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ArribaAbajoI. Nuevos descubrimientos arqueológicos de Tarragona

Buenaventura Fernández Sanahuja


El notable incremento, cada día más creciente que experimenta esta antigua ciudad desde algunos años á esta parte, debido principalmente al activo comercio terrestre y marítimo de importación y exportación que se ha desarrollado en su magnífico y seguro puerto, por una parte, y por otra la vida que naturalmente le imprimen las tres vías férreas que vienen á confluir en esta capital, han contribuído á dar impulso á la edificación, á fin de proporcionar habitaciones á los nuevos vecinos que incesantemente llegan para establecerse en ella.

Las nuevas edificaciones son de dos clases: la primera consiste en la reedificación de las antiguas casas, algunas de las cuales cuentan hasta tres y cuatro siglos de antigüedad; y las segundas se construyen de nueva planta, levantándolas fuera de los muros que circuyen esta capital, en el espacioso sitio que durante la época romana estaba ocupando la ciudad suburbana.

En los derribos de las primeras suelen encontrarse restos antiguos, aprovechados como materiales de construcción, durante los últimos siglos en que no se daba la menor importancia á los indicados objetos; de manera, que con mucha frecuencia suelen aparecer lápidas romanas, estatuas y otras obras de arte, que si llegamos á tiempo procuramos salvar de una completa destrucción, la cual por desgracia suele acaecer con harta frecuencia.

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En efecto, durante los primeros meses de este año, y en uno de, los expresados derribos, apareció una lápida romana que, con objeto de utilizarla en otro tiempo para marco de una ventana, habían labrado el batiente en uno de los costados de la inscripción, comiéndose las últimas letras de cada renglón; felizmente fuí avisado con oportunidad cuando iban á destruirla, y aunque con esta pequeña falta, que no afecta en gran cosa la inscripción, la adquirí por compra y mandé conducirla al Museo arqueológico. Es inédita. Se expresa así:

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Al demoler el contiguo Seminario Conciliar, con objeto de levantar en sustitución de él las nuevas casas que forman la acera izquierda de la calle del Hospital, aparecieron gran número de paredes y murallones de formación romana, que constituían en otro tiempo una cella ó depósito de vinos, pudiendo, de entre sus ruinas, extraerse algunas vasijas de barro, en las que los romanos acostumbraban conservar los famosos vinos que se cosechan en esta comarca, tan célebres en la antigüedad174: pero á pesar de nuestra actividad y presteza, sólo pudimos salvar algunos pocos de estos versos, pues los demás estaban ya destrozados.

Algunos días después se comenzó el derribo del antiguo baluarte   —229→   llamado de San Pablo, y de sus ruinas fué sacada una gran lápida, que había sido aprovechada á manera de sillar en el muro; inmediatamente me presenté en el lugar del hallazgo, pudiendo adquirirla, y hoy se halla ya en el Museo. Está perfectamente conservada, y es la 4408 del catálogo de Hübner:

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Mientras se verificaban estos descubrimientos, se comenzaron las excavaciones en la parte más culminante de la colina sobre la que se asienta esta antiquísima ciudad, en el punto don de durante el período prehistórico, los fundadores de Tarragona, procedentes del corazón del Asia, establecieron su primera acrópolis, del género ciclópico. En este sitio el Excmo. é Ilmo. Sr. Arzobispo está levantando de nueva planta el Seminario Conciliar, en reemplazo del que recientemente vendió para la edificación de casas particulares, del cual he hablado antes.

Las excavaciones que referimos arriba tenían dos objetos: el primero era nivelar el terreno, que en este punto presentaba un pronunciado declive, á causa de la pendiente natural y rápida de la colina; y luego hubiéronse de abrir profundas zanjas en la tierra de detritus, procedente de la ruina romana, en busca del firme de la roca, á fin de apoyar en ella los cimientos de la fachada principal del edificio, la cual se halla en donde está el mayor declive: en este concepto, en algunos puntos la susodicha zanja tenía de 4 á 6 metros, según los accidentes de la roca: y en lo más hondo fueron apareciendo sucesivamente grandes bloques de mármol blanco de Italia, con algunas pocas molduras, pero tan mutiladas, que se dejaron en el mismo sitio, puesto que ofrecía   —230→   grandes dificultades el extraerlas de aquella profundidad por su mole y excesivo peso.

Sin embargo, llamó la atención un gran capitel de orden compuesto, que si bien algo mutilado por faltarle gran parte del ábaco y las volutas, todo lo demás se hallaba relativamente bien conservado.

Desde luego que S. E. I. tuvo conocimiento del hallazgo, dispuso que fuese sacado con el mayor cuidado posible y que se condujera al Museo para su conservación.

Este precioso resto, de mármol blanco estatuario, puede considerarse un verdadero modelo de escultura arquitectónica, tanto, por la belleza de sus partes, como por la delicadeza del trabajo. Sus proporciones manifiestan que el edificio á que pertenecía era de grandes formas, concurriendo todo á demostrar, que este lujoso edificio, arruinado por los visigodos en el año 439, ocupaba el sitio en donde hoy se levanta nuestra magnífica catedral, puesto que los restos de que hemos hecho mención arriba se hallaron en las inmediaciones de dicha basílica.

A mediados del siglo pasado y con motivo de construir el aula capitular, en donde el Cabildo metropolitano celebra sus sesiones, cuyo edificio se levanta entre la catedral y el punto en donde, han salido estos restos, aparecieron también, al formar los cimientos del mismo, fragmentos bellísimos, asimismo de mármol blanco, que pertenecieron al friso del monumento en cuestión, exornados de grandes festones ó guirnaldas de encina, en alto relieve, cuyas hojas y bellotas están casi destacadas del fondo, así como de signos pontificales, el Apex ó Albo-galerus, el Aspergilo, el Bucranio, etc., lo que manifiesta sin duda alguna que correspondían á un templo; estos interesantes restos se hallan empotrados en el muro de los claustros de la catedral y de ellos hace mención el P. M. Florez en el tomo XXIV, página 144 de su España Sagrada, si bien equivocadamente los atribuyó á la célebre ara de Augusto, pero más adelante se reconoció el error, y se vió que pertenecían á un friso.

No hace muchos años que en otras excavaciones también aparecieron otros dos fragmentos del referido friso, hermanos de los de la catedral, que adquirimos para el Museo, en donde existen.

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Las proporciones de este templo, deducido de los fragmentos mencionados, eran los siguientes:

La base de la columna, un módulo0,42metros.
La caña de la columna, diez y seis módulos6,72»
El capitel, dos módulos y medio4,05»
El cornisamiento, comprendido el arquitrabe, el friso y el cornijón2,10»
TOTAL10,29»

Esto sin comprender el ático ó frontón, con sus acroteras y acrostolios, ni el stilobato ó stereobato; y no podemos dudar de que lo tenía, puesto que aún existe frente la fachada de la catedral el emplazamiento que lo sostenía, de durísimo hormigón, de 13 metros de anchura, que sin duda sería la del frontispicio del templo.

Probablemente fué del género pseudo-períptero y exastilo ó de seis columnas de frente, con dos en cada costado en el vestíbulo ó pronaos, al igual del templo cuadrado de Nimes, y como él sería sistilo, es á saber, que las columnas distaban una de otra dos diámetros, proporción que daba al edificio suma gracia y esbeltez.

Desde muchos años habíamos conjeturado que este templo debió estar consagrado á Júpiter Capitolino, toda vez que el estereobato se halla en donde existía la gran área ó plaza que formaba el centro del Capitolio; y en efecto, no nos equivocábamos al calcularlo así, pues al lado del capitel fué encontrado otro resto del mismo templo que resuelve la cuestión; la lástima es, que solo forma parte de lo que representaba en su estado de integridad. Hé aquí su descripción:

Cuando estuvo entero, constituía un gran medallón cóncavo de 70 centímetros de diámetro, rodeado de una cenefa ondulada, de difícil explicación, de 35 centímetros de ancho, constituyendo, por decirlo así, el marco del medallón, el cual, todo en conjunto, medía 1,40 metro de diámetro. En el centro del medallón, aprovechando su concavidad, existía en medio relieve una colosal cabeza de Júpiter Amón, adornada con cuernos arietinos. El fragmento   —232→   recien encontrado forma una cuarta parte de su totalidad, en el que hay la parte superior de la cabeza, la mitad de la frente, el ojo derecho de la divinidad y uno de los cuernos de carnero, todo de grandes proporciones y de buena escultura, deduciéndose fácilmente, que cuando entera esta pieza ocupaba el tímpano ó frontón del templo, en señal de que allí era adorado el dios Tonante lo que prueba que no nos habíamos equivocado en nuestras anteriores conjeturas.

Lo propio que el capitel,también por orden del prelado, nos fué entregado este interesante resto; y á fin de demostrar la grandeza del edificio, he mandado colocar los restos mencionados en orden arquitectónico en una de las paredes del Museo, es á saber, el capitel, el arquitrabe y el friso, que tiene en conjunto 2 metros 31 centímetros, produciendo muy buen efecto.

Las excavaciones de la gran área destinada al nuevo Seminario han sido interesantes, no solo arqueológicamente, como acabo de expresar, sino también históricamente consideradas, puesto que con el objeto de poner el plan terreno á nivel, en el declive de la colina, ha sido preciso quitar la tierra que cubría la roca en el sitio más elevado y rellenar con ella la parte baja.

Al dejar limpia la roca viva se han descubierto hasta 15 ó 16 silos abiertos á pico en ella, obra del género troglodítico, debida sin la menor duda á los primeros habitantes de Tarragona, autores del muro ciclópeo, del cual solo distan los silos unos 60 á 80 metros, y como están perforados en lo más alto de la colina, en donde se hallaba la primitiva acrópolis ciclópea, y dentro de ella, es de suponer que estaban destinados á guardar los granos y legumbres, que aquellos en sus frecuentes excursiones y merodeos arrebataban á los infelices indígenas que habitaban en la extensa y feraz campiña llamada Campo de Tarragona. Antes de que se cubrieran nuevamente estos interesantes vestigios de tan remota antigüedad, levantóse un plano exacto de toda la indicada área, á fin de situar en él el punto donde se encontró el capitel y el lugar que ocupan los silos, como un recuerdo de tan interesantes, hallazgos, los cuales, sin esta circunstancia, quedarían en breve borrados de la memoria de los hombres.

Si interesantes para la historia de Tarragona y su Museo han   —233→   sido los descubrimientos verificados durante el año que acaba de transcurrir en el recinto interior de la ciudad, el mismo que constituía la ciudad pública ú oficial, no lo han sido menos los que han tenido lugar en el exterior de la misma, ó sea la ciudad suburbana, cuya extensión ocupaba durante la época romana, casi diez veces más espacio que la ciudad pública ó monumental, aten,dido que después de la venida de Augusto á España y larga permanencia en Tarragona, sólo ocupaban la ciudad alta ú oficial los monumentos públicos, como son el Circo, el Palacio de Augusto, el Foro, el Capitolio, el Arce ó ciudadela, el Gimnasio, los Templos, las Termas, etc., y los lujosos palacios de algunos personajes de familias ricas y consulares, pero en escaso número, y la verdadera población se extendía en el espacio exterior, compacta hasta el río Francolí, y alcanzando los suburbios larguísima distancia; sólo así puede concebirse el considerable número de habitantes que hubo de tener la opulenta y populosa capital de la España Citerior en tiempo de su mayor apogeo.

Esta ciudad plebeya ó suburbana fué casi demolida y entregada á las llamas la entrada de los germanos en tiempo de Galieno, y no volvió ya á reedificarse, quedando incólume la ciudad alta ó fortificada. Más tarde, en tiempo de Eurico (469), fué derruido lo que se había salvado dos siglos antes, principalmente la parte amurallada, destrozando todos los monumentos públicos, que comprendían casi todo aquel recinto.

Hemos dado esta explicación para mejor inteligencia de lo que debemos añadir, esto es, que algunos escritores, interpretando mal á Pablo Orosio, á Eusebio de Cesarea, á Aurelio Víctor y Eutropio, consignan que la destrucción completa de Tarragona se verificó en el año 260, mientras otros aseguran que ésta la llevaron á cabo los visigodos, guiados por Heldefredo, general de Eurico, fundándose en lo poco que dijeron Rodrigo Ximénez, San Isidoro, obispo de Sevilla y Severo Sulpicio; mas en el fondo todos tienen razón, como hemos demostrado arriba. Los germanos, gente semi-salvaje, á la desbandada asaltaron, ó mejor dicho, saltearon la ciudad suburbana, que les ofreció escasa resistencia, la dieron á saco, y con un rico botín desaparecieron en seguida.

Los visigodos, por el contrario, bien organizados y con todos   —234→   los elementos necesarios, pusieron sitio á la ciudad amurallada, la asaltaron, y en venganza de su resistencia demolieron todos los monumentos, cebándose en ellos; esta es la razón por qué salen todos, absolutamente todos tan mutilados, que desde luego se conoce la saña que en aquellos momentos dominaba á los vengativos godos.

Dije que los germanos no asolaron completamente la ciudad suburbana; y con efecto, quedó intacta mucha parte de ella, especialmente la más inmediata á la oficial ó fortificada, la cual fué la primera que demolieron los godos, sin duda con objeto de intimidar á los vecinos resguardados detrás de los muros, quienes estaban resueltos á morir antes que entregarse.

Los testimonios de esta nuestra opinión los ofrecen las excavaciones, en donde se encuentran las ruinas de los edificios suburbanos. Entre ellas aparecen monedas de los emperadores sucesores de Galieno; y hé aquí un dato que pone de manifiesto, pero de una manera inequívoca, que la ruina dicha se verificó dos siglos después de la de los germanos.

En efecto, á principios del presente año, al practicar las excavaciones para poner los cimientos á unos edificios almacenes, situados á bastante distancia de las murallas de la ciudad, fueron encontradas en lo más hondo las ruinas de no pocos edificios cle la suburbana; y allí inmediato una sepultura con dos esqueletos, en perfecta conservación, apareciendo entre ellos dos monedas romanas, una del emperador Arcadio y otra de Valentiniano padre, en muy buen estado, las cuales fueron recogidas y se conservan como un testimonio histórico.

Más tarde, en el mes de Abril del presente año, al abrir la zanja para el grandioso edificio Plaza de toros, bastante separado de los muros de esta ciudad, con objeto de poner los cimientos, se encontraron á 4 ó 5 metros de profundidad los vestigios de las casas que formaban la indicada población suburbana, y entro sus ruinas fueron hallándose en distintos puntos gran cantidad de monedas de plata y de cobre, perteneciendo la mayor parte de las primeras á los emperadores del alto y medio imperio, y las de bronce á los del medio y bajo imperio hasta Magnencio y Decencio, prueba evidente de que, como hemos expuesto, la ruina total   —235→   de Tarragona hubo de efectuarse en tiempo de la invasión visigoda.

Las medallas de plata ascienden de 6 á 700, entre las que había ejemplares rarísimos y dignos de adquisición, pero la falta absoluta de fondos me impidió poder adquirirlas para nuestro Museo, que buena falta le hacen. En efecto, los muchos gastos que me han ocasionado la compra, traslado y colocación de los objetos encontrados y mencionados arriba, hace mucho tiempo que han consumido la mezquina cantidad que para el Museo arqueológico tiene consignada la Diputación provincial en su presupuesto, de lo que solo se me ha entregado durante todo el año apenas la cuarta parte, por cuyo motivo, hallándose el Museo en déficit, todas estas monedas se las repartieron algunos profanos aficionados a antigüedades, á fin de destinarlas á alfileres de corbata, para gemelos ó para otros usos análogos; sin embargo, con fondos míos particulares he podido adquirir algunas pocas, que destino al Museo, tan solo para dar testimonio del hallazgo, y al propio tiempo como un dato histórico, el cual habla más alto aún que los mismos cronistas que he citado.

En uno de los extremos del toril mencionado, en el punto que el arquitecto director señaló para el chiquero, y después de quitada la tierra de detritus que cubría todos aquellos terrenos, fueron encontrados los vestigios del pavimento de un foro ó plaza pública, formado (en lo que so descubrió, que fué exclusivamente lo más necesario) de grandísimos bloques poligonales, perfectamente encajados unos con otros, de la misma manera que se solía practicar en las vías públicas (agger); la superficie de estos bloques estaba sumamente comida por las pisadas de los transeuntes, especialmente las aristas de los mismos, las cuales se hallaban muy gastadas y hasta redondeadas por el continuo roce; en el centro de esta plaza, pues, se hallaba una gruesa columna de piedra ordinaria del país con esta inscripción, esculpida en ella con grandes caracteres:

I M imagen C A E S
AVG COS ·XI
TRIB · POT X
M A X · V I A

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Esta inscripción manifiesta que la columna era miliaria, según lo demuestran todos sus caracteres; y el no hallarse á continuación guarismo alguno, es una prueba de que este era el punto de partida de la Gran Vía (Vía Aurelia) quede Tarragona iba por Narbona á Roma, ó lo que es igual, que de Roma venía á Tarragona, y bifurcándose en esta ciudad, una de ellas se dirigía á Caesaraugusta por Lérida, y la otra á Castulone por Dertosa; de suerte, que al pié de la columna venían á converger las tres vías romanas, y esta es la razón, á mi parecer, de que no exista en la inscripción nota numeral alguna.

Digna de llamar la atención es la circunstancia notable de que entre las ruinas de los edificios ronianos que rodeaban esta plaza ó foro, fué en donde se encontraron las monedas arriba mencionadas, pertenecientes á los emperadores del bajo imperio, prueba evidente de que la total destrucción de Tarragona se verificó á últimos del siglo V por los visigodos: de manera, que por lo visto, su primera hazaña al llegar al pié de las murallas de Tarragona, fué la de incendiar y demoler las casas de los suburbios que hablan respetado los germanos, y derribar la columna milliaria, la cual, al caer, se rompió en dos partes por el centro, y así fracturada quedó desde entonces oculta debajo del cúmulo de ruinas que la cubria, hasta que una casualidad la ha hecho reaparecer.

Los años transcurridos desde entonces, pero sobre todo las humedades causadas por el inmediato paso de una acequia que sirve para el riego de las huertas contiguas, han corroído de tal suerte la superficie de la columna, que las letras se leen con alguna dificultad, pero, en fin, se leen175.

Este monumento se erigió en Tarragona en el año 14 antes de J. C., cuando el emperador Augusto contaba 49 años de edad.

Desde luego procuré adquirir este interesante resto historico-arqueológico, é hice transportarlo al Museo, colocándolo en el salón de las lápidas, donde figura dignamente: esta columna tiene de altura 1 metro 67 centímetros, y 2 metros 14 centímetros de circunferencia.

He aquí, pues, los principales hallazgos que se han verificado   —237→   durante este año natural, hallazgos con los que se ha enriquecido el Museo, á pesar de haber tenido que hacerlos con la mayor economía y hasta penuria, según queda dicho; pero las adquisiciones se han hecho, en fin, porque los mayores inconvenientes se vencen cuando hay energía y buena voluntad.

Por otra parte, se halla así confirmado lo que en anteriores comunicaciones he tenido la honra de manifestar á la Junta facultativa del cuerpo, es, á, saber, que el verdadero Museo de Tarragona no se halla circunscrito dentro del recinto de sus salones, como pudiera pensarse, sino que todo Tarragona y sus contornos son un copiosísimo museo, en el supuesto que no hay donde volverse que no se vean y encuentran antigüedades; así es que el director del Museo de Tarragona no se ha de circunscribir al local en que están reunidos los objetos encontrados en las excavaciones, sino que no ha de perder de vista las que van de continuo verificándose por los diversos puntos de la ciudad, y la experiencia me ha demostrado que esta es la manera de enriquecer las colecciones, aumentándolas. Así, pues, he tenido que practicarlo durante los treinta y dos años que el Museo se halla á mi cargo, y de piedra en piedra y de resto en resto he ido formándolo, con paciencia y constancia, y venciendo los inconvenientes y continuos tropiezos que incesantemente se han ido presentando; de este modo, pues, de una simple colección arqueológica que constituía el escuálido Museo de Tarragona en 1851, hoy lo componen más de 4.000 objetos, habiendo tenido que tirar por inútiles gran parte de los que entonces lo formaban, y sin duda serían muchísimos más los restos adquiridos, si la falta de recursos pecuniarios no hubiese sido una rémora con la que de continuo he tenido que luchar.

No dejará de ser de grande utilidad para este Museo el reciente nombramiento de portero del mismo, por haber recaído en una persona de toda mi confianza, la cual reune todas las circunstancias apetecibles para el desempeño de este cargo, sirviéndome á la vez á mi de descanso, por haberse ofrecido espontáneamente de escribiente, que también me hacía mucha falta, y creo que este nombramiento dará buenos resultados y alguna economía á mis gastos.

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El Museo de Tarragona ha sido visitado el presente año por gran número de personas así nacionales como extranjeras, de mucho superior á los anteriores, según lo manifiesta el siguiente estado:

MESESNACIONALESEXTRANJEROSTOTALES
Enero13635171
Febrero12549174
Marzo10341144
Abril13043173
Mayo10927136
Junio11438152
Julio13536171
Agosto12231154
Septiembre28238320
Octubre13854192
Noviembre12254176
Diciembre12357180
TOTAL16405032143

Entre las visitas de las personas extranjeras debo hacer singular mención de la que ha hecho al Museo el sabio príncipe Federico Guillermo, heredero del imperio de Alemania.

BUENAVENTURA FERNÁNDEZ SANAHUJA.

Tarragona 1.º de Enero de 1884.