madrid.

Fundacion de Granada por la venerable Ana de Jesus.

La de Búrgos, decimosétimo y último monasterio de monjas, fundado en vida de santa Teresa, dia 19 de abril.

Medio año despues ocurre su muerte.

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© Patronato del Museo Británico








ArribaAPUNTE BIBLIOGRÁFICO

El lector que desee conocer la obra completa de Teresa de Jesús puede acceder a los Escritos de santa Teresa, volúmenes I y II de la Biblioteca de Autores Españoles desde la formación del lenguaje hasta nuestros días, tomos LIII y LV, disponible en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: http://www. cervantesvirtual.com/; o consultar el ejemplar físico de las Obras Completas en la Biblioteca de Autores Cristianos a cargo de los PP. Efrén de la Madre de Dios y Otger Steggink, Madrid, 2012.

La relación más extensa de libros o estudios referentes a esta materia se encuentra en la recopilación efectuada por Francisco Rico en Historia y Crítica de la Literatura Española. II. Siglos de Oro: Renacimiento, Barcelona, Crítica, 1980. Así mismo, recomendamos especialmente los siguientes materiales como guía de referencia según el interés del usuario:

  • Para obtener información sobre la vida de santa Teresa:
    • Efrén de la Madre de Dios y Otger Steggink, Tiempo y vida de Santa Teresa, Madrid, B. A. C., 1977.
  • Para entender la literariedad de Teresa de Jesús:
    • Víctor García de la Concha, El arte literario de Santa Teresa, Barcelona, Ariel, 1978.
  • Para recrearse en la iconografía:
    • La «Gallery 5: The life of Saint Teresa of Avila (Cuzco series)», dentro de PESSCA (Project on the Engraved Sources of Spanish Colonial Art). En: http://colonialart.org/.
    • La tesis doctoral de María José Pinilla Martín, Iconografía de santa Teresa de Jesús. Ed. Universidad de Valladolid. Facultad de Filosofía y Letras. En: http://uvadoc.uva.es/handle/10324/4249.


Por último, señalamos como imprescindible la consulta del portal dedicado a santa Teresa de Jesús en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, dirigido por Guillermo Serés. En: http://www.cervantesvirtual.com/portales/santa teresa de jesus/.

En este sitio web se encuentra una extensa biografía elaborada por el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona en la que se tratan diferentes aspectos (primeros años, etapas de fundación, creación literaria, lengua, estilo, conceptos y la unión mística), además de la obra completa y casi un centenar de estudios de investigación. Incluso se pueden encontrar varios de los libros que Teresa de Jesús leyó, como el Tercer abecedario de Osuna, las Confesiones de san Agustín, o Los Morales de san Gregorio, entre otros.