Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoCanto IX

Flordelís




    Raza humana infeliz, que en cuanto tienes
alrededor de ti desde la cuna
no ves más que mudanzas y vaivenes,
y permanente condición ninguna,  5900
¿por qué apegarte a los falaces bienes
que da y quita a su antojo la Fortuna,
si al voltear primero de su rueda
huyen, y apenas rastro dellos queda?
   Todo lo muda esta deidad liviana;  5905
sólo en su instable genio nada innova;
a la belleza, flor caduca y vana,
—492→
cualquiera cierzo los matices roba;
pace la errante grey yerba lozana
do reyes albergó dorada alcoba;  5910
de aquella torre que era al viento asombro,
sólo acá y acullá se ve un escombro.
   ¿Qué resta de Babel? Ni una vislumbre.
Remolinos de polvo humilde loma
cubren, que sustentó la pesadumbre  5915
de sus murallas y pensiles. Roma,
de la soberbia humana última cumbre,
cebóse en ti del tiempo la carcoma,
y la grandeza que hubo dicho Nunca
pereceré, roída yace y trunca.  5920
Esa momia que en báratro profundo
sumida está y en decadencia extrema,
de antiguo imperio que dio espanto al mundo,
es ya reliquia y juntamente emblema.
Cayó del sacro altar al cieno inmundo  5925
el ídolo, y el himno es ya anatema.
—493→
Un trozo de estructura arquitectónica
es de alguna ciudad toda la crónica.
   ¡Cuánta grandeza es un gastado escrito,
que no pudo salvar la piedra misma,  5930
y en que con vano estudio el erudito
para deletrearlo se descrisma!
¡Cuánto padrón de bronce y de granito
el Tiempo en sempiterna noche abisma!
¡Cuánta dominación, poder y gloria  5935
apenas un renglón legó a la historia!
   Mas, ¿a qué fin el pensamiento busca
lecciones en lo antiguo y lo distante
de la fatalidad que hunde y ofusca
lo más noble y espléndido y gigante?  5940
¿A qué la fama asiria ni la etrusca
interrogar? ¿A qué poner delante
el gran cadáver, que al desierto agobia,
de la ciudad ilustre de Cenobia?
   Ved lo que ayer no más Reinaldos era,  5945
a gozar un imperio convidado
y el lecho de una dama placentera,
de músicas y danzas rodeado;
y miradle hoy en garras de una fiera
—494→
tan de humano favor necesitado,  5950
que hasta su espada fiel le desampara,
y está viendo a la muerte cara a cara.
   Pero dejo al barón de Montalbano,
que una beldad me aguarda, a quien tan fuerte
afán aqueja ahora y tan tirano  5955
como a Reinaldos, aunque de otra suerte;
lucha aquél con la muerte mano a mano,
y esotra llama a voces a la muerte,
a la muerte, que sorda a su querella,
no se digna venir a socorrella.  5960
   Si os acordáis de aquella Niña hermosa
que en demanda envïó del caro ausente
a Malgesí, no extrañaréis que ansiosa
de su llegada, los minutos cuente.
El que anhelando estaba alguna cosa  5965
y la aguardó gran tiempo (mayormente
si era cosa de amor), la pena arguya
de Angélica infelice por la suya59.
   Reside ahora Angélica en la Albraca;
y desde el alto alcázar donde habita,  5970
escucha el sordo embate y la resaca
de la vecina mar, que el austro agita.
La grande hueste tártara no ataca
las murallas aún; sólo la grita
se oye de alguna banda que destruye  5975
las cercanías; tala, quema, y huye.
—495→
   Vuelto el hermoso rostro a la marina,
si alcanza a ver algún bajel lejano,
«Allí sin duda, exclama la mezquina,
allí viene el barón de Montalbano».  5980
Que cercano cabalga se imagina,
si cuádruple herradura pulsa el llano.
No hay carro, no hay carroza, no hay carreta
en que verle llegar no se prometa.
   Volvió en fin Malgesí; mas ¡ay! volvía  5985
(¿quién tal pensara?) con muy mal recado;
de hombros el pobre mago se encogía,
mohíno, taciturno, amostazado.
«¿Qué es de tu primo?», dice inquieta. Huía
de sus mejillas el matiz rosado;  5990
temblaba; y lo peor juzgando cierto,
llorosa exclama: «¡Ay desgraciada! Es muerto».
   «No es muerto aún (así responde el mago)
pero no pienso que gran cosa falte,
ni que difiera el postrimero trago,  5995
si no se vuelve halcón o gerifalte.
Tiene, señora, al amoroso halago
forrado el pecho en diamantino esmalte;
—496→
y de su propia vida no se cura
más que de mi amistad o tu ternura».  6000
   Tras esto le contó punto por punto
cómo le trajo a la fatal ribera
de Rocatriste, y que le tiene a punto
de ser despedazado por la fiera.
La vista fija y el color difunto,  6005
escucha aquella historia lastimera
la amante Niña, y tal dolor le asalta
que en tierra cae, de sentimiento falta.
   Y recobrada dice: «¡Mal nacido!
Yo haré que de tan negra acción te pese.  6010
¿Su muerte por ventura te he pedido?
El modo de arrancarme el alma es ése.
¿No juraste traerle, fementido?
¿Hacerle no ofreciste que viniese
a consolar mi pecho enamorado?  6015
¿Y dónde está el consuelo que me ha dado?
   «¿Pudo ser que designio tan injusto
contra tan noble vida en ti cupiera?
Ni te valga decir que por mi gusto
le sacrificas; porque, dime, ¿no era  6020
mal menos grave y término más justo,
si uno hubo de morir, que yo muriera?
¿Ignorabas, traidor, que en nada estimo
el trono ni la vida sin tu primo?
«¡Triste! Cuando esperaba con mi mano  6025
mis paternos dominios ofrecerte,
y a despecho del tártaro Agricano,
esposo mío y rey del Asia hacerte,
—497→
yo misma te conduzco a fin temprano,
yo te doy, yo, la más horrible muerte;  6030
mas con mi vida y con la de este impío
juro darte venganza, ídolo mío».
   El mágico le dice: «Darle ayuda,
si quieres, es posible todavía;
mas importa que presto se le acuda,  6035
o la resolución será tardía.
A ti el hacerlo toca; y si no muda
este nuevo favor su rebeldía,
de bronce es menester que tenga el pecho,
y no de sensitivas fibras hecho».  6040
   Dice; y le da una lima y una cuerda,
que a manera de red teje y compone,
y una pasta de pez, que al que la muerda,
las dos quijadas pegue y aprisione.
Luego que con la dama el caso acuerda,  6045
y Angélica a la empresa se dispone,
un diablo llega, a quien montada encima,
vuela, llevando red y pasta y lima.
   En tanto por momentos se le gasta
a Reinaldos la fuerza, aliento y vida;  6050
que si con su Frusberta apenas basta
contra enemigo tal, ¿qué hará, perdida?
¿Cómo esquivar el diente y garra y asta
de la bruta alimaña embravecida,
que a un lado y otro tarascadas echa,  6055
y le fatiga sin cesar y estrecha?
   Una gran viga a siete varas de alto
empotrada está a dicha en la muralla.
Reinaldos que la mira, y que ya falto
de todo otro recurso humano se halla,  6060
juntando cuantas fuerzas pudo, un salto
desesperado da por alcanzalla.
Dos brazas se levanta de la tierra,
y con la diestra mano el leño afierra,
    Luego sobre los brazos se alza en peso,  6065
—498→
y a horcajadas en él quedó sentado.
Maravilloso fue, raro suceso;
pero es poco en verdad lo que ha ganado;
pues entre insuperables vallas preso,
en medio a cielo y tierra colocado,  6070
fuerza es se rinda al hambre, a la molestia,
a la intemperie, o lidie con la bestia.
   Ya la noche tendió su capa bruna,
y él, que no ve otro abrigo ni otra cama,
sobre la viga, al fresco de la luna,  6075
se acomodó, como cuclillo en rama.
A sus pies está oyendo a la importuna
fiera, que sin cesar rezonga y brama,
y en esto por el aire un bulto mira
que ya se acerca y ya se le retira.  6080
   Echó luego de ver que era una dama,
y tardó poco en conocer quién era;
y tanto en ira el pecho se le inflama,
que duda si se arroje o no a la fiera.
Ella de lejos tiernamente llama,  6085
y le habla en dulce voz de esta manera,
«Mucho, señor, me pesa verte puesto
por causa mía en trance tan funesto.
   «No ha sido mi intención que de mal grado
el placer me otorgaras de tu vista,  6090
sino con voluntad y con agrado;
que a fuerza un corazón no se conquista.
Imagínate, pues, lo que el estado
en que te llego a ver, duele y contrista
a quien el alma y vida, prenda cara,  6095
por ti sin vacilar sacrificara.
   «Cese la ingratitud, cese el desvío,
y no a ofensa me imputes el quererte.
Ven a mis brazos, ven, que yo confío
en salvamento y libertad ponerte.  6100
—499→
¿Cuál humano favor, si no es el mío,
puede salvar tu vida de la muerte?
¿O a tanto llega tu desdén tirano,
que aun la vida no quieres de mi mano?».
   «¡Mujer! (le respondió ciego de enojo)  6105
¿a qué venís aquí? No os he llamado:
ruégoos que me dejéis en paz; escojo
antes morir que veros a mi lado.
Al punto mismo, si no os vais, me arrojo
a ser por esta bestia devorado».  6110
Ella, que tanto al inhumano adora,
que aun su desdén la encanta y la enamora,
   Dícele: «Voy, señor, a obedecerte,
que otra cosa, aun queriendo, no podría;
y si gusto llevaras en mi muerte,  6115
la muerte con mis manos me daría».
Terminado el coloquio de esta suerte,
desciende en la infernal caballería
la dama, y de los lomos de su diablo
salta a la arena del murado establo.  6120
   Tira al monstruo la pez; la red coloca.
Creyendo ser alguna golosina,
abre el animalón tamaña boca
para engullir la pasta peregrina,
que pega de tal modo cuanto toca,  6125
—500→
y así lo traba, así lo conglutina,
que arte ni fuerza a separarlo basta;
tal era la virtud de aquella pasta.
   Como se siente presas las quijadas,
el monstruo más que nunca se enfurece,  6130
y lánzase, tirando manotadas,
hacia donde la dama estar parece;
pero de bruces da en la red, y atadas
manos y pies, inmóvil permanece.
La dama, que a Reinaldos cree seguro,  6135
parte volando por el aire oscuro.
   Pasa la noche; el nuevo sol despierta;
presa la fiera ve el de Montalbano;
y creyendo que Dios le abre la puerta
de salvación, ligero salta al llano,  6140
y a repetidos golpes de Frusberta
matarla intenta; pero suda en vano;
que a tajarle la piel no era bastante
el filo más agudo y penetrante.
   Ya que por este medio nada espera,  6145
de otro modo pensó salir con ello:
montándose a horcajadas en la fiera,
los brazos le echa en firme nudo al cuello,
y apretóle las piernas de manera
que casi la ha privado del resuello;  6150
—501→
como dos brasas se le ponen rojos,
y salen de las cuencas ambos ojos.
   A la fiera el aliento se le apoca,
y tanto más el caballero afana.
Apretando los dientes y la boca  6155
colorado se puso como grana,
hasta que enteramente la sofoca,
y exhalar le hace el ánima villana,
que con aullido horrísono se queja,
y en paz, por fin, a Rocatriste deja.  6160
   Reinaldos, terminada la batalla,
busca por do salir al campo raso;
y cercado se ve de alta muralla,
menos donde una reja impide el paso;
de gruesos hierros intrincada malla,  6165
que ofrece aun a la luz camino escaso.
Reinaldos pugna por echarla abajo;
—502→
pero pierde su tiempo y su trabajo.
   A treparla arremete, mas de espesas
agudas púas erizada estaba.  6170
La asalta con la espada; ni por ésas.
En suma, el paladín se la tragaba
que el término era aquél de sus empresas,
si por algún milagro no escapaba.
Perplejo está además; el caso estima  6175
desesperado. En esto ve la lima.
   La lima que dejado adrede había
en aquel sitio Angélica la bella.
Pensando que algún santo se la envía,
las densas barras60 va a probar con ella.  6180
Lima que lima estuvo medio día,
y poco a poco el duro hierro mella,
hasta que logra abrir capaz portillo,
por donde sale al patio del castillo.
   La cosa por desgracia vio un gigante,  6185
y echó a correr como un espiritado.
«¡Favor! ¡favor!», gritaba aquel tunante;
el bando infame se presenta armado;
cuál una pica trae, cuál un montante,
cuál cimitarra y cuál bastón ferrado.  6190
Más de unos treinta de esta buena gente
sobre Reinaldos dan súbitamente.
   Pero miles que fueran, buen despacho
de todos ellos el francés haría.
Jurando hacer añicos al gabacho  6195
—503→
viene un jayán, y añaden que tenía
como de un palmo o más cada mostacho;
era el que a Montalbán pescado había.
Reinaldos de un revés le abre la panza,
y a los demás sin detenerse avanza.  6200
   Envía por la posta al otro mundo
tres, cuatro, cinco, seis, una docena;
a cuantos llega el hierro furibundo
taja, rebana, pincha, abre, barrena.
Los otros no aguardaron un segundo,  6205
que escarmentaron en cabeza ajena.
Déjalos ir, y embiste a una estacada
que le defiende a lo interior la entrada.
   No estima su victoria por completa,
si de aquella mansión de sangre y crimen  6210
no escudriña la parte más secreta,
donde imagina que cautivos gimen
seres humanos, que librar competa
de los follones que al país oprimen.
A demoler se pone la estacada  6215
con el filo y el puño de la espada.
   Pues el otro jayán que presumía
ver el toro a su salvo en talanquera,
y ve casi postrada a la porfía
—504→
de los tremendos golpes la barrera,  6220
qué partido tomase, discurría.
De armarse al fin le dio la ventolera,
y no curó de lo que más a cuento
le estaba, que era hacer su testamento.
    Se le conoce en la fruncida ceja  6225
que el importuno paladín le enoja.
Reinaldo a poco andar en paz le deja,
enderezando al corazón la hoja.
Oído el caso, la maldita vieja
desde el más alto mirador se arroja;  6230
pero no llega al baldosado suelo,
que Satanás le echó la garra al vuelo.
—505→
   A ejecución los malhechores saca
uno que de verdugo hace el oficio.
A los demás, humilde turba y flaca,  6235
el caballero se mostró propicio;
y luego que la sed y el hambre aplaca
y las heridas unge, desperdicio
no quiere hacer del tiempo; sale al raso;
mas no toma la vuelta del ocaso.  6240
   Bien que de allá con poderoso encanto
le tire el siempre dulce patrio nido,
pero ¡cuán vivo en él su oprobio, y cuánto
más penetrante sonará a su oído!
Piensa que Francia del común quebranto  6245
le pide cuenta y del honor perdido;
ve que en el templo y en la regia sala
el dedo de la infamia le señala.
   En la marina aguárdale la barca
que le condujo a tan aciago puerto;  6250
—506→
pero esta vez Reinaldos no se embarca,
antes a pie, con paso y rumbo incierto,
cruza de Rocatriste la comarca,
desnudo y melancólico desierto.
Cabalga en tanto Astolfo, y en pesquisa  6255
dél y Roldán distante suelo pisa.
   De París, como os dije, despedido,
la milagrosa lanza lleva en cuja,
empedrado de joyas el vestido,
obra maestra de curiosa aguja.  6260
En lo galán, lo airoso y lo pulido
ni moro ni francés le sobrepuja.
Las riendas rige del gentil Bayardo
el caballero insigne del Leopardo.
   Y de una en otra vino a dar un día  6265
en no sé cuál provincia sarracena,
do Sacripante, rey de Circasía,
una revista general ordena,
y al tártaro Agricano desafía
—507→
con muchedumbre innumerable, ajena  6270
y propia; no en verdad estimulado
por la codicia o la razón de estado.
   Sólo el amor de Angélica le incita;
y marcha a refrenar la torticera
soberbia de Agricán, que solicita  6275
hacerla su mujer, quiera o no quiera;
y esta demanda a la princesa irrita
de modo tal, que a toda el Asia altera;
y en armas puesta, a su defensa llama
a cuantos capitanes hay de fama.  6280
   A Sacripante sobre todos ruega,
que la ama a par del alma y de la vida,
y tanta valerosa gente allega
que ni Agricán ni el mundo le intimida.
A la sazón el duque Astolfo llega;  6285
y en viéndole el Circaso le convida,
pagado asaz de su brïosa traza,
a que en servicio suyo siente plaza.
   «Caballero, le dice, la soldada
que pidas te daré por tu persona».  6290
«Dame, responde Astolfo, si te agrada
que yo te sirva, el cetro y la corona;
porque quiero que sepas que con nada
menos mi brazo y fe se galardona;
—508→
que estoy desde la cuna acostumbrado  6295
a ser obedecido, no mandado.
   «Y para demostrarte claramente
que no soy, como piensas, ningún porro,
si, atado un brazo, a ti y toda tu gente
no venzo luego y desbarato y corro,  6300
estas armas que miras, Rey potente,
quiero trocar por un mandil y un gorro;
y si hay entre vosotros quien se atreva
a dudar de mi dicho, haga la prueba».
   Volviéndose a los suyos el Circaso,  6305
luego que del inglés oyó el lenguaje,
«¿No es, dice, caballeros, fuerte caso
que un hombre, al parecer, de alto linaje,
tan rematado esté? ¿No hubiera acaso
para volverle el seso algún brebaje?».  6310
«Él es loco de atar, dicen, y poco
sacarás de meterte con un loco».
   Viendo que nadie le replica nada,
a gran galope Astolfo se retira.
Mucho su gentileza es ponderada.  6315
Mucho al caballo el Rey mira y remira,
y cuanto más le observa más le agrada,
y con más fuerza la afición le tira;
—509→
tanto que va tras él, ligero empeño
imaginando el desmontar al dueño.  6320
   Corriendo en tanto el Duque a la ventura
con otro joven caballero topa
de marcial continente y apostura.
Llevando al anca una mujer, galopa,
a quien, no siendo Angélica, hermosura  6325
no tiene igual ni el Asia ni la Europa.
Es Brandimarte el nombre que la fama
da al caballero, y Flordelís la dama.
   O porque amor el pecho le heriría,
o por otra razón que no adivino,  6330
en viéndole el inglés le desafía
parándosele en medio del camino:
«Alto ahí, caballero, le decía,
probarte con la lanza determino,
que es para otro que tú tan rica perla.  6335
Prepárate a dejarla o defenderla».
   «Primero dejaré, dice el pagano,
no que una vida sola, una docena.
Pero si venzo yo, ¿qué es lo que gano?
que dama no la traes mala ni buena.  6340
Hagamos la partida de antemano,
como es razón; si la fortuna ordena
que en esta lid mi lanza te trabuque,
es mío ese caballo». Otorgó el Duque.
—510→
   La dama, del combate espectadora  6345
y premio, con alegre confïanza
desmonta, y como ha visto vencedora
en justas mil de su amador la lanza,
ni por asomos se le ocurre ahora
que a Brandimarte avenga malandanza;  6350
y aun pienso que de ver la nueva presa
que el amor le ha rendido, no le pesa.
   Tomaron, pues, del campo los barones
todo lo que juzgaron suficiente;
y a un mismo tiempo hincando los talones,  6355
corrieron a encontrarse bravamente.
Chocan los dos fortísimos bridones
en medio del correr, frente con frente;
Bayardo por fortuna quedó sano;
pero cayó sin vida el del pagano.  6360
   El cual, como ordenó su adverso sino,
fue a rodar por la arena largo trecho,
y lamenta su mísero destino,
porque la lanza que perder le ha hecho
lo que adoró con el amor más fino,  6365
no le pasó de parte a parte el pecho,
quitándole la carga aborrecida
de una afrentosa y solitaria vida.
   «Mas, ¿quién te impide, ¡oh triste!, el postrimero
remedio?», despechado se pregunta.  6370
Astolfo al ver que del luciente acero
aplica al pecho la desnuda punta,
—511→
en alta voz le dice: «Caballero,
detén la espada. A los que enlaza y junta
amor con mutua fe tan verdadera,  6375
si desuniese yo, villano fuera.
   «Vive por largos años, y a esa rara
belleza goza en paz; yo te la cedo.
Venciendo al que me da muestra tan clara
de ánimo generoso, pensar puedo,  6380
sin que una prenda pierdas tú tan cara,
que honrado asaz y ganancioso quedo;
por amor fue y por fama el desafío;
tuya la dama sea; el lauro mío».
   Oyendo al Duque hablar de esta manera  6385
el que ya se contaba por difunto,
tales extremos hace, cual si hubiera
perdido la razón de todo punto.
Bien expresar su gratitud quisiera;
¿mas qué podrá decir en el asunto?  6390
«Ya es doble, exclama, la vergüenza mía;
como en valor, venciste en cortesía.
   «Ni deuda tanta sé cómo pagarte;
pues ofrecer mi espada es excusado,
aunque igualara a la del mismo Marte,  6395
a quien de sí tan alta muestra ha dado.
Suplícote tan sólo que dignarte
quieras de recibirme por crïado,
y que a tus pies en homenaje lleve
la vida el que dos veces te la debe».  6400
   Esto pasaba entre el caído andante
y el caballero del Leopardo rojo,
cuando cata que llega Sacripante,
y al ver la dama se le alegra el ojo.
Entre ella y el caballo vacilante,  6405
«¿Cuál de estas dos empresas, dice, escojo?
—512→
¿La dama o el corcel? Corcel y dama.
Pero primeramente Amor me llama.
   «Cualquiera que de vos, dice altanero,
esa bella mujer trajo consigo,  6410
déjela ya, que para mí la quiero;
sepa, si no, que se las ha conmigo».
«Es un felón, no un noble caballero,
y una horca merece por castigo,
responde Brandimarte, el que, a caballo,  6415
reta a quien se halla a pie, como yo me hallo».
   Y vuelto al Duque, «Préstame, te ruego,
por un momento tu corcel». «¡Mal año!
aunque manso le ves como un borrego,
no sufre este animal jinete extraño,  6420
responde Astolfo, cree que si lo niego
es porque sólo yo con él me amaño.
Cuanto más que el presente desafío,
si en ello caes, a par que tuyo, es mío.
   «Déjame, por tu vida, en dos paletas  6425
con este guapo enderezar la cosa.
El duelo, señor mío, a que nos retas,
será con una condición forzosa:
que si vencido fueres, no te metas
en más cuestión por esta dama hermosa,  6430
y cedas tu caballo al camarada,
que no ha de aventurar todo por nada.
   «Y si yo salgo mal de la querella,
a dar las armas y el corcel me obligo,
pero la dama no, que en cuanto a ella,  6435
te debes entender con el amigo».
«¡Gracias!, murmura el Rey, benigna estrella,
la que andas hoy tan liberal conmigo.
—513→
¡A un mismo tiempo dama, arnés, caballo!
Lance mejor no pude imaginallo».  6440
   Esto entre sí; y al Duque por respuesta
rïendo dice: «Está cerrado el trato».
Dijérades, al verle, que iba a fiesta,
o en baile o zambra a divertirse un rato;
y si de algo le pesa es que le cuesta  6445
la esperada ganancia tan barato;
que a vueltas del arnés, caballo y dama,
holgara de adquirir loor y fama.
    Toman, pues, campo, enristran, espolean,
embisten, chocan con mortal fracaso;  6450
entrambos caballeros bambolean;
pero algo más le avino al Rey circaso:
las piernas y rodillas le flaquean;
trabuca, rueda; y vuelve paso a paso,
harto mortificado y descontento,  6455
sin su propio corcel al campamento.
   «El pobre diablo, dice Astolfo, vino
a buscar lana, y vuelve trasquilado».
El Duque resolvió mudar destino
por ir de Brandimarte acompañado;  6460
y un par de millas por aquel camino
escasamente hubieron cabalgado,
cuando la dama dice: «A lo que veo,
hemos llegado al puente del Leteo.
   «Aquella agua que veis es encantada,  6465
y al que la bebe la memoria quita.
En el puente una ninfa está apostada,
que ofrece de ella a todo el que transita;
y aquél de cuyos labios es probada,
desmemoriado prisionero, habita  6470
en la verde ribera allende el río,
rendido a un torpe amor el albedrío.
   «Y si alguno hace gestos a la copa,
y sin gustarla va a pasar el puente,
—514→
saliendo a una señal toda la tropa  6475
allí cautiva (entre la cual hay gente
de lo mejor del Asia y de la Europa)
al pasajero asaltan juntamente,
y desigual a tan terrible prueba,
le hacen que a su pesar se rinda y beba.  6480
   «Encaminemos, pues, por otra vía,
ya que el seguir por ésta es devaneo».
Pero cuanto la dama les decía,
era poner espuelas al deseo.
Astolfo protestaba que tenía  6485
de ver aquel encanto del Leteo;
y el pagano barón no le va en zaga.
Llegan al puente, y cátate la maga.
   Con blanda voz y cara zalamera,
haciendo al Duque humilde acatamiento,  6490
rogóle que templar la sed quisiera
en el fresco licor sin cumplimiento.
«¡Bruja!, responde Astolfo, ¡embelequera!
Ya sabemos acá cómo anda el cuento.
A los cautivos abrirás la puerta  6495
en este mismo instante, o eres muerta».
   La Ninfa, que esto escucha, prestamente
dejó caer la enhechizada taza,
y todo al punto viose arder el puente,
y hundirse estremeciéndose amenaza.  6500
—515→
Astolfo casi casi se arrepiente;
que de pasar el río no ve traza.
Dos segundos estuvo o tres perplejo;
al fin tomó de su valor consejo.
   Y como el compañero por su parte  6505
también porfía en que el jardín se invada,
y la dama no sabe con cuál arte
de tan loco designio las disuada
(la dama, es a saber, de Brandimarte,
que tanto como bella era avisada),  6510
«Otro sendero, dice, oculto y breve
mostraros puedo, que al jardín os lleve».
   Siguen ellos los pasos de la guía,
y atravesando el río del Olvido
por cierto puentecillo, que tenía  6515
Flordelís bien probado y bien sabido,
llegaron a una puerta que se abría
a la fatal estancia, do escondido
vive tanto galán aventurero
olvidado de sí y del mundo entero.  6520
   La puerta derribando, ven el huerto
do en gustosa prisión está el de Anglante,
y el caballero del León, Uberto,
y con Grifón el joven Aquilante;
Clarïón, que en el líbico desierto  6525
venció animoso a un gran dragón volante:
Adrián de Creta, y Antifor moldavo,
y el rey Balán, entre los bravos bravo.
   Pues al entrar los tres, tal chamusquina
se arma, tal confusión, tanta algazara  6530
de caja, de tambor, trompa y bocina.
cual con dificultad se imaginara.
—516→
Señora de estos campos Dragontina
ordena a sus cautivos que hagan cara,
y a los intrusos caballeros traten  6535
de aprisionar, o, en todo caso, maten.
   En la mañana de este propio día,
gustado aquel licor que el juicio altera,
el Conde don Roldán llegado había,
rendido amante ya de la Hechicera.  6540
Con la loriga a cuestas todavía,
paciendo Brilladoro en la pradera,
andaba el buen señor entretenido,
cuando oyó el fiero estruendo y apellido.
   Y la hada a sus pies llorosa mira,  6545
que humilde dice: «Tu favor imploro».
Súbitamente el Conde, que suspira
de amor por ella, y ve tan tierno lloro,
desnuda a Durindana, ardiendo en ira,
y monta de un gran salto a Brilladoro;  6550
vivas centellas por los ojos vierte,
anunciadoras de venganza y muerte.
   Amaba el conde Orlando a Dragontina;
¿quién vio jamás tan raro desvarío?
Encierra la bebida peregrina  6555
de la mágica taza un poderío
que con mojar el labio, no ya inclina,
sino fuerza y arrastra a el albedrío,
aun al que en otro amor cautivo se halla,
y a sola Dragontina lo avasalla.  6560
   Embravecido el conde Orlando parte
hacia el lugar en que el tumulto suena,
y en que, mientras arroja Brandimarte
a Uberto del León sobre la arena,
al rey Balán enseña Astolfo el arte  6565
de bajar por las ancas, y se llena
—517→
de grande maravilla a la llegada
de Orlando, a quien conoce por la espada.
   «¡Orlando amado!, el Duque le decía,
¡corona y flor de todo esfuerzo humano!  6570
¿quién así te turbó la fantasía?
Paréceme que estás calamocano.
Astolfo, Astolfo soy, por vida mía;
¿que no conoces a tu primo hermano?».
De parentescos no se cura el Conde,  6575
y a puras cuchilladas le responde.
   Gracias a la ocurrencia de Bayardo,
que era en lances de guerra tan experto,
si no, no estrena el Duque otro leopardo;
que al primer tajo allí quedaba muerto.  6580
Disparando el corcel como un petardo
el muro salva del hadado huerto,
como quien sabe bien que no se gana
gran cosa en argüir con Durindana.
   Bien pudo el Duque allí emplear la lanza;  6585
pero lo que ella vale él mismo ignora;
y aunque cayese Orlando, su pujanza
le quedaba y su espada cortadora;
luego, no sé por qué la confïanza
que Astolfo tuvo en sí le mengua ahora;  6590
y luego, el contendor su primo era,
y de verle caído se doliera.
   Orlando por el puente sale al raso,
pensando al duque Astolfo dar un tiento;
mas aunque Brillador fuera el Pegaso,  6595
quedara este pensar en pensamiento,
—518→
porque Bayardo corre, y lleva un paso...
Pero por Dios que ya me falta aliento
para más cabalgar; tiro la rienda,
y suspendo un instante la leyenda.  6600

  —519→     -[491]-  

5897-5904:



   Si pensareis los míseros humanos
   en los reveses y calamidades
   de esta vida mortal; guerras, tiranos,
   hambre, baldón, pobreza, enfermedades,

V    no se apegaran tanto a los mundanos
   bienes, oropeladas vanidades
   que la Fortuna en menos de un minuto
   suele trocar en aflicción y en luto.

i-iv



Si un momento fijareis los humanos
la vista en el tropel de adversidades

Si fijaren la vista los humanos
en la serie fatal de adversidades
de esta existencia terrenal; tiranos,
guerras, baldón; pobreza, enfermedades,

5902-5903:



   y a un voltear a la inestable rueda
   huye, y ni aun vestigio dellos queda?

5905-5912:



   Todo lo cambia esta deidad liviana;
   sólo en su instable genio nada innova.
   A la belleza, flor caduca y vana,
-[492]-
   cualquiera cierzo los matices roba.

V   huella la errante res hierba lozana
   do reyes albergó dorada alcoba;
   y entre alta maleza los fragmentos
   del muro que amenaza fue a los vientos

v



huella la errante grey hierba lozana

vii



y esconde alta maleza los fragmentos

5912 B y C:



   sólo subsiste acá y allá un escombro.

5916 B y C:



   de su muralla y sus pensiles. Roma,

5918-5920:



   ¿qué es de ti? De los años la carcoma
   la mole inmensa en que escribiste, «Nunca
   pereceré», dejó roída y trunca.

5921-5926:



   Esa, robada a un báratro profundo
   momia asquerosa, en decadencia extrema,
   de antiguo imperio que espantaba al mundo
   es la reliquia a un tiempo y el emblema.

V   Aquel mármol, hoy junto a cieno inmundo
   el ara fue de un dios, que es ya anatema.
-[493]-
   Y en la rota, que ves, columna jónica
   está de una ciudad toda la crónica.

5925 B y C:



   Pasó del mármol sacro al cieno inmundo


   Pasó del sacro altar al cieno inmundo

  -[493]-  

vii



y la rota que ves, columna jónica,


esa que rota ves, columna jónica,

5927-5928 C:



   fragmentos de estructura arquitectónica
   son de alguna ciudad toda la crónica.

5929-5936:



   ¡Cuánta grandeza es ya un gastado escrito
   que no pudo salvar la piedra misma,
   ni llega a comprender el erudito,
   aunque en deletrëarlo se descrisma!

V   ¡Cuánto padrón de bronce y de granito
   el tiempo en sempiterna noche abisma!
   ¡Cuánta dominación, poder y gloria
   no legó ni una página a la historia!

iv



por más que en descifrarle se descrisma

viii B y C:



sólo legó una página a la historia

C



un mezquino renglón legó a la historia

5940-5941:



   lo más alto y espléndido y gigante?
   ¿A qué la fama griega ni la etrusca

  -[494]-  

5955:



   afán aqueja y duelo tan tirano

5961-5965 B y C:



   Sin duda os acordáis de la amorosa
   dama que en busca de su caro ausente
   envió a Malgesí; y aguarda ansiosa
   y cuenta los minutos impaciente.

V    Quien muerto estuvo por alguna cosa

ii



niña que en busca de su caro ausente

  -[495]-  

5977-5978:



   Ser el de su Bayardo se imagina
   cualquier casco veloz que pulsa el llano



   El rostro tiene vuelto a la marina
   y si divisa algún bajel lejano,

5981-5982:



   Que cabalgando viene, se imagina,
   si oye un casco veloz que pulsa el llano.



   Que él es el que cabalga, se imagina,
   cuando un cuádruple casco pulsa el llano.

C:



   Que él viene cabalgando se imagina
   cuando un cuádruple casco pulsa el llano.

5986 B y C:



   (¿quién tal creyera?) con muy mal recado.

5987:



   El mágico los hombros encogía,

5991:



   y al cabo lo peor dando por cierto

B y C:



   y lo peor juzgando ya por cierto

5995:



   ni que dilate el postrimero trago,


   ni que demore el postrimero trago,

  -[496]-  

6002-6003:



   como al fatal castillo en la ligera
   barca le trajo, y que le tiene a punto

6007:



   la pobre amante, y tal dolor le asalta

C:



   la pobre dama, y tal dolor le asalta


   la pobre niña, y tal dolor le asalta

6010:



   Yo haré que de tan ruin traición te pese.

6014 B y C:



   ¿No ofreciste obligarle a que viniese

6023:



   ¿Ignorabas acaso que no estimo

  -[497]-  

6032:



   juro darte venganza, dueño mío».

6050:



   al paladín la fuerza, aliento y vida,

6057-6058:



   Una viga encajada en lo más alto
   estaba de la sólida muralla.

6063:



   tres brazas se levanta de la sierra

  -[498]-  

6068:



   mas no es mucho en verdad lo que ha ganado

6078:



   fiera, que, el mundo estremeciendo, brama;

6084:



   que arrojarse otra vez pensó a la fiera

6096:



   por darte gusto, se sacrificara.

6098:



   y a ofensa no me imputes el quererte.

  -[499]-  

6101-6103:



   ¿Molestia temes darme, dueño mío?
   Amor, que me condujo, me hará fuerte.
   ¿O tanto me aborreces, inhumano,

6105-6107:



   «Señora (respondió lleno de enojo
   Reinaldos): por el Dios que me ha criado
   os ruego me dejéis en paz; escojo

6110-6111:



   a ser por esa bestia devorado».
   Ella que al inhumano tanto adora

6117-6120 B y C:



   Al suelo, habiendo dicho de esta suerte,
   desciende en la infernal caballería,
   y al centro va de la murada cuadra
   do aquel vestiglo sin cesar baladra

6121-6123:



   La pez le tira y la ancha red coloca.
   Creyendo que era alguna golosina
   abre el bruto voraz tamaña boca


   abre el monstruo voraz tamaña boca


   abre aquel animal tamaña boca

6125:



   la cual mordida pega cuanto toca

  -[500]-  

6140:



   de su salud, ligero salta al llano

6142-6144:



   matarla intenta; pero todo en vano;


   matarla determina; pero en vano:
   al diamante en dureza el cuero excede:
   filo ni punta penetrarlo puede.

6145-6152:



   Ya que darle la muerte así no espera,
   de otro modo intentó salir con ello.
   Montándose a horcajadas en la fiera,
   los brazos le echa en firme nudo al cuello,

V    y las rodillas le hinca de manera
   que totalmente le quitó el resuello;
-[501]-
   como dos brasas se le tornan rojos
   y saltan de las cuencas ambos ojos.

i-ii



Ya que matarle así no logra, espera
que de otro modo se saldrá con ello.

v-vi



y le hinca las rodillas de manera
que pierde el movimiento y el resuello;

  -[501]-  

vii



hácele como brasas tornar rojos


y se le paran como brasas rojos


como dos brasas se le paran rojos

6153-6160:



   Tregua al monstruo no da mucha ni poca
   y tanto más el caballero afana!
   Apretando los dientes y la boca
   colorado se puso como grana,

V    hasta que últimamente le sofoca,
   y arrojar le hace el ánima villana
   que en una ronca, pavorosa queja
   desamparado el cuerpo horrendo deja.

i



Más y más el aliento se le apoca

vii-viii



que el pavoroso cuerpo huyendo deja,
y con aullido horrísono se queja,

que con aullido horrísono se queja
y el pavoroso cuerpo helado deja


y el pavoroso tronco huyendo deja


y al fin en paz a Rocatriste deja

6162-6163:



   busca cómo salir al campo raso.
   Cercado el sitio ve, de alta muralla,

6165-6166:



   de gruesas barras intrincada malla,
   que aun a la luz, camino ofrece escaso.

  -[502]-  

6168-6170:



   pero pierde el tiempo y el trabajo.
   A treparla acomete; mas de espesas
   agudas puntas erizada estaba.

6179:



   Juzgando que algún santo se la envía,

6190-6191:



   cuál, corvo alfanje, y cuál, bastón ferrado.
Más de trescientos de esta aleve gente


   Más de catorce de esta buena gente


   Como unos treinta de esta buena gente

6191-6200 B y C:



   Pero un millón que fuesen, buen despacho
   de todos ellos el francés daría.
   Viene al frente un jayán con un corpacho
-[503]-
   descomunal, y añaden que tenía

V    de dos palmos o más cada mostacho.
   Éste era el que a Reinaldos preso había.
   Reinaldos de un revés le abre la panza
   y a los demás intrépido se lanza.

I C:



Pero ciento que fuesen, buen despacho

II C:



de todos ellos el francés lo haría

  -[503]-  

vi C:



Era el que a Montalbán cogido había

6201:



   Manda de cada golpe al otro mundo

6203:



   A cuantos llega el brazo furibundo

6207-6208:



   Déjalos ir, y embiste a la cerrada
   puerta de aquel castillo con la espada

6209:



   No tuvo su victoria por completa

6211-6212:



   no exploraba la parte más secreta,
   do se imagina que cautivos gimen

6217-6224:



   Pues el otro gigante que escondido
   pensaba ver el toro en talanquera
   observando que ya medio vencido
-[504]-
   se estremece el portal, todo se altera.

V    Túvose el pobre diablo por perdido:
   de armarse al fin le dio la ventolera,
   que fue desacertado pensamiento
   cuando debiera hacer su testamento.

iii



viendo bambolear medio vencido


viendo casi postrada a la porfía

  -[504]-  

vii-viii



grave error, cuando apenas un momento
le queda para hacer su testamento.

cuando debiera no perder momento
sino ponerse a hacer su testamento.

sino pensar en hacer su testamento
que era lo que le estaba más a cuento.

6225-6232:



   Sale con una cara que semeja
   con Reinaldos estar desazonado.
   Reinaldos por hacerle en paz le deja
   de una gallarda punta atravesado.

V    Y oyendo el caso la maldita vieja
   de una alta torre se ha precipitado.
   «Fue (dice el paladín) notable aviso:
   ahorrar así las escaleras quiso».

ii-iii



que la presencia del barón le enoja;
el cual a poco andar en paz le deja

que la osadía del barón le enoja
el cual en paz a poco andar le deja

vi-viii



de un elevado mirador se arroja
queriendo, al parecer, de esta manera
ahorrar a Reinaldos la escalera

C:



De cabeza en las losas del castillo:


   Y va a dar a el foso del castillo:
   si se hizo daño, no sabré decillo.

  -[505]-  

6233-6240:



   Antes que con los pies con la cabeza
   fue a dar en los cimientos del castillo;
   y si de un salto de tamaña alteza
   quedó contenta, no sabré decillo.

V    A cuantos albergó la fortaleza
   mandó pasar Reinaldos a cuchillo;
   descansa luego un rato, y se encamina
   con alegre semblante a la marina.



   Uno que de verdugo hace el oficio
   de dos en dos la muchedumbre saca
   a padecer el último suplicio;
   a los demás, medrosa turba y flaca,

V    ocupa el vencedor en su servicio;
   y luego que la sed y el hambre aplaca
   y reposa un momento se encamina
   con sereno semblante a la marina.

6240-6241:



   y duda si camine hacia el ocaso;
   Que si de allí con poderoso encanto

6245-6248:



   la voz del deshonor! Ve el templo santo
   que le imputa su lustre oscurecido;
   ve que en la cuna y en la regia sala
   el dedo de la infamia le señala.

6249-6256:



   Aún está surta la encantada barca;
   la barca que le trajo a tan mal puerto;
-[506]-
   pero esta vez Reinaldos no se embarca;
   antes a pie, con paso y rumbo incierto

V    cruza de Rocatriste la comarca,
   que era todo un horrífico desierto;
   y mientras él se interna en la espesura
   vaga también Astolfo a la ventura;

i-ii



Surta está allí la milagrosa barca


Surta ve allí la milagrosa barca
la que le trajo a tan aciago puerto

  -[506]-  

vi-vii



silencioso y horrífico desierto;


de inculto campo y de sombría selva.
Mientras por ella el paladín camina
por otra parte Astolfo peregrina.

6257-6264:



   Que de París como sabéis, partido
   llevaba a cuja aquella lanza de oro;
   empedrado de joyas el vestido
   que vale la que menos un tesoro

V    Ninguno en esto del andar pulido
   le hizo ventaja, ni francés, ni moro.
   Las espaldas oprime de Bayardo
   el caballero insigne del Leopardo.

ii



lleva en cuja el inglés su lanza de oro,

iv



que de primores matizó la aguja.

6265-6272:



   Y de una en otra vino a dar un día
   a no sé cuál provincia sarracena,
   que toda en belicoso estruendo ardía
   do el circasiano Sacripante ordena

V    reseña de su gente; y ya salía
-[507]-
   con multitud innumerable, ajena
   y propia, a pelear; no estimulado
   o de codicia o de razón de estado

iii-v



que toda en belicoso estruendo hervía;
el circasiano Sacripante ordena
grande reseña militar. Salía

  -[507]-  

vii



y propia, a guerrear; no estimulado

6274:



   a combatir la loca y torticera


   y de enfrentar la loca y torticera

6277 B y C:



   la cual demanda a la princesa irrita

6283:



   y tanta ya bizarra gente allega

6287:



   pagado asaz de su gallarda traza


   pagado asaz de su bizarra traza

C:



   pagado de su talla y apostura

  -[508]-  

6295:



   porque soy, si lo ignoras, avezado


   y que soy, si lo ignoras, avezado,


   porque estoy, si lo ignoras, avezado

6296 B y C:



   solamente a mandar, no a ser mandado

6301:



   estas armas que visto, incontinente

C:



   estas armas que ves, incontinente

6304:



   a dudar lo que digo, haga la prueba».

6306:



   después que al duque Astolfo ha oído

6308-6310:



   que un hombre tan gallardo y tan pulido


   que un hombre tan galano y tan pulido
   tan loco esté. ¿No habrá remedio acaso
   para que cobre el juicio que ha perdido?».

6314:



   vuelve la grupa Astolfo y se retira.

  -[509]-  

6321-6324:



   Corriendo en tanto el duque se apresura
   y con un joven caballero topa
   de bello continente y apostura.
   Llevando de grupa a una mujer, galopa,

6323 C:



   de bello aspecto y de marcial figura

6335-6336 B y C:



   que no eres digno de mujer tan bella:
   prepárate a dejalla o defendella».

6335 C:



   es para otro que tú mujer tan bella:

6338:



   no una vida tan solo, una docena.

6344:



   venga el caballo». «Otorgo», dice el Duque.

  -[510]-  

6345-6347:



   La dama que va a ser espectadora
   y premio de la lid, veloz desciende


   y premio de la lid, veloz se lanza
   al suelo; y como ha visto vencedora

6352:



   que su beldad ha hecho, no le pesa.

6356:



   corrieron a embestirse bravamente.

6360 C:



   pero quedó sin vida el del pagano.

6361-6363:



   El cual con no mayor ventura, vino
   rodando por el suelo largo trecho,
   do lamenta su mísero destino

6365:



   lo que adoraba con amor tan fino

  -[511]-  

6387:



   extremos tales hace cual si hubiera

6389-6390:



   Su gratitud manifestar quisiera;


   Aunque su gratitud mostrar quisiera;
   no sabe qué decir en el asunto.

6395-6396:



   aunque igualase a la del propio Marte,
   a quien de sí tan alta prueba ha dado.

6400:



   la vida el que hoy dos veces te la debe».

  -[512]-  

6409-6416 B y C:



   «De cualquiera de vos (dice altanero)
   que sea esa beldad déjela, digo:
   déjela ya, que para mí la quiero;
   sepa, si no, que se las ha conmigo».

V    «Eres un malnacido caballero
   (responde Brandimarte) y el castigo
   te daré que mereces el que, a caballo,
   reta a quien se halla a pie, como yo me hallo».

6417 B y C:



   Y vuelto al paladín, «Dame te ruego

6418:



   por un minuto tu corcel». «¡Mal año

  -[513]-  

6453-6455:



   los pies y las rodillas le flaquean;
   trabuca; va a medir el suelo raso;
   y vuelve, arrepentido del intento

6462:



   pienso que escasamente han cabalgado

6469:



   y aquel de cuyos labios es gustada,

  -[514]-  

6478:



   al pasajero embiste juntamente

6485:



   el Duque Inglés curiosidad tenía


   el bravo inglés curiosidad tenía

C:



   el Duque inglés protesta que tenía

6487:



   y el pagano barón no le iba en zaga.

6491-6492:



   rogóle que en aquel cristal quisiera
   en el limpio licor sin cumplimiento


   en el dulce licor sin cumplimiento

6496:



   al punto mismo o ten tu fin por cierta».

6499:



   y toda en aquel punto arde la puente,

  -[515]-  

6510:



   que era a la par hermosa y avisada)

6515-6516:



   la dama bien probado y bien sabido,
   llegaron a un portón que conducía

6521-6528 B y C:



   A puntapiés la puerta derribando,
   el hadado vergel miran delante,
   donde cautivo estaba el conde Orlando,
   y el conde Claros, valeroso andante,

V    Balán y Uberto del León, y Argando,
   y con Grifón el joven Aquilante,
   hermanos ambos y Antifor el ruso
   con otros varios que decir excuso.

  -[516]-  

6538-6539 B y C:



   el Conde don Roldán, de la manera
   que arriba se os contó llegado había

6559:



   aun el que en otra red cautivo se halla,

6562-6563:



   hacia el lugar do el alboroto suena,
   y do, mientras derriba Brandimarte

  -[517]-  

6567-6568:



   de maravilla viendo la llegada
   de Orlando, a quien conoce por la espada.

6575-6576:



   mas de palabras no se cura el Conde
   y a cuchilladas al inglés responde

6581:



   Disparado salió como un petardo

6593 B y C:



   Orlando por el puente sale fuera

6595 B y C:



   mas aunque Brilladoro alas tuviera

  -[518]-  

6597 B y C:



   porque corre Bayardo de manera

6599-6600 B y C:



   para seguir tras él corriendo tanto.
   Suspenderé, mientras respiro el canto.

B:



   Hagamos pausa y demos fin al canto.