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ArribaAbajoIV. Dos aniversarios

Estandarte de la Liga y espada que San Pio V envió al Serenisimo Don Juan de Austria


Cesáreo Fernández Duro


El domingo 7 de Octubre de 1571, hallándose á la vista en el golfo de Lepanto las grandes armadas de la Santa Liga y la turquesa, dijo en alta voz Alí Bajá, mandando disparar cañonazo de reto: «Esto se ha de hacer: el que hoy venciere será señor del mundo202

«El Sr. D. Juan, pareciéndole que se debía demandar batalla por aquel tiro, mandó que le fuera respondido con otro tiro, que se la darían... y aun lo mandó asegundar con otro203

Así empezó aquella ocasión dichosa para la cristiandad «la mas grande que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros204

Sabida la victoria por el rey D. Felipe II, instituyó fiesta perpetua   —300→   de aniversario en la catedral de Toledo el 7 de Octubre, dedicado á San Marcos Papa, fiesta á que habían de asistir el Ayuntamiento, corregidor, regidores y jurados, celebrándose con procesión intra-ambitium, Te Deum á tres coros con música de ministriles y órganos, misa mayor con oración pro gratiarum actione y sermón panegírico de la batalla naval.

Entre las cláusulas de la escritura de institución decía una: «Que en la dicha fiesta se saquen y cuelguen en la dicha santa iglesia las banderas é insignias de esta victoria, que para ello se les darán, y las pongan de la manera que se ponen las banderas en la fiesta del triunfo de la Cruz, en la victoria de las Navas de Tolosa y la de Orán.»

Hay noticia cierta de haberse cumplido la prevención regia años después: el Cabildo catedral recibió á principios de Octubre de 1616, por conducto del doctor Tena, obispo de Tortosa y antiguo canónigo toledano, dieciseis banderas y estandartes que S. M. mandó entregar y que por vez primera se colgaron en la nave la tarde del 6, vigilia de la fiesta. Lo que no se dice en las actas capitulares, donde se omitió insertar la real cédula de concesión, es, si las insignias eran de los vencedores ó de los vencidos; pero suple el silencio un inventario que mandó formar el señor cardenal Loreuzana en 1793. La descripción que en él se hace de banderas, flámulas y gallardetes, claramente da á conocer que era de unos y de otros; de cristianos y de turcos, eligiéndolas entre las más ricas y significadas que tremolaron en ambas armadas combatientes.

Este dato importante ha servido de fundamento y principio á una investigación extensa, que saldrá á luz ahora, procurando solemnizar el CCCXVII aniversario de Lepanto, con la resolución del problema histórico,

¿Qué fué del estandarte de la Santa Liga?

Há tiempo que lo dieron por resuelto escritores italianos. Apoyándose en la crónica antigua de la casa Gattola de Gaeta, exhumada en 1875 por el arqueólogo Sr. Elías della Croce; en los registros no menos añejos de la catedral de la dicha ciudad; en   —301→   testimonio del conde Onorato Gaetano, contemporáneo de los sucesos, y en tradiciones ó documentos de menos importancia, lo mismo el historiador napolitano Sr. Luigi Conforti205, que el catedrático de Roma Nicolo Faraglia y el ilustre almirante francés M. Jurien de la Gravière206, estiman no puede ponerse en duda, que Gaeta posee la gloriosa reliquia. Los informes reunidos acreditan que al volver D. Juan de Austria hacia Mesina, como le obligara el temporal, mal de su grado, á refugiarse en Gaeta, cumpliendo voto que hiciera durante el combate, visitó al obispo y puso á sus plantas la enseña vencedora recibida del pontífice, en honor de San Erasmo.

Mientras no han parecido otros documentos, sin razón para dudar de la autenticidad de los que se citan, debíamos también creer los españoles que la preciada insignia quedó en los Estados del Papa que la inventó y bendijo, sin esperanza de verla figurar jamás en la panoplia de nuestros gloriosos recuerdos nacionales; más con el estudio y la investigación han de modificarse los juicios extraños, acreditándose otra vez cuán deleznable es el terreno de las tradiciones. En ninguna de nuestras relaciones históricas se habla de la entrada de D. Juan de Austria en Gaeta, en la fecha asignada á la entrega del estandarte, conformando las más, por lo contrario, en que por aquellos mismos días celebraba en Mesina, el príncipe, el triunfo conseguido, flotando en la popa de la galerna real el estandarte.

En otro concepto, sin más que fijar un tanto la atención en los testimonios exhibidos por los críticos italianos, se advierte que destruyen por sí solos la deducción sacada de su contexto. El estandarte de la Santa Liga ofrecido por D. Juan, dicen, fué colocado y está todavía, en el altar mayor de la catedral de Gaeta, como monumento religioso digno de la mayor veneración. «Es de tela de seda carmesí; tiene en medio un crucifijo á cuyos piés están los apóstoles San Pedro y San Pablo, y por cima se lee: In hoc signo vinces Pues bien; el estandarte de la Liga no era   —302→   de ese color; no tenía las efigies de los apóstoles ni el lema de Constantino, y no es por tanto el de Gaeta, aquel que guió á la armada combinada en el golfo de Lepanto, digan lo que quieran como testigo el conde Gaetano, y como referente el autor de la crónica de Gattola. La descripción de esa insignia conviene exactamente con la que el referido Pío V dió á las escuadras reunidas el año 1570 y llevó en su galera capitana Marco Antonio Colonna.

Para la más importante jornada del año siguiente de 1571 se acordó estipulación especial, por uno de cuyos capítulos (el XVIII) se estatuía que el generalísimo no había de usar, estando las fuerzas juntas, del estandarte particular de su nación, sino del común de la Liga, en el cual figurarían juntas las armas de las tres naciones que la componían.

El papa San Pío envió esta enseña principal, bendecida de su mano, acompañada de un breve que llevó á Nápoles el conde Gentil Taxatello, con delegación en el cardenal Granvela, para el acto de la entrega. Verificóse la ceremonia el 14 de Agosto de 1571 en la iglesia de Santa Clara, con gran solemnidad religiosa y militar, durante la que recibió también su Alteza el bastón de mando general con que le investía el Pontífice. Acabada la entrega se trasladó el estandarte con mucha comitiva desde la iglesia hasta el puerto y se arboló en la galera real haciendo salva todas las de la escuadra con artillería, rnosquetería y arcabucería.

Entre los historiadores de las naciones coligadas, contemporáneos del hecho, Gabutio, secretario del Papa; Pietro Contarini, veneciano; Jerónimo de Torres Aguilera, Antonio y Fernando de Herrera, Luís Cabrera de Córdova, españoles, describieron conformes la insignia, diciendo ser de damasco azul obrado; en el centro un crucifijo; debajo de la sagrada efigie el escudo de armas del Papa, blasonado de tres bandas de gules en campo de plata; á la derecha las armas de España, á la izquierda las de Venecia, ligadas las tres con una cadena de la que pendían por debajo las armas del generalísimo don Juan.

Los escritores de las tres naciones que trataron del suceso con posterioridad, Fuenmayor, Parrino, Vanderhammen, no discrepan en la descripción, conforme aún entre los poetas, como   —303→   puede verse en la Austriada de Juan Rufo, en los romances de Pedro de Padilla y aún en el romancero general. Decía el primero:


   En aquesta sazon llegó un criado
Del gran Vicario de la sacra escuela,
Y trujo el estandarte deseado
De la Liga, do el bien comun se cela,
Habiendo el Pastor Santo por legado
Nombrado al docto Cardenal Granvela
Para que á don Juan de Austria le entregase
Con la solemne pompa que importase.
   Venia bendito de su excelsa mano;
Era de seda de color del cielo,
En él estaba un Cristo soberano,
Que á devocion movia y á consuelo;
Las armas firmes del Pastor romano
Tiene á los piés el Redentor del suelo;
Los del gran rey de España al lado diestro,
Y las de Venecianos al siniestro.
   Las de su Alteza estar se ven pendientes
De todas, con cadenas abrazadas,
Tales eran las altas y excelentes
Insignias de la Liga consagradas:
Cuando otro dia el sol mostró á las gentes
Las cosas, por la noche disfrazadas,
El lugar concurrió á la vista rara
Al templo singular de Santa Clara.



Padilla romanceaba:


   En la Real de don Juan
Un estandarte arbolado
Y en él las armas reales
Pintadas al diestro lado;
Las de Venecia al siniestro
En otro escudo apartado,
Y en medio de ambas á dos
Un Cristo crucificado.



Véase ahora lo que el «Libro inventario de la obra y fábrica de la Santa Iglesia de Toledo,» que como es dicho mandó formar el   —304→   Cardenal Lorenzana y aprobó en 27 de Abril de 1793; dice al folio 254 y siguientes, reseñando las banderas:

«Número 1.-Pendon grande de damasco azul que remata en punta redonda, pintado de lazos, ramos y hojas [de oro] y en medio la imágen de un santo Crucifijo y debajo de él un escudo de armas del Papa y al lado derecho las de Venecia; al otro lado las del Emperador y abajo las de España: tiene cinco botones y borlas grandes de seda azul y oro, pendientes de cordones gruesos, tambien de seda azul.»



Adviértase que según la haz ó cara del estandarte que se mire, así parecen á la derecha ó á la izquierda las armas de Venecia; el que escribía el inventario lo miró por el revés, y no debía de ser la heráldica su fuerte, pues que designa por armas del Emperador difunto las del jefe de la casa de Austria D. Felipe II, y por armas de España las de D. Juan, cuyos cuarteles de Castilla, León, Aragón y Sicilia ocupan muy distinto sitio que en el escudo nacional.

El estandarte de referencia mide 24 piés de largo por 15 de ancho y está en buen estado. Aunque la investigación no haya logrado todavía, prueba que á todas luces demuestre la autenticidad de la insignia, bastan las reunidas al convencimiento moral de ser la catedral de Toledo poseedora del más glorioso recuerdo del venturoso día de Lepanto. En dicho templo, no en el de Gaeta, se guarda el símbolo de la Santa Liga, acompañándole el juego de flámulas, gallardetes, tordanos y pinelos que arbolaba la galera Real, y que son asimismo de damasco azul con el Crucifijo y armas, cordones y borlas de seda y oro, midiendo respectivamente 31, 93, 90, 57 y 51 piés de longitud por proporcionada anchura de 20 á 24 piés.

Por otra investigación análoga á la del estandarte se alegra el presente aniversario. En el Museo Naval se guarda desde el año de 1868 una espada que pareció en Toledo y se supuso desde el momento donativo del referido Papa San Pío V á D. Juan de Austria después de la victoria; la ausencia de documentos y la inscripción misma que en la hoja se lee hacían sin embargo dudosa la exactitud de la hipótesis. La leyenda reza Pius V PONT. MAX. ANNO. III, y habiendo sido coronado Papa el 17 de Enero   —305→   de 1566, fué tercero de pontificado el año de 1568: envió el estoque sagrado al hijo del Emperador, el de 1572, sétimo y último que ocupó la Santa Sede, y de ser el mismo del Museo Naval habría que admitir que, desde la Natividad de 1568 en que se bendijo hasta el dicho de 1572, estuvo reservado por falta de motivo ú ocasión de agasajar á príncipe alguno con el Gladio et Pileo con que solían distinguir los Pontífices romanos á los reyes y caudillos beneméritos de la Cristiandad. Así ocurrió, en efecto: San Pío V no otorgó más de dos veces esta honorífica gracia; la una, el 26 de Diciembre de 1566, con breve que empieza con las palabras Solent Romani Pontifices... á D. Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, gobernador de los Países Bajos, donde acababa de vencer á los heréticos capitaneados por Ludovico de Nassau y su hermano Guillermo, príncipe de Orange; la otra con breve que empieza Ex more... al Generalísimo de la Liga cuando alcanzó uno de los triunfos más grandes que registra la historia, de enemigos de la fe.

La espada del Museo Naval es por tanto auténtica, y por sucesivos eslabones de la investigación se alcanzan sus vicisitudes hasta el año 1578, día 1.º de Octubre, en que rindió D. Juan el ánima á su Criador. «El príncipe de Parma y Octavio Gonzaga dieron orden en depositar el cuerpo como convenía á su estado y valor, y así, vestido muy ricamente, porque las calzas valían tres mil ducados, y armado de muy ricas armas, lo pusieron en unas andas cubiertas de brocado, la cabeza desarmada, la celada á los piés, su espada ceñida, á la cabecera la rosa y capel y espada que Pío V le dió, y el bastón de general, y en la cabeza una corona de oro, y asimismo en la celada, y desta manera le sacaron de la cámara los della207

Impensadamente se ha descubierto á última hora un dato nuevo y de interés, que á la espada concierne, en el santuario de Nuestra Señora de Atocha, de esta corte. Quitado un cuadro en la segunda capilla del lado de la Epístola, donde estaba el enterramiento del general Castaños, primer duque de Bailén, en la   —306→   pared frontera al altar mayor apareció una lápida de mármol blanco de unos 80 centímetros de altura por 60 de ancho con esta inscripción208:

D. O. M.

ESTE ESTOQVE QVE EMBIAN LOS SVMOS

PONTIFICES Á LOS MAYORES PRINCIPES DE LA CHRISTIA

NDAD. EMSBIÓ EL SANCTO PIO V. AL SR. DON IVA DE

AUSTRIA EN LA OCASION DE LA BATALLA NAVAL. Y

IVSTAMENTE HONRA LA SEPVLTVRA DEL DOR. GREG.º

LOPES Y MADERA MEDICO DE LA CAMARA. Y DE LA

DEL REY DON PHELIPPE II NRO. SOR. Y SV PROTOMEDI

CO GENERAL. POR AVER SIDO GRAN PARTE SV CONSEIO

PARA QVE SE DIESE LA BATALLA. PVSOLE AQVI EN SV CAPILLA

SV HIJO EL LICDO. GREG.º LOPES Y MADERA DEL CONS.º DE LOS

REYES DON PHELIPPE III Y IIII. NROS. SEÑORES. CAVALLERO

DEL HABITO DE SANCTI.º Y SEÑOR DE LA CASA Y SOLAR DE LA

MADERA EN ASTVRIAS.



Madrid 1.º de Octubre 1888.

CESÁREO FERNÁNDEZ DURO.



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